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-1-
Dios ha creado al hombre racional (esto indica que es algo esencialmente constitutivo.,
realiza todas las finalidades del viviente entendiéndolas y así aceptándolas o no. Este es el
origen de la libertas) confiriéndole la dignidad de una persona dotada de la iniciativa y del
dominio de sus actos. "Quiso Dios `dejar al hombre en manos de su propia decisión' (Si 15,14),
de modo que busque sin coacciones a su Creador y, adhiriéndose a él, llegue libremente a la
plena y feliz perfección" (GS 17):
3 Ppio del
voluntario
provocado por la ignorancia del código de la circulación.
3. Un efecto puede ser tolerado sin ser querido (causa con doble
efecto) por el que actúa, por ejemplo, el agotamiento de una madre
a la cabecera de su hijo enfermo. El efecto malo no es imputable si
no ha sido querido ni como fin ni como medio de la acción, como la
muerte acontecida al auxiliar a una persona en peligro. Para que el
efecto malo sea imputable, es preciso que sea previsible y que el
que actúa tenga la posibilidad de evitarlo, por ejemplo, en el caso
de un homicidio cometido por un conductor en estado de
embriaguez.
Aurelio
La conciencia moral.
Catecismo
el Catecismo.
"En lo más profundo de su conciencia el hombre descubre una ley (en el fondo
descubre valores pero a manera de voz imperativa donde le dice la vida es buena hay que
cuidarla) que él no se da a sí mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz resuena, cuando
es necesario, en los oídos de su corazón, llamándole siempre a amar y a hacer el bien y a
evitar el mal...El hombre tiene una ley inscrita por Dios en su corazón... La conciencia es el
núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena
en lo más íntimo de ella" (se refiere a la dimensión sobrenatural GS 16).
la conciencia
funciones de
Presente en el corazón de la persona, la conciencia moral (cf Rom
2,14–16) le ordena, en el momento oportuno, practicar el bien y evitar el
mal. Juzga también las elecciones concretas aprobando las que son buenas
Tres
y denunciando las que son malas (cf Rom 1,32). Atestigua la autoridad de
la verdad con referencia al Bien supremo por el cual la persona humana se
siente atraída y cuyos mandamientos acoge. El hombre prudente, cuando
escucha la conciencia moral, oye a Dios que habla.
Para esto, el hombre se esfuerza por interpretar los datos de la experiencia y los signos
de los tiempos gracias a la virtud de la prudencia, los consejos de las personas entendidas y la
ayuda del Espíritu Santo y de sus dones.
En todos los casos son aplicables las siguientes reglas:
Nunca está permitido hacer el mal para obtener un bien.
La "regla de oro": "Todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también
vosotros" (Mt 7,12; cf. Lc 6,31; Tb 4,15).
La caridad actúa siempre en el respeto del prójimo y de su conciencia
La persona humana debe obedecer siempre el juicio cierto de su conciencia. Si
obrase deliberadamente contra este último, se condenaría a sí mismo. Pero sucede que la
conciencia moral puede estar en la ignorancia y formar juicios erróneos sobre actos
proyectados o ya cometidos.
Esta ignorancia puede con frecuencia ser imputada a la responsabilidad personal. En
estos casos, la persona es culpable del mal que comete.
Si por el contrario, la ignorancia es invencible, o el juicio erróneo sin responsabilidad del
sujeto moral, el mal cometido por la persona no puede serle imputado. Pero no deja de ser un
mal, una privación, un desorden. Por tanto, es preciso trabajar por corregir la conciencia moral
de sus errores.
La conciencia buena y pura es iluminada por la fe verdadera.
Aurelio
―La conciencia es una especie de sentido moral que nos lleva a discernir lo que está
bien y lo que está mal… es como un ojo interior, una capacidad visual del espíritu en
condiciones de guiar nuestros pasos por el camino del bien, recalcando la necesidad de formar
cristianamente la propia conciencia, a fin de que ella no se convierta en una fuerza destructora
de su verdadera humanidad, en vez de un lugar santo donde Dios le revela su bien verdadero‖
(RP 26)
Por cuanto a mostrar su existencia, Zubiri dice que ―el animal siente, pero no se siente‖.
El hombre tiene, además de conciencia sensitiva, conciencia intelectual: un juicio teórico
que ha hecho al re-flexionar sobre ciertos datos que le hacen ―caer en cuenta‖ de la lógica que
le conduce a la verdad. Este mismo criterio se aplica para la conciencia moral, si el juicio de
razón teórica formula los conceptos de ―verdad‖ y de ―error‖, el juicio práctico deduce del actuar
los conceptos de ―bien‖ y de ―mal‖.
Textos del AT: Qoh 10, 20; Eclo 42, 18; Sab 17, 11; 1Sam 24, 6; Prov 29, 27, Sal 51, 19.
Textos del NT: 1Cor 7, 13; 8, 7; Rm 2, 15; 2 Cor 42; 5, 11; Rm 9, 1.
Según los Padres la importancia de la conciencia radica en que es ―como la voz de
Dios que nos insinúa prohibiciones y preceptos‖ (San Ambrosio) y como ―sede de Dios en el
corazón del hombre‖ (San Agustín); su misión consiste en mostrar lo que se debe y lo que no
se debe hacer; y por último en cuanto su relación con las normas, Crisóstomo dirá que ―Dios
nos ha dado la ley natural, es decir, ha impreso en nosotros la conciencia‖
Por el lado del juicio de conciencia Santo Tomás distinguirá la conciencia habitual
(sindéresis) de la conciencia actual (constientia). Donde la primera al ser la voz de Dios no
puede equivocarse, por el contrario la conciencia actual al ser un juicio práctica que aplica los
principios de la sindéresis a los actos concretos de la vida, cabe el error. Sobre el juicio de
conciencia nos dice VS 32:
Sumado a esto, al ser la conciencia la norma subjetiva próxima del actuar‖, es decir
que en la determinación última, la conciencia decida. Por eso se afirma que el hombre ha de
seguir los dictámenes de la conciencia errónea invencible: ―Yo sé y confío en el Señor Jesús
que nada hay de suyo impuro; pero para el que juzga que algo es impuro, para ése lo es‖ (Rm
14, 14). No es así en el caso de que el error sea vencible, pues en tal estado se convierte en
indigna, tal como afirma el Vat II:
Hay que distinguir entre libertad de las conciencias y libertad de conciencia, donde la
primera demanda respeto a la conciencia a todas las personas, la otra, por el contrario,
defiende que la conciencia puede situarse al límite de toda norma – incluso de ley divina – y de
la libertad de los demás. Aquella primera debe armonizarse con dos principios:
Principio de reciprocidad: ―En el uso de todas las libertades hay que salvaguardar el
principio moral de la responsabilidad personal y social. En el ejercicio de sus derechos,
cada uno de los hombres, y grupos sociales están obligados por la ley moral a tener en
cuanta los derechos de los otros, los propios deberes para con los demás, y el bien común
de todos. (DH 7).
Principio de tolerancia: este se refiere de modo particular a los gobernantes donde se
tiene que armonizar entre dos deberes: el de respetar las libertades de conciencias y el de
proteger los valores morales del individuo y de la colectividad. De esta forma, en ocasiones
el gobernante no puede prescribir legalmente lo mejor y tiene que tolerar ciertas
situaciones para mantener la convivencia de los súbditos. Este principio posee dos límites:
los derechos humanos y el bien común.
Finalmente podemos distinguir los siguientes tipos de conciencias:
Conciencia recta: es la que se ajusta al dictamen de la propia razón, pero que ocasiones
puede equivocarse.
Conciencia verdadera: es la que emite un juicio de acuerdo con la verdad objetiva.
Conciencia dudosa: es la que no sabe dictaminar, pues vacila acerca de la licitud de llevar
a cabo u omitir una acción. A la moral le interese cuando hay duda positiva, es decir seria
razones. Esta duda positiva puede ser en relación a la existencia o no de una ley (duda
positiva de derecho) o si es lícito o no realizar cierto acto (duda positiva de hecho). A
esta última se la llama también duda práctica. ¿Cómo actuar ante estos casos de duda
positiva práctica?
En casos de de duda positiva y práctica no es lícito actuar, esto se funda en Rm 14, 23.
Se han de tomar medidas oportunas para salir de la duda. Pero en el caso de que no
se llegue a un juicio teórico práctico, se ha de llegar al menos a un criterio
práctico que posibilite el obrar. Para alcanzar ese certeza práctica basta seguir la
opinión más segura e incluso es suficiente la más probable.
Conciencia perpleja: es la que, ante dos preceptos, cree pecar, sea cual sea el deber que
elija. Para salir de este estado se proponen los siguientes principios:
En caso de duda es mejor la condición del que posee la cosa. Tien la aplicación
para el caso en que el sacerdote dude si ha de urgir la obligación grave al penitente a
restituir, dado que si no lo hace estando obligado, es él quien debe hacerlo.
En caso de duda se supone la validez de un acto. El sacerdote que dude entre
repetir la fórmula de la consagración o exponer a irreverencia un sacramento.
En relación a las leyes eclesiásticas, no hay obligación en caso de duda de
derecho (CIC c 14)
Apuntes personales para Audiendas. -7-
La ley moral.
Catecismo
Laelley moral es obra de la Sabiduría divina (en la ley natural y en la ley Revelada). Se la
Catecismo.
puede definir, en el sentido bíblico, como una instrucción paternal, una pedagogía de Dios.
Prescribe al hombre los caminos, las reglas de conducta que llevan a la bienaventuranza
prometida; proscribe los caminos del mal que apartan de Dios y de su amor. Es a la vez firme
en sus preceptos y amable en sus promesas (características de la ley moral).
La ley es una regla de conducta proclamada por la autoridad competente para el
bien común. La ley moral supone el orden racional establecido entre las criaturas, para su
bien y con miras a su fin. Toda ley tiene en la ley eterna su verdad primera y última.
