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FLORES ESPIRITUALES JUAN EUSEBIO NIEREMBERG DE LA COMPARA DE PECADO ees IMPRENTA DE DON Luis Agu! 5, Pontejon, 8 PECADO VENIAL. stan inmensa la Majestad de Nues- tro Sefior, y supremo el derecho * que tiene para que sus criaturas le sirvan con todas sus fuerzas, que cualquie- Ta cosa que se haga contra’su sant{simia’ ‘voluntad y gusto, es mayor mal que cual- ~ quiera otro mayor mal posible. Por lo chal "un pecado venial que se cometa es peor que todos Jas dafios temporales .y penas - eternas, y debia uno escoger estar pade- ciendo eternamente losmayores tormentos , | gue pudiese dar la omnipotencia dé Nues- tro Sefior, antes que hacer una‘cilpa*por : ligera que fuese, Y ast es grande ldstima’ Iv BRN ee ati Weeks 4 el descuido que hay en quitar los pecados yeniales, pareciendo que es cosa leve y de poca importancia; no advirtiendo, que por _ leve que sea, al fin es Dios el ofendido, y no se dice leve el pecado venial, sino solo compardndole con el pecado mortal, por- que en sies tan extratio mal, que no hay otro mayor sino el pecado mortal, y él es mayor mal que todos los dem4s males juntos, tormentos, enfermedades, pobreza, deshonras, muertes. Pues para que tenga~ mos horror a todo pecado, por ligero que sea, pondremos aqui la fealdad de un po- cado venial, sus efectos, castigos y re- medios. Pecado venial, es quebrantar levemen- te la ley de Dios, por obra 6palabra 6 de- seo conscntido, como decir una mentira, 6 proponer decirla, aunque sea en cosa de Poca importancia, y sin perjuicio alguno, Asimismo, cualquier manera de engafio 6 equivocacién, por cumplimientos vanos, cualquier dato por pequefio que se haga, si es en la persona, cualquier modo de po- ner las manos con golpe 6 sin él, quecause agravio por poco que sea, cualquier enfado contra caridad, interior 6 exterior, por leve ab 3 . que sca, si es en la hacienda, tomando la ajena, 6 en otra manera en cantidad pe- quefia, aunque sea un ochavo. Si es en la honra, es pecado venial cualquier des- precio, cualquier juicio determinado de falta alguna pequefia, sin fundamento bas- fante, y asimismo cl manifestarla. Es pe- cado venial cualquiera omisién y defecto de las obligaciones del estado, por peque- fio que sea, y se atmentard su gravedad, Tepitiendo su continuacion, especialmente si de ella resultase dafio temporal 6 espiri- tual, 4 estado é oficio, como Ja relajacion de buenas costumbres en el seglar, y on particular en Ia religion; y esto puede lle- gar 4 culpa grave, Son asimisino. pecados yeniales, los pensamientos y palabras ociosas, y cual- quiera ocio personal advertido, en que el hombre deje de obrar, pensar, 6 hablar lo que fuere conveniente para sf, 6 para otro, sino es en caso de un breve rato de entre- tenimiento, cuando se toma por alivio ho- nesto y necesario después del estudio, y otros ejercicios temporales 6 espirituales, para descanso y desahogo de la naturale- Za, y que pueda cobrar fuerzas para volver 6 4 ellos; que esto es razén de conciencia, y_ as{ no se puede tener por ocio. Pero sin este motivo, lo serdn todos los pensamien- tos imitiles y de vagueacién con adverten- cia. Asimisino las palabras ociosas que no fueren titiles para fin honesto, También el estar ocioso el hombre, porque todo esto se opone al ser racional, y al fin para que Dios le crié de obrar en su servicio, y granjear con el talento de las potencias y sentidos que le dié para ello; y de lo con- trario sesiente Dios tanto, que lard siervo inicuo al que no obro conforme 4 su ta- lento: de donde se sigue, que dejarlo de hacer en‘cualquicra parte por minima que sea, serd culpa venial. Dos géneros hay de pecados yeniales: unos que se cometen por negligencia, flaqueza 6 poca advertencia, de los cuales no se excusan los mds justos; otros son de malicia, de propdsito, y con plona adyertencia, y éstos se pueden todos evitar, y se ha de procurar con todas nues- tras fuerzas FEALDAD DEL PECADO VENIAL. Basta para temblar doun pecado venial ser disgusto y ofensa de un Dios infnito. Porque por set mal que toca y ofende 4 Dios, 5 mayor mal que. todos. los males juntos de todas las criaturas temporales y eternas, y pesa més. que todos los bienes de ellas de esta vida y de la otra. De ma- nera que sid uno le dijesen: una de dos; © haces un pecado venial, como es una palabra ociosa 6 una mentira oficiosa, 6 padeces todos los tormentos del infierno eternamente, y careces de todos los delei- tes y bienes del cielo, segiin buena razon ha de escoger esto postrero, y en ese caso cualquier bienaventurado so privaria de la’ gloria més levantada, y con gran prontitnd se arrojarfa al infierno, y tomarfa ser ani- quilado antes que hacer un pecado de estos. Pues gcomo se puede lamar cosa ligera, cosa que tanto pesa, y como puede ser pequefio el mal que ofende 4 Dios? Verdaderamente, mirado asf, tiene resa- Dios de mal infinito, aunque comparado & con el mortal so ame ligero y venial. Y as{ San Jeronimo dice, que no sabe por qué se ha de lamar pecado ligero, pues se des- precia 4 Dios por el pecado venial. Esta es la raz6n més poderosa para aborrecerle os verdaderos hijos, y ficles siervos de Dios, {Qué diremos de un hijo que dijese: Yo 4 mi padre no le daré pesadunbre tal, que por ello me cche de su casa, 6 me desherede, pero menores que esa, yo no ropararé en détselas, por no privarme de mi gusto? Este no merece nombre de hijo, sino de mercenatio y traidor. Tales son Jos que 4 sabiendas hacen pecados ve- niales. Annqne no fuera ofensa de Dios el pe- cado venial, bastaba para ser aborrecido més que la muerte el