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Complutum, 9, 1998: 335-344 ARQUEOLOGIA Y DESARROLLO SOSTENIBLE EN COLOMBIA. Francisco Javier Aceituno Bocanegra" Resumen.- En los iltimos ais, la arqueotogia como disciplina antropolégica se ha involucrado en las leyes de produccién de Colombia, en respuesta a una nueva situacién poltica consecuente con tos procesos de cam- bios internacionales definidos por los paradigmas de Globalizacién y Desarrollo Sostenible. La introduccién de 1a arqueologia de “rescate” en el mercado econémico se ha hecho desde una legatidad politica donde el para- digma de Desarrollo Sostenible ha llevado a ta introducciém de nuevas variables, como son la ecolégica y la pa- trimonial. Todo ello ha dado lugar a una situacién “fenémeno” para las arquedlogos, hasta entonces réducidos ‘a dmbitos académicos. Las respuestas emitidas han derivado en diferentes modelos de actuacién arqueoldgica y de aptitudes profesionales que se desarrotlan en el texto, Aasraacr.- Recently the archaeology as an anthropological discipline has been progressively involved inthe production system of Colombia, this being an answer to the new political situation brought about by the new pa- radigms of Globalization and Sustainable Development. The setting about of rescue archaeology in the economic ‘market was made following a legislation that intraduced some new variables referring to ecology and heritage. All this has produced a "phenomenon" siuation forthe archaeologists, up ill then closely circumscribed to the ‘academic field. The different solutions that have been proposed for the new times produced distinct models of ar- ‘chaeological behaviour, that are analysed in the text Patasras Clave: Colombia, Desarrolio Sostenible, Legislacién e impacto Ambiental, Arqueologfa de rescate. Key Woros: Colombia, Sustainable development, Environmental legislation and impact, Rescue archaeology. 1 INTRODUCCION' La proliferacién de proyectos de arqueologia contemplados en los planes de generacién de progre- 80 en Colombia en los tltimos afios ha significado la entrada de Ia arqueologia en los mecanismos de pro- duccién, involucrdndose en el sistema econdmico de Ja nacién y en los procesos de cambio inherentes al devenir econémico y social. Esta nueva situacién ha planteado interrogantes nuevos en tomo a la arquco- logia, tanto de cardcter teérico-metodol6gico como de cardeter social y profesional. En este articulo se pretende mostrar cémo las ‘nuevas politicas sobre desarrollo en América Latina, y en conereto en Colombia, han incidido en la arqueo- logia como ciencia y como profesidn, a la vez de que se plantean propuestas sobre cémo esta disciplina puede redundar en beneficio de la sociedad colombia- na y, de este modo, ser valorada por la sociedad civil para hacer frente a los nuevos procesos de cambio na- cionales ¢ internacionales. En este trabajo se asume que los programas de desarrollo cultural son bésicos para garantizar el desa- rrollo humano sostenible, pilar bisico del modelo eco- némico de desarrollo sostenible. Se hace énfasis en los mecanismos de recuperacién del pasado para preservar y recuperar el Patrimonio hist6rico tanto en su estado ‘material como no material, un patrimonio que define a los contextos culturales pasados y presentes. En este nuevo panorama la arqueologia se ha convertido en tuno de los mecanismos de recuperacién y conserva- cién de paisajes culturales en proyectos de infraestruc- tura sociales y econmicos. Como consecuencia de to- dos estos modelos tedricos, naciones como Colombia than legislado sus politicas medioambientales, respon- diendo asia los intereses de una politica mundial glo- balizante, basada en la no destruccién de los contextos ecolégicos y culturates. Igualmente, se contemplan las respuestas que han dado y las que potencialmente pue- den dar los distintos agentes, concretamente el mundo empresarial, y los centros académicos, directa o indi- rectamente involucrados en estos procesos de desarro- “Departamento de Antropologia. Universidad de Antioquia, Medellin, Colombia. 336 FRANCISCO JAVIER ACEITUNO BOCANEGRA Io nacional, respuestas que abarcan los émbitos técni- cos, econdmicos, cientificos y sociales. LA CULTURA COMO BASE DEL DESARROLLO En los afios 70 se inicia la era del postmoder- nismo, inaugurada por la crisis del petrdleo y la refle- xi6n sobre las consecuencias ecolégicas y soci que habfa tenido un vertiginoso desarrollo que oculté, durante décadas, el debate sobre los costos de dicho desarrollo, el cual se habfa cimentado en la explota- cién inmediata de los recursos naturales, y en la con- solidacién y la aceptacién global de una “economia mundo” basada en un acceso diferencial a la distribu- cin de los excedentes econémicos. En este marco re- ferencial fueron los ambientalistas quienes lideraron, en un primer momento, el discurso de protesta y re- chazo de un desarrollo irracional en cuanto a la con- servacién de la naturaleza se referfa (Sachs 1996) ‘Como consecuencia del debate postmodernis- ta, por aquellos aiios se objetiva el concepto de Desa- rrollo Sostenible (de aqui en adelante D.S.}, basado en el mantenimiento de las riquezas, naturales y de la pro- ductividad (Sachs 1996), donde el principio de conser- vacién es sustituido por el de gestién de los recursos naturales y humanos. Asumido por la mayoria de las naciones a finales de los aftos 80 y principios de los 90 como el modelo de desarrollo que caracterizaré el inicio del proximo milenio, estados como Colombia incluyeron en sus respectivas Cartas Magnas defini cciones propias sobre el concepto de D. S. Asi, el M nisterio de Medio Ambiente colombiano lo definié co- mo “los mecanismos que conduzcan al crecimiento econémico, a la elevacién de la calidad de la vida y al bienestar social, sin agotar la base de recursos na~ turales renovables y no renovables en que se susten- 1a, ni deteriorar el medio ambiente o el derecho de las ‘generaciones futuras a utilizarlo para la satisfaccion de sus propias necesidades” (Ley 99 de 1993). No se debe entender el D.S. como un para- digma ecolégico ni de tipo socialista, sino como un modelo econémico capitalista ajustado @ una nueva realidad econémitca, caracterizada por el aumento de los focos de produccién, requiriendo la homogeneiza- cién de un mayor nimero de consumidores y la su- presién de todo tipo de barreras, en un orden gestio- nado més por instituciones econdmicas que politicas. Por tanto, el paradigm de D.S. parte de la necesidad de “redisefiar” e1 