Latour, Bruno, “Atmosphère, Atmosphère”, publicado por Eliasson, Olafur, The weather Project (catálogo de la exposición homónima), New Tate Gallery, Londres, 2003, págs. 29-41.
Latour, Bruno, “Atmosphère, Atmosphère”, publicado por Eliasson, Olafur, The weather Project (catálogo de la exposición homónima), New Tate Gallery, Londres, 2003, págs. 29-41.
Latour, Bruno, “Atmosphère, Atmosphère”, publicado por Eliasson, Olafur, The weather Project (catálogo de la exposición homónima), New Tate Gallery, Londres, 2003, págs. 29-41.
Olafur Eliasson, The weather project, 2003.
Lees monofrecuencia, lamina de proyeccion, maquinas de neblina, ring
lespejo, aluminio yandamiaje. 287 x 22,3 x 185, 4m
Instalacién on la gala de turbines de a Tate Modern, Londres.
Atmosphére, atmosphére
Bruno Latour
2003
fi una escena legendaria de la pelicula Hétel du Nord (1938) de Marcel
uns, la bella actriz Arletty se burla del extrafio vocabulario de Louis
Jouvet, monsieur Edmond, su pretendiente no correspondido, excla-
nando con un ronco acento parisino de clase baja: “Atmésfera, atmés-
ora, ame ves a mi acaso cara de atmésfera?” Una palabra que sonaba
omposa en la década de 1930 se ha convertido hoy en un t6pico que
{Wizd refleja una'condici6n universal. De hecho, en una serie de libros
fiidaces, el filésofo aleman Peter Sloterdijk ha llegado recientemente
{i (oalizar una nueva aproximacién a la filosofia en la que destaca la im-
jjortancia de las condiciones atmosféricas para nuestras vidas.” Llega
[i lormar una especie de meteorologia extendida con la que argumenta
liye los flésofos se han obsesionado demasiado por objetos y sujetos, y
Jiv lo suticiente con el aire acondicionado. Envolventes, esteras, pieles,
Ainbiontes: éstas son las verdaderas “condiciones de posibilidad” que la
Wilonofia ha intentado vanamente extraer de infraestructuras totalmente
Mooesibles.
lo que Sloterdijk hace en ta filosofia, Olafur Eliasson lo hace en su
En ambos casos, simplemente se ignoran las viejas y agotadas divi-
jiios entre lo salvaje y lo domesticado, lo privado y lo piblico, lo técni-
¥/lo organico, y se sustituyen por un conjunto de experimentos sobre
tondiciones que alimentan nuestras vidas colectivas. Visto desde
\p punto de vista, el control climético no viene inspirado por una am-
i0n insensata de control absoluto de los elementos, sino por un deseo
Wonable de averiguar qué tipo de espacio respirable es el que mejor
y\uice hacia una vida civilizada. La cuestién mas importante es cmo
) a sobrevivir. gEn qué tipo de medio interior deberiamos aislarnos?
\no, "Atmosphere, Atmasphérs publicado en Eliasson, Olafur, The weather pro
f liatilogo do la expocicion homénim), Naw Tate Gallary, Londres, 2003, pags. 29-41Desde que las ciencias se han extendido hasta el extremo de convert
mundo entero en un Laboratorio, los artistas se han tenido que poner|
bata blanca, como muchos otros; vaya, como todo el mundo, Todos
mamos parte de los mismos experimentos colectivos. Tanto Sloterd
como Eliasson exploran nuevas formas de escapar a los estrechos th
tes de la modernidad. Se benefician del rico sustrato proporcionado
las ciencias, pero le dan la vuelta a sus resultados, no para dar cuet
de una gran narrativa del progreso, sino tan s6lo para explorar la natul
leza de las atmésferas en las que todos intentamos sobrevivir de for
colectiva.
Ellaboratorio al revés, el World Wide Lab.
El hecho de que estamos todos inmersos en un conjunto de expk
montos colectivos que han desbordado los confines estrictos dell
ratorio no necesita mas prueba que leer el periédico o ver el tel
rio, Este aio ha sido la epidemia de sindrome respiratorio agudo se
(SARS) lo que ha marcado las relaciones comerciales, sociales, legal
sanitarias en todo el mundo. El afio pasado, en Espaiia, miles de vol
tarios y especialistas trataron de combatir una nueva marea negra,
en esta ocasin procedia del casco hundido del petrolero Prestige.
