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RECONOCIMIENTOS Como en el pasado, muchos estudiosos me han dado generosamente su tiempo para ayudarme a compen- sar mis deficiencias de interpretacion y estilo. Entre ellos se ctientan Michael Adas, Paul Clemens, James Green, John Gillis, Angeliki Laiou, Maurice Lee, William McNeill, William O'Neil, Traian Stoianovich y Joseph Strayer. Una versién anterior del capitulo 1 fue presentada al Social History Group Seminar en Ja Rut ‘gers University, y yo me he beneficiado de las sugeren- Cias de sus miembros. Mis editores en Macmillan, Colin Jones, Joyce Seltzer y Fileen DeWald, constante- mienté me dieron buenos consejos. The Rutgers Uni- versity Research Council y The Charles and Johanna Busch Memorial Biomedical Fund han apoyado mi investigaci6n, mis lecturas y redaccién, capacitindome a contratar ayudantes para la investigacin y correc i6n de la obra. Entre éstos se contaron Claire P. Gri fin y Patricia R. Lani, Una beca del American Coun- Gil of Learned Societies fue de gran ayuda durante las ‘iltimas etapas de la redaccidn, Sia toda esta ayuda téc- nica, editorial y econémica, yo no habria podido escri- bir este libro. n g INTRODUCCION En octubre de 1847, una flota de navios genoveses entré en el puerto de Mesina, en el nordeste de Sici- Jia, Sus tripulaciones Hevaban “la enfermedad hasta en Jos mismos huesos".] Muchos habian muerto 0 estaban moribundos, atscades por una enfermedad del Orien- te. Los encargades del puerto de Mesina trataron de poner Ia flota en cuarentena, pero fue demasiado tarde. No fueron los hombres, sino las ratasy las puke 28 as que difundieron la enfermedad, y se deslzaron 8 tierra en cuanto las primeras cuerdas fueron atadas a Jos muclles. Al eabo de pocos dias, Ia peste eundié por toda Mesina y sus alvededores y, en scis meses, la mitad de la poblacién de Ta zona habia muerto 0 huido. Esta excena, repetida miles de veces en los puertos y aldeas de pescadores por toda Eurasia y cl norte de Africa, fue el anuncio del ms grande desas- tre natural de la historia europea: la Muerte Negra. La Muerte Negra fae una combinacién de cepas bubsnieas, neuménicas y septicémicas de la peste. Devasts ef mundo occidental, desde 1347 hasta 1351, matando 2 2550% de la poblacién de Europa y cau- sando © acclerando marcados cambios politices, eco- némicos, sociales y culturales. La gente se quedé ats- nita, asombrada, aterrorizada, "El padre abandoné al * Miguel de Piaza, Biotec srptorum qui ves in Sia gastos tai Te ps 382 1s hijo, la esposa al marido, el hermano al hermano, piles la peste parecta atacar por el aliento y la vista. Y muricron. ¥ no pudo encontrarse nadie que ente- rrara a los muertos, por dinero o por amistad."? La gente se horrorizaba ante aquella peste, aparen- temente inexplicable, para la eval no habia remedios, Como escribié ef humanista florentino Petrarea: }Oh feliz posteridad que no conoeeré tan abismal dolor! ;Y que considcraré nuestro testimonio como fabula!”> Los efectos a largo plazo de Ia peste fueron atin is profundos. La Muerte Negra fue la primera epi demia de la segunda pandemia de la peste, una serie de brotes ciclicos de la enfermedad que se repitieron hasta el siglo xvi, La poblacién europea decliné con- tinuamente al menos durante un siglo después de 1350; la despoblacin erénica caracteriz6 los siglos xiv y 29. Las antiguas instituciones constitucionales, gu- bernamentales y comerciales, las antiguas ideas filos6- ficas y hasta los sistemas de creencia religiosa fueron desafiados, frecuentemente, con éxito, Los asistcratas y los clérigos, que habian dominado el mundo ante- rior ala peste, por su control de la propiedad, se tuvie~ ron que enfrentar a campesinos y mercaderes que habfan prosperada talicando en articulos agricolas industriales, inconformes de ser, continuamente, los que ocuparan el fondo de Ia estructura social euro- pea, La produccin anterior a la plaga, basada en una mano de obra barata y abundante, fue remplazada por 2 Agnolo di Tora del Graso, Grmasa sagen The Black Death comp. Willam Howsky (Nwevs York: Holy Rhiachart & Winston, 19M) pp. 1344, Francesco Petrarce,FpsolaeFanaitores VI, p. 200. “4 nuevos métodos que a menudo se fundamentaron en una tecnologia relativamente avanzada. En realidad, la Muerte Negra y la segunda pandemia de la peste inter- vinieron en el desarrollo det mundo occidental con una fuerza tan stibita y profunda como la de cualquier hecho de la historia, Virtualmente todos los historiadores atribuyen a la Muerte Negra un papel importante en Ia historia europea, pero atin existen considerables debates sobre la naturaleza, el momento y los efectos a largo plazo de este papel. Algunos estudiosos creen que los cam bios producidos por la Muerte Negra fueron efimeros, mientras que otros consideran la Muerte Negra como un importante punto de cambio (o como el punto de cambio) en la transicién de la Europa medieval a la Europa moderna. Casi todos los primeros estudiosos del tema suscribieron esta tltima perspectiva. En 1893, FA, Gasquet escribié que la Muerte Negra cons- tituyé el fin de la Edad Media.