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Los caminos del Espiritu: Felipe, Pedro, Pablo Rafael Aguicre 1. Introduccin, ‘Vamos a contemplar tres momentos claves de Ja ac- ‘én del Espiritu en los albores de la Iglesia tal como se deseriben en los Hechos de los Apéstoles, No tengo ne~ cesidad de decir que pese al nombre que el libro ha re~ ido en la tradicién, los apéstoles no son los protago- as de los Hechos de los Apéstoles. No aparecen si no en los cinco primeros capftulos y, con la excepeisa de Pedro, se les atribuye un escaso papel. Mucho ma- yor protagonismo a lo largo de toda la obra correspon- de a Pablo, que sin embargo, no recibe el tilulo de “apéstol” a los ojos del autor del libro. En realidad, los Hechos de los ApOstoles estin centrados en la expan- sién de la Palabra de Dios, que se va describiendo constantemente, y que se debe fundamentalmente a la fuerza del Espiritu Santo verdadero realizador del plan de Dios' y protagonist de [a obra literaria que lo narra * 1 Guanes, “San pric tac Actes, Suppment du Dicom doa ‘ible 621086) cal 84 ce gue “eel spe pcp eta a ods araaentoe Hecos” 88 Es bien sabido que este libro no presenta una cr6nica hist6rica en sentido estricto, sino mas bien lo que po- ddrfamos llamar un historia fundacional y paradigméti- cca, Todo grupo social conserva con carifio y medita de- terminados hechos de su pasado, que los considera mo- ‘mentos decisivos y definitorios de su identidad. Nace asf una historia fundacional fuertemente idealizada, que se convierte en paradigmética, porque proporciona cla- vves para interpretar la historia posterior. La accién del Espftitu en Felipe, en Pedro y en Pa blo fue especialmente decisiva porque mared los jalo- nes progresivos de superacién del enclaustramiento ét- nico de la comunidad de Jerusalén y el inicio y desarro- Mo de la apertura misionera y universalista; era, senci- lamente, el paso de ser un grupo judo particular a ser Ja iglesia critiana. Es una historia fundacional, porque en élla reivindica su legitimidad las comunidades mi- sioneras que estan detrés de los Hechos, y demuestran {que estén en continuidad con el plan de Dios tal como Io ha ido dirigiendo el Espiritu, a pesar de innumera- bles eélculos humanos adversos, Y es también una his- toria paradigmitica, porque no da recetas, pero si pro- porciona algunas claves para descubrir como acta el Espfritu y como abre caminos nuevos. Los Hechos ter- ‘minan cuando Pablo consigue llevar el evangelio a Ro- ma. Mucho se ha conseguido, sin duds. Pero es un final abierto: queda muchfsimo atin por hacer. Los Hechos hay que leerlos para descubrir la accién inacabable y paradigmatica del Espiritu de Dios y de Jest. Le concibe al Espiritu de Dios en la linea veterotes- tamentaria’, ante todo como poder eficaz y fuerza de 3 0, Mam, LEypne don Fotare de Lac, Fes, Quebec 1991; E 86 Dios para intervenir en la historia. Espiritu y poder, en Ja perspectiva de Le, tienen un valor sinénimo: “El Es- piritw Santo vendra sobre tf y el poder del Alttsimo te cubrird ..” (Le 1,34). Bl Espiritu viene o se derrama so- bre el profeta o sobre el pueblo, dirige los pasos, elige, arrabata, dice, fortalece, impulsa, impide, eavia... Se trata, evidentemente, de un lenguaje metafrico. En Hh 8, 26. 29 el Angel del Seftor y el Espiritu son intercambiables (cfr. también 10,10-15 y 10,19). Ambos son, como en cl antiguo Testamento, dos for- mas de hablar de la intervenci6n eficaz de Dios y no hhay que interpretarlos como realidades personales” (po- dria, quiz’, decirse que se trata de personificaciones). Lo que si hace Le es eristianizar profundamente la pneumatologia veterotestamentaria que recoge. “Exal- tado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Es- piritu Santo prometido y ha derramado lo que vosotras veis y ois” (Heh 2,33) Usa los esquemas del antiguo ‘Testamento para hablar del Espfritu, pero ahora el Espf ritu de Dios es también el Espiritu de Cristo, que pro- longa la misi6n terrestre de Testis. E] Espirit es la pro- mesa del Padre, el poder de lo alto, que Jesas envia (Le “Troces, “Le Sin apie Else dps lieds Actes en Esprit Sant tl Egle, Fayed Fas 196, 944 P BONAAD, "LE Sale elie {tone Neen Testament” RHPR 31937) 8.90, W-H. Lave, "Toe Fly Spr nthe Wetlogso St Luke enD. NMEA i), San te Gaal Biss Memory of HLighfoot, Blackwell Ox 1957, 155- 200, 6. Haar PsarsLBspiforc de Epise Ce Pats 197S:N.A. CNA tue, Ati de Dis, Secrearino Taro, Salamanca 1982, "Luc et Tesi Sal, RR 56582), 1 DeGoma.Le fuera del Erp Univenitadde Deo Bilbo 1978, cespecinane 72178 Quis hay una etecencin a Le 25,46 mn ese "“enregs paratihe ‘nal Pace 5 esp” ydespats, tna vee exo, a 2cbe lata Pade dean ee ot cals eh 29), 7 24, 49; Heh 1,4-5) a sus discfpulos para que sean sus testigos “en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta Jos confines de Ia tierra” (1,8). Leno habla del Espiritu como causa de transforma cin espiritual (Rom 8,5) 0 como principio de una nue- vva vida en Cristo (Rom 8, 10 ss.), sino como fuerza y poder de Dios que impulsa a los discfpulos y a la Igle- siaa llevar adelante el plan de Dias y el testimonio de Cristo No voy a entrar en muchos tecnicismos exegéticos ‘que serfan pesados de seguir y nos llevarfan un tiempo cexcesivo. Pero s{ me voy a permit situar brevemente los relatos de estos tres personajes. Se encuentran en uuna seccién de transicién de Hechos. En los siete pri eros eapftulos se ha presentado Ia vida de la comuni ddad de Jerusalén, que no aspira a salir de los limites del pueblo de Israel. En los capitulo 13 y 14 se narra el, primer viaje misionero de Bernabé y Pablo. Los eapitu- os 8 al 11 describen el proceso paulatino de salir de Je- rusalén y de abrirse a los gentiles. No resulté ni féeil ni I6gico. El Espiritu dirige de una forma muy especial, les cambia profundamente, en estos capitulos a nues- {ros tres personajes: al juedcocristiano helenista Felipe para que entre en el territorio medio judto de Samaria y, después, para que bautice a un impuro y marginado legal, 2 un eunuco etfope; al