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HOMO SACER El poder soberano y la nuda vida I Giorgio Agamben Traduccion y notas de Antonio Gimeno Cuspinera PRE-TEXTOS 1a reproduccén total o parcial de est bre, no atorisada por los editors, ‘ola derechos resevaon. Culler uiizcion debe ser reviamente slicad Diseho cublena:Pre-Testos (SG. B) “Tilo de ls edcion original en lng ans 1 ptere soorana tarda va Primera adc dicembre 1998 ‘Primera rempresion: novembre 2003, Segui repre: spembre 2006 © dele taduecs y nots: Astonio Gimeno Cuspner, 198 1 1995 Ghlo Einoct edtore spa, Torino © de in presen edicin ExT, 1598 bis Santinget, 10 $6005 Valencia, ras 6 48 ED SAN sa 8191-2059 Denosto a 3451-2006 HOMO SACER El poder soberano y la nuda vida I Das Recht hat kein Dasein fur sich, sein We- sen vielmehr it das Leben der Menschen selbst, von einer besonderen Seite angesehen. ta in jure civitatis, civiumque officis inves tigandis opus est, non quidem ut dissolvatur Civitas, sed tamen ut tanquam dissoluta consi- deretur ic est, ut qualis sit narura humana, qui bus rebus ad civitatem compaginandam apta vel inepta sit, et quomodo homines inter se compont debeant, qui coalescere volunt, rec- te inteligatur, Hones INTRODUCCION 6 griegos no disponian de un término tinico para expresas lo que nosotros entendemos con la palabra vida, Se servian de dos términos, semantica y morfol6gicamente distintos, aun- que reconducibies a un étimo comin: 204, que expresaba el simple hecho de vivir, comin a todos los seres vivos (anima- Jes, hombres o dioses) y bios, que indicaba la forma o manera de vivir propia de un individuo 0 un grupo. Cuando Platon, en el Filebo, menciona tres géneros de vida y AristOteles, en la Bti- ‘ca Ncomaquea, distingue la vida contemplativa del filsolo (bios thearetihds) de la vida de placer (bios apolaustits) y de la vida politica (bios potitikés), ninguno de los dos habria po- ido utilizar nunca el término 20¢ (que significativamente rece de plural en griego) por el simple hecho de que para ellos ‘no se trataba en modo alguno de la simple vida natural, sino de una vida cualificada, un modo de vida panicular. Aristo. Jes puede hablar, desde luego, con respecto a Dios, de una 22° » ariste hai aidios, vida mas noble y eterna (Met-1072b, 28), mas solo en cuanto pretende subrayar el hecho nada banal de que ‘también Dios es un viviente de la misma manera que, en el ‘mismo contexto, recurre al término 208 para definis, de modo jgualmente poco trivial, el acto del pensamiento); pero hablar cde una 208 poittité de los ciudadanos de Atenas habria carecidor de todo sentido. ¥ no es que el mundo clisioo no estuviera fami- liarizado con la idea de que la vida natural, la simple 20€ como tal, puciera ser un bien en si misma. En un parrafo de la Polt- ica, (1278b, 23-30), después de haber recordado que el fin de Ja ciudad es el vivir segin el bien, Aristoteles expresa con in superable lucider esta consciencia: Esto (el vvi sein el ben) es princpalmente su fla, tanto para to- {os los hombres en comin, como para cada uno de ells po separa, ero tambien se unen y mantienen la comunidad polities en vista sim plemente de vivir, porque hay probablemente algo de bueno en el so- lo hecho de vivir hata t62en autd méinon) sino hay un exceso de ade versidades en cuanto al modo de vii (had fin Bfon), es evidente que 1a mayosia de los hombres soponta muchos padecimietos y se feta ab ida C209, como si obiera en ella cierta serenidad Ceuemeria, bello ia) yuna culzura nar No obstante, en el mundo clisico, la simple vida natural es excluida del ambito de la polisen sentido propio y queda con- finada en exclusiva, como mera vida reproductiva, en el dm- Dito de Ia ofkos (Pol 12522, 26-5). En el inicio de la Politica, Aristoteles pone el miiximo cuidado en distinguir entre el of. ‘bomdmos (el jefe de una empresa) y el despotés (el cabeza de familia), que se ocupan de la reproduccién de la vida y de su mantenimiento, y el politico, y se burla de los que imaginan que la diferencia entre ellos es de cantidad y no de especie. Y cuando, en un pasaje que se convertria en canénico en la 0 tradicién politica de Occidente (1252b, 30), define el fin de la comunidad perfecta, lo hace precisamente oponiendo el sim= ple hecho de vivir (td 2én) a la vida politicamente cualificada (t6 e8 zén): ginoméne mén ofin tof 22n béneken, oitsa dé toi ef 2én, -nacida con vistas al vivir, pero existente esencialmen- te con vistas al vivir bien. (en la traducci6n latina de Guiller. mo de Moerbeke, que tanto Sto.Tomds como Marsilio de Pa- dua tenian a la vista: facta quidem igttur vied gratia existens ‘autem gratia bene vivendi) Es cierto que en un celebésrimo pasaje de la misma obra se define al hombre como politibon zoon (1253a, 4); pero aqui (al rmangen del hecho de que en la prosa dtica el verbo biontat no se ubliza pricticamente en presente), politico no es un attibu to del viviente como tal, sino una diferencia especifica que determina el género zoon (inmediatamente después, pot lo demas, la politica humana es diferenciacla de la del resto de los vivientes porque se funda, por medio de un suplemento de po- litcidad ligado al lenguaje, sobre una comunidad de bien y de smal, de justo y de injusto, y no simplemente de placentero y de doloroso). Foucault se refiere a esta definicion cuando, al final de la Vo- luntad de saber, sintetiza el proceso a través del cual, en los ‘umbrales de la vida moderna, la vida natural empieza a ser in- ‘luida, por el contrario, en los mecanismos y los célculos det poder estatal yla politica se transforma en bio:politica:-Duran- te milenios el hombre siguié siendo lo que era para Aristételes: tun animal viviente y ademés capaz de una existencia politica, el hombre maderno es un animal en cuya politica esti puesta en entredicho su vida de ser viviente- (Foucault I, p. 173) ‘Seg Foucault, l umbral de modernidad biol6gica- de una sociedad se sitia en el punto en que la especie y el individuo, fen cuanto simple cuerpo viviente, se convierten en el objetivo de sus estrategias polticas, A partic de 1977, los cursos en el Collage de Francecomienzan a poner de manifiesto el paso del -Estado territorial al Estado de poblacién. y el consiguiente aumento vertiginoso de la importancia de la vida biolégica y de la salud de la nacién como problema especifico del poder soberano, que ahora se transforma de manera progresiva en gobierno de los hombres: (Foucault 2, p. 719). -El resultado de ello es una suerte de animalizacién del hombre llevada a ‘cabo por medio de las més refinadas técnicas politicas. Apare- cen entonces en la historia tanto la multiplicacién de las post- bilidades de las ciencias humanas y sociales, como la simul ‘ea posibilidad de prcteger la vida y de autoriaar su holocausto.» En particular, el desarrollo y el triunfo del capitalismo no ha- brian sido posibles, en esta perspectiva, sin el control discipli- nario llevado a cabo por el nuevo bio poder que ha creado, por asi decitl, a través de una serie de tecnologias adecuadas, los -cuerpos déciles: que le eran necesarios. Por otra parte, ya 2 finales de los afios cincuenta (es decir casi veinte aos antes de la Volonté de savow?) H. Arendt habia analizado, en The Human Condition, el proceso que conduce al bomo laborans, y con él ala vida biologica como tal, a ocu- par progresivamente el centro de la escena politica del mundo ‘moderno. Arendt atribua precisamente a este primado de la vida natural sobre fa acci6n politica la transformacién y la de- cadencia del espacio pablico en las sociedades modernas. hecho de que la investigaci6n de Arendt no haya tenido pric Uicamente continuidad y el de que Foucault pudiera empren- der sus trabajos sobre la biopolitica sin ninguna referencia a ella, constituye todo un testimonio de las dificultades y de las resistencias con que el pensamiento iba a tener que enfrentar- se en este Ambito. Y a estas dificultades se deben, probable- mente, tanto el hecho de que en The Human Condition la au tora no establezca conexion alguna con los penetrantes andlisis ue habia dedicado con anterioridad al poder totalitario (en los que fata por completo la perspectiva biopolitca), como la cir ‘cunstaneia, no menos singulas, de que Foucault no haya tras- ladado nunca su investigacién a los lugares par excelencia de la biopolitica moderna: el campo de concentracion y la es- tnuctura de los grandes Estados totalitarios del siglo XX. La muerte impidio a Foucault desarrollar todas las implica- clones del concepto de bio-politca y también mostrar en qué sentido habia podide profundizar posteriormente la investi- ‘gacién sobre ella; pero, en cualquier caso, el ingreso de la 208 ‘en a esfera de la foks, a politizacion de la nuda vida como tal, cconstituye el acontecimiento decisivo de a madernidad, que ‘marca una ansformacion radical de las categorias polkico-f- loséficas del pensamiento clasico. Es probable, incluso, que, st la politica parece sultit hoy un eclipse duradero, este hecho se deba precisamente a que ha omitide medirse con ese aconteck miento fundacional de la modernidad. Los -enjgmass (Furet, . 7) que nuestro siglo ha propuesto a la raz6n historica y que siguen siendo actuales (el nazismo es s6lo el ms inquietante entre ellos) s6lo podrin resolverse en el mbito —la bio-poli tiea en que se forjaron. Unicamente en un horizonte bio-po- Itico se podsi decidir, en rigor, si las categorias sobre las que se ha fundado la politica moderia (derecha/izquietda; priva- ddo/piiblico; absolutismo/democracia, et), y que ste han ido de fuminando progresivamente, hasta entrar en la actualidad en luna auténtica zona de indiferenciacién, habrin de ser abando- nados definiivamente o tendrin la ocasin cle volver 2 encon- trar el significado que habian perdido precisamente en aquel horizonte. ¥ s6lo una reflexion que, recogiendo las sugerencias ce Benjamin y Foucault, se interrogue temdticamente sobre fa relacion entre la nuda vida y la politica, que rige de forma en- cubierta las ideologias de la modernidad aparentemente mas alejadas ene si, podra hacer salir ala politica de su ccultacion ya la vez, restituir el pensamiento a su voeacién prictica & ‘Una de las orientaciones més constantes de la obra de Fou- cault es el decidido abendono del enfoque tradicional del pro: biema del poder, basado en modelos jurdico-instinucionales (la defini de la soberania, la teorfa del Estado) en favor de un. andlisis no convencional de los moclos concretos en que el po- der penetra en el cuerpo mismo de los sujetos y en sus formas de vida. En sus times afos, como pone de maniliesto tn se- ‘minario de 1982 en la Universidad de Vermont, este andlisis pa- rece haberse orientado segin dos directrices de investigacion diferentes: por una parte, el estudio de las t6cnicas poltiicas (Como ta ciencia de la policia) por medio de las cuales el Es- tado asume e integra en su seno el cuidado de Ia vida natural de los individuos. Por otra, el de las tecnologtas del yo, me- ante las que se efecttia el proceso de subjetivacién que lleva al individuo a vincularse a la propia identidad y a la propia Cconciencia y, al mismo tiempo, a un poder de control exterior, Es evidente que estas dos lineas (que prolongan, por lo demas, los tendencias que estin presentes desde el principio en la ‘obra cle Foucault) se entrelazan en muchos puntos y emiten ‘aun centro comin. En uno de sus iltimos escritos, el autor afirma que el Estado occidental moderno hha integraco en una medida sin precedentes técnicas de individualizacion subjet vvas y procedimientos de totalizaci6n objetivos, y habla de un auténtico -doble vinculo politico, constituide por la individua- i6n y por la simultinea totalizacion de las estructuras del po- der moderno: (Foucault 3, pp. 229-32) El punto de convergencia entre esos dos aspectos del poder ha permanecido, sin embargo, singularmente adumbrado en la Investigacion de Foucault, tanto que se ha podido afirmar que el autor rechaz6 en todo momento la elaboracién de una teo- ia onitaria del poder. Si Foucault se opone al enfoque tradi- cional del problema del poder, basado exclusivamente en mo- delos juridicos (zqué es 1o que legitima el poder) 0 en modelos 4 instituctonales (qué es el Estado?),¢ invita a siberasse del pri- vilegio te6rico de la soberania: para construir una analiica del poder que no tome ya como modelo y como cédigo el dere- cho, zdénde esti entonces, en el cuerpo del poder, la zona de indiferencia (o, por lo menos, | punto de interseccién) en que s¢ tocan las técnicas de individualizaci6n y los procedimientos totalizantes? Y, ms en general, zhay un centro unitario en que cl doble vinculo- politico encuentre su raz6n de ser? Que ha- yan aspecto subjetivo en la génesis del poder es algo que es: taba ya implicto en el concepto de servitude voloniaire en La Boétie; pero jcGal es el punto en que la servidumbre vol 1a de los individuos comunica con el poder objetivo? Es po- sible contentarse, en un 4mbito tan decisivo, con explicacio- res psicolégicas, como la que, no carente desde luego de atractivo, establece un paralelismo entre neurosis externas y neurosis internas? Y ante fenomenos como el poder medistico, espectacular ~que hoy esté transformando en todas partes'el ‘espacio politico es legitimo o incluso simplemente posible mantener la separacién entre tecnologias subjetivas y técnicas politcas? ‘Aunque la existencia de una orientacion de este tipo patez- a estar I6gicamente implicita en las investigaciones de Fou cau, sigue siendo un punto ciego en el campo visual que el ‘ojo del iavestigador no puede percibir, © algo simifar a un pun 10 de fuga que se aleja al infinito, hacia el que convergen, sin poder alcanzarlo nunca, las diversas lineas de la perspectiva de su investigacion (y, mis en general, de toda la investigacién ‘occidental sobre el poder). La presente investigaciOn se refiere precisamente a ese pun: ‘© ocuo en que confluyen e! modelo juridico-institucional y el modelo biopolitica del poder. Uno de los posibles resulta dos que arroja es, precisamente, que es0s dos anilisis no pue- «den separarse y que las implicaciones de la nuda vida en la es- 6 {era politica constituyen el ntcleo originario ~aunque oculto~ del poder soberano. Se puede decir, mcluso, que la produccién de un cuerpo biopolitico es la aportacién original del poder so- Berano. 