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LA AGONIA DEL CRISTIANISMO: UNA LECTURA ANTROPOSOFICA + Joaquin Marban Romin 1. PREFACIO Siempre hay una circunstancia, bajo cuya presién se pone en marcha el proceso fluido del pensar. No de la expresiOn del pensamiento, 0 de la for- mulacin del mismo, que, inevitablemente, se encasilla en los convencions lismos ideacionales del lenguaje; sino el pensamiento como acto vital, cuasi bioligico, cuyos registros traspasan las lindes de la inteligencia tal y'como esta se ha formalizado, topicamente, a lo largo del devenir histérica de la cul- tura occidental. La mania, no més que tpico, de pensar que la inteligencia, tiene una funcién primordial: la ideacién, Con lo que, seseada la realidad en Ia idea, aquélla se nos resuelve en el esqueleto de si misma, y lo que es peor: las urgencias de la vida o del vivir, nos mantiene en el engatio 0 en la defor: macién, Re-formada la realidad en la idea, 0 de-formada, sepin se quiera, la devolvemos al mundo, naturaleza o «Universo en forma de cultura lo que, antropomorfizado en la naturaleza o mundo», le «forzamos» a ser a nuestro ‘mode; violamos en el sentido més fuerte del témino, su ser original que tras- ciende al hombre, o en expresion jasperiana, le abarca 'Mi pensar en el pensar de Unamuno sobre su «agonia», la suya, en el cris- tianismo, 0 la «agonia» del cristianismo en él2, se desencadend a partir de una eircunstancia que puede parecer trivial, sin importancia. Lo trivial: he () UNAMUNO, Miguel de, La agonia del Cristianismo, Aguilar, Madrid, 1951, 1. (2) Chr ibid, p 946, n ‘aqui un término que, por la pirueta semiintica del sentido figurado expresa la frivolizacién de un acontecimiento. Sin importancia: (para quién? , ‘4Y desputs de esto, épara qué todo? De nuevo la idea de la soledad devo- rrindose a si misma hasta que e! hombre Unamuno se queda sin ideas. A so- las con su vida, que se afirma como ereencia en si mismo, el problema de la finalidad adquiere acentos de ultimidad. La vacuidad de las cosas no vacia de esperanza un vivir que se apuntala en si mismo sobre el cimiento de la Hu- ‘manidad de los otros hombres. El sentido de la vida no es «min sentido, es sanuestro» sentido. Solo asi se aquiets la voz del que pregunta: {Para qué? O Ta de quien se la da. (Texto 4). El encuentro en autodiilogo agénico: he aqui el camino, ide la Verdad? (Texto 5). Introduccion El otro es mi réplica. No hay solitarios. Slo hay soledad, Y la vida no es cotra cosa que esfuerzo por quebrantarla, La vida es la tensién del hombre 0 el hombre es la tensin de vivir para afirmarse, como individuo, en la Huma: nidad sin anonadarse en ella. La sintonia de lo individual y lo universal, de lo que aguel es la raiz, y que Unamuno percibe, siete, como pugna, en el cristianismo. En el cristiano mis bien; en el hombre concreto cuyo destino ccarece de sentido al margen del destino comiin. (Texto 6). Ser hombre, que significa ser parte de un todo, como un arbol o una piedra, es, ademis, la toma de posesiéa de su partcularidad: es la necesidad que se dramatiza en el ‘azar; es el drama del elegr-se como excepeién en el Kosmos. (Texto 7), Pobre libertad la del Estoico que quiere lo que quiere el Universo. (No seri mis bien lo contrario? (No consistiri la libertad en que el Universo 4quiera lo que yo quiero? No estard su raiz en un acto de voluntad rebelde? {No sera la libertad, esencia de la tensin del hombre, el fruto del gran peca- do original? ‘Acaso el hombre esté condenado a ser libre, como queria Sartre. Acaso sea la libertad el nico recurso para redimirse, como intuia Camus. Es el caso que el hombre, desnudo frente a si mismo, libre frente a las infinitas po- sibilidades efectuables de si se afirma o se niega en la generacin de su pro- pio destino. ¥ frente