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frio punzante llenaba tu pecho

tu eras el peso de la amarga


brasas del fuego de tu colera
nadan en el rio hacia una isla fluctuosas
conciente en el alba te fuiste con ella
abrazado a la grandeza y a tu derrota
el perdon del engao fue una disputa
que concluyo en la ira que tu alma acongoja
sin importancia clavaste la espada
al suelo etereo y el de carne y hueso
palabras sin voz oyen tus oidos
mas tu silencio contrae un amargo despido

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