1a biopaltica es, en este sentido, tan antigua al menos como la excepcién soberana. Al situar la vida biol6gica en el centro de sus cilculos, el Estado moderno ao hace, en conse- ‘cuencia, otra cosa que volver 2 sacar a la luz el vinculo secre- to que une el poder con la nuda vida, reanudando asi (segiin una correspondencia tenaz entre modemo y arcaico que se puede encontrar en los 4mbitos mis diversos) el més inme- Imorial de los arcana impers. Si es0 es cierto, serd necesario considerar con atencién re- novada el sentido de la definicion aristorélica de la pols como ‘oposici6n entre el vivir Czén) y el vivir bien Ceil 22). Tal opo- siciOn es, en efecto, en la misma medida, una implicacion de lo primero en lo segundo, de la nuda vida en la vida politica mente cualificada, La que todavia debe ser objeto de interro- ‘gaci6n en la definicién aristotélica no son s6lo, como se ha he- ‘cho basta ahora, el sentido, los modos y as posibles aticulaciones del sivir bien: como télas de lo politico; sino que, mas bien, es necesario preguntarse por que la politica occidental se cons- ‘ituye sobre todo por medio de una exclusion (que es, en Ia mis- ‘ma medida, una implicaci6n) de la nuda vida. (Cuil es la rela- cidn entre politica y vida, si ésta se presenta como aquello que debe ser incluido por medio de una exclusi6n? La estructura de la excepcién, que hemos bosquejado en la primera parte de este libro, parece sex, dentro de esa perspec- tiva, consustancial con la politica occidental, y la afirmacién de Foucault, segin la cual para Arist6teles el hombre era un sani- mal viviente y, ademés, capaz de una existencia politica: debe ser completada de forma consecuente, en el sentido de que lo problemético es, precisamente, el significado de ese ademas. la singular formula -generada con vistas al vivir, existente con 6 vistas al vivir biene puede ser leida no s6lo como wna impli- cacion de la generacion (ginoméne) en el ser (ofa), sino tam bign como una exclusion inclusiva (una except) de la 208 en la ‘polis, como si la politica fuera el lugar en que el vivir debe ‘wansformarse en vivir bien, y fuera Ia nucla vida lo que siem- pre debe ser politizado. La nuda vida tiene, en la politica oc: ‘idental, el singular privilegio de ser aquello.sobre cuya ex clusion se funda la ciudad de los hombres, No es, pues, un azar que un pasaje de la Politica site el lu- ‘bar propio de la polis en el paso de la voa al lenguaie. El ne 2x0 entre nuda vida y politica es e! mismo que la definicién me~ tafisca del hombre como -viviente que posee el lenguaje- busca en aniculacion entee phond y l5eos S6lo el hombre, enze los vivientes, posee ef Lenguaje. La vor es sig no del dolor y del places, y, por es, ls tienen también el resto de los ‘ivienes (bu naturaleza ha legado, en efecto, hasta la sensacén del do lory del placer y a tansmiseta unos a os); pero el lenguaje existe pars manifesar lo convenientey o inconvenient, ask com lo justo lo injusto. Yes propio de los hambres, con respecto# los dems ¥ lentes, el tener s6lo ellos el sentido del bien y del mal, de Io isto 9 de lo inusoy de las dems cosas del mismo ner, y la communi de estas cosas ela que consituye la casa y la ciudad (1253a, 10-18) La pregunta: «En qué forma posee el viviente el Lenguaje? corresponde exactamente a esta otra: En que forma habita lt auda Vida en la poli. El viviente posee el logas suprimiendo ¥ conservando en él la propia voz, de la misma forma que ha: bita en la polis dejando que en ella quede apartada su propia nuda vida. La politica se presenta entonces como la estructura propiamente fundamental de la metafisica occidental, ya que ‘ocupa el umbral en que se cumple la articulacion entre el vi viente y el logos. La -politizaciéne dle la nucla vida es Ia tarea ‘metafisica por excelencia en la cual se decide acerca de la hu- ‘manidad del ser vivo hombre, y, al asumir esta tarea, la mo- demnidad no hace otra cosa que declaras sv propia fidelidad a la estructura esencial de la tradici6n merafisica. La pareja cate- gorial fundamental de la politica occidental no es la de amigo- ‘enemigo, sino la de nuda vida-existencia politica, 208 bios, ex- ‘lusidn-inclusi6n. Hay politica porque el hombre es el ser vivo ‘que, en el lenguaje, separa la propia nuda vida y la opone a si mismo, y, al miseno tempo, se mantiene en relacién con ella cen una exclusién inelusiva Protagonista de este libro es la nuda vida, es decir la vida a quien cualquiera puede dar muerte pero que es a la vez in- sacrificable del bomo sacer* cuya funcién esencial en la poli: tica moderna hemos pretendido reivindicar. Una oscura figura del derecho romano arcaico, en que la vida humana se incli- ‘ye en el orden juridico unicamente bajo la forma de su exchi- sion (@s decir de la posibilidad absoluta de que cualquiera le mate), nos ha ofrecido la clave gracias a la cual no sélo los tex tos sagrados de la soberania, sino, més en general, los propios ‘codigos del poder politico, pueden revelar sus arcanos, Pero, a la vez, esta acepci6n, que es quizés la més antigua del tér- imino sacer, nos oftece el enigma de una figura de lo sagrado que esti mis act y mis all de lo seligioso y que constituye el primer paradigma del espacio politico de Occidente. La tesis Toucaultiana debe, pues, ser corregida 0, cuando menos, com- pletada, en el sentido de que lo que caracteriza a la politica ‘moderna no es Ia inclusién de la 20¢ en la polis, en si misma antiquisima, ni el simple hecho de que la vida como tal se con- vierta en objeto eminente de los cileulos y de las previsiones del poder estatal: lo decisivo es, mis bien, el hecho de que, en * Veate nota 1 Ie tradocclén, pg. 26, 18 | na con respecto a la clésica, es que se presenta desde el pi paralelo al proceso en viriud del cual la excepci6n se convier- te en regla, el espacio de la nuda vida que estaba situada or ginariamente al mnargen del oxcen jusidico, va coineidiendo de ‘manera progresiva con el espacio politico, de forma que ex- clusion ¢ inclusi6n, externo e intemo, biosy 208, derecho y he~ cho, entran en una zona de irreducible indiferenciacién. El es- tado de excepcion, en el que la nuda vida era, @ la vez, exchuida, del orden joridico y apresada en él, constitula en verdad, en su separaci6n misma, el fandamento oculto sobre el que repos ba todo el sistema politico. Cuando sus fronteras se desvane- cen y se hacen indeterminadas, la nuda vida que alli habitaba queda liberada en la ciudad y pasa a sera la vez el sujeto y el ‘objeto del orclenamiento politico y de sus conilictos, el lugar {inico tanto de la organizacién del poder estatal como de Ia ‘emancipacién de 6], Todo sucede como si, al mismo tiempo que el proceso disciplinario por medio del cual el poder est tal hace del hombre en cuanto ser vivo el propio objeto espe- cifico, se hubiera puesto en marcha otro proceso que coincide _grosso modo con el nacimiento de In democracia moderna, en. €l que el hombre en su condicién de viviente ya no se presenta como objeto, sino como sujefo del poder politico, Estos proce: 80s, opuestos en muchos aspectos, y (por to menos en apa~ Fiencia) en acetbo conflicto entre ellos, convesgen, sin embar~ go, en el hecho de que en los dos esti en juego la auda vida del ciudadano, el nuevo cuerpo biopolitico de la humanidad, ‘Asi pues, si hay algo que caracterice 2 la emocracia moder- ‘Gpio como una seivindicacion y una lberacién de la 208, es que trata constantemente de transformar la nuda vida misma en tuna forma de vida y de encontras, por asi decislo, el bias de la 204. De aqui también su aporia especifica, que consiste en aventurar Ia libertad y la felicidad de los hombres en e! lugar ‘mismo - «nuda vida— que sellaba su servidumbre, Detris del » largo proceso de antagonismo que conduce al reconocimien- to de los derechos y de las libertades formales, se encuentra, tuna vez més, el cuerpo del hombre sagrado con su dable so: berano, su vida insacrificable y, sin embargo, expuesta a que cualquiera se la quite. Adquirir conciencia de esta aporia no significa desvalorizar las conquistas y los esfuerzos de la de- mocracia, sino atreverse a comprender de una vez por todas por qué, en el momento mismo en que parecia haber venc do definitivamente a sus adversatios y haber legado a su apo- c0, se ha revelado de forma inesperada incapaz de salvar de tuna ruina sin precedentes a esa 260 cuya liberacion y a cu- ya felicidad habia dedicado todos sus esfuerzos. La decaden- cia de la democracia moderna y su progresiva convergencia, con los Estados totalitarios en las sociedades posdemocraticas ¥ -espectaculares: (que empiezan a hacerse evidentes ya con ‘Tocqueville y que han encontrado en los analisis cle Debord. su sancién final tienen, quizas, su raiz en la aporla que mar- ‘ca su inicio y la cine en secreta complicidad con su enemigo més empedernido. Nuestza politica no conoce hoy ningtin ‘otro valor (y, en consecuencia, ningiin otro disvalor) que la vida, y hasta que las contradicciones que ello implica no se resuelvan, nazismo y fascismo, que habtan hecho de la de- cision sobre la nuda vida el criterio politico supremo, segui ran siendo desgraciadamente actuales. Segtin el testimonio de Antelme, lo que los campos de concentracién habian en: seado de verdad a sus moradores era precisamente que -el poner en entredicho Ia cvalidad de hombre provoca una reac- cidn cuasi biologica de pertenencia a la especie humana (An- telme, p,ID- 4, g a tesis'de und intims solidaridad entre democracia y total tarismo (que tenemos que anticipar aqui, aunque sea con toda prudencia) no es obviamente (como tampoco lo es la de Strauss sobre la convergencia secreta entre liberalismo y comunismo » t \ | | | § | | ‘en relaci6n con la meta final) una tesis historiogréfiea que av torice la liquidacién o la nivelacion de las enormes diferencias ue caracterizan su historia y sus antagonismos, Pero, 2 pesar de todo, en el plano historico-filos6fico que le es propio, de- be ser mantenida con firmeza porque solo ella puede permit {que 10s orientemos frente a las nuevas realidaces y las impre- vistas convergencias de este final de mitenio, y desbrozar el te- reno que conduce a esa nueva politica que, en gran parte, es 1d por inventar. ‘Alcontraponer en el pasaje citado mis arriba la bella jorna- dae euemeria) de la simple vida a las -ifcultades- det bios po litico, Arstételes habia dado la formulacion politica probable~ mente mis bella a la aporia que esti en’el fundamento de la politica occidental. Los veinticuatro siglos transcurridos desde fentonces no han aportado ninguna solucién que no sea pro: visional o ineficaz, La politica, en la ejecucion de la tarea me- tafisica que la ha conducido asuinir cada vez més la forma de una biopoltica, no ha logrado construit la articulacion cn- tue 20d y bios, entre voz y lenguaje, que habsia debido soldar la fractura, La nuda vida queda apresada en tal fractura en ta forma de la excepci6n, es decir de algo que sélo es incluido por medio de una exclusion, categoria exclusivamente juridica, ni una potencia exterior al ‘derecho (Schmit), nila norma suprema del orden juricico (Kel- mn): es la estructura originaria en que el derecho se refiere - lavida y la incluye en & por medio de la propia suspension, = Sirviéndonos de tna indicacion de J-L. Nancy, llamamos ban do’ (del antiguo término germénico que designa tanto la ex: ® clusion de la comunidad como el mandato y la ensefia del so- berano) a esa potencia (en el sentido propio de la dymamis aristotélica, que es también siempre djramts mf energein, po- tencia de no pasar al acto) de la ley de mantenerse en la pro- pia privacin, de aplicarse desaplicindose. La relacion de ex- "Bo referete a feo far nia vase nv a a, ig 245 cepcién es una relacién de bando, El que ha sido puesto en| bando no queda sencillamente fuera de la ley ni es indiferen- | te a ésta, sino que es abandonado por ella, es decir que queda expuesto y en peligro en el umbral en que vida y derecho, ex- | = terior e interior se confunden. De él no puede decirse liteal- mente si esti fuera 0 dentro del orden juridico, por esto origi- nariamente las locuciones italianas «in banda, -a bandono- significan tanto a la merced de a la mercé di) como 2 vo- luntad propia, a discreci6n, libremente Ga propio talento, li beramentes), como en la expresion scortiere a bancdonoy y ba rnido Gbandito») tiene a la vez el valor de excluido, puesto en bando Gescluso, messo al bando-) y el de abierto a todos, li bre Caper 2 tutti, libero», como en mesa libre —-mensa ban- dita 0 a tienda suelta ~a redida bandita~). Es en este senti- do en el que la paradoja de la soberania puede revestr la forma No hay un afuera de la ley.. La relacién originaria de la ley con la vida no es la aplicacién, sino el Abandono, La potencia insuperable del nomos, su originaria -fuerza de lay, es que ‘mantiene a la vida en su bando abandonandola. Y es precisa- mente esta estructura de bando lo que aqui se tratar de com- render para poder, eventualmente, ponerla en tela de juicio. 112. Nowos sasusts 1 principio segtin el cual la soberania pertenece al ey, ue parece oy inseparable de nesta concepéion de a de ee del ead de derecho, no elimina en modo algu- fois paradop de fa sober, sino que, my a conraiyIk - npuls al extremo, Desde la is ancgua frmulacion conser oars este pancipio,efagmento 169 de Pindaro, la sobe- Tina de Tey se ita en una dimensiga tan oscore a= fh, que presente en reacion con € se ha podio hablar Bot Alm de un enigma hrenberg,p- 119) He aut el ex toe! fragment, cya reconstruceion se debe a Boeck 1 Et bando es una forma de a selaci. {Pero de qué celacin se tata proplamente desde el momento en que éste caece de contenido posit: | vo alguno yen que los vsminot que estén en relacién parecen exclu. se (ya la ver ineluree) mutsamente? Cul es I forma de In ley que en se expres? El band es la pura forma de referise a algo en general, 8 decir el simple acto de establecer una relaciSn con la que ext fers de zelacin. En este sentido, ol bando se identifica con a forma limite de fs relaci6o, Una erica del bando tend entonces necesaamente que poner en duda la forma misma de la relacion ¥ peeguntarse s el hecho | politco no sesuta quizis pensable mis allt de la relacsn, ex decir ya no cn la forma de una conesibn vemos bo paran basiles tomato te ha atbandion ge ditatin 18 biaiéaton “ yperta che. ekmairomat ‘rgotsin Horables ‘ney impuso a los hombres el Cronin: las paces, fers y ave vo Indes, omere Ios unos a oe ote, ya que no ene fst ent eles a fos hombres em cambio tes di a asia que es mucho meio: Fl enigma en este caso no consiste tanto en el hecho de que el fragmento admita muchas interpretaciones, sino que lo de-f No obstante, mientras en Hesiodo el némases el poder que cisivo es més bien que, como la referencia al robo de Hércu-_ separa violencia y derecho, mundo animal y mundo humano, les deja ver sin sombra de duda, el poeta define la soberaniaf -y en Sol6n, la sconexién- de Bia y Diké no contiene ambigte- del némos por medio de una justiieacién de la violencia, Hf dad ai ironta, en Pindavo ~y éste es el nudo que ha dejado significado del fragmento s6lo se aclara, pues, si se compren-f en herencia al pensamiento politico occidental, y que le hace, en de que ticne su centro en una escandalosa articulacién de esos f} cierto sentido, el primer gran pensador de la soberania~ el né- principios, Bia y Dike, violencia y justicia, anitéticos por ex-f. mas soberano es el principto que, reuniendo derecho y violen celencia para los griegos. El ndmos esl poder que opera con} cia, las hace caer en el riesgo de fa indistinctin. En este sent tuna mano poderosa entre todas: la paradbjica unién de estos} do, el fragmento pindérico sobre el néimos basfertscontiene el dos optestos (en este sentido, si se entiende por enigma, se-f. ‘paradigma oculto que orienta todas las definiciones sucesivas {g0n Ia definicion aristotéica la siglo TV) puede ser ‘considerada como la premisa necesaria de icy dusccho que consivuye la soberania. En el pasaje ctadef Ia oposcién entre estado de naturale y commonseail, de las Leyes, el poder de la ley se define como conforme a laf Hobbes sittia como fundamento de su concepci6n de la sobe- naturaleza (kata phyisin) y esencialmente no violento, porquelg: rania. Si, para los sofistas, la anterioridad de la physis: justifica, aij ca vesded le importa a PlatGn es precisamente newt fen dkimo términ, la violencin Get mas fuene, para Hobbss ce tizar la opesicién que, tanto para los sofistas como (de man¢ wecisamente esta misma identidad de estado de naturaleza y ra diversa) para Pindaro, justificaba la oposicion soberana d Jencia (omo borin lupus) 1o que justifice el poder abso- ies Dike “AB tuto del soberano. En ambos casos, si bien en un sentido apa viohoecatamiento del problema de la relacién entre pbytifEentemente opvest, la ansinomia plysinémas constinys &L yy némos del libro X de las Leyes esta dirigido a desmontar lg presupuesto que legitima el principio de soberanfa, Ia indi 2 reaction sofatica de la oposicion y asimismo la tesis de WEtincion de derecho y violencia (en el hombre fuerte de Ios 90 Spittiidad de Ia naturaleza con respect a la ley, Plstn new fas o en el soberano hobbesiano), Es importante sehalay