dos afios, miles de funcionarios, policfas, veterinarios, ganaderos,
tes de aduanas y bomberos trabajaron por toda Europa contra el ¥
de la fiebre aftosa que devastaba la campina inglesa. No hay nada ni
en todo esto, desde luego, puesto que el concepto de “salud publi
invent6 hace dos siglos para prevenir la expansion de las enferm
des infecciosas mediante la cuarentena y, mas tarde, la desinfeock
la vacunacién. Pero todas esas crisis han sido consecuencias Inval
rias de decisiones en experimentos de muy gran escala: la produt
de alimentos en China, el transporte de petroleo a Europa, el ganadk
vacunar en Gran Bretafia. Todos son casos claros de lo que Ulrich
ha denominado “riesgos manufacturados”
No menciono estos casos para mostrar mi indignacién. No me que)
que piense que deberiamos haber revisado los origenes de los alim
en China, prohibido los petroleros monocasco o haber vacunado al ga
Ni siquiera sostengo que sea un escéndato que los intereses econtt
hayan prevalecido sobre la salud piblica. Mi argumento es otro:
Joceso un experimento colectivo en el que se interrelacionan ganaderos,
tonsumidores, vacas, ovejas, cerdos, veterinarios y virdlogos, de modo que
J cuestién pasa. ser: se ha disefiado bien el experimento, ono?
Es como si, a continuacin de la era de la ciencia hubiéramos entrado
4) la ora det experimento.‘ Hemos pasado de la ciencia y su suefio mo-
liorno det control total a la investigacion sin poner jamas en duda ese
inno original de control, ni siquiera aunque sean evidentes sus conse-
Iiloncias indeseadas. El problema es que, a pesar de que sabemos co
llevar a cabo un experimento cientifico en los estrechos confines de un
Inhoratorio, no tenemos ni idea de cémo realizar experimentos colect
Woh on la confusa atmésfera de toda una cultura.
{in tiempos pasados, un cientifico 0 un filésofo de la ciencia trabajaba
‘sh ugares cerrados, en laboratorios, donde un pequeito grupo de expertos
wlucian (0 aumentaban) de escala fen6menos que podian repetir a vo-
Wjpind a través de simulaciones o modelos antes de presentar los resul-
Wilos. Entonces, y s6lo entonces, podian difundirse, aplicarse o probarse
la osfera piblica. Reconocemos aqut la teorfa de la “difusién” de la in-
lygncla clentifica: desde un reducido centro ilustrado racional, el cono-
‘escoger entre descubrir los resultados de las pruebas de
j\piatorio o mantenerse indiferente, pero, ciertamente, no podia afia~
90-0 ollas ni disputarlas, y mucho menos contribuir a su elaboracion.
floncia era una actividad que se desarrollaba dentro de las paredes
\nboratorio, Los experimentos se llevaban a cabo con animales, ma-
ll, cifras y software. Fuera del taboratorio se encontraba el reino
(in oxperiencia, no el del experimentos
Deoir que no queda nada de este modelo de difusién de la produccién
lifica seria quedarse corto, El laboratorio ha extendido sus muros
ilo ol planeta. Los instrumentos estan por todas partes. Las casas,
{ibricas y los hospitales se han convertido en sucursales de los la-
{\orios. Piénsese, por ejemplo, en la red de satélites del Sistema de
Wplonamionto Global (GPS), con la que los ge6logos y naturalistas
inn ahora tomar medidas con el mismo rango de precisién dentro
jo sus laboratorios. Piénsese en los sistemas de monitorizacién
J)ypo8 pesqueros, de volcanes, de glaciares: por todas partes, los ins~
05‘trumentos atraviesan el “mundo exterior” como si éste estuviera hed
de papel milimetrado. Piénsese en los nuevos requerimientos de tr
bilidad, control de calidad y estandarizacién, que son tan rigurosos
las fabricas como fuera de ellas. La diferencia entre le historia natu
—una ciencia de exteriores— y la ciencia de laboratorio se ha visto li
‘tamente erosionada; tanto que mediante equipos 3D ahora es posi
organizar “estudios de campo" dentro de paisajes de datos proyectad
sobre la pantalla de una sala de reuniones. Con un ojo en el camp
batalla real y el otro en el “campo de batalla digital’, los soldados d
reciente guerra de Irak deben haber tenido dificultades para dete
nar la diferencia entre el interior y el exterior de los cuartos de man
control
Por supuesto, nada es mas “global” que el calentamiento global,
parece estar erosionando el planeta desde fuera. La cuestién clave
calentamiento global demuestra el hecho de que los experimentos:
tan llevando a cabo a escala realyy en tiempo real. Para estar seguros,
chas simulaciones y modelos complejos se prueban en enormes ord
dores, pero el verdadero experimento se esta produciendo sobre nosk
a través de las acciones de cada uno de nosotros, con la participacit
todos los océanos, las capas altas de la atmésfera e incluso La cor
del Golfo, como afirman algunos oceanégrafos.* La Gnica manera di
cubrir si el calentamiento global se debe en realidad a la actividad
pica es ver qué pasa si eliminamos las emisiones nocivas. Se trata
experimento en el que todos estamos involucrados.