judeocristiano hebreo Pe- dro, uno de los doce, que va a acabar entrando en casa de una pagano y acepténdole a él y a toda su familia en a comunidad; y al judio de la didspora Pablo, de quien se describe en esta seccién su conversién y primeros pasos misioneros En ninguna historia mas que en estas descubrieron los primeros eristianos la accién del Espiritu. Las va- 88 mos a evocar brevemente como relatos paradigméticos de la accién del Espiritu en Ia historia inacabable, 2. Felipe: los caminos del Espfritu Hevan alos excluidos de Israel La apertura misionera no se debié a una decisién to- ‘mada y controlada por los apdstoles de Jerusalén, Més bien, al contrario, signifies una auténtica conversién para ellos reconocer la actuacién del Espiritu en una historia que desbordaba sus céleulos y rompia sts es- EL plan de Dios se abre paso de forme desconcertan- te y lo que parece una terrible desgracia se va a conver- tir en la gran oportunidad. “Se desat6 una gran persecu- cién contra la Iglesia de Jerusalén” (8,1), pero que en realidad no afect6 a toda la Iglesia, sino probablemente s6lo al grupo de los helenistas, de los que conocemos a sus siete Iideres, entre los que destaca Esteban, de quien se narra el martirio en Hechos 7. Los helenistas tienen que escapar y en su hufda van anunciando el evangelio por los tettitorios que atraviesan: “Los que se habfan dispersado iban por todas partes anunciando Ja Buena Nueva de Ja Palabra” (8,4), Se nos cuentan dos episodios que tienen por prota gonista a Felipe, uno de los Ifderes helenistas y de uien se nos dice que estaba “leno de Espiritu y de sa- bidurfa” (6,3). 2.1. El territorio semijudio de Samaria Los helenistas huyen hacia el norte y legan a la re- gién limitrofe con Judea, a Samaria, Allf hay una po- blacién con un judsismo sincretista y muy peculiar, pe- ro rechazado tajantamente por Ia ortodoxia jerosolimi- tana: adoran a Yahvé, pero no admiten el templo de Je- rusalén, sino que tienen otro lugar de culto en el monte Gatizim; aceptan e] Pentateuco, pero en una versién di- ferente a la que se lee en las sinagogas judias. La ene- rmistad de los samaritanos con los judfos era enconada, como suele suceder, con frecuencia, entre quienes estén muy cerca y se disputan una herencia comin. Sin pensarlo mucho, todo ha sido debido a una buida precipitada, pero el caso es que el evangelio empieza a ser anunciado mas alld de los Ifmites estrictos del ju- daismo oficial. Empieza a cumplirse el anuncio de Je- siis: “sereis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines de la tierra” (1,8). “Felipe bajé a una ciudad de Samaria y les predicabe @ Cristo. La gente escuchaba con atencién y con un mismo esprita To que decta Felipe, porque oitny vetan ls seftes fue relizaba; pues de muchos posesos sali los espritus Jnmundos dando grandes voces y muchos pratics ycojos dquedaban curados. ¥ hubo una gran alegria en aquella ein- dad” (85-8). La predicacién de Felipe es presentada ~como la de Jestis, la de los apéstoles y le de Esteban (6,8)-, no s6- lo rica en palabras sino acompatiada de los signos de la presencia del Espiritu. Hasta un mago poderoso que ha- bfa en aquella eiudad, Simén, queda subyugado por las, seflales y milagros de los discipulos de Cristo. El éxito de la misién es grande y répido: “Pero cuantos creyeron 2 Felipe que anunciaba la Buena Nueva del Reino de 0 Dios y el nombre de Jesucristo, empezaron a bautizarse hombres y mujeres” (8,12). Felipe y los helenistas no han pedido permiso a na- die para ser misioneros. La fuerza de los aconteci- mientos y su convicciéa interior les ha llevado a fran- 4quear puertas antes no s6lo cerradas sino también pro- hibidas. El evangelizador no es un fancionario, pero tampoco es un francotirador. El autor de Hechos tiene buen cuidado de hacernos ver que una decisién tan importante se hace en comunién eclesial y es avalada por los apéstoles de Jerusalén, que atin existen y que enen la funci6n vital de garantizar Ia fidelidad al proyecto de Tests, “Al enterars los apéstoles que estan en Jerusalén de que Samaria habia aceptado la Palabra de Dios, es enviaron & Pedro y a Juan. Estos bajaron y oraron por ellos para que recibieran el Esprit Santo; pues todavia no habla descen- ido sobre ninguno de ellos; nicamente habfan sido bauti- ‘zados en el nombre del Sener Jesus. Envonces les imponian Jas manos y recibian el Espicta Santo” (8,14-17) Nos encontramos agu{ con el Pentecostés de los sa- ‘maritanos, como al principio del libro, en 2,1-11, se na- rraba el Pentecostés de los judfos (cfr. tambien 4,31). E1 Espiritu Santo confirma y fortalece a la comunidad a medida que va creciendo. Bl texto parece que establece una separaci6n entre el rito del bautismo y la imposicién de las manos con el don del Espiritu. En el episodio posterior de Pedro y Comelio, por el contrario, el descenso del Espiritu an- tecede al rito del bautismo. En cualquier caso, es elaro gue el bautismo en el Seftor Jestis equivale a ser bauti- zado con el Espiritu Santo: Ia remisién a Jestis, el Re- 2 sucitado, implica renacer por la fuerza del Espiritu de Dios (19,5-6; 1,5). Un episodio interesante, y en cuya complejidad no podemos entrar ahora, es la confrontacién de Felipe primero y de Pedro después con el mago Simén, que habia tenido admirado al pueblo de Samaria y que lue- {0 se bauti26 (8, 9-24), Simén desea, mediante dinero", poder controlar el Espiritu y disponer de él a su antojo. Tentact6n continua no ya ia de desofr al Espiritu, sino lade someterle al poder econémico 0 institucional. Pe- {dro rechaza con durisimas palabras la pretensién de Si- ‘mn que desconoce el cardcter de don radical (8, 20) del Espiritu de Dios. Es probable que la adhesin entusiasta y llena de ale- ria de los samaritanos al anuncio de Felipe, estuviese ‘marcada ain por una serie de deficiencias que la efusi6n ddl Espiritu vino a colmar. Pero hay un dato cierto y no- table, Tuan y Pedro, apdstoles de Jerusalén, que habian venido a comprobar (;quiza con agin recelo ante tama- fia novedad”) lo realizado por los helenistas, vencen su faversién a los samaritanos y se convierten también ellos en misioneros en Samaria: “... se volvieron a Jerusalén cevangelizando muchos pueblos samaritanos” (8,25). 