Você está na página 1de 9
Bereta act ete CUADERNOS DE i MARCHA EPOCA, ANOIV, NUMERO 94 AGOSTO 1986 Director fundador CARLOS QUIJANO ‘CONSEJO EDITORIAL Arturo Ardao, Fernando Fajnzylber (Chile), Héctor Massa, Juan Carlos Onetti, Omar Progo,Teresa Quipano, ‘Augusto Roa Bastos, Jaime Ros (México) Jacobs (Argentit Jaime Estévez (Chile) Adolfo Gilly, Eduardo Milén, Juan Carlos Pld (México), ‘Maluza Stein (BrasiD REDAGTORA RESPONSABLE: Maria de las Mercodes. Quijano Cay Siayaqut G85 piso 9 PORTADA Ombé COMPOSICION POR COMPUTADORA ‘Y PROCESO LASER REDACCION: Taian” Eevee MicerTreoues, vu onbney ees som cen stl ox ltr ee ot nb ease, te See rauutieeteuane onesie event one ee oe Fea rneeavaey Sarena eres Ministerio de Economiay Finanzas 63,908, |-2.43s Pataca delrelcabia Depeetto egal 205.067/86 Recuerdos de Julio Oscar Bruschera EI mayor homenaje que a Jullo puede hacerse es el de recordar su obra, su trabajo ‘sin pausas nl renuncios, callado y modesto, slempre realizado con el noble objetivo de servir, de promover -el meforamiento, la- eapacitacion del hombre, del hombre nuestroque es la mayor riqueza que tenemos y la tinica que la ajena codicia no puede arrebatarnos. ‘Quiero contarles algo de Julio Castro et compaitero de las lides periodisticas de MARCHA, el camarada en tantas luchas por ideales comunes, el ser humano en fin que tuve el privileglo de conocer y tratar en la ya IeJana juventud, conocimtentoy trato que se ‘mantuvo cuando ambos atravesabamos los afios de la madurez e ingresamos a la edad provecta, y que los designios inescrutables Bola parca, bifures. ¥ me propongo hacerlo acudiendo a un riguisimo anecdotario que enclerra en su aparente pequenez, el sentido del humor, ta picaresca tan espatiola, la generosidad, la increible facilidad ‘de comunicacién con Ja gente, de encontrar amigos a la vera de cada ruta, la limpla nobleza de sus sentimientos, el firmisimo arralgo de sus convicciones, Ia callada Bes esate gue sc ope clalmente para Cuadernos de Marcha: escu- drinan_una faceta ‘no por conoclda poco Importante de Jullo Castro, en visperas del fonceno afio de su desaparic:sn. No he querido rememorar al Jullo argonauta de ‘América a la que como potos conocia por haberla clento de veces recorrido hasta en ‘sus mas reconditos parajes, no paraembele- sarse con el espectculo de sus bosques, sus, montafias y sus rios, dé los vestigios de sus antiquisimas culturas ‘con elesplendor algo postizo de las riuevas cludades que los espafioles o sus descendientes criollos evan- tarony que luego abrieron sus brazos al alud inmigratorio de multiples procedencias, aunque algunas -las mAs bellas- conser” varon la impronta de la hispana planta, sino para comulgar Gon sus gentes desharra- Padas, sufridas, esquilmadas, para convivir con comunidades indlas o mestizas, para conocer sus angustias, desvelos y esperan- zasy transmiliries el pequefio bélaamode un saber comprometido y respetuoso. Hay que publicar en tin pequeno volumen (chiquito y poreso barato) las notasy crénicas de Castro sobre Pert, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Colombia, América Central, México, sobre América hispanoparlante toda. Es un desafio yam compromiso para Cuadernos. Si yalosé ‘ay un cuaderno, pero es insuficiente. ‘Tampoco me propongo recordar all edu- cador qué otros més saplentes que yo han, con solvencia, rescatado del ingrato olvido con que los pueblos (sin proponérselo, acaso sin culpa, la culpa es de sus conciudadanos cultos) sepultan a sus hijos més preclaros, Por ous esfuerzos casi anénimos, cotidianos Y¥ Por eso ms valederos.! parece oportuno mericionar el Ubro que Banda Orehal publics en 1867, Jule Gast edueatot ‘de pueblos, con trabajos de macstros, Sus colegas, Miguel Soier Rocca (La contribucién de Julio ‘Castro a la lucha contra el analfabetismo), Abner Prada Uullo Castro y Ia edueacion rural), Ubaido Rodriguez Varela (Jullo