contexto fisico y social donde estas nuevas relaciones se materializardn. Dos vias se pro- ponen para tal empresa: la del principio de la no des- tnucci6n de la naturaleza como tinica fuente importan- te de recursos y de salud mundial y, en segundo lugar la capacitacién, educacién y amparo social de los ciu- dadanos. Se pretende, a pesar de no renunciar a las le- yes capitalistas, la bisqueda de una redistribucién mas equitativa del capital y un mayor bienestar social. En este nuevo orden, se reconoce el factor humano como la principal variable, hasta tal punto que paraleto al concepto de D.S. se definis el concep- to de Desarrollo Humano Sostenible (D.H.S.) como “el incremento de las capacidades y las opciones de la gente mediante la formacién de capital social de manera que satisfaga equitativamente las necesida- des de las generaciones actuales sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras” (Ramirez 1996). La principal meta del D.H.S. es tejer los meca- nismos y asegurar los medios juridicos y legales que mitigen, en la medida de lo posible, el acceso diferen- cial a la redistribucién, en pro de un reparto més equi- tativo del capital producido; igualmente, se busca consolidar el respeto al medio ambiente y una inver- si6n mayor en capacitacién, educacién y amparo so- cial (Ibid.), bajo el criterio de que no hay desarrollo ‘econdmico donde no hay desarrollo humano. Paralelo al debate econdmico, en la década de los 70 la O.E.A. (Organizacién de Estados Ameri- canos) plantea la necesidad de desarrollar Programas Regionales de Desarrollo Cultural con el fin de con- servar y preservar los bienes culturales, como compo- nente imprescindible de los planes de D.S. disefiados para América Latina, en pro del desarrollo y progreso de las diferentes naciones. En este bosquejo histérico se puede considerar como momento clave la Confe- rencia sobre Educacién, Ciencia y Cultura celebrada en Paris en 1972 (UNESCO 1983) bajo los auspicios de la O.N.U, que considera como principios generales ‘que: “en una sociedad cuyas condiciones de vida se transforman con acelerada rapidez, es fundamental para el equilibrio y el desenvolvimiento pleno det hombre conservarle un marco de vida a su medida en el que sé mantenga en contacto con la naturaleza y con los testimonios de civilizacién... y que para ello, es conveniente dar a los bienes del patrimonio cultu- ral y natural una funcién activa en la vida de la co- lectividad integrando en una politica general, lo rea- lizado en nuestro tiempo, los valores del pasado” y “que el patrimonio cultural y natural constituye un elemento esencial del patrimonio de la humanidad y una fuente de riqueza y de desarrollo arménico para 1a civilizacién presente y futura” y “como la protec- cin, la conservacion y ia revalorizacién del patrimo- nnio cultural y natural, tienen como finalidad el desen- volvimiento completo del hombre, los Estados Miem- bros dardn, en la medida de los posible, una orienta- cién a su accién en esta esfera, con objeto de que et atrimonio cultural y natural deje de ser un freno pa- ra el desarrollo nacional y sea un factor determinan- te de ese desarrollo”. A raiz. de la Conferencia Gene- ral de la Unesco se crea la Conveneién para la Protec ARQUEOLOGIA Y DESARROLLO SOSTENIBLE EN COLOMBIA, 337 cién Mundial Cultural y Natural con el objetivo de constituir un marco legislativo y ejecutivo para la proteccién del patrimonio natural y cultural de los pafses constituyentes (Feilden y Jokilehto 1996). ‘Como consecuencia de aquellas declaracio- nes se crea un nuevo marco donde el Desarrollo Cul- tural se considera prioritario para el desarrollo de América Latina, incluida Colombia, El desarrollo va mds alld de los bienes materiales de produccién mo- netarios y ahora contempla los alcances humanos y sociales como son Ja educacién, la ciencia, Ia ecolo- fa, la historia y Ta cultura en general. Este espiritu, forjado en los afios 70 en la Conferencia de Paris, se plasmaré en un documento oficial en la Cumbre de la Tierra, celebrada en Rfo de Janeiro en 1992, cuyas conclusiones se comprometieron a poner en marcha {os gobiernos americanos, incluido el de Estados Uni- dos. El documento resalta la diversidad natural y cul- tural como caracteristica esencial del D.S., desarrollo, que debe integrar los aspectos ambientales, culturales 10s socioeconémicos. Este documento fue ratificado 1 7 de Diciembre de 1996 en la Declaracién de Santa Cruz (Bolivia) (El Colombiano 1996b) por 34 Esta- dos americanos, y vino a reforzar al de la Cumbre de Rio, reiterando de nuevo la idea de que el desarrollo humano y econdmico de las regiones no puede des- cuidar los recursos naturales y culturales. Naciones jévenes, como Colombia, y en ge- neral todos los paises latinoamericanos, encuentran en la historia una de las herramientas més idéneas para madurar su propio concepto de nacién, pero indepen- diente de los modelos de los pafses occidentales, pues aquél no se entiende sin una dimensidn hist6rica, ex- resin de la memoria colectiva de un pueblo donde las comunidades se sienten representadas como un cente universal y a la vez independientes, protagonistas de su propio devenir. En relacién con la historia, 1a arqueologia se ha convertido en un mecanismo, entre ‘otros, para recuperar esa memoria y las sefias de iden- tidad de los pueblos, identidad perdida, en parte, en la primera mitad de este siglo como consecuencia de los intereses econémicos internacionales y de las ideolo- fas colonialistas imperantes (Sanoja 1984), que, en- tre otros aspectos, apoyaron Ia construccién de una historia oficial que negaba el sustrato étnico preco- Jomibino en favor de Ia colonia, y que hacfa su identi- ficacién hist6rica con los blancos, negando de esta manera los procesos sociohist6ricos de cada regién, por considerarlos negativos para el forjamiento de tuna identidad nacional (Vargas 1995: 48-49). En los pafses de América Latina, el discurso hiistérico fue hecho por escuelas europeas y norteame- ricanas, dentro del marco de una arqueologia colonial que usaba a la poblacién nativa como referente compa- rativo para justificar el modelo evolutivo de los paises industrializados; estos grupos primitivos eran vistos como sociedades no evolucionadas respecto a la socie- dad occidental (Trigger 1984). El “primitivismo” ac- tual mostrado por las sociedades descendientes de los ‘grupos prehispdnicos, no podia ser el referente de una identidad nacional construida por los criollos que se independizaron politicamente de la