Vista en esta perspectiva, la leyenda kafkiana expone la for- "ama para de la ley, en la que ésta se afirma con mas fuerza pre ‘Gsamente en el punto en que ya no prescribe nada, es decir = como puro bando, E} campesino es entregado a la potencia de Hla ley, porque ésta no exige nada de él, no le oriena mis que su propia apertura. Segiin el esquema de la excepcién sobera- © ma, la ley Je es aplicada desaplicandose, le mantiene en el mm- bjto del bando abandonindole fuera de él. La puerta abiert, B que s6lo a él esta destinada, le incluye excluyéndole y le &x- _dhuye incluyéndole. ¥ ésta es precisamente la culminacién y la plimiento de la Tord es su tasgresion). Pero si esto es verdad, © ue debe hacer un mesfas que, como el campesino, encten- ‘a frente asi una ley que est vigente pero que carece de sig. ‘ifiead? No podri, desde luego, cumplir una ley que se en ‘Genta ya en estado de suspensién indefinia ni todavia menos E> sustrusa sencillameate por ota (el cumplimiento de la ley no Suna nueva ley) “Una miniatura de un manuserit judo del siglo XV que con- iene algunas Haggadot sobre -El que viene, muestra la leg Eda del Mesias a Jerusalén. El Mesias a cabailo (en otees ilus- BF iaciones la cabalgadura es un asno) se presenta frente a la Ey pucra abierta de par en par de lacdad santa, cles de la cual Eva ventana permite entrever una figura que poctia ser ln de tn guardian, Delante del Mesias se encuentra un joven, que G se mantiene exguido a un paso de la puerta abiertay sedala hacia ella. Cualquiera que sea esta figura (podia utase del © profeta Blas), es posible aproximarla al campesino de la pa ‘bola kafkiana. Su tarea parece ser la de preparar y fciitar Fc ingreso del Mesias, tarea paradéjica desde el momento en Fue [a puerta se halla completamente abierta, Si se llama pro- E vocaci6n a la estrategia consistente en constreir a la paten- i dela ley a traductse en acto, la suya es entonces uns for “mi parad6jica de provocacién, Ia nica adecuada a una ley 4.5. Bs significative que, en dltima instancia, todos los intée- pretes lean el relato de Kafka como el ap6logo de una desso- 1a, del fracaso irremediable del campesino frente a la tarea im- | posible que la ley le imponia. Es listo, sin embargo, preguntarse si el texto kalkiano no permite una lectura distinta, Los iatér- pretes parecen olvidar precisamente las palabras que ponen fin. ala historia: «Aqui no padia entrar ningiin otro, porque esta ‘entrada estaba destinada s6lo a ti. Ahora me voy y la cierro (ich gebe jotz und schliesse thn). Si es cierto, como hemos visto, ‘que precisamente la apertura constitufa el poder invencible de la ley, su -fuerza especifica, es posible entonces imaginar que toda la actitud del campesino no sea otra cosa que una com- plicada y paciente estrategia para conseguir su cierre, con ob- jeto de interrumpir la vigencia de aquélla. ¥, finalmente, aun {que quizas al precio de su vida (la historia no nos dice si muere realmente, dice s6lo que esti -préximo al fir»), el campesino ‘iene realmente éxito en su intento, consigue que se cierre pa ra siempre la puerta de la ley (que, en rigor, estaba abierta so- lamente- para él) En su interpretacién de la leyenda, Kurt Wein- berg ha sugerido que en el timido, pero testarudo, campesino puede verse la figura de un «inesias cristiano impedido- (Wein- berg, pp. 130-31). La sugerencia puede ser aceptada, pero s6- lo si no se alvida que el Mesfas es la figura con que las gran- ds religiones monoteistas han watado de resolver el problema de la ley y que su venida significa tanto en el judafsmo, como en el crisianismo o en el Islam chiita, el cumplimiento y la con- sumaci6n integral de la ley. El mesianismo no es, pues, en el monoteismo, una simple categoria entre otras de la experien- cia religiosa, sino que constituye su concepto-limite, el punto cen que dicha experiencia se supera y se pone en cuestion en. su condicion de ley (dle aqui las aporias mesifinicas sobre la.” fey, de las que son expresion tanto la epistola de Pablo a los Romanos, como la docttina sabbetaica segtin la cual el cum- len), Porque el Mesias s6lo podra entrar despues de que ls ‘puerta se haya cerrado, es decir una vez que haya cesado la vi sgencia sin significado de la ley. Este es el sentido del enig- mitico fragmento de los Cuadernos en actavo kafkianos, en 76 leona de estado de excepcion; si bien quien lo praclama no el ao © dad vgente sino el Mesias que subvise el poder de lla Jos que se lee que: -El Mesias vend s6lo cuando ya no se rnecesatio, no llegact sino el dia despues de su llegads, ven de no el titimo dla, sino el tkimo de los dltimes.. El sentido | final de la leyenda no es, entonces, en las palabras de Derr EER Uno de los carcterespeculires dela legos kalianss ee da, el de un -acontecimiento que llega a no llegar. (© que su-” JRE canenenjutsmente al final una posblidad de iverin qe ates por ‘ede no sucediendo: -Ua événement qui arive a ne pas arri-" Bi) comple su siguficado. a cbstnacion del campesino presents alg vere Dertida J, p. 359), sino que, justamente al contrario, a fl —naoga con la asta que perme a Uses nt del cao des sie historia relata que algo ha sucedido efectivamente, sin que pa- rezca suceder, y as aporias mesidnicas del campesino expre- | pas. De la misma forma que en el apélogo de la ley Eta es insspersble saree porque no preside ada, el anna mis temile de Iss sirens ‘san exactamente la dificultad de nuestro tiempo en su inten- to de dar cuenta del bando soberano, to ese! cant, sno e seni Go a orto mune, per al vez no Set Geto inconcehile, que agulen pueda savaree de $3 cai, peo de 5 lea desde hiego no), ¥ la ieligenca ca sobrehumara de Ulses Sonate pecstmerte en haberse dado cients Ge qe i sent allah Jen haters puso lo» guia de esc comed, exactmente Be foo hace el campsio Irene a guar dea ey. Como las peta de sn suas (Quen patea darame el toque de eda no ext tasgredien: rind en el Neo abege abien puede ly puede se st Go acy en major media de Toque nests cmplieno el sldado que, RE “emo un sb de et fuera mis, e In qu el hombre como el tvenisimene, le mt). es precsimente la stuacion qe en lf leon jaan igo, en toda geninauadlén mesic) se vets com legac det Mess. La primers consecnenia de exe acvenimier toes, de hecho, el cumple y la consacn de ley eg os cabalitas de a Ter de Bei s decir de la ey que et vigente desde Mr gor Ia experiencia de la Ley que est implcita en la vigencia tn ceacon del hombre basa los dias del Mesa) Ee complimien no ER sn significado. En un texto extremadamente denso, Iclentifica Sinifies enpero, que fly antigua sea susiua snplementepor un EE sv estructura ontol6gica como abandono y trata consecuen- neta, bomdlogs al precedent, pero con presipcones pohbice- ae temente de pensar no s6lo muesto tiempo, sino toda la histo- te deers la Tord de as la ley crignara que segin los cabw: esa de Occidente como -tiempo del abandono». La estrvctura sus, Mesias debe restayar, no confane precept ni prohbiones. ap" que describe se mantiene, no obstante, en el intedor de fa for sino ue es slo una congere de teva sin orden lguno.Implia, mis ma de la ley, y el abandono es pensado como abandono al tien, que el eamplimient del Ton coincide ahora con su tasgresen ee bando soberano sin que se abra ninguna via més alé ce éste Yes hsamente lo que sfirman sin medias palabras los movimists mesnicos mis aia, com el de Stabby Teen (co les Bl campliminto dea Tord ex sx mages). Desde el punta de isn judcepolic, el mesianism es, pues, wn Una de las paradops del estado de excepeté quiere que sea impo | sible ditinguiren él ene Ia wanggresion de lz ley y su ejecucion, de manera que lo que «8 conforme a Ia norma y lo que ls viola, coinciden | 46.J. L. Nancy es el fil6sofo que ha pensado con mayor ri -Abandonar es entegsr, conflar 0 bmi & un poder soberano. y en wes, conflar 0 bara sy bando, es deci su proelamacin.a s com ‘wooxtoriay a su sentencia. El abandono se produce se 8 Ee pe! ser) deje reirase a algo diferente (el ente) 0 prescinds F de ello. Por el contratio, ef sor noes aut otra cosa gue el ser abandonado y entregada as mismo del ent, el ser no es mis que el bando del ence Bando no sig queda someon determina pein de Inly, sino qudarexpoesto fs yen lend. Eng aoa | ‘elute dea ey, Boni queda asim sbandonado fcr de cf Qhier jusediceln,. labandogo resp a ey, o pede hacer ote co $2 Gian, pp. 18.50 Qué es lo abandonado y por quia? El ente por el ser que le peste ese y que silo le perenece a él El ente aparece entonces asf como obj y como ser dsponsble, convo si el ser no fuera... Entonces se po ‘ine de eieve esto: que el ser abandone al ente significa que el ser se sla en el ser mans del ete ¥ el ser miso se deena exe: > calmente como esa disimulacion que se suse... Abandon del ser (que el ser abandone al ete, que Este se ibrado a st propio y deven ‘mcbjeo de la maquinacién. Esto no es simplemente nad, sino ‘que es a historia paimera del ser mismo (Heidegger fp. 115) La tarea que nuestro tiempo propone al pensamiento no pue- de consistir simplemente en reconocer la forma extrema € in- superable de la ley como vigencia sin significado. Todo pen samiento que se limita a esto, no hace otra cosa que repetr la estructura ontolégica que hemos definido como paradoja de fig la soberanfa (o bando soberano). La soberania es, en rigor, pre- cisamente esta ley més allé de la ley a la que estamos aban donadoss, es decir el poder autopresupositivo del ndmas, ys0-"4 lo sise llega a pensat el ser del abandono mis alla de toda idea de ley (aunque sea en la forma vacia de una vigencia sin sig- | nificado), se podri decir que se ha logrado salir de la parado- jade la soberania, hacia una politica liberada de cualquier ban- do, Una pura forma de ley es sélo la forma vacta de la relacions Sie ser noes, en est sentido, mis que el ser que est a mer ed (a bandono) del ente, la estructura ontologica de la sobe- fania muestra aqui desnudamente su paradoja. Es la rlacion de ‘abandono la que ahora debe pensarse en forma nueva. ler esta relacion como vigencia sin significado, es decit co- Ff tv'el ser abandonado ay poruina ley que no prescribe nad us oblo se prescribe a sf misma, signlica mantenerse en el in- BE sor del alhilismo, es deci no llevar hasta el extrem la ex- pero la forma vacia de la relacién no es ya una ley, sino una “ff Eperiencia del abandono. Solo cuando éste se disocia de cual- Zona en la que no es posible discern enze la ley y Ia vida, es BB quit idea de ley y de destino (eomprendidas la forma de ley Gecie un estado de excepcion. Fl problema es aqui el mismo [BFkantana y la vigencia sn significado), el abandono se exper- due afronta Heidegger, en los Beitnage =ur Philosophie bajo la 7B menta verdaderamente como tal. Por esto mismo, es preciso rbrica de la Seinverlassenbeit, del abandono del ente por el gemantenerse abiertos a la idea de que la relacion de abandono ser, ¢s decir nada menos quel problema de la unidad-ie rencia entre ser y enteen la época del cumplimiento de la mes Eine la forma de la relacién. Esto no significa que cada uno de © ellos discurra ahora independientemente; sino mis bien que Vase nota a tac, pl, 26, ® E a hon «is tratar ke pensar el facitum politico-secial de una far snr que 90 sea ya la de una vinculacion, 1 Las tesis de Kojave sobee el fin dela hisorlay la consent i tauricion de un Estado universal homogéneo presentan muchas analo-| sas con la stuacion epocal que hemos descrto como vigencia sin sig-| rificada (esto explica tos intentos acuales de reactuallzr a Kojeve en cave liber capitals), Qué es, en efecto, un Estado que sobrevive 1a historia, una soberana exatal que se mantiene més alt det cumple ‘vain del Estado tienda generar contenidos epocales y tes, «su Ved bouscan tna forma cetatal que se ha hecho imposible esto es lo que est f pasando en la ex Unién Soviticay fa ex Yugostvia). 