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— Et MUNDO DEL COMIC (A manera de introduccién) Enfrentar_el mundo de los comics supone, en principio, enfrentar tres vertientes muy bien definidas. - En primer lugar, el comic en tanto factor de la industria - cultural, en le medida en que representa una circunstancia ideolégica con muy precisos objetivos tanto politicos como econémicos. En segundo lugar, el comic en tanto género con vida propia. Es decir, como un elemento comunicacional pro pio y caracter{stico de nuestro tiempo. V, una vez admiti- da la posibilidad del comic como un género auténomo, ten--- @riamos que considerar entonces les alternativas que nos - brindarfa éste a le hora de prefigurar un proyecto comunica- cioneI distinto. €1 comic, asi, no seria visto como un ex- clusivo elemento ideolégico, y mucho menos como un género - que s6lo puede ser validedo ei se le enfrenta con une 6pti- ca distinta, aunque la receta sea idéntica (Mafalda, por - ejemplo). . £1 comic, y ello es lo que pretenden proponer es tas lineas, habré de ser contemplado deede una perspective neceseriamente radicalizada, una perspective tan fecunda, - que permita librar lo que haste ahora no ha dejado de ser - una sutil trempa; esa batalla perdids entre los comics bue- nos y los malos, entre los comics "made in USA" y los anti- comice de facture tercermundista. LA COMIQUITA_INOUSTRIAL €s harto conocida le historia del "Yellow - Kid", ese sfortunado invento de la Cadena Hearst que permi- ti6 no sélo el incremento de las ventas (primera meta siem- pre neceseria pera la industria), sino también la configura cién de una nueva manera de transmitir los "mensajes". Del Yellow Kid a la configuracién de un imperio de le importan- cie del King Featured Sindicates (el monopolio industrial - que agrupe a los comics norteamericanos), hay una evolucién mas o menos légice; lo importante, en todo caso, no estan - tanto en el proceso como en el fabuloso poderio que eupone — eata Gltima organizecién. Para una gran prensa que necesa- Tiemente tiene que compartir sue paginas de informacién y- opinién con los torrentes de publicidad que la mantienen y justifican, no deje de ser curiosa esa persistente pagina - dieria dedicada a la "banalidad de las comiquitas". Es evi dente que pera le industria hay razones de sobre que la jus tifican. QObviemos el hecho comercial para treater de precisar la circunstencia ideol6gica. Resulta ya evidente que ni Mickey Mouse y sus amigos, ni Terzan ni Superman, - son en lo absoluto inofensivos. €llos responden a una épti ca donde el mundo se concibe como une inmensa tienda, donde los negros son necesariamente brutos, donde los blancos son necesariemente una maraville y donde las palabras civiliza-- cién y libertad necesariamente se reducen @ los EEUU. y Eu- ropa, y donde también, por via contraria, la barbarie, lo - exético y lo inhumano hen de pertenecer a esa regién que es- +t@ mas all&, en ese mundo que hoy se celifica de tercero. Esta andanada, entonces, es diaria y asume @ las claras las dos condiciones fundamentales que supone le in dustria cultural: 1) su solvencia en lo econémica, y 2) su - efectividad en lo cultural (ideolégico). tos comics, pues, pueden ser facilmente analizados -y eso es lo que se ha he-- cho- con el mismo instrumental critico con que se estudian - el cine, la radio y la televisién, por ejemplo. Desde los - animalitos colonialistes de Walt Disney hasta las torpezas - domésticas de Lorenzo, y desde las habilidades de Mandrake - haste la mudez del calvito Henry, todo un submundo de conno- taciones ideolégicas han sido ya detectadas. . Por otra parte, veamos el proceso mismo de - le penetracién. Los comice que entran a nuestro pais -por-- que todavia no podemos hablar de los que aqui necen- podria- mos dividirlos segim sus dos grandes formas de dietribucién: a) en les vifietas dierias que aparecen en lea prensa y en sus suplementos dominicsles, y b) en les revistas -"suplementos"- de aparicién quincenal. En todo este proceso funcionan, co- mo intermediarias de primer orden del "King Featured Sindi- cates", las editoriales mejicanas cuya Gnica funcién se de en “latinoamericenizar" lo que originalmente era para el ex clusiva consumo interno del pdéblico norteamericano. Este - proceso, a pesar de su perfeccionamiento, deja escapar algu nas contradicciones evidentes, fundamentalmente se nos pre- senta un mundo que s6lo logra llegar a nuestra realidad en paracaidas. LA NECESARIA COMIQUITA €1 afianzamiento y la solidificacién indus- trial de ese comic extranjero llevé a que los dibujantes y escritores locales manejasen un modelo idéntico aunque su - intencién fuese radicalmente distinta. Surge asi la respues ta conocida como el "“anticomic", Admitiendo en este género las iniciativas mejicanas (Los Supermachos y Los Agachados), los mas recientes intentos cubanos y también, por supuesto, la iniciativa argentina con Quino a le cabeza. Combatir el comic desde sus propies condi-- ciones lleva como consecuencia implicita el afianzamienta - del género. €1 comic, entonces, no serie mas ese derivado irregular entre le caricature y el cine -la aproximacién mas comin con la que se hea tratado de def inirlo- para peser a - convertirse en un género que ya podriemos considerar “auté- nomo". . Sin embargo, aGn sdmitiendo’la completa va- . 