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APENAS UN DELINCUENTE Crimen, castigo y cultura en Ja Argentina, 1880-1955 por Lila Caimari Malhechores ocultos y perseguidores modernos (1880-1910) Elarte de Ia sangre detallada “Laturba escupe subils,ya eso llama periédico”, deca Niews- che con caraeterstica despreci al reeritse ala prensa popular de su época. Y este observador reflexionaba, con igual escepticismo, sobre la naturaleza de losimpulsos que llevaban a tantos miles in- teresarse en los mis morbosos detalles dl erimen yel castigo. Esta ‘curiosidad no hablaba del noble espanto del pablico,aseguraba, s+ rode su placer vergonzant, el vijo placer del especticulo del su- {imiento reprimido por la hip6erita sociedad vieworiana. Los pu- Dlicistas de humanitarismo dieeiochesco ya habian conocido las, Aifcultades que para su casa implicaba este oscuro impulso Para cultivar la sensibilidad empsica del espectador, sus panfletos contra lavolencia desarrollaron de manera inédita la grfica deo ‘ruculento, El éxito de plblico de aquella ‘pornografia del dolor”, {que no siempre era edificante, erminé alarmando a los propios I ‘eres del movimiento, Lejos de espantar, la representacién masiva, {de Io sangriento activaba el insaciable apetit social por el castigo, ‘conclufa Nietzsche. En aquel fin de siglo xix en el que la human ‘dad se avergonzaba de su pasado de crueldad, la gente experimen- taba, en privado y secretamente, el viejo goce de la violentacin, “Ver sufir produce bienestar",insista provocadoramente.2 Detris de la crudeza extraordinaria de las conclusiones niet cheanas, es posible identificar tre disgusto, del que participaban {grupos mucho mis extendidos, en su sociedad y en otras socieda des el de Ia opinién cuta ante el éxito de los diarios sensaciona- listas yla degradacidn cultural de las masas recientemente alfabe- tizadas que los lean. (Nietwsche mismo no tenia nada bueno que decir sobre este nuevo acceso Universal ala lectura) Intentando, Be) LILA CAIMARI dar cuenta del apetito de los parisinos por los relatos que “ensan grientan cada pigina”, Rubén Dario detectaba lainocultable fas «inaci6n que en los lectores ejerefa el riesgo que corrian los cul ables. Los crimenes ocupaban demasiado lugar en el periodismo yla literatura, se quejaba, y el interés por ellos bordeaba peligro- samente la celebracidn del transgresor. "Se deberia también mos rar la viru, dejaria ver como es, de una belleza superior." En, la Argentina, José Marfa Ramos Mejia deploraba el giro hacia la sugestin y el engafio tomado por la prensa moderna, y recorda- ‘ba con nostalgia al "grave y tranguile lector de otros tempos”, los tiempos anterioresa la alfabetizacién masiva, que tanto habfa em pobrecido la calidad de la oferta periodistica El fulgurante &xt toe los folletines de Eduardo Gutiérrez, donde se codeaban “to- das las categorias de Ia canalla", confirmaba las peores hipdtesis sobre ls prcticasliterarias de las mayorias. “Los detalles de esta perpetua tragedia (el crimen] forman la sola leetura de una gran parte del pueblo”, se alarmaba La Vanguardia, También el corres ponsal de La Nacin, José Marti, deploraba el ruidoso interés del piilico en una ejecucién que presenciaba con fines periodisticos. Naturalmente, junto a estas protestas, La Nacin difundié todos los detalles de aquella muerte, ylos de muchas ms." ‘esis, libros y publicaciones criminologicas se quejaban cons ‘antemente de la intromisién de los periodista en la labor de los especialistas del crimen. Los lectores de diarios, decia Rodolfo Rr varola, sabian mucho mis sobre los sumarios judiciales que los propios acusados, sometidos al seereto inquisitorial. Las pesquisas se realizaban en un marco de absoluta confusiny escandalosa pu- Dilicida, editoralizaba La Nacién en 1894, No solamente habia sie perposicién entre policfayjusticia, ino que todo el mundo, in- ‘luidos la prensa y sus leetores, tenfan parte en el proceso. La Vox dela Its, por su parte, veia en esta difusin la causa del ee ‘imiento de la criminalidad, cuyas “extensas y a veces novelescas ‘rénicas del crimen” estimulaban las inclinaciones perversas ge- nnerando fendmenos de contagio eimitacin, La policia debia de- Jar de suministrar datos al periodismo y prohibir reportajes alos ‘delincuentes, “tan explotades por nuestros colegas” 2 MALIIECHORES OGUILTOS ¥PERSEGUIDORES MODERNOS. m ‘Todos los diarios de fin de siglo, predominantemente dedica- dos la politica y la economia, estaban en alguna medida intere- fads en el crimen, Sendas secciones a cargo de periodistas que ‘culkvaban fructiferas conexiones con lapoliciay el mundo penal, Se habian convertido en parte estable de muchos. No era una no- ‘edad absoluta. En Ia década de 1850, La Tribuna habfa cubierto ‘on lj de detalles algunos catos Famosos, como el de Clorinda ‘Sarracdn, que tuvo en vilo ala opinién porteia. El interés por el crimen urbano impulsé también una publicacion especial, La Re ‘sta Criminal, editada por Pedro Bourel en 1873 y publicada tri- ‘mestralmente alo largo de ese aio. Su propésito era hacer cono- cer a lectores —estadisas,jurisconsultos, pensadores morales, ‘bservadores sociales y simples curiosos— “hasta los mas minimos ‘detalles de una seleccién de homicides, obos y suicidios come- tidos en la ciudad. La Revista Criminal transcribfa también defen- ‘1s fallos notables, casos hist6ricosy, con cada niimero, el retra- toa lépiz de un delincuente eélebre.™" {Qué eran los *poiciales" de los grandes diarios de 1890 En suminima expresin, tina seccion de brevisimasinformaciones o- bre las grandes y pequeiias calamidades cotdianas de la ciudad, ‘Choques,asesinatos, suiidios, mordeduras de perro, infanticidios, ‘pelea, sincopes, bos de alhajas, misteriosos cadaveres encontra- dos, nifios abandonados, biccletas robadas, caballos desbocados de sus carruajes, sujetos destrozados por locomotoras; la seccién “policfa” era el lngar donde lo lectores se enteraban en pocos se sgundos de una multitad heterogénea de catistrofes cuya lectura ‘otidiana alimentaba un imaginario urbano de abigarrada ten- sin, Paralelamente, loreefa en algunos diarios, como La Nacién Y La Prensa, una er6nica del erimen. Cada semana, un homicidio tea excogido del ramillete de violencias menores reportadas, p= ta ser Cubierto en meticuloso detalle por varios dias, semanas 0 ‘meses, "El drama del Bristol", "Mujeres que matan” o “El erimen de la calle 25°: vistsos casos que consumian los esfuerz0s de los periodistasy la imaginacin de los lectores porteios. [Losautores (andnimos) de estas nota tenfan por entonees mo- delos de cobertura del crimen relativamente