2a altura de tl trea sélo esta hoy un pensamiento capaz de pet a naufclente- el timo Heidegger, con la dea de un aconteciiento of de una aproplacion shima (Eregni), en que aquello que esuta objeto de apropiacién ese get mismo, es deci el principio que hasta ahora haba ‘stnade alas entes en ss cferenes formas yFguras histcas. Eso & rif que con la Ervigns (com con el Absoluto hegeliano en la lect ‘de Kojve), la histaria del ser tea a s fin (Heideager 2, p. 44) y, com sigulentemente, la relacon ene ser yente encuentra su absoluci> ‘sto Jo que permite a Heidegger escribir que en Ia Begs tata de pen sar-el se sn seferencia al ente, lo que equivale nada menos que a in tentar pensar la ierencta ontlégica de una forma que oes yl de wn relicién, ser y ente mis alt de cualquler posible conexién, | Es éta I perspectiva en que habia que situa el debate entre Bata ¥ Kojeve, en el que lo que est en juego es preisamente la figura de Boras en Ia Gpocs de Is concluskin dela historia humana, Aqu son posbes varios escenaios. Bala nota adjunta a a segunda edicén de su * nroducton, Kojeve se distancia de la tsi enunciada en a primer. s€- © gn In cual el finde la historia coincide sencilsmente con el volverse a {conven el hombre en animal, con ss desparicién com hombre en se {} wo propio Ces devs, como sujeto dela acca negativa). Durante un vis- japon en 1955 el autor habia comprobado la posiilidad de una cul ua pot hit, en que los homes, en sbandonan la acc negativa {6 sentido estrit, siquen separando la forma de ss contenises, no pi [ p vansormar acvamente exo tino, sno para praticae una siete ce -esnobismo en estado puro (las cereanonias de 6 et). Por ot pas sen la recension de las novelas de Quen, Kojive ve en los person {es de BI Domingo de fa via, en partcaar en el neyon désonuens Koj amd del hombe al final de Ia historia, que apazece por isiera vez en lasecension de Kojove a Queneau, a sido reciperade por Blanchot y por EYL Nancy, que lo sitéa en el centro de au hbro sobre a. Communanté dieu. Tado depencde aqui de lo que se eitienda por «espacio No puede ser nla simple ausenci de actividad ni (como en Batlle) una Heviolencia creadora que esta representada en ella... Esto di” {sahasta el momento en que nuevas fuergas, o bien las que sn resestaban oprimidas, se imponen sobre la violencia que has- Fs enxonces habia establecido el derecho, y fundan asi un nuevo serecho destinado a una nueva decadencia. Sobre la interrup- in de este circulo magico, que se desarrolia en el Ambito de fuerzas miticas del derecho, sobre la revocacion del dere- vina, constituye el problema central de cualquier ia- sacion del ensayo. Benjamin no sugiere, en rigor, ningtin E csterio positvo para su identifcacion y niega, incluso, que sea ‘i siquiera posible eeconocetla en un caso concreto. Lo Unico eno es que tal violencia no establece ni conserva el derecho, inp que To rewoca (entset2). Por eso se presta a los equivocos Inds peligrosos (de lo que constituye una prueba la escrupu- asda con que Dems, en su interpretacion del ensayo, po~ j pe.en guardia contra clla, comparindola, en un singular ma~ E_ Jetendio, con la -soluci final nazi (Derrida 2, pp. 10461045). FF. Bn 1920 cuando estaba trabajando en la redaccion de la Cr BF ica, es casi seguro que Benjamin no habia leido todavia esa _Plscbe Toeolgie,cuya definicion de la soberania Gara cn- {coatios después en el ibro sobre el drama baroco; la volen- ‘ia coberana y el estado de excepci6n que ésa instar no come jrecen, por tanto, en el ensayo y no es facil decir dénde pocan stuase con relacion a la violencia que establece el de Hecho y ala que lo conserva. La raz de la ambigiedad de la ‘Vlencia divin debe busearse, quizis,precisamente en esa ate cia Sin lugar a dudas, la violencia que se ejerce en el esta rat Hl hecho de haber expucsto sin reseras el nexo iereductibe que une violencia y derecho hace de a Critica benjaminiana Ia premisa necesana,y tocavia hoy no superada, de cualquis indagacién sobre la soberaaia. En el andlisis de Benjamin, es | Jencia que establece el derecho y la violencia que lo conserva, De aqui la necesidad de una tercera figura que romps la das lectcn circular ene estas dos formas de violencia: a ley estas oscilaciones (eae fa violencia que esablecey la violen- pone de manifiesto la conexi6n entre las dos violencias ~y. con E mayor raz6n, entre violencia y derecho como el tinico conte- ido real del derecho. -La funcidn de la violencia en la crea- E clon jutidica ~escribe Benjamin en el nico punto del ensayo fen/que se aproxima a algo parecido a una definicion de la vio- lencia soberana— es, en realidad, doble, en el sentida de que Bel esablecimiento del derecho persiguc desde luego como f- do de excepeién no conserva ni tampoco establece simple- mente el derecho, sino que lo conserva suspendiéndolo y lo lumen de la Vollerpsycholopi, de Wnt, el concepto de aba expresa propiamente la indferenciaoriginata enue sagrado © E> imparo que sea caracteristica dela fase mis aeaiea de a hs F tris humana, esa mezcla de veneracion y horror que Wand con una formula que habria de hacer fortuna, define com ho ‘or sagniio. Slo en una fse posterior, cuando, sein Wun EJs mis aniguas potencias demoniacas se etiaron ante los cio. EE rs la ambivalencia originria cedi su puesto ala amtitesis en uel sagrado y To impuo En 1912, el tio de Mauss, Emile Durkheim, publica las For- nes élementaires de a ve relgieuse, que dediea Un capitalo Eater a la Ambigiedad de la nocion de saprados. Agu clash ‘ea ls fuerza religiosas:en dos categoras opuestas, is fase. © is yas inst dios, ern destinados una destrucein total. El bando es una.” forma de consagracion ala divinidad, y ésta es la 12z6n por la que el verbo bandie se traduce a veees como “eonsagras" (Mi queas, 4.13) 0 “dedicar (evitico, 27.28). En los tiempos mis sntigoos del judatsmo lo anterior implicaba, sin embargo, la des- truccién completa no sélo dela persona, sino también de sus propiedades... nicamente los metals, después de haber sido fundidos en e fuego, podian ser incorporados al tesoro del san- tuario Josué 6, 24). Incluso el ganado no era sacificado, sino ave se procesiasencilamente a su matanza, y la ciudad conse grada no debia ser reconstruida (Deuteronomio 13, 16 Josué 6: 25). Un bando de esa indole es un taba, hecho efectivo por el temor a penas sobrenaturales (Reyes 16. 34) y, como en el tabi, el peligro que llevaba implicto era contagioso (Deuteronomio 7,26); a quiea lleva a su casa una cosa consagrada se le aplica el mismo bando- (ibid, pp. 5350. Hl andlsis del bando -asi- milado al abi es determinante desde el inicio en la genesis de la doctrina de la ambighedad de lo sagado: Ia ambighedad del ‘primero, que excluye ineluyendo, implica la del segundo. 3 Claro que ls senuimlentosinspeados por unas y ots no so idea eos, pues una cosa es el respeto Y otra coss ay distinta el gusto + el horror. Sn embargo, para que lor gests een los mismnos en att. «bos casos es preciso que los entinientas que expres sein del aie Sa naturale, Y es que el respetoreligioso, sobre todo cuando es muy G) iexeso,incluye el howor,y el temor que inspiran las potencias mig | mas suele tener cieno caricterreverenhl.. As que fo impure Io puro 0 $on géneros separados, sno dos variedades de un mismo genera, be comprende todas las cosas sagradas. Hay dos cases de sacraida ovens nota Ta a edi, pg. 265, 100 a ‘santo ¥ malditor, Curosamente, los antrop6logos que haan | desarollado primero la teoria de In ambigiedad de lo saga, "do, no habian mencionado i sacrati [aina, Pero en 3911 apa. red el ensayo de Fowler The original meaning of te world _sacer, en coo centro 5 se encventa ya tna intepretacion del E = bomo sacer, que tuvo inmediata resonancia entre los estudio "50s de las ciencias de la religion. En este caso es la ambigte- = ded implica en la definicién de Festo la que permite al in ‘esigador (recopienda tna sugerencia de Maret) establecer tuna conexién del sacer latino con la categoria de tabi Csacer esos in facta curse; and the bomo sacer on whom this eur se fills isan outcas, a banned man, booed, dangerous. ot ginally the world may have meant simply taboo, ic. removed ut ofthe region ofthe profanum, without any special refe- rence toa deity, but “holy” or accursed according to the ie cumstances: Fowler, pp. 1723) HL Pugiec ha mostrado, en un essudio bien documentado, de qué modo la doctrna de la ambigtedad de fo sagrado penta en el mbito de la cienia del lengujey acaba por encontrar en ella su auxénico baluarte (Fogie, pp. 238-40). En este proce $0, el homo sacer deserolla verdaderamente un papel tees Yo) Mientras en la segunda edicion del Lateiniscbes etymole _sches Worterbueb de Walde (191), no hay huella alguna de Irteofa dela ambivalenca, la vor Sacer del Dictionnaire en = molopique de la langue latine de Exnout Meillet 1932) sancio ‘ona Faust y fr infausts, y ente estas dos formas epuestas no silo no hay solucién de continvidad, sino que un mismo objeto puede pasar de ura a ots sin cambiar de narraleza. Con lo puro se hace lo impo roy al revés, La ambigiedad de lo sagado reside en tales transforma: ones (Duskheim, pp. 612-40, Fn estas piginas esti ya presente el proceso de psicologiza- cin de la experiencia religios (el disgustory el-horror con Que la burguesia europea culta tracuce su incomodidad frente 4 fl hecho religiso), que eulminara algunos aos después en el’ “ambit de la teologia marburguesa con la obra de R. Otto s0- bre lo sagrado (1917). En ella celebran su union una teotogia aque habia perdido toda expesiencia de la palabra revelada y tuna filosofia que habia abandonado toda sobriedad frente al sentimiento, en un concepto de lo sagrado que ya coincide ompletamente con los de oscuro e impenetrable. Que lo rel? soso pertenezea integramente a la esfera de la emoci6n psit Col6giea, que tenga que ver esencialmente con los temblores © con la came de gallina: éstas son las trivialidades que el neo- Jogisino muminoso tiene que revestir con una apariencia de ciensificcad. ‘Cuando algunos aitos mas tarde Freud emprende la redac: «ion de Totem 9 tabi, el tereno estaba, pues, suficientemen- te prepara, No obstates6o con ex io ale #8 he unk auténtica teoria de la ambivalencia, sobre bases no s6lo an-- Freud habia lefdo el ensayo de un linguists hoy desacredita: agp | ci6n al homo sacer Sacer désigne celui ou ce qui ne pest exre do, K. Abel, Sobre El significado contradictrio dels palabras gig fovché sans tre soullé, ou sans sovller; de la le double sens originariasy lo habta recensionado en Zmago, en un aniculo de sacré ou “maul” @ peu prés). Un coupable que 'on con. en que relacionaba a aquél con su teoria de la ausencia del “gue sre aux dieux infernaux est sacré (sacer esto: cf. gr. gos) principio de contradiccién en los suedos. Entre las palabras de 3 Significado opuesto que Abel inelufa en el apéndice, figursba, 4 como Freud no deja de hacer nota, el término latino sacer, § oN bs iteresante seul, a waves del rao de Fog le histori de los ercambios ene anropologia linghstieay sociologia cn tino a la no cin de lo sagado, Enve la segunda edcion del diccionario de Walde ¥ ta primera del de Exnout-Meiles, habia aparecido el aticulo Sacer det ‘Pauly-Wissowa, mado por R. Ganschiniet (3920), que registra explic= tament la teorla dela ambivalencia de Durkheim (como Fowles habia ya hecho pars Robenson Smith). En cuanto a Melle, Puglerrecuerda as ttecas relaciones que tenia el ngs con Ta escuela sociologica paris ‘a (en parcular con Massy Durkheim), Cuando en 1939 Roger Calis ‘publica Lfhomime at esac, puede ya partic de un dato lexicolgko bien ‘Mimado:-A Rome, oa sit assez que le mot sacer designe, suivant a d6 fntion de EinouMeillt, cell 08 ce qui se peut dre touché sans ete sulle ou sans souiler- (Cals, p. 2. 2.3. Una enigmnitica figura del derecho romano arcaico, que parece reunir en ella rasgos contradictorios y que, por e50 mis- no, exigia a su vez ser explicada, entra asi en resonancia con la categoria religiosa de lo sagrado en el momento en que é ta se encuentra por su pare en un proceso de irrevocable de- semantizacion que la conduce a asumir significados opuestos Esta ambivalencia, puesta en relacion con la nocién etnogréfi- cade tabt, es a su vez utilizada para explicar, con perfecta cit- cularicad, la figura del homo sacer. En la vida de los concep fos hay un momento en que éstos pierden su inteligibilidad inmediata y, como cualquier término vacio, pueden cargarse de sentidos contradictorios. Para el fenémeno religioso, tal mor mento coincide con ef nacimiento de la Antropologia modes hha 2 finales del siglo pasado, en cuyo centro estin, y no por. ‘casualidad, nociones ambivalentes como mand, tabsi y sacer. ‘Lévi-Strauss ha mostrado que el término mand funciona como signifieante excedente, cuyo sentido no es otro que el de se- fala el exceso de la fuincion significant sobre los significados: Consideraciones andlogas en alguna medida podrian hacesse cen relacion con los conceptas de taba y sagrado, referidas a st fempleo y a su funcién en el discurso de las ciencias humanas 108 cote 1890 y 1940, No es a pretenida ambivalencia de: flies deo sro qe ponte epee ‘neo police a ques efter scepion ns agua del término sacer, ° nt cl or el contrario, s6lo una atenta delimit cin previa de las cespectivas esferas de lo politico y de lo re don y de sus compleas reaciones. En euslquier caso es imporane Fi qwe la dimension jurdico-potitica originasia que se maniiests © enel homo sacerno quede recubierta por un mitologema cia © tfico que no s6lo es incapaz de explicar nada por si soto, si- no que esti necesitado &1 mismo de explicacién 5 Eesa ver del sus divinum y de toda forma de mvete sta. Los procedimientos mas antiguos de ejecucion capital de que t nemos noticia (la tersble poona cll que dsponi que se me EE eral condenado, cubiera la cabeza con una piel de lobo, en BE un saco con serpentes, un pero y un gallo se le arojara al igo se le defenestrara desde la 19ca Tarpeya) son, en ceali- dad, mis bien tos de pusificacién que penes de muerte en endo moderno: el neque fas ext enon femolart pein servi © precisamente para distinguir Ia muerte de! bomo sacer de las purficacionesstules y excivirterminantemente la sacrato del Inbitoreligioso en sentido propio =F se ha hecho notar que mientras la consecratio hace pasar -normalmente un objeto del ss human al divin, de 10 pro- fano alo sagrado (Fowler, p. 18), en el caso del bom sacerse E pone sencilamente era dela jurisdcctin himane sin qe por Jello pase ala divina, No solo In prohibicin de la inmolacion| F exchiye, en elect, cualquier equipartcion entre cl Bono sacer yuna ctma consagrada, sino, como observa Macrobio cian B Go 2 Trebacio, la ietad de matace implicaba que fa violencia que ee le hacia no constituiasarilegio, como en el caso de las E es sacrae cu cetera sacra violart nef st, horse sacra Elis fue occ. Silo anterior es cient, Is sacratto configura una doble ex B cepcion, tanto con tespecto al ius Bumarum como al ius di Bina, canto en teacion al ambitoteligoso como al profano. Ea estructura topologica configurada por esta doble excepcion J lace una dplice exclusion y una diplice aprehension, ve yoftece algo més que una mera analogia con la excepcién so- Be berana. (De aqui la pertinencia de la tess de los estuciosos “que, como Cif, interpretan la sacrtio en sstancial contin Edad con ia exclusion de I comunidad: Cif I, pp. 46065), De =a misma manera que la excepcion soberan, Isley se aplica al caso excepcional desaplicéndose, retirandose de asi tam 3, LA VIDA SAGRADA 3.1, la estructura de la sacratio, segtin se desprende de Iss 3 BBE fuentes y del parecer concordante de los estudiosos,e5 un sultado de la conjuncién de dos caracteristicas: Ia impunidad | Ge matar y la exclusion del sacrificio, El impune occidt cont ggura, sobre todo, una excepcion del ius bumarum, en Cuan fo suspende la aplicacién de la ley sobre el homicidio atribul: | laa Numa (si quis hominem liberam dolo sciens morti dull, Jparicidas esto), La misma formula transmitida por Festo (qu ‘occidit, parricid! non damnatur) constituye también de algtin 8 frodo una auténtica exceptio en sentido téenico, que el res- ponsable de la muerte podta alegar en el momento del juicio, 4 nvocando la sacralidad de la victima, Pero también el neque fase eum immolart configura, si bien se mira, una excepci6n, ign el bomo sacer pertenece al dios en la forma de a insacti- Ficabilidad y esté incluido en la comunidad en la forma de ls posibilidad de que se le dé muerte violenta. La vida insacrif- able 7 a la que, sin embargo, puede darse muerte, es a vicia sagrada. 