2.2. La evangelizaci6n de los excluidos de Israel: ‘el eunuco etfope Los helenistas habjan hufdo hacia el norte, con la es- peranza quizé de poder llegar a Antiogufa, ciudad cos~ mopolita, donde podrfan encontrar un ambiente més 5 Lacs sbrayal poser deconapsin queen ol ine Heh 5, 11;24 aL 112,15, 16,18 propicio y liberal que en Jerusalén, Pero Dios le impul- sa ahora a Felipe a que cambie sus planes y que se diri- ja hacia el sur, por cl camino que baja a Gara, ademas ‘en el momento més caluroso del dia y cuando todo esté desierto. Dios prepara su encuentro con un eunuco etfo- ppe, allo funcionario de la reina de Candace, que habia venido a adorar a Jerusalén (8,27). Bs claro que el etfope no es un mero pagano': ha ido a adorar a Ferusalén y va leyendo el profeta Isafas ‘Tampoco parece un judfo en el sentido pleno dela pa labra. Su defecto fisico -era eunuco- le convierte en un excluido de la comunidad eultusl (D123; Lv 21). Bl Es- piritu acta al principio y al final de Ta escena (versfcu- los 29 y 39). En primer lugar impulsa a Felipe « que “se acerque y se ponga junto al carro” en que va el eu- rnuco. Felipe no lo duda, “corti hasta él y le oy6 leer al profeta Isafas” (8,29-30), EI Espiritu le puso en el camino, le impuls6 a acer carse, a ponerse a su altura, de modo que pueda saber To que el otro leva dentro. Felipe es décil al impalso del Espiritu, cambia sus planes, se acerca al extrafo (negro, etiope ..), escucha sus problemas, acepta dejar su montura y subirse al earro del otro, del etfope. Cam- bia Felipe y cambia también el etfope. Nos encontra- ‘mos con ina descripcién preciosa de la conversién de tun adepto al judaismo. faroe clo que Le reseva a primera conver dean pagar aa tein de Pa yee sere cena Coma yaa et. Las del fmco etope noe del todo ar . Bosssuvr 7 RADERAAKERS at estore dg At det posta, Dehoiae, Bonga 197, S434 proce us I considera un ial, del grap dels Fass, que se aetaton en tol crvndcan inten acl earache Sy 2 El eunuco etfope va leyendo el famoso texto de Isafas 53: “Fue levado como una oveja al matadero; ¥y como cordero, mudo delante del que lo trasquila, ‘sf él no abre la boca, [En su humillcin fe fue nega la justia; ‘gavién podré contarsu descendencia? Porque su vida Tue arrancada dela tera “Bntonces Felipe, partiendo de este texto de la Bseri~ tura, se puso a anunciarle la Buena Nueva de Jest” (8,33). Lmposible no acordamos del episodio de Emats, cuando Jesis, el huésped desconocido, “empezando por “Moisés y continuando por todos los profetas, les expli- 6 (a los dos disefpulos) Io que habfa sobre él en todas, las Escrituras” (Le 24,27), Bncontramos aqui un magnifico ejemplo de lectura de la Escritura en el Espiritu, como lo tendré que hacer siempre la Iglesia: ir descubriendo, a la luz del aconte- cimiento de Jesucristo, el sentido profundo y espiritual del texto del Antiguo Testamento. De esta manera la fe judfa del etfope desemboca en la plena fe cristiana, de modo que su bautismo es a conse~ ‘cuencia necesaria’. El excluido de Israel es aceptado en la comunidad cristiana, Llega la salvacién escatoldgica de Dios y se cumple Ia profecta de Isafes 56,3-5: 7B vescuo 37 es oa ls amigu conserva en el 0 ociena asp lita bln y qu spon «a rant folds ete ‘ela 36 "Dg Felipe: cs etd corti cs posta Rasp ‘argue serine el Hijo de Dios Ene pegua dl v.36" pie (fates) que yo sea bautzado™, robles se rej uaa posta Ue ‘Stecda notes gue ence en ots hgae coe un focal ‘enqueue a isa expresiniats ut Het 10471117, 8 10.18. 4 “Que ol extranjero que se adhiera a Yahvé no diga: (De cierto que Yahvé me separard de su pueblo! No diga el ‘eunuco: ;Soy un bol seco! Pues asf dice Yahvé: Respect ‘los eunucos que guardan mis sdbados y eligen aquello que Ime agmda y se mantenen firmes en ti alianza, yo he de darfes en mi casa y en mis muros monumenta y nombre ‘mejor que hijs ehijas; nombre eterno les daré que no seré borrado” El Espiritu que junt6 los caminos de Felipe y del ‘etfope, les separa de nuevo y les impele a cada uno para ser en lugares diferentes misioneros del evangelio. “El Espiritu arrebat6 a Felipe .. que se encontré en Azoto y recorria evangelizando todas las ciudades hasta llegar a Cesarea™ (otra vez hacia el norte). Segtin el texto occi dental de Hechos, “el Espiritu Santo cayé sobre el eu- ‘nuco”, que “siguié gozoso su camino” (8,39). Bs claro que se dirige hacia el sur y, segin la tradici6n, este eu- nhuco etfope fuc el primer misionero en Africa, Pedro: el Espfritu lleva a compartir la mesa con los paganos Nos encontramos con una construccién literaria be- Misima (10,1-11,18) y de singular importancia teol6gi- cca, Es la unidad narrativa més amplia de Hechos, Un momento clave y decisive, porque por primera vez ‘unos paganos, el centurién Cornelio y su casa, van a ser + Esineviabe reasons en tstocon1R 1612 donde Abdi qc est leat dela casel ey Aah ie Ea" ctando eld tel Eps fe Yatvéteevard no dine «02 282.18 ene erga ce Sesiparcin de Blas" nose guee rp de Yate sso fags levay lo haytarojaoce ala mhacenalainvale Puede ena tana cas females age Epa de Yan va y reba aque (23, ‘i 95 ‘admitidos en la Iglesia. Para decisién tan trascendental se reclama Ia autoridad de Pedro, que no se basa en pa- labras de Jestis que hubiese podido escuchar durante su vida hist6rica, sino en la accién novedosa del Espiritu, dificil de entender y que causa problemas e incompren- siones. Como siempre el Espiritu abre caminos nuevos, convulsionando los viejos equilibrios y las convencio- nes establecidas. Se suele hablar de “la conversi6n de Cornelio”, pero cen realidad se trata de la conversion de Pedro’. Lo que se describe minuciosamente es el proceso del judeocris- tiano que se va abriendo a la accidn del Espiritu y, en ‘esa medida, supera sus prejuicios, acepta al extraito, y arrostra las erfticas de los hermanos que consideran de- madiado revolucionaria su actitud. Es un momento de- cisivo: a partir de ahora comienza la misiéa a los genti- les, primero en la Iglesia de Antiogufa (11,20) y des- pugs, gracias, sobre todo, a Ia iniciativa de San Pablo. Ahora bien, ,qué tipo de misién a los paganos se le- gitima en el episodio de Pedro y Cornelio? Porgue s- bbemos que en el cristianismo primitivo hubo diferentes formas de entender Ia relacién con los paganos y de es- tablecer condiciones para su aceptacién en la Iglesia, Pablo sostuvo encendidas polémicas con otros misione- ros cristianos a este respecto. 