4Cuales la diferencia entre este experimento colectivo y lo que
solfa tlamarse un tema “politico”? Nada. Y ésa es precisamente
tion. Esa marcada distincién entre, por un lado, los |aboratorios eit
que experimentan sobre teor‘as y fendmenos entre sus cuatro pal
por otro, un exterior politico en el que personas no expertas tall
{os valores humanos, las opiniones y tas pasiones, se esté desvt
do ante nuestros ojos. Los experimentos @ los que nos vemos so!
ory para nosotros mismos, carecen de protocolo, Nadie esté aah
Anadie se le confia la responsabilidad explicita de monitorizaro
tiene la altima palabra, el poder de decidir por todos nosotros?!
por lo que se reclama una nueva definicién de soberania.
No obstante, cuando me refiero.a que la diferencia entre elinteriory el
@xterior det Laboratorio ha desaparecido no estoy diciendo que de aho-
Wen adelante todo vaya a ser politica, Sélo digo que las controversias
lontificas contemporéneas estén disefiando lo que Arie Rip y Michel
Gallon han denominado “foros hibridos"? Antes habia dos tipos de re-
rosentacién: la representaci6n de las cosas de la naturaleza —y ahi la
Palabra ‘representacién’ significa exactitud, precisién y referencia— y
{i ropresentacion de las personas en sociedad, donde ‘representacion’
significa confianza, elecci6n, fidelidad, obediencia. Una manera sencilla
tip caracterizar nuestros tiempos es decir que los dos significados de
{epresentacién se han fundido en uno, en torno a la existencia de al-
Wil tipo de nueva entidad que se convierte en objeto de preocupacién
tiva, La controversia del calentamiento global es s6l0 uno de esos
HWiohos nuevos foros hibridos. En la discusién algunos son portavo-
ido las capas altas de la atmésfera, otros representan a los muchos
iupos de presién del petréleo y del gas, otros hablan por las organiza-
ines no gubernamentales, mientras que otros adn representan, en el
uilido clasico, a sus electores. La marcada diferencia que parecta tan
Wjortante entre quienes representan a cosas y quienes representan a
9onas sencillamente se ha desvanecido. Lo que cuenta es que todos
Portavoces estén en la misma sala, embarcados en el mismo expe-
Wnlo colectivo, en un barullo de gentes y cosas. Esto no significa que
H) Woa politica, sino que sin duda hay que concebir una nueva forma
fiilitica, como defiende tan insistentemente Peter Sloterdijk en su
iiino%0 texto Normas para el parque humano!
iw manera de resumir toda esta polémica es recordarse a uno mis-
ie tanto en inglés antiguo como en aleman antiguo, la palabra thing
) significaba caso, controversia, causa que debe ser resuelta colec-
jl en Thing, el foro o la asamblea. En otras palabras, la palabra
erin. aquello que se encontraba en el entorno de lo humano, en
101) & lo que se encontraba fuera. No es ninguna casualidad que
Hinsson sea islandés, pais cuyo parlamento, el mas antiguo de
| 4» denomina Althing, y a sus miembros Althingmen. Como is~
Aigne bastante claro que todas las “cosas” —cuestiones de inte-
Hiplozan y acaban en el Althing. Se podria decir que las cosas sehan vuelto nuevamente “casos”: Ein Ding ist ein thing.* Si uno atiende a
prensa cientifica, asi como a la profana, apenas hay cosas que a través
del litigio y de la denuncia no se hayan convertido en casos; affaires qu
dirfamos en francés, res en latin, aitia en griego. De ahi la expresion qu
he escogido para este nueva politica: el ‘parlamento de las cosas.”
