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TEXTO

...Ocho siglos atrs, un hombre era aquello para lo que haba nacido. Satn y
la Iglesia, en representacin de Dios, combatan por l, y l, segn su eleccin,
decida parcialmente el resultado. Pero tanto si, despus de esta vida, iba al
cielo o al infierno, su lugar entre los hombres estaba determinado y no era
posible protestar por ello. Sin embargo, desde entonces el escenario ha
cambiado, los seres humanos se limitan a desplazarse por l, y, bajo esta
revisin, aquello a lo que hemos de responder es a la historia. En aquellos
remotos tiempos eramos lo bastante importantes para que las fuerzas
sobrenaturales pelearan por nosotros. Ahora, cada uno de nosotros es
responsable de su propia salvacin, que radica en su grandeza. Y eso, la
grandeza, es la roca sobre la que se erosionan nuestros corazones. Grandes
mentes, grandes bellezas, grandes amantes y criminales nos rodeanEl temor
a quedarnos rezagados nos persigue y enfurece. El temor yace en nuestro
interior como una nube. Produce un clima interior de oscuridad. Y, en
ocasiones, hay una tormenta. Y el odio y la voluntad de herir se desprenden de
nosotros como lluvia...
Tomado y adaptado de:
Bellow, Saul, Hombre en suspenso, Barcelona, Random House Mondadori,
2001, pp. 82-83

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