Castro, pertodiata de Ia educacién) -y Yolanda Vallarino, (Vieja y nueva feducacién. #1 banco ito y Ia mesa colectiva). Lo recuerdo con la esperanza de incitar eu lectura. ; — CUADERNOSDE MARCHA 3 sear Bruschera modestia con que hacta lo que en cada caso, debia hacerse. Me parece increible que Siguién pudiera asesinar a Jul, tan noble era su apostura, tan senciloy liano su trato, tan respetuoso para con los demés, ast fue- ran gus enemigos. Algosemejantealoqueme pasa con Michelini, al que quizas por razones Ge edad (cra dos afios menor que yo), de conocimiento y fraterna amistad desde la misma adolescencla, tal vez conocia mejor. Parecia imposible que un ser humano que alguna vez hublera cruzado su mirada con Sus ojos claros, pudiera planificar el asesi- nato de Zelmar. Y sin embargo, fue asi. Porque elasesinatode Zelmar fue planificado comounaoperaciondealtaestrategia, donde pho oe omitio fa sucia mantobra de tratar de ‘ensuclario en el mismo momento en que lo mataban. Claro elsupuestoes erréneo: esta amos refiriéndonos a hombres, no a bes- ‘las. Aunque objetivamente Ia responsabili- dad noes diferente. es igual: las clreunstan- las fueron distintas. A Zelmar programaron ‘asesinarlo; a Julio no lo mataron, se les muri, porque viejoy enfermo, no pudo resis- Urla teenica de los *habiles interrogatorios”. ‘¥ despues, para quel paralelismo continde, hhubo que urdir la farsa ya desbaratada, de que Jullo ee habia ido, habla hutdo, cuando Yano era posible ocultar que estaba muerto. ‘Les recuerdo en_ primer lugar, una anécdota que narra Alfaro con eu proverbial Gracejo, rememorando sus cultas de admi- Bistrador de MARCHA. Quijano se negaba a ‘umentar el precio del semanarioy resistiala evidencla que Alfaro le mostraba (hasta con nuimeros) de que no se podia seguir con el precio vieloante el incesanle aumento de los Eostos (ya por entonces el contralor de la {nflacién no era sino una mds de las milliples. paparruchas en boga). Invocaba tna alarmante opinién de Batlle segan la cual: “La prensa deberia ser gratulta (yo ‘sudaba) o poco menos (menos mal). No todos ‘pueden costearla (aseguraba don Pepe) pero Geberian leerla todos”. Jullo Castro venta en mi ayuda “No macaniés que vos no sos batllista” (Navegar es necesario). ‘Jullo mismo narra en MARCHA en la edicién de su vigésimo aniversario, los origenes de Ja imprenta propia. Fue en la ‘Semana Santa de 1941 en Sopas. en una estancia que Solano Rios y Timote Peiia tenfan en los aledafos de ‘la Cuchilla de Haedo. En una noche estrellada y mientras crepitaba el asador, Quijano le dice a Castro:"Ahora cuando volvamos a Montevi- ‘deo tenemos que resolver el asunto de la imprenta propia. MARCHA no puede aguan- tar mas esa situaclon. Ademds con una imprenta podemos hacer tna labor editorial importante’. Allien el campo, bajoaquel cielo estrellado “sonar no costaba nada". Castro fesponde: “Mira yo tengo que cobrar mil [pesos de un concurso de pedagogia, que gané El afio pasado. Si pueden ayudar para algo Ghiestin™. “Quijano . Irazoqul y Sosa se las arreglaron para comprar una linotipo a Gredito y yo pude comprar -al contado- una maquina plana que Rodolfo Canabal tentaen Rivera, sin objetoya, después de haber desa- parecido el diario que enella imprimian”. “La Fnotipe, sigue Castro, todavia est@. La im- presora, que habla pertenecido en el siglo Pasado al Ferrocarril del Oeste Argentino. fraba 400 eJemplares por hora y hacia un ruldo tan Infernal que en la imprenta y aun ‘en el barrio, se la conocié muy pronto por la rompepledras™ ‘Vean la generosidad de Jullo, Pone @ disposicion ef magro fruto de su trabajo. Mil pesos que aclara, entre descuentes. pitos y flautas. se redujeron a 900, Hace cuarenta hos, entonces con los novecientos pesos se podia comprar una maquina plana que Gransformados en nuevos pesos son 0.90. ‘En la (ercera ful espectador y cuast victima. Viajabamos con Jullo con destino a Rocha donde habia no me acuerdo bien, qué ‘acto ant!