metr6poli, sin des- prenderse nunca de sus modelos tedricos de desarrollo; por otro lado tanto en ef pasado como en el presente, cl “primitivismo” ha sido y es el argumento usado por los criollos para justificar la exclusi6n de las socieda- ‘des menos evolucionadas (Ibid.). De esta manera la re- construccién del pasado americano se hizo extrapolan- do modelos ajenos a una realidad tan compleja y hete- rogénea, falsamente homogencizada por los arquedlo- 1208 de! Centro (Lorenzo 1981: 191). Las sefias de identidad hallan en el concepto de nacién un marco conceptual y real, en el que los planes de desarrollo van a encontrar las condiciones verdaderas para materializarse; con este fin, la ar- queologfa ha entrado al servicio de la busqueda de la identidad nacional, resultado de ta historia particular de los pueblos y necesaria como concepto mental y referente ideolégico de naciones en vias de desarrollo, ‘como es el caso de Colombia. Todos los puntos te6ricos sobre D.S., que na- cieron como conceptos y referentes para una nueva realidad material de los Estados, empezaron a hacerse realidad a partir de fos aijos 80, con fa puesta en mar- cha de las lamadas “politicas medioambientales”, \e- agisladas por los gobiernos adheridos a los distintos tra- tados. El disefio de estas politicas esté basado en la preservacién tanto de los espacios naturales como de Jos escenarios histéricos mediante una racionalidad técnica en el manejo de los espacios (Lynch 1992) en donde el sacrificio de los mismos ya no aparece como imemediable. En el caso colombiano, una de las muchas con- secuencias ha sido la inclusién de los estudios arqueo- I6gicos en las polfticas medioambientales como meca- nismos para consolidar una nueva trayectoria sociocul- tural contemporinea que se viene desarrollando desde finales de la década de los 80, De esta forma, la pol ca medioambiental se ha convertido en el pilar bisico del discurso oficial en torno al desarrollo nacional, En este contexto, el Estado como érgano rec- tor y representante de la nacién es el encargado de la salvaguarda y preservacién del Patrimonio Cultural. De manera que es obligacién del Estado, como garan- te de la soberania cultural de la nacién, crear un cor- ‘pus legislativo que prohiba y evite la enajenacién de Jos bienes culturales asf como el usufructo particular € individual de aquellos, Los programas de educacién y divulgacién son piezas claves para comprender que el disfrute del Patrimonio es derecho de todos y no de ‘unos pocos. Del mismo modo, es responsabilidad de todos velar por su perpetuidad. 338, FRANCISCO JAVIER ACEITUNO BOCANEGRA, 3. REGLAMENTACION DE LA POLITICA AMBIENTAL EN COLOMBIA La reciente relaci6n institucional establecida centre Ia arqueologia y los planes de desarrollo en Co- lombia se ha configurado como un momento altamen- te significativo dentro del devenir histérico de la ar- queologia como disciplina en esta nacién (Villa 1997). Esta relacién se plantea explicitamente cuando en obras de infraestructura civil pablicas o privadas se involucra la variable ambiental, dentro de 1a cual se incluye al patrimonio arqueolégico. A partir de ese momento se inicia un reconocimiento y participacién institucional de 12 arqueotogia dentro del acontecer socioeconémico del pais como ciencia institucional aplicada, Este nuevo reconocimiento surge directa- mente de los acontecimientos sociopoliticos ocurridos desde finales de la década anterior, a partir de los cua- les se renuevan y crean proyectos institucionales. En 1991 se elaboré Ia més reciente Carta Constitucional como un nuevo proyecto de Estado, y en 1993 se cred el Ministerio del Medio Ambiente como un drgano institucional encargado de mediar la relacién entre de- ‘de manera integrada todos los aspectos que componen el entorno natural y artificial, en su interacci6n con los proyectos de generacién de progreso y bienes de uso y disfrute piblico. Fsas interacciones de los pro- yeetos de desarrollo con los paisajes fisicos y cultura- ies se han denominado como impactos ambientales (Carmona 1994). El componente arqueolégico forma parte de los componentes, aunque no explicitado direc- tamente, sino inferido como parte del “medio ambien- te artificial” (Piazzini 1997). Por tanto, la nueva cons- titucién reglamenta sobre los diferentes estudios y pla- nes a realizar dentro de los impactos ambientales pro- ducidos, y uno de ellos es el que afecta a los bienes so- cioculturales que, como hemos visto, inciuye de forma indirecta a los vestigios arqueolégicos. Con estos nue- vos cambios legales, la reglamentacién de los progra- ‘mas de arqueologfa se ha convertido en una necesidad de primer orden para amortiguar los efectos causados sobre los bienes culturates de las sociedades actuales, herederas tiltimas de unos bienes no renovables. En 1993 el congreso de Colombia decreta la ley 99 sobre los fundamentos de la nueva politica am- biental colombiana incluyendo un plan de manejo ambiental, siguiendo las directrices establecidas en las distintas reuniones sobre Desarrollo Sostenible pa- ra América Latina, Segiin el Ministerio del Medio Ambiente “el plan de manejo ambiental debe estar orientado a implementar las acciones y obras que permitan prevenir, mitigar, corregir, y compensar los posibles impactos y efectos ambientales ocasionados or el proyecto en sus distintas fases (construceién, ‘operacién y mantenimiento). Los programas, obras 0 acciones que se deriven del plan de manejo ambien- tal, deben incluir: tipo de impacto a mitigar, activida- des o fendmenos que causen el impacto, efectos det impacto, tipos de medidas (prevencién, mitigacién, control, correccién), actividades, tecnologias reco- mendadas, criterios de disefio de lax obras, ubica- cién, momento de aplicacién, requisitos de personal, cronograma de ejecucién, requerimientos de capaci- tacién, formas de monitoreo posibles, tipos de infor- mes y responsables, los planos de las obras tipicas, los equipos y materiales necesarios y el presupuesto. El plan de manejo ambiental incluird programas pa- ra controlar impactos sobre: el suelo, la atmésfera, et agua, el manejo de los residuos sélidos, la vegeta- cin, el paisaje, el patrimonio cultural, las comunida- des y la economia regional y local” (Ley 99 de 1993). Hasta el aio 1991, fecha de la wltima consti- tucién colombiana, existian vacios institucionales en la legislaci6n vigente (ley 163 de 1959 y el decreto 264 de 1963) en lo referente al alcance de los compromisos de las empresas e instituciones generadoras