3.2, Lo que define la condici6n del boo sacer no es, puts, tanto la pretendida ambivalencia orjginaria de a sacralidad que lees inherente, como, mds bien, el caricter particular de la do- ble exclusion en que se encuentra apresado y de la violencia ‘a que se halla expuesto, Esta violencia ~el que cualquiera pue dda quitarle Ia vida impunemente no es clasificable ni como Saenficio ni como homicidio, ni como ejecuciéa de una con, Gena ni como sacrilegio, Sustrayéndose a las formas sanciona~ das por el derecho humano y por el divino, tal violencia abre luna esfera del actuar humano que no es la del sacrum facere 7 nila de la aceién profana, y que es la que aqui tratamos de lle- gar a comprender, "Ya antes hemos encontrado una esferaclimite de la acci6n ti. ‘mana que se sostiene Gnicamente como una relacion de ex: ‘cepcién, Esta esfera es la de la decision soberana, que suspende una doble excepeién, como una exerecencia de lo profano en © To eligioso y de lo religioso en lo profano, que configura una ona de indiferencia ene sari Ine en ques pee matar sin cmstr boric sh Lebar un sacificio sagrade, ex dec expesa a ques le dé muerte, per insacrifcabe, esa vida ue ba queato rena da en esta esfera. = a e Es posible, enonces, dar una pi sur av ns bao Forma eel meno de near la estvcrra formal dela excepcion. Aquello que ue pesado en el banda soberana es tina va hus 2 fe puede dase muerte pero que es insatiable: el homo saver Eillamames nuda via o vida sigrada a eta vida que const tuye el contenido primero del poder soberano,dspone mos también de un principio de respuesta ala iterogaeion ben | Jaminiana sobre el oigen del dogma dela sacraidad del | Segal deci eps qe ated mere tnficable aia vex, es onginariamente la vid incluida en e tando sobertno, Is produccgn de la nuda vida es. en este F semido, la contbucion oignala de la sober La Stra | Gadde a vida, que hoy se pretend hacer valet frente al po- | der soberano como un derecho humano fundamental en to- E dos los senticos, expresa, por el contrario, en su propio origen: Inley en el estado de excepcin e incluye asi en él la nuda vi i a, Lo que ahora tenemos que preguntarnos es, pues, sila es {ructura de la soberaniay la de la sacratio estan vinculadas de sign modo y si pueden, por medio de tal vinculaei6a, imi: parse reeiprocamente, Podemos anticipar a este respecto una primers hipétesis: restituido a su lugar propio, mas alla tanto fhe! derecho penal como del sactifci, el bom sacer ofrece la figura originaria de la vida apresada en el bando soberano y conserva asi la memoria de la exclusion originatia a wavés de 23 {a cual se ha constituido la dimension poltca, El espacio po- Iitico de la soberanfa se habria constituido, pues, a través de X EL nexo entre la consitucion de un poder pollico y a sacar es stesiguad también por la potestas sacrosancta que comresponde en oma a ios tibunos de Ia plebe, La laviolabiidad del tbuo ve fund "ex rigo, slo en el hecho de que, en ef momento de la primera seeson de los plebeyos, ésos jurazon vengar ls ofensas inferidas a sus repre ‘setantes, considerindo al culpable como bomo sacer. El termine fev lacrata, que designaba improplamente (os pebisites se ditingn or 10 25, n0 es simplemente el resid seclarizado del carkter se | igowo oniginario de todo poder pltico, ni s6lo et intento de [poco es en mayor medida la consecuencia de un caries fdo, es deck, augistoy malo ala vez, qu sera ineren te deforma inexplicable ala vida como tS nesta hips scorer, la sacral es, ns bie, la forma origina de a Implicacion de a rida vida en e orden frdeo-policoy el sitagina boro sacer design alg como la relaclon-polica feigiaria, es dct a vida en canto, en ia exclusion inc acta como referent de a decision soberana. Lava slo se saga en cha regen nin seer aber confundido un fenomenojrdic-polico (el que el ome sacer sea insacificable pero cele pueda matar pune mente) con un fenémeno genuinamente reliioso esa tz de los equivocos que han mareado en nuestro tempo tanto los suds sobre lo sagrado como ls refers ala sober, Sa feresto no es wna formola de alin celigiosa que sancio “hae carter unetmcb es decir ala vex asta abyecto Ete algo ex Ia formulacion police originaia de In positon Ect vinculo soberano, inariamense de Forma cara de ls lege Io que no era en verdad mis (gue [a chare jurée-(Magdeain,p. 57) de Ia plebe en rebels, no ven er worigen oto sentido que el de seialar una vida as que podin dase sues impunemente, peo, por es0 misao, fundaba un poder politico te, en algin modo, servia de contapeso al poder soberano, PO e200 Fay nada que mueste con tana curd el fin del vie constiuci § republican y el nacimiento del nuevo poder absolito, como cl momen: 7 teen que Augusto asume Ia potstas ibunicia y se convient asi en vcrcrsanchus CSacrosanctus im perpatuun ut ese ~reza el texto I The gstao- ef goad vverom snburicia posta mil ribuet. 4.3: 1a analogia estructural enreexcepeion soberana y coins soca aq todo su sentido, En fos os lites exe cet enlenament,soberano Y bomo sacer oftecen dos f+ sree celnetens que tienen la misma estructura y est eure sionada, en el sentdo de que soberano es aqiél con area cal eos los bombs son poenciimente Dom ee namo scores aque on expecta al 0go8 105 Fombres actin como soberanos ‘ bes se comunican en lain. dé wn actuar, que stun arnee nt del derecho humano como del divino, to de vomar com de ia pbs dlimia, no obsiante, en cera. | ream pumer eapelo police en seni propo, dstino ta (orbits sligene como del profano, tanto del orden 1 thal come del orden tic nora: ‘ Bon samen ene cao y ober oj na 0 soto eategoi de lo saga cya ambivalena a orient “ese fa mane tan tena no o6l los extadios moderno8 $e Tenomenologt eligosa, sino también ls investiga ore de recente sobre la soberani. La proximidad ene re soberanie yn defo ageado, que ha sido obs Soa tendo de la que se han dado explcacones dives Ja violencia ejercitada por el hijo sobre el padre -verberatio pa- “rentis- 0 el fraude del patrono a su cliente) no tendrian pues c.cardcter de transgresin de una norma, seguida por la san- “cién comespondiente; sino que constitvirian, més bien, la ex- Hcepcién originaria, en que la vida humana expvesta incondi- ‘Gonadamente 2 recibir la muerte es inchiida en el orden politico B (como, por lo demés, dice a su manera con perfecta claridad ‘mito de la Fundacion de Roma) es el acto constitutivo de la ciudad, La ley de Numa sobre el homicidio (pavricidas esto) a a m forma un todo con Ia posibilidad de matar al bomo sacer (pa- rriciai non damnatur) y no puede separarse de ella. Asi de compleja es la estructura originaria en que se funda el poder “# soberano. A conker de feat el mine sce coo se deren de meno nse Ho conne nan gat co Scare on sono de Abe numa umbbleca pnts ene ‘poser mice obo de uneven que ceed ala ver cl TGS dito y bl me, Boa ole saectn soe, ete feos loo nas lt econ una one de ncn coe paca ws pecan que hone tnd de ct neat pe a muchas dean onmdine pret el rio go ‘etc Alo tne Maman pea ls echoves qe, Serpe draco, enn cnseréos nr pa fc orev (De us, 10 ei qe en on anion fon len ede eos pra cic een devon sees Lp Te const ictal del Domo ca, lin apn ‘Scttuc wnt om ogi denen, en que terse en: aE catead Un ou ger o ponte dr mene etme anes cl AME 4, Durante mucho lempo uno de los reins et ses usa agua en el seni de | terque anenaza con mute Ge presenta tee orcuato, no duda en ordenar la muerte del hijo que se ha G panchado con la taici6n, desempea ast una importante fan fi6n en el anecdotario de la mitologia del poder. Pero igual: mente decisiva es la figura inversa, es decit la del padre que jerce su vitae necisque potestas sob el hijo magistiado, co 1 en los casos del cénsul Espurio Casio y del tibuno Casio G Flaminio, Refirendose a la historia de este vikimo, a quien tl ‘padre arranea de la trbuna cuanda trata de pasar por enciona “del poder del Senado, Valerio Méximo define signifcativamente como imperium privatums la potestas del padre, Yan Thomas que ha analizado los episodios anteriores, ha llegado a esc bir que la patria potestas era sentida en Roma como wna set te de oficio paibico y, en cierto modo, como ina ~soberania residual ¢ irreductible- (ibid. 528) Y, euando en wna fien- Hetarca, leemos que Bruto, al ordenar que se mate a sus hi 0; chabia adoptado en lugar suyo al pueblo romano, es un mismo poder de muerte el que, por medio dela imagen dela sdopciOn, se trasfiere ahora a todo el pueblo, restineyendo st G_tiinaro y siniesuo significado al epiteto hagiogafico -padie ee la patria, reservado en todas las épocas alos jefes invest. dos del poder soberano. Lo que esa fuente nos presenta es, By oes, una suerte de mito genealégico del poder soberano: cl imperium del magistrado no es mis que la vitae necisatte pox fesas del padre ampliada a todos los cidadanos. No se pies E> de decir de manera mas clara que el fandamento primera del _poder politico es tna vida a la que se puede dar muiciteab- fe solutamente, que se politiza por medio de su misma posibil- dad de que se le dé muerte de necare en oposicién a mactare). Este poder es absoluto y no es concebido ni como el castigo ce una culpa ni como la cexpresién del poder mais general que compete al pater en cuan- to cabeza de la domus. surge inmediata y espontineamente noe al ij varonievantsndoe dl solo seguir el poder Se vida te met sobre 6D no hay gue confine conseus, com el Poder de atar que poedon eres tao yl pce cea mero ai sores cn a= testo agate todavia nents con el poe el domino. thes dere. entas qu eos dos umes posters se = Ferena jralectn desc del cabeza de flay usd zie gina manera en limit de a domi fa ae ne Sisue pts eae sobre odo codadan ran re tomer de So macnn parts a defnirel mooie to del pose police en genera. Nola simple anata Sin tes as re x mde ie oar et etoente police onginoio “pe ronacs en nfm isd a ee uci ae nota poesias Gl pate ye mpi Get gisrado que el regio del ts pari yo el poder sabe f) 42. En esta perspectiva se hace comprensible el sentido de i antigua costumbre romana, refesida por Valerio Maximo, se. “G6 la cual s6lo el hijo impiber podia interponerse entre el m4 a que el vinculo dela noma positva 0 io eoberano que, en verdad noe, desu yo gue ex del je habit a esa ape lcs produce la ada vida, que Bada casa Y la chudad~ cx, desde el punto de vi se pein caberana, el elemento politico origins. muerte, Mas originario del pacto social es el vine fempero, otra cosa que Uni 15, CUERPO SOBERANO Y CUERPO SAGRADO 51, Cuando, hacia finales de los aftos cincuenta, Ernst Kan- dio, y el segundo llega a declarar sin reservas que la lectura de ese texto estuvo en el origen de su trabajo (ibid, p. 232), No obstante, ambos guardan silencio sobre el punto central el andlisis de Bickermana, que, mediante una cvidadosa re- construccién del rito de la consagracion imperial a traves de fas fuentes escritas y de las monedas, habia determinado, en. efecto, aunque sin extraer todas las consecuencias, la aporia specifica contenida en ese sentierro en imagen: Un hombre es eeterado solo una ver, de fa misma forma que S60 rere una vez. Ea la época de los Antonines, por el contro, elem peador consagrado era queiado en la hoguers dos veces: I primera ‘n corpora sequen 6 fii. El caver del soberano es ncn {do de modo solemne pero no ofc y sus rests Son deposits en el rmausoleo. En este punto, coneluye de ondinaco et ito pli... Pero ‘en el funeral de Antonino Pio tsa se desarlla de fora contara a lo usual I stun to oficial) comienza aqut so después de dar sepulurs alos huezos,y el solemne conejo Finebre se pone en mar cha una vez que fos rexos del cadiver reposin ya enter. Y este ft- sus publlcumatane (como nes hacen saber los informs de Dién y de Herediana) a fa imagen de cera que reproduce el setnblante de din to. Bsta imagen es tatada como s fuera un cuexpo regio, Diba, como tesigo cul, eiere que un esclav espantaba con su abanieo las mos «28 del roso del maniqut. A contiuacién, Seprimi Severo le da el cl- tino beso ea I urna Sepuleral. Herodiano afade que la imagen de Sep timio Severo fue watada durante sete dias en el palici coma e fuera un enfermo, con visas medica, boletines clinicosy un dlagndstico de la muerte. Esa noticia no deja agar a ninguna dud la efigie decor, que se -parece completamente al aueno y yace en el lecho de honor con sus vestidos puesos, es el emperador mismo, cuya vida ha sido transerda al maniqui de cera con ajuda de éste y de otros sos agl- cos Bickesmann 1, pp. 45). Pero para la comprensién del conjunto del ritual, lo decist- vo es precisamente la funci6n y la naturaleza de la imagen. Es (en este punto donde Bickermann sugiere una valiosisima apor- taci6n que permite situar la ceremonia en una nueva pers- pectiva Esta magia dela imagen tene mumerosos equivalentes que se pueden cencontss en cuslqvier pane, Baste Gitar aqui un ejemplo itslico del ato 136, Un cto de siglo antes del funeral dela efige de Antonino Fo, la Jes collet cultorum Diane et Antinot se expresa en ests terminos quisquts ex hoc colegio serous defunct fuer corpus eius a domino ‘quo sepulturae datum non. fuerit..,e fans imaginarius ft. Er contramos en este punto la misma expresi, furs imaginarium, que ha Historia Augusta emplea pare indicar la ceremonia finebre dela ef sie de cera de Pertinax, en la que estvo presente Dign, En la Lee co- liegt como en ots similares, la imagen sve, sa embargo, pars sun tui al cadiver que fala, mientras queen el azo dela ceremonia inp sl compan al caver lo dupia, no lo susuuye (it, pp. 6-7 En 