‘Acomodémonos un momento a esta gran transformacién. Es unad
las desgracias intelectuales mas tragicas de nuestros tiempos quel
mejores cerebros, las més altas autoridades morales que poseerr
suefien sélo con una cosa:"Si tan siquiera —dicen— pu
trolar la ciencia, separarla enteramente del reino de los valores hum
nos, mantener a la humanidad segura y protegida de la invasion de
racionalidad instrumental, podriamos vivir vidas mejores’ John Raw
por ejemplo, nos invita a juzgar sobre valores ocultos que hay detras
in “velo de ignorancia’, mientras que a Jirgen Habermas le gustal
situarnos mas allé de la “objetificacion” y la “cosificacién” para pod
detiberar con més libertad. ;Quieren mantener a la ciencia y la tecnol
gla lo mas lejos posible de la busqueda de valores, significados y obj
tivos finales! gNo estamos ante una tragedia si, como he planteado,
tendencias actuales van en direccién exactamente opuesta, y nuss
preocupacion mas urgente hoy es poder reunir a humanos y no humat
ten los mismos foros hibridos para inaugurar lo antes posible ese pi
mento de las cosas? Cuando toda nuestra energia deberla dirigirse ha
esa tarea, nuestros mejores cerebros suefian, por el contrario, con
division aun més marcada que nos haga aGn mas inhumanos de lo
somos ahora, privados de nuestra auténticas condiciones de hum
dad: as cosas, el estado de los casos controvertidos a los que estat
vinculados y sin los cuales caeriamos muertos en el acto. Humani
de todos los colores y matices estan metiéndose goles en propia my
disparandose en los pies, al aspirar a lo que se convertiria, de ha
realidad, en la peor de las pesadillas,
La tragedia se agrava al ver, por otro lado, a muchos cientificos
cos que siguen imaginando la posibilidad de “naturalizar” toda la
social y colectiva tomandola no por un controvertido experimento:
{ectivo, sino como una concatenacién de causalidades incontrovertl
que resulta reconocible s6lo para ellos. Richard Dawkins sigue sof
Araephere ti
itar nuestro cuerpo a nuestros genes, tanto como Steven Pinker
uefa con reducir nuestro cerebro palabras. En sus manos, esos casos
interesantes, esas bellas controversias en busca de un foro, ya no son lo
que @ mi me gustaria denominar cuestiones de interés, sino aburridas
‘uestiones de hecho, despojadas de todos los ingredientes necesarios
pra hacerlas cientificas: investigadores, instrumentos, teorias, dudas,
Nistoriay experimentos colectivos en tos que los cientificos desempefian
lin papel entre muchas otras personas.” De ahora en adelante, utilizaré
‘9808 términos de contraste: las “cuestiones de hecho" de la modernidad
inventadas por motives politicos en el siglo xwi— y las “cuestiones de
interés” no modernas en que nos vemos ahora enredados.*
Podrfamos poner como ejemplo el “discurso de la accién del gen’,
omo lo denomina Evelyn Fox Keller Qué ridiculo seria intentar soste~
hor una interpretacién genética del comportamiento humano lo mas ale~
Jada posible de una moral, simbélica 0 fenomenol6gica, siendo la propia
enética, como ciencia, uno de esos foros hibridos que se desgarra entre
Ihimerosos debates fascinantes. La distancia entre, por ejemplo, las teo-
{ins genéticas de Richard Dawkins y las de Richard Lewontin'* es mucho
Inayor que la que existe entre todo el campo de la genética y, digamos,
|i vision de ta humanidad de Jirgen Habermas o Paul Ricoeur. Esto es lo
{ju ha cambiado tanto: hay gente que todavia muestra su oposicion me-
iiante a idea de dividir la ciencia y la humanidad en “dos cutturas”, pero
file osfuerzos se han trastadado al interior de las propias ciencias, que,
Mientras tanto, se han extendido para abarcar por completo la cultura
| politica. Las lineas que marcan el terreno de juego politico, moral,
Hl00 y artistico se encuentran ahora dentro de las ciencias y de la tec-
Wologia, pero decir “dentro” ya no significa nada, puesto que estén a su
Ye on todas partes, en esos experimentos colectivos en los que todos
‘lninos implicados. Si no queda nada de la diseminacién del modelo de
Woduecion cientifica, tampoco quedara nada del argumento de las dos
lWuras, ni siquiera aunque nuestros mejores cerebros sigan sofiando
9) mantener separados los hechos cientificos y los valores humanos,
Ins extratio todavia— esperen “construir un puente” entre ambos
lininios como si no estuvieran hoy completamente entrelazados. Tal
# Wo trate menos de una tragedia que de una farsa.
99No obstante, que no podamos contar con la ayuda de moralistas ni
significa que tengamos que inhibirnos de nuestra tarea colectiva de
bien reinventar la politica para las cosas o bien convertirnos en inm
rales 0 en cinicos: tan s6lo significa que existe algin debate sobre
interpretacién del tiempo presente, y gracias a la historia sabemos
dificil que les resulta a los pensadores interpretar los significados d
presente. Por eso deberiamos crear una prueba que midiese nuesti
relaciones con precision.