ser contra raz6n; porge asf es monstruosidad y mancha del alma, qne cuanto es criatura més noble que todas las materiales, su mancha esma- yor. Jiintense cuantas fealdades y mons- truos son posibles en uno, no legard toda esta deformidad 4 la de un solo pecado venial. gQué monstruo fuera si se viera un hombre con una cabeza de aspid 6 de ju- mento? Mayor monstruosidad es una palae Bernie a SORE Ses 9 bra de poca earidad, 6 un pensamiento ociosoen una criatura racional. Ni solamente tiene él pecado venial ser fealdad del alma, sino también enfer- medad, tanto mayor que las del cuerpo, cuanto va de lo espiritual 4lo material, que no hay propo-cion alguna; porque aunque se juntaran todas las enfermedades quo han conocido los médicos, y padecido to- dos los hombres del mundo, no igualan 4 in pecado venial. Quien pudiera tener junto mal de piedra, de muelas, de citica, de gota, de cancer, gqué espectdculo fuera tan lastimoso? Pues sepa que es mayor mal y miseria, sola una culpa que Mama- moslligera. {Pues qué locura es, no hacer caso de los pecados veniales, sino s6lo de Jos mortales? ¢Por qué se ha dé estimar en menos el alma que el cuerpo? ¥ si no solo cuidamos de la vida del cuerpo, sino de su salud y decencia, gpor qué no hemos tam- bién de cuidar de 1a salud del alma y su ‘hhermosura? Es, fuera de esto, el pecado venial, se- giin hablan San Agustin y San Gregorio, suciedad del alma, que la lena de basura y asco, y la enloda. Pues si una mancha To de aceite en el vestido, y el mojarso sélo no sufrimos, gpor qué descaidamos de Ja limpieza en la conciencia? Grande desati- no es cuidar més del vestido que se hizo de pelos de animales, 6 de babas de gn- sanos, que de nuestro espfrita y alma, que se hizo 4 imagen de Dios. gQué dijéramos de tna reina vestida con una riquisima piir- pura; si se revolcara en un lodazal? Mayor sinrazon es que un alma, esposa de Cristo, quiera cometer un pecado venial, MALES DEL PECADO VENIAI. ‘Tan gran monstruosidad y enferme- dad y asco como el pecado venial, no pue- do dejar do tener malisimos efectos, por los cuales debo ser temido. Consideremos los que sélo tiene por ser enfermedad ma- Yor, sin comparacién, que las mayores en- fermedades del cuerpo juntas; porque el pecado venial es cancer del alma, que va corrompiendo las virtudes poco 4 poco hasta que mata, haciendo caer on pecado mortal. Es lepra, manchando el alma, aparténdole del dsculo y abrazos del divino 1 esposo. Es perlesia, impidiendo el mo’ tmiento para hacor obras de virtud. Es hi dropesfa, engendrando sed y deseo do las cosas de Ia tierra. Es mal de corazon, tar bando los afectos. Es dolor de gota, que impide el andar en el camino dela perfec- cién, Es asma, que no deja aspizar al cie- lo, Es sordera, que estorba oir las inspira~ ciones de Nuestro Sefior Jesucristo. Es co- gilera, que no nos deja ver las verdades cternas. Es tisis, que va enflaqueciendo la virtud. Al fin, como la enfermedad corpo- ral, es disposicién para la muerte, y eso es Io peor de ella, y lo que més cuidado y congoja da; porqiesi hubiera seguridad de no se haria tanto caso de la en- fermedad por grave que fuese; asi lo peor que hay en el pecado venial, y lo que mds cuidado ha de dar, es el ser disposicion para la muorto del alma, que es el pecado mortal. De tres maneras, dice el Angélico Doctor, dispone el pecado venial para el mortal. Lo primero, de suyo y naturalmen- te, como calor pequeiio para mayor. Asf, murmuracion 6 hurto pequefio dispone para el mayor; y asi, dice, se distinguen como Jo imperfecto de lo perfecto, y como un | : | 12 nifilo de un yatén, el cual se hace del nifio, y el leon y tigre grande del pequeiio. Lo segundo, dispone por un modo de consecuencia, deslizandose de uno en otro, de manera que es buena consecnencia: no repara en hacer pecados veniales, pues él venilra & hacer mortales; es infiel en lo poco, pues serdlo en lo mucho; no repara en pocas cosas, pes no reparard en ma- yores, segin aqnello del Eclesidstico: el que menosprecia las cosas pocas, caer y deslizard en las mayores; y puede ser, dice el Santo, que crezca tanto el afecto de pe- car venialmente, que por cumplitle se tra- gne el pecado mortal; y asf ponga el til- timo fin en el pecado venial, porque uno facilmente extiende la mano 4 lo que esta por habito y por costumbre inclinado. Lo tercero, dispone el venial al mor- tal, quitando 10 que impide el hacer peca- do mortal, Tres cosas lo impiden, Lo pri- mero, la sujecion 4 Nuestro Sefior y 4 su santo temor, y éste se va perdiendo con Ja libertad y atrevimiento de pecar venial- mente, porque el que se descomide 4 sa~ biendas con la Majestad divina en cosas pocas, él perdera el respeto en mayores. 13 Lo segundo, impiden al mortal los buenos habitos, y estos se van disminuyendo con Jos actos contrarios de los veniales, y vie- nen 4 adelgazarse tanto, que quiebran, porgue la costumbre, dice San Gregorio, Jo adelgaza todo. Lo tercero, impiden al mortal los auxilios y socorros actuales de gracia, los cuales va uno desmereciendo con los pecados veniales, atrevidamente cometidos; y Dios se los va disminuyendo’ A quien asf trata con Si Majestad. Pues si el pecado venial de tantas maneras verda- deramente dispone para el mortal, fuerza, €3, que el que teme éste, haya de temer aquél; y no temer el venial, es sefial que no teme el mortal, porque pecando mti- chas veces venialmente, dice Santo. To- més, se dispone para pecar mortalmente. Finalmente, considérense dos personas, _ las cuales se guardan de todo pecado mor- tal; pero la una hace muchos pecados ve- niales, y la otra se recata todo lo