51, RoLoM, Hecho de ar Apt, Castaniad, Maid 1984, p22 “comin es fig de segue. Corso noes rdctcamte is {usm objeto Dos tom ara conten Pearo de ies fume {Be ls pogancs depos no rotnaa onside de eet, pot ‘En, puden perfects er adios ea la Es dec, gue endef] eet no es Comet, im Ped” Este ur expres ay en eg. {anc de ln sonverln de Paro, ague ce gueds con sobre feeb Sl 96 En el texto de Hechos el Espiritu va a levar a la su- peracién de las normas de pureze que regulaban la co- ‘mensalidad de los judios. Junto a las normas que regu- aban los intercambios matrimoniales eran las més im- portantes, a los ojos de los judifos, para salvaguardar la identidad del propio pueblo y no contaminarse con los demés”. Los antropdlogos suelen hablar de 1a impor- tancia del convivium y del connubium para definir una cultura, Las normas de pureza de los alimentos, tan im- portantes para los judfos del tiempo, pretendfan restrin- gir severamente el trato con los paganos. Evitar Ta co- mensalidad con extrafios era clave para mantener la identidad étniea de Israel, Nuestro texto pone de manifiesto, de forma genial, Ja intima relaci6n antropol6gica existente entre el cédi- {20 de los alimentos y el cédigo de las personas, entre Jos alimentos que no se pueden comer y las personas {que hay que evitar. Considerando abolidos los precep- tos de purificacién alimentaria (que constituian més del (65% de toda la casuistica legal del tiempo) desaparecia todo obstéculo para que los judeocristianos pudiesen tratar libremente con los paganos, alternar con ellos, frecuentar sus casas, aceptar su mesa y formar comuni- dades culturalmente mestizas. Esta es, sin duda, la ma- yor innovacién hist6rica, producida por el Espiritu, en ia Iglesia primitive. Brevemente voy a explicar los pasos principales de nuestro texto, Pde er sx ate le ris pt slimenata ja ards atopologncaitaalen miro Lameracompar ‘ida, Stade, Sat Tee 1994, 265. Tate el aeslo “Comer y ‘Compara meaen el obra de Loca, en R- Avs 1V Simposi Bao iptol Vol Fusieign Bea Bp, Valni- Grae 983, 383364, 7 3,1 EI Espiritu acerea a Cornelio y a Pedro Se nos presentan dos personajes, uno residente en Cesatea y pagano, Comelio centurién de Ia cohorte Itélica, pero simpatizante de la religi6n judfa ~"piado- 0 y temeroso e Dios, como toda su familia, daba mu- chas limosnas al pueblo y continuamente oraba a Dios” (10,2)-, el otro, judfo, Simén a quien llamaban Pedro, que da muestras de notable flexibilidad: reside .en Joppe, localidad pagana, en Ia que Ios judfos son un minoria, y se hospeda en casa de Simén el curtidor, oficio tenido por impuro por los judios ortodoxos més estrictos Hay una cierta predisposici6n reciproca, pero ambos, siguen perteneciendo a mundos distantes € incomunica- dos. El texto describe admirablemente c6mo Dios les bre, vence sus resistencias y acerca sus caminos. Nos, fencontramos con un recurso literatio conocido, una “doble visién™” y casi simultanea. En la primera Cor- nelio es instrufdo para que lame a Pedro y le haga ve- nir de Joppe a Cesarea. La segunda resulia particular- ‘mente extraiia: Pedro es invitado a sacrificar y comer de toda una serie de animales considerados impuros por los judfos y que contempla en un lienzo que desciende del cielo 1 Cte G LOMO, The Comeron of $2 Pout Noretive and Hinary ‘es Pranccan Her Pres, hiss 191,737 of 3.2. Pedro en casa del incireunelso: el Espiritu destruye tabvies y abate obsticulos (10,17-48) Pedro queda sumido en gran perplejidad. Tampoco sabe Cornelio la raz6n de Ia orden que ha recibido. Es cel encuentro con el otro fo que va a ayudar a que cada uno aclare el sentido de la visién que ha recibido. Es el Espiritu quien les acerca, pero para escuchar al Espiritu hhay que escuchar al otto, al extrafo. ‘Ya hay una primera reacci6n positiva de Pedro cuan- do hospeda a los enviados de Cornelio que van a bus- carle a Joppe (v. 23). Pero lo més notable viene des- pues. Pedro llega a Cesarea y entra en la casa pagena de Cornelio”. ¥ ahora el texto juega con el profundo sentido antropolégico de las normas de pureza alimen- ticia del judaismo. La decisién de Pedro es insdlita para ‘un judio'y la justifica porque relaciona el e6digo de los, alimentos de la visién tenida en Joppe con el cédigo de las personas. En la visiGn Pedro ha sido reiteradamente (v.16) invitado a vencer sus resistencias y a comer de los animales tenidos por impuros. Ahora en Cesarea cae en la cuenta del significado profundo de la visién: "Vosotos sais que no le estépermitido a un judo juntar- se con um extanjero ni entrar en su east; pero a mf me ha ‘mostrado Dios que no hay que lamar profano o impuro & ningéin hombre” (10,28), A continuacién Pedro anuncia el evangelio @ Corne- lio y toda su casa en un famoso discurso (10, 34-43), ue, a veces, se ha considerado como la mas fiel expre- "BR Gaver, From Derknes Ligh Aspect of Comverion he ‘ow Testanen Fores Phil 986 nap 109 frm geo edo ‘ela cesn dala hogptaed, Lucas ceed que nconverin gal per ‘eal gue embien conven delat » sién del Kerigma primitivo, pero que més bien es un magnifico resumen de la teologia lucana, Las palabras de Pedro son interrumpidss por la veni da del Espiritu Santo, Tras el Pentecostés de los judfos (2, 1-11) y el de los samaritanos (8, 17), ahora tiene In- gar el Pentecostés de los paganos (10, 44-48). La Pala- bra de Dios so va expandiendo y, de forma paralela, el Espiritu de Dios amplia su radio de accién: “el Espiritu cayé sobre todos los que escuchaban la Palabra”. La