Quienes suefian con separarhechosy valores creen que un vector dire
tor del tiempo, un impulso hacia delante, distingue con claridad el pasa
del futuro. “Ayer —dicen— todavia mezelabamos las cosas —mediot
objetivos, ciencia e ideologia, cosas y personas—, pero mafiana separa
mos hechos y valores de forma atin mas marcada, Ya no confundiremos
‘manera en que el mundo es realmente con la manera en que deberfa s
Otros, en ol pasado, crearon esa confusién; nosotros no lo haremos @f
futuro” Haga la prueba, realice el experimento, preguntese si siente
trayectoria del vector director del tiempo. Si es asi, usted es un mode
No tiene nada de malo; est4 en buena compafifa. Si duda, aunque sea)
poquitin, es usted un posmoderno, Pero si en el fondo de su coraz6n @
convencido de que aunque las cosas del ayer estaban un poco ent
das y confusas, los hechos y valores del mafiana, humanos y no hui
nos, estaran todavia mas enmarafiados, entonces ya ha dejado ustet
modernidad de lado. Ha entrado en un mundo diferente o, mejor di
ha dejado de creer que esta usted en un mundo distinto al del r
la humanidad. Ha descubierto finalmente que cuando se burlaba di
gentes del pasado o de otras culturas porque, como mis ancestrog
tas, crefan en su inocencia que el cielo podfa caerles sobre la caber
lo decian en sentido literal, ya que a usted también le preocupa
cielo le caiga sobre la cabeza en forma de, por ejemplo, calentaml
global. Y sino es una creencia verdadera para usted, quiere deci
‘tampoco lo era para “ellos”! Por tanto, ya no hay un “ellos”. Se ha
usted del antiguo estado de la antropologia y del estado anterior
historia moderna. Las vidas de los antepasados podian haber sid
fusas, pero las nuestras lo son an més y auna escala mucho’
muchas més entidades y organismos a los que tener en cuenti
algo en lo que ya no creemos es en la posibilidad de emanciparnos, de
vernos liberados de toda atadura, felizmente inconscientes de las con-
secuencias de nuestras acciones. Fin del paréntesis moderno; comien-
20 6e (0 retorno a) .qué? ;La segunda modernidad? z“La modernizacién
teflexiva” como propone Ulrich Beck?" ,Lo antimoderno? ¢Por qué no lo
*terrenal’, lo “mortat’, lo “antropolégico”, lo “ordinario"? Si, “ordinario’,
‘mi palabra preferida, Al dejar de ser modernos, nos volvemos humanos
ordinarios de nuevo.
Pero, .cbmo podria ayudarnos el haber dejado de ser modernos para
Novara cabo una politica sobre las controvertidas cuestiones de interés,
para inaugurar este parlamento de las cosas, cuyas normas deben escri-
birse, y establecerse su libro de protocolo? ,Cémo podria hacerse mas
{oll la definicién de la nueva soberania?
Déjenme intentar contestar a eso con un ejemplo sencillo pero esclare-
(Widor. El seftor Chirac, el presidente de la Repdblica Francesa, decidié hace
{Wiatro afios poner fin ala violenta controversia sobre la enfermedad de las
yacas locas y a la utilizacién de harinas procedentes de huesos triturados
fjara alimentar al ganado, declarando que, de ahora en adelante: “Un her-
Hivoro es un herbivoro es un herbivoro". La declaracion no es tan estipi-
lnmente tautol6gica como pueda parecer. Aunque a primera vista parece
{ih obviedad, un hecho natural, supone en realidad una fuerte afirmacién
Jolitica, puesto que el se7ior Chirac ha tomado posicién en el controvertido
jwunto de la enfermedad de las vacas locas y ha decidido, si, ha decidido,
opica de algo que anteriormente se habria considerado una cuestién de
Wecho: “Un herbivoro es un herbivoro y deberta seguir siéndolo",
Sloamos cautos:al pronunciar esa frase, el presidente no invocaa la sa-
ria do la madre naturaleza prohibiendo traspasar sus limites. Chirac
No Un cerebro totalmente moderno (de los pocos que quedan), es un
Novo carnfvoro y estoy seguro de que le importan un bledo los limites
ilndos de la naturaleza. No, el seftor Chirac esté delineando lo que de-
lnaré, parafraseando a John Tresch, un “cosmograma””” Decide en
mundo le gustarfa que vivieran los franceses: tras el catastrético ex-
nonto colectiva de la enfermedad de las vacas locas se redisefia un
nos donde los herbivoros wuelven a ser herbivoros nuevamente y para
Hpre, al menos hasta que se disefie un nuevo cosmograma,{Qué es un cosmos? Como sabemos por el griegoy por la palabra ‘cos:
rmética, significa un arreglo bello, y to opuesto seria un cacosmos, un di
sastre espantoso, como lo define Platén. Una vez damos por hecho qu
8610 existe un cosmos, conocido por una ciencia unificada y simplificad
como una sola naturaleza, ta politica —si mi interpretaci6n del presen:
es correcta— ya no reside en la definicién de lo que deberfan ser lo
valores humanos, sino en el disefio, decisién y propuesta de un cosm>
grama, una cierta distribucién de papeles, funciones y organismos pa
humanos y ne humanos. Al pronunciar esa sentencia que parece una d:
claracién de facto, el sefior Chirac define efectivamente, y de una
por todas, un tipo de paisaje para la regién de Corréze en la que vive, i
‘modelo de conducta para los ganaderos, un tipo de industria, un modk
agroindustrial, un patron de gustos de consumo y probablemente tat
bién una politica de subsidios de la Uni6n Europea.