establecidos. El ero- m TILA CAINARE nist se enteraba en Ia misma seccional dela policia de una denun- la, y acompafiaba al oficial a cargo del caso en cada una de las et ‘as de la pesquisa. Ls doss de informacién que proporcionaba al Iector eran entramadas en una narracién que sacaba el mayor pro- vecho del suspenso de Ia intriga atin no resuelt, subrayando lox ‘obsticulos superados para obtener la primicia. Todos os detalles {que operaban como efectos de iniderde la informacion manejada por las fuerzas piblicas,y de intimidad con los protagonistas del rama, eran aprovechados al maximo, Las noticias del "Crimen de CCaballito”, por ejemplo, einiciaron y desarrollaron pegadas a rt ‘mo de la pesquisa oficial “(..) Hegando al lugar del crimen alas ‘cuatro dela maiana,a caballo yen medio de un fangal espantoso, hhemos conseguido establecer Ia identidad de las vieimas"¥ Co- ‘mo era habitval, habia en el contingente un dibujante del diario, tencargado de realizar retratos de los cadveres“tomaddos del nat ‘al’, imagenes de la escena del crimen, del arma e incluso del prin- ‘dpa sospechoso, que llenaron varias columnas de la edicion dela ‘matiana, Los formes médicolegales, que no perdonaban detale Ge las heridas,fracturas, manchas de sangre y ojos desorbitados de Jas vctimas, eran transcriptos poco después, Una ver el sospecho- ‘so detenidlo, las novedades del caso podian encaminarse por varias vias. Todo material que con ibuyese ala dimensién sensacional de Iahhistoria, como la declaracién exclusiva de algtin protagonist, era agregado al “expediente” periodistico. Tambien habfa informes re glares sobre el estado del detenido en su prsién preventiva. Con el tiempo, se publicara el texto completo de las sentencias, prece- ddido de extractos dela defenaa y Bscala. (Si este material técnico Y oficial concernia un caso excepeionalmente popular, alegatos y Sentencias eran publicados por separado y vendidos por suscrip- ibn.) En los casos mas Famosos, o en los que conclufan en pena de ‘muerte, la cobertura se extendia a diversos tramos de la fase puni- tiva. El condenado era seguido del centro de detencidn inicial ala Penitenciarfa, que el cronista visitaba para informar sobre los est dios niciales de la experiencia carcelaria En losraros casos en que se ejecutaba al condenado, se cubrian minuciosamente los momen- tos finales del situal de la pena capital. MALIHECHORES OCULTOS YPERSECUIDORES MODERNOS mm Ecritas a partir de las fuentes proporcionadas por la policfa ¥ la justicia, las notas mantentan el punto de vista de quien cons- truia la pesquisa Que la relacion editorial-polical era clave en Ia imagen periodistca de las fuerzas del orden fue evidente en Go as Cartas, la popular revista de actualidad dirigida por el ex co- tmisario de Pesquisas, José Alvarez (Fray Mocho). Los detalles de su “erOnica roja”estaban insertos en un relato pedagégico sobre Ios avances del estado en la lucha contra los malhechores. Pocas ‘trénicas policiales” de la época merecian tan justamente ese nombre como estos relatos que evaluaban en clave de insiderlos {Exitos y fracasos en el arte del “fill género de la pesquisa’#** Volveremos sobre est. [No obstante, el periodismo fnisecular no se redujo a mime- tizary publicitar Ia obra de Ins fuerzas del orden. Igualmente fre- ‘cuente era que los eronista intervinieran en la construccion de Ja pesquisa, adoptando roles diferenciados de los de la policia, 0 incluso en competencia con ella: es esta tensa relaci6n, cercana pero competitiva y erica de la autoridad, la que caracterizaria al periodismo policial del siglo siguiente. A veces, este competidor adoptaba atributes de detective inglés, proporcionando pista so- ‘bre el principal sospechoso y proponiendo incdgnitas calcadas de Joe modelos de intriga racional de la novela poicial anglosajona, La fotografia del paraguas el sombrero abandonadios por los mal- hechores, por ejemplo, ereaba esa ficcién de participacién de los Tectores en la econstrucci6n del crimen que tan larga carrera ha- ‘fa en el policial escrito, radial ytelevisivo. Dichas cr6nicas coexis- tian, a vecesen as mismas piginas, con la traduccion de episodtios por entregas de las aventuras del famoso Sherlock Holmes 0 de Sexton Blake el detective ‘Como veremos el periodista también podia ser médico crimi- nélogo fieelance iba a entrevista testigos, cud al hospital en el {que agonizaban las victimas y sugeria sus propios diagnésticos: "Con el abjeto de obtener nuevos detalles sobre el hecho de san- gre ocurrida hoy en Ia calle Viel 475, del que ha sido vitima Lola Fontana (...) nos trasladamos a dicha casa, obteniendo la impre- s6n de los demas vecinos. Todo induce a ereer que Zaccone ha ase- ee m HLA CAIMARE sinado a su esposa en un arranque de locura (...)"26 Como ade Tantarse ala policfa era la mayor de las consagraciones profesiona I ‘habia un poderoso ingrediente de competencia por informa texclusiva sobre los involucrados, y fuertes apuestas para lanticipar el desenlace de su suerte: “Nuestra tarea, laboriosisima, ha sido coronada por el éxito”, clamaba triunfalmente La Rasén cuando la policiaullz6 la informaci6n publicada por el diario pa- rallevarla pesquisa a s feliz término. Y Sud-América no vacilaba en tibuirse una responsabilidad en la detenci6n de los culpables del “crimen de Rosario", novedad de la que al parecer todo el mundo hhablaba en la funcién del teatro Colén de esa misma noche, y que fue confirmada desde ss paleo por el presidente de la replica.” La pesquisa periodistica podia incluso reemplazara Ia de la poticta ya justica, Tos cronistasjuagaban que éstas habfan legado a con- ‘lusiones equivocadas, 0 que habfan pasado por alto evidencia ‘conciuyente. No sin cierto delete, La Naciin puso pablicamente a Jas autoridades ante el hecho consumado de la resolucion de un, crimen equivocadamente abandonado por la justcia 'No hace falta buscar demasiado para encontrar antecedentes el “caso célebre’, que fe, en més de un sentido, un género de epoca, Estos relates finixecularestenfan modelos que ls periodis- tas argentinos imitaban sin secretos, pues los erimenes locales se alojaban en las mismas pginas sibana en las que se transcibian, losde la prensa francesa, O los informes de corresponsales argen- tinos en las capitales europeas, que telegrafiaban todos los detalles, de Ios espectaculares asesinatosy juicios pablicos que por enton- ces llenaban las paginas de Le Patt Journat "Seftor director de La "Nacién —decia el eorzesponsal en Bélgica— forzosamente debo principiar mi carta hablando del proceso del dia. En la Bolsa, en Iacalle, en el teatro, en todas partes no se habla de otra coss que del terrible drama judicial que en estos momentos esti desarro- Tndose en la audiencia de Amberes”®® Las novedades con res pecto ala anexi6n del Congo eran transmitidas solo después de Actualizar a los lectores portefios con respecto al proceso de la c&- Iebre homicida belga. Es que junto con lp aceleraci6n de las nove- ddades comerciales y financieras, el telégrafo (que La Nac incor- rT MALHECHORES OCULTOS YPERSEGUIDORES MODERNOS 15 ors en 1877) trajo al universo cotidiano de los portefios los poli Gales de la grandes capitales europeas.