Palabra y el Espiritu son inseparables: el Espiritu forta- lece y confirma la Palabra, y Ia Palabra interpreta la obra del Espiritu, Los acompafiantes de Pedro -judios, fieles incircuncisos~ quedan at6nitos “al ver que el don del Espiritu Santo se derrama también sobre los genti- les” (v. 45). Como siempre, el Espiritu abre horizontes uevos, supera prejuicios, es Ia cercania de Dios ~de su intimidad y de su fuerza~, que al acercarse a los hom- bres destruye también las fronteras que separan a éstos entre sf. Pedro comprende que “Dios no hace acepcisn de personas” (10, 34), La Iglesia tiene que ser décil a la acci6n del Espiri- tu, que le antecede y abre caminos. Pedro saca una con- clusién audaz: “no podemos negar cl agua del bautismo ‘a quienes han recibido el Espiritu Santo igual que noso ros”, Pero Pedro decide también algo mas audaz toda- via: se queda en casi: de Cornelio algunos dias (v. 48). 33. Pedro da cuenta en Jerusalén de la novedad del Espiritu (11,1-18) Toca decisién innovadora cuestiona los viejos equi- librios y, con mucha frecuencia, crea contlictos. De al- guna forma, el Espiritu Santo es un principio desestabi- 100 lizador en ta vida de la Iglesia. Entiéndaseme bien: el Espftitu es un principio de comunién, pero también de ‘isin, que desestabiliza rutinas cémodas porque con- tinuamente abre a perspectivas més amplias y a sfatesis més ambiciosas. Pedro es el primero del grupo de los Doce, pero no tiene un poder absoluto, su decisién encuentra oposi- cién y tiene que dar explicaciones. Pedro da el paso ms innovador que jams se haya dado en la vida de la Iglesia, pero a Pedro también le preocupa mantener la communion, El Espirit es misionero hacia afuera y pris cipio de comuniGn hacia adentro. Vivir en el Espititu es rectear siempre los equilibrios, con frecuencia entre tensiones. Cuando Pedro regresa a Jerusalén los cristianos eir- ‘cuncisos le reprochan que “has entrado en casa de in- circuncisos y has comido con ellos” (11,3). Lo que esta fen juego no es simplemente la misi6n 4 los paganos y {que les haya bautizado, sino el estilo de misién que Pe~ dro ha inaugurado impulsado por el Espfritu: una mi- sin que no exige ni la cireuncisidn ni las practicas de pureza judia y que funda comunidades mixtas en las que cristianos de procedencia judfa y de procedencia gentil conviven y participan de la misma mesa, {Como se justifica Pedro? Cuenta la visién de los. animales impuros y c6mo Ia voz del cielo le repetia “le- vantate, sacrifica y come... Lo que Dios ha purificado ‘tw no Lo lames impuro” (11,8-10). Otra vez nos encon- ‘ramos con la relacidn entre el cédigo de los alimentos y el cédigo de las personas, entre los alimentos que no 'e pueden comer y las personas con las que no se puede tratar. Pedro mismo continda sacando la conclusién pa- ra que le entiendan sus objetores de Jerusalén: el Espi 101 ritu me estaba diciendo que fuese sin dudar con aque- los paganos gue habfan venido a buscarme y que entra: se en st casa (I, 11-13), Después les informa del Pen- tecostés de los paganas: “habia empezado yo a hablar ‘cuando cayé sobre ellos el Espfritu Santo, como al, principio habfa cafdo sobre nosotros” (11,15). La Igle- sia de Jerusalén reconoce !a obra del Espiritu, acepta la decisién de Pedro y se restablece 0 se consolida la co- ‘unin: “al oir esto se tranquilizaron y glorificaron a Dios diciendo: asf pues también a los gentiles fes ha da- do Dios la conversi6n que leva a la vida” (11,18). Los Hechos de los Apéstoles dan una imagen un tan- to irénica de los origenes de la Iglesia, enfatizando la tunidad y la concordia, y disimulando la gravedad de los conflictos que existieron. Por lo que a nuestro tema se refiere, conocemos el grave conflicto que estall6 en ‘Antioguifa entre Pedro y Pablo precisamente en torno a Ia posibilidad de Ia comensalidad comén ~de la convi- vercia cotidiana~ entre paganocristianos y judeocristia- nos (Gal 2, 22-24), Los Hechos se eseriben casi cuarenta atlos después de este conflicto y para entonces esté claro que hay un tipo de comunidades cristianas en la que se pone de ‘manifiesto de forma eminente la capacidad de innova- cién historica de la fe cristiana, comunidades cultural- mente mestizas, en las que se comparte fratermamiente Ia mesa, en cuyo interior se derribaba el muro que en quella sociedad separaba a paganos y a judfos, en las {que se superaba e] enclaustramiento étnico de los he- breos y el antijudafsmo de! mundo gentil; comunidades {que reflejaban la nueva humanidad que nacfa de la cer= ceania de Dios, del fundamento de Cristo y de la fuerza del Espiritu (EF 2,14-22). 102 La Carta a los Efesios, practicamente contemporénea de Hechos, esta hablando del mismo tipo de comunida- des cristianas que pretenden legitimar Hoh 10-11,18 con la autoridad de Pedro. Se suscitaron numerosas problemas hist6ricos en los que no puedo ahora entrar a fondo. He subrayado que Hechos, propiamente, nos na- ra la conversién de Pedro, movido por el Espiritu, para ue entre en casa de paganos y acepte comunidades he- terogéneas y mestizas. Histéricamente es posible que las cosas no fuesen exactamente asf. En el conflicto de Antioqufa, Pedro cedié a las presiones del grupo de Santiago y rompié la comensalidad con los paganos, desatando las protestas de Pablo, Hechos da una viv sién armoniosa e idealizada de los origenes y reconci- lia a Pedro y Pablo. Mas atin, reivindica Ia autoridad de Pedro para un tipo de comunidades que son, més bien, las de la tradicién pospaulina. En el relato mis- mo de Hechos, Pablo va a ser el gran continuador de luna opeién legitimada recurriendo a la figura de Pedro (y al reconocimiento de que Pedro gozabs en la Igle- sia primitiva). Pero, insisto, Hechos no pretende reconstruir la his- toria de la Iglesia primitiva. Con la perspectiva que le a la fe y el tiempo transcurrido, describe la accién del Espiritu en una historia que ha desbaratado los eéleulos umanos, que ha impulsado una misién caracterizada por hacer saltar los esquemas étnicos de los primeros Cristianos judfos