Las expresiones de la ley moral son diversas, y todas están coordinadas entre sí: La ley
eterna, fuente en Dios de todas las leyes; la ley natural; la ley revelada, que comprende la
Ley antigua y la Ley nueva o evangélica; finalmente, las leyes civiles y eclesiásticas (son
las positivas). La ley moral tiene en Cristo su plenitud y su unidad.
La ley natural contiene los preceptos primeros y esenciales que rigen la vida moral.
Tiene por raíz la aspiración y la sumisión a Dios, fuente y juez de todo bien, así como el
sentido del prójimo como igual a sí mismo.
Como un pedagogo (cf Gal 3,24) muestra lo que es preciso hacer, pero no da de suyo
la fuerza, la gracia del Espíritu para cumplirlo. Según S. Pablo tiene por función principal
denunciar y manifestar el pecado, que forma una "ley de concupiscencia" (cf Rm 7) en el
corazón del hombre. No obstante, la Ley constituye la primera etapa en el camino del Reino. La
Ley antigua es una preparación para el Evangelio.
La ley nueva o Ley evangélica es la perfección aquí abajo de la ley divina, natural y
revelada. Es obra de Cristo y se expresa particularmente en el Sermón de la montaña. Es
también obra del Espíritu Santo, y por él viene a ser la ley interior de la caridad:
La ley nueva es la gracia del Espíritu Santo dada a los fieles mediante la fe en
Cristo. Obra por la caridad, utiliza el Sermón del Señor para enseñarnos lo que hay que hacer,
y los sacramentos para comunicarnos la gracia de hacerlo:
No añade preceptos exteriores nuevos, pero llega a reformar la raíz de los actos, el
corazón, donde el hombre elige entre lo puro y lo impuro (cf Mt 15,18–19), donde se forman la
fe, la esperanza y la caridad, y con ellas las otras virtudes. El Evangelio conduce así la Ley a
su plenitud mediante la imitación de la perfección del Padre celestial (cf Mt 5,48), mediante el
perdón de los enemigos y la oración por los perseguidores, según el modelo de la generosidad
divina (cf Mt 5,44).
Más allá de los preceptos, la Ley nueva contiene los consejos evangélicos. Los
preceptos están destinados a apartar loo que es incompatible con la caridad. Los consejos
tienen por fin apartar lo que, incluso sin serle contrario, puede constituir un impedimento al
desarrollo de la caridad (cf S. Tomás de Aquino, s.th. 2–2, 184,3).
La perfección de la Ley nueva consiste esencialmente en los preceptos del amor de Dios
y del prójimo. Los consejos indican vías más directas, medios más apropiados, y han de
practicarse según la vocación de cada uno.
Aurelio
En cuanto a la ley nueva Sto. Tomás la desarrolla en las cuestiones 106-108 de la I-II y
cuyas tesis principales son las siguientes:
Es la que se comunica al cristiano en el Bautismo, así es a modo de lo que es la ley natural
en todo hombre.
Es la gracia del Espíritu Santo que se comunica por la fe en Cristo.
A modo de ley natural, la ley nueva posee preceptos primarios y secundarios.
No se da en todos los cristianos del mismo modo, sino que depende de las disposiciones
ascéticas de cada uno.
En cuanto al magisterio de la Iglesia y sus prescripciones morales podemos partir de
2Tim 4, 1-5; Tit1, 10. 13-14. así toda la historia testifica como la jerarquía intervino en
cuestiones de fe y de moral. A este ámbito se extiende el carisma de infalibilidad:
Hablando un poco sobre la ley civil, es el carácter social del hombre y la existencia de la
autoridad como elemento de la convivencia organizada, la que da legitimidad a las leyes
dictadas por la autoridad justamente instituida en servicio del bien común. Su fuerza
vinculante le viene en virtud de que sea una ley justa.
El pecado.
Catecismo
El pecado es una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta; es un faltar al amor
verdadero para con Dios y para con el prójimo, a causa de un apego perverso a ciertos
bienes.
El pecado es una ofensa a Dios: Como el primer pecado, es una desobediencia, una
rebelión contra Dios por el deseo de hacerse "como dioses", pretendiendo conocer y
determinar el bien y el mal (Gn 3,5). El pecado es así "amor de sí hasta el desprecio de Dios"
- 10 - Que en ustedes vean solamente administrados de las cosa de Dios
(S. Agustín, civ. 1, 14,28). Por esta exaltación orgullosa de sí (esta es naturaleza propia del
pecado), el pecado es diametralmente opuesto a la obediencia de Jesús que realiza la
salvación (cf Flp 2,6–9).
En la Pasión, la misericordia de Cristo vence al pecado.
La distinción entre pecado mortal y venial, perceptible ya en la Escritura (cf 1 Jn 5,16–
17).
El pecado mortal destruye la caridad (es decir la presencia de Dios) en el corazón del
hombre por una infracción grave de la ley de Dios; aparta al hombre de Dios, que es su fin
último y su bienaventuranza, prefiriendo un bien inferior (porque siempre es una opción moral).
El pecado venial deja subsistir la caridad, aunque la ofende y la hiere.
Para que un pecado sea mortal se requieren tres condiciones:
La materia grave es precisada por los Diez mandamientos. La gravedad de los pecados es
mayor o menor: un asesinato es más grave que un robo. La cualidad de las personas
lesionadas cuenta también: la violencia ejercida contra los padres es más grave que la
ejercida contra un extraño.
El pecado mortal requiere plena conciencia y entero consentimiento para ser una
elección personal. La ignorancia afectada y el endurecimiento del corazón (cf Mc 3,5–6; Lc
16,19–31) no disminuyen, sino aumentan, el carácter voluntario del pecado.
La ignorancia involuntaria puede disminuir, si no excusar, la imputabilidad de una falta
grave. Los impulsos de la sensibilidad, las pasiones pueden igualmente reducir el carácter
voluntario y libre de la falta, lo mismo que las presiones exteriores o los trastornos patológicos.
El pecado por malicia, por elección deliberada del mal, es el más grave.
El pecado mortal entraña la pérdida de la caridad y la privación de la gracia santificante,
es decir, del estado de gracia. Si no es eliminado por el arrepentimiento y el perdón de Dios,
causa la exclusión del Reino de Cristo y la muerte eterna del infierno; de modo que nuestra
libertad tiene poder de hacer elecciones para siempre, sin retorno. Sin embargo, aunque
podamos juzgar que un acto es en sí una falta grave, el juicio sobre las personas debemos
confiarlo a la justicia y a la misericordia de Dios.
El pecado venial debilita la caridad; entraña un afecto desordenado a bienes creados;
impide el progreso del alma en el ejercicio de las virtudes y la práctica del bien moral; merece
penas temporales. El pecado venial deliberado, que permanece sin arrepentimiento, nos
dispone poco a poco a cometer el pecado mortal.
El que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón nunca, antes bien será
reo de pecado eterno" (Mc 3,29; cf Mt 12,32; Lc 12,10), quien se niega deliberadamente a
acoger la misericordia de Dios mediante el arrepentimiento rechaza el perdón de sus pecados y
la salvación ofrecida por el Espíritu Santo (cf DeV 46). Semejante endurecimiento puede
conducir a la condenación final y a la perdición eterna.
El pecado tiende a reproducirse y a reforzarse, pero no puede destruir el sentido
moral hasta su raíz.
Los vicios pueden ser catalogados según las virtudes a que se oponen, o también
pueden ser comprendidos en los pecados capitales porque generan otros pecados, otros
vicios. Entre ellos soberbia, avaricia, envidia, ira, lujuria, gula, pereza (virtudes contra:
humildad, largueza, caridad, paciencia, castidad, templanza, diligencia).
La tradición catequética recuerda también que existen "pecados que claman al cielo".
Claman al cielo: la sangre de Abel (fratricidio cf Gn 4,10); el pecado de los Sodomitas
(homosexualidad cf Gn 18,20; 19,13); el clamor del pueblo oprimido en Egipto (opresión,
esclavitud cf Ex 3,7–10); el lamento del extranjero, de la viuda y el huérfano (exclusión cf Ex
22,20–22); la injusticia para con el asalariado (cf Dt 24,14–15; Jc 5,4).
El pecado es un acto personal. Pero nosotros tenemos una responsabilidad en los
pecados cometidos por otros cuando cooperamos (se llama formal cuando estamos de
acuerdo con la intensión del agente principal y se llama material cuando no estoy de acuerdo)a
ellos:
participando directa y voluntariamente;
ordenándolos, aconsejándolos, alabándolos o aprobándolos;
no revelándolos o no impidiéndolos cuando se tiene obligación de hacerlo;
Apuntes personales para Audiendas. - 11 -
Gracia y justificación.
Catecismo
Estas son las gracias sacramentales, dones propios de los distintos sacramentos. Son
además las gracias especiales, llamadas también "carismas", están ordenados a la gracia
santificante y tienen por fin el bien común de la Iglesia. Están al servicio de la caridad, que
edifica la Iglesia (cf 1 Co 12).
Entre las gracias especiales conviene mencionar las gracias de estado, que
acompañan el ejercicio de las responsabilidades de la vida cristiana y de los ministerios en el
seno de la Iglesia:
Siendo de orden sobrenatural, la gracia escapa a nuestra experiencia y sólo puede
ser conocida por la fe. Por tanto, no podemos fundarnos en nuestros sentimientos o
nuestras obras para deducir de ellos que estamos justificados y salvados (cf Cc. de
Trento: DS 1533–34). Sin embargo, según las palabras del Señor: "Por sus frutos los
conoceréis" (Mt 7,20).
El mérito del hombre ante Dios en la vida cristiana proviene de que Dios ha dispuesto
libremente asociar al hombre a la obra de su gracia. Por otra parte el mérito del hombre recae
también en Dios, pues sus buenas acciones proceden, en Cristo, de las gracias prevenientes y
de los auxilios del Espíritu Santo.