-Impertalista, Ibamos en ferrocarril én el para la época, raudo motocar que parabs en todas las estaciones y en todas hacia inlerminables pausas, Como Julio tenia amigos en todas partes, las aprovecha- ba para fealizar encuentros en el andén, gencraimente omancados pot ‘el maestro al, Dicen los franceses que para encontrar el aceritjo de enigmaticos Jeroglificos es pre- tise chercher la femme. Para pesquisar el {Unerario de Jullo era necesatto ehercher le maitre o la maitresse. Yo sufria con la post: Dilidad de que el motocar partiera y Jullo se quedara, En San Carlos mi aprehension se hizo realidad. El tren se fue y Jullo se qued6. Cuando ilegué a Rocha, los amigos me inte- srogaron expectantes: {No Iba a venir Cas- tro? -Conmigo venia, pero lo perdi en San Carlos. No se preocupen, faltan unas cua tas horas para el acto y espero que llega explique nada convencido. En efecto {ripulando un inverosimil Ford a bigotes. Terminado cl acto nos reunimos en el come- dor del hotel, cuyo horario los amigos de la estefa ciudad, habian gestionado y con- Seyuido prorrogar hasta horas intempestl yas. Julio volvi6 a desaparecer. Al rato rea- pareei6 con la cocinera a la que habia ido a felicitar por el espléndido pollo guisacto que yaLiamninighnaeel mien ee eel AGOSTO 1988 4 nog habla offecido. La mujer, a pesar de las molestias de nuestra insélita reunion y de la ongacion de suhorariode aging, rotors. prol ba de felicidad por los cumplidos de Julio a su culinaria obra. Asf sabia Julio llegar a la gente. YY va Ja cuarta para terminar que toda cosasiesbuena, doblemente oes sies breve. Era en los tiempos de Ja Agrupacién Nacio- nallsta Demécrata-Social. Aunque muy pe- cullares, nosotros nos proclamabamos y nos sentiames blancos. Nunca quiso Quijano darle color partidista a Ia prédica y orlen- tacién del semanario, Otro, mas ambicioso y mAs certero éra su objetivo. Yo que era o me creia algo leido en historia y que estaba deslumbrado por el libro de Pivel Devoto sobre Jos partidos tradictonales que recomponia todo el siglo XIX uruguayo, ‘sentia aflojar mi blanguismo ante la figura y Ia obra de Battle, el don Pepe que se habia ido ‘en 1929, tenia frecuentes encontronazos con Maneco Flores que escribia también en MARCHA con general beneplacito. No me molestaba que se proclamara batliista; pero si me erizaba que dijera:-Yo soy battlista, ‘i AG pero sobre todo sey colorado. y mas atin que Adicionara disculpas y exaltaciones para st. ‘ancestro el general Venancio Flores contra el ‘cual mis rechazos eran cas! viscerales. En tuna de estas escaramuzas, tercié Julio para decirme: -No embromes que tu eres un blanco baillista. No medi en un primer ‘momento la profundidad de la observacién. Debleron pasar muchos aftos, los que trans- ‘currleron hasta el nacimfento del Frente ‘Amplio, para. saber que la definicién era exacta. Aparte de la profunda sintesis historia que ese fendmeno politico pretendia y de Ia exacta traduccion naclonal de la propuesta que hacia, para decirlo con ajenas palabras, en mi caso personal, mt entendimtento global de Ia historia nacional alo largo de (oda su oscllante trayectoria, era Yes proplamente la de un blanco batllista a Tague se le adiciona una proyeccion y un enfoque soclalista como para que Wilson Ferreira un dia en la Asamblea General, en. una de aquellas sesiones previas al golpe donde todo se discutia y todo se terminara exclamando:-A este hombs entiendo. etapa superada, no sélo implica desconoc!