posible de ellos: este es ejemplar, devoto, fervo— 080, observante, el consuelo y edificacién de su comunidad y religion, dicen de 1 que es un santo, y que le podian canonizar. Mas el que Seas muchas veces en UNIVERSIDAD DE NUEVO" LEOR Biblioteca Valverde y Teller | 4 pecados veniales, es todo lo contratio. Qué es lo que hace tan grande diferencia? No es otra cosa sino pecados veniales; Ine- go sus dafios son gravisimos en la vida espiritnal. CASTIGOS DE PECADOS VENIALES, Los castigos que Dios ha hecho por el pecado venial nos muestran también lo mucho que le desagrada. Para lo cual se ha de suponer, que Nuestro Seftor es just simo, que no castiga més que merece 1a culpa, y juntamente es sapientisimo, que no puede errar en el conocimiento de ella. gPues cémo se ha de pensar, que es cosa poca nn pecado venial, si Nuestro Sefior le castiga muchas veces con la muerte? Pues si es verdad lo que dicen antores muy gra- ves, que fué pecado venial el de la mujer do Lot, que se volvi6 en estitua de sal, con todo eso la castig6 Dios con pena de muer- te. Otro profeta, por una culpa venial, le envio Dios un edn que Ie matase. En las vidas de los Padres se cuenta de un santo ermitafio, que fué despedazado do otra fie~ ya por una culpa venial. 15 No s6lo con muerte, sino con enferme- dades més penosas que la muerte, ha cas- tigado Dios las culpas ligeras. Casiano dice del Abad Paulo, que por una culpa bien ligera, fue castigado con nna perlesia nun- ca vista, San Gerardo, como cuenta San Odén Cluniacense, cegé por ‘otra falta li- viana. San Eledzaro Conde, por otra cul- pa venial fué azotado gravemente de Je~ sucristo con su propia mano. ¥ lo que més hace temblar, por una palabra desentonada que dijo cl Santo Abad Moisés disputando, se le entro cl demonio en el cucrpo. Lo mismo sucedié 4 otro santo monje que cuenta Severo Sulpicio. ¥ lo cierto es, que es peor tener un pecado venial en el alma, que todos los demonios del infierno en el cuerpo. Fuera do esto, castiga Nuestro Sefior on esta vida los pecados veniales con per- misign de tentaciones, que afligen y con gojan mucho, con inquietudes y turbacio- nes de conciencia, con desconsticlos, tinic~ Blas, sequedades, desmayos, tristezas, des- vios de s{ y de su presencia y comuni- cacion familiar en Ia oracién y fuera de ella, Finalmente, el que de propdsito se 16 deja caer en pecados veniales, no gozade paz y tranquilidad, ni goza del todo de la gloria del testimonio de la buena concien- cia. gPor ventura son estos pequefios males y castigos ligeros? Un alma santa y muy regalada de Nuestro Dios con visitas y re- velaciones confiesa que portn pecado ve- nial se le ansento Nuestro Sefior por un afio entero, y decfa: No es culpa ligera la que se paga con un afio de ausencia de Nuestro Sefior amigo. A otro castig6 Dios un peca- do venial de complacencia vana interior con quince afios continuos de sequedades. ‘La mayor pena y rafz de las demas, es pri- yarnos Dios on castigo de estas culpas y ofensas suyas, de sus auxilios, acorténdolos al paso que nosotros vamos acortando su amor, respeto y reverencia. CASTIGOS EN LA OTRA VIDA DE PECADOS VENIALES En la otra vida es mas riguroso Josu- cristo, no perdonando culpa, por pequetia que sea, Que un rey no pase 4 su tesorero. una partida demil ducados 6 ciento, justo 17 3} pero que no le pase una partida de un maraved{ 6 una blanca, cosa rarfsima es, ‘Que wa sefior pida 4 su guarda-ropa cuen- ta de un cabo de una agujeta, gquién tal oy? En nuestro caso es cosa de fe. El otto jurisconsulto dijo: El juez no conace de cosas pocas; pero Dios, justisimo juez, de una palabra ociosa tendré cuidado, y hard tela de juicio. Cosa también estupenda es, gue Dios no haya perdonado 4 su propio Hijo por los pecados veniales de los ho bres, ni le haya pasado en cuenta ni di mulado uno solo, sino que le haya pedido fianzas para todos y cualquiera de ollos,y cuenta. Grave cosa es delante de Nuestro Se- fior un pecado venial; grande es Ja seve- ridady justicia divina. Y asf no es maravi- Ma que tenga Dios en Ja otra vida una careel horrible, para. castigar pecados ve- niales, ea la cual, dice San Agustin, que son atormentados los que allf estan con moilos maravillosos, pero verdaderos; de Jo cual hay muchas revelaciones estupen- das. Alli se padece pena de sentido pro- porcionada a las culpas, y por més tiempo. de lo que aca pensamos; 4 esta pena per- Iv 2 18 tenece lo que dice el Apostol, que los pe- cados veniales son lefia, heno y paja, por- que arderan como lefia seca; ¥ asf, come- ter pecados veniales, no es sino allegarlefa Seca, para que la hoguera en que te has de quemar sea mayor; qué mayor locura? Hay también en el purgatorio pena de dao, aunque temporal, porque por st culpa estan aquel tiempo privados de la vista de Jesucristo los que estan alli, que es lo que mas sienten, por sér vehementi- sima la propensi6n del alma, amiga, hija y esposa de Nuestro Sefior, 4 unirse con su centro y titimo fin, Aumenta esta pena la incertidumbre dela duracion de ella, Don- de es de ponderarla gravedad del pecado. yenial, que uno solo ¢s bastante para im= pedir la entrada en el cielo, y detener tan fnerte inclinacion del alma. Tanta es Ja severidad de la Justicia divina, que 4 sus hijos y amigos, que vienen triunfadores del mundo y del infierno, les detenga la entra- da en sti ciudad y corte por cosas que tit Gices ligeras. El amor suele encubrir fal- tas de los amados, y los triunfos y glorio~ sas victorias snelen sorberse grandes des- cuidos y mengnas; mas él rigor de la 19 Justicia divina, y el celo de su honra me~ hoscabada con’ la