y por hacer posible que se sienten a la misma mesa el centuri6n de Cesarea, el pescador de Betsaida y el fariseo de Jerusalén, 103 4, Pablo: el Espiritu tiene caminos desconcertantes, pero no tiene fronteras Las cartas de Pablo son un documento de primera ‘mano que reflejan una impresionante experiencia del, Espfritu. En ellas se pone también de manifiesto la vi veneia espiritual y la riqueza carismatica de las prime~ ras comunidades. Son, sin duda, los documentos claves. para la teologia del Espiritu de la primera generacién cristiana. Pero siendo fel al propésito marcado aqui so- lo voy a hablar del Espiritu y Pablo tal como aparece en Hechos, un escrito de la segunda generacién. a impulsos del Kspirita 4. La igh Cuando el evangelio empieza a superar el enclaus- tramionto étnico, el primer paso es el encuentro de Feli- pe con los samaritanos y con el eunuco etfope; el se- ‘gundo y decisive es el de Pedro y el pagano Cornelio. Esto es Io que Hechos describe con singular maestria en In seccidn de transici6n de los capftulos 8-11. Es evidente que Felipe y Pedro estdn preparando la posibi- lidad del ministerio posterior de Pablo, abierto clara: ‘mente a los paganos, y que va a Ilenar toda la segunda parte del libro. Pues bien, en esta secci6n de transicién, entre los episodios de Felipe y de Pedro, va a natrar la conversién de Pablo y sus primeros pasos como disci pulo, Es notable la maestria como Hechos va desarro- ando su trama, preparando los acontecimientos y en ‘garzindolos siempre gracias al plan de Dios. Los caminos de Dios son en el nuevo Testamento ca- si siempre desconcertanies y estin bajo la ley de fa pa- radoja fundacional: “Ia piedra desechada por los cons- ot tructores se ha convertido en la piedra angular”. Et per- seguidor se va a convertiren evangelizador y el fariseo esiricto va a llegar a ser el adalid del evangelio de Ia li bertad. Se explica que los de Damasco se pregunten anitos: “;No es éste ef que en Jerusalén persegu‘a en- carnizadamente alos que invocaban ese nombre y no hha venido aqui con el objeto de llevarselos atados alos sumos sacerdotes?” (9,31). Vey a evocar brevemente Jos acontecimientos. En el camino de Damasco, Saulo que iba con cartas del Sumo Sacerdote para que “si enconteaba algunos seguidores del Camino, hombres o mujeres, los pudiera evar atados a Jerusalén” (9, 2), tiene Ia gran experien- cia, el encuentro con el Sefior. Una luz le envuelve, tan intensa que le ciega y costaré a los ojos de Pablo abrir- se otra vez y acostumbrarse a la nueva perspectiva. EL Espfritu usa siempre instrumentos humanos (con: sejeros, visitantes etc). Otra vex recurre Hechos al fe- ‘ndmeno de las “visiones paralelas” en Damasco: Ia vie sidn de Ananfas sobre Pablo y la de Pablo sobre Ana- nfs, El Sefior va a acercar sus caminos, tiene que supe- rar la explicable desconfianza de Ananfas y el descon cierto de Pablo. Se anuncia por primera vez la misign de Pablo: “instrumento de eleccién que lleve mi nom- bre ante los gentiles, Ios reyes y los hijos de Israel” (9,15; la misién de evangelizador se formularé después con més claridad). Pablo es bautizado y recibe el Espi- rity Santo (9,18), Del relato posterior hay tres detalles que quiero re- saltar por su importancia. Bn primer lugar, Pablo inme- diatamente se puso a predicar, aunque todavia s6lo en tue los judios, que Jess era el Hijo de Dios. La fe nece- sariamente es misionera y nadie tiene que autorizar @ 10s tun bautizado para anunciar piblicamente su fe. Saulo ‘empieza su predicacién misionera en Damasco sin la aprobacidn previa de los apdstoles, como Felipe co- ‘mienza una misién en Samaria de la que solo més tarde yen hablar los apéstoles (8, 14)". En ambos casos, los lideres de Jerusalén verifican, de algdin modo, estas mi- siones, pero no las inician. En segundo lugar, esta predicacién de Pablo encuen- tra una oposicién tan dura que tiene que escaparse de Damasco, de noche y descolgéndose por la muralla, pa- ra salvar su vida. Esto le va a sucedet constantemente @ Pablo, sobre todo en las sinagogas judias. El evangelio es eseneialmente conflictivo porque cuestiona muchas inercias cémodas y convenciones establecidas, En tereer lugar, Hechos nos dice que Pablo fue a Je- rusalén “e intentaba juntarse con los discipulos” (9,26). Hay un afin por entrar en contacto con los primeros testigos, por reconciliarse con quienes habfa persegui- do, por establecer lazos de comunin con la Iglesia ma- dre de Jerusalén. ¥ lo logra, no sin vencer el miedo ini- cial de los apéstoles, gracias 2 los buenos oficios de Bernabé, figura clave cuya importante labor misionera ¥ de mediacién aparece tambign en otros lugares. 4.2. El ministerio de Pabio y el Espiritu en Hechos La obra misionera de Pablo y su misma estrategia apostélica estin ditigidas por el Espiritu. Voy 2 sefilar Jos momentos principales, los que nos proporcionarg ensefianzas muy significativas, © RC TaSNCHML, The Narsve Unity of bake: A Leary nterpren etn Volume 2 Th dot ofthe pets, Fes Mngenpols 1990, 1310. 06 El primer viaje misionero lo emprenden Bemnabé y Pablo como enviados de la Iglesia de Antiogu‘a, por la acci6n expresa del Espititu: “Mientras estan celebrando el culo det efor y ayunan- do, dijo el Espiritu Santo: Separadme a Bera y Saulo para i obra le que los he Hamado.. los, pss, enviados Porel Espira Sant, bujaron a Seleucia y dl avegiton hast Chie." (32-4) Un momento trascendental se presenta en cl capitulo 16 cuando Pablo, separado ya de Bernabé y después de recorrer las iglesias anteriormente fundadas, eon un plan lleno de logica intenta legar a Efeso, enpital de ‘Asia Menor y centro estratégico de la regién. Pero el Espiritu tiene otros planes y se lo impide. Pablo enton- ces pretende ir hacia el norte, hacia Bitinia, qui2é para legar a Nicomedia, siempre en Asia Menor. Pero el Es: pfritu se lo vuelva a impedir y le va empujando hacia el oeste, de modo que llega a Tréade, justo enfrente de la costa de Grecia, Pablo ha sido conducido por el Es tu para escuchar el grito que viene del otto lado: "Pasa 