« Siendo cardenal, achacé a la peste el declinar de la Iglesia cristiana, y especialmente del monasticismo. En esta perspectiva también existié G. G. Coultan, tem- prano exponente de la historia social. Coultan consi- der6 que la despoblacién causada por la peste trajo consigo una cubierta de plata, a saber, mayor prosperi- iad per capita para los sobrevivientes, y que esta rique- zaayudé a producir el Renacimiento y la Reforma pro- testante.5 J. W. Thompson no insist en ta conexién existente entre la Muerte Negra y el Renacimiento y la {RA Gasquet, The Gat Pale (Londres: Marsal, Haniton eKent, 189. FG. G. Coultan, The Black Death (Nueva York: Cope & Smith, 1980). 5 ki Reforma, pero, en cambio, se concentré en fa reperci- sién psicoldgica de la, Muerte Negra.® Comparé sus devastaciones con las de la primera Guerra Mundial y le pareci6 que el efecto de la primera habia sido mas profundo y duradero. La Muerte Negra maté gran pparte de Ja “flor” de una generacién y dejé a muchos de los sobrevivientes en grandes crisis psicolégicas y morales. Esta perspectiva es adoptada hoy por of desta- cado medievalisa francés Yes Renuoard, Ademds, en tun reciente estudio efectuado por la Rand Corpora tion, la Muerte Negra fue catalogada como una de las tes peores catistrofes de la historia universal.” Durante el decenio de 1980, y tal vez bajo la influen- cia de los heches contemporéneos, los historiadores empezaron a disminuir un tanto el papel del gran fenémeno natural. Algunos marxistas, como el ruso E. A, Kosrninsky, ereyeron que la peste no fue mas que parté de una crisis general de la economia y la socie- dad rural que se contraba en torno de la estructura social jerarquica de Enropa.* Esta opiniGn fue abraza- da por algunos no marxisias. M. M. Postan, uno de fos primeros en aplicar métodos empiricos a la historia econémica, también rebajé un tanto el papel de la Muerte Negra, afirmando que la crisis comenz6 a ‘mediados del siglo xury se desarroll6 cuando los nive- les demograficos superaron a los abastos alimenta- 6, W. Taompton, “The Aftermath ofthe Black Death and the ‘Apettiats of the Great War", The American Journal of Soy 2: raza “vex Renouard, “Conséquences et intéret démographique dela este Noe de 1346", Populate 8 (1918). ‘BA. Kosminsky, Stacie nthe Agrarian Hutery of England (vere rks Keley & Milman, 195). 6 Fios? Europa fue voliéndose cada vez mas pobre dex pues de 1300. La despoblacin causa por la peste, esr de algunos avances del ingreso per capt, simple- zente acclerd el desplome de una sociedad que ys se desmoronaba. Raymond Delatouche, sobresaliente medicvaista francés, también rebaj6 el papel de la Muerte Negra, por diversor motivos° Delatouche airmé que la ulterior eris medieval habfa sido més moral que econémica. Sut raices se hallaban en fas tensionesflosfiesy religiosas del sigh x Esa disminuciOn de la importancia de la Muerte Negra siguid atrayendo diseipulos después de ta segunda Guerra Mundial. Hasta hubo nuevos enfo- aqes. El bacteriSlog J. FD. Shrewsbury afirne que e Bacilo de la peste, Ysnia pets, no era tan virulento como lo habfan erefdo muchos historiadores y que, al rmenos en ls ils Britaica, la Muerte Negra ho pudo matar més de 20% de la poblacién.! Pero los mejores studios dela Baja Edad Media realiados durante la posguerra han sido obras empiricas,intensvas, sobre Fegiones especificas. Los datos que han producido tiendon a apoyar las supoticiones de la generacion de Couttan y Thompron. Entre los mds notables de estos recientes estudioros se encuentran el norteamerieano David Herly y los franceses Elizabeth Carpentier, Eduoard Baratier y Guy Bois, Todos ellos convienen en que hbo una crisis genera dela Baja Edad Media. 2 MM, Posan, Mist Agiutre and Govnal Pots (Cam. ‘bridge: Carmbeidge University Press, 1973). Wikaymond Delatouche, "La crise du XIVe sécle en Burope ‘occidentale, Ler Bde Scales ms 1959, ED. Shrewsbury, A Ptr of Dubie Plague in the Brissh Js Camtridge: Cubed University Press, 1970). ” que comenzé con la sobrepoblacién del siglo xin, pero tereen que la peste fue la parte mis importante del problema y que causé los cambios mas fundamentales. Herlihy y Carpentier estudiaron las ciudades italianas de Pistoia, en la Toscana, y de Orvieto, en Umbria, y sus coadi, 0 campos circundantes.