1972, cuando volvié a ocuparse del problema después de ‘mds de cuarenta afios, Bickermana pone en relacién el func ral de Ia imagen imperial con el rto que debe ser cumplido por quel que con anterioridad a una batalla se ha consagrica so: Jemnemente a los dioses Manes y no ha muerto en el comba: te (ibid, 2, p. 22). ¥ es aqui donde el cuerpo del soberano y cl del bomo sacer entran en una zona de indistincion en que parecen confunditse, 5.4, Los estudiosos han aproximado desde hace tiempo laf aura del bomo sacer a la del devotus, que consagra la propia vida a los dioses infernales para salvar a la ciudad de un gra- “ve peligro. Livio nos ha dejado una descripcin vivaz y minu- cosa de una devotio acontecida en el 340 a.C. durante la ba- lalla de Vesenia. El ejéscito romano estaba a punto de ser errotado por los adversarios latinos cuando el cénsul Public Decio Mus, que mandaba las legiones junto a su colega Tito ‘Manlio Torcuato, solicica 12 asistencia del pontifice para cum- pli el sito: I pontifice le ordena vest la tg pretets , mlentas el consul se ‘mantlene erguido pisando una lanea, con la cabeza vlad ¥ Ia ano ‘aj a toga hasta leg 8 tear el menton, le hace pronunciar ests pa labras: Oh Jno, oh Jopter, oh Padre Mate, oh Quiina, Bello, La 145, dioses novensiles, oh dioses que tne poder sobre nuestros ene ‘igs, oh dios Manes, os ruego¥ os impetro que concedts al pueblo romano de los Quintes Ia fuera y la vetoua y Hevéis mete y terror a tos enemigos del puebo romano de los Quintes. Tal como he dicho so- Jemnemente, por la replica de los Quirtes, pore eect, pores le sionesy los aliadas del pueblo romano consagro conmigo ls legiones 1 os auxiiages de los enemigos # los dloses Manes y la tera. Después, con la toga cen la manera de Gabies sata armado sobre 1 caballo y se lanza en meio de los enemgas;y se les aparece a am bos bandos con una majestad ms que humana, a una wictia exp tori enviad del cielo para aplacar la célera divina (8, 9,4 5g). La analogfa entre devotusy homo sacer no parece ir en este ‘caso mis alld del hecho de que ambos se consagran en cieto sentido a la muerte y pertenecen 2 los dioses, si bien (a pesar de caminar sobre el haga en que Is imagen ha sido enterada. Si, por- fe contato, es el jefe el que decide consagrarse, como sucedio en el ‘ako de Decio, ¥ no moete, no podié evar a cabo ningtin sto, si po 1 Biico ai privado.. 8, Por qué constituye la supervivencia del devotus ina situa «in tan embarazosa para la comunidad hasta et punto de obli- zgarla al cumplimiento del complejo ritual cuyo sentido se tra- ta precisamente de comprender? ;Cuil es la condicién de ese ‘cuerpo viviente que ya no pasece perenecer al mundo de los 16 vvivos? En un estudio ejemplar, Schilling ha observado que si el = devotus superviviente queda excluido tanto del mundo profa- || no como del sagrado, se debe a que este hombre es sacer. No | puede en ninggin caso ser restituide al mundo profano, porque ha sido justamente su consagracién la que ha hecho que toda 4a comunidad haya podido escapar ala ira de los diasese (Schi- ling, p. 956). Es en esta perspectiva en Ia que debemos consi derar la funcion de la estatua, que ya hemos encontado en el funus imaginarium del emperador y que parece unir en una ‘onstelacion Gnica el cuerpo del soberano y el del devorus Sabemos que el signumr de siete pies de altura, del que ha- bla Livio, no es otra cosa que el coloso- del devatus, es decir su doble, que ocupa el lugar del cadaver ausente, en una es- “ pecie de funeral per imagenemo, més precisamente, como eje- cucion sustitutoria del voto que ha quedado incumplido. J. P ‘Vernant y Emile Benveniste han mostrado cuil es, en general, la funcién det coloso: al atraer y far en si un doble que se en * cuentra en condiciones anormales, -permite restablecer, entre © el mundo de los vivos y el de los muertos relaciones correctas- > (Verna, p. 229). La primera consecuencia de la muerte es, en sigor, la de liberar a un ser vago y amenazante (Ia larva de los “latinos, la psyche, el eidolon o el phisma de los griegos), que ‘yuelve con las apariencias del difunto a los lugares frecuenta- dos por él y que no pertenece propiamente al mundo de los vivos ni al de los muertos. El objetivo de los itos funerarios es asegurar la ransformacién de ese ser incémodo e incieto en. ‘un antepasado amistoso y fuerte, que pertenece irrevocable ‘mente al mundo de los muertos y con el cual se mantienen te laciones que se definen de manera ritual. La ausencia del ca BE daver (0, en algunos casos, su mutilacion) puede, empero, & impedir cl ordenado cumplimiento del rito funeratio; en estos 13505, un coloso puede, en determinadas condiciones, susttuir al cadaver y permitr a celebracion de un funeral vicar, ro Pero zqué le sucede al consageado que sobrevive? Aqui no. se puede hablar de falta de cadaver en sentido propio, desde | el momento en que ni siquiera ha habido muerte. Una ins- cripeién hallada en Cirene nos informa, no obstante, de que el coloso podia realizase incluso en vida de la persona a quien estaba llamado a sustituir. La inseripcién lleva el texto del ju ramento que habian de pronunciar en Tera, como garantla de sus obligaciones recfprocas, los colonos que marchaban a Alri cc los ciudadanos que permanecfan en la patria. En el mo= ‘mento de pronunciar el juramento, se fabricaban unos kolossof de cera que eran arrojads a las llamas diciendo: «Que se de rita y desaparezca el que sea infel a este juramento, él, su es- tirpe y sus bienes-({bid, p. 222). El coloso no es, pues, un simn~ ple sustinuta del cadaver. Mas bien, dentro del complejo sistema aque regula en el mundo clisico la relacion entre los vivos y los muertos, representa, de forma andloga al cadaver, pero de ma- rera mis inmediata y general, la parte de la persona viva que © se debe a la muerte y que, en cuanto ocupa amenazadoramente el umbral enize los dos mundos, ha de ser separada del con- texto normal de los vivos. Esta separacién tiene lugar de ordi- nario en el momento de la muerte, por medio de los ritos fu nerarios que recomponen la justarelacién entre vivos y muertos, perturbada por el fillecimiento, No obstante, en determinadas Docasiones no es la muerte la que perturba este orden, sino la ausencia de ella, y la fabricacion del coloso se hace necesaria para restablecerio. Hasta que no se cumple el rto (que, como ha mostrado Vers rel, no 5 tanto un funeral vieasio, como un cumplimiento sus- Ututorio del voto: Versnel, p. 157), el devotus superviviente cs lun ser paradojico que, aunque parece seguir llevando a cabo tuna vida normal, se mueve, en realidad, en un umbral que no. pertenece al mundo de los vivos ai al de los muertos: es un. ‘muerto viviente o un vivo que es, de hecho, una larva, el co- ey loso representa precisamente esa vida consagrada que ya se habia separido virtualmente de él en el momento de la com: > ‘sagracion, 5.5. Si volvemos ahora a considerar en esta perspectiva la vie "da del bomo sacer, es posible asimilar su condicién a la de wn “ devorus que ha sobrevivico, y para el cual no ¢s ya posible nin guna explacién vicaria ni posibilidad alguna de ser sustiiido “por un coloso. El cuerpo mismo cel homo sacer, en su concl- Ein de insacrificable al que, sin embargo, se puede matar, es la prenda viviente de su sujecién a un poder mortal, que no ‘onsiste, sin embargo, en el cumplimiento de un voto, sino que fs absoluta © incondicionada. La vida sagrada es vids consa- srada sin que sea posible ningin sacrifcio y mis alli de cual- {quier cumplimiento, No es, pues, un azar que Macrobio, que _ durante mucho tiempo ha sido consiclerado por los intéxpretes como oscuro y corrompido (Sat, 3.7.6.) asimile al booio sacer con las estatuas (Zanes) que en Grecia se consagraban a Jip- ter con el importe de las multas impuestas a los atletas peri 10s, ¥ que no eran otra cosa que los colosos de aquellos que ‘habian violado el juramento y se entregaban asi vicasiamente @ la justicia clivina Caimas... sacravoram bomintim, quos zanas - Graeci vocand). En cuanto encama en su persona los elemen: tos que son de ordinario distintos a la muerte, el boro sacer por ast decrlo, una estatua viviente, el doble 0 el coloso de si + mismo. Tanto en el cuerpo del consagrado superviviente, co- mo, de manera todavia mis incondicionadia, en el del bono sa- Seer, el mundo antiguo se encuentra por primera vez frente a una vida que, separindose en una doble exclusién del contes © to real de las formas de vida tanto prafanas como religiosas, se F define tan s6lo por haber entraclo en una simbiosis intima con Ja muene, pero sin pertenecer todavia al mundo de os difsa- tos, Y es en la figura de esta vida sagradas donde hace su apa ricién en el mundo occidental algo similar a una nuda vida. | Es decisivo, sin embargo, que esa vida sagrada tenga desde ct principio tn caricter eminentemente politico y exhiba un vinov- fo esencial con el terreno en el que se funda el poder sobe- 5.6. El ito de la imagen en la apoteosis imperial romana de- be ser considerado a la luz de lo anterior. Si el coloso repre senta siempre, en el sentido que hemos visto, una vida consa- ‘grid a la muerte, esto significa que la muerte del emperador' Ga pesar de la presencia del cadaver, cuyos restos son ritual- mente inbumados) libera un suplemento de vida sagrada que, ‘como sucede con la de aquel que ha sobrevivido a la consa- graci6n, es necesario neutralizar por medio de un coloso. Es decir, todo se desarrolla como si el emperador tviera en si no | dos cuerpos, sino dos vidas en un solo cuerpo: una vida natu ral y una vida sagrada que, a pesar del rito funeral ordinario, sobrevive a la primera y que sOlo después del fiunus imagina rium puede ser asumida en el cielo y divinizada. Lo que une al devotus superviviente, al bomo sacer yal soberano en un. sinico paradigma es que en todos estos casos nos encontramos ante una nuda vida que ha sido separada de su contexto y que,’ al haber sobrevivido, por asi decislo, a la muerte, es, por eso mismo, incompatible con el mundo humano. La vida sagrada no puede habitar en ningiin caso en la ciudad de los hombres: para el devotus superviviente, el funeral imaginario acta co- mo cumplimiento sustitutorio del voto, que restituye al indivi- duo a la vida normal; para el emperador, el doble funeral per rite jar la vida sagrada que debe ser recogida y divinizada en: Ja apoteosis; en el caso del homo sacer, por Ghimo, nos en- contramos ante una nuda vida residual e irreducuible, que de-¢ 10 bbe ser excluida y expuesta a la muerte como tal, sin que {gin rito 0 ningon sacrificio puedan rescatarla En Jos tres casos, la vida sagracla esta ligada, de alguna ma nera, a una funci6n politica. Todo sucecle como si el poder a [premo ~que, como hemos visto, es siempre vitae mecisguue po- lestas y se funda siempre en el hecho de aislar una viea a la ‘que puede darse muerte pero que no es Sacrificable~ llevara ‘consigo, por una singular simetia, la asuncién de wna tal vida ‘en la persona misma de quien ostenta aquel poder. Y si, en ef caso del devotus que ha sobrevivide a su promesa, es la mier- te fallida la que libera esa vida sagrada, en el caso del sobera ‘no es la muerte la que revela el excedente que como tal pase ce inherente al poder supremo, como si éste no fuera otra cos {en Gitimo término que ia capacidad de constituirse a sf mismo .yde constituira los otros como vida a la que puede dase muer- fe pero no sacrificar Con respecto a la interpretacion de Kantorowiez y Giesey, la ‘doctrna de los dos cuerpos del rey aparece ahora bajo wna luz diversa y menos inocua. En efecto, a partir del momento en que ya no es posible poner entse paréntesis su relacién con la consagracién imperial pagana, es el sentido mismo de la te0- tia lo que cambia radicalmente. £1 cuerpo poltico dll rey (que, ‘en palabras de Plowden, -no puede ser visto ni tocado- y, «pri- vyado de infancia y de vejez y de todos los demis defectos a = que esté sujeto el cuerpo natursl, magnifica el cuespo mortal §uniéndose a é1) deriva, en itima instancia, del colaso del em- perador; pero, precisamente por eso, no puede sepresentar | splemente (como pensaban Kantorowicz y Giesey), la conti- auidad del poder soberano, sino también y sobre todo el excedente de vida sagrada del emperador que, por medio de + la imagen, es aislada y asumida en el cielo en el rial coma 1, 0 transmitida al sucesor en el rita inglés 0 francés. Pero to- do esto cambia el sentido de la metéfora del cuerpo politico: deja de sere simbolo de la perpetidad de ta dignity se convene en la dl carcterabsoluo y no hurmano de a 0: brani. Las formulas fe mort sat eof fe Rol ne meu fa mats se enlenden de modo mucho més literal de lo que se Suele pensar al muerte del soberan, la vida sagrada en qu se fundaba su poder recae sobre la persona del sucesor. Las dos formulas sigan laconinldad del poder soberano ao Jo-en la medida en que expresan,a taves del oscuro vinci on uoa vidn ala que se puede dar muerte pero que es Ins Cieable, su earkler abso Por es0 Bodin, el eoico mis agudo del soberania moder ode een ta Gu, se astro sala perpetual poder poltic, en referencia 43 Einleza absolut et pout eschbe en el sexo bro de taRepablca-on dt en ce royane quel oy ne meu Gui ext un proverbe ancien, qu monte bien que le eoyaume <4 te fut oneques elect quil ne tent son sceptre du Pape, yf dearchevecque de Rheims, ay du peuple, ans de Dieu seul {Boxkino p. 585) Consttuye, por el contrario, un delito especial que (desde que: a pamtir de Augusto, la nocion de maiestas se asocia cada vez mds estrechamente a la persona del emperadon) es definido co- ‘mo crimen laesae maiestatis. Desde nuestro punto de vist, no imporez que el dar muerte bomo sacer pueda set consideracle ‘como menos que homicidio, yal soberano como mas que ho: micidio: lo esencial es que, en los cos casos, el hecho de mma tara un hombre no se inciuye dentro del géneto del hin dio, Cuando, todavia en carta consttucional de Cartes Albert de Saboya, leemos que sla persona del soberano es sige ‘eviolables, sentimos resonar en esta singular adjetivacivin un eco de la sacralidad de la vida del bonto sacer. Pero también la otra caracteristica que define la vils cel be ‘mo sacer, su insacrificabilidad en las formas previstas por cl si ‘0 0 por la ley, se da puntualmente en relacion con la passer del soberano. Michael Walzer ha observada que, en lt vision de los contemporiineos, la enormidadl de la ruptura «js in a la muerte de Luis XVI el 25 de enero de 1793, no cansisivs tanto en el hecho de que se diera muerte al monana, 1K en la circunstancia de que fuera sometido a proceso y ast tiado en cumplimiento de una condena a la pena capital (Wil 2et, pp, 184-85). En las constituciones madernas sobe-vive ti ddavia una huella seculasizada de la insacrificabilidal ee kt vila del soberano, en el principio segiin el cual el jefe cel Katinks ‘80 puede ser sometido 2 un proceso judicial ordinarie, Fi la Constitucién norteamericana, por ejemplo, el impeat hist implica un juicio especial del Senado presidido por el «hivj Jstice, que solo puede ser celebradlo por bigh crimes cl itis 5.7. Sila simetria entre el euerpo del soberano y el del bo- mo sacer, que hemos tratado hasta aqui de ilustrar, corres- ponde a la verdad, nos seri posible encontrar auevas analo- gias y correspondencias entre la condicion juridico-poltica de 48 estos dos cuerpos tan distantes en apariencia. Una primera ¢ el acto de matar al soberano. Sabemos que el matar al Bomo Sacer no consttuye homiciio (parriidt non damnatur). Pues ‘demeanors y cuya consecuencia es tinicamente la depen in bien, no hay ningin ordenamientojuridico (incluso aquellos: el cargo y no una pena judicial Los jacobinos que ri 1 en que el homicidio se castiga siempre con la pena capita en a4M¥i. durante las discusiones en la Convencion queriantann: le el que el acto de dar muerte al soberano haya sido tipficado. ¥B4HF ma muerte al rey sn ms, sin necesiad de proceso sya de forma permanente como un simple homicidio. Tal accién. 