4 Macedonia y aysdanos” (16,9). Y Pablo va a dar el ran salto, atraviesa el Bgeo y se adentra en Grecia, en él corazén de lo distinto y de lo extra, Pero Efeso no podfa quedar al margen del proyecto misionero de Pablo. Segsin el texto occidental el Espit tw es quien le dirige més tarde a osta ciudad: "Querien- do Pablo, segin sus planes, ir a Jerusalén, el Espiritu le dijo que se volviera a Asia. Atravesé las regiones altas y lleg6 a Bfeso ...” (19,1), Allf se encuentra con unos \iscipulos de muy diferente formacién, porque han re- cibido el bautismo de Juan, pero no conocen la efusién del Espiritu Santo, que es el gran don de los tiempos mesiénicos, “Y habigndotesimpuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Fspirits Santo y se pusioron a hablar en lenguas y a profetizar” (19.6), Estando en Efeso Pablo toma una decisién trascen- dental que se describe con especial solemnidad. Presen- to lo que considero la traduccién probablemente més correcta: “Después de estos socesos, dexiis Pablo ene Epi ia Jerasalén pasando por Macedonia y Acaya, Y deca: des- puts de estar allf dbo vista también Roma” (19,2) La decisién de Pablo de visitar las dos ciudades co- rresponde a Ia voluntad divina. Dice que “debe (dei) también visitar Roma”, usando una palabra caracterst- ca para expresar el plan de Dios". A esto corresponde la afirmacidn de que “decidié en el Espiritu ir también ‘a Jerusalén”™, De la misma forma que Pablo empren- dig el primer visje desde Antioguta por fidelidad al Es- pirito, también atiora se subraya que emprende este via- Je decisivo que le va a llevar a Jeruselén y Roma por f dlelidad al Espiritu y para cumplir la voluntad de Dios. ‘Tras abandonar Efeso, Pablo pasa tres meses en Gre- cia. El texto occidental vuelve a introducir otra men- ‘al Espiritu que dirige los pasos de Pablo: 1.1 Cosonovt “The Divine dn Le Act, Nowa Testaestsm 26 (0984) 18-190. 1S RC. TaNND 0 6, 239dce qua expres 9 peat de 19.21 pia fere tt al copie ana de abl come al spit de Dis, po ‘etn por seg oxida, pogo eri entato que eaten ‘ne «role sa derision auana ema el vnje + Roma pone ‘ei con una nected vin soe todo tenia en cena que Pablo ‘havlens una cere compatce cnr mbes ales. Adem tien pres {pe en28, 22-28 aba dean desea que es meres humana, 106 “Pasé all es meses y como los judiostramaran una cons- piracién conta él, quiso embarcarse para Siri, pero el Es- Diritu le dijo que volviera por Macedonia” (21,3) En el discurso que Pablo pronuncia en Mileto para despedirse de los presbietros de Efeso dice: “Mirad que yo shor, atado por el Espiritu me encamino & Jerasalén, sin saber 1 que allf me socederd, solamente sé ‘que en cada ciudad el Espiritu Santo me testfica que me ‘aguardan prisiones y wibulaciones” (20,22-23), Para Pablo ir a Jerusalén es meterse en terreno hostil. Las autoridades jud{as le conocen bien y es~ tin sobre aviso. Tampoco esté claro cémo le van a recibir los judeocristianos de Ia ciudad. Pablo se ve a sf mismo como encadenado por el Espiritu, sin poder ni querer eludir el destino que Dios mismo le ha deparado. Pablo obedece al Espiritu, pero reconoce que “no sé lo que allf (en Jerusalén) me suceder4” (20,22). A. medida que Iega la hora de Ia verdad el discer- nimiento es mas oscuro. En Tiro nos encontramos con un instructivo caso de conflicto en la comprensién de los caminos del Espiritu. Allf “algunos, movidos por el Espiritu, le deefan que no subiese a Jerusalén” (21,4). Pero, en cambio, Pablo esta convencido de que es el Espfritu quien le empuja en su camino. El recur- 0 a la inspiraci6n del Espiritu no sirve para escapar Fcilmente de la ambigiiedad de la vida humana. Hasta ahora el Espfritu anunciaba lo que a Pablo le iba a su- ceder en Jerusalén. ;Sacan los de Tiro una consecuen- cia ~"que no suba"-, de su propia cosecha pero que atribuyen al Espiritu, precisamente por el mucho amor 4que Ie tenfan? ; Hasta dénde llegan los propios intere- ses, 10s afectos, y dénde empieza la acci6n del Espiri- a Casi alas puertas de Jerusalén, en Cesarea, en casa del evangelista Felipe, Agabo un profeta de Judea, re- aliza un gesto simbélico -se ata los pies y las manos y anuncia: “Esto dice el Espiritu Santo: asf atardn los ja- dios en Jerusalén al hombre de quien es este cinturén” 21.11), Los que le oyen le piden “que no suba a Jeru- salén” (21,12). Bs la misma petici6n que le habfan diri- 9. per0 esta vez n0 Se pone como una inspi- raci6n del Espfritu, sino como una conclusién humans. Pero Pablo saca una conclusién muy diferente. A medida que se van vislumbrando las dffcultades y per- sccuciones que va a encontrar en Jerusalén, se va tam- bbign comprendiendo que el camino del Espiritu leva a Ia idemtifieacién con el destino de Jest 43, Pablo, el Espiritu y el seguimiento de Jestis, 1 Espiritu Santo es el Espiritu de Jess. Bl es quien Jo envia (2,33) y su accién identifica con El. Bl Espiritu no es una exaltaciGn aritrria ni un movimiento sin r- ferencia, sino que dice siempre eelacin a la palabe, al Logos, a la vida de Jests de Nazaret, La palabra sin Es piritu es letra muerta, pero el Esptia sin palabra es ar- bitrariedad y sobjetivismo. Los Hechos de los Apésto- °° ago eo lio de os Hechos de los Aptos basa a loinc dee eon Roms esto capa, Esp Sato re ‘Shrecue somal soc de edad qu cis veces os ina ‘inciecaconfsin Tambien primera generale risa cenocs psec ‘hones facans, vines lecture, yexto uae cl spit Sang ‘hel comeneinietn de uelcacia.. Eeupo Canis Evang Los Heros ‘Etosapcen, Conroe BSSi0 1st 1979, 71 uo les hay que teerlos no s6lo como la segunda parte del Evangelio de Lucas, sino descubriendo también las nu- ‘merosas referencias y paralelos que se establecen entre Ja Vida de Jesis y la vida de la primera Iglesia. Ya en el relato de Ia muerte de Esteban, el primer mértir y “hombre leno del Espfritu” (Heh 6,3.10; 7,55), hay un cuidado interés por mostrar su identificaciéa con Jest, para lo cual establece un claro paralelismo de su muerte ‘con la de su Sefior (Hch 7,59 y Le 23,46; Heh 7,60 y Le 23,24), El camino de Pablo a Jerusalén esté [leno de relacio- res con el famoso camino de Jestis a Jerusalén tan ca- racterfstico del tercer Evangelio. Es manifiests la vo- luntad de presentar a Pablo en el seguimiento de Testis y continuando su camino. Indico los datos iterarios, Un versiculo de especial solemnidad indica el inicio del camino hacia Jerusalén (poreusthai eis) de Jess (Le 9,51) y de Pablo (Hh 19,21)". En ambos casos se dice que Jestis y Pablo envian por delante a mensajeros © servidores (Le 9,52; Heh 19,22). Detrés del programa ‘de Pablo esté el plan de Dios como se ve por la expre- sign “es necesario” (dei) de 19,21. Esta misma expre- siGn (dei) aparece referida a la pasién de Pablo en 9,16; 23,11; 27,24 como también al camino y a Ia pasién de Fests en Le 9,22; 13,33; 17,25; 22,37; 24,7. 