}2 Ambos legaron la conclusién de que, aun cuando la Muerte Negra constituyé un golpe terrible, el aspecto més impor. tante de la peste fue su recurrencia cfclice. Subrayaron Ja clastcidad y resistencia de la humaniclad, como ree puesta a ctilquier desastre. Pero la peste pandémica Afacaba al cabo de algunos afios, asegurando la despo- Dlacién y dando continuado impetu a los cambios ocu- rridos durante Ia Baja Edad Media, Baraties y Bois, que hicieron estudios detallados de las regiones fran- cesas de Provenza y Normandia, Hegaron 3 la conelu- sin de que succsivas epidemias de peste mantuvieron reducids la poblacién hasta el decenio de 1470. Esta imsistencia en la peste pandémica también se encuentra en una vasta interpretacidn ambiental y bio- Togica de la Baja Edad Media. La perspectiva ambien- tal, presentada inicialmente por los demégrafos escandinavos E. Jutikkala y M. Kauppinen, y rods re- ientemente subrayada por cierto niimero de histo- riadores ingleses, entre ellos J. D. Chambers y John Hatcher, y bien resumida por los franceses J. N. Bira- ben y Emmanuel LeRoy Ladurie, presenta la Muerte 1 David Herlihy, Madina ond Ralsonce cia (Nev (hen, Conn. Yale University Press, 1967); Hlabetts Carpenter, Une Ville ‘devant a Paste (Paris SEVEN, 1983), ‘i edouaed Narain, La Demographic Povonaleds XI aw XVI Siz de (Waris deve, 1961); Guy Bos, Cre du Fondation (Pris: Fremes ‘Gel Fondation Nationale des SeiencesPolhiques, 1976). 18 Negra yl cambio demos, ail econémico en eons 2u un ysto mateo econ Biesben, po empl, ated que la pete pandenica ex fein po cambiar ecm de cam y pore don ie Tet derocdoese neta. No pas por ato el papel Rohe detipat pr ctnmd tele iim do le eottemedad, poo ma qua da eccesa innportnca eras comercial estado de oe trnepoter as comumiaconee!s Take kino ague cl enfoque ambiental de ese, disingoiéndon ade oon eatudon recientes de In ‘Muerte Negra, especialmente of escrito por Philip Zie~ glee ia Mace egy i sogondn pndeia dela fest slo pueden comprendere en au coneto Arango com pat de period de 80 aos de crus ceulgin Ee hincpie oo ln actors ambien: tes exegenos no exciye los problemas poliicos, sochteryecondnion generals Antes ben, ondemas na perspec mas equlivada que conde, por Cjemplo, mo ls comunidades de Yoedores yn con icone decline, sf coma lo rcorerr metean> fundieron i enfermedad epidemic, De manera 1, Jota & M. Kauppinen, “The Srvtire of Mortal ule Ss Ya in Mela Scy pon 25 (197i) ) DChambers, Puan, nd Sey tl agin Oxo Cay Fe 0 a che, Mp Pept dg Tils1530 Mac: Inia Landes 107) [6 bers Momma ls Pte ose {Ea tape Mout, 108} Fei Lada Un Conese Ei lin nis Ss si Ge seni Met Read Papi en: Dey voce Deer, Th ak Det ve Yk ae & Ro 9 similar, al estudiar ef declinar de las cosechas a finales dol siglo xm, ¢s importante —cuando sea posible— investigar los cambiantes niveles de precipitacién y utrientes de la tierra, asf como los tipos de productos que los campesinos sembraban y cémo legaban sus propiedades. Existen muchas dificultades al escribir un libro acerca de la Muerte Negra y la segunda pandemia de la peste, Uno de ellos se refiere al predominio de cier two niimero de concepciones erréneas pero profunda- mente arraigadas. Muchos historiadores atin subrayan la enorme tasa de mortandad causada por la Muerte Negra. Sin embargo, la poblacién humana es lo bas. lante resistente para recuperarse de un s6lo ataque, asf sea tan devastador como la Muerte Negra. Fueron los _golpes sucesivos de la segunda pandemia los que produ- jeron los cambios més pronunciados. Otros historiado- res suelen menospreciar la mortalidad de la plaga, afirmando que la Muerte Negra slo mat6 al 20% de la poblacién de Europa, en lugar de 20, 40 o hasta 50%. Ysin embargo, 20%, especialmente cuando es debido a epidemias sucesivas, es ain mayor que la moriatidad causada por ningiin otro fenémeno de la historia curopea. Existen algunas nominaciones erréneas. Aigunos historiadores profesionales no hablan de la Muerte Negra sino de la "Peste Negra”, La epidemi dde 1665 es habitualmente Hamada la “Gran Peste”, y por buenas razones. Tal vez matara de 15 2 20% de la poblacién de la Europa occidental, pero ni ella ni ninguna otra epidemia medieval fue llamada la “Peste Negra”. De hecho, el término “Muerte Negra” no se utiliz6 en la Edad Media, y es probable que fuera apli 0 cadoa la epidemia de 18471351 por primera ver cerca, de 1550.37 En el mediocwo se Je lamé la “pestilencia”, descripcién sencilla y grilica que, para 1400, fie wili- zada en sentido lato para denotar cualquier desastre, epidémico o no, que estuviese szotando a la sociedad. Ora dificultad se refiere alas peucbas, Los registros medievales a menudo escasean, especialmente cuando tratan de fenémenos naturales. Las er6nicas nos ofte- een descripciones del mal tiempo, pero no datos; hay s6lo unas cuantas historias naturales de fines de 1a Edad Media y varios manuales de agricultura, pero no twatan de los ciclos vitales de insectos 0 roedores. Sin embargo, nuevos métodos de investgacién han dado. a