44486. taban llevando hasta cl limite, aunque probablemente sy lee 1m, ta se cuenta, la fidelidad al principio de la insacrificabilidad de 3% Ih vida sagrada, a quien cualquiera puede dar muerte sin co- meter homicidio, pero que no puede ser sometida a las for- mas establecidas de ejecucién, [P-6 BLmanpo VEL LoRO F611 Todo el carfeter del sacer esse muestra que no ha na~ +f ado sobre el suelo de un orden juridico establecido, sino que se remonta hasta el periodo de la vida pre-social. Es un frag- ‘mento dle la vida primitiva de los pueblos indoeuropeos... La [8 antigiedad germinica y la escandinava nos ofrecen mas alli E de cualquier duda un hermano del homo saceren el basside yel fuera de la ley (Wargus, vargr,el lobo, y, en sentido re- “ligioso, el lobo sagrado, vargry veum). Lo que la antighedad romana considera como una imposibilidad el matar al pros- ito sin celebrar un juicio y al margen del derecho- fue una realidad incontestable en la antigiiedad germanica: Jhering, i us gata del bomo sacer al wargus, el hombre lobo, y el Friedlos* Eiisin paz- del antiguo derecho germénico. El autor situaba de testa forma la sacratio sobre e! felon de fondo de fa doctsina Ue la Friedlosigheit,elaborada hacia la mitad del siglo XIX por fl germanista Wilda, a euyo parecer el antiguo derecho ger- fmanico st fundaba sobre el concepto de paz (Fried) y sobre la Correspondiente exclusion de la comunidad det malhechor, que Se convertia por eso en Friedlos, sin paz, y al que, como tal, Cualquiera podia dar muerte sin cometer por ello homicidio, También el bando medieval presenta caractersticas andlogas: se podia dar muerte al banido"* (bannire idems est quod dice ‘re quiibet posst eum offendere. Cavalca, p. 42) 0 incluso se le Ilegaba a considerar como ya muerto Cexbannitus ad mortem ide sa civitate debet baberi pro moriuo: ibid, p. 50). Fuentes ‘germaanicas y anglosajonas subrayan esta condicién limite del fanido definiéndole como hombre-lobo (wargus, wervol, lat sganulpbus, de donde procede cl francés foup-garos), licantto- po (lupo mannarc) Asila Ley Sélica y la Ley Ripuaria emplean Fr formula wargus sit, boc est expulsus en un sentido que Fe ‘cuerda el sacer esto que sancionaba la posibilidad de dar suet- te al hombre sagrado, y las leyes de Eduardo el Confesor Gl, 30.35) aman al banico wulfesheud Cliteralmente: cabeza de» jbo) y Ie asimilan a un licéntropo (lypinum enim gertt caput ‘adie uilagationis suae, quod ab anglis wulfesheud vocal). Lo {que iba a quedar en el inconsciente colectivo como un mons: tuo hibrido, entre hombre y animal, dividido entre la selva y. la ciudad ~el licantropo- es, pues, en su origen, la figura del {que ha sido banido de a comunidad. El que sea llamado hom Bre-tobo y no simplemente lobo Ceaput lupinums tiene Ia for ma de una condicion jurdica) es algo decisivo en este punto: fase nota Hl sf wader, pe. 25 ase oa If waueion, ag. 255, 1a vida del banido ~como la del hombre sagrado~ no es un simple fragmento de naturaleza animal sin ninguna relacién con el derecho y la ciudad; sino que es un umbral de tadife- rencia y de paso entre el animal y el hombre, ka pbysisy el ‘mos, la exclusion y la inelusion: loup-garou, licintropo preci- samente, 14 bombre ni bestia feroz, que habita parad6jicamente tn ambos mundos sin pertentecer a ninguno de ellos, 62 Solo a exa luz adqulere su sentido propio el miologe st hobbesano del coud de naturtess, Com ya hemos ws Toc estado de naturaleza no es una epoca rel, romeo mente anteior la undacion de fa Chad, sno Un principio fem a sa, que aparece enel momen en que [a Ciudad te considerada tanga disoita (algo sia, pes, s- fade de encepcon). As, cuando FHobes finda Ta sobeanta por medio de a tension al homo bom! Iups, es peso Revert que el lobo es en este cas wn eco del teargisy de Capua lupinum de as eyes de Elva el Confesor 0 si plement fra besiay vis natural, sino os bien 2008 de Eisner enve lo humano y lo animal, eéntzopo, hombre gue ae taforma en lobo 7 lobo que se converte en hom ie eB, hom acer a de rate Sivestno no es uma condeton prejuriiea completamente Indore al derecho de neha, sno la excepoin el Umbra que consituyen ese derecho fabian en no © tanto ut guerra de fodos conta todos, cant, mas ec mente, una condicion en que cada uno es patel ovo muda ida yom saceren que cada uno es, ples, Wer, get apa lupin Eta piicacion del hombre ext bei tacon cel lobo son posbles en todo momento en el estado deexcepci, on la dsolutio cla S60 este unbi, qUe fo con la spe vida natural oa vida Soi, sno Tac wr vida o Ia vida sagrada, es el presupuesto siempre presente y operante de la soberania, Contrariamente a todo lo que los modernos estamos habi- tuados a representarnos como espacio de la politica en téemi- nos de derechos del ciudadano, de libre voluntad y de contra to social, slo la nuda vida es auténticamente politica desde e punto de vista de la soberania. Por esto, en Hobbes, el funda- mento del poder soberano no debe buscarse en la libre cesion, por parte de los siibditos, de su derecho natural, sino mas bien ‘en la conservacion, por parte del soberano, de su derecho na- tural de hacer cualquier cosa a cualquiera, que se presenta aho- ra como derecho de castigar: Este es el fundamento ~escribe Hobbes- de ese derecho de castigar que se ejerce cn todo Es- taco, puesto que los subditos no han conferido este derecho al soberano, sino que s6lo, al abandonar los propios, le han dado el poder de usar el suyo de la manera que él crea opor- tuna para la preservacion de todos; de forma, pues, que aquel derecho no le fue dado, sino dejado, a él solo, y ~excluyendo Jos limites fiados por la ley natural- en un modo tan comple: to, como en el puro estado de naturaleza y de guerra de cada ‘uno contra el propio semejante> (Hobbes 2, p. 214). ‘A esta condicién particular del ius puniendi, que se conti ‘gura como una supervivencia del estado de naturaleza en el corazon mismo del Estado, corresponde en los sUbditos la facultad no ya de desobedecer, sino de resistir a Ta violencia ejercitada sobre la propia persona, -porque no se supone que ningin hombre esté obligado por un pacto a no resistir a la violencia, y, en consecuencia, no puede suponerse que dé a oteos un derecho 2 poner violentamente las manos sobre su petsona- (ibid), La violencia soberana no se funda, en verdad, sobre un pacto, sino sobre la inclusi6n exclusiva de la nuda vida en el Estado. ¥, como el referente primero e inmediato © del poder soberano €s, en este sentido, esa vida a la que pue~ 18 [de darse muerte pero que es insacrificable, vida que tiene su paradigma en el homo sacer, asi, en la persona del soberano, @l licintropo, el hombre lobo para el hombre, habia establ "> mente en la. ciudad. En el Bisclavert, uno de fos mis bellos dais ce Maria de Francia, se exponen con extreordinara vivezs la paricularnaturaleza del licinsopo como umbral de trinsto entre naurleza y poles, mundo animal y mundo humano, ¥; al mismo dempo, su estrecha vinculacion cone soberano, fai relta los hechos de un barbn que tene una rlacidin e ‘especial cercania con su rey (le sur semur eset privez, v.19), pero que ‘ada Semana, despoés de haber escondlo ss vestidoe bajo una pie, se censforma durante ces dias en lobo (bisclaver) y vive en el bosque, eas presas y de la pina (a plus expés de fa gaudin’ self de pre @ de ravi). La mejer, que soxpecha algo, consiguearrncie a confesion, de esta vida secretay le convence para que le revele donde escont: los ‘vestidos, aunque sepe que, alos perieseo fuer sorprendio en el acto de ponérselos, se converisa para siempre en lobo (Bar si es ens por ue /e de coo feusse aparceus flav: sere a hz jour), Sleviadese de un coe tides del escondaio y el barn se convert pars siempre en lcntiopo. ice, que se conver en su amante, 4 mujer se eva los ‘sencial es en este cao Ia circunstnci, ya atetiquads en Plinio en Is leyenda de Anus (Wat. 8, VID, del caricter temporal de la metamor fosis, igado a la posblidad de despojarse o de recuperar @ exconclidae su apariencia humana, La transformacion en licintropa cosesponde per fetamente al exado de excepcién, en el ve mientras se martien® a di racion (pecesaviamente limitada) la ciudad se cisueve los hombees en tran en una zona de indstincién con las fers, Se encients denis en sta historia la necesidad de cumplimensar formalidaces paniculares que rmarcan el ingreso en fa 2004 de indfereacia, ola slica de el, entre lo ninal y lo humnano (que se cortesponde con la clara proelamacisn del esado de excepcion, formalmente dstnto de la norms). También en et folelorcontemporineo se atestigua esta necesied en los tes golpes que 19 cllicéntropo que ests volviendo a ser hoabxe debe dar en la puerta dela casa antes de que se le bra (Cuando Haman ala puesta la primera vez, J mujer no debe abit. St aber, veria al mardo todavia enteramenteIo- bo, y éste I devorara hia para siempre al bosque. Cuando golpean por segunda ver, la mujer no debe abrir todavia: le veria con el cuerpo ‘eansformado ya en hombre, pero con cabeza de lobo Slo cuando sel ‘ma a la puerta por tercea vez se abrir, porque entonces se han trans formad del todo: he desaparecid el labo y respasecido e} hombre de antes: Lev, pp. 1065) La partici proximidad ene home lobo y soberano también se vue ‘yea encontrar en a continuaclén de aque lato. Ua aa (ast lo cuenta el Ja ol rey va de caza al bosque donde vive Bisclaver y la walla de pe rros descubre inmediatament al hombre lobo. Pero nada mis ver al so- berano, Biselavert corte hacia él y se afeea a su estbo, lamiéndle las piernas y los pes como sl implorase plead. El rey, maravilado por la hu manidad dela fera Cesta fera tiene sentido e lnteligencia /.. Daréa la besa mi paz /y por hoy ya no cazaré mis), Sela leva a fa come a vivie con él, y en ela se hacen inseparable, Sigu el inevitable encuentro con la antigua expose y el cago de la mujer. Bs importante que al final, cuan- co Biscaver: vucive a convertise en hombre, el hecho tenga lugar en la cama del soberano. 1a proxlmidad ene trano y hombre lobo se encuentra también en la -eqalicaplatboica (S65d), donde la transformacién det protector en te ano se vinculs al mito arcidico de Zeus Liceo: Pero nde comienza la transformacién del protector en tirana? .No es clazo que se produce ‘cuando empleza a hacer aquello que se cuenta en la fabula del remplo de Zeus Lceo en Ascade.. EL que hs gustado de entrafas ismanas, des” ‘menvzadas junto con as de las otras vicimas, fatalmente queda conver Lido en lobo... ¥ asf cuando el efe del demes, contando con una mule tad totalmente déei, no sabe abstenesse dela sangre de los hombres Ce ai trba,.. No sek necesario que perezca necesaramente 2 manos de ss enemigos, o bien que e haga tireno y que de hombre se wansforme en fod0% 0 “ winsito permanente entre el hombre y la bestia, la natu 63. Ha llegado, pues, el momento de volver a leer desce el principio todo el mito de la fundacién de la ciudad moderna, de Hobbes 2 Rousseau. Bl estado de naturaleza es, en verdad, un estado de excepcién, en el que la ciudad aparece por un instante (que €s, a la vez, intervalo cronolégico y moment in: E> temporal) tanquam dissoluta. Asi pues, la fundacion 10 es un Acontecimiento que tenga lugar de una vez para todas it illo _ tempore, sino que opera continuamente en el estado civil en la forma de la decision soberana. Esta, por otra paste, se refiere ‘inmediatamentea la via (y no a la libre voluatal) de los cit dadanos, que aparece, pues, como el elemento politico ori natio, el Urphdromenon de la politica: pero esta vida no es simplemente la vida natural reproductiva, la 20€de los griegos, nitel bfos, una forma de vida cualificada; es més bien la nuda vida det bomo sacery del wargus, zona de incliferencia y de ya cultura 7 Por esto la tesis, enunciada en el plano logico-formal al final «de la primera parte, segiin la cual la relaci6n politico-jusfdica ‘originaria es el bando, no es sélo una tesis sobre la estructura formal de la soberania, sino que tiene un carieter sustancial, porque aquello que el bando mantiene unidos son preciss: mente la nuda vida y el poder soberano. Es preciso despedir: se sin reservas todas las representaciones del acto politico or- nario que consideran a éste como un contrato 0 una convencién que sella de manera precisa y defintiva el paso de la naturs leza al Estado. En lugar de ello, 1o que hay aqui es una zona, de indeterminacién mucho més compleja entre némos y phy- «sis en que el vinculo estatal, al revestir Ia forma de bando, es 2 siempre, por es mismo, no estatalidad y seuconatusaleza, ¥y la naturaleza se presenta siempre como néios y estado de lexcepci6n. La errada comprensi6n del mitologema hobbesia- 10 en términos de contratoy na de banda ba supwesto la con- dena a la impotencia de la democracia cada vez que se wata- ba de afrontar el problema del poder soberano y, al mismo tempo, la ha hecho constiutivamente incapaz de pensar ver- daderamente una politica no estatal en la modernidad. La relacion de abandono es tan ambigua que nada es més dificil que desligarse de ella. £I bando es esencialmente et po- der de entregar algo a si mismo, es decir el poder de mante- nerse en relacién con un presupuesto que esti fuera de toda relacion, Lo que ha sido puesto en bando es entregado 2 la pro- pia separaci6n y, al mismo tiempo, consignado a la merced de quien lo abandona, excluido e incluido, apartado y apresado = la vez, La ateja