La adopción filial, según la justicia gratuita de Dios, un verdadero mérito. Se trata de un
derecho por gracia, el pleno derecho del amor, que nos hace "coherederos" de Cristo y dignos
de obtener la "herencia prometida de la vida eterna" (Cc. de Trento: DS 1546). Los méritos de
nuestras buenas obras son dones de la bondad divina (cf. Cc. de Trento: DS 1548). "La gracia
ha precedido; ahora se da lo que es debido...los méritos son dones de Dios" (S. Agustín, serm.
298,4–5).
La caridad de Cristo es en nosotros la fuente de todos nuestros méritos ante Dios.
Apuntes personales para Audiendas. - 13 -
Moral Especial.
Aurelio
El carácter teológico de la moral es que la ética cristiana brota del misterio de la creación
y e la redención, que demanda del hombre un nuevo tipo de existencia. Es la vida nueva en
Cristo comunicada en el bautismo la que le da participación en la vida trinitaria. De esta forma
la llamada a la santidad es una llamada a la plenitud de la existencia.
La “religión” es la virtud que da culto a Dios (II-II, q. 81, a. 5). Ahora bien, hay una
religión natural y otra sobrenatural, esta se caracteriza por estar informada por las virtudes
teologales. Así Dios es objeto de estas tres virtudes. También se distinguen en cuanto su fin,
pues mientras la natural es un dar culto en razón de justicia, la otra es en razón de un trato
íntimo con Él mediante el ejercicio de las teologales.
El dar “gloria a Dios” (en lenguaje bíblico es kaboad indicando dignidad, importancia)
comporta al menos dos exigencias éticas:
El reconocimiento de la grandeza de Dios.
El no buscar la gloria personal (querer hacerse como Dios)
Una de las maneras de dar esta gloria a Dios es a través del culto a Dios por medio de
la Persona de Jesucristo. Este culto en cuanto se refiere a Dios se llama latría.
Ahora bien, en cuanto a los santos se los venera, lo que significa reconocer los méritos
de alguien por lo cual se los respeta. Este culto se llama de dulía que supera al culto relativo
que se da a las imágenes o a la cruz y cuyos fundamentos son.
Iglesia como comunión entre los bautizados en Cristo.
El estímulo que ofrece su ejemplaridad.
La creencia de que pueden interceder por los hombres.
En cuanto a la Virgen María se habla de hiperdulía, es decir superior a los santos
debido a las gracias singulares que recibió en su vida.
Finalmente el culto a los difuntos se realiza en razón de la solidaridad cristiana que
brota de la caridad.
Sto. Tomás en II-II, q. 93, a. 2 nos ofrece criterios para distinguir entre culto verdadero y
superstición:
Si las cosas que se hacen no se ordenan de suyo a la gloria de Dios;
Si no eleva nuestra mente a Él, ni sirve para moderar los apetitos de la carne;
Si van contra las Instituciones de Dios y de la Iglesia o se oponen a las costumbres
universalmente reconocidas.
Estos actos se han de considerar superfluos ya que no penetran hasta el culto interior
de Dios.
Por otra parte, la religión tiene dos clases de actos… unos se dirigen a Dios, como
sacrificar… y otros al prójimo, como visitar a los huérfanos… (II-II q. 81, a. 1 ad1). En
consecuencia, la virtud de la religión tiene por objeto el culto divino; pero, en orden a los
medios, incluye el amor al prójimo.
La virtud de la religión posee actos propios:
Actos ordinarios:
La adoración y el sacrificio, brota de la conciencia del hombre religioso de dos
convicciones profundas: la grandeza de Dios y la limitada condición de su ser. Es
- 14 - Que en ustedes vean solamente administrados de las cosa de Dios
fe, por una exposición falsificada de la doctrina, o también por los defectos de su vida
religiosa, moral y social, puede decirse que han velado el verdadero rostro de Dios y de
la religión, más que revelarlo" (CEC 2125)
Agnosticismo: indigencia ante Dios. En el campo de la moral el agnóstico profesa una
ética independiente de toda instancia externa a él.
Las blasfemias. Es una injuria directa de pensamiento, palabra u obra contra Dios.
Esta puede también ser contra los santos, el imperdonable pecado contra el Espíritu
Santo y el uso vano del nombre de Dios.
El sacrilegio. Es el uso indebido de los sagrado (profanación), hay tres clases:
Sacrilegio personal: cuando se dirige a una persona consagrada,
Sacrilegio real: cuando se usa indebidamente de las cosas dedicadas al culto,
Sacrilegio local: profanación de lugares sagrados.
Por exceso:
Superstición, que es otorgar una fuerza mágica a ciertas prácticas rituales que en sí
son buenas (Cf CEC 2111).
Idolatría, divinizar a las criaturas (hombres, animales o cosas) y darles culto.
Otros pecados contra la religión:
La adivinación, cuya inmoralidad radica en dos fuentes:
En el deseo conocer el futuro, aceptándolo como un fatalismo que determina la libertad
humana y con cuenta con la providencia amorosa de Dios.
El uso de los medios para adivinar el futuro.
Las sectas.
La masonería.
El perjurio, que entraña siempre una falta moral cualificada, por cuanto supone apelar a la
dignidad de Dios para garantizar un asunto entre hombres. En el código se le impone una
pena preceptiva ferendae sententiae (c. 1368)
Catecismo
Como dijimos la religión sobrenatural es la informada por las virtudes teologales, de aquí
vicios que pueden afectar a cada virtud:
Virtud de la fe:
La duda voluntaria respecto a la fe descuida o rechaza tener por verdadero lo que
Dios ha revelado y que la Iglesia propone creer.
La duda involuntaria designa la vacilación en creer, la dificultad de superar las
objeciones ligadas a la fe o también la ansiedad suscitada por la oscuridad de ésta. Si
es cultivada deliberadamente, la duda puede conducir a la ceguera del espíritu.
La incredulidad es la menosprecio de la verdad revelada o el rechazo voluntario de
prestarle asentimiento.
"Se llama herejía la negación pertinaz, después de recibido el bautismo, de una verdad
que ha de creerse con fe divina y católica, o la duda pertinaz sobre la misma;
Apostasía es el rechazo total de la fe cristiana;
Cisma, el rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice o de la comunión con los miembros
de la Iglesia a él sometidos" (CIC, can. 751).
Virtud de la esperanza.
Por la desesperación, el hombre deja de esperar de Dios su salvación personal, el
auxilio para llegar a ella o el perdón de sus pecados. Se opone a la Bondad de Dios, a
su Justicia –porque el Señor es fiel a sus promesas – y a su Misericordia.
Hay dos clases de presunción. O bien el hombre presume de sus capacidades
(esperando poder salvarse sin la ayuda de lo alto), o bien presume de la omnipotencia
o de la misericordia divinas, (esperando obtener su perdón sin conversión y la gloria sin
mérito).
- 16 - Que en ustedes vean solamente administrados de las cosa de Dios
Virtud de la caridad:
La indiferencia olvida o rechaza la consideración de la caridad divina; desprecia su
acción preveniente y niega su fuerza.
La ingratitud omite o se niega a reconocer la caridad divina y devolverle amor por
amor.
La tibieza es una vacilación o una negligencia en responder al amor divino; puede
implicar la negación a entregarse al movimiento de la caridad.
La acedia o pereza espiritual llega a rechazar el gozo que viene de Dios y a sentir
horror por el bien divino.
El odio de Dios tiene su origen en el orgullo; se opone al amor de Dios cuya bondad
niega y lo maldice porque condena el pecado e inflige penas.
Privilegio Petrino. Son los casos de matrimonio entre cristianos ratos pero no
consumados. Pio XI en su discurso ante la rota romana de 3-X-1941 asume la distinción
entre indisolubilidad intrínseca: el mutuo acuerdo de los esposos e indisolubilidad
extrínseca: una autoridad externa, en concreto, el Romano Pontífice. De este texo se
pueden sacar tres conclusiones:
El Papa no puede disolver el matrimonio rato consumado.
Todos los demás matrimonio son indisolubles intrínsecamente, o sea, no está en
poder de los cónyuges disolverlo, pero no es extrínseca de esta forma el Papa puede
disolverlo a favor de la parte católica en vista a nuevas nupcias.
A esto lo puede realizar el Papa por poseer potestad ministerial vicaria.
El Papa puede disolver alguno matrimonios, donde ninguno es bautizado, por ejemplo un
católico se quiere casa con una no bautizado pero esta a su vez viene de un anterior
matrimonio con otro no bautizado. Así el Papa por su potestad ministerial vicaria y a favor
de la fe del bautizado puede disolver el anterior matrimonio.
Como dijimos al comienzo uno de los fines del matrimonio es la procreación (GS 50), por
tanto en el pensamiento bíblico la esterilidad es un mal; la convivencia conyugal, aunque no
se agota en la procreación, tiene una relación irrenunciable con ella. Actualmente hay tres
factores que dificultan este tema:
Cultura anti-vida que no aprecia el valor de los hijos.
La exagerada separación entre sexualidad conyugal y procreación.
La consideración de que las relaciones conyugales son ajenas al orden ético: solo originan
valores pre-éticos (VS 48).