7 a lidez del anticomic, no podemos seguir adelante sin entrar en el campo de les definiciones del comic que le han lleva- do a ser considerate como un "género menor". Las razones - pare este deaprecio cualitativo se dan, en principio, por - 1o que seria el alcance originario del comic, su evidente - pGblico infantil. Pero esta apreciacién, obvismente, es in suficiente porque el comic, en tanto género, no puede admi- tir la estratificacién en edades de su eudiencia. Y es qui zas por este variante, precisamente, por donde le pelea en- tre los comics buenos y los malos empieza a perderse. Observamos, en primer lugar, el alceance de los comics generados desde los EE.UU. Los consetudinarios compradores originales de les revistes quincenales (suple-- ‘mentos) son nifios, y le posterior explotacién industrial de los personajes del comic, se hace en funci6n de esta misma audiencia infantil.: Contrariamente el anticomic, por ser - generado desde otra perspective y en funcién de otras conse cuencias, no logre entrar con propiedad a ese mundo del con . Sumo’ menudo, se queda, entonces, pera el exclusivo consumo de um péblico (adulto) que en una u otra forma ya esté "con vencido". Sin embargo, esta pelea entre los comica no ‘ge pierde solamente en lo que se refiere al alcance de au-- diencias, @lguna falle conceptual también queda latente. - Tratemos de definir lo que careacteriza-al comic en tanto gé nero y lo que lo particularize en su variante industriel. - En primer lugar, entenderiamos por comic @quelle historia - dada en secuencias mediante una serie de dibujos. Y comic industrial seria, @ su vez, esa misma historia dade y per-- feccioneda segin les necesidades de una industria cultural especifica. €E1 anticomic, en principic, admite estas dos - definiciones, su sola diferencia est@ en la 6ptica rebelde con que se transmite el mensaje. Los mismos esquemaa siguen funcionando e inclusive, en su medida, también se repiten - las mismes tematicas. 2Cu4l es entonces la alterhativa - real que podria representar el anticomic? €1 nifio que com- pra suplementos sigue prefiriendo e Archie frente a Snoopy y sus amigos, y el adulto que goza con Mafalda sigue sdmi- tiendo sin complejos las aventuras interplaneterias de Buck Rogers. €1 problema no est&, entiéndase bien, en le simple competencia de una variante frente a otras, sino en la efec tiva superacién de esa misma variante frente a las demés. HACIA UNA NUEVA COMIQUITA Desde varios némeros previos de nuestro bo- letin hemos manejado algunas de las posibilidades que nos - podrian llevar hacia le concepcién de un nuevo proyecto co- municacionel verdaderamente alternativo. Todas eses posibi lidades han coincidido en que ese mismo proyecto no puede - en momento alguno dejar de ser paralelo. Es decir que no - puede caer en esa c6moda trempea pregonade por algunas teo-- rias donde se sostiene que solo a partir del cambio radical de las instituciones nacionales es que se pueden prefigurar los verdaderos logros. Asi todos los elementos de la comu- nicacién masiva deben impregnarse de un enfoque radicalmen- te distinto. Cuando en un boletin anterior (José Ignacio - Rey, “Escuelas, investigacién y cambio social en América La tina", COMUNICACION NO 7, pg. 4) hablébamos de le América - Latina "incomunicada", lo haciamos partienda del hecho de - que nuestres comunidades, en le actualidad, no reciben el - beneficio de une comunicacién verdaderamente social genera- da.en funcién de sus propios problemas, vivencias y alterna tivas. Proponiemos entonces la concepcién de las medios - desde las necesidades particulares de esas comunidades. La proposicién, por supuesto, vale también para el comic. €1 anticomic, por lo tanto, tiene necesaria mente que quedar al margen de esta propuesta. A los efec-- tos de un nuevo proyecto comunicacional no hay elementos su ficientes que nos permitan diferencierlo del "comic indus-- trial" propiamente dicho. Este nuevo proyecto, -tel como ha eucedide en el caso del teatro, le prensa o le radio-, - ya tiene sus propios indicios desarrallados caei de manera esponténea y aislada. Recordemos, a manera de ejemplo, uno cualquiera de los murales de barrio donde uns situacién lo- cel es presentada segin el esquema del comic, aGn inclusive en boca de algunos de sus personajes mas famosos (Lorenzo y Pepita, Superman, y también Mafalda, etc.). Junto a los mu reles ee deserrollan también, por ejemplo, las caricatures empliadas al estilo del comic, de uso tan consecuente en - 10 nuestra historia polftica. Como lo apuntamos son indicios, tan sdlo breves esbozos, de lo que podrian las carecteristi cas pera el manejo del comic segdn los dictémenes de un nue vo proyecto comunicacional. £1 comic industrial, a este - respecto, se autoanula por su evidente intencidn "desde arri. ba" ante una serie de situaciones con las cuales nada tiene que ver. £1 anticomic, salvo sus circunstanciales excepcio nes, hereda también la misma falla. Resulta evidente, en todo caso, la importan cia fundamental que asume el comic a los efectos de le comu nicaci6én masiva de nuestro tiempo. £1 esbozo de nuevas al- ternativas tiene necesariamente que tomarlo en cuenta, sobre todo por las ventajas que brinda eu creacién (en comparacién con el cine, la radio y la T.V., por ejemplo) y los benefi-- cios que, segin el caso, aporta su distribucién particular (desde el mural hasta el volante, y desde la publicacién lo cal haste lea prensa regional). Por razones algo simileres no es gratuito que le llamada penetracién cultural e ideolé gica se de por igual desde les agencias de noticias haste - el cine, teniendo siempre a alguien como Superman a la cabe za. César Miguel Randén ah

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