- mlento de valores reales, sino, ademés, un In- Justo olvido de lo que constituye la fundamen- ‘tacion de las postetones actuales, que nada tle- ‘nen, por clerto, de definttivas”. » En cuanto ala Reforma, verdadera revolucton dela mentalidady la cultura nacionales, cons- tituy6 un solo largo periocio de varias décadas. no obstante haberse imltado a s6lo tres aos la aceln oficial de José Pedro Varela. Pero un. periodo internamente subdividide en varias etapas. Conformea los desarrollos del autor — y slempre en Jo que tlene que ver antes con las Jdeas que con las practicas pedagégicas— se- ria posible establecer cuatro, susceptbles ca- da una de nuevas subdivisiones en estudios més detallados: 1) de 1868, afio de regreso de ‘Varela al pais e inmediata creacién de la Socle- dad de Amigos de la Educacién Popular, has- ta 1876, afio de iniclacion institucional de la Reforma; 2) de 1876 a 1879, afto de la muerte de Varela: 3) de 1879 a 1883, afio del trasiado definitive a la Argentina de Francisco Antonio Berra, influyente doctrinario pedagégico de la Epoca: 4) de 1883 a 1903, afo tomado conven- clonalmente — por lo que ya se veré— como el de crisis del que habia sido hasta entonces ef pensamiento educacional predominante. Del punto de vista estrictamente tedrico, es de advertirse que no hubo nunca uniformidad en Jos impulsores del movimfento reformista, sin hablar ahora de Jas personales evoliiciones de cada uno en el correr de los aftos, empezando por et propio Varela. No la hubo en a inaugu- ralelapa programética anteriora 1876; menos la hubo cuando a partir de ese afiola Reforma se ptiso en efecucion en todo el pais. Eso no obstante, un momento hubo en que sobre dl- versas discrepanclas que siguleron operando, tuna cGpula doctrinaria comin se establec de la educacién como clencia. En 1883, €] - cido Carlos Maria de Pena apuntaba las fuen- tes internacionales y epocales de aquel hecho, dela siguiente manera: “El cardcter clentifico de la pedagogia no data ‘de mucho tlempo. No hace muchos ahosquese oye hablar dela otencia de Ia educactén, Pue- de decirse, cuando menos, que desde la apari- clon del darwintsmo los estudios pedagogicos han tomado otro giro, en armonia con la revo- Tucién operada en Ias clencias biolégicas. El mundoorgénlcoy elinorganicoaparecen como creados de nuevo a través de las luces vivisi- mas que arrojan las clencias en los ultimos 30 aftos. Se necesita llegar a los Mlosofos contem- pordneos para encontrar los estudios frag- mentarios que constituyen el cuerpo de la clencla de la ensefianza, ode la cfencia de la ‘educacién comola ha llamadoel flésofo inglés Alejandro Bain”. En lonactonal, la propla concepcién cientifica dela educacién, cuya primera presentacion en elpais le tocé hacer a Varela, pesea todolo que tuvo de comtin denominador no fue interpre- tada por todos de la misma manera, Es lo que Ie hace escribir a Jullo: “Sin embargo, puede distingulrse entre los cientificos dos corrientes —aveces paralelas~- queen laperspectiva his- t6rlea toman caracteres particulares: una ortentada por el criterio de José Pedro Varela: Ia otra por el Dr. Franciso A. Berra. Ambas te- nian muchos puntos comunes; pero fue bien notable la diferencia que las separd". * Elgran puntocoman, aparte de las ya tradiclo- nales orlentaciones de la educactén popular, en tanto que democratica, obligatoria, laica y AGOSTO 1987 fa ito ue pi SSP sist & “En los veinte afios postertores a la muerte del inelador del movimiento reformista, las dos corrientes de pensamientoen pugnaen la€po- cade la Reforma fueron fundiéndosey neutra- |zandose. (...) Pero s1 él racionalismo puro del Dr. Berra no pudo mantenerse, quedaron por Jomenos sus ‘leyes’, que tendian a geometrizar In ensefianza. Qued6 también Ia herencla de suespiritu en todo lo quees dificllmente trans- formable en las escuclas: horarios, métodos, disciplina, ete.” » gratulta, Jo constituia el entonces novedoso cardcter clentificede la educacién. La gran dl- ferencla, a su vez, residia en la dosificacién de teorfa y practica en la aplicacién de la que se consideraba metodologia clentiica. Mientras Berra, colocado desde 1877 al frente de la do- cenclanormalista, acentuaba desde la cAtedra los aspectos tebricos, urgido Varela por la apremlante realidadde la