Pero, no es asi como se han formulado desde siempre las reivindi
ciones politicas? No hay nada nuevo en estos cosmogramas, ya que la
\itica nunca ha tratado simplemente sobre los valores humanos, sino q
también lo ha hecho sobre las infraestructuras, el urbanismo, as fror
ras, el paisaje, las formas de vida, la industria, la economta, etc. La pr
ba de todo ello es el hermoso fresco de Ambrogio Lorenzetti, la famol
alegoria del buen y del mal gobierno en el Ayuntamiento de Siena.!°E
cuadro no s6lo enfrenta a buenos y malos, sino, y sobre todo, a pai
armoniosos y destruidos, casas hermosas y feas, economias prospe
@ indigencia. Las cosas, mezcladas por todas partes con las person
siempre lo han estado,
Existe, no obstante, una gran diferencia en la forma en que las rel
dicaciones politicas pueden articularse ahora en torno a cosmogral
y la forma en que eran autorizadas en el pasado, “El Gran Pan ham
to’ la naturaleza ha desaparecido, y también los “expertos” que ma
ban entre la produccién de la ciencia y los deseos 0 ambiciones
sociedad. Por “naturaleza” me refiero a ese cosmos unificado que Pt
atajar los debidos procesos politicos al definir de una vez por todal
qué mundo tenemos que vivir todos. Contra lo que pudiera parecer a
mera vista, la naturaleza no es un objeto exterior, sino sobre todo un
politico propio: es la forma en que definiamos el mundo que tenel
rencia obvia que compartimos, la esfera a la que todos
portenecemos en igualdad."* Ademés de la naturaleza, deciamos, existe
faquello que nes divide, que nos hace enemigos, que nos dispersa en una
voragine de controversias, es decir: pasiones, subjetividades, culturas,
[oligiones, gustos, etc., la naturaleza unifica de antemano y sin discu-
sidn ni negociacién; las culturas dividen.*Si tan siquiera —suefia el mo-
loro— pudiéramos ser todos hijos de la naturaleza, olvidar nuestras,
tivisiones cutturales, subjetivas, ideol6gicas y religiosas, caminariamos
tie nuevo todos unidos hacia la misma solucién.” Més naturaleza, luego
nis unidad; mas culturas, luego mas divisiones.
Sabemos por la Biblia que desde que Dios destruyé la torre de Babel
li gente se dispers6 por el mundo, prisionera de sus diferentes di
lectos y de sus inconmensurables prejuicios culturales. Pero nadie ha
tontado la aterradora historia de la caida de la segunda torre de Babel,
tuiando la propia naturaleza, en una crisis mutuamente inducida que
llobia haber hecho que todas las gentes de la Tierra se pusieran de
overdo otra vez, se ve destruida por el peso de su propia ambicién y
ynce por todas partes en ruinas. A la multiculturalidad nacida tras la
flda de la primera Babel deben afiadirse ahora las muchas tribus de
| multinaturalidad nacida de las ruinas de la segunda. Toda la ener-
ia politica de la naturaleza depende de su unidad y unicidad y, por
Junto, y de manera indisputable: “un herbivoro es un herbivore". Pero,
{jjué puede hacerse con naturalezas miltiples? Esta es, por cierto, la
Wjnmpa en la que ha cafdo la ecologia politica. La naturaleza no puede
\lilizarse para renovar la politica, ya que es la manera més antigua de
Woquearta y de hacer imposible componer un cosmos, puesto que el
WHnbajo, en ta naturaleza, ya viene hecho. La principal causa de la debi-
{iad de los movimientos ecologistas en todas partes es su utilizacion
Wp \n naturaleza, que les envenena la buena voluntad y frustra su acti-
‘yivino. Es su mononaturatismo lo que los hace incapaces de controlar
Wh oxperimentos colectivos atendiendo a las muchas naturalezas que
‘Iphon itse componiendo de forma progresiva, Puede que los ecologis-
‘nh be extiendan para renovar la politica, pero sélo cuando estén pre-
jino también con
Jos para tragar, no sélo con la multiculturalidad,
Multinaturatidad.
