El Confidencial
Un antropologo dentro de las 'maras'
Paso por decenas de controles pero, al final, logré entrar en la pandilla més peligrosa del mundo, Y se rodeé
de violaciones, palizas, torturas y ajustes de cuentas indiscriminados
Un miembro de una mara fotografiado en la prisién de Quetzaltepeque, en El Salvador (Reuters)
Autor
Alberto G. Palomo. San Salvador
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Tiempo de lectura7 min
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25.02.2016 — 17:19 H.
No se puede decir que Juan José Martinez sea un antropélogo al uso. Su estética de camiseta clareada y
bermudas desgastadas lo aleja del prototipo que marca la academia. Tampoco ayuda su abultada perilla ni
una desigual cresta alifiada con aretes en las orejas. Su discurso, por el contrario, es ordenado. Plagado de
nombres, referencias y anécdotas de memoria enciclopédica, Narra con pasién, a balazos. Igual que escribe.
Cada sentencia es un pufietazo de angustia. Sensacién que provoca 'Ver, cir y callar, una recopilacién de
notas tomadas a lo largo de un afio desde el corazén de la ‘mara’ Salvatrucha.
Para escribirlo no le hizo falta viajar la tierra de los ‘dowayos', en Camertin, como hizo su colega de profesién
Nigel Barley, que puso en alza el oficio gracias al éxito de 'El antropdlogo inocente’, Le basté una malograda
moto china y la valentia de internarse en una de las pandillas mas peligrosas del mundo, La mara Salvatrucha
tiene sitiado al pais donde nacié Juan José Martinez hace 30 afios, El Salvador, y a toda la regién. Su
enfrentamiento con los de Barrio 18 provoca desde hace afios la muerte de miles de personas. 6.670 en 2015
La cifra més alta de su historia. Por encima de sus més cercanos rivales en este funesto ranking, Honduras y
Venezuela, y a la altura de naciones en conflicto bélico.
Se calcula que en El Salvador hay cerca de 100.000 pandilleros en activo y un millén de personas
relacionadas con las maras, que prestan ayuda o se cobijan bajo su sistemaDatos que engrosan estadisticas
pero que para Juan José Martinez son el reflejo de un profundo problema social, El, acostumbrado a manejar
humeros en informes universitarios encargados desde varios puntos del planeta, necesita darles una
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explicacién. Ponerles nombre. Meterse en el barro, en suma, Algo relativamente sencillo para cualquiera de los
6,3 millones de habitantes de El Salvador, pero que puede resultar mas que inseguro. Puede llegar a ser un
camino de no retorno.
Hay que tener ganas. Y tiempo. A Martinez le costé meses entrar en contacto con los mareros. Lo consiguié
gracias al trabajo que desarrollan decenas de ONG en el lugar. Aun asi, necesilé semanas para ser integrado.
Pasé por decenas de controles y momentos de desconfianza que pueden suponer el empujén final entre la
vida y la muerte. Al final, lo logré, incluso hizo amistad. Y se rode6 de violaciones, palizas, torturas y ajustes de
cuentas indiscriminados. La ténica habitual de este territorio de apenas 21.000 km2 con una tasa de
homicidios de 101 personas por cada 100,000.
"La violencia en El Salvador esta bien democratizada”, afirma nada mas arrancar, casi a modo de resumen. Lo
hace en el patio trasero de un hospedaje que regenta un familiar. Por las cien paginas que narran estos doce
meses de bitécora, de enero a diciembre de 2010, cabalgan gritos de desesperacién y momentos tensos. Los
personajes, reales, responden al apodo que les dio la banda: Little Down, El Destino 0 Moxy. Mareros de barrio
que confeccionan lo que en el argot se denomina ‘clica’. "Son las células mas pequefias, lo mas importante.
Mas que la pandilla vista como algo transnacional porque eso no existe. Son un conjunto de grupos, una gran
‘clica’. Para entenderlas hay que ir ahi", explica.
Un miembro de una mara en la prisién de maxima seguridad de Izalco, en Sonsonate, El Salvador
(Reuters).
Cien mil mareros en activo
Se calcula que en El Salvador hay cerca de 100.000 pandilleros en activo y un millén de personas
relacionadas con las maras, que prestan ayuda 0 se cobijan bajo su sistema. Su magnitud se extiende a todos
los rincones del pais, pero predomina en los barrios, en las colonias. Y la ciudadania soporta el peligro
constante de cruzarse en su camino o de ser extorsionado con el denominado 'renteo’, una especie de
impuesto revolucionario que paga el grueso de la poblacién: taxistas, conductores de autobiis, tenderos 0
simples vecinos. "Todo lo que se mueve es extorsionable. La gente vive en un tremendo estado de alerta y de
estrés", asegura Martinez.
Conforme a lo que experimenté en el distrito Mejicanos de la capital, dentro de la colonia Montreal, los
miembros de estas organizaciones hacen de sus comparieros de batalla su familia. Su unico entorno. Chicos -
nifios- de personalidad diictil que, captados desde jévenes como simples informantes, promocionan con
velocidad a la clipula ante el continuo tréfico de atatides. "Las pandillas provienen de finales de los ochenta,
cuando los salvadorefios empezaron a instalarse en Los Angeles emigrados por la guerra (que duré de 1979 a
1992). Alli se repartieron en calles, generalmente segregadas por nacionalidades. Cuando los deportaron,
volvieron a un pais del que no sabian casi nada y cuyo tejido social estaba irremediablemente roto. Calcaron el
modelo y han ido mutando hasta diseminarse y controlar toda Centroamérica’, explica. "Ahora son pandas de
delincuentes sin una estructura planificada. Actiian de forma anarquica, sin medios ni comida y sin apenas
comunicacién entre los grupos. Y necesitan la confrontacién, al contrario que el narco”.
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