Como principios morales cristianos en torno a la sexualidad podemos decir que es vista
en positivos por representar el gran don que constituye al ser humano como hombre y como
mujer; de ahí la necesidad de un dominio de la sexualidad debido a la nobleza de la
sexualidad que demanda un trato digno y la fuerza de los instintos que deben ser sometidos a
la inteligencia y a la voluntad. Todo esto se engloba bajo el concepto de castidad y sobre la
cual nos recuerda el CEC 2350: ―la castidad debe calificar a las personas según los diferentes
estados de vida… Las personas casadas son llamadas a vivir la castidad conyugal; las otras
practican la castidad en la continencia‖. A su vez el CEC sigue animando a luchar por la
castidad que implica un aprendizaje del dominio de sí (2338), que es obra de toda la vida
(2342) y añade: ―La castidad tiene unas leyes de crecimiento; ésta pasa por grados marcados
por la imperfección y, muy a menudo, por el pecado‖ (2343)
En la Palabra podemos encontrar una lista de reprobación de pecados sexuales:
Adulterio: Ex 20, 14. 17; Lev 18, 20; Dt 22, 23-24; Mt 15, 19; Mc 7, 21-22
Adulterio de deseo: Mt 5, 27-28
Fornicación del varón: Ex 22, 15-16; Dt 22, 28-29
Fornicación de la mujer: Dt 22, 20-21; Lev 19, 29
- 18 - Que en ustedes vean solamente administrados de las cosa de Dios
En cuanto al recurso a los periodos infecundos el Magisterio aclara que solo deben
usarse por motivos racionales (CEC 2368). Y haciendo referencia a los medios ilícitos,
Humanae Vitae 14 nos dice:
Bioética.
Aurelio
Es la parte de la moral que estudia los criterios éticos para juzgar el bien y el mal de la
vida humana. En cuanto al alcance del valor de la vida humana es obvio que es el bien
supremo, de donde procede todos los bienes. En este sentido, ser es mejor que no ser, de
aquí que también las vidas deterioradas, los enfermos, los subnormales… son, no están en
supuesto negativo de la nada. Además, la fe cristiana enseña que todo ser humano es un ser
para la eternidad. Por ello, las vidas biológicas deficientes están a vivir para siempre una
existencia feliz.
Cuando se habla de cuidado del origen de la vida se englobas básicamente tres temas:
el valor de la facultad procreadora del ser humano, la fecundación de una nueva vida y el
nacimiento de la vida concebida. Por lo mismo, se juzga éticamente condenable lo que se
opone: la esterilización, las técnicas de fecundación artificial que manipulan el comienzo de
la vida y el aborto.
Al hablarse de esterilización se entiende como el acto de intervenir en algunos de los
órganos indispensables para la reproducción, por lo que se priva al hombre o a la mujer de la
facultad procreadora. Se diferencia del aborto, la contra concepción o el infanticidio en cuanto
extirpa la facultad misma de engendrar y de la castración o del ovariectomía en cuanto que
estos conllevan un pérdida importante de hormonas sexuales repercutiendo en la personalidad
del individuo. La esterilización pueden ser de diferentes clases:
Orgánica y funcional, según se elimine un órgano o se implica su funcionamiento.
Directa o indirecta, se distingue por la intensión que se produce.
Permanente o transitoria.
Voluntaria o forzada, en esta última podemos hace la siguiente enumeración:
Coactiva, en virtud de una ley injusta que lo imponga.
Demográfica, para eliminar el aumento de población.
Eugenésica, con el fin de evitar procreaciones deficientes.
Vindicativa, es decir por venganza.
- 20 - Que en ustedes vean solamente administrados de las cosa de Dios
Ante esto algunos moralistas alegaban al principio de totalidad justificando su uso, pero
la respuesta fue:
Pero, aunque se consiga por otro medio, la enseñanza de Magisterio rechaza este medio
de fecundación: ―Cuando la intervención técnica sustituye el acto conyugal, es moralmente
ilícita… ya que se da disociación voluntariamente causada ente los dos significados del acto
conyugal‖ (DV II, 6).
A cerca del la valoración de la homóloga in vitro, que ordinariamente se denomina FIV
o FIVET, el juicio es igualmente negativo y por el mismo principio que la anterior, sumado que
esta técnica parece privar sobre la dignidad debida al nuevo ser: parece más fabricado que
engendrado y sobre todo se abre la posibilidad de la manipulación de embriones.
No obstante, la ética cristiana permite los diagnósticos prenatales que ayuden al feto a
superar ciertas dificultades antes de su nacimiento:
En cuando al derecho de los padres a la procreación hay dos aclaraciones que hacer:
Lo más importante no es el deseo de los padres, sino el ser mismo del niño. Es decir no
se puede engendrar un hijo lesionando sus derechos, por ejemplo el de saber quién son
sus padres.
Los padre solo tienen derecho a realizar los actos naturales que de suyo se ordenan a la
procreación (DV 8), un hijo es una persona que tiene validez por si misma y no cabe
considerarlo en dependencia del querer de nadie, ni siquiera de los padres. El hijo no es un
bien útil para los padres, sino un bien en si mismo (CEC 2378)
Finalmente terminado lo que compete al cuidado del origen de la vida unas palabras
sobre el aborto. La Iglesia tubo siempre la conciencia de la condena a esta práctica (Ex 21, 22)
y en EV 62 se nos dice:
Por cuanto a la moralidad de los trasplantes de órganos de muerto a vivo Pío XII fijo
este criterio: ―el cadáver no es sujeto de derecho, porque se halla privado de
personalidad‖. En el caso de que sea entre vivos, incluso en órganos que el hombre tiene
dobles, se debe dar garantías precisas, su licitud se justifica por el principio de prioridad de la
persona, es decir la solidaridad de uno en defensa de la vida de otro.
Por otra parte, si bien la técnica permite hacerlo con miembros de animales (trasplante
heterólogo), sería lícito sólo en casos médicos muy precisos y no conlleva transformaciones de
la naturaleza específica del hombre. Entre seres humanos son ilícitos los trasplantes que
conllevan transformaciones de rasgos personales esenciales de órganos sexuales.
Terminando este apartado de bioética toca hablar sobre la enfermedad y el final de la
vida.
Sobre los derechos del enfermo podemos enumerar dos:
Atención a la persona: este cuidado afecta a los siguientes ámbitos: al estado que aqueja
la enfermedad, a su situación afectiva y a su vida espiritual.
Derechos a conocer su situación médica: esto implica información sobre la enfermedad,
los posibles remedios y la esperanza de recuperación. Pero también es cierto ubicarse en
la situación anímica del enfermo para saber en qué medida la información le puede o no
ayudar.
A su vez el enfermo posee una serie de deberes:
Deber de cuidarse.
Deber de asumir las dificultades inherentes a la enfermedad: debe afrontar el dolor con
fortaleza, no puede dejar caer sobre los demás los efectos de su enfermedad que sólo a él
incumben
Apuntes personales para Audiendas. - 25 -
En cuanto al derecho a morir con dignidad, la ciencia puede alargar la vida más de lo
debido o adelantar el óbito antes del tiempo normal. En ambos casos se pude violar el derecho
a morir con dignidad que le corresponde a la persona y el derecho a vivir el tiempo que Dos
hay dispuesto a cada hombre. Estas distintas situaciones adquieren nombres diversos:
Ortotanasia: es la praxis médica por la cual se acepta la situación terminal de un enfermo
y no le aplica medios extraordinarios para alargar la vida más allá del tiempo debido.
Distanasia: es la acción médica de alargar la vida más de lo debido por motivos diversos:
experiencia medicas, intereses familiares, sociales, etc.
Como es evidente no siempre es fácil distinguir estos dos estados, por eso el criterio
determinante suele ser la intención y el fin que decide el juicio de cada una de estas dos
situaciones. En caso de duda, puede decidir el médico.
La ortotanasia es considerada lícita cuando a juicio del médico no deben aplicarse más
medidas, dado que el enfermo se encuentra en estado terminal. En cuanto a la distancia el
CEC 2278 nos dice:
La eutanasia puede ser activa cuando se demanda por el mismo interesado y pasiva si
se practica sin su consentimiento. Los principios éticos que condenan la eutanasia tanto una
como otra son:
Principio de inviolabilidad de la vida humana: el hombre no es dueño absoluto de su vida
y menos otro.
Superioridad de la vida sobre otro valor: los que defienden la eutanasia confunden
dignidad con compasión.
Peligro de abuso por parte de las autoridades.
Se resiente y baja el sentido moral de la sociedad: la vida es un gran don, que cuando se
adquiere dominio para matarla surge un desmoronamiento de la ética social.
Por su parte la justicia legal es la que regula las relaciones del individuo con el conjunto
de la sociedad, estas se catalogan en dos apartados:
Deberes con los gobernantes:
Cumplimiento de las leyes justas, es la primera obligación que impone este tipo de
justicia, especialmente si se refieren a la economía Nacional.
Aceptación del gobierno legítimo, pues este al elaborar programas económicos, si no
hay motivos serios en contrario, debe ser apoyado por los ciudadanos.
Deber de ejercer una crítica positiva, en especial en la nueva democracia donde los
medios de comunicación tiene un papel insustituible.
Deberes con las formas de gobierno:
Oposición a las leyes injustas ya que el objetivo de la justicia legal dice relación directa
con las leyes justas, también demanda oposición cuando se trata de leyes injustas.
Aceptación de la pluralidad de las formas de gobierno.
Obligación de votar.
También dentro de este tipo de justicia se encuentra el deber de pagar impuestos, lo
cual vincula en conciencia, pero además la cuestión radica en juzgar si la ley es justa y cuando
y cómo obliga en conciencia. Si bien, la ley fiscal demanda las mismas condiciones que las
otras leyes, pero tiene sus peculiaridades:
La autoridad debe ser legítima,
Por causa justa,
En justa proporción, mientras que la justicia conmutativa demanda la igualdad, la justicia
legal sólo exige la proporcionalidad.
Fines honestos y
Transparencia en la administración, este es un criterio decisivo para juzgar la moralidad
de la ley fiscal.
Finalmente un tercer tipo de justicia es la conmutativa que es la que se da entre los
individuos entre sí, el la que mejor encarna los requisitos de igualdad y alteridad entre las
partes.