eat
103En caso de que la primera prueba no resulte del todo convincent
aquitiene otra, para decidir si es usted moderno, posmoderno o un pobl
mortal. gCree usted que la segunda torre de Babel llegara al Cielo y qui
todo el planeta, completamente naturalizado, se pondra racionalmen
de acuerdo en las cuestiones importantes, con escasas diferencias, ta
s6l0 puntuales y debidas a opiniones subjetivas y pasiones sobrante
Una prueba sencilla, clara, pero muy exquisita: zasocia usted la natul
leza con una unificacién ya realizada, 0 con mas divisiones, que acus
la necesidad acuciante de una unificacién futura?
‘Tengo la sensacién de que vivimos en las ruinas de la naturaleza,
todos los sentidos de la expresion— y también cada vez mas y més
las ruinas de esas ciencias, tan prolificas durante el siglo 1x que soi
ban con unificar prematuramente el cosmos sin tomarse la molestia
poner en préctica lo que Isabelle Stengers denomina “cosmopolitical
Tomemos prestada esa venerable palabra de los estoicos, que qui
re decir que deberiamos estar en consonancia no s6lo con las mut
cualidades de la multiculturalidad y el internacionalismo, sino tam
con las muchas preocupaciones de la multinaturalidad. Toda la civil
cién se ha creado bajo el tema del “cosmopolitismo”, porque era evidel
que todos compartiamos una naturaleza, y en especial una natural
humana, que tiene que reinventarse, en esta ocasion con la terrible
cultad afiadida de que hay muchas naturalezas en liza y que tienen
Unificarse segin procesos adecuados, una tarea agénicamente le
mundo real no se encuentra detras de nosotros como un terreno
do @ indisputable para el acuerdo, sino ante nosotros como un obj
arriesgado y fuertomente disputado que queda muy lejos en el futul
Algunos, sobre todo cientificos y filésofos de la ciencia, se han
tido aterrados dltimamente al escuchar el principio del colapso
‘segunda torre de Babel. Irritados al darse cuenta de que la natural
no unifica ni reconcilia, de que las nuevas ciencias no apagan los fuk
de la pasi6n sino que los alimentan, se vuelven contra otros fil6
pensadores “posmodernos’, estudiantas de ciencias y antropélogi
varios pelajes. Hasta se ha acusado a los filésofos de la ciencia col
de ser responsables de la destruccién de la segunda torre, jcomo al
ramos tan fuertes como para hacer de Sanson y derribar los pilarad
aturaleza establecida sobre nuestras propias cabezas!"' No, no somos
{up fuertes; no tenemos ese poder, y no sentimos inclinacién al suicidio
horoico. En cuanto a la torre, de todos modos nunca fue tan estable; si se
dosmorona es bajo ol peso de su propia ambicién. Al extenderse por to-
{dus partes para cubrir la totalidad de la experiencia humana, ha perdido
au inmunidad, su unidad, su privilegio. Se ha convertido en causa comén
por tanto, ha entrado plenamente en los reinos de la politica. Y aqui,
{ug cuestiones de hecho se convierten en cuestiones de interés.
Al caminar entre las ruinas, no queda lugar para la tristeza 0 la nos-
{nigia, puesto que una de las muchas cosas que hicieron a la politica tan
lW@bil en el pasado, al menos en la tradicién europea, fue distinguir de
‘anera absoluta entre, por un lado, la soberanfa de ta naturaleza y, por
s\otro, tos patéticos esfuerzos de los humanos desnudos de poner fina
fils pasiones y opiniones divisorias. Hasta que las dos torres no se ha-
yan desmoronado resultaba dificil empezar de nuevo y definir la politica
mo la “progresiva composicién de un mundo en comén’ Mientras
{iiodara una torre en pie era imposible secularizar la politica. Tenias que
liplender foros hibridos contra quienes, procedentes de las fllas de las
sioncias sociales o naturales, defendian que en algan lugar, lejos, en otro
ilo, existie una “asamblea” en la cual el acuerdo se obtenfa median-
{9 un acto “simplemente” racional y reuniendo a la gente, de maneras
Hyvonables, en torno a “cuestiones de hecho indisputables”. La receta
{illagrosa era suficiente para descalificar por contraste todos los otros
‘Mentos de alcanzar un acuerdo. Mientras existiese ese foro fantasma,
Milos los demas se estimaban insuficientes, irracionales e impuros.””