de impac- tos ambientales. La legislacién anterior era de cardcter remediador, ya que normatizaba sobre el impacto ya ‘causado, pero renunciaba a su prevencién (Neyla Cas- tillo com. pers.). Como consecuencia de ese carécter y del vacfo normativo sobre planes de actuacién, algunas entidades disefiaron sus propias politicas medio am- bientales adelantindose a ta legislacién del afio 1991 (Piazzini 1996). La Constitucién de 1991 considera al “Patrimonio arqueolégico como un bien inembarga- ble, imprescriptible e inalienable” (art 63), siendo “res- onsabilidad del estado ta conservacién y proteccién del patrimonio arqueolégico de la nacién” (art. 72) Esta nueva situacién de reconocimitento y va~ loracién social e institucional del patrimonio ecol6gi- co y cultural ha motivado lo que podria denominarse una situacién “fenémeno” en el ejercicio arqueo- l6gico (Villa 1997). Cuando este ejercicio obedecta fundamentalmente # motivaciones académicas, asocia- das de manera directa ¢ indirecta a un acontecer uni- versitario de recursos limitados, surge la denominada “arquueologia de rescate” que ha generado un aumento cen la demanda de la investigacién asociada a los estu- dios de impacto ambiental. Ast los proyectos de “ queologia de rescate” se han convertido en mecanis- ‘mos cientificos fomentados y avalados por el Estado, para recuperar la memoria histérica y reservar el Pa- trimonio, evitando su pérdida en los proyectos de ge- neracién de progreso. Sin embargo, este tipo de pro- yectos no dejan de ser una medida de choque en ac- tuaciones que conllevan implicitamente alteraciones de ccontextos culturales y naturales. ARQUEOLOGIA Y DESARROLLO SOSTENIBLE EN COLOMBIA, 339 De este modo y hasta la fecha se han venido ejecutando proyectos de “rescate arqueolégico” den- tro de Ia implementacién de los Planes de Manejo Ambiental de grandes obras de infraestructura. Pro- yectos de generacién y de interconexién de energia eléctrica, asf como Ia explotacién, almacenamiento y conduccién de hidrocarburos y la construccién de ca~ rreteras regionales y nacionales se configuran como “proyectos tipo” en Ta demanda de los servicios espe- ciatizados de la arqueologia. En esta situacién se presenta que empresas como INTEGRAL (ingenieros consultores), ISA ¢ ISAGEN (empresas de transmisi6n eléctrica) vienen vinculando a su plantilla de personal profesionales es- pecializados en el area arqueol6gica. En otros casos, las entidades contratan temporalmente los servicios de personas naturales 0 instituciones como por ejem- plo el grupo de arqueologia de la Universidad de An- tioquia, quien ha adelantado, enmarcados en proyec- tos de infraestructura del pais, hasta la fecha los si- guientes estudios: Proyecto Hidroeléctrico Porce I; Proyecto Hidroeléctrico Sogamoso; Linea de Trans- misién Eléctrica Cerromatoso-Uraba; Linea de Inter- cconexién Eléctrica San Carlos-San Marcos: Central ‘Térmica Termocentro; Linea Troncal Gasoducto Sa- bastopol-Medellin; Central Termoeléctrica la Sierra, y Proyectos Hidroeléctricos Porce III y Riachén. De todos los proyectos anteriores, el de Por- ce Il es un ejemplo arquetipo de cémo se desarrollan esta clase de actuaciones arqueolégicas. Con la puesta ten marcha del Proyecto Hidroeléctrico Porce I en el departamento de Antioquia (Medellin), las Empresas Piblicas de Medellin, encargadas de las obras técni cas de construccién del embalse, y en cumplimiento con la constitucién colombiana sobre impactos medio ambientales, contrataron a partir de 1991 con la Uni versidad de Antioquia un proyecto de arqueologia pa- ra estudiar el pasado cultural del drea afectada, y re~ cuperar evidencias materiales y no materiales de so- ciedades prehispénicas que ocuparon la zona del pro- yecto y constituyen un bien cultural no renovable, cu- yo estudio posibilitard también la reconstruccién his- (rica de esas comunidades. EI plan de trabajo se estructuré en cinco eta- pas: 1) Prospeccién y evaluacién; 2) Excavaciones en rea; 3) Andlisis e interpretacin; 4) Divulgacién. La primera fase de campo se realiz6 entre 1991-1992 y correspondis a la fase de prospeccién y evaluacién det potencial arqueol6gico; en la segunda, entre 1993-1995, se efectuaron las excavaciones de los sitios seleccionados, después de haber evaluado el potencial arqueolégico de los yacimientos hallados en la primera fase. Simulténeamente, se adelantaron la- bores de seguimiento durante la remocién de tierra en los puntos en donde se llevaron a cabo obras de cons- truccién (campamentos para el personal y obras técni- cas); el trabajo de campo se complementé con charlas. informativas para la poblacién de los municipios del 4rea de influencia del proyecto, y para el personal de Las Empresas Pilblicas de Medellin y otros contratis- tas menores. Por iltimo, se present una exposicién temporal con parte de los materiales recuperados has ta ese momento, en Medellin, en los municipios de Gémez Plata y Amalfi y en el campamento de Porce TI (Neyla Castillo com, pers.). En la actualidad, et pro- yecto se encuentra en ta fase de andtisis e interpreta- Ci6n, a la vez. que se estén presentado los primeros re~ sultados preliminares. La divulgacién contempla la pu- blicacién de un libro para ambitos académicos y cien- tificos y otro para un piblico més amplio; artfculos, conferencias y un video pedagégico en el que se repro- ducen imagenes de las diferentes fases del proyecto. 4. LAPERDIDA DEL PATRIMONIO CULTURAL COMO IMPACTO. AMBIENTAL Ya vimos en el capitulo primero como en la Conferencia General de la Organizacién de las Nacio- nes Unidas para la Educaci6n, la Ciencia y la Cultura, celebrada en Paris en 1972, se considers al Patrimo- nio Cultural y Natural como un todo homogéneo que define el contexto donde el ser humano va a materia izar sus rasgos culturales, que no debe ser ningvin freno para el desarrollo nacional sino que, por el con- trario, son una variable determinante del mismo. La articulacién de la pérdida del Patrimonio, como un impacto ambiental, en los proyectos de in- fraestructura y desarrollo, ha constituido un reto en el quehacer de Ia planeacién y la evaluacién ambiental en el contexto del D.S. (Carmona 1994). En los estu- dios de impacto ambiental 1a arqueologia se ha inte~ grado y articulado dentro de la dimensién sociocultu- ral, cuyo objetivo primero es el estudio, recuperacién y preservacién de la herencia cultural. La destruceién © alteracién de yacimientos arqueolégicos constituye una implicacién primaria de la interaccién de los pro- yectos de infraestructura