##" Un aspecto poco cono- ‘do de la incorporacién de la Argentina a la economia mundial ‘esque los habitantes de Buenos Aires —y de muchas capitales la tinoamericanas—accedieron a una suerte de cultura sensaciona- lista internacional, Su familiaridad con los procesos de los crimi- nalesfranceses, ingles y belgas era mayor que el saber popular sobre la mayoria de los casos locales. Seguramente por eso, 8 re- urria a ellos para definir la naturaleza de crimenes vernaculos: “(..) barbaro erimen que recuerda, por algunos de sus detalles, el el repugnante Soleilland, que pag6 en Francia con la vida su in- noble accién’, decia El Diario al presentar por vez primera el “eri ‘men de Rosario’, “Este malhechor puede agregarse sin escripulos yvacilaciones a la larga cadena de los Tropmann, de los Mabille, Lacenaire, Bouchet y demds’, afirmaba Sud América para ul ‘un asesino local en una genealogia conocida por sus lectores.! Las “causas célebres” —género que en Francia tena més de un si- ‘slo de tradicin— operaban en el Buenos Aires finisecular como, modelo de difusin de las maneras modernas de representar al cri- ‘minal, al iempo que como proveedor de pautas de reconocimien- to de casos y protagonistas “de moda”. La cobertura de los gran des atentados anarquistascatalizaba muchas ansiedades y serviria para construir una referencia de alteridad para futuros atentados locales, Los erimenes pasionales estaban salpicados de connotacio- ‘nes “modernas", como el uso de virialo de veneno sabiamente do- sificado, También habja asesinos transformados en escaparates del mundo cientific, con diagnésticos novedosos, como la histeria Ja delincuencia congénita.* De Pars llegaban, asimismo, mane- ras de representacion grifica de lo criminal e incluso pautas de re- Tain entre Ia prensa y Tos medios policals yjudiciales Estas novedades se eruzaban y articulaban de diversas mane- ras.con una tradicién local que contaba con lo repertorios de una frondosa literatura folletinesca que por entonces habia planteado ‘maneras propias de transitar el tema del delito. Sin contar con un cancionero urbano del crimen ya pasién que, entre 1870 y 1930, circul6 por la ciudad en forma de hojas sueltas; lamentablemen= A TILA CAIMARE te, ev repertorio, cuyaexistencia conocemos de segunda yteree- rrmano, no ha sido recobrado, Pero es claro que Ia cobertura pe- FHodistica de los casos ms famosos competfaen la calle con otros relatos sobre los mismos erimenes. Sabemos, por ejemplo, ue éste fe el caso durante el famoso proceso a Tremblig, un inmigran- te francés que en 1894 asesiné a su connacional Farbos y disem- ‘nd las partes de sa cuerpo descuartizado por toda la ciudad. Al abundante bagaj periodistco, los porteios podian agregar las si- jguientes coplas, que se vendian por la calle: “— :Dénde vas con ‘ealorce bailes?/ 2Dénde as, asesino Tremblig? /—A la céreel por toda la vida/ por el hombre que descuarticé/ —Dénde vas con cL bulto apuraddo? A los lagos Io voy a trar,/ es el cuerpo de Aue gusto Conrado al que acabo de descuartizar” Los diarios popu lares de la década de 1920 incorporaron esta tradicion eallejera ide narracién del crimen, con canciones en rima sobre los casos mas resonantes del momento [Los modos de representacién del criminal y sus perseguido- res participaban de muchas fuentes, locales y extranjeras, itera. Fas periodisticas, cientificasy populares. En el contexto de esta {nvestigacion, sin embargo el interés principal no reside en a re- construccién de estas ricas genealogias, sino en la oportunidad {que brindan para dlucidar cmo confluyeron en la construccion dde una relacin con el objeto representado, Pues la intensidad des criptivay el gusto por lo truculento eran el ropaje bajo el que se testablecia, en el nivel de consumo masivo, una representacin ¢o- tidiana del delincuente, Naturalmente,y salve pocas excepciones, cién de cadaveres mutilados, el sistema dactiloseépico de Vuce- {ich, 0 los detalles del veneno que mat al teniente Barouille, es LE 182 ULAGMMARL tcl efecto de profesionalidad de los peritos del crimen y sus in- ‘rumentos: “El informe presentado al juez doctor Ortiz contiene tun estudio prolio de la visceras, habiéndose empleado en I vretigacion quimica modernos métodos alemanes que aseguran, clexito"> ‘La promocién del arsenal investigative estatal se continuaba ‘en notas costumbristas de un tono bien diferente, que brindaban Ta oportunidad de celebrar también los éxitos de la prisién mo- derma. Todo esto se articulé amablemente en la entrevista que Co- trasy Cartashizo a Hormiga Negra, el ex preso de la Penitenciaria Nacional cuyos crimenes habfan sido popularizados por Eduardo ‘Gutiérrez en un foletin publicado por primera vez en 1881, Las cosas eran diferentes en 1901, explicaba la nota y los delincuen- tes ya no podian escapar al ojo estatal. “Los tiempos habian cam- biado y la poliea levaba una cuenta clara de todos los que delin ‘quian’, explcaba el ex delincuente al periodista. A contrapelo del planteo “moterita” por entonces tan de moda en Buenos Aires, €Lantiguo matrero de la historia mostraba que su paso por las ns tituciones estatales lo habian hecho un buen ciudadano, sedenta- +o, familiar y ahorrativo, “(..) buen paisano trabajador, que ha reunido una modesta fortuna y que en San Nicolis de los Arroyos, teatro de sus antiguas correrias disfruta de tn buen concepto ¥ ‘gora de crédito como hombre de orden’. Esta feliz ransforma- ‘cién (Fgaz, pues Hormiga Negra voli6 a ser arrestado poco des. pués de la entrevista) era el resultado de los avances del sistema isciplinario: Seis afios de Penitenciria me quebraron efor, y cuando sali te la cel fue para no moverme mal Hino muy bient Yat creo que hice bin! Me cas, tuve la mar de hijosyaho- raya ve que he aleanzado aver asta mis ietos — Yerd también a ss bisnietos, Hoyo. El caétieo ealeidoscopio de la sociedad porteia que semana ‘a semana mostraba Caras y Cartas —con una trada que en 1914 MAL HECHIORES OCULTOS YPERSECLIDORES WODERNOS 188 ttegaba a 1s 115 mil ejemplares— apelaba abundantemente ala fotografi, Su