Este libro describe el daño inferido a la vida de un hombre por una bala que penetró en su cerebro. Aunque todos los esfuerzos concebibles para recuperar su pasado, y gracias a ello contar con alguna posibilidad de futuro, las imposibilidades estaban abrumadoramente en su contra. Y sin embargo creo que existe algún sentido en el cual puede decirse que triunfó.
Sus únicos materiales eran recuerdos fragmentarios que llegaban a su memoria al azar. Tuvo que imponerles cierto orden y sentido de continuidad, aunque cada una de las palabras que recordaba, cada pensamiento que expresaba, le exigían los esfuerzos más atormentadores. Cuando sus escritos marchaban bien, lograba escribir una página por día, dos cuando mucho, y ello lo dejaba extenuado. Escribir era su único vínculo con la vida, su única esperanza de no sucumbir a la enfermedad y de recuperar por lo menos una parte de lo perdido. Este diario relata una desesperada lucha por la vida con una habilidad que los psicólogos no pueden dejar de envidiar.
En una palabra, este es un libro sobre una persona que luchó con la tenacidad de los condenados para recobrar el uso de sus cerebro lesionado. Aunque en muchos sentidos sigue tan impotente como antes, es preciso afirmar que a la larga triunfó en su lucha.
Este libro describe el daño inferido a la vida de un hombre por una bala que penetró en su cerebro. Aunque todos los esfuerzos concebibles para recuperar su pasado, y gracias a ello contar con alguna posibilidad de futuro, las imposibilidades estaban abrumadoramente en su contra. Y sin embargo creo que existe algún sentido en el cual puede decirse que triunfó.
Sus únicos materiales eran recuerdos fragmentarios que llegaban a su memoria al azar. Tuvo que imponerles cierto orden y sentido de continuidad, aunque cada una de las palabras que recordaba, cada pensamiento que expresaba, le exigían los esfuerzos más atormentadores. Cuando sus escritos marchaban bien, lograba escribir una página por día, dos cuando mucho, y ello lo dejaba extenuado. Escribir era su único vínculo con la vida, su única esperanza de no sucumbir a la enfermedad y de recuperar por lo menos una parte de lo perdido. Este diario relata una desesperada lucha por la vida con una habilidad que los psicólogos no pueden dejar de envidiar.
En una palabra, este es un libro sobre una persona que luchó con la tenacidad de los condenados para recobrar el uso de sus cerebro lesionado. Aunque en muchos sentidos sigue tan impotente como antes, es preciso afirmar que a la larga triunfó en su lucha.
Este libro describe el daño inferido a la vida de un hombre por una bala que penetró en su cerebro. Aunque todos los esfuerzos concebibles para recuperar su pasado, y gracias a ello contar con alguna posibilidad de futuro, las imposibilidades estaban abrumadoramente en su contra. Y sin embargo creo que existe algún sentido en el cual puede decirse que triunfó.
Sus únicos materiales eran recuerdos fragmentarios que llegaban a su memoria al azar. Tuvo que imponerles cierto orden y sentido de continuidad, aunque cada una de las palabras que recordaba, cada pensamiento que expresaba, le exigían los esfuerzos más atormentadores. Cuando sus escritos marchaban bien, lograba escribir una página por día, dos cuando mucho, y ello lo dejaba extenuado. Escribir era su único vínculo con la vida, su única esperanza de no sucumbir a la enfermedad y de recuperar por lo menos una parte de lo perdido. Este diario relata una desesperada lucha por la vida con una habilidad que los psicólogos no pueden dejar de envidiar.
En una palabra, este es un libro sobre una persona que luchó con la tenacidad de los condenados para recobrar el uso de sus cerebro lesionado. Aunque en muchos sentidos sigue tan impotente como antes, es preciso afirmar que a la larga triunfó en su lucha.