con los bienes sociocultura- ies en el drea de influencia de tales obras. No obstan- tc, la pérdida 0 modificacién de los vestigios histéri- ‘cos, como impacto, no puede ser entendida solamente desde su naturaleza fisica, en tanto que las evidencias estéticas como son las arqueolégicas no son por sf mismas el Patrimonio Cultural (Jbid.), que incluye, ademds, aquellos valores adquiridos por una comuni- dad en su desarrollo histérico en los que se basa ta idiosincrasia de la sociedad, EL antropélogo Sergio Carmona (1994), en un articulo que ya se ha convertido en basico para la arqueologia de rescate, se refiré a los impactos cultu- rales en este tipo de proyectos “como los efectos re- 340 FRANCISCO JAVIER ACEITUNO BOCANEGRA sultantes de una crisis adaptativa cuyas consecuen- cias van desde Ia desarticulacién social de ta pobla- cidn hasta la pérdida de valores tradicionales y de identidad cultural”. Por ello mismo, “la realidad det impacto es privar a ta nacién de ta posibilidad de co- nocer, recuperar y reconstruir su historia social, de Ja cual el registro arqueolégico constituye tan solo una evidencia material, euyo valor se ve reducido a caractertsticas formales de orden esiético, cuando se le desplaza de su contexto o se altera” (Ibid.). Por tanto, uno de los compromisos de Ia arqueologia es Ia recuperacién cientifica de los aspectos formales como la necesidad de contextualizarlos con el fin de divul- gar el pasado y, que a la vez sirva para fortalecer una identidad, colaborando a mitigar tos efectos del im- pacto social de las sociedades contempordneas afecta- das, al menos en cuanto a su matiz ideolégico y huma- no. Este punto ha sido fundamental, ya que ha servido para articular ¢ integrar los estudios arqueolégicos dentro de los diferentes estudios socioculturales que se realizan en estos proyectos y, para evaluar el grado de impacto social sufrido en el érea de influencia, De este modo la arqueologta se ha converti- do en un aporte fundamental para los estudios socia- les de impacto ambiental, cuya labor debe trascender los aspectos meramente arqueolégicos y convertirse en un instrumento adicional que haga més humanas las consecuencias de este tipo de impactos, que alte- ran tanto al medio natural como a los elementos so- cioculturales del pasado y el presente. El sector empresarial, piiblico 0 privado, es quien est liderando en estos momentos el patrocinio de la arqueologia en Colombia, Las empresas encar- gadas de obras de infraestructura Hevan a cabo los planes de impacto ambiental en cumplimiento con la ley para obtener las licencias de construccién (Botero y Gémez 1996). Estas instituciones se han dado cuen- ta, al mismo tiempo, de la importancia de este tipo de estudios e inversiones porque buscan consolidarse en el sector de la gestin ambiental, érea que esta empe- zando a desarrollarse y cuyo futuro es prometedor de- bido al paradigma de Desarrollo Sostenible que carac- teriza al capitalismo de finales de siglo. Bien por motivos legales, bien por motivos monetarios, este sector empresarial, paradéjicamente, 8 el mas “comprometido” con la recuperacién del p: sado mediante Ia financiaciGn de proyectos de arqueo- logfa, como vimos, contemplados en Tos estudios de impacto ambiental (Botero y Gémez. 1996). Desde es- tas instancias particulares se hacen Hamadas para que el Estado, a través de organismos como universida- des, museos, institutos, ejecute programas cientificos de estudio del pasado fomentando la investigaci6n y gue su labor no se restrinja tnicamente a legislar y a formar profesionales. Si este sector ha respondido “sa- tisfactoriamente”, el Estado es quien ahora debe conti- nuar en esa linea de investigaciGn y fomentar la ar- queologia como ciencia y profesi6n, facilitando tanto recursos econémicos como humanos. Estos tiltimos se refieren tanto a la formacién de profesionales, a la creacién de un érgano consultor sobre bienes cultura- les como a la tarea divulgativa de los resultados de las Investigaciones, y a la promocién de campafias que denuncien la destruccién del Patrimonio como se ha hecho en otros campos como la zoologia, la ecologta, Ja antropologia, etc., para concienciar a los pueblos de la necesidad de evitar su pérdida. Hay que aprovechar el momento actual que esta viviendo la arqueologta en Colombia para que deje de ser una coyuntura y sen- tar las bases de una politica arqueolégica estata, atin insuficiente, reducida hasta el momento a la presencia del ICAN (Instituto Colombiano de Antropologia), tinica institucién que regula los trabajos arqueolégicos, y del FIAN (Fondo de Investigaciones Arqueolégicas Nacionales del Banco de la Repsblica), entidad finan- ciadora de proyectos de arqueologia; ambas institucio- nes se han visto desbordadas por esta situacién de una fuerte demanda de proyectos arqueol6gicos. No obs- tante, el recién creado Ministerio de Cultura y Ia nue- vva ley de Cultura son un primer paso hacia la creacién de una nueva politica estatal sobre el Patrimonio hil t6rico y cultural colombiano. Concluyendo, la relacién establecida entre pa- trimonio arqueol6gico, estudios de impacto ambiental y planes de desarrollo, hace explicita una necesaria vinculacién directa o indirecta de la Universidad y otras instituciones oficiales y cientificas como organis- ‘mos generadores de conocimiento y 1a empresa puiblica ¥ privada, como generadoras de capital y ejecutoras de Brandes obras de infraestructura que configura un mo- ‘mento hist6rico dentro de la arqueologia colombiana que urge, atin, de una reflexi6n conceptual y metodol6gics. 5. RESPUESTA DE LA COMUNIDAD ARQUEOLOGICA Frente a la demanda de estudios de impacto ambiental, el arquedlogo ha tenido que responder ante icha situacién “fenémeno”, Pero esto ha necesitado de todo un replanteamiento de la arqueologia en Co- Jombia, pues hasta el momento ésta se reducfa a 4m- bitos académicos y a misiones extranjeras que en po- ‘cos casos involucraron a la comunidad colombiana. Toda Ja politica ambiental ha generado nue- vos contextos 0 espacios de actuacién arqueol6gica (Piazzini 1996), a los que imemediablemente el ar- {que6logo ha tenido que acudir tanto por motivos lega- les como cientificos, ya que es obvio que esta situa- ciGn representa tun momento conspicuo para la ejecu- cién de trabajos arqueolégicos. Esto ha Hevado a la arqueologia tradicional a un estado de revisién en ARQUEOLOGIA Y DESARROLLO SOSTENIBLE EN COLOMBIA 341 cuanto que el arquedlogo ha tenido que preparar su respuesta cientifica como profesional vinculado a la ejecucién de proyectos de desarrollo para la Nacién. Por tanto, el arquedlogo debe asegurar que sus res- puestas sean satisfactorias tanto para la comunidad cientifica como para la civil respectivamente (Piazzini 1996; Botero y Gémez. 