culpa, aunque venial, prepondera 4 todo eso. Y asi 4 hombres santisimos ha castiga- do en el purgatorio con penas gravisimas. San Severino, que estaba en el purgatorio por rezar jmto el oficio divino, tocando 4. un clerigo le hizo derrotirsele las carnes. San Vicente Ferrer dice, que uno fué con denado al purgatorio un afio entero por una culpa venial. Herolto, de Ia sagrada Or- den de Santo Domingo, y Bartolomé Val- pega, Cartujano, escriben de un religioso, que por cumplir con negligencia las peni- tencias fné condenado al purgatorio hasta el dia del juicio: tal podia ser su descuido y multitud de pecados veniales y modo de purgatorio, y la poca satisfaccion de las penas de los pecados mortales ya perdo- nados, que podia merecer esto, porque estas penas duran mds de lo qne se piensa, También Durando, Obispo de Tolosa, por gracias inconvenientes que decia, aparecio encancerada é hinchada toda la boca. Por todo esto, y otras casas deben ser temidos los pecados veniales, que, si son muchos, son como las gotas do agua, que 20 aunque pequefias, por ser muchas, causan dilavio, y anegan un navio también si son continuas; porque la gota blanda cava la piedra, cayendo en ella, no con fuerza, sino ‘con frecuencia; como ninguno de re- pente se hace perfecto, ast ni muy malo, La enfermedad grave no se fragua de re- pente ni se cae la casa de un golpe, Lo tercero, son de temer por menospreciados, yno hay enemigo peqnefio despreciado. Quiéroos decir, dice San Juan Criséstomo, una cosa maravillosa: que tomo més el pecado venial queel mortal, porque como no hago tanto caso del venial, no me aper= cibo tanto contra él como contra el mor- tal; en el mortal sdlo el nombre me es- panta, en el venial el nombre me afioja y ¥ descuida. REMEDIOS PARA EL PECADO VENIAL. Contra tantos dafios cualquier medio habia de tomarse. Ayudara mucho para evitar pecados veniales el examen de la conciencia, mirando cada dia en qué so falto, y proponiendo andar con cuidado en as 21 todas las acciones. Lo segnndo, comulgar con gran reverencia, porque este divine sacramento, recibido como se debe, puri- fica el corazon y da fortaleza para Ja virtnd, Lo tercero, guardar los sentidos, velando sobre ellos. Lo cuarto, tener cuenta con Jos afectos del corazon, reprimiéndolos, no sobresalga alguno, no guiandose jamAs por pasion sino por razén. Lo quinto, la mor- tificacién, porque ensefiando uno 4 no se- guir su gusto en Io Kcito, no le seguird en Jo ilicito. Lo sexto, la imitacién de Cristo, que es dechado de inocencia. Lo séptimo, procurar andar uno con fervor, y aspirar siempre 4 lo mds perfecto. Lo octavo, el amor de Dios, porque el grande amorde nuestro Dios no sufre ofensas pequefas: todo esto se ha de alimentar con oracién. z FRECUENCIA DE SACRAMENTOS. ORQUE son los Sacramentos de la fi Confesion y Comunién jnstra- 45 mentos principalisimos de la gra~ cia de Dios, y medios muy eficaces para conservatla, conviene que sepan todos cuanto importa frecuentarlos. Una de las Principales causas de los muchos pecados que hay entre cristianos, y de las graves calamidades y castigos que por ellos pa- decen, es 1a poca frecuencia de los santos Sacramentos, que instituyé Cristo Nuestro Redentor 4 costa de su preciosa sangre y pasién, para remedio y consolacion do nuestra alma. 23 NO FRECUENTAR LOS SACRAMENTOS: ES GRAN DESAGRADECIMIENTO A CRISTO. Es mucho para Morar lo que han de- generado en esto Ios ficles, pues desdicen fanto do los cristianos antiguos, que fre cuentano antes tan de ordinario los Sa- cramentos, que el de la Eucaristfa recibian cada dia, ahora los ms se contentan que sea cada aio, cuando les obliga el precep- to. Esto es tn enorme desagradecimiento Nuestro Redentor: porque siendo la ins- titncion de los Sacramentos tan grande de- mostracion de su amor, y uno de los ma- yores beneficios que nos hizo, y 4 costa de su pasion y muerte, el no hacer caso de ellos es suma ingratitud, ¢Qué mayor des- agradecimiento pudiera toner tun desespera- do, 6-una fera més fiera que los tigres de Ja ‘Hixcania, si habiendo hecho un pode- 050 rey excesivos gastos con gran amor, y trabajado por su persona hasta sudar hilo 4 hilo, y dado su misma sangre por dar 24 una medicina 4 un enfermo desahtciado, ¥ él sustento necesario para todos los dias, @ no lo quisiere recibir, sino se dejase an- tes morit como desesperado, perdiéndose tanta costa como aquel principe habfa he- cho; y teniendo delante de s{los platos re- galados que le oftecia cada dia, él no hu- Diese remedio de tocarlos, queriendo mas sustentatse de manjares ponzotiosos y de- sabridos, de suerte que ningtin dfa comiese 1o que aqnel rey le ofrecta, sino compelido al cabo del afio una vez sola, cuando no podia mas, porque le amenazaban si no Jo hacla, que le echaria en un homo ar- diendo de cal? Esto hacen con Cristo los que no fre- cuentan los Sacramentos; no quieren reci- bir la medicina de la Confesion, que Cristo con costa infinita de su sangre les ofrece, antes quieren dejarse morir, cayendo en pecados mortales. No quieren el sustento que para cada dia les da, sino el que el mundo les oftece de vanidades y engaiios, todo ponzonoso y pestilente. No allegan- dose ‘ila mesa de Cristo, sino cuando no pueden més, cuando les compelen con Precepto y excomuniones, y amenazan con 2S Jos inflernos. Pues si aun entre hombres es descortesfa no estimar Ja buena volun tad de otro, ni sus buenas obras, aqué sora no estimar esta buena voluntad de nues- tro Salvador, ni este incomparable benefi- cio de los Sacramentos? Verdaderamente se pueden tener por muy sospechosas las Confesiones y Comuniones