los historiadores una informacién considerable acer- ca del medio de la Europa de fines del periodo medie~ val, La dendocronologia (medic Jos drboles), cl andlisis del poten, y la datacién de la vida media del carbono de los restos arqueolégicos nos permiten hacer hoy estimaciones confiables de la temperatura media y los niveles de precipitacidn, diag nésticos de enfermedades degencrativas y cicrta eapa- cidad de expecular sobee el valor nutritive de la ai mentacidn. La aplicacion de los métodos del cientifico social, como la programacién de las computadoras y avanzados andlisis estadistcos, han producido buenos datos demogrificos. Ain es necesario conjeturar acer- ‘a de muchas cosas importantes pero, en el itimo de- cenio, la investigacién ha sacaco ala luz. muchos infor- mes nuevos. Este trabajo me permite ofrecer una nueva perspectiva al lector. de los anillos de 1 Stephan dry, “Notes onthe Origin ofthe Bxprewion “Atra Mor” i, 8 (1926) a I. UNA HISTORIA NATURAL DE LA PESTE Como todas las enfermedades infecciosas, la Muerte Negra tiene ana historia natural, y s6lo en ese marco se le puede interpretar adecuadamente. Primero, esta cl medio.! Para cualquiera que en estos diss recorra Europa, sora dificil imaginar cémo era el continente hace 1 000 aijos. No habia crecientes complejos urba- not ¢ industriales, caracteristica sobresaliente det siglo pasado y, sorprendentemente, pocas ciudades de cier- tas dimensiones. Los poblados usualmente estaban muy lejos unos de otras, localizados cerca de! mar © sobre grandes rios. A mediades del siglo xn, unos cuantos centros urbanos de Italia y de los Paises Bajos y tal vez Paris, tenfan 50 000 habitantes o més, pero la ‘mayor parte slo contaban con unos 1 000 habitantes. Nueve de cada 10 europeos vivian en asentamientos ‘alin mas pequeiios, aldeas 0 poblados de unos cuantos centenares de personas, separados entre 20 y 30 Kilé- metros, Pueblos y ciudades eran pequesios y apiiiados, 2 Fernand Braudel, en au clisica obea The Mtiorantan ond dhe Malitrrancan Wind in the Age of Pip I Yers6n en espa del PCr] ha mowsado a nporancia de un estudio de ls condiciones lambenales pana comprencer le htoti premodern, Vane tt bign: Georges Duby, Haral Eaonoy ond Grunt Life the ago Wis (Londres: Edvard Arnold, 198); B.H Slchec van Bath, The Agerion History of Westen Bure (Londres: Baar Arnold, 1968), Uno de for mejores esudios ambientales es el de W. G. Hoskin, The Making of tn English Landuape (Londres Hodder & Stoughton, 1955), * con instalaciones de sanidad y transporte lamentable- mente inadecuadas, Resulta irénico que en los confi- nes de sus asentamientos pequetios pero aisiados, la mayoria de las personas viviesen apifiadas, con poca timidad, En torno de las aldeas estaban los campos, tierras de pastoreo y bosques, donde la gente buscaba su sub- sistencia. Cerca de 1250, los campos y lierras de pasto- reo habian legado a dominar el paisaje de Europa pero, al menos hasta mediados del siglo xu, la exten- ion y densidad de los bosques caracterizé el medio curopeo. En el remoto norte —la mayor parte de Ex ‘candinavia y de Rusia—, los bosques eran de comife- ras, principalmente de pinos, con algunos abedules y, donde Ia tierra tenia mal desagiie y era poca la cleva- cin, habia brezales, pantanos y tundras. El resto de Europa tenia bosques deciduos. Los suclos acidos, generalmente frios y hiéimedos, alrededor del Baltico y det mar del Norte, y de gran parte de la Europa orien- tal hacian crecer hayas, rodeadas por acebos y otros agrifolios. La Europa central tenia, basicamente, bor ques de robles. Donde la tierra era alcalina, especial ‘mente en ambos lados de los Alpes y de los Carpatos, los robles se mezclaban con alisos. Donde el clima era iés lnimedo, y mas Acida la tierra, como en la mayor parte del centro y cl norte de Francia y det centro de Alemania, los robles estaban rodeados por hayas y ticmblos. Al sur de los Alpes, en la mayor parte de la cuenca mediterrénea, la luz del sol era mis brillante, la temperatura ms alta, las Huvias menos frecuentes ¥ menos-bien distribuidas durante el afio, y la tierra era arenosa y acida, La cuenca mediterrinea también a habia estado poblada mas tiempo que cl norte de Europa y tenfa mayor densidad de poblacién, Por tanto, sus bosques eran menos densos que los del norte. Pero aun en el siglo xi, seguian en pie muchos bosques, particularmente de coniferas, como pinos y _junfperos, que pueden tolerar las tierras arenosas. Una segunda consideracién al estudiar la enferme- dad es su causacién.