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sean uno.
El Papa acaba la homila as: Pidamos la gracia de la unidad para todos
los cristianos, la gran gracia y la pequea gracia de cada da para nuestras
comunidades, nuestras familias; y la gracia de mordernos la lengua.
UN CUENTO
El curso pasado vi un guila. Estaba en un patio,
en una jaula, y la verdad es que me dio un bajn
ver un pjaro tan noble encerrado. El dueo me
dijo el otro da que ya no la tena, de lo que me
alegro, pero me ha recordado un cuento indio (de
los indios norteamericanos, no de los de la India).
Un bravo guerrero, en cierta ocasin, encontr
un huevo de guila y lo puso en un nido de otro
tipo de aves, zancudas, pequeas y que no
vuelan. El aguilucho naci y creci con este otro
tipo de pjaro y termin por ser una ms entre
ellos. Para comer no cazaba como las guilas, sino que escarbaba la tierra
buscando semillas e insectos. Cacareaba y cloqueaba. Correteaba y volaba a
saltos cortos. Un da vio un magnfico pjaro, a gran altura, en un cielo azul
intenso. Su aspecto era majestuoso, aristocrtico, real, imponente.
Qu pjaro tan hermoso! Qu es?,
pregunt el guila.Ignorante! No lo sabes?,
cloque el vecino. Es un guila. La reina de las
aves. Pero no suees, nunca podrs ser como
ella El guila cambiada lanz un profundo
suspiro nostlgico, baj la cabeza, picote
el suelo, y se olvid del guila majestuosa.
Pasado el tiempo, muri si saber que ella
tambin era un guila.
Nos puede pasar como a esa pobre guila, y ser inconscientes de nuestro
noble origen y de nuestras posibilidades. Hacer lo que vemos hacer a los que
tenemos a nuestro alrededor, siempre que sea fcil. No sentiros llamados a
nada grande. Y cuando vemos en otros algo digno de imitacin, verlo como
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