discusién en la historiografia juridica entre los que conciben el exilio como una pena y los que lo consideran, por el contratio, como un derecho y un refugio (ya a finales de la repablica Cicer6n piensa el exilio en contraposicin a la pe: ‘a: exiltum enim non supplicium est, sed perfugium portusque supplictt, Pro Caec., 34) tiene su raz en esa ambigiledad del bando soberano. Tanto en Grecia como en Roma, los testimo- nios més antiguos muestran que ms original que la oposicién enire derecho y pena es la condicion, «no cualificada ni como ejercicio de un derecho ni como situacion penale (Csif® 2, p. 11, de quien va al exilio a consecuencia de la comisién de un hhomicidio 0 de la pérdida de la ciudadania al converse en clue dadano de una civitas foederata que goza del fus exit Esta zona de indiferencia, en que la vida del exiliado o del aqua et ign imtertictus limita con la del bomo sacer, a quien se puede matar pero que es insacriicable, sella la celaci6n politica ‘riginaria, ms original que la oposici6n schmittiana entre arni- 20 Y enemigo, entre conciudadano y extranjero, Hl extrftamiento iutidico-religioso estrarieta) de aquél sobre quien pesa el ban- do soberano es mds intimo y germinal que la condicién de ex- ‘wahamiento territorial Gestraneit2) del extranjero (si es licto de- sarrollar de este modo la oposicién que establece Festo entre va extrarius, es decir qui extra focus sacrament issue sty ex Iranews, €s decir ex altera terra, quasi exterraneus) De esa forma se hace comprensible Ia ambigledad semantien ‘ya sefalada por lz cual las locuciones italianas in baado», «4 ba ‘dono signfican originariamente tanto a la merced de (a la mer- cé di) como a voluntad propia, a discreccién libremente (a pro- pio talento, liberamente-), como en la expresion -correse a bandonos y banido Gbandito-) tiene a la vez el valor de ex- cluido, puesto en bando escluso, messo al bande») y el de abierto a todos, libre (aperto a tut, iberor, como en mesa li bre ~-mensa bandita— 0 a rienda suelta ~a redina bancita--). EL bando es propiamente la fuerza, a la vez atractiva y sepulsiva, que lige los dos polos de la excepeién soberana: la nud viel yeel poder, el Boma sacery el soberano. Y s6lo por esta razén puede significar tanto I ensefia de la soberania (Bandum. quod ostea appellasus futt Standardum, Guntfanonum, italice Con {fatone, Muratoti, p. 42) como la expulsi6n de la comunidad.” Is esta estructura de bando la que tenemos que aprender a reconocer en las relaciones politicas y gn los espacios piiblicos ‘en los que todavia vivimos. Mas fatima que toda interioridad J) mds externo que toda exterioridad es, en la ciudad, el coto we ‘dade por el bando (-bandita.) de Ia vida sagrada, Es el némos soberano que condiciona cualquier otra norma, la espacializa ci6n originaria que hace posible y que tige taca localizacisn y toda territorializacion. ¥ si, en la modernidad, la vida se sitia cada vez mis claramente en el centro de la politica esata (com verti, en los términos de Foucault, en biopolitiea), si, en nues- {ro tiempo, en un sentido particular pero realisimo, todos los ‘ludadanos se presentan virwalmente como bomsines sacri ello “es posible s6lo porque la relacién de bande ha constitice des. de el origen la estructura propia del poder soberano, + Vease now Ua J wade, pe. 5 naa Si el elemento politico originario es la vida sagrada, resulta, comprensible que Bataille buscara la figura acabada de la so- bberania en la vida aprehendida en Ja dimensién extrema de la verte, del erotismo, de lo sagrado, del lao y, al mismo tiem po, dejara impensado el nexo esencial que la amarra al poder Soberano (-La souveraineté dont je parle ~escribe en el libro homénimo concebido como tercera seccién de la Part matidt- te- a peu de choses a voir avec celles des ftats, Bataille 1, p. 247). Lo que Bataille trata de pensar es, con toda evidencia, esa ‘misma nuda vida (0 vida sagrada) que, en la telacién de ban- do, constiuye el referente inmediato de la soberania, y el hax bet reivindicado la experiencia radical de ella es precisamente Jo que hace que, a pesar de todo, su intento sea ejemplar Sk) “4 E ‘guiendo en esto, sin darse cuenta de ello, el impulso que lle © waa la modernidad a hacer de Ia vida en cuanto tal aquello que se ventila eseacialmente en las luchas politica, ba tratado de hacer valet la propia nuda vida como figura soberana ms, en lugar de reconocer su cardcter eminentemente politico (© smis bien, biopolitico), inscribe la experiencia de ella, por una parte en la esfera de lo sagrado, que entiende erroneamente segtin los esquemas dominantes en la antropologia de su em poy tomados de su amigo Caillois, como originariamente am- bivalente, puro e iamundo, repugnante yfescinador,y, por otra, en a intesoridad del sujeto, a quien tal experiencia se le ofve- ce siempre en instantes privilegiados y milagrosos. En ambos cass, en el sacilicio ritual como en el exceso individu, la vi da soberana se define para é! por medio de la transgresion ins -tantinea de la prohibicién de mata De este modo, Bataille confunde desde el primer momento el.euerpo polico del hombre sagrado, expueso absolutamente aque se le mate pero que es también absolutamente insuei- cable, que se inscribe en la logica de la excepcién, con el pres- tigio del cuerpo sacrificial, definico de manera diversa por la Jogica de la transgresion. Si comresponde a Bataille el mérito de huber vuelto a sacar a la luz, aunque fuera de manera incons- lente, el nexo entre nuda vida y soberana, la vida queda en completamente apresada en el circulo ambiguo de lo sagra- do, Por exe camino no era posible otra cosa que la repeticion, real o en forma de farsa, del bando soberano, y se comprende bien que Benjamin llegara a estigmatizar (segin el testimonio | de Klossowski) las investigaciones del grupo de Acépbale con ‘una formula perentoria: Vous travaillez pour le fascism. Y¥ no es que Bataille no aisbe la insufciencia del saciiio siel que éste sea, en Gltima instancia, una omediae (dans Je sacrifice, le saciflant sidentie a animal feyppe de mom. Aine simeurtil en se voyant mourt, et, méme, en quelque sone, ppar sa propre volonté, de coeur avec Varme du sactifice. Mais Cest une comédiel: Bataille 2, p. 336); pero de lo que no con- sigue dar cuenta (como muestra la fascinacién que sobre él - ejercian las imagenes det chino martirizado, que comenta am- | pliamente en Les larmes d’Bras) es de la nuda vida cel bomo sacer, que el aparejo conceptual del sacrificio y del erotismo no consigue apurar. Hay que atribuir a Jean-Luc Nancy el mésito de haber pues- to de manifiesto la ambigiedad del pensamiento de Bataille so- ‘be el sacrifcio y haber afiemado decididamente, frente a toda tentacion sacrificial, el concepto de una vexistencia insacrifica- bles, Pero, en el caso de que nuestro anilisis del bomo sacer haya dado en el blanco, la definici6n que offece Bataille de la soberania mediante la transgresin resulta inadecuada com res- ecto a la realidad de esa vida que esté expuesta a la muerte cn el bando soberano; como insufiente es asimismo el con ccepto de -insacrificable- para explicar la violencia que esti en! juego en la biopolitica moderna, El bomo saceres, en elect, insacrificable, y, sin embargo, cualquiera puede matarle, La di- imensién de la nuda vida que constituye el referente de la vio- Tencia soberana, es mas originaria que la oposici6n sacrfica- 1 puede definise por completo mediante el par conceptual ido- 7 reidad para el sacrificio/inmolacién en las formas prescritas por el ritual (que, en las sociedades que conocian el sactifcio, ho tiene nada de oscuro). En la modernidad, el principio de la. sacral de I vida se bn emancipado as por completo de yy no la del sacrificio Cy de aqui la insuficiencia de las desmiti- ficaciones, por justas que sean, propuestas hoy desde muchos lados, de la ideologia sacifical). Lo que ahora tenemos ante ‘nuestros ojos es, en rigor, una vida que est expuesta como tal 6 | nueva soberania biopolitica y, com¢ ‘una violencia sin precedentes, pero que se manifiesta en las formas mis profanas y banales. Nuestro tiempo es aquél en el que un fin de semana festivo produce mas vietimas en las a topistas europeas que una campaia bélica; mas hablar, en se lacién con esto, de una ssacralidad de! “garde-ral’+ es, obvia- mente, s6lo una antifrasis (La Cecla, p. 115). Desde este punto de vista, el haber pretendido restituir al ex- terminio de los jucios un aura sacrificial mediante el término sholocausto- ¢s una ieresponsable ceguers historiogrifica. El ju- dio bajo el nazismo es el referente negativo privilegiaclo de la tal, un caso flagrante de omo sacer, en el sentido de una vida a la que se puede dar ‘muerte pero que es insacrificable. HI matarios no constiuye, por 50, como veremos, a ejecueién de una pena capital ni un st- cifci, sino tan s6lo la actualizacién de una simple posibilidad de recibir la muerte que es inherente a la condicién de jucfo como tal. La verdad dificil de aceptar para las propias vicimas, pero que, con todo, debemos tener el valor de no cubyir con velos sacrificiales, es que los judios no fueron exterminadlas en el transcurso de un delirante ¥ gigantesco holocausto, sino, ic “teralmente, tal como Hitler habia anunciado, como piojos., es decir como nuda vida. La dimensién en que el exterminio two lugar no es la religion ni el derecho, sino la biopolitca Si es verdad que la figura que nuestro tiempo nos propone es la de una vida insactficable, pero que se ha convertido en. eliminable en una medida inaudita, la nuda vida del bomo sa- er nos conciemne de modo particular. La sacralidad ¢s una i nea de fuga que sigue presente en la politica comtemporinea, que, como tal, se desplaza hacia regiones cada vez més vastas yoscuras, hasta legar a coincidir con la misma vida biolégica de los ciudadanos. Si hoy ya no hay una figura determinable de antemano del hombre sagrado es, quizs, porque todos somos virualmente homines sacri PARTE TERCERA EL CAMPO DE CONCENTRACION COMO 4RADIGMA BIOPOLITICO DE LO MODERNO 1. La pourrizactOw DE 1A viDA “UL. Bn los Glkimos afios de su vida, mientras tabajaba en la mbito, los dispositivos del poder, Michel Foucault comenz6 a orientar sus investigaciones con una in- stencia cada vez mayor en lo que definia coma bio-politica, 1s deci la reciente implicacion de la vida natural del hombre “en los mecanismos y los cAlculos del poder. Al final de la Vo luntad de Saber recapitula, como hemos visto, en una fortit- lacion ejemplar el proceso mediante el cual, en los umbrales ~ de la Edad Moderna, la vida pasa a ser lo que realmente ocu © pa el centro de la politica: -Durante milenios, el hombte sigs © siendo lo que era para Aristételes: un animal viviente y capa! ademas de existencia politica; el hombre moderno es un ani- st mal en cuya politica esté puesta en entredicho su vida de set viviente.. No obstante, Foucault continué investigando tenaz- ‘mente hasta el final los -provesos de subjetivacions que, en el ttnsito entre el mundo antiguo y el modemo, llevan al indivi- duo @ objetivar el propio yo y 2 constituirse como sujeto, vin cculaindose, al mismo tiempo, a un poder de control exterior, pero no transfirié su instrumental de trabajo, como habrfa sido legitimo espera, a lo que puede aparecer como el lugar por excelencia de la biopolitica moderna: la politica de los gran- des Estados totaltarios del siglo veinte, La investigacion, que se habia iniciado con la seconstruccién del grand enfermement «en los hospitales y en las prisiones, no coneluye con un ar sis de Tos campos de concentracién, Por otta parte, si los penetrantes estudios que Hannah Arendt dedicé en la segunda posguerra a la estructura de los estados totalitaros tienen una limitaci6n, ésta es precisamente la falta de cualquier perspectiva biopolitica, Arendt establece con cla: ridad el nexo entre dominio totalitario y esa particular cond cién de vida que es el campo de concentracién (El totaltass- mo ~escabe en un Proyecto de investigacién sobre fos campos de concentracion que, por desgracia, no tuvo continuidad tie- ‘ne como objetivo tlkimo la dominaci6n total det hombre. Los ‘campos de concentracién son laboratories para la experimenta- ciéa del dominio total, porque, siendo la naturaleza humana lo que es, este objetivo sélo puede alcanzarse en las condiciones extremas de un infierna construido por ef hombre» Arendt 2 p. 240). Pero lo que se le escapa es que el proceso es, de al~ ‘guna manera, inverso y que precisamente la transformacién ra dlieal de la politica en espacio de la nuda vida (es decir, en un campo de concentracién), ha legitimado y hecho necesario el dominio total, Sélo porque en nuestro tiempo la politica ha par sado a ser integralmente biopoltica, se ha podido constituir, en luna medida desconocida, como poiltica totalitaria Que los dos estudiosos que quizis han pensaclo con mayor agudeza el problema politico de nuestro tempo no hayan con seguido entrecrazar sus propias perspectivas es ciertamente un buen indicio de la dificultad de este problema. El concepto de snuida vidae 0 wida sagradas es el foco através del cual vamos "a ttatar de hacer converger sus puntos de vista. En tal con: cepto, politica y vida han pasado a entrelazarse de manera tan, ‘intima, que no se deja analizar con facilidael. & la nuda vida y a sus avararesen el mundo modemo (la vida biol6gica, la se xualidad, etc) le es inherente una opacidad que es imposible clarificar si no se cobra conciencia de su caréeter politico; in- versamente, la politica moderna, una vez. que entra en sim- biosis con la nuda vida, pierde esa intligibidad que todavia nos parece caracterfstca del edifcio juridico-politica de la po- Titica clasica 1.2. Ha sido Karl Lowith el primero que ha definido como | spolitzacién de la vida el caricter fundamental de la politica de los estacos totalitarios y, al mismo tiempo, el primero que hha observado, desde este punto de vista, la cutiosa relacién de contighidad entre democracta y totalitarismor sa neutalizacion de las diferencias poliicamente relevantes M selaiva pérdida de importanca de Ins decisiones se han desi olla 2 partir de la emancipacioa del Tercer Estado, la formcion dela de rmocracla burguesa y su trnsformacién en democrucia idostial de ‘masas hast leg al punto devisivo en que todo esto se ha trocado en sv opuesto:en un politzaci total de todo (toate Poltiser incluso de las exferas de Ia vida as neutales en apariencia, Ast ern pez6 en la Rusia marrsta un Estado del eabajo que es mis inten: | vamente esata que todo Yo que oe lia conocido ues en los Extacos de los soberanos absolutes; ea a tala fascists un Estado corpo,

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