tono didacticomodernizador la levaba ainstruira Jos lectores con respecto a los modes de rlacign con los mensa- jos de la nueva tecnologéa. En uno de sus primeros nimeros, en 1800, un periodista se quejaba de la falta de apoyo del pico de tas veladas “paquets” de Buenos Aires para dejarseretratar en ceadros fntimos lfrustrado cronista social hacia un Hamad ala fla sociedad porta a wlerar ls indiscreciones del ftdgrafo, en ras del progreso® Es que los eriterios de oportunidad de la fo- to periodistca todavia no estaban esablecidos. Por la profusion con la que apel6 a este recurso, y su autoasuido papel de "pio era” ena materi, la revista ilstra la desesabilzacion que laf- to también prodyjo en la erénicapolcial. De lacémara del fotégrafo del stafsalian muchas escenas del crimen: la pesquisa, las armas ulizadas, las manchas de sangre fen os pasills el paraguasolvidado, scleccin tematica muy ex- andi por las posibiidades productivas de la cfmara, pero no fundamentalmente diferente de la realizada por sus predecesores dibujantes. En otros aspects, os cambios son evidentes, El nue +o voliajesensicionalisia es uno de ellos. Consciente del poten- Cin de fuerza dramtiea dels imagenes, Caras y Caeasdelibers- damenteftografaba lo que los dems solamente describian. Para cubrir el horrororo “Crimen de Vidal” —en el que wna made y + cinco hijos perecieron a manos de un assino pr6fugo— a re ‘sta publie6 una gran imagen de los sis cadiveresamontonados en un colchén. “Que es repugnante la now, desfiaba el ep irafe. i, pero sacudir la sensibildad del lector era precsamente Jo que se buseaba, a diferencia de los iaros que se habfan Timi- tado a cantar ubiamente la escena con palabras. Porque el cas- go merecido so legarfa cuando los ojos viean lo que habia he- cho este asesino: ‘Violentisimo ex para nosotros dar caida en ext gins ain- formaciones de tl naturaleza, pero vencemos la repugnancia {que nos inspiran, proponiéndonos que ala vista de estos ho- Friplantescuadros slo conocidos por las deseripeloneseser- wt LACAN tas de a prensa dara ber no ado de prevenit, rados suevan aquellos que estan en el de cantigar tan barharosaten- [La prosa naturalista habia encontrado Ia teenologfa que le era nds afin, Pero adem, estasincursiones en la fotografia del cad- ver esperaban cambiar larelacién entre el lector yeldelito: as we ‘mas tan fielmente expucstas ante ss ojos interpelaban el impul 0 pasional asumiendo wna relacién directa entre el shock de la imagen y la demanda de castigo resultante. Contra la tendencia, de los diarios a desplegar el veyurismocen el delincuente, las fotos, de Tos cadiveres devolvian Ia atencién al erimen mismo, desacti- ‘vando todo interés en la historia y eircunstancias del perpetrador. Con la fotografia, el horror ante el crimen reaparece, desnudo, [a imagen de los niios muertos expulsa la historia de su asesino. No apela ala ciencia nial imperativo dsciplinador. Apela al cast- 0 liso y llano.®” La fotografia de prensa aplicada al crimen fue ‘gual o mas profusa que su aplicacion al eriminaly restituy6 el in- sgrediente emotivo del castigo ausente en los textos legales. Ele pectéculo de los cuerpos, que la ley elimin6 junto con el cadalso pablico, reaparecié en la prensa popular del erimen de la mano de la fotografia. Paradéjieamente al expandir las posibilidades de representa cién del detale, la fotografia suaviz6 la carga ideol6gica del anti- {guo dibujo del periodismo policial, aunque mis no fuese porque Indiversficacion misma de los objetos representados distrajo det retrato del sospechoso, YIuego, habia un Iimite nuevo en lo que €lfotdgrafo no habia visto y que el dibujante s{ pod imaginar, (Este limite seria mas tarde siperado por Critica, mediante la su perposicin de fotografia y dibujo que reforzaba la ilusin de ve- rosimitinud.) ‘La fotografia también ha cambiado la definici6n misma de quiénes son protagonistas de las historias policiales. A partir de 1900 Ia escena del crimen —que hasta entonces se circunscribia al lugar, las armas y personajes directamenteinvolucrados—inclu- ye aun miimero mucho mayor de sujetos, como los familiares, ve- —z: ©. MALHECHORES OCULTOS VPERSEGLIDORES MODERNOS us cinos,tetigos y curiosos. Algunas piezas clave de la evidencia pe- ricial —por ejemplo, el cadiver de la vietima— aparecen enmar= cadas por un grupo heterogéneo de personajes, oficiales ycasta- Tes, que posan miranda la camara, Policia, peritoy cursos posando junto al eadiver Aesenterrado dela ictina del erimen de Arroyo Seco (Coma Gra, 19 de nosembre de 1910), 186 LA CAIMARE sque la fotografia sen fama fugaz que serfaparte tan importante dela cultura moderna. *Yecinos dela calle Chile N° 374 que ayudaron ala policia en sus investigaciones", dice bajo una imagen de 36 personas, de las cuz- Jesla mitad eran niios. “Los chicos del barrio muestran el orificio de entrada de una bala en un érbol de la acera’, explicaba otro ‘pgrafe bajo la foto de dicha evidencia™* Lo que radeon el crimen tran un nuevo lizo entre el caso y un marco social, acercando el hecho erudo del homicidio ala cotidianidad de los lectores. Este efecto de contigiidad social entre el crimen y su entorno es refor- ‘ado por el nuevo habito de publicarfotografias de las casas y Iles del barrio del hecho, Las fachadas de las viviendas donde ha- ban ocurrido crimenes sangrientos aparecfan enmarcadas por los, ‘omnipresentescuriosos. Ala multplicacion de las imagenes de ls ridencia recolectada por las autoridades se agrega entonces esta Snultitud de personajes priféricos ala pesquisa, pero mezcladios {en ella, son los “parisitos de Ta foto", como los llamaba Roberto Ade {La fotografia ha introducido también un cambio en los sue tos retratados. Adems de contrataractores para la dramatizacion cexplicita de la transgresién, Ios involucrados “reales” comienzan, fa aparecer en escenas preparadas para el fot6grafo. A su ver, test fg08y sspechosos procuraban utilizar la oportunidad para promo- ‘er ais propias agendas en el caso: so hizo, por ejemplo, la ami ga del infortunado Livingston, que posando en su lecho para el FoxOgrafo de Corasy Cartas, mostraba al pablico su cara de cons ternacién ante la noticia del asesinato de su amigo:® Yeran ame- ‘nudo los mismos testigos del crimen quienes seleccionaban la eve dencia expuesta al fowdgrafo y posaban junto a ella. {Qué consecencias tuvo la introduccién de la fotografia en elretrato del delincuente? Por un lado, las posibilidades multipl- ‘eadoras cambiaron inicialmente la jerarquizacion de ls imagenes ‘de los protagonistas més directos. En Caras y Cartas, cada articu- Jo erailustrado por numerosos