escuela uruguayade laépoca, en la capital y enel interior, eraen los aspectos précticos que ponia el acento, Con todo: “A través de estos veinte aftos el sistema de Be- rra fue sufriendo la revisién que impuse el pro- cesode finde siglo: el clentificismode Bainy de ‘Spencer, la practica educacional organizada, Ja slempre tenaz influencia del empirismo, a los que scafiadi6la inictal dificultaddesuapli- cacién. Por eso, cuando un estilete de aguda critica tnicié el anélisis del sistema, éste. no pudiendo subsistir, se derrumbs. Esta obra ‘exitlea la ealiz6 el Dr. Carlos Vaz Ferreira, en- tonces mlembro de la Direccion General de |. Primaria’. La fecha y el hecho merecen ser precisados: “En el afio 1903 esta Direccién Inield la publi- cacton de “Anales”, y desde el primer mimeo, ‘Vaz Ferreira publicé una serie de trabajos ten- dientes a romper el dogmatismo pedagégico y Ja sistematizacion tmpuestos por Berra, Sus trabajos tuvieron pleno éxito, no sélo por la Umpldez eritica con que habian side logrades, sino porque habia en ellos un aspecto cons- tructive de stimo interés". Comenta Julio: “Es fundamental hacer la distincion entre es- tas dos corrientes, porque de ellas va a surgir el riterio pedagogico posterior. Es difill sinla totalidad de los datos y a pocos afios, relativa- mente, de los hechos, hacer una‘ Interpreta- clon de ese interesante proceso, donde ae en- cuentra la raiz de muchas manifestaciones ae- tuales. Sin embargo, los elementos de que dis- Ponemos nos permiten arribar a una concht- sién que desde ya puede adelantarse: st en Io ractico triunf6 Varela al llevar adelante una ‘obra que parecia imposible, en Jo doctrinario. —clentifico, como se decia entonces— tuvo mayor influencia Berra’. Imposible internarnos aqui en todos los aspec- tos de la cuestion. Alguna vez hemos incursio- nado en ella persiguiendo el proceso de las ‘ideas floséficas en el Uruguay, nosin aprove- char en forma expresa algunos pasajes del I- bro deJulio, con quien tan entrafiable contac- to intelectual y humano tuviéramos desde 1931, cuandoloconocléramos, hasta elafoen ‘que nos fue arrebatado. ‘Nos interesa s6lo destacar un puntoque resul- ta central con relacion al tema de dicho libro: “Entre los aportes de Berra — se dice alli que tuvieron més perdurabilldad, se encuentran ‘algunos elementos propios de la pedagogia in- telectualista que él preconlz6, Uno de ellos es el tpo de disciplina 0 ‘goblerno de la escuela’. Para Berra, el maestro era todo en laensefian- za. El nifio era un clego conducido por un laza- rillo viejo y experlente" Significa tanto como decir que la pedagogia de Berra vino a repre- sentar en el pais una manifestacién arquetip!- ca de Ja Uamada pedagogia tradicional o vieja ‘educacién. La anterior a la “revolucién coper- nicana” de que hablara Dewey. Ariadia Jullo: ‘Sin perjuicio de la persistencia real de muchas racticas y concepctones dectmonénteas, fir- memente arraigadas, debe considerarse aquel afio 1903 —afiode la fundacién de los “Anales” y de la formal iniciactén de Vaz Ferreira como pedagogo teérico— el de la clausura. en lodoc- trinario, del gran periodo de fa Reforma, para dar pasoal queJulio llama “El periodo delacri- tica", Su mayor intérprete fue, por supuesto, Vaz Ferreira. Hablar de ese perfodo es hablar, ante todo, del autor de los clasicos Estudios edagigicos, y Jullo no dejade hacerlo, dentro de los limites de su tarea, A clerta altura apunta: “Después del perfodo CUADERNOS DE MARCHA, 5. sazferretrianodecitca, lapedagogta nacionall JAY plop aos siguientes, en la conturba- feyo en una general despreocupacién Por 1s cteinas de Fenovacién". Hubo un momento Sieigue parecio no ser ast, pero fue s6lo une oe ancl: Maso mencealesciezanosde nt) 60% internacional, aa publicacion de los “Anales", empieza {ure Ny ‘camulo de condicionantes extraes claras la Fo una crecients preocupaclon por los} colares, ‘desde Ios