* Todas las epidemias, incluso la peste, son causadas por pardsitos que se relacionan entre sf, por lo general, organismos grandes. Este pro- ceso es parte natural de la ecologia humana y animal. Un tercer factor, de importancia decisiva para el hom bre, es la toxicidad. Los epidemiélogos suelen distin- Buir entre enfermedades letales y no letales. Las infec- ciones no Ietales son habitualmente “viejas” y ya establecidas. A menudo, s6lo son moderadamente deletéreas para sus anfitriones, asegurando asi un abasto continuo de victimas. Por contraste, esas espe taculares enfermedades que periédicamente surgen cn el escenario histérico, matando grandes niimeros de personas, son causadas por parisitos nuevos que in tienen que establecer un equilibrio con sus anfi- triones. Un ejemplo de una enfermedad vieja es la malaria; el plasmodiuim que la causa es debilitador, pero generalmente no es fatal. Un ejemplo de una enfermedad nueva es la peste neumdnica, que es fatal entre 95 y 100% de los casos. Ambas enfermedades 2 Las libros sgulentes uatan de fos efectos soiol6givos genera les de a enfermedad: Henry Slgerist, Cztsano ond Dae (ithaca, N-¥: Cornell Universgy Press, 1948); MacFariane Burnet & D. ©. Wiite, Natal Hisry of nfs Disease, (Cambridge: Cam bridge Universiy Pres, 1972); William MeNel, Plague and Parplas ‘Nueva York; Doubleday 1976), % fueron importantes en el pasado, pero, dada le enor me'mortalidad causada por la peste, tivo una repercu- siéa mucho mayor. Un cuarto enfoque a las enfermedades infecciosas en realidad, manera importante de distinguir una de otra— es su medio de transmisién. Uno de tales mecanismos es el contacto directo entre personas, hhabitusalmente por el sistema respiratorio, Las enfer- medades asf diseminadas incluyen la influenza, la dif- teria, el sarampion y la peste ncum6nica. Las enferme- dades respiratorias son sumamente contagiosas, virtualmente imposibles de prevenir y muy relaciona- das con la densidad de poblacién humana. Por consi guiente, fueron muy comunes en las ciudades y los pucblos de Ja Europa medieval. Un segundo mecanis- mo de diseminacién comprende las enfermedades contéricas, las que se difunden por medio del sistema digestivo; entre ella, la disenteria, Ia diarrea, la tifor. dea y el célera, Como los males respiratorios, las enfer~ medades entGricas fueron muy comunes durante toda la Edad Media, A menudo reflejaron las condiciones sociales, especialmente la mala sanidad. Por ello, y en contraste con las enfermedades respiratorias, las enfermedades entéricas pueden ellminarse con bax tante facilidad mejorando la salubridad pibiica. Las enfermedades se difunden al menos de otras dos maneras. Una de ellas por medio del contacto venéreo, siendo el primer ejemplo las infecciones det teponema, especialmente la sifilis y la gonorrea. Los ‘organismos causativos de las enfermedades venéreas son muy vulnerables cuando quedan expuestos, aun cen medios templados, y fueron menos frecuentes en la Edad Media que las enfermedades respiratorias 0 ‘entéricas. En cambio, un cuasto grupo fie muy comin: las enfermedades tansferidas a los seres humanos @ partir de animales, que actuaban como intermedia- ros, como en el caso de la malaria o el tifo, 0 como vie~ timas epizodticas primarias 0 secundarias, como en el caso de la peste bubdnica, El papel de los animales al difundir enfermedades puede ser decisivo: los seres bumanos comparten 65 diferentes enfermedades con los perros, 50 con cl ganado vacuno; 46 con cabras y ovejas; 42 con ceredos; 35 con caballos; 32 con ratas y ra tones; y 26 con aves de corral’ Aunque no fan comu- nes como las enfermedades respiratorias 0 entéricas, las que son transmitidas por animales suelen causar mayor mortandad, ya que la mayor parte de Tos virus y las baeterias, los organismos que en red la infeceién, aumentan en virulencia al pasar por la cadena de anfitriones. Ademds de su virulencia, Jas enfermedades facilita- das por intermediarios animales son importimtes por otras razones. Representan otra clasificacion y otra nterpretacién de Ja enfermedad ya que su disemina- cin y su frecuencia se basan principalmente en los anfitriones animales, més que en los seres humanos. La peste bubénica nos ofrece un buen ejemplo. Cuan- do vna poblacién de rocdores en que la peste es enzoo- tica, es decir, indigena, empieza a muldplicarse y Mega a cierta densidad de poblacién, hay una concentrada 3-Thommas Smith Hal, A Source Bos in Animal Biolog (Nucra Yorke MeGeawHil, 1951)! Vansewanbien A. Ht. Gale, pense Dir seus (Londres: Penguin Books, 1951); Major Greenwood, Epidemics (tnd Goud Disaer (Nueva Work: Macmillan, 1986); Roald Hare, ‘an Oulin of Bator ond Immenily (Londres: Longmans, 1956), 7 kl transferencia, entre los roedores, de parisitos: pulgas, cen este caso, y bacterias. Habitualmente el resultado es ‘una epizootia entre los roedores, que a veces conduce una epidemia de peste bubdnica. Algunos estudiosos hhan sostenido que las enfermedades transmisibles son tuna parte basica del medio humano y una funcién de Ja densidad de poblacién, y que ia