retratosindividuales; a impresion, de quien hojea sus paginas relaivamente pequetias es de verdade- 10 vertigo facial. A diferencia de la era del dibujo, los retratados MALHECHORES OCULTOS YPERSECUIDORES MODERNOS 1 por la cémara eran tanto perseguidores como perseguidos: comi- aos, ladrones, detectives, sospechosos, ispectores, homicidasy peritos, nos junto a otros. A pesar de la diferencias entre unos {otros, que en algunos casos ton evidentes y en otros no, tales se- Fiesintroducian cierta desjerarquizacion visual, al vez una tradue- ‘Gdn grifica de la contigiidad espacial y esética que caracteriz6, las representaciones del delincuente en esta publicacin. Veremos ‘que ia imagen de remota alteridad del delincuente institucfonali- zado es una excepetén a esta regla general Lombroso para el desayuno Si tos delincuentes de 1900 eran otros Ios erimenes que co- ‘median eran una ventana, una ocasi para mirar a esos persona /Saheadnet amr empaante arate ane ed tidad ynaturaleza de los dls, vimos, ambiaba con laacelerada turbanizacén,yla percepcin de es proces estaba sn duda mag- nilfcada por oto cambio, dramatic, en las maneras dominantes de mirar a dichos delincuentes Examinemos a relacin entre las representaciones publicadas en Ia prensa y las que por entonces ‘irculaban en los espacio académicos yciemtifcos del famante saber criminolgico. Esta no srs para retratar al ladron manso, pero sal homicida. En realidad, pensar en un proceso de “ransferencia" de com tenidos del campo ential periodico esen si mismo probe ritio, porque los méicos igienstas, psiquiatrasy crimindlogos locales 0 extranjeros— publiaban abundante material en los {grandes diariosyreisas. Ademés de la transcipcin de los tex tos éenicos —forenses, de medicina legal 0 diagnéstico antropo- 1ogico— relacionados con casos céleres, también contribulan con artculos especialmente dirigidos al gran pablo. Francisco de Veyga, Lio Melender, Jose Maria Ramos Mejia, Guglielmo Fe- ero yel mismo Lombroso son slo algunos de los autores cuyos textos sobre temas de lo mas diversos aparecfan regularmente. 3 LA cua, “Avances de libros riminologicos recientemente llegados a Bue- hos Aires tambin tenian un lugar en las paginas de ls diarios.Es- te material circulaba a fines de la década de 1880 y alo largo de la de 1990, cuando Ia criminologia estaba todavia en un estado teérico dle inestable formacidn y de reconocimiento institucional ‘ain débil, cuando la Argentina no tenia todavia periédicos crimi- polégicos propios. Criminalogia Moderna, a primera revista espe Cializada en la materia, fue fundada en 1898 y los Archivos de Psi (quitra, Criminologia 9 Ciencias Afines no aparecerfan hasta 1902. [Estamos pues ante diarios que se constiuyen en vehiculos de un saber cuyo liga en el campo cienifico mismo todavia estaba sien- do definido, La explicta toma de posicin editorial de algunos en favor de la ciencia positivist ya generosidad con que acogieron sus debates en sus piginas, dejan pocas dudas: Ios diarios no fue- ton objeto de transferencia, sino agentes eruciales en la difusién, ‘masiva y consolidacién institucional de las cienctas vinculadas al conocimiento de criminal ‘Por su parte, los autores de las notas sobre crimenes célebres hicieron uso més que generoso de categorias por entonces acalo- radamente debatidas en ¢] mundo cientifico. Algunos de ellos Fae- ‘on divulgadores e incluso propagandistas de la nueva ciencia del Crimen entre los lectores profanos. Es que al desplazar el foco de lobservacién del delito al delincuente el fundamento tebrico dela criminologia positivista era muy funcional a la misién de un pe- riodismo avido de lo sensacional. Si muchas veces se ha hablado ‘del mal dsimulado weyeurima con el que los cientificos se aproxi- ‘maban a su objeto de estudio, la nueva ciencia venia ahora a legi- timar una multiplicacin de posibilidades voyeuriicas para quie- nes el wyrismocra na profesion. En esta nueva ciencia, adem, el diagn6stica de los casos procedia de observaciones y categorias {que se confundian écilmente con las del sentido comiin:estable- ‘cer la superioridad de la mirada del criminélogo profesional so- bre la del profano era justamente una de las mayores preocupa- ciones de Ingenieros. Pero lz cultura criminolégica de la que participaban los cronistas nunca fue el reflejo transparente del es {ado del debate te6rieo en un momento dado. En realidad, la ini- MALHECHORES OCULTOS YPERSEGUIDORES MODERNOS 189 al apropincién periodistica de la teorfa rflejaba desde muy tem- pprano uma suerte de “sentido comiin criminolégico" de gran esta- bilidad, pero de rasgos diferentes de los de los consensos (cam biantes) del mundo cientific. En esta narrativa cotidiana, la lente de la ciencta aparece en innumerables descripeiones de reos empapadas de términos yea- tegorias criminol6gicas, y también en la propuesta de diagnésti- os etioldgicos hechos por los periodistas, BI sentido comdin cri- rinolégico” que las recorre era, por sobre todas las cosas, Tombrosiano, Con su halo de exactiud y fuertes puntos de con- ‘acto con la prestigiosa ciencia médica, a antropometrfa y la an- ‘ropologfa criminal prestaban a les retratos piblicos del delin- cuente persuasivos efectos de autoridad. Sélo esto explica las largas lists de cifras milimétricas de orejs,naricesy créneos que acompaiiaban los retratos hechos por los dibujantes de La Nacién yas descripciones narrativas de los cronistas™ Datos descontex- tsados, en sf mismos desprovistos de todo significado para los lec- tores, pero capaces de wransferi al resto de la narrativa un halo de irrecusable legitimidad. Cualquiera fuese su significado en el ‘contexto original, la informacién antropométrica operaba como, expulsora del sujeto retratado en el diario un nuevo registro de alteridad. sposible sobrestimar, ademés, el peso de ls premisasan- twopolégicas en la descripcién cualitativa del criminal. Al parecer, hacer estudios clinicos de los sospechosos era una tarea que se e5 pperaba del periodista a cargo del caso: “Visitamos ayer alos pre- 40s, examingindolos con la rapidez que las circunstancias lo per min. El hecho de hallarse incomunicados en raz6n del estado de la causa, nos impidi6, como se comprende, proceder aun ex ‘men antropoléjico completo”, La rapidez de las observaciones no ‘mpedia conchusiones dramticas: “El ipo criminal ex post fac. to~ como lo entendemos nosotros, puede hallase sin esfuerzo cen tres de los cuatro asesinos. (...) presentan rasgos claros, visi bles al ojo mas inexperto. Tienen materia prima, como diriamos wulgarmente; son sin duda alguna criminales nativos, por tenden- cia irreprensible, por constitucién"®" Las observaciones sui ge- 7 LA CAA. nevis del periodismo ganaban en autoridad por su contigiidad on las mis Iargasyteenicas que se transcribian de los textos le gales Elestudio del homicida Castro Rodriguez realizado por los Goctores Ramos Mejia, Ramos y Ortega, por ejemplo, revelaba & foe lectores que tras la mera apariencia de vulgaridad del reo #¢ ‘cecondfa un erineo de Neanderthal, la implantaci6n dentaria de tan degenerado y una mano “completamente simia" En otros ‘vos, autoridad del periodista viene de su acceso directo al st per del criminélogo: fue el mismo Pietro Gori quien confirm6 al corresponsal de Caras y Caras que el retrato del acusado Sequel: ta tenfa todos los caracteres del asesino nato, semejante a uno de Jos especimenes estudiados por Lombroso."