econémicos a Jos politicos Sota secuela de las alteraciones de Is paz aimammientos pedagogicos del exterior” AIG movimeatros fueron comisionados a Europa. hast Ja guerra mundial misma. mrentuelasmo “choc, a su regreso, con Pero sierencla ambiente, o por lo menos en] Hare, a nuestro pais respecta, estima Ju: tcontré una minima resonancla™ * Ta que hubo “un evidente distocamiento ent : [delly experiencia: Ia nueva educacton gar, : a situacion tba a experimentar un brusco] sit “Uincultad, adeptos: pero pocos fueron los a en ia tercera decada del siglo. Bs con} maces Gee ‘afrontaron sus problemas en él cambio retraso que la polemica internaciona) sane rp de las realizaciones".» Analiza cl fen: tet en manifestaciones distintas.repariides {lege al pals. Pero el expansive movirien’9 1%) re tudes ambientes — por lo menos en un sector ‘educacional— en las que se condensa la orfen- tacion programatica, tanto del gran pedagogo que estaba surgiendo, comode la mueva época ‘que entonces se abria. Por todo lo que enclerra de testimonto en su blografia intelectual, a la vez que existenclal, mucho importa su repro- duccién en todos sus términos. La verdad es que, blen mirado, se trata de un fragmentoau- toblogréfico: “Hay actualmente algunos sintomas de orien- tacién que seria injusto no destacar. No modi- fican el panorama desde el punto de vista de la discusién general motivo de este trabajo, pero si tienen caracteristicas propias, que pueden seftalarse con clerta precisién. *Se tratade un retorno a lonacional. Pareceria que después de haber agotado las postbilida- des delexterfor, se vuelve a mirar hacia el pais buscando desentrafiar sus problemas, a fin de lograr a éstos adecuadas soluciones. ¥ en verdad, hay algo de a actitud de Varela en esto de querer afincar en la realidad nacional. “Desde el punto de vista pedagogico se traba- Ja con bastante intensidad en experiencias pproplas. Se busca en la escuela, en el trabajo dela clase, la investigacion que serviré de fun- CUADERNOS DE MARCHA damentoa la labor escolar. Luego se rectifican rumbos y se dan nuevas orientaciones, Puede haber ~y habré seguramente— errores, pero no se puede negar que hay una honradez prl- marlaen el trabajo asi realizado: yeso, soloeso yaes mucho. “Porque no es con sistematizaciones deslum- brantes que se realiza escuela. Ya hay bastan- te literatura acumulada sin otro valor que el l- terario, cuando lo tiene. Momentos, pues, de realizar desde abajo, buscando caminos y ha- ando, en la préetica, las soluciones. Esto, en sentido estrlcto, es mas clentifico que mucha de fa ‘clencia’ pedagégica que ha empapelado {iltimamente al mundo”. Acontinuacién inmediata, un parrafo que tle- ne hoy el valor histérico de destacar una na- lente nota de aquel momento pedagogico, lla- mada a acentuarse bajo maltiples formas po- sltivas en las décadas que siguleron. La regis tra con la lucidez y el equilibrio habituales de ‘su Inteligencia: “otra caracteristica es clerto ‘renacimiento va~ reliano’ que se manifiesta en muchos aspectos del presente escolar. Entendemos que es ésta, por su valor tradicional, una tendencia fecun- da. Sin embargo, cabe sefialar que hay que cul- darse de no convertirla en un salto atras que nos lleve a formulas educacionales ya supera- das. La revaloracién dela Reforma viene muy oportuna en el presente por miltiples razones: pero no hay que olvidar que de Varela nos se- Para mas de medio siglo de progreso y evolu- eign" ¥ como punto final de aquel capitulo de “bas- queda de nuevos rumbos", una critica que content, porsi misma, una nueva fundamen- tal orlentacién programatica, destinada a ser decisiva en el pensamlento ylaactividad del o- vven educador: “No podemos, por ultimo, silenctar una critica que alcanza @ la orlentacién de Ia ensenanza general. A pesar de que las autoridades han afrontado algunos problemas sociales y espe- clalmenteeconomicos — como los dealimenta- cl6n, ropa y calzado— se nota una gran frial- dad por las précticas escolares que no sean n- telectuales; se buscan soluciones para mejo- rar métodos y lograr mayores rendimfentos, pero se nota una general indiferencia por las a actividades de orden social, manual, etc..