Antes de seguir con las dos formas de subsanar una injusticia es preciso aclarar que
legalidad no es lo mismo que moralidad, así lo establecido por la ley para que sea moral debe
respetar el principio de ley natural y ser una explicitación del mismo, sino se aplica el principio
de ―lex injusta, nulla lex‖.
Hay dos formas de enmendar una acción realidad injusta, reparar y restituir, que derivan
de la misma naturaleza de la justicia y no de mandato externo. Por estas dos, no son actitudes
de orden teórico sino práctico, dado que cuando existe obligación, no queda restaurada la
justicia hasta que no se realice la restitución; de esta forma los Padres afirmaran que restituir
no es solo devolver, sino restaurar la justicia que ha sido violada.
Sobre la restitución podemos decir que demanda las siguientes condiciones para que
haya obligación a ser ejecutada:
Que se trate de una verdadera injusticia, en caso de duda, si ha habido una sentencia
civil, debe aceptarse la sentencia del juez.
El sujeto debe sentirse afectado y violado, pues no se comete injusticia contra el que
siendo consciente, cede sus derechos.
Debe tratarse de una injusticia formal y no material, es decir querida e intencionada.
Una falta leve, reiteradamente cometida, puede obligar a restituir.
La obligación es grave cuando la materia es grave.
Por otra parte podemos destacar los siguientes presupuestos que han de darse para la
restitución:
De los bienes materiales, es decir dinero, objetos, viviendas, terrenos, etc.
Hurto: en este cada distinguir tres formas:
Poseedor de buen fe, es aquel que convencido de lo que posee es suyo. Se
pueden dar aquí los siguientes casos:
Apuntes personales para Audiendas. - 29 -
La familia cristiana
"La familia cristiana constituye una revelación y una actuación específicas de la
comunión eclesial; por eso...puede y debe decirse iglesia doméstica" (FC 21, cf LG 11). Es una
comunidad de fe, esperanza y caridad, posee en la Iglesia una importancia singular como
aparece en el Nuevo Testamento (cf Ef 5,21–6,4; Col 3,18–21; 1 P 3, 1–7).
La familia cristiana es una comunión de personas, reflejo e imagen de la comunión del
Padre y del Hijo en el Espíritu Santo. Su actividad procreadora y educativa es reflejo de la obra
creadora de Dios. Es llamada a participar en la oración y el sacrificio de Cristo. La oración
cotidiana y la lectura de la Palabra de Dios fortalecen en ella la caridad. La familia cristiana es
evangelizadora y misionera.
II LA FAMILIA Y LA SOCIEDAD
La autoridad, la estabilidad y la vida de relación en el seno de la familia constituyen los
fundamentos de la libertad, de la seguridad, de la fraternidad en el seno de la sociedad. La
familia es la comunidad en la que, desde la infancia, se puede aprender los valores morales,
comenzar a honrar a Dios y a usar bien de la libertad. La vida de familia es iniciación a la vida
en sociedad.
La familia debe ser ayudada y defendida mediante medidas sociales apropiadas. Donde
las familias no son capaces de realizar sus funciones, los otros cuerpos sociales tienen el
deber de ayudarlas y de sostener la institución familiar. De conformidad con el principio de
subsidiariedad, las comunidades más vastas deben abstenerse de privar a las familias de sus
propios derechos y de inmiscuirse en sus vidas.
La comunidad política tiene el deber de honrar a la familia, asistirla, y asegurarle
especialmente:
La libertad de fundar un hogar, de tener hijos y de educarlos de acuerdo con sus propias
convicciones morales y religiosas;
La protección de la estabilidad del vínculo conyugal y de la institución familiar;
La libertad de profesar su fe, transmitirla, educar a sus hijos en ella, con los medios y las
instituciones necesarios;
El derecho a la propiedad privada, la libertad de iniciativa, de tener un trabajo, una
vivienda, el derecho a emigrar;
Conforme a las instituciones del país, el derecho a la atención médica, a la asistencia de
las personas de edad, a los subsidios familiares;
La protección de la seguridad y la higiene, especialmente por lo que se refiere a peligros
como la droga, la pornografía, el alcoholismo, etc;
La libertad para formar asociaciones con otras familias y de estar así representadas ante
las autoridades civiles (cf FC 46).
hacia su madre (cf Pr 1,8; Tb 4,3–4), se nutre del afecto natural nacido del vínculo que los une.
Es exigido por el precepto divino (cf Ex 20,12).
El respeto a los padres (piedad filial) está hecho de gratitud para quienes, mediante el
don de la vida, su amor y su trabajo, han traído sus hijos al mundo y les han ayudado a crecer
en estatura, en sabiduría y en gracia. El respeto filial se revela en la docilidad y la obediencia
verdaderas.
La obediencia a los padres cesa con la emancipación de los hijos, pero no el respeto
que permanece para siempre. Este, en efecto, tiene su raíz en el temor de Dios, uno de los
dones del Espíritu Santo.
El cuarto mandamiento recuerda a los hijos mayores de edad sus responsabilidades
para con los padres. En cuanto puedan deben prestarles ayuda material y moral en los años
de vejez y durante los tiempos de enfermedad, de soledad o de abatimiento. Jesús recuerda
este deber de gratitud (cf Mc 7,10–12).
El respeto filial favorece la armonía de toda la vida familiar; atañe también a las
relaciones entre hermanos y hermanas.
5º Mandamiento: No matarás.
"La vida humana es sagrada, porque desde su inicio comporta la acción creadora de
Dios y permanece siempre en una especial relación con el Creador, su único fin. Sólo Dios es
Señor de la vida desde su comienzo hasta su término; nadie, en ninguna circunstancia,
puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente" (CDF, instr.
"Donum vitae", 22).
- 34 - Que en ustedes vean solamente administrados de las cosa de Dios
La legítima defensa
La legítima defensa de las personas y las sociedades no es una excepción a la
prohibición de la muerte del inocente que constituye el homicidio voluntario. "La acción de
defenderse puede entrañar un doble efecto: el uno es la conservación de la propia vida; el otro,
la muerte del agresor...solamente es querido el uno; el otro, no" (S. Tomás de Aquino, s.th. 2–
2, 64,7).
El amor a sí mismo constituye un principio fundamental de la moralidad. Es, por tanto,
legítimo hacer respetar el propio derecho a la vida. El que defiende su vida no es culpable de
homicidio, incluso cuando se ve obligado a asestar a su agresor un golpe mortal:
La legítima defensa puede ser no solamente un derecho, sino un deber grave, para el
que es responsable de la vida de otro, del bien común exige colocar al agresor en la situación
de no poder causar perjuicio.
A la exigencia de tutela del bien común corresponde el esfuerzo del estado. La pena
tiene, ante todo, la finalidad de reparar el desorden introducido por la culpa. Cuando la pena es
aceptada voluntariamente por el culpable adquiere un valor de expiación.
La Iglesia no excluye, supuesta la plena comprobación de la identidad y de la
responsabilidad del culpable, el recurso a la pena de muerte, si ésta fuera el único camino
posible para defender eficazmente del agresor injusto, las vidas humanas.
El homicidio voluntario
El quinto mandamiento condena como gravemente pecaminoso el homicidio directo y
voluntario. El que mata y los que cooperan voluntariamente con él cometen un pecado que
clama venganza al cielo (cf Gn 4,10).
El infanticidio (cf GS 51,3), el fratricidio, el parricidio, el homicidio del cónyuge son
crímenes especialmente graves a causa de los vínculos naturales que rompen.
Preocupaciones de eugenismo o de salud pública no pueden justificar ningún homicidio,
aunque fuera ordenado por las propias autoridades.
El homicidio involuntario no es imputable moralmente. Pero no se está libre de falta
grave cuando, sin razones proporcionadas, se ha obrado de manera que se ha seguido la
muerte, incluso sin intención de darla.
El aborto
La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento
de la concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver
reconocidos los derechos de la persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser
inocente a la vida (cf CDF, instr. "Donum vitae" 25).
Apuntes personales para Audiendas. - 35 -
Desde el siglo primero, la Iglesia ha afirmado la malicia moral de todo aborto provocado.
Esta enseñanza no ha cambiado; permanece invariable. El aborto directo, es decir, querido
como un fin o como un medio, es gravemente contrario a la ley moral.
La cooperación formal a un aborto constituye una falta grave.
El derecho inalienable a la vida de todo individuo humano inocente constituye un
elemento constitutivo de la sociedad civil y de su legislación:
―Estos derechos del hombre no están subordinados ni a los individuos ni a los padres, y
tampoco son una concesión de la sociedad o del Estado: pertenecen a la naturaleza humana y
son inherentes a la persona en virtud de la acto creador que la ha originado." (CDF, instr.
"Donum vitae" 101–102).
El diagnóstico prenatal es moralmente lícito, "si respeta la vida e integridad del embrión
y del feto humano, y si se orienta hacia su custodia o hacia su curación... Pero se opondrá
gravemente a la ley moral cuando contempla la posibilidad, en dependencia de sus resultados,
de provocar un aborto: un diagnóstico que atestigua la existencia de una malformación o de
una enfermedad hereditaria no debe equivaler a una sentencia de muerte" (CDF, instr. "Donum
vitae" 34).
Se deben considerar "lícitas las intervenciones sobre el embrión humano, siempre que
respeten la vida y la integridad del embrión, que no lo expongan a riesgos desproporcionados,
que tengan como fin su curación, la mejora de sus condiciones de salud o su supervivencia
individual" (CDF, instr. "Donum vitae" 36).
"Es inmoral producir embriones humanos destinados a ser explotados como `material
biológico' disponible" (CDF, instr. "Donum vitae" 45).
"Algunos intentos de intervenir en el patrimonio cromosómico y genético no son
terapéuticos, sino que miran a la producción de seres humanos seleccionados en cuanto al
sexo u otras cualidades prefijadas. Estas manipulaciones son contrarias a la dignidad personal
del ser humano, a su integridad y a su identidad" (CDF, Inst. "Donum vitae" 50).
