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Crear redes de apoyo

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Al igual que muchas especies en el reino animal, el hombre es un ser que vive
primordialmente en grupo. La expresión más comun de esta forma de
organización es la familia o el clan, el ejemplo más grande son quizás nuestras
sociedades modernas.

Aparte de la finalidad protectora que estos modos de convivencia nos brindan,


aportan también una función de apoyo a sus miembros individuales en todas las
áreas y etapas de la vida. Podríamos hablar entonces de redes de apoyo.

La tendencia del ser humano hacia el desarrollo de una cierta independencia


frente al resto del mundo tiene muchos elementos positivos. Sin embargo, en su
afán extremo es una ilusión completamente irreal, puesto que nadie puede ser
absolutamente autosuficiente, salvo si usted produce y trabaja el cuero para
fabricar después sus propios zapatos, si se corta el pelo solo, si muele el trigo
para hacerse el pan, etc. Además, se corre el peligro de perjudicar con esta
actitud la realización adecuada de otros objetivos. Como siempre, es la buena
medida en las cosas, la búsqueda de un equilibrio, que produce los mejores
resultados. Un primer paso en esta dirección es, por lo tanto, aceptar la necesidad
de apoyo de otros objetivos. Como siempre, es la buena medida en las cosas, la
búsqueda de un equilibrio, que produce los mejores resultados. Un primer paso
en esta dirección es, por lo tanto, aceptar la necesidad de apoyo de otros. Pero
hay que ir más allá y crear activamente redes de apoyo o aprocechar al máximo
las existentes para avanzar en lo suyo. Ello puede significar hasta pedir
explícitamente apoyo. Es importante tener claro que no se trata de ningún acto de
verguenza, sinó, al contrario, debe tener mucho valor quien admita que no lo
puede todo. Cada ser humano es una combinación de debilidades y de fortalezas.
Las redes de apoyo tienen la función de complementar los lados flacos al buscar
la fortaleza de otros o poner a disposición la nuestra. En este sentido somos tanto
beneficiarios como integrantes de redes de apoyo.

Para nuestra finalidad podemos distinguir básicamente dos tipos de redes :

a) Redes funcionales

Son aquellas directamente creadas por tí y que cumplen muchas veces una
función específica para tí. Por eso su nombre. Luego tenemos las

b) Redes espontáneas

Así queremos llamar a las instancias de apoyo que nos rodean en todo momento y
que se basan principalmente en la interacción social, la comunicación con otros.
Sucede que existe permanentemente una retroalimentación de nuestro entorno
(gente conocida) acerca de nosotros, pero la aprovechamos ?, muy poco. Sobre
todo cuando se trata de retroalimentaciones negativas, es decir todo tipo de
críticas, a menudo rechazadas ciegamente, en lugar de filtrar de ellas los
mensajes valiosos que puedan contener.

Poder leerlos y utilizarlos requiere como primer acercamiento una actitud positiva y
receptiva. Y después también un criterio que me perimta integrar y guiar el apoyo
(funcional o espontáneo), según mis propias necesidades. Este criterio no es ni
más ni menos que saber realmente, qué es lo que quiero, cuáles son mis
objetivos, en todo plano. Debo entonces, conocer mis intereses propios. Pero
también tengo que tener una noción de los intereses ajenos, o sea, de los otros.
Por dos razones :

 por un lado pueden interferir con los míos y necesito, por lo tanto, ‘limpiar’ el
apoyo de ellos para poder aplicarlo según mis intenciones.

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