de afio en afio, pata cumplir con la parroquia, y que 20 son volntarias. Eseribe ¢l Padre Alejandro Faya, que cierto hombre dejo un hijo cuando mu- 316, elcual por treinta y dos afios continuos hacia cada dfa oracién particular por el 4nima de su padre, y al cabo de todo este tiempo se apareci6 4su hijo, yle dijo como estaba padeciendo gravisimas penas. Pre- guntdle el hijo si le aprovechaban tantas oraciones como estaba tan continuamente ofteciendo por él. Respondié el padre: No, hijo. De esta manera, replicé él, si nada os aprovecha la oraci6n, debéis estar conde- nado al infierno. No estoy cn cl inferno, dijo el padre, sino en el purgatorie, adon- de soy atormentado por mis pecados con tormentos sobremanera grandes, y no ce- sarin hasta que acabe de pagar el tiltimo 26 cuadrante. Y como el hijo preguntase cual era Ja causa de que no le aprovechasen sus oraciones, respondidle: Porque en todo oste tiempo has estado en pecado mortal. 4Como puede ser eso, dice el hijo, pues cada afio he confesado y comulgado? Porque, respondid el Padre, si bien es verdad que has confesado todos los aitos, pero tus Confesiones no han sido validas por falta de dolor verdadero, porque no procodia de caridad, sino de costumbre. Y si quieres una buena sefial pata conocer que es asf, advierte como. para confesar- te aguardabas siempre el tiempo de So- mana Santa, cuando sin vergiienza no podias dilatarlo més: Repara también en que nunca te has enmendado en cosa alguna de cuantas has confesado, yast ten por cierto que en todo este tiempo no. te ha Nuestro Sefor per- donado culpa ninguna. Compungidse mu- cho el hijo con este aviso, y se. confess de nuevo con grande sentimiento y contricién, ydando de manos 4 las vanidades del mundo, mud6 vida y costumbres, yde alli adelante sirvié con diligencia 4 Nuestro Sefior, y con devotas oraciones ayud6 al 27 anima de su padro para que saliese de las. penas del purgatorio. Teman los que se confiesan tan de tarde en tarde, no hayan sido sus Confesiones tan poco provechosas como las de este hombre. ES DESPRECIAR A CRISTO. Allégase 4 lo dicho, que como esté Ia misma persona de Cristoreal y verdadera- mento en el Santisimo Sacramento. del Altar, descando que leguemos 4 recibir- Je, el dojarlo de hacer, no sélo es despre- ciar los beneficios divinos, sino al mismo Cristo en su persona. Gran desprecio y des- agradecimiento fuera, si habiendo. el rey enviado preciosfsimos presentes 4 un va~ sallo muy necesitado y pobre, no quisieso yecibirlos sino los de sus enemigos, y des- pués, viniendo el rey 4 visitarle y honrarle con su presencia, él echase 4 huir, 6le certase la puerta para que no entrase. No trata diferentomente 4 Cristo, quien no hace caso de sus Sacramentos y beneficios so- Deranos, por entretenerse en las cosas de Ja tierra, que le ofrece l mundo ¢ el de- 28 monio, 6 el amor propio, todos enemigos de Dios y del alma; no quiere legar 4 re- cibir al ‘mismo Cristo Sacramentado, el cual convidéndonos que Meguemos 4 él para recrearnos, consolarnos, sustentarnos, _ honramos, hnyen de su mesa los cris- tianos. Claro esta que este es desprecio de Je~ sneristo, y aunque no se cometiera otro pecado, es teprensible esta omisién. ¥ asi, cuenta Blosio, que ¢l alma de cierto difun- to aparecié 4 un siervo de Dios en una Mama de ardor inmenso, y le dijo: que pot haber sido descuidado én acudir ala sa- grada Comunion, era atormentada de aquella suerte tan terriblemente. V afiadio que serfa lu¢go libre, si aquel amigo y sier- vo de Dios con quien hablaba, quisiese una vez siquiera recibir con devocion por ella el Sacramento de la Eucaristia. Ello hizo asf, como selo pidié aquélla alma, y el dia siguiente se le torné 4 aparecer mds clara y resplandeciente que el sol, porque Ja habia librado de aquellas terribles pe- nas, par sola la Comunién de aquel sietvo de Dios, y se fué 4 gozar de la bienaven- furanza. Por este caso se puede echar de 29 yer cudn grande bien es recibir el Santfsi- mo Sactamento, pues basto para. sacar aquella alma de las penas del Purgatorio, y cudn grande mal es descuidarse en reci- Dirlo, pues bastd para condenarla 4 tan torribles penas. SUMA NECESIDAD DE LA FRECUENCIA DE LOS SACRAMENTOS. Pero no hemos de entender que hace- mos en esto cortesfa 4 Nuestro Redentor; sino que nos va en ello la vida, y que te- hemos nosotros mas necesidad de Ja fre- cuencia de estos Sacramentos que del sus- tento del cuerpo. ¥ asi como fuera deses- peracién no querer comer mo en.todo un mes, y muriera de ello, as{ es género de desesperacion, no querer confesar y co— mulgar 4 menudo. Como el cuerpo. tione necesidad de sustento, reparo y limpieza, astel alma tiene necesidad de lo: mismo. Pues si el cuerpo ha menester que le den ropainterior limpia cada semana, ysi aguar~ dase d mudarla de afto en ao, estuvie- ra tal que causara asco, y toda negra, por 3° : qué se ha de aguardar un afio 4 procura Ia limpieza del alma? Cérrase el cristiano que tenga mds cuenta con su cterpo co sruptible; que con su alma inmortal, Si el cuerpo ha menester comer cada dia, y si no, se desmayar4 y no podré ejercitar sus obras, gpor qué s¢ ha do aguardar al cabo! de un mes; 6 mds, 4 dar el sustento all alma? No es maravilla que los que Megan tan de tarde en tarde 4 los Sacramentos, tengan pocas fuerzas espirituales, y machag veces 0 caigan 6 tropiecen, Para que un | hombre muy. flaco y debilitado cobras fuerzas, no le bastaria comer bien una ver, eta menester que continuase el buen sustento; asi también para que cobro ino quie se convierte & Dios fuerzas espirituales, no basta que después de confesado