a él todo lo demds se supedita, (Texto 8). (Se supedita? £0 es que la vida, para ser vida, intenta supeditarlo? Porque la vida es cami- rng, Lo Otro es la Verdad, ZY si la Verdad, cosa comin, me enajenara y, no fobstante, sin ella misalvacién, mi afirmacién, mi personalizacién, mi huma- 5) BUBER, M. Qué es ef hombre’ F.C, Econdmica, México, 1973, p. 145, 84 nizacién, no fuera posible? iQueé cultura la del hombre, qué conflicto césmi- <0, el de dos amores igualmente imperativos: el amor a'si mismo y el amor a la Verdad (Texto 9. No me queda més que la remisién a mi mismo (Texto 10) para, desde aqui, como si yo fuera absoluto, libremente, determinar mi propio fin, mi propia finalidad, el sentido de mi vida que emerge en el acto mismo de vivir- ‘me (Texto 11) como persona, es decir, como resonancia que se ha convertido cen vor. Siempre el yo y su existencia de justificacion: el budismo Hinayana lo niiega, lo des-afirma; el cristianismo judaizante lo afirma, lo des-niega. Pero ambos pretenden salvarlo,iQué ficil seria si cl yo fuera sélo alma! (Tex- to 12) iQue razén tendria Platén! iY el neoplatonismo! ¥ la mitad del evan- gelio de'S. Juan HL La agonia YY aqui es la agonia porque entee la vivencia que es libertad y la razén que es necesidad; entre la fe que es posicin y el absurdo que es exclusion, el he- cho de la muerte deja de ser tal para convertise en problema de Ia vida. Por- aque la vida es necesidad pura y simple de perpetuarse en ese «Porvenir irrea- Tizable de la eternidad (Texto 13). Como Unamuno mismo dice. ‘Cuando por los afios cuarenta, los ingenuos padres predicadores, misione- 0s en un pais oficialmente no de misién, nos cantaban aquello de: «el diablo a la oreja te esti diciendo: deja misa y rosario, sigue durmiendon; ellos, que uerian prevenirnos de la tentaciOn, estaban muy lejos de saber que, al li bramos de la tentacién de lo razonable, nos ponian frente a la tentacion del imposible ‘Absurdo es preguntarse por el contenido de la inmortalidad. Qué es? La pregunta no tiene sentido para la razén; lo cobra como imposici6n vital. Es Ja vida, consciente de si misma, la que no acepta. Entre la impersonalidad de Brahama, el yo anegado y con-fundido: e] cuasi no ser nirvénico y la pleni- tud personal cristina, apenas hay diferencias de matiz cultural. (Texto 14) Pero la vida busca Salida, pues, sintiéndose ser, se rebela ante la nadifica- cidn de si misma; que no otra cosa es el regreso al «no ser todavia» o la in- mersin en el «no ser yay. (Texto 15) ‘Siempre frente a la gran incdgnita: la finalidad. Y cuando al hombre se le cierran Jos caminos de la razén, ensuefa, espera, poetiza, (Texto 16), crea su propio destino y con temeridad se compromete con fo imposible. La tensién agénica por efectuar lo imposible hace de la vida del hombre una realidad lanzada hacia mas alla de sus limites. (Texto 17). ¥ el ser humano, por la li cidez de si mismo, es, ademas, este lanzamiento. Este esfuerzo por definir, vi ‘viendo, lo indefinible; por hablar de lo inefable. (Texto 18), 85 TIL Qué es el cristianismo? Estando contenidos en el Todo, no es posible definirlo como continent No hay perspectiva, La definicion es una necesidad de la mente para lo cual se necesita contemplar a distancia, Pero no se trata de esto. Se trata de que el Mundo, el universo mismo, que es en mi, se convierte en cuestionable, se me ‘convierie en una cuestién, acaso en una incdgnita que he de despejar si quie- ro despejarme. Yo mismo, el hombre mismo es el que se cuestiona en ei Mundo, en dilogo con él, es decir, en autodidlogo. Pues «lo otro que yo» s6lo es definible en cuanto que se define en mi, Pero Ia aclaracion de esta dlisputa se convierte en una busqueda, del ser en mi; o de mi en el ser. (Qué mas da? A lo primero lo llamamos ciencia: a lo