* ‘Con el tiempo, el cuestionamiento del poder excluyente de tas teoras lombrosianas comenzé a filtrarse en la cr6nica policial. En 1900, el saber cientfico ya no es abrazado con la inquebrantar ble conviecién de 1890, Pero las dudas y escripulos éicos no po- ldfan menos que convertirse en otro objeto de competencia, las spropiaciones del poder explicatvo de la morfologia facial, en otra ‘excuza para critica a 1s diaris ivales. Al denunciar el uso indi ‘Giminado de [a antropologia en la descripcién de sospechosos, ‘La Nadiin gané la partida dando cuenta del abuso cometido por {a polica yun diario competidor que habia publicado el dibujo del "(..) desgraciado Miguel Monti [que] figuraba en el retrato ‘como tn personaje escapado de una novela de Gaboriau: el ceo ‘adusto, la mirada aviesa, nari de matoide nato, p6mulossalientes (.)", Cuando la pesquisa demostré que “el pobre Monti, que tie- ne todo el aspecto de Homobono” era inacente, La Nacionse de- Ieitd sermoneando a sus rivals: “No hay, pues, retrato que valga ‘ni habilidosas pesquisas que contar en parrafos ampulosos",plan- fando de paso una sella de duda sobre la infalibilidad de lateo- sa cientifica que habia conducido al error Critica o legitimadora, la antropologia criminal avo un pe- so en la representacién del delincuente que fue mucho mayor y nds duradero en los diarios que en Ta universidad o la prision: Taapropiacion periodistica de sus categorias se independlz6 de la 'cientifica de Ia frenologia y el lombrosianis MALIECHORES OCULTOS YPERSECLIDORES MODERNOS ry smo ste destino medio parece vinculad ala potente afin aa de lnancopolgia criminal con el medio price lon diton y fotoyais de routes n l papel pret podan sgerir Tees imines con una inedte Intended jms gal dap ls hips mulensales que crrian mor suerte en el ‘puo de lov eapecalna SI haba eore los petoiaas tna con Geach den otfciones que a mocfeogia ranean deperaa erm fuente de dingnStcs, ya eee prottaban sos dancing Gc lscscocsinlanaenfivor de at nfloqoe ests declare te bacan poco por elimina a impron e lego plo que la tnvropolog crinal aba ned en Jamia prof v- bree eincuente ada en efecto, no alanzaba par expuls a lombroda lame dun nedioqoe ano provcho cab Se potoncal co muna. La nmedatr deo lengua ys ononalidad gre fe deme Ie aeguaron an her ena pena, sung con el tempo, tt fneGennoyendoen fecuenciay aida sent ta Elsetdo comin qe inal fu na herramieta concept tcyacente in que ol period sempre pod pea, er una {emporaiad la. Décadae mis rd aflorarin ocasonaimente {actos resonates can a adie Goda de que fan ‘metrfa era cosa del pasado. " “s Edebltamientedogmtic del ombroianismo no implice bat climinacin de lo medion sno ina mayor perma en tr sos profinon Hacia 1900 apna pote comenzs ajoqar on spropaionesprovocadors dea hipoessanropcogin tastes denieatorias asada en oil. Adelante pvioisme sensacionali, La Vanguard exci muy pronto {eel exp ombrovan era reverb: "Aconneaon dat frst de Crininalogia que publiquen lon reson de todos lou ti ge sri ren rit enna de Cina efrnealrmen? ea aprobacn de un proyecto pul tao por Pellegrini, Torngulsy Roca ™® Una ver mi exen Crt } Cons donde el univer desijetorsometidora a npn de ac Inco ess cvere. Ss perodas ugaban a poner en re Tacgn fa morflogiacraneana on ls conocasionnraie de 12 LA cATMaRE Jas figuras pablicas. En “Leyendo en los créneos” €l“investigador”™ reproducia la silueta de doce cabezas de personajes conocidos: ‘Manuel Galvez, Ernesto Torquinst y Bernardo de Irigoyen, entre ‘otros. Desafiandolalinea entre éstosy los depositarios “naturales” {de la mirada del crimin6logo,afirmabu: “Tan elocuente como ss propia lengua eel erneo del hombre (.-) Agut las ambiciones de poderio,deriquera, de gloria alt la envi el egofsmo, la cobardia, a astucia, el valor, ipo tesa; mis al el amor con sus ariantesinfinitas, las pasiones {que son comunes a acionalese iracionales, y hasta aquellos recénditos insintos que den euentero del to pueden hacer tun banquero, de un aero un guerrero, de un eandidato pre- sidencial un megalomano y de un simple iudadano un marti oun eaudilo.™ ‘Claro que nadie salfaparticularmente airoso de una indaga- cién periodistica puesta a vincular los datos morfoldgicos a las peores reputaciones de eada uno. Las teorias de Gall sobre la re~ Tacién entre morfologia craneana y rasgos psicoldgicos, por cjemplo, eran puestas al servicio de la agenda politica de Ia re- vista para reirse de las “desmedidas ambiciones de mando” de Roca, cuya protuberancia craneana era objeto del sesudo exa- ‘men de una convencién de frenélogos politicos caricaturizados cen la tapa “También e proponian utlizaciones Kidicas, como jugar a adi ‘nar earacterstcas de personalidad con la foto de una cabeza vis ta desde atris o utilizar a la frenologia para deducir las potenciae lidades vocacionales de los niitos, La solemnemente burlona presentacion de la “nasologfa" es otro ejemplo: esta disciplina fun Gada “por el sabio doctor Nasini de la Universidad de Bologna” proponia el estudio exelusivo de las narices de las personas sospe- chosas "por més o menos narigona que sea, es decir, que con el ‘conocimiento de esa ciencia tiene uno agarrado a todo el mundo por las narices”. Atravesando toda la pagina, una nari gigantesea fontenia las Fotografias de Ins naries de decenas de politicos *” MAUMECHORES OCULTOS YPERSECUIDORES MODERSOS 18 “apa de Carry Cats, Pile marta de 1904 “Nasologla Cas Caras "7 de junio de 1906. Otro elemento teérico que entré con fuerza en el retrato pe- riodistico del delincuente proviene de las teorfas de la degenera- ibn, Gracias aloe diarios, miles de personas se enteraban de los Antecedentes médicas de los miembros de Ia familia del perpetra- dor: de los contornos vagamente histéricos del caracter de su her- ‘mana y de la gota de su padre de setentay seis aos, de quien, se ‘deducia, el asesino Castro Rodriguez habia heredado problemas nerviosos, En esta clinica criminal popular también habian deja- do su sedimento las nociones de contagio y degeneracin tan di- fandidas en Buenos Aires por la literatura naturalist de las dos ‘itimas décadas del siglo. Las novelas moralizantes, como la con- trovertda En la sangre de Cambaceres,ilstraban mediante histo- rias de pasion y castigo los peligros de la herencia, aquella que ‘cua sus estigmas la mirada ylosaloja “en la sangre”. Otras cult ‘ivaban lo monstruoso y recursian en sus argumentos ala cons 1m LA cAIMARL truccién de genealogias patolégicas* La prosa de as secciones policiales dela época reproduce muchos de estos rasgosy permi- te preguntarse sien Buenos Aires, como en Paris, la familiaridad petidistica con la iencia provino dela ciencia misma o de las “n0- ‘elas médicas", que difundieron en a fiecién muchos de los man- datos del higienismo. Estructuralmente seqgado por la sospecha del erimen come tido, el dibujo del delincuente exteriormente normal estaba sak picado de indivios de la enfermedad y Ia degeneracion (aleoh6li 20 no) que potenciaba, por contighidad, la descripeién de las ‘observaciones de cronista. El sombrio retrato producido por el ‘dibujance del diario ratficaba las sugerencias del texto, y ambos fe reforzaban muttamente. En pocas ineas, la cronica podia des. Tizarse de una descripcién fsica con carga meramente moral, ala insinuacin de la degeneracién y las psicopatologias. Cada regis. ‘co transtita sus connotaciones al siguiente, Mediante esta “con- taminacién’ de atributos, una observacién que no revelaba pato- togias podia ser tenida por la sola evocacién de tal ausencia: “Aunque su frente no es fan deprimida, sus raggos generales son, poco nobles. No puede decirse que sea un degenerado, pero hay motivo para suponer que es un impulsivo" 2 ‘Las nociones de la degeneracin fueron particularmente im- portantes en la construccién periodistica del delincuente infantil. Tas nifios de la calle, sobre los que tanto se esribia en los diarios, cencarnaban las mas nefastas potencialidades del progreso mate- ial En el retrato de este marginal confluian varias corrientes pe- ‘imistas que, en tensi6n, taicionan temor, lstima, condena mo- raly curiosidad soyurista, Denuncia muda de los fracasos de la sociedad moderna, “Son Ta manifestacion de una vida llena de ¥- os, Tena de dolor y lena de degeneraciones”*” Vicios y dege- neraciones que, egin ls eatélicos, eran adems el resultado ine- vitable de la proscripeién de Dios de la escuela y el hogar. Ora figura de alteridad tesida por Ia sospecha de degeneracion fue el, narquista. Los periodistas apelaban aqui a modelos dominantes de representacién de las noticias europeas. Cuando la opinion pt Dlica local fue atravesada por olas de pasion punitiva desencade- MALHHECHORES OCULTOS ¥PERSEGLIDORES MODERNOS 195, sadas por atentados locales de gran vsibilidad —como el atesina- to del jefe de Policia Ramén Faleén (noviembre de 1909), o la pbomba en el teatro Colin (junio de 1910)— ya habia un lengua je disponible de representacin del terrorsta derata. En verdad, ‘ac patecia concentrar todos los atributos del eriminal moderno: ‘su bicacion amenazante en invisbles intersticios urbanos, la or- ganizacion colectva de sus golpes, sa familiaridad con la teenolo- flay, también, su relacién con el malestar sic y psicol6gico de Ja modernidad "El delincuente extranjero que a fines del siglo x1x sala de las szonas oscuras de la urbe para perpetrar crimenes novedosos, cl ‘delincuente cuya naturaleza necestaba de las eategorias dela cien- cla para ser dilucidada, estaba mas lejos que antes de los limites de la comunidad, Era “otro” porque habia cometido un erimen, Pero sa violacién del pacto social era menos mirada que su cuer= po ysus costumbres, La visién etnograficamente diferenciada de fr sociabilidad y lugares de circulaeién, el descubrimiento de que ‘existian malformaciones anatémicas y manifestaciones organicas de su mal icieron del nuevo delincuente un nuevo no-iudada- ‘no, cuyo lugar imaginario estaba ms lejos que antes de Tas fron- teras que abarcaban alos lectores de matutinos porteiios. Lanobleza del delincuente Los lectores de 1900 tenian a su disposicién canales de sinto- _nia empitica con ciertos pos de delincuente, y esto tendfa mu ‘has consecuencias en las vsiones populares de la ley, Cerramos este anilisis con tna brevisima descripci6n de algunos nicleos de identifcacién con el transgresor, dentro fuera de Ia prensa, en Jos que se subvertia el orden representacional hasta aqui descrio, ‘Los mismos diarios que se referfan a Tos “nuevos criminales” ‘como oscuras entidades ajenas Ja comunidad fomentaban la sim= ‘patia y glorficacin de algunos de ellos. Tal es el caso de los pro- tagonistas en los famosos “erimenes del honor” que generaron a —V—_—_—— 198 ULAGAMARL tanto revuelo en la opinign piblica finivecula. Ningéin otro ru- sane ia exGnica policialinclufa tantos miembros de la buena so- ‘edad portekay ninguno a tantas homicidas mujeres, Como han ‘tosteado trabajos recientes Iejos de constituir un estigma, matar por honor ennobletaal asesinoy Ia defensa del honor constrain tn persvasvo argumento atenuante dela pena.*™ La saciedad to i per venia en el proceso de eximicin social de fa culpa. Uno Ge los casos ms famoso fue el de Ta joven Elena Parsons Horne, (Quien se confex6 autora de a muerte de un hombre que habla puesto su honor “por el suelo” mandando anénimos difamatorios En sa confinamiento preventivo en la Policfa, Elena Parsons rect Dia cartas, flores e incluso visitas de desconocides, como la de squeila dama que “(..) e present6 aa Sefiorita Parsons manifes tdndole que habia leido en los dariosaexcena en laque habia s {do protagonisa. Yque aunque no In conocia se habia decidido a spa ftiitarla por sa proceder”® Grupos le mujeres embancde- adas en su favor se sentaban todos los dias en primera fila de las tudiencias pablica. Tal era la popularidad de Ia joven homicida {que al publicarse la noticia de dos asesinatos semejantes ocurridos Oa tas semanas siguientes, La Vx dela Iglesia no dudaba en ver en fllos el resultado de un perverso fendmeno de imitacion2™ La tlorfcacin de la joven Elena porla opinion pibliea porte ob {goal abogado de i fala de la vicsima de! homicidio a pubicar tina quefa, También se publié la del st. ministro de la Repaiblica ‘Oriental, pidiendo que se dejara constancia de que “no ha dirigi do ninguna felcitacion a la Sefiorita Parsons" ” La segunda excepcién de importancia no aparecia en los «grandes dirios’, sno en la prensa contestatria, que produjonur