26; Hoh 17,3”. Seguin la profecfa de Agabo en Heh 21,11 a Pa- blo “le atardn 10s judfos en Jerusalén... y le entregarén ‘en manos de los gentiles”. Pero, en realidad, las cosas no discurrieron asf, sino que més bien los romanos le salvaron de las manos de los judios (cfr. Heh 21,30- G.Sewmees, Die Apastelgescice el er, rir 181,274, ' scomenen oc, 274 201 y 12 36). La formulacién de 21,11 obedece al deseo de esta- blecer un paralelismo con Testis (eft. Le 18,32) El paralelismo entee los caminos de Pablo y de Jestis, se puede presentar de forma muy estricta”: Jess hace un camino Jersalén, Pablo hae wn dim visje a (gue estn camino hacia la pasion ersala, que es un camino hacia 6,31, 51; 12.50; 13335, a pasisn(203.22-24. 37.38; $831.83) cumplendo um plan 21,4 10-11 13), lo quesesponde ivi (1333) ycaracterizéo an plan dvino 20.22;21,14) porlaincomprensin delossecaracteiza por la falta de {iscpuloe 5; 18.34) ‘comprensién de sus amigos (214 1213) ‘No slo hay un paralelismo entre el camino de Jess, yeel de Pablo a Jerusalén, sino que también guardan no- table semejanza los sucesos que tienen lugar una vez que han aleanzado la ciudad: 11937 lesisesbienrecibido y Hel 21,17-200Pabloes bien pueblo alaba s Dios plas reibid y Doses gloiica por ‘brs qu a vis fas cossrealzadas eae los sentiles 19,45-48 Jess val Temploy 21,26 Pablo va al Templo y tiene tiene un acta posiivacon 1 un acid postvacon él 20.2739 Las saducens 0 caen 23,69 Los sadeos no een en cnlaresuecsidn y le eserbas laresuneccia ylosescbas spoyana esis spoyanaPablo 22,19 Bo unacomida Jesus 27,35 Pablo en uns comida Scogiendo pan dando graciss “eogiendo pan dio graci .y pus” paris 22,54 Jets es dtenido 21,30Pabloes detenido © Sige @ C,H. Tater, Luray Patera, Thiel Pees and the Gene ibete Scot Pres lsu 1974, 15-85 ambien. H-TAL Starr LAL Tlavés “A Theology of Sex Sorms bv Lakhs, SBL 1995 ‘Soma Paper 321-396, in 22,6.64Lossiervos del Sumo 23,2 Pablo es abofetealo por Sacerdoeabofeean aTesdsofdandal Sumo Sacerdoe 22,66; 23,1.8.13 Cuatro cap. 2; 24,25; 26 Cuatro Jas de Fests ‘compareceacias de Pablo (Satedin, Pst, Herodes, __(Sanedsn, Felix, Fest, Heroes Pilato) Astips) Es especialmente notable el paralelismo entre los procesos de Jestis y de Pablo ante las autoridades judias y romanas: 234.14, 22Tres veces Pilto 23,9 25,25; 26,31 Tes hombres, dectra Jes inocente isis, Festoy Agra, declarin 2 ebloinccente 23612Pilaoenvia alesis 25,13-26,32 Un Herodes oyea erodes paraqve lointerogue Pablocon pemiso de Fess, 23.16.22 Pilato diceque quiere 26.32 Agnpa dice: “Este hombre Tbecar(apotis) a Jests pos se liberada” (qpoteturhal) 23,18 Los jos gritan:“Fuera 21,36 Los jus gritan: “Fuera 652" (aie won) ire auton) 23,47 Un centin iene wna 273.43 Un cemurion iene una opinin favorable de esis _relai6n favorable con Pablo Es el Espititu, el poder y la fuerza de Dios, quien ex- tiende su palabra. Es el Esp(ritu quien dirige a Pablo, Entre oscuridades y conflictos Pablo sigue el camino, eno de sorpresas, del Espiritu y pese al intento de di- suadirle por parte de quienes mas le amaban. Y es que al Espiritu de Dios, que es también el Espiritu del Hijo, identifica con el destino, tan paradéjico y escandaloso, de Testis de Nazaret. Conclusién Los textos narrativos no son plenamente transpasa- bles a restimenes conclusivos 0 a sintesis teéricas, porque en ese intento se pierde el cardcter interpelante us y Ia potencia alusiva y sugerente de los relatos. Muy consciente de esta limitacién, voy a recoger breve- rente algunos rasgos de la accién del Espiritu que he- ‘mo ido descubriendo en los acontecimientos de Feli- pe, Pedro y Pablo. Es el Espiritu quien abre ef camino a la Iglesia, No ¢s la Iglesia quien planifica los caminos del Espititu ‘Al revés, los caminos del Espiritu resultan extafios, pa: radéjicos y desconcertantes. También es verdad que ea ‘casiones el Espiritu se confiere por el bautismo o por Ja imposicién de las manos de los apéstoles 0 disefpu- los (8,15-17; 9,17-18; 19,6), Bl Espirita impulsa a dar pasos tudaces, a abrir caminos nuevos y, con frecuen- Gia, cuestiona convenciones muy arraigadas. Para escu- char al Espiritu hay que escuchar al otro, sobre todo al otro diferente, al que nos puede desidentificar porque tiene algo nuevo que decirnos. El primer sorprendido por el Espiritu es el evangelizador. Para ser instrumento {el Espiritu hay que ser antes décil al Espiritu. Evangel zat no es hacer publicidad, sino dar testimonio. S6lo pue- de convertr quien esté convertdo. Las grandes conversio- nes gue reaiza el Espety en los Hechos son las de Felipe, Pedro y Pablo (Jas del eunuco etfope, lade Cornelio y su familia etc, son consecuencia y vienen después). El Esp- situ dice una relacién necesaria y, con frecuencia no fil, «la comunidad: estéen el origen de operaciones innova. doras para construir una iglesia més acogedora y universal y,al mismo tiempo impulsa siempre a mantener la comu- tidn con fos hermanos que mas dificultades pueden tener para comprender las nuevas fronteras que se abren, El Es- de Dios, que dirige lw historia de I salvacién desde €l inicio, es ahora el Espicitu que envia el Seir gloioso (2,33) y'su camino dice relaién con el que sigu6 Jestis de Nazaret. us

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