civilizacién y la enfermedad van de la mano. Por consiguiente, la inci- dencia de una epidemia dada dependeria de las pau- tas de asentamiento humano. Esto es lo que ocurre, en realidad, en las enfermedades que se difunden por intermediarios animales. Estas titimas dependen bisi- camenie de factores exégenos a la civilizacién, como cl clima y la densidad y ecologia de la poblacién de roedores ¢ insecios. Al estudiar la historia de las enfer- medades infecciosas, existe el gran peligro de ser demasiado antropocéntricos y sobrestimar el elemen- to humano. En muchas enfermedades epidémicas, cuando més eficaces son los seres humanos como transmisores es al entrar en nuevas ecosferas, como las Américas en el siglo xvi, donde llevaron la virucla y el sarampién, y no en areas ya habitadas desde antes, como Europa en la Edad Media. Otra caracteristica clave del desarrollo de las enfer~ medades infecciosas es la inmunidad. Los seres huma- nos tienen mecanismos complejos para defenderse contra los patogenos, los microorganismos que causan enfermedades. La resistencia individual varia de acuerdo con muchos factores, como el niimero de ant “ fact a posicin adoptada por MeNeill en Plagues and Pople ‘ovuesa York: Doubled, 1976) y Tae Haman Conditions Ae Balog saland Hctriza Vine (Princeton Princeton Universiy Pres, 1980). 28 cuerpos protectores: las protefnas generadas como reaccién a las toxinas de enfermedad introducidas en el torrente sanguinco. La inmunidad es innata adquirida; de ser adquirida, puede ser activa o pasiva. La inmunidad activa surge cuando el anfitrién genera sus propias defensas, y pasiva cuando se introducen defensas generadas. La inmunidad pasiva es,a menudo, s6lo temporal. En la Edad Media, la inmunidad activa fue de particular importancia al determinar el grado y Ja intensidad de una epidemia. Algunas infecciones, especialmente de tipos respiratorios como la viruela y el sarampién, no modifican gran cosa su etiologia, Por tanto, el sobrevivir a un ataque inicial confiere cierto grado de inmunidad, limitando la recurren miembros de fa sociedad que nacieron después de la lima epidemia. Las enfermedades para las cuales babfa inmunidad tuvieron m pa medieval que las infecciones miiltiples y complejas, come la disenteria, la influenza y la peste, para las cua- Jes la inmanidad es muy limitada, si es que existe Las enfermedades infecciosas medievales constituye- ron una herencia del mundo clisico. Entre cerca de 500 a.c y 550 d.c. hubo extensos contactos entre Jas poblaciones animales y las civilizaciones de China, el Asia c ia, el Alto Nilo y la cuenca del Medi- terrineo. Como resultado, ha dicho William McNeill, hubo una confluencia general de enfermedades eura- dticasyy africanas que, en el siglo vt dc, Ilevé a la cuen cca del Mediterraneo la mayor parte de las enfermeda- des importantes que pueden sobrevivir en climas templados® Desde luego, esta proliferacién de enfer- ‘a los nor efecto sobre la Euro- 5 MeNell, Plager and Pept pp. 72147, medades requisi6 un lango tempo. Con unas euantas texeepciones, como la peste ateniense del siglo Vac, el mundo clisico estuvo notablemente libre de grandes tpiemias mortiferas,Fsto fue bsico para su firme desa- rrollo demografico, que continys cas sin cesar hasta el figlo 1 de Pero cota paz bioldgica fue engatosa; de hecho, el carieter peripatético de los imperies antiguos actué como hilo conductor e incubadors para foturas pautas de enfermedad. Un ejemplo fue el reticulo de Comercio y comunicacionesestabecido por los romanos 2 fines del siglo 1 ac Este incluia su famoso sistema de carretera, lo que es ain mds importante, su red de rutas maritimas mercantes, Las vias maritimas conver: ian cn la cost del Levante, luego se dizigian al Este, @ través del norte de la peninsula Arabiya, hasta el mar Aribigo, el océano Indico y el sur del Asa; y por el cate hacia Talia el sur de fa Gala Iberia, de donde Jos artculos procedian, irra adentro, por lon grandes fos, como el Révlano. Los viajes por mar eran relativa- tnente eipidos y, con burn tiempo, todos fos pueros del Mediterraneo solo quedaban a unos dias de viaje. De este modo, una persona que pareca sana al embarcarse posta eae enferma en camino, infectar alos demés pa- Eijerosy Tueyo diseminar la enfermedad, hasta cientos de klémetros de su punto de oxigen. Adem, los arga- renios a menudo eran tan voluminosos que podian ‘cular insectos y roedores. Esto, junto con fa vineula- én del Asia del sury del centro, de! Medio Oriente, el dela del Nilo y la cova europea a lo largo del Medi tréneo, hacian maura los virus de la enfermedad. Desde el siglo it hasta el siglo W dc, este fondo de virus hizo surgir tres nuevas y letales infecciones, » ponicndo fin a la estabilidad ecolégica del mundo Antiguo. La primera comenz6 en 165 y penssti hasta 