co- mulgue una vez; menester es que continie las Comuniones. Para significacion de esto, cuando el profeta Elfas estuvo desmayado, y tan debilitado que no se podia tener en pie, no le bast6 que comiese una ver el pan que le ofreci6 el angel del Sefior que fué figura del Santisimo Sacramento; hasta que volvié 4 comer segunda vez, en lo” cual se dibujé la frecuencia de este diving 3r Sactamento, no las cobré ni did un paso. Eliseo también no dividio las aguas del Jordan 4 1a primora ver, que las toco con Iacapa de su maestro Ellas, y hasta que Tas toc6 dos veces no se detnvieron. Esta ‘capa significaba, como dice Drogén Hos- tiense, el Santfsimo Sacramento, que nos dej6 nuestro Maestro Jestisd la partida do esic mundo, el cual frecuentado hace de- tener el fmpetu de nuestras pasiones € in- clinaciones, més fariosas y arrebatadas que Tas corrientes del Jordan. sus INCOMPARABLES BIENES. Demés de esto, aunque no tuviéramos necesidad alguna de los Sacramentos, por 1a ganancia ¢ interés que por ellos recibi- mos, los habiamos de frecuentar; porque aumentan mucho {a gracia en esta vida, y después en la otra la gloria; porque los Sacramentos son Ia frente de la gracia, ¥ los cafios por donde se nos comunica la sangre de Cristo, y los tesoros de sus me- recimientos, donde se nos franquea la gra- cia de balde, esto es, sin tenor atencion 4 nuestros méritos para premiarlos. Y se da 2 e en ellos 4 los adultos sin limitada medida, sino solo conforme 4 la disposicién con que Megan; si grande, grande, si pequoha, Pequetia. ¥ asi, so ha de poner la mira, no solo en Negar dignamente y con la dispo- sicién necesaria, sino con la mayor que se pueda y mucha frecuencia, porque la dis- posicién es como el vaso que ha de recibir la sangre de Cristo, y recoger las riquezas_ del cielo. Si un rey riquisimo franqucara 4 un pobre sus tesoros para que entrara las veces que quisiera en ellos, y sacase cada ver cuanto pudiese, y le encargase el rey que era su gusto que acudiese muchas ve- Ges, y que abarcase todo lo posible, gpor ~ ventura fuera no mas que tres 6 cuatro ‘Yeces al afio, y escogiera para esto el bol sillo mds pequefio en que no cupiese nada; 6 la més capaz pieza que pudiese? Esta liberalidad es la do Cristo, que’sin limite nos derrama la gracia on sus Sacramentos, Seguin nuestro afecto y disposicion con que Megamos. De modo, que aunque no fuera hecesaria disposicion para legar sin pe- cado, sélo por este interés habfamos de procurar cada vez que lezamos 4 con— fesar y comulgar, la mayor disposicion del mundo y legar muchas veces. Por un grado’ de gracia habiamos de pa~ sat todos los trabajos del mundo por espacio de mil afios, gPues por qué no se procura siqtiera una vez cada semana graujear con los Sacramontos muchos gra- dos sin trabajo de medio dia? El segundo provecho es, que mientras mds veces se confiesa mo, mds se le perdona de la pena de los pecados que habia de pagar on el purgatorio, lo cual es de mucha conside- FaciOn; por ser aquollas penas muy gran- des. Fl tercero es, que la frecuencia de Jos Sacramentos impide para que no echen taices en él corazon las malas costumbres, nise engendren malos habitos, que por la penitencia se distninuyen, Esto es de suma consideracién, porque cuantos menos hé- bitos malos fuyiéremos, menos pecaremos, Por una Confesion buena quitanse todos los pecados mortales, pero no los habitos de cellos; quitanse las culpas del todo, no los vicios, ni tampoco se quita toda la pena que se debe 4 los pecados, es me- ester que para esto se frecnenten los Sa— cramentos. El cuarto es, que reprime las tentaciones del demonio, ol cual, viendo Iv 3 34 que aprovecha poco, pierde sus esperan- zas por ver que con la Confesién se con traminan sus méquinas. Las arafias no ha cen sus telas en las casas curiosas y lim. pias, sino en los pajares y caballerizas. EL quinto es, que frecuentando uno los Sacra: mentos, aunque caiga algunas veces en pecado grave, est4 mis tiempo en gracia, | y asi hace mss obras meritorias de vida eterna, por lo cual viene 4 entrar en la gloria con muchos més morecimientos, porque todas las obras que se hacen en pecado mortal, por buenas que sean, no ptieden merecer el mas mfnimo grado de gracia ni de gloria; pues el que se confiesa 4 menudo, como cobra la gracia que per- did, viene 4 merecer ya el ciclo con las obras con que antes no le merecta. El sexto es, que quien se confiesa muches ye- ces, est4 en menor peligro de morir en desgracia de Dios, y es mas cierto que si muere de repente, no se condena; y como de ordinario los que se confiesan de tarde en tarde, suclen estar en pecado mortal, asi los que se confiesan 4 menudo suelen estar en gracia, El séptimo es, la grande facilidad que se adquicre para examinar la 35 concioncia, y la seguridad de confesarse enteramente; porque quien aguarda 4 mu- cho tiempo, sucle dejarse muchos pecados de qne Ingo tiene escrapulo. El octavo es, que se hace suave este Sacramento tan medicinal, y se pierde el horror que le suelen tener los que se confiesan tarde, El none es, por la gloria que se da 4 Dios ‘con}as Comuniones, goz0 de los bienaven- turados, y alivio de las 4nimas del purga- torio. El décimo es, por la pena que reci- be el demonio, nuestro comin encmigo. En las Cronicas del Cister se cuenta, que estando un Maestro en teologia, que an- daba predicando 1a Cruzada contra infie- les, ya para espitar, vid delante de sf al demonio, 4 quien dijo: gQné haces aqui, bestia sangrienta? ;Dime end] es la cosa gue en este mundo hace més guerra 4 los demonios? No quiso el maligno respon- der, mas el enfermo que estaba con