1996). Debido a esta usufructuacién doble (cientifi- cay civil) de la arqueologia las respuestas tienen que disefiarse y planearse dependiendo de las necesidades y tesponsabilidades que representan. Por un lado, se incluye todo el elenco de operaciones arqueolégicas, las cuales deben tener en cuenta el cardcter de este ti- po de actuaciGn arqueolégica marcado principalmente por la dimensién espacial y temporal; los limites es- paciales de los estudios son arbitrarios (Ruiz. Zapatero y Femnéndez Martinez. 1993), porque la empresa miti- za los impactos circunscritos a las éreas afectadas por la ejecucién de sus trabajos, previamente contratados con las partes involucradas. En cuanto al tiempo de duracién del proceso anqueol6gico, esta limitado por ‘unos cronogramas que desde e! punto de vista cient fico, la mayoria de las veces, son escasos; no olvide- mos que esto se debe en parte a que la inctusién de ste tipo de trabajos en proyectos de desarrollo, como se apunt6 anteriormente, tiene su origen en presiones legales y también econdmicas, sin que previamente los contratistas se hayan sometido a ningtin tipo de asesoramiento cientifico, considerando que en un fu- turo este aspecto debe ser tenido en cuenta a la hora de disefiar toda la logistica de planeacién, para todas y cada una de las disciplinas insertas en estos planes. Sin embargo, todo ello no debe ser tn obsti- culo para la calidad cientifica de tos trabajos, pues, aunque los limites espaciales son arbitrarios, el ar- quedlogo debe insertar sus resultados en problemiéticas histéricas més amplias, ya que estos proyectos tinica- ‘mente estin limitando el estudio que atafie directameen- te a la cultura material, que se encuentra dentro de unos limites contractuales, pero nunca constrfien los objetivos cientificos del arquedlogo. Por lo general, la ‘empresa financiadora exige un informe que nosotros Mamariamos “técnico” como parte del cumplimiento del contrato, mas el profesional de la arqueologia debe pensar también en sus compromisos con una comuni- dad cientifica exigente y critica, que no debe confor- ‘marse con meros informes descriptivos de los materia les recuperados. En la actualidad, ciertamente, muchos de los trabajos arqueolégicos vinculados a estos pro- yyectos no pasan de producir dicho informe, lo cual, en- tiendo, es una postura fécilmente de tramite y cmoda por parte del arquedlogo, que le convierte en un mero técnico més al servicio de la empresa que al del cono- cimiento hist6rico, dando lugar a lo que se esté lla- mando la “arqueologia del informe”. Hasta tal punto que, peligrosamente, este tipo de proyectos se esté convirtiendo en un modelo oficial “altemnativo” de ha- cer arqueologta como profesién ya que esté caracteri- zando el trabajo investigador de una gran parte de la comunidad arqueolégica colombiana. Si se tienen en cuenta estos puntos las actua- ciones arqueolégicas deben prevenirse ante estas limi- taciones y no olvidar poner en marcha un proyecto cientifico que incluya desde técnicas de muestreo y recuperaci6n hasta la interpretacién, pasando por toda 1a fase de andlisis en el laboratorio como si se tratase de un proyecto de investigacién bisica, pues reitera- ‘mos que la diferencia esta marcada por las variables tiempo, espacio y el tipo de observador. Por otra parte, las respuestas deben ir enca- minadas a un sector que denomino civil y que debe ser tenido en cuenta, primero, como un pablico gene~ ral y segundo como un sector social contemporéneo afectado por obras de infraestructura y similares. Es- tos sectores mas directamente afectados deben ser es- cuchados en sus percepciones (Piazzini 1996) sobre el pasado para que el arquedlogo abra paso a otro tipo de lecturas y salga de su “subjetividad” cientifica. Es- tas actuaciones impactadoras representan, paradgjica- mente, una ocasién para que la comunidad se acerque al trabajo del arquedlogo debido a que detris de este tipo de proyectos existe toda una maquinaria de pro- paganda hacia la comunidad, como por ejemplo ha si do el caso del proyecto hidroeléctrico Porce Il finan- ciado por las Empresas Pablicas de Medellin, entre otros. Esto ha dado lugar a que se establezcan canales de informacién con el fin de que la comunidad parti- cipe en los estudios de impactos mediante la organi- zacién de eventos como talleres, conferencias, cursos de educacién cultural, ete., que a largo plazo contri- buirdn a que los sectores sociales alcancen una per- cepcién real sobre los valores que encierran las dife~ rentes expresiones culturales. Para concluir este punto hay que hablar ne- cesariamente de la divulgacién de tos resultados, que se puede dividir en dos aspectos: divulgacién cientifi cay general. “Publicar 0 morir” puede ser una premi- sa bésica en cuanto que publicar significa ofrecer a la ‘comunidad académica el trabajo hecho y, también, contribuir a la escritura de ta historia de nuestros an- tepasados. La no publicacién es, metaforicamente, una forma de delito, de robo cultural, porque el arqueslogo cesté de alguna forma malgastando unos fondos econd- micos que tienen su origen en Ia contribucién de los ciudadanos (Renfrew y Bahn 1993: 505). La divulga- cci6n para un paiblico en general es tan importante co- mo la cientifica, puesto que es un canal, atin poco comprendido y valorado por los arquedlogos, para que la arqueologia como ciencia salga de su praxis cientifica y comprenda Ia necesidad de que Ia historia se convierta en un elemento més de disfrute y consu- ‘mo por parte de los ciudadanos. La divulgacién escri- 342 FRANCISCO JAVIER ACEITUNO BOCANEGRA, ta debe integrarse en aquellas publicaciones de acceso un ptiblico general, que incluye desde fos Tibros de texto para los alumnos no universitarios hasta aque- las publicaciones temporales (prensa diaria, revistas semanales, mensuales...). El otro tipo de divulgacién, igual de importante, es el visual, ya sea en forma de muuseos, exposiciones, yacimientos museables, videos, documentales, etc. Esto no debe ser entendido como ‘un sensacionalismo publicitario, sino como un deber y un compromiso ético dar a conocer y divulgar los resultados de nuestra labor en la recuperacién del pa~ sado en cualquiera de sus formas, para contribuir a construir un mundo més habitable, o no es ese el es~ piritu del D.S. y de las politicas globalizantes de un capitalismo en fevisi6n, pero triunfante como sistema econdmico en este momento de la historia? ‘Toda disciplina cientifica debe de una forma 4 otra redundar en la sociedad, puesto que ésta, en til ‘ima instancia, es la que otorga juicios de validez prag- matica hacia unas ciencias u otras. En parte, la ar- queologia ha minusvalorado este aspecto cuando tenia ‘que haber sido la disciplina que mas tendria que haber invertido en este punto, en cuanto que nuestros resul- tados inciden en las sociedades mas lentamente que Jos resultados de otras ciencias cuyos alcances tecno- 6gicos tangibles sufren una demanda constante por parte de la sociedad. No olvidemos que esa demanda ‘garantiza a largo plazo tanto la continuidad de nuestra isciplina como su estima cientifica, influyendo en el desarrollo de la arqueologia como ciencia. 