180, azotando a Hala ya la parte occidental del Impe- rio romano. Al parecer fue llevada al Oeste por legio narios romanos, y probablemente marca la introduc cion de la viruela en la Europa mediterranea. Algunas fautoridades creen que la virucla se hallaba presente, al mismo Gempo, entre las tibus yerménicas, del otro lado de la frontera del Rin Danubio, aunque de ser asi, los basbaros al parecer no Ia transmitieron a os, pueblos del interior del Imperio, al menos no antes, del siglo m.S La viruela es una de las enfermedades, ins contagiosa del hombre y puede ser mortifera para una poblacién que no tenga una inmanidad Innala, Tal fue el caso del Imperio romano. El médico Galeno calculé que entre waa cusrta y una tercera parte de la poblacién de Italia muri durante tos 15 afios que sigiieron a su aparicién.? Pero, como el virus de la virucla cambia poco y el sobrevivir a un ataque conficre generalmente inmunidad, su papel en la Edad Media se limit6 a las zonas que adn no habia visitado y a los que nunca la habian padecido: basica- mente, los niiios. De este modo, la viruela dej6 su marca prineipalmente matando nifios en ef mundo medieval. ‘Alla viruela se le unid, en 251, la segunda de tas sgrandes enfermedades epidémicas, que marca la sepa- racién de enfermedades entre la edad clisica y la época medieval. Esta enfermedad fue la Peste Antoni- sa an His Pato © August Hic, Mandbonkof (Londres: New Siena Soe, 1980) "Galen, On the Parts 0} Mediine ed. Malcolm Lyons (Berlin: ‘Vertag Paul Bey, 1969). 8 na, probablemente el sarampién. Fue descrita por San Gipriano, obispo de Gartago, en cl norte de Attic: Ahora que las visceras se aflojan, con un fluir, agotando: las energias del cuerpo, ahora que una fliebre contraida cen la médula misma de los huesos esalla en ilceras de la sgarganta, ahora que los intestinos son sacudidos por con: {inuos vomitos, que arden los ojos, inyectados en sangre, aque los pics de algunos o ciertas partes de aus miembros som coriados por Ia putsefucci6n, por una debilidad ea sada por ls pérdlidasy los dafios del cuerpo, o el andar se Gebilitao el ofr se reduce ola vista se ciega.® Acstas altura, se djo que el sarampin habia mata do 5000 personas en un dia en Roma, y siguis siendo tna amenaza grave ata cerca de 260, El sarampién como la viruela en muchos aspect, y ls dos enfer tedades no fueron dstinguidas por lov medicos euro eos hasta el siglo wn. Es causado por un virus, ane titido por via del sistema respiratorio, yes sumamente letal para una poblacién que tenga poca 0 ninguna inmunidad. Como en el aso de la viuela, sin embar- go, ls supervivencia al staque de sarampién confiere Ineaunidad a futuros contagios. También fue bdsica mente una enfermedad de lanier en la Edad Media, Sin embargo, es importante no menosprecar los ef tos de una y otra enfermedad, especialmente en ss apariciones iniciales, El sarampi6n diezmé la pobla- Clon, apresur la descrieacin de muchas dreasrure tes (partcularmente en las regiones de Sci y del norte de Africa, productoras de granos), y redujo las ® San Cipriano, Faas. Roy Deferrari (Nueva York: Fathere ‘of te Church 1938), p- 210. 2 fistas del ejército y de los contribuyentes romanos. ‘Causé una reduecién al menos temporal del comercio entre Oriente y Occidente y, junto con la viruela formé la piedra de toque de una importante teoria sobre la decadencia del Imperio romano. Por muy graves que la viruela y el sarampién fuesen cn Ja historia natural de las enfermedades contagiosas, sus efectos combinados parecieron insignificantes ante la Hegada, en 541, de una tercera ent Fuc la peste, causada por una compleja serie de cepas bacterianas-llamadas Yersinia fests. La etiologia de Ja peste ayuda a explicar su importancia historicay la toxi- cidad de la ¥. pestis varia, pero la enfermedad siempre es sumamente letal. En circunstancias normales, vive en el tracto digestivo de las pulgas, particularmente las pulgas de Tas ratas Xenopslla cheopis y Carlophylus fas. ialus, pero también puede vivir en la pulga humana, Plex irrtans, Periédicamente y por razones que los epi- demidlogos ain no comprenden por completo, los bacilos se multiplican en el est6mago de la pulga, en niimeros suficientes para causar un bloqueo, amena- vando asi con matar de hambre a la pulga. La *pulga bloqueada”, mientras se alimenta, vomita dentro de sus victimas grandes niimeros de bacilos ¥. pestis. Este proceso es decisive para cl avance de la peste; ademas, Ja ¥, Pastis no puede pasar por una piel saludable, sino lan sélo a tavés de una grieta en su superficie. Arthur E.R Boak, Monpoue Storioge and the Pal of he Remax Empire (Ane Arbor: Univers of Michigan Pres, 1958). ‘w'el estudio defialino de la peste es ode JN. Biaben, Lar Home la Pst, 2 vols. (La Bays: Movion, 1275). Un due plomento es "The Plague