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La mujer del barro

Todo sucedi en un pueblo de alfareros. Uno de esos pueblos que todava


sobreviven, cuestionando al hombre cotidiano, a lo largo y ancho de la
cordillera andina. Todos sus habitantes trabajaban el barro como si fueran
pequeos dioses dando vida a las cosas. Porque el barro est ligado al
hombre desde su origen, se reconozca o no su paternidad.
En ese pueblo del que hablo, viva una mujer que fabricaba los mejores
cacharros, las mejores y las ms cantarinas vasijas, una suerte de pjaros
sonoros que parecan encerrar la luz.
Como sucede en todas partes, desde que el mundo es mundo y si no qu va
a ser, otra alfarera envidiaba los cacharros que fabricaba la mujer del
milagro. Entonces resolvi adoptar una actitud acorde con sus sentimientos:
se convirti en espa, para saber si exista algn secreto, alguna forma
especial en la obra de la mujer del barro.
Pacientemente, durante horas y horas, las mismas y pacientes horas que
emplean los espas y delatores, vigil el taller de su rival. Nada; no pudo
descubrir nada. Porque el barro era el mismo y la mujer lo amasaba
cantando; la mezcla era la misma y la mujer la trabajaba cantando; el
modelado era el mismo y la mujer acariciaba el barro cantando, el cocido
era el mismo y la mujer encenda la lea cantando. Nada, ni los colores que
semejaban sangre y oro y que la mujer pintaba cantando, tenan la mnima
diferencia.
Desesperada, la alfarera envidiosa rob un cntaro de luz de la mujer y lo
llev a su casa para descubrir el secreto.
Una vez sola, encerrada como se encierrran los que carecen del sentido de
homenaje a la vida, del dilogo, de semejanza y del humor, rompi la vasija
de un solo golpe.
El hombre, en definitiva, no es tanto misterio. Lo que sucede es que a veces
no alcanza a comprender las cosas y se altera su forma de vivir. Un
pensamiento es ms fuerte que la historia porque es capaz, precisamente,
de torcer su curso. Y todo porque entonces, del interior de la vasija, de cada
pedazo roto, sali el canto de la mujer que trabajaba cantando. Esto es muy
simple y muy claro: slo lo que se hace con amor es perdurable. Una ta
muy vieja que tengo dice: seguro que cuando Dios hizo al hombre, estaba
cantando.
Extrado de: QUINTANA, Hamlet Lima: CUENTOS PARA NO MORIR. Editorial El
Pas. Bs. As., 1990.
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