6. PARTICIPACION DE LA ARQUEOLOGIA EN LOS PLANES DE DESARROLLO. ‘Como ya dijimos anteriormente, uno de los principales escoilos que ha planteado esta nueva situa- cién en Colombia es cémo un pueblo atin débil en educacién puede apropiarse de la noche a la maftana de los resultados de la arqueologia en un momento de répido desarrollo cientifico para ésta, pero deficiente en ottos aspectos como los de divulgacién y apropia- cién comunitaria, El reto principal gira en torno a c6- mo la historia y por tanto la arqueologia puede ser asimilada por la sociedad y convertirla en parte inse- parable de la vida cotidiana. Una de las maneras més directas eémo la ar- queologia puede incidir irreversibiemente en los pue- blos es buscar su aspecto més funcional y pragmatic para los ciudadanos; indudablemente éste se refiere a tuna reversién econdmica para la sociedad, pero esto no debe ser entendido como vender la arqueologia al mejor licitador. Afadir Ia idea de beneficio puede co- adyuvar a concienciar a la gente sobre la utilidad mas primigenia que puede alcanzar la arqueologia, ya que tuna de sus asignaturas pendientes ha sido la falta de un discurso sobre el valor social y real de la arqueolo- «git en las sociedades capitalistas contempordneas. Es una prioridad para la supervivencia de la arqueologfa conjuntar Ia labor cientffica con el com- promiso social, y comprender que si la arqueologia se convierte en un mecanismo més del Desarrollo Soste- nible, el cual contempla por igual a todos los ciudada- nos, una de las obligaciones es evalyar como puede repercutir directamente y, a corto plazo, la arqueologia en la comunidad. En un primer tiempo la comunidad no pide resultados estructurales de orden ideol6gico, si bien estos son los verdaderamente perseguidos y de ellos nos ocuparemos posteriormente, sino que busca el lado més pragmitico de cualquier novedad que les egue en un momento determinado, ya sea de orden empitico 0 ideolégico. A pesar de la cientificidad que envuelve al arquedlogo, éste no debe olvidar que al ‘menos en el mundo occidental es un profesional al servicio de un orden capitalista, en el cual las relacio- nes estdn marcadas por las leyes de mercado; por ello el arqueélogo debe contribuir a que su ciencia atraiga ‘una demanda constante por parte de la sociedad. Desde aqué creemos que una de las formas més racionales de apropiacién globalizante de ta ar- ‘queologia es a través del turismo. De nuevo nos remi- timos a la O.E.A., quien en el XVII Congreso Intera- mericano de Turismo celebrado en Costa Rica (El Co- Jombiano 1996a) concluye que el turismo es un meca- nismo clave como dinamizador de la economia de los paises integrantes y, por ello, hay que desarrollar ver- daderas politicas turfsticas y de ocio. Integrado en el nuevo tipo de desarrollo se puede hablar de un Turis- mo Sostenible basado en el uso y preservacién tanto de Jos recursos naturales como culturales. El turismo pue- de contribuir a un aumento del nivel de vida de la co- munidad, pero no a cambio de un deterioro de las se- fias de identidad oriundas (Feilden y Jokilehto 1996). Para ello es imprescindible un plan de manejo a cargo de un cuerpo especializado compuesto por pedagozos, arquedlogos, historiadores, restauradores... que deben gestionar el servicio ofrecido al piblico, sin poner en peligro la estabilidad fisica del yacimitento, Ya en el viejo continente y en algunos paises de América como México y Estados Unidos esto se ha comprendido hasta el punto de hablarse de un tu- rismo arqueolégico. Verdaderos paquetes turisticos cuyo epicentro son los paisajes arqueol6gicos e hist6- ricos que, ademés de incluir vestigios fisicos, contem- plan el imaginario colectivo cteado bien por la tradi- cidn oral bien por ta tradicién literaria. Esta traslacién de la arqueologta desde el arquedlogo como cientifico hasta el ciudadano como usufructuador de la historia, ha Ilevado a los estados a comprender Ja importancia de poscer un pasado no renovable y que no debe ser olvidado ni descuidado en su preservacién. De mane- ARQUEOLOGIA ¥ DESARROLLO SOSTENIBLE EN COLOMBIA 343 ra que se produce toda una necesidad real de someter ‘cualquier serial del pasado a un estudio cientifico pre- vio al disfrute popular; Idgicamente esto se traduce en el disefio de verdaderas politicas arqueolgicas de ca- récter nacional. El turismo arqueolégico 0 hist6rico puede ser un mecanismo idéneo para que el ciudada- no de a pie tenga un contacto estético con el pasado en aras de concienciar a la gente de la importancia de los bienes culturales y, paulatinamente, ir inculcando en la cotidianeidad de la sociedad una “cultura patri- ‘monial” similar a otras culturas como la ecolégica, 1a artistica, urbana, musical, ete En Colombia este aspecto atin no se ha desa- rrollado y se encuentra en una situacién todavia pre- caria, pues una de las caracteristicas de esta situacién “fenémeno” es que la demanda ha sido muy desigual y desequilibrada, en cuanto que ha venido de “a ¥ no de las bases. Como hemos visto, el desarrollo de 4a arqueologfa responde a toda una serie de exigencias politicas y legislativas de orden mundial més allé de Jos propios preceptos de los ciudadanos, que para el caso de naciones como Colombia son més bien débi- les en relacién con la conciencia de idemtidad cultural, debido a un colonialismo ideol6gico y econémico que enajend los bienes monetarios y culturales, responsa- ble tiltimo de toda una crisis adaptativa que se traduce en que todavia una gran parte de los ciudadanos ten- ‘gan que luchar por una identidad fisica bésica, ante la ‘que, obviamente, cualquier tipo de identidad cultural queda en un segundo plano. Queda claro porque una demanda popular de consumo cultural no encuentra ‘en Colombia atin el caldo de cultivo més éptimo. 