erosas imagenes subvertidas del transgresor. Dos eran Jos tipos nds frecuentes: [as victimas de Ia moralidad burguesay el héroe obinhoodense lanzado unilateralmente a revertir un orden injus- fo. Desde el anarquismo se denunciaba el registro de alteridad que qa prensa usaba para hablar del activistaderata, mediante una rei- vindieacién paradéjica de esa misma identidad. £1 Perseguido, que ‘on una trala entre dos mil y cuatro mil ejemplares diarios era por entonces el medio libertario mas importante, deca en su pri- MALHECHORES OCULTOS YPERSECLIDORES NODERNOS ro mer ntimero (1890); “Nosotros somos los vagabundos, los malhe- Chores a canal Ia escoria de la sociedad, el sublimado corrosi ‘de la organizacin social actual" En 1897, el peri6dico socia- Tista revolucionario La Montata publicaba en su primera pagina, por cuatro mimeros consecutives, una "Defensa de los crimina- {es" que recordaba que el salteador no era intrinsecamente mis, {nmoral que el eaballero entrado en aiios que lo juzgaba, y que “el proscrito de tna edad es el héroe de otra”. (Para contribuir aun ids a complicar las interpretaciones de la relacin entre cultura, ide inquierda y ciencia del eximen, tomemos nota de que José In- _genieros era uno de los directores de esta publicacién.)** De todas as figuras identitarias deilegaidad, ninguna fue tan smasiva y multiforme como la del gaucho victima del estado mo- ‘derno. La literatura gauchesca fue, lo sabemos, un espacio clave ‘de constituci6n de las visiones sociales de relaci6n con la ley la jus- fica y el castigo, lngar fundamental de articulaci6n de una culeu- ra penal ertica del poder de larga duracién. La estructura esen- cial de st planteo, crstalizado en los folletines de fines del siglo, ‘xix, sobrevivird muchas décadas, en soportes muy diversos. ‘Como ha mostrado Adolfo Prieto, desde fines del siglo xix y inasta bien entrado el Xx, las narraciones criolists alcanzaron a ‘una masa inédita de leetores urbanos, un piblico a su vez en pro- ceso de alfabetizacién acelerada. Lo hicieron por diversos cana- les: libros, folletines, panfletos, obras de teatro y de circo.?™* Man. tin Fiery (sobre todo) Juan Morera—por nombrar solamente las ‘obras mis embleméticas y con major éxito de piblico— narran historias en las que las penas del perseguido son el resultado de tun aparato represivo deserito en un registro de recelosa ydescon- fiada alteridad, Lajusticia es la enemiga del héroe popular y el cas- tigado es mucho més vctima que perpetrador. La fusin entre ley y justicia “real” es rechazada Josefina Ludmer observa que en es {aliteratura “del pueblo” Ia jsticia queda identificada con la vor del gaucho, y la nocién popula de lo que dicha justicia debe ser ‘queda relegada a un lugar opuesto al de Ta ley escrita”” Incluso, fen La Vuelta det Martin Fiero —el relato gaichesco que represen- ‘a el punto mas cercano al compromiso con la modernidad, don- 18 ILACAIIARL de el protagonista acepta pasar de delincuente prifugo a trabaja- ‘dor vimos que hay mucho sobre su sufrimiento ante la apabu- tante desmesura del poder de la amante Penitenciaria: “Eso ‘para quebranter/El corn mds aivo/LasUaers som pasivos/Pero mas easy duros/Tal vec que os mezmos ues /En que uno gine cautvo™ 2 ‘Toda la sintonia esta con exe preso, arrojado en su infinita vulne= rabildad a ls faces de las instiruciones modernas. "Juan Moreira, la popular novela de difusién folletinesca, eit- ‘conse, eatraly cinematogréfica, nacié sobre el modelo del perio- ‘dismo popular, Su autor, Eduardo Gutiérrez, cuenta la historia de ta sueesion de trampas y celadas que le juega la justicia al gaucho. Et personaje, que comienea encarnando las virwides populares, termina encarnando la justa violencia antiestatal de! pueblo, que ces moralmente legal, de una legalidad bella y serena: “Ysin em- bargo, nuestros presidios estin Tlenos de estos tipos que habian ‘nacido para todo menos para asesinos y bandidosa quienes se apli- ‘calaitima pena, que sufren con una serenidad hermosa yun vax for inquebrantable”! Las historias de la injusticia moderna s0- bre el representante de Ia legalidad popular legaban a manos de las vidas masas de la ciudad por muchas vias y se desarrollaban, ‘en direcciones miltipes. Trasiadado de! foletin al crco, Juan Mo- tira incorpor6 miichos ingredientes ajenos a su soporte inicial, ‘que lo fueron actualizand, incorporaron personajes de la ciudad eomo el vasco, el eura napolitano y Francisco Cocoliche.*® De po- co servian las conferencas criminologicas que procuraban desmi- tificar al personaje de Gutiérrez, mostrando que Moreira no era rms que una versién verndcula del delincuente nto Un lugar popular de emisign de discursos eriticos de la ly y la justia del fstado estaba establecido, La prensa sensacionalista del siglo XX cobijaria sus encarnaciones mis extravagantes. 6. Ladrones y policias, 1920 y 1930 Gritica, 0 las extravagancias de Ia justicia popular En las primeras décadas del siglo xx, los lectores portefios tu vieron a st disposicin un nuevo tipo de erénica periodistica del ‘crimen, en tn nuevo tipo de diario, De perfil mis comercial y me- ‘nos polltico que tus predecesores,a menudo publicado ala tarde, seguia el modelo de los grandes vespertinos norteamericanos, que de la mano de Hearst y Poliver conquistaban un espacio inédito tentre fos lectores urbanos. El primero fue La Razin, que en 1905 salié a disputar exitosamente el mercado a la prensa matutina. En 1913, con tres ediciones diarias, se habia instalado como lectura dela tarde: la de quienes hacian largas colas para enterarse por la prensa de los resultados deportivos de la jornada, los que lean el Giario en el tranvia de vuelta al barrio alli donde estaba su fami- ia, su casa con patio y las ricas redes de su sociabilidad vecinal 2 Con una apuesta ms osada a a stra, Ia caricatua y los grandes titulaes, Ultima Hora pronto saliéa competir con La Razin por exe espacio, A ellos se sumarian Grticay lego, el colorido tabloide Et ‘Mundo, Asi en la segunda década del siglo, Buenos Aires habi ‘entrado en la era de la prensa popular urbana, que en grandes t+ tulares, caricaturas y fotografias, hablaba de les escéndalos de ac- tualidad politica, la moda, e!crimen y el deporte. Fue ali donde Jas potencialidades de Ia prensa sensacionalistaaleanzaron su mi xima realizacion.** El diario que emblematiza esta era es Crica, que es también ‘el que mis espacio y recursos dedic6 a la cobertura del erimen, la justciay el castigo de estado. En sus decenas de mies de ejempla- res cotidianos (que en Ia déeada de! 30 se contaban por centenas

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