¥ ne Geel caso de volver a la escuela verbalista ¢ In- felectualista de la que atin no hemos salido, precisamente por el camino que hemos elegido para liberamnos de ellas”. 6 D este 1065 pero de tena’ desde 1903, el perfodo “critico: desde 1925, el periodo de la “Nueva Educacién". Con el cons- Gente convencionalismo de las fechas precisa fen procesos hist6ricos de esta naturaleza, tal erala periodizacion mayor que hacia Julio, con. fases diversas para cada periodo, enJamarcha segullda por las ideas pedagogicas en el pais — enmateriaescolar— hasta 1941, ahodeclabo- raclon de su libro publicado en 1942. Investigaciones detenidas por parte de estut- diosos espectallzados, ajustaran oreajustaran (508 ctiterios historlograficos, por un lado: por otro, proseguiran a su hora la determinacion del proceso posterior, a esta altura ya de cast Snedio siglo, en el que papel tan relevante le to- Cara al autor de aquel libro. Dicho sea sin olvi- do de tantos fundamentales aportes concu- rrentes, en lo personal y en lo colectivo, de to- da ou generacion ast como de generaciones an- terlores y posteriores a la suya. De las caracteristicas generales de dicho pe- riodo, asi como del mencionado relevante pa- peldeJullo, constituye desde ya un esclarece- Gor anticipo la arriba citada obrade Miguel So- ler Roca, Uruguay. Andttsis crittco de los pro- ‘escolares de 1949, 1957 y 1979.De su Solo titulo se desprende una Inevitable forma Ge periodizactén, con el desenlace tragico dela Gictadura militar. Victima Julio de ésta, no lo fue menos la Escuela misma, como, por lo de~ ‘més, la totalidad de la ensefianza pablica. Pro- fundamente le dolié esto tiltimo, punto para él més sensible que cualquier otro en la catastro- fe nacional. A él volvia con insistencia en sus asiduas cartas a sus amigos del exillo. No podré la historia separar el doble sacrificio de Julio y de Escuela, con todo lo que la con ven los mismos afios centenarlos de a Reforma vareliana— tiene de realidad a la vez que de simbolo. Menos lo podré la que ha de ahora en adelante, como en su caso Ja nueva “Universidad Nueva’, Ia igualmente nueva “Escuela Nueva’: la que resultara de la Teconstrucclén yreactivacion de losdinémicos ‘empefios de las décadas centrales del siglo. ¢¥ {qué otro nombre como el suyo podria personi- flcar, sin que faite la aureola del martirfo, la que sera reconocida y revalidada como la se- ganda gran época de transformacion y enrl- ‘Gquecimiento de Ia escuela uruguaya, en Ideas yen experiencias, después de la de Varela? NOTAS: + M, Goler Roca, op. ett. p. 168. 40M, Soler Roca, lugar elt p + 9, Castro, Hl banco yo y la mesa colectiva: vejay mucin educacion, Montevideo, 1942, p.5. Tbidem, p. 6. Ibider, p. 8. Ibidera, p. 6. Tbidem, p. 96. bidem, pp. 78 y 86. Thier, p.96. Toidem, p- 107. folder p, 29. (Bl subrayado es nuestro. AA) tbidem, pp. 29-00. 3 Ibidem, p. 80. wt Carlow Maria de Pena, articulo sobre la obra de esa, en diario “La Razén', 10de marzo de 1883 ¥ 2” J, Castro, op.cit, PBI. bidem, pp. 31-32, Bn nucatro Espiritualismo y positivisme en el ‘Uruguay, Cap. XIl, parigrafo 2, ‘Positivismo y edti- caclon, Pedagogia,de a reforma vareliana.” "J, Castro, op. cit pp» 45-46. idem, p. 43, © Ibidem, pp. 59-54. m Ibidem, p. 54. & Tbidem, p. 103. = Ibidem, p.104, s Thidem, p. 105, = 308, Hueva educacton. Los parti Boner el banco mismo, sine porguese basan enn aren de ideas del cual el banco es la concrecion: ‘pen, en cambio, as bondades de lamme- las quesostie 128). Re isctiva estanen idéntico caso” (biden = Ibidem, p- 121. Ibidem, p- 122. % Tbider, p. 122, AGOSTO 1987

Você também pode gostar