La eutanasia
Es moralmente reprobable, constituye un homicidio gravemente contrario a la dignidad
de la persona humana y al respeto del Dios vivo, su Creador. El error de juicio en el que se
puede haber caído de buena fe no cambia la naturaleza de este acto homicida, que se ha de
proscribir y excluir siempre.
La interrupción de tratamientos médicos onerosos, peligrosos, extraordinarios o
desproporcionados a los resultados puede ser legítimo. Interrumpir estos tratamientos es
rechazar el "encarnizamiento terapéutico". Con esto no se pretende provocar la muerte; se
acepta no poder impedirla. Las decisiones deben ser tomadas por el paciente, si para ello tiene
competencia y capacidad o si no por los que tienen los derechos legales, respetando siempre
la voluntad razonable y los intereses legítimos del paciente.
Aunque la muerte se considere inminente, los cuidados ordinarios debidos a una
persona enferma no pueden legítimamente ser interrumpidos. El uso de analgésicos para
aliviar los sufrimientos del moribundo, incluso con riesgo de abreviar sus días, puede ser
moralmente conforme a la dignidad humana si la muerte no es buscada, ni como fin ni como
medio, sino solamente prevista y tolerada como inevitable. Los cuidados paliativos
constituyen una forma privilegiada de la caridad desinteresada. Por esta razón deben ser
alentados.
El suicidio
Somos administradores y no propietarios de la vida que Dios nos ha confiado. No
disponemos de ella.
Es gravemente contrario al justo amor de sí mismo. Ofende también al amor del prójimo
porque rompe injustamente los lazos de solidaridad con las sociedades familiar, nacional y
humana con las cuales estamos obligados. El suicidio es contrario al amor del Dios vivo.
Trastornos síquicos graves, la angustia, o el temor grave de la prueba, del sufrimiento o
de la tortura, pueden disminuir la responsabilidad del suicida.
- 36 - Que en ustedes vean solamente administrados de las cosa de Dios
El respeto de la salud
La vida y la salud física son bienes preciosos confiados por Dios. Debemos cuidar de
ellos racionalmente teniendo en cuenta las necesidades de los demás y el bien común.
El cuidado de la salud de los ciudadanos requiere la ayuda de la sociedad para lograr las
condiciones de existencia que permiten crecer y llegar a la madurez.
La moral exige el respeto de la vida corporal, pero no hace de ella un valor absoluto.
Quienes en estado de embriaguez, o por afición inmoderada de velocidad, ponen en
peligro la seguridad de los demás y la suya propia en las carreteras, en el mar o en el aire, se
hacen gravemente culpables.
El uso de la droga inflige muy graves daños a la salud y a la vida humana. A excepción
de los casos en que se recurre a ello por prescripciones estrictamente terapéuticas, es una
falta grave.
Evitar la guerra
Todo ciudadano y todo gobernante está obligado a trabajar para evitar las guerras.
Sin embargo, "mientras exista el riesgo de guerra y falte una autoridad internacional
competente y provista de la fuerza correspondiente, una vez agotados todos los medios de
acuerdo pacífico, no se podrá negar a los gobiernos el derecho a la legítima defensa" (GS
79,4).
Se han de considerar con rigor las condiciones estrictas de una legítima defensa
mediante la fuerza militar. La gravedad de semejante decisión somete a ésta a condiciones
rigurosas de legitimidad moral. Es preciso a la vez:
Que el daño infringido por el agresor a la nación o a la comunidad de las naciones sea
duradero, grave y cierto.
Que los restantes medios para ponerle fin hayan resultado impracticables o ineficaces.
Que se reúnan las condiciones serias de éxito.
Que el empleo de las armas no entrañe males y desórdenes más graves que el mal que se
pretende eliminar. El poder de los medios modernos de destrucción obliga a una prudencia
extrema en la apreciación de esta condición.
Estos son los elementos tradicionales enumerados en la doctrina llamada de la "guerra
justa".
La apreciación de estas condiciones de legitimidad moral pertenece al juicio prudente de
los responsables del bien común.
Los poderes públicos tienen en este caso el derecho y el deber de imponer a los
ciudadanos las obligaciones necesarias para la defensa nacional.
Los poderes públicos atenderán equitativamente a los que, por motivos de conciencia,
rechazan el empleo de las armas; estos siguen obligados a servir de otra forma a la comunidad
humana (cf GS 79,3).
La Iglesia y la razón humana declaran la validez permanente de la ley moral durante los
conflictos armados. "Ni, una vez estallada desgraciadamente la guerra, es todo lícito entre los
contendientes" (GS 79,4).
Las acciones deliberadamente contrarias al derecho de gentes y a sus principios
universales, como las disposiciones que las ordenan son crímenes. Una obediencia ciega no
basta para excusar a los que se someten a ellas. Así, la exterminación de un pueblo, de una
- 38 - Que en ustedes vean solamente administrados de las cosa de Dios
nación o de una minoría étnica debe ser condenada como un pecado mortal. Existe la
obligación moral de desobedecer aquellas disposiciones que ordenan genocidios.
La acumulación de armas es para muchos como una manera paradójica de apartar de
la guerra a posibles adversarios. Ven en ella el más eficaz de los medios, para asegurar la paz
entre las naciones. La inversión de riquezas fabulosas en la fabricación de armas siempre
nuevas impide la ayuda a los pueblos necesitados (cf PP 53), y obstaculiza su desarrollo. El
exceso de armamento multiplica las razones de conflictos y aumenta el riesgo de contagio.
La producción y el comercio de armas atañen hondamente al bien común de las
naciones y de la comunidad internacional. Por tanto, las autoridades públicas tienen el derecho
y el deber de regularlas.
I LA VOCACION A LA CASTIDAD
La castidad significa la integración lograda de la sexualidad en la persona, y por ello en
la unidad interior del hombre en su ser corporal y espiritual. La sexualidad, en la que se
expresa la pertenencia del hombre al mundo corporal y biológico, se hace personal y
verdaderamente humana cuando está integrada en la relación de persona a persona, en el don
mutuo entero y temporalmente ilimitado del hombre y de la mujer.
La virtud de la castidad, por tanto, entraña la integridad de la persona y la integralidad
del don.
La integridad de la persona
La castidad comporta un aprendizaje del dominio de sí, que es una pedagogía de la
libertad humana. La alternativa es clara: o el hombre controla sus pasiones y obtiene la paz, o
se deja dominar por ellas y se hace desgraciado (cf Si 1,22).
El dominio de sí es una obra que dura toda la vida. Nunca se la considerará adquirida
de una vez para siempre. Supone un esfuerzo repetido en todas las edades de la vida (cf Tt
2,1–6). El esfuerzo requerido puede ser más intenso en ciertas épocas, como cuando se forma
la personalidad, durante la infancia y la adolescencia.
La castidad tiene unas leyes de crecimiento; éste pasa por grados marcados por la
imperfección y, muy a menudo, por el pecado.
La castidad representa una tarea eminentemente personal; implica también un esfuerzo
cultural pues "el desarrollo de la persona humana y el crecimiento de la sociedad misma están
mutuamente condicionados" (GS 25,1). La castidad supone el respeto de los derechos de la
persona, en particular, el de recibir una información y una educación que respeten las
dimensiones morales y espirituales de la vida humana.
La castidad "debe calificar a las personas según los diferentes estados de vida: a unas,
en la virginidad o en el celibato consagrado, manera eminente de dedicarse más fácilmente a
Dios solo con corazón indiviso; a otras, de la manera que determina para ellas la ley moral,
según sean casadas o celibatarias" (CDF, decl. "Persona humana" 11). Las personas casadas
son llamadas a vivir la castidad conyugal; las otras practican la castidad en la continencia.
Los novios están llamados a vivir la castidad en la continencia. En esta prueba han de
ver un descubrimiento del mutuo respeto, un aprendizaje de la fidelidad y de la esperanza de
recibirse el uno y el otro de Dios. Reservarán para el tiempo del matrimonio las
manifestaciones de ternura específicas del amor conyugal. Deben ayudarse mutuamente a
crecer en la castidad.
Castidad y homosexualidad
La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan
una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Son
contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una
complementariedad afectiva y sexual verdadera. No pueden recibir aprobación en ningún caso.
Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales
profundamente radicadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la
mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y
delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas
están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio
de la cruz del Señor, las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.
Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante las virtudes de
dominio, educadoras de la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad
desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y
resueltamente a la perfección cristiana.
comunión espiritual. Entre bautizados, los vínculos del matrimonio están santificados por el
sacramento.
Por la unión de los esposos se realiza el doble fin del matrimonio: el bien de los esposos
y la transmisión de la vida. No se pueden separar estas dos significaciones o valores del
matrimonio sin alterar la vida espiritual de la pareja ni comprometer los bienes del matrimonio y
el porvenir de la familia.
Así, el amor conyugal del hombre y de la mujer queda situado bajo la doble exigencia de
la fidelidad y la fecundidad.
poder de los médicos y de los biólogos, e instaura un dominio de la técnica sobre el origen y
sobre el destino de la persona humana. Una tal relación de dominio es en sí contraria a la
dignidad e igualdad que debe ser común a padres e hijos" (cf CDF, instr. "Donum vitae" 82).
El hijo no es un derecho sino un don. El "don más excelente del matrimonio" es una
persona humana. El hijo no puede ser considerado como un objeto de propiedad, a lo que
conduciría el reconocimiento de un pretendido "derecho al hijo". A este respecto, sólo el hijo
posee verdaderos derechos: El de "ser el fruto del acto específico del amor conyugal de sus
padres, y tiene también el derecho a ser respetado como persona desde el momento de su
concepción" (CDF, instr. "Donum vitae" 96).