segundo, religién. Ya que ‘buscar el ser en si mismo es la misma tonteria que buscar el mi mismo en mi (Texto 19), La cuestin es siempre la misma: (Se conoce al mundo reflexiva mente, abjetivamente, © se le conoce engendrativamente? No quiero decir que al conocer se genere al mundo; si quiero decir que se le regenera. Vuelve ‘8 ser engendrado. Aqui esti la diferencia entre antropologia y antroposofia En a primera se contempla al otro hombre en cuanto otto, definido y petrifi- cado, En la segunda, e otro, 0 todo lo otro, resucia, vuelve a surgir en un yo ue lo asume y lo hace vida. Por aqui le entra el sentido al Mundo. El cono- cer no sélo satsface la curiosidad. Introduce en e! Mundo la dindmiea de la salvacién. (Texto 20). Y es que ese conocimiento, sintonia, acompasamiento de vida y no vida, introduce en la estructura de la piedra los pulsos de un cie- lo presentido. «Piedra y Cielo» llamé Juan Ramén Jiménez a uno de sus li bros de poemas. iQue esto es cosa de poetas? Y de misticos, y de neoplaténi: cos, La sabiduria siempre ha sido el esfuerzo por revivir, en el Universo, las esperanzas desesperadas de la vida humana, En ese conocimiento, que es compenetracion de entraias, como Unamuno dice, el conociente se hace el conocido, (Texto 21). Y esto es la Iluminacién. I= Verbo y letra Gran palabra esta de la Iluminacién. ¥ torpe resuello el de su contenido fen una cultura de la Razén, de la Raz6n razonante y de la Raz6n razonada. Contenido que no se deja aprisionar en el concepto sin violencia. Porque la tuminacién es un estado del hombre que llega, no del hombre que busca; no 5 un proceso de conocimiento, es un estado alcanzado de sabiduria, Una, quizas, de las mas torpes interpretaciones historicas de la lumina- cién, es la que ha padecido Agustin de Tagaste. Cuando se habla de lluminis- ‘mo, de «teoria iluminista del conocimienton, se raya en la parodia. Se le so- ‘mete a las categorias de la Gnoseologia, ciencia al fin y al cabo, conocimien- to conceptuante de si mismo, olvidando que el de Tagaste nada queria cono- 36 cer de su conocer. «Yo deseo saber a Dios y al almay. 1, «Scire cupiow, Un deseo de saber © un saber de deseo, Un sentimiento, al fin y al cabo, de pose= sidn. No una curiosidad a satisfacer. Dios poseyendo el alma o el alma po- seyendo a Dios. {Qué mis da? El espiritu poseyendose a si mismo mas allé © mas acé de la letra mortal. De la letra que mata porque ata. Mas alld o més ci: en el espritu que vivifica porque libera. Y eso a pesar de que S. Agustin, era hombre de libro, de escritura, como Unamuno. De nuevo el tema de la libertad, fa autovivencia de ser libre. que se derrama por las portillas abiertas del verbo, de la palabra, respiradero del alma (Texto 22) en el espritu de to- dos: tradicién oral que sobrevuela el caos de los eventos historicos inspirando cn cada alma su aliento creador de tradicion. «Y el aliento de Dios se cernia sobre la faz de las aguas» 7. El Espiritu de Dios, taducen otros. éQué mis, dla? Es la vida ordenando, dirigiendo, finalizando, vivificando la letra muerta, del Kaos, GY puede el Kaos hecho Kosmos, viviicado por la vida, por el Es- piritu, renunciar ala necesidad de liberacién entreverada en sus esiructuras? El hombre vivo. y que se sabe vivigndo-se, no renuncia a su vivir, es de- cir, a vivificar In vida. No su vida, sino la Vida; aquello en lo que la propia vida se perpevia, ¥ esto, que es el aliento de Dios vivificando las aguas, es la Pero la ereacién del hombre es Ia historia. Esa historia que es «mi espiri- tw» porque es el «Espiritu en mi». Porque es mi espiritu que se universaiza y que me trasciende, que me vincula y me hace mi trascendencia, Por lo ‘cual, hasta mi propio cuerpo, lo tinico que es verdaderamente mio, lo verda-

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