Reconsdered”, Letat Pypulation Staias orn, 3s Docenas de roedores transmiten la peste, entre clos, os susits, las marmotasy fos tarpagones en Asia, los perrillos de las praderasy las ardillas de tierra en América, y ls jerbos y ratones en Arica. Estos roedo- res, que generalmente viven en redes de tneles bajo Ia superficie de In tierra, suelen ser muy numerosos. En ln estepa del Volga, en el sur de Rusia, se ha ealeu Jado un promedio de 825 000 susiks por 6.5 kilome- tros cuadrados. En Europa ls ratas, cspecialmente la rata negra, Rats ratus, han sco los transmisores mas importantes. Las eatas negras son muy sedentarias rar yer se apartan mis ce 200 metros de sus made geras. Como viven muy cerca de los seres humanos, son peligrosiimas para ellos. La Rats rats, excelen- te trepadora, puede adaptarse perfectamente a los te chhos de paja de las moradas de los campesinos y los altos techos de vigsy los rincanes oscuros de las casas Urbanas. Pero, por muy importantes que las ratas negras fueran en la diserninacién de fs peste, cx esen- cial subrayar que no fueron fos Gnicos transmisores sccundarios Junto con los otros rocdores ya mencio- nados, fos anfitriones vectores secundarios adicionales incluyeron virtaalmente a todos los anitnales domést- cos y de granja salvo el caballo, cxyo olor al parecer repele hasta a ls moseas bloqueadas que estén murien- diode hambre. Guando tn ¥. pestis es nzostica, es decie,endémica de uma poblacisn de roedores, se le Yama peste selva ca. La peste sciatica es decisiva para las epidemias fnumanas porque su presencia en una poblacién de roe- dores lleva toda una reserva, 0 foco, en que la enter- rmedad puede sobrevivir durante periodos prolongados. Pa Esias reservas pueden ayudar a explicar la ocurrencia ciclica de la peste, que, a la postre, la hizo tn iinpor tante en la Edad Media. La ¥. pestis puede vivir en el medio oscuro y hiimedo de Jas madrigueras de roedo- res aun después de que éstos han muerto por epizoo- {da o epidemia. De este modo, si una nueva comuniclad de roedores remplaza a la antigua, puede reiniciarse Ia cadena de la peste, Las moseas que transmiten la Y. pestis s6lo atacan a los seres humanos después de que ha disminaido su abasto de anfitriones secundarios. La mayoria de los anfitriones sccundarios pueden tolerar una modesta proporcién de ¥. pestis en su torrente sanguineo, pero cuando los bacilos se multiptican ¢ invaden fos siste- mas pulmonar o nervioso, los anfitriones secondarios sucuraben. Las pulgas busean entonces un nuevo anfi- tridn y a veces ¢s un ser hnmano. Asi pues, fos seres humanos no son el anfitrién preferido de ¥. pestis, sino, antes bien, victimas de una epizootia animal. En ‘efecto, los seres humanos son victimas de cambios de la ecologia de insectos y roedores. Hay tres variedades principales de la peste: la bubd- nica, la neuménica y la seplicémics, La bubénica es, con mucho, la més comin y por ello la més importante de las tres, Su periodo de incubacién desde el mormen- to de la infeccién hasta la aparicién de los primeros sintomas generalmente es de unos seis dias. El sinto- ‘ma inicial, una ptistula negruzca, a menudo gangre- nosa en el punto de la picadura, va seguido por un ‘ensanchamiento de los nodos linfiticos en los sobacos, Ia ingle o el cuello, segin et lugar de picadura de la pulga. Después ocurre una hemorragia subcutinea, os i | causando las piistulas purpireas Hamadas bubas, de las que toma su nombre la peste bubénica. La hemo- rragia produce necrosis celular ¢ intoxicacién del sis tema nervioso, conduciendo, a la postre, a desdrdenes ncurolégicos y psicotégicos, que pueden explicar los ritmales de danza macabra que acompafiaron la Muerte ‘Negra. La peste bubénica es la menos téxica de todos los tipos de peste, pero no por ello deja de ser tereible- mente letal, y mata de 50a 60% de sus vietimas. La peste neumnénica es fa Gniiea que puede ser trans iitida directamente de persona a persona, Esto es, en Parte, resultado de la peculiar etiologia de Ia peste jeuménica, pues parece que sélo ocurre ‘una siibita baja de temperatura y Ia infect Jos pulmones. ‘Tras et periodo de incubacién, de dos a tres dias, hay una rapida baja de la temperatura del cuerpo, seguida por una severa tos y consolidacién en los pulmones, cianosis répida y descarga de esputo sanguinolento. Ei esputo contiene la ¥. pestis, to que hhace que la transmisin sea por aire y, por ello, directa entre seres humanos. Dificuliades neuroligicas y esta- do de coma siguen a la infeceién, y la muerte Hega en £1.95 2 100% de los casos, Por tanto, aunque la peste neuménica es menos frecuente que la bubonica, es snucho mnds virulenta, Como la peste bubénica, también In peste septicé- nica es transmitida por insectos, pero su etiologia pre-

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