El evangelio enseña que la esterilidad física no es un mal absoluto. Los esposos que,
tras haber agotado los recursos legítimos de la medicina, padecen de esterilidad, deben
asociarse a la Cruz del Señor, fuente de toda fecundidad espiritual. Pueden manifestar su
generosidad adoptando hijos abandonados o realizando servicios sacrificados en beneficio del
prójimo.
El divorcio
El Señor Jesús insiste en la intención original del Creador que quería un matrimonio
indisoluble (cf Mt 5,31–32; 19,3–9; Mc 10,9; Lc 16,18; 1 Co 7,10–11), y abroga la tolerancia que
se había introducido en la ley antigua (cf Mt 19,7–9).
Entre bautizados católicos, "el matrimonio rato y consumado no puede ser disuelto por
ningún poder humano ni por ninguna causa fuera de la muerte" (CIC, can 1141).
La separación de los esposos con mantenimiento del vínculo matrimonial puede ser
legítima en ciertos casos previstos por el Derecho canónico (cf CIC, can. 1151–55).
El divorcio es una ofensa grave a la ley natural. Pretende romper el contrato, aceptado
libremente por los esposos, de vivir juntos hasta la muerte. El divorcio atenta contra la Alianza
de salvación de la cual el matrimonio sacramental es un signo. El hecho de contraer una nueva
unión, aunque reconocida por la ley civil, aumenta la gravedad de la ruptura: el cónyuge
casado de nuevo se haya entonces en situación de adulterio público y permanente:
El divorcio adquiere también su carácter inmoral por el desorden que introduce en la
célula familiar y en la sociedad. Este desorden entraña daños graves: para el cónyuge, que se
ve abandonado; para los hijos, traumatizados por la separación de los padres, y a menudo
viviendo en tensión a causa de sus padres; por su efecto de contagio, que hace de él una
verdadera plaga social.
La expresión en sí misma es engañosa: ¿qué puede significar una unión en la que las
personas no se comprometen entre sí y testimonian con ello una falta de confianza en el otro,
en sí mismo, o en el porvenir?
Esta expresión abarca situaciones distintas: concubinato, rechazo del matrimonio en
cuanto tal, incapacidad de unirse mediante compromisos a largo plazo (cf FC 81). Todas estas
situaciones ofenden la dignidad del matrimonio; destruyen la idea misma de la familia; debilitan
el sentido de la fidelidad.
Muchos reclaman hoy una especie de "unión a prueba" cuando existe intención de
casarse. Cualquiera que sea la firmeza del propósito de los que se comprometen en relaciones
sexuales prematuras, éstas "no garantizan que la sinceridad y la fidelidad de la relación
interpersonal entre un hombre y una mujer queden aseguradas, y sobre todo protegidas, contra
los vaivenes y las veleidades de las pasiones" (CDF, decl. "Persona humana" 7). La unión
carnal sólo es moralmente legítima cuando se ha instaurado una comunidad de vida definitiva
entre el hombre y la mujer. El amor humano no tolera la "prueba". Exige un don total y definitivo
de las personas entre sí (cf FC 80).
7º Mandamiento: No robarás.
I EL DESTINO UNIVERSAL Y LA PROPIEDAD PRIVADA DE LOS
BIENES
Al comienzo Dios confió la tierra y sus recursos a la administración común de la
humanidad para que tenga cuidado de ellos, los domine mediante su trabajo y se beneficie de
sus frutos (cf Gn 1,26–29). Los bienes de la creación están destinados a todo el género
humano. La apropiación de bienes es legítima para garantizar la libertad y la dignidad de las
personas, para ayudar a cada uno a atender sus necesidades fundamentales y las
necesidades de los que están a su cargo. Debe hacer posible que se viva una solidaridad
natural entre los hombres.
El derecho a la propiedad privada, adquirida por el trabajo, o recibida de otro por
herencia o por don, no anula la donación original de la tierra al conjunto de la humanidad. El
destino universal de los bienes continúa siendo primordial, aunque la promoción del bien
común exija el respeto de la propiedad privada, de su derecho y de su ejercicio.
"El hombre, al servirse de esos bienes , debe considerar las cosas externas que posee
legítimamente, no sólo como suyas, sino también como comunes, en el sentido de que han de
aprovechar no sólo a él, sino también a los demás" (GS 69,1).
Los bienes de producción –materiales o inmateriales– como tierras o fábricas,
profesiones o artes, requieren los cuidados de sus posesores para que su fecundidad
aproveche al mayor número de personas. Los poseedores de bienes de uso y consumo deben
usarlos con templanza reservando la mejor parte al huésped, al enfermo, al pobre.
La autoridad política tiene el derecho y el deber de regular en función del bien común el
ejercicio legítimo del derecho de propiedad (cf GS 71,4; SRS 42; CA 40; 48).
bienes prestados u objetos perdidos, defraudar en el ejercicio del comercio (cf Dt 25, 13–16),
pagar salarios injustos (cf Dt 24,14–15; St 5,4), elevar los precios especulando con la
ignorancia o la necesidad ajenas (cf Am 8,4–6).
Son también moralmente ilícitos, la especulación mediante la cual se pretende hacer
variar artificialmente la valoración de los bienes con el fin de obtener un beneficio en detrimento
ajeno; la corrupción mediante la cual se vicia el juicio de los que deben tomar decisiones
conforme a derecho; la apropiación y el uso privados de los bienes sociales de una empresa;
los trabajos mal hechos, el fraude fiscal, la falsificación de cheques y facturas, los gastos
excesivos, el despilfarro. Infligir voluntariamente un daño a las propiedades privadas o públicas
es contraria a la ley moral y exige reparación.
Las promesas deben ser cumplidas, y los contratos rigurosamente observados en la
medida en que el compromiso adquirido es moralmente justo.
Los contratos están sometidos a la justicia conmutativa, que regula los intercambios
entre las personas en el respeto exacto de sus derechos.
La justicia conmutativa se distingue de la justicia legal, que se refiere a lo que el
ciudadano debe equitativamente a la comunidad, y de la justicia distributiva que regula lo que
la comunidad debe a los ciudadanos en proporción a sus contribuciones y a sus necesidades.
En virtud de la justicia conmutativa, la reparación de la injusticia cometida exige la
restitución del bien robado a su propietario:
Los juegos de azar (de cartas, etc.) o las apuestas no son en sí mismos contrarios a la
justicia. No obstante, resultan moralmente inaceptables cuando privan a la persona de lo que le
es necesario para atender a sus necesidades o las de los demás. La pasión del juego corre
peligro de convertirse en una grave servidumbre. Apostar injustamente o hacer trampas en los
juegos constituye una materia grave, a no ser que el daño infligido sea tan leve que quien lo
padece no pueda razonablemente considerarlo significativo.
El séptimo mandamiento proscribe los actos o empresas que, por una u otra razón,
egoísta o ideológica, mercantil o totalitaria, conduce a esclavizar seres humanos, a
menospreciar su dignidad personal, a comprarlos, a venderlos y a cambiarlos como mercancía.
Cada uno tiene el derecho de iniciativa económica, y podrá usar legítimamente de sus
talentos para contribuir a una abundancia provechosa para todos, y para recoger los justos
frutos de sus esfuerzos. Deberá ajustarse a las reglamentaciones dictadas por las autoridades
legítimas con miras al bien común (cf CA 32; 34).
El acceso al trabajo y a la profesión debe estar abierto a todos sin discriminación
injusta, hombres y mujeres, sanos y disminuidos, autóctonos e inmigrados (cf. LE 19; 22–23).
El salario justo es el fruto legítimo del trabajo. Negarlo o retenerlo puede constituir una
grave injusticia (cf Lv 19,13; Dt 24,14–15; St 5,4). Para determinar la remuneración justa se han
de tener en cuenta a la vez las necesidades y las contribuciones de cada uno. "El trabajo debe
ser remunerado de tal modo que se den al hombre posibilidades de que él y los suyos vivan
dignamente su vida material, social, cultural y espiritual, teniendo en cuenta la tarea y la
productividad de cada uno, así como las condiciones de la empresa y el bien común" (GS
67,2). El acuerdo de las partes no basta para justificar moralmente el importe del salario.
La huelga es moralmente legítima cuando se presenta como un recurso inevitable, si no
necesario para obtener un beneficio proporcionado. Resulta moralmente inaceptable cuando va
acompañada de violencias o también cuando se lleva a cabo en función de objetivos no
directamente vinculados a las condiciones de trabajo o contrarios al bien común.
I VIVIR EN LA VERDAD
La verdad como rectitud de la acción y de la palabra humana tiene por nombre
veracidad, sinceridad o franqueza. La verdad o veracidad es la virtud que consiste en
mostrarse verdadero en sus actos y en decir verdad en sus palabras, evitando la duplicidad, la
simulación y la hipocresía.
"Los hombres no podrían vivir juntos si no tuvieran confianza recíproca, es decir, si no
se manifestasen la verdad" (S. Tomás de Aquino, s. th. 2–2, 109, 3 ad 1). La virtud de la
veracidad da justamente al prójimo lo que le es debido; observa un justo medio entre lo que
debe ser expresado y el secreto que debe ser guardado: implica la honradez y la discreción. En
justicia, "un hombre debe honestamente a otro la manifestación de la verdad" (S. Tomás de
Aquino, s.th. 2–2, 109,3).
Apuntes personales para Audiendas. - 45 -
II LA POBREZA DE CORAZON
Jesús exhorta a sus discípulos a preferirle a todo y a todos y les propone "renunciar a
todos sus bienes" (Lc 14,33) por él y por el Evangelio (cf Mc 8,35). Poco antes de su pasión les
mostró como ejemplo la pobre viuda de Jerusalén que, de su indigencia, dio todo lo que tenía
Apuntes personales para Audiendas. - 47 -
para vivir (cf Lc 21,4). El precepto del desprendimiento de las riquezas es obligatorio para
entrar en el Reino de los cielos.
- 48 - Que en ustedes vean solamente administrados de las cosa de Dios
Derecho Canónico.