muy sano y entero juicio, le conjuré de parte de Dios, respondiese 4 su pregunta. Cons- trefido de esta manera, respondi6, aun— que de mal gana: Que de ninguna cosa recibfan tanto pesar, como de la frecuente Confesion y contricion de los pecados, 36 Porque cuando el hombre esté en pecado: mortal, esté ligado ¢ impedido para toda cosa buena, de suerte que no puede dar un paso en la virtud; mas confesando sus pecados queda luégo libre, y comienza a andar por el camino do Ja virtud y va medrando cada dia en ella, Finalmente, la frecuencia de los Sacramentos conserva 4 uno en gracia, retrdele de pecar, cdusale seguridad de la conciencia, altimbrale el entendimiento, y hace que crezca cada dia de virtud on virtud; porqué voluntad es de Dios, que cada dia crezcamos on la virtud, y pasemos adelante en su servicio sin volver atrds ni parar, ni ir siempre 4 un paso tibio; y asi es conforme 4 su divi- na voluntad frecuentar la Comuni6n, cuyo efecto no sélo es conservar, sino aumen— tar el fervor del espiritu, como ¢l manjar de mucha sustancia, que no s6lo sustenta al cuerpo sano, sino también le engruesa, y hace que crezca cuando tiene edad para ello. ¥ todos los bienes que San Bernardo dice del estado religioso, casi se hallarén en el que confiesa 4 menudo, porque este tal vive ‘més puramente, cae mds. pocas veces, levéntase mis presto, anda con més * 37 recato, y consolado de Dios muchas ve~ ces, descansa mds seguramente, puirgaso més presto, mucre con mayor confianza, y es remunerado en el cielo més copiosa mente, TA VOLUNTAD DE DIOS ES MUY CLARA EN ESTO, Después de todo esto, baste por raz6n Ia yoluntad de Dios, que quiere que nos Ueguemos al Santisimo Sacramento muy 4 menudo, la cual nos la declaré de mu= chas maneras. El mismo Sefior en la ora~ cién de cada dia (como dice San Cipria~ no) nos manda pedir este divino pan so- bresustancial, para cada dia. Y.como lama pan de cada dfa al. sustento del cuerpo, Jama con el mismo nombre al sustento del alma, para significar ol deseo que tic ne de que se le pidamos. Y por esto dice San Ambrosio: Si es pan cotidiano, gpara qué le recibes después de un afio? Recf- ele cada dia, para quo cada dia te apro- yeche. Lo mismo persuade la materia en que instituy6 este Sacramento, que es pan 38 3 y vino, manjar cotidiano de los hombres, Jos cnales aunque tienen manjares para diversos tiempos y en un tiempo comen carne y en otro pescado; mas el pan y el ino es mantenimiento de cada dia junto con los demds manjares, Ast también aun que el alma tiene varios manjares espiti- tuales con que sustentarse, y la divina Es-_ critura los lama con nombre de pan y_ yino, porque son su ordinario sustento; pero con ms particularidad quiso ¢l Salvador instituir este Sacramento, en real y verda— dera forma de pan y vino, para que se en- tendiese que habfa de ser mantenimiento ordinario y cotidiano. Demés de esto, el fin que tuvo el Salvador instituyendo este divino Sacramento, fué en memoria de sa pasidn, y de los beneficios y mercedes que nos ha hecho. Y pies es muy justo, que cada dfa nos acordemos de lo mucho que padecié por nosotros, y que cada dia le agradezcamos los beneficios que recibi- mos; también sera muy justo ofrecer cada dia este divino sactificio, 6 asistir 4 dl, y participar de este santo Sacramento, para que la memoria sea mAs viva y el agrade- cimiento mas devoto, uniéndonos al que 39 tanto bien nos hace. Todas estas razones se confirman con la costumbre que hubo en la primitiva Iglesia, en tiempo de los ‘Apostoles, que sabian bien la voluntad de Cristo Nuestro Seftor, y gustaban que se cumpliese, y por cumplitla perseveraban en la comunion de cada dia, con tanto provecho que mostraba bien ser de Dios Ja costumbre que tales frutos producta, la cual mand6 guardar Anacleto Papa con graves penas. A lo cual se-afiade que los Santos Padres y Doctores mas insignes de la Iglesia, por cuyas bocas Nuestro Se- fior nos descubre su voluntad, aconsejan (como refiere Santo Tomas) esta frecuencia de comunion y exhortan 4 ella. Yes razon que los hijos reciban los consejos de sus padres, y las costumbres que ellos aproba- ron. Finalmente, ninguna cosa puede ha- cer més acertada el cristiano, que es miem- ro vivo de Cristo y de la Iglesia, que con- formar sus deseos y obras con los de su cabeza y con los de Ia Iglesia cat6lica, por quien él los declara. Y pues ella por el Concilio de Trento dice, que desearfa que Jos ficles en la Misa que oyen, comulga- Sen, no solo espiritualmente, sino sacramen- 40 talmente, para sacar mayor provecho de ella, taz6n es tener este deseo, y ponerle por obra con gran fervor y diligencia. La frecuencia que cada uno debe tener enlos Sacramentos, la’ ha de determinar el confesor docto, discreto y espiritual. Pero en general digo, que ninguno lo di- Tate mds de ocho dias, aunque no sienta en su concioncia pecado grave de que con- fesarse antes. Peto si cayese uno en peca- do grave, entonces no tiene que aguardar mds para arrepentirse de él y confesarse Tuégo. Porque si uno se hinca una espina en la mano, no aguarda 4 que se acabe la semana para sacdrsela. Y si le dan una he- rida, no dira que de alli 4 un mes le trai- gan el citujano. Cudnto menos se ha de suftir tarde el remedio do un tan grande mal como el pecado mortal. Una vela recien apagada, con un soplo se enciende, y 4 sangre fresca se ha de poner el balsa mo, porque la herida afieja con mds difi- cultad se cierra, No se excuse nadie de la frecuencia que hemos dicho, con decir que no tiene disposicion para ella, porque no serd ex~ cusa delante de Dios, el cual no quiere 4n que el que no esta dispuesto deje los Sa- cramentos, sino que se disponga, pues puede, y bien dispuesto los reciba; y no habia de sufrir nna persona tal estado, que no estuviese siempre dispuesta para tan gran bien. 43 DICTAMENES DE ESPiRITU DEL P, JUAN EUSEBIO NIEREMBERG. DE LA LIMPIRZA DE AFECTOS ¥ REGLA DE UA RAZON CON QUE SE HA DE VIVIR. x. La naturaloza del hombre es vivir segim razén, pero engdfianos el afecto, y _ no medimos las cosas por lo justo, sino por el gusto; no por la caridad, sino por Ja inclinaciény amor propio. 