7. QUIENES Y COMO NOS. IDENTIFICAMOS CON EL PASADO En Colombia una de las caracteristicas de la construccién del pasado se bas6 en la negacién def iro. Ello fue asf pues, hasta hace unas décadas, Ia identidad nacional no reconoefa ni a ta Colombia indi gena ni a la aftoamericana, Desde tiempos coloniales la identidad se fue configurando a través de posturas oficiales que reivindicaban la pureza de una raza blanca, ue por cierto nunca existié en la zona (Gnecco 1995). Paulatinamente la situacién ha ido cambian- do, al menos la postura oficial auspiciada en parte por las Naciones Unidas desde1976, y en buena parte por- que la lucha de los pueblos indigenas ha forzado el re- conocimiento multiétnico de la nacién, contemplado en la Carta Constitucional de 1991. Sin embargo, queda mucho camino por recorrer, donde los arqueé- logos deben responder satisfactoriamente a unas nue- vas directrices histéricas en las que se reconocen to- das las formas y sefiales del pasado, las cuales sopor- tan de alguna manera la identidad actual de todos tos actores sociales involucrados, quienes tienen el dere- cho “imprescriptible ¢ inalienable a la autodetermi- nacién”. En esta situacién, en ta que el discurso ha dejado de ser monolitico para dar paso a una alocu- ci6n del pasado dinamica y, lo que es més importante, abierta a nuevas perspectivas de comprensién, el prin- cipio de la no exclusién en la construccién y entendi- miento del pasado debe ser el paradigma que deben seguir los arquedlogos y arquedlogas como cientifi- cos sociales, mas para ello deben adoptar una postura més decidida “Vinculando ta praxis de la disciplina al tejido social del pais” (Ibid). Esto exige que la la- bor del arquedlogo salga de su propia torre de marfil yy busque los mecanismos para que todos los sectores de la nacién se apropien de su pasado como herederos, ‘iltimos de un continuum hist6rico. El proceso de apropiacién y construccién del pasado debe ser el pi- lar bisico donde todos los miembros de la comunidad encuentren su identidad y sirva para legitimar una nueva conciencia politica que dé cabida a todos por igual en la diversidad. Demostrar un pasado multicul- tural debe ser una de las tareas de Ia arqueologia para que trascienda en la formulacién de todo un conjunto de cédigos de coexistencia actuales, tegitimados por la conciencia y preservacién de una historia comin, Si partimos del supuesto de que el ser humano selecciona de entre todas las variables posibles aque- Has que pueden ser eficaces y redundar en beneficio propio, esforcémonos por convertir los datos arqueol6- ¢gicos en valores culturales que sirvan de herramienta para la supervivencia de las culturas. Ello significa, en lun momento caracterizado por una profunda crisis ideolégica a nivel mundial, abogar por una actitud del hombre que debe ir eneaminada a recuperar la con- ciencia de sf mismo. Adoptar la diversidad cultural co- mo modus vivendi debe influir en una nueva postura ante nosotros mismos y ante nuestro entorno fisico. Esta actitud tiene que trascender todos los érdenes, desde fos multiculturales hasta los meramente es tuales, despojéndose del tan arraigado antropocentris- ‘mo del hombre, quien ha ilegado incluso a olvidar su memoria historia y a ejercer un poder que moldea to- do a su antojo, negando Ia presencia del otro. Somos parte de un cosmos en el cual hemos sobrevivido gra- cas ala construccién del orden cultural, pero si no in- tentamos un cambio en nuestra actitud frente al reco- nocimiento de la multiplicidad de c6digos culturales que han funcionado como estrategias adaptativas, diffcil- ‘mente podremos seguir perpetuindonos como especie. La arqueologfa como ciencia social puede contribuir a ese cambio de actitud para que los pue- blos sean conscientes de que su futuro nace en el mo- mento en que logran reconocerse en el pasado, un pa- sado que contiene los cimientos de los actuales siste~ mas culturales, en el que son protagonistas activos de la historia y, prueba de ello son los restos arqueolgi- 344 FRANCISCO JAVIER ACEITUNO BOCANEGRA cos. En la actualidad, 1a construccién del pasado co- ‘mo fundamento de la identidad cultural es tan impor- tante para los pueblos como puedan serlo otros valo- res como los tecnoeconémicos, y es alli donde fa ar- queologfa puede hacer su mayor aporte, Los arques- logos y arquedlogas deben ser responsables de la construccién y apropiacién del pasado por parte de la sociedad, y para ello no le queda més remedio que comprender que la arqueologfa debe trascender el mundo académico y que para sobrevivir necesita transformarse en un valor real de la sociedad. EP{LOGO Quiero coneluir recalcando que el objetivo de este articulo apuntala la aplicabilidad de la arqueo- logia en la sociedad colombiana, aprovechando su re ciente inclusién en las leyes de produccién y el apoyo de los poderes facticos. Por un lado, la arqueolog(a puede ser valorada como un medio de produccién més, a través de un consumo racional del Patrimonio Histérico y Cultural y, por otro lado, como disciplina histérica puede aportar elementos para el fortaleci- miento de una identidad nacional, a partir de una nueva Jectura del pasado, que legitime, entre otras cosas, un derecho a la multiculturalidad, cuyos referentes en el caso de Colombia se pueden rastrear en el registro ar- queol6gico prehispénico. Para ello el Estado debe di- sefiar su propia politica cultural que contemple la construceién y redimensionamiento del pasado en sus ‘miltiples formas: tradicién oral, memoria visual, his- toria escrita, vestigios arqueolégicos, etc. Nora " Quiero agradecer a la antropéloga Aura Ruiz sus valosas ideas en la realizaci6n de este artculo: « la profesora Margarita Diaz-An- ‘rea por sus aportaciones@ Ia versin Final del mismo, y por Ui ‘mo, al profesor Alfredo limeno Martinez por su consantealiento y apoyo personal y académico ante todos los ets. BIBLIOGRAFIA, Boreno, S.H.; GOmnz, R.L. (1996): Arqueologia, sociedad ¥y medio ambiente. I Congreso Iberoamericano de Ar- ‘queologia Social, Palos de la Frontera. CARMONA, S. (1994): La arqueologia de rescate en proyec- tos de generaciGn y transmisin eléctrica, Arqueologéa de rescate en lineas de transmision eléctrica, Intercone- xin eléctrica S.A., Medellin EL.CotomaiaNo (1996a): La OEA y el turismo, (18-VIID. 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