1
El § 2 precisa con tres elementos jurídicos los presupuestos del culto público: en nombre de la Iglesia,
por una persona legítimamente designada (Cfr. C. 835) y por actos aprobados por la autoridad eclesiástica
competente (Cfr. 838). Por estas notas se diferencia el culto público o litúrgico de una comunidad de las
prácticas de piedad privadas o de religiosidad popular.
Apuntes personales para Audiendas. - 49 -
847 § 1. Para administrar los sacramentos en que deben emplearse los santos
óleos, el ministro debe utilizar aceite de oliva o de otras plantas, recientemente consagrado o
bendecido por el Obispo, quedando a salvo lo que prescribe el c. 999, 2; y no deben usarse
los antiguos si no hay necesidad.
§ 2. El párroco debe obtener los óleos sagrados del propio Obispo y guardarlos con
diligencia en lugar decoroso.
848 Fuera de las oblaciones determinadas por la autoridad competente, el
ministro no debe pedir nada por la administración de los sacramentos, y ha de procurar
siempre que los necesitados no queden privados de la ayuda de los sacramentos por
razón de su pobreza.
859 Si, por la lejanía u otras circunstancias, el que ha de ser bautizado no puede ir
o ser llevado sin grave inconveniente a la iglesia parroquial o a aquella otra iglesia u oratorio de
que se trata en el c. 858 § 2, puede y debe conferirse el bautismo en otra iglesia u oratorio
más cercanos, o en otro lugar decente.
860 § 1. Fuera del caso de necesidad, no debe administrarse el bautismo en casas
particulares, a no ser que el Ordinario del lugar lo hubiera permitido por causa grave.
§ 2. A no ser que el Obispo diocesano establezca otra cosa, el bautismo no debe
celebrarse en los hospitales, exceptuando el caso de necesidad o cuando lo exija otra razón
pastoral.
2
La razón de esta disposición hay que buscarla en la necesidad de la anotación del bautismo celebrado en
el libro parroquial de bautizos. Al párroco se corresponde garantizar que el bautismo se ha producido. Tan
es así que cualquier otro – incluido el Ordinario del lugar – debe informar del bautismo celebrado en
dicha parroquia.
En su parroquia, el párroco y el Ordinario del lugar pueden bautizar lícitamente a súbditos y no súbditos,
fuera del territorio se necesita licencia, aunque solo afecta a la licitud de la celebración.
3
Basta con una intención habitual, los otros requisitos son para la licitud.
- 52 - Que en ustedes vean solamente administrados de las cosa de Dios
4
La prueba más importante es el acta sacada del libro parroquial y en segundo lugar, está la prueba
testifical.
Apuntes personales para Audiendas. - 53 -
5
Tiene fuerza probatoria si solo se trata de evitar la repetición del bautismo dudoso, para confesarse o
para recibir la comunión.
6
Cuando tiene sentencia firme se le puede anotar con el nombre de los padres adoptivos, cuando no tiene
esta sentencia hay que anotarlo con el nombre biológico y una vez que reciben la firme se hace una nueva
acta y hay que hacer una llamada consultando al libro secreto de la curia, donde están los datos biológicos
y se hagan las adaptaciones
- 54 - Que en ustedes vean solamente administrados de las cosa de Dios
9017 El sacerdote tiene facultad para aplicar ( la idea es que como ministro presente
a dios las intenciones del pueblo independientemente de las intenciones leídas al comienzo de
la celebración) la Misa por cualesquiera, tanto vivos como difuntos.
902 Pueden los sacerdotes concelebrar la Eucaristía, a no ser que la utilidad de
los fieles requiera o aconseje otra cosa, permaneciendo, sin embargo, la libertad de cada uno
para celebrar individualmente la Eucaristía, pero no mientras se está concelebrando en la
misma iglesia u oratorio.
903 Aunque el rector de la iglesia no le conozca, admítase a celebrar al sacerdote
con tal de que presente carta comendaticia de su Ordinario o Superior, dada al menos en
el año, o pueda juzgarse prudentemente que nada le impide celebrar.
904 Los sacerdotes deben celebrar frecuentemente; es más, se recomienda
encarecidamente la celebración diaria, la cual, aunque no pueda tenerse con asistencia de
fieles, es una acción de Cristo y de la Iglesia, en cuya realización los sacerdotes cumplen su
principal ministerio.
905 § 1. Exceptuados aquellos casos no es lícito que el sacerdote celebre más
de una vez al día. (La idea es prevenir el cansancio y que la conmemoración se torne rutina
para el sacerdote y por otro lado no sea esta celebración medio para aumentar mi ingreso de
estipendios)
§ 2. Si hay escasez de sacerdotes, el Ordinario del lugar puede conceder que, con
causa justa, celebren dos veces al día, e incluso, cuando lo exige una necesidad pastoral, tres
veces los domingos y fiestas de precepto.
906 Sin causa justa y razonable, no celebre el sacerdote el Sacrificio eucarístico sin
la participación por lo menos de algún fiel.
907 En la celebración eucarística, no se permite a los diáconos ni a los laicos
decir las oraciones, sobre todo la plegaria eucarística, ni realizar aquellas acciones que
son propias del sacerdote celebrante.
908 Está prohibido a los sacerdotes católicos concelebrar la Eucaristía con
sacerdotes o ministros de Iglesias o comunidades eclesiales que no están en comunión
plena con la Iglesia católica. (Puesto que la Eucaristía es la comunión plena de la fe y
caridad)
909 No deje el sacerdote de prepararse debidamente con la oración para
celebrar el Sacrificio eucarístico, y dar gracias a Dios al terminar.
910 § 1. Son ministros ordinarios de la sagrada comunión (no igual a Eucaristía) el
obispo, el presbítero y el diácono.
§ 2. Es ministro extraordinario de la sagrada comunión el acólito, o también otro fiel
designado según el c. 230 § 3.
911 § 1. Tienen obligación y derecho a llevar la santísima Eucaristía a los enfermos
como Viático, el párroco y los vicarios parroquiales.
§ 2.En caso de necesidad, o con licencia al menos presunta del párroco, debe
hacerlo cualquier sacerdote u otro ministro de la sagrada comunión.
7
Con ellos está también autorizado a percibir estipendios (cc. 945-958). Los domingos y días de
precepto, el párroco debe aplicar una Misa por su parroquia c. 531§ 1
Apuntes personales para Audiendas. - 57 -
8
Se enumeran tres de los cuatros elementos esenciales de la confesión: 1) confesión de los pecados
graves, 2) arrepentimiento, 3) absolución de los pecados y 4) satisfacción. Esta se recoge en el c. 981
9
El pecado es siempre un acto personal. Por eso se exige que la acusación sea individual e íntegra. La
penitencia hay que concebirla como un acto interno, de una profundidad particular, en que un hombre no
puede ser sustituido por otro. En ella hay que destacar el “derecho de encontrarse personalmente con
Cristo Crucificado que perdona”.
10
La tercera fórmula o rito, consiste en la reconciliación de varios penitentes sin que estos tengan que
confesarse individualmente, sino que basta con su arrepentimiento. En este caso el ministro imparte una
sola absolución, pero con carácter general.
Apuntes personales para Audiendas. - 61 -
de un tiempo razonable, de manera que los penitentes, sin culpa por su parte, se verían
privados durante notable tiempo de la gracia sacramental o de la sagrada comunión; pero no
se considera suficiente necesidad cuando no se puede disponer de confesores a causa sólo de
una gran concurrencia de penitentes, como puede suceder en una gran fiesta o peregrinación.
§ 2.Corresponde al Obispo diocesano juzgar si se dan las condiciones requeridas a
tenor del § 1, 2, el cual, teniendo en cuenta los criterios acordados con los demás miembros de
la Conferencia Episcopal, puede determinar los casos en los que se verifica esa necesidad.
11
962 § 1.Para que un fiel reciba válidamente la absolución sacramental dada a varios a
la vez, se requiere no sólo que esté debidamente dispuesto, sino que se proponga a la vez
hacer en su debido tiempo confesión individual de todos los pecados graves que en las
presentes circunstancias no ha podido confesar de ese modo.
§ 2.En la medida de lo posible, también al ser recibida la absolución general, instrúyase
a los fieles sobre los requisitos expresados en el § 1, y exhórtese antes de la absolución
general, aun en peligro de muerte si hay tiempo, a que cada uno haga un acto de contrición.
963 Quedando firme la obligación de que trata el c. 989, aquel a quien se le perdonan
pecados graves con una absolución general, debe acercarse a la confesión individual lo antes
posible, en cuanto tenga ocasión, antes de recibir otra absolución general, de no interponerse
causa justa.
964 § 1.El lugar propio para oír confesiones es una iglesia u oratorio.
§ 2.Por lo que se refiere a la sede para oír confesiones, la Conferencia Episcopal dé
normas, asegurando en todo caso que existan siempre en lugar patente confesionarios
provistos de rejillas entre el penitente y el confesor que puedan utilizar libremente los fieles que
así lo deseen.
§ 3. No se deben oír confesiones fuera del confesionario, si no es por justa causa.
11
Si falta un de esas condiciones (la disposición subjetiva y el compromiso de confesarse) la confesión
general sería inválida.
12
Por la sagrada ordenación el sacerdote recibe lo que se lama potestad sagrada, que le habilita
ontológicamente para administrar los sacramentos. Pero esto no es suficiente en el caso de la confesión
porque es necesario que se le habilite concediéndole esta facultad de manera expresa. Eso se realiza de
tres maneras: ipso iure, por concesión o por vía de la suplencia (c.144). De esta forma quien no está
debidamente facultado, administrara la absolución sacramental o simplemente oyera una confesión
sacramental, incurriría en una pena latae sententiae de entredicho o, si se trata de un clérig, de
suspensión (c. 1378 § 2.2º)
- 