‘Aunque en principio parezca un paso negativo, para la monitorizacién
b| experimento colectivo constituye una gigantesca ventaja no vernos.
jonazados de nuevo por la promesa de la salvacién a través de cien-
(alguna, ni la fisica, ni la biotogia, ni la sociologfa, ni la economia, ni
{Wulora la racionalidad del procedimiento.% Ahora, al menos, no nos
jjoila alternativa, ya estamos embarcados, ya no podemos esperar a
W0 yongan a salvarnos ni la trascendencia de la naturaleza ni la tras-
yloncia de la racionalidad. Si no descubrimos de qué formas puede
inpartirse el mundo, no habré mAs mundo que compartir. Es tan sen-
IN como eso yle naturaleza no seré suficiente para unificarnos, muy anuestro pesar. En resumen, podriamos decir que cuando Galileo Galil
‘modific6 el tropo clasico del “libro de la naturaleza” diciendo que estaba
“escrito en caracteres mateméticos", poco podia prever que ahora tel
driamos que decir que el “libro de la naturateza’ es de hecho un libro d
protocolo, un legajo gigantesco y complejo que debe escribirse en u
mezola de jeroglificos legales, morales, politicos y matematioos. Sig
siendo un libro, pero qué distinto se lee.
Lo que Peter Sloterdijk en la filosofia meteorolégica y Olafur
en el arte meteorol6gico intentan hacer es explorar lo que podria denom
arse una forma de idealismo completamente nuevo. El idealismo defel
dia la idea, mas bien tonta, de que todo el mundo exterior s6lo existla
la mente, elevada asi al nivel de un demiurgo omnipotente. Los idealist
‘se equivocaban en relacién al poder de la mente, por supuesto, pero
algo estaban en lo cierto: las cosas interesantes oourren en el interiof
‘en el exterior, Debido a la extension simultanea de la ciencia y al siemp
creciente entrelazamiento de las actividades humanas con las co
no hay exterior. El interior que queda debe explorarse con gran detal
gran cautela porque no es una mente ni un “mundo exterior", como
dria sostener el agotado y viejo argumento moderno, sino més bien
esfera delicada de control climatico. Lo que Sloterdijk y Eliasson f
ayudan a todos a descubrir es que hasta la politica necesita aire acd
cionado. Reviste un gran encanto y encierra mas que una ligera dosi
ironia que tal demostracién se intente en el espacio vacio dejado pi
antigua sala de turbinas —la sala de mquinas— de la Tate Modern
deberiamos decir Tate Antimodern?
'ntmosphére, atmosphére, est-ce que jal une guovle d'atmosphére?” En franeds en el
vigil IN. det
| Sioterijk, Peter, Speheren | (Mikrosphérotoge). Blasen; Speheran Il (Makrosphéro(oge).
Globen; y Spheren il! Plurate Sphérologie, Schaum, Subrkamp Verlag, Francfort, 1998,
1908 y 2006 (versién castollana: Esforas |: Burbujas; Eeferas ll: Glabos; y Esferas I
spurs, Ediciones Siruela, Madrid, 2003, 2004 y 2008). Véase, por ejemplo, esta cta do
ln ntroduceién de Esforas i: Los andlisis det tercer volumen retoman el hilo en el pun-
J on e que acaba el trabajo del uelo —mejor,el trabajo del desentristecimiento— por
I posiblo motaficiea dal Uno ervelvente. Su punto de part es la suposicién de que el
‘unto de a vide no astaba reaimente en buenas manos, ni eon (os epresentantae da ae
‘Wlgiones tradicionales ni con los metafisics [Si esto es asi, la relacion entra el saber
in vida hay que ropenseria (J. Ee evidente que oe ha agotade la forma de pensary de
‘i dela vinja Europa, la filosofia: la biosofia acaba de comenzar au trabajo, la teora de
Is ntmdsforas se acaba de consolidar provsionalmente, a teoria goneral de (os siatemas
i imunidad y los sistemas comunitaros esté en aus inicioe”. Sloterljk, Peter, Esferas If
Mapumas),op. et, page. 23:25,
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sland (materia) se ha convertido ahora en Ding (cosa)— en Frage nach dem Ding: 2u
hiro von den tronszendentalen Grundzatzen, Kiostermann, Franctor, 1984 (verién
jllna: La pregunta por ia cosa: sobre fa doctrina de (os prneiplo tronecendentales de
j, Poiamedes, Girona, 2008)