2. Siquieres acertar con la raz6n, pre fiere 4 Dios sobre ti mismo, y 4 tu herma~ no por lo menos le iguala «ti. Por una misma balanza has de juzgar tus comodi- dades y las ajenas. No tengas una pes peduetia para dar, y otra grande para re- cibir. 3. Ponte siempre en lugar de tu pré., “Agee 44 jimo, y 4 tw projimo pon en tu lugar, | uando eres injuriado, haz cuenta que ti injuriaste, con eso no to quejards. Y si cuando injuriares, hicieres cuenta que eres injuriado, no quedards ufano, 4. Cuando haces alguna cosa por otro, no te parezca mucho; y cuando la hace otto por ti, no te parezea poco. No conde. nes en cosas ligeras 4 tu hermano; y 4 ti Ro te excuses Iuégo aun en las grandes. 5: No quieras’ en 10s otros justicia so- lamente; y en ti solamente gracia. No te des por ofendido en lo quo te dijeren con. tra tu gusto, ni te des por inocento por lo que ti dijeres, 6. No porquettienes aficion 4 uno pien- S08 ‘due todo 10 que hace esta puesto en 1a26n; “ni porque te enfade otro, pienses que va fuera de camino en enanto hiciere, Algunas cosas buenas tendré ta enemigo, ¥ tu amigo tendré otras malas. No es todo Justo lo que te toca 4 ti, ni todo injusto lo que toca 4 otros, 7, No tengas dos corazones, uno para ti, y otfo para los demés. La razon ha de Ser la rogla de th voluntad, No estimes lag ‘00888 por lo que agrada, sino por lo que 45 e Sureve eNO: Jers ues por la abanena, i ealidad. Pe Nee tier ae ten su comodidad) pues te perdooan que bus aus ‘i a propia, No Meves mal que otto pO ccleae es Yenc ae i tienes quejas justas dec. ease uo otros fasten eantigos y quero se tl eon Dios, como Dios es contigo. Trata dog hombres cn ics be trata, dote mucho, y haciéndote tantos ene Eas Yan fe aah st te eaten Ssh bres como ti tratas 4 Dios, signdole des- agradecido y ofendiéndole tanto. oe eis cee a Sten at) Coady ee dis las cosas, debe susie de todas co paciencia los trabajos que le oe o se queje de ninguna, pues vengan 4 s Criador. MEDIOS PARA EL SOSIEGO Y Paz DEL CORAZON. 1. Resfgnate todo y todas tus cosas en Dios, con pureza do intencién. Ten siempre por sumo consuelo su voluntad y 46 disposition: eterna. Si quisiere que estés en tinieblas 6 en luz,en tribulacion oen | brosperidad, eo angustia 6 en anchurai de ¢orazin, pobre de sus dones, 6 rico de celestiales favores, siente bien de su bon= dad. Las cosas graves y molestas sean Tas que fueren, recthelas con humildad, ¥n0 sdlo con suftimiento, sino con alee gria, de mano de la piedad y providencia Patemal, creyendo que todo lo ordena por tu bien. 2. Lo que gor ningtin orden pnedes Temediar ni corregir en otros, encomién. dalo 4 Dios, esperando con gran paciencia hasta que de otra manera 10 disponga, y convierta el mal en bien. 3. Si no puedes sufrir con alegrfa la injuria y afrenta que te hicieren, 4 1 me- 20S n0 te turbes indiscretamente, Mayores afrentas suftio tu Redentor con gran man- sedumbre por ti. Refrena el fmpetu del &nimo y pon los ojos en Dios, que justa- mente, ysin duda de puro amor, permite que seas afligido, antes que el hombre que te aflige. 4. Mira que hagas antes la voluntad ajona que Ja propia; sujeta facilmente ta » 47 i parecer 4 otros, no teniendo alguna cosa en mds que Ja santa obediencia. : 5. Nunca te ene ct ae ane sprecies 4 nadie; j te Areata de todos; sijetate 4 todos, y oye con paciencia 4 los que te amonestan 6 reprenden, aunque te ie rezca que son menos que ti, tenien ie por mejor conocer humildemente tu cul pa, que excusarte con obstinacién y so- oe Con toda voluntad has de ee ser pequeilito, con cuanta los del a gustan de ser grandes. Desea ser tenido en poco, ¥ no sor estimado, para que pe rezcas mds semejante 4 Cristo y 4 su Ma- irgen Mari Se ee vane ees nadie, ni tampoco temas vanamente des- agradarle. No juzgues ni examines ligera~ mente las obras. 0 ee ajenas, y no te s en cuidados superfiuos. oe : ‘Mucatrate benigno y afable con e dos, Gézate de los bienes ajenos como de Jos propios tuyos, y por los males ajenos Nora. Ama 4 todos con entrafiable cari- 48 dad, no enfadéndote con nadie, por mal molesto que sea, no desesperando de la. salvacion de alguno. 9. Conténtate con pocas cosas: busca las més Ilanas, acord4ndote de la pobreza ~ que tu Dios tuvo por ti, y te encomendé: fi discipulo y El maestro, tt siervo y Es Sefior. Gocese el discipulo cuando imita. al Maestro, y alégrese el siervo cuando si- gue al Sefior, ro. Los. deseos, aunque sean santos, han de ser acomodados al estado y tiem— po de cada-uno. Cuando estas enfermo, ipara qué deseas predicar ni ir 4 los hos: = pitales? Desea tener paciencia y buena condicién, que esto te conviene. Los de- 8e0s desproporcionados hacen perder cl tiempo para otros mas provechosos. tr. El demonio procura que te ccbos ‘con deseds de cosas quo no te pertenecen ni te han de suceder, para que no te em-_ plees en desear lo que te importa y to ha do venir 4 las manos, y descuidado de esto no logres 1a ocasion de merecer. a A, OM Des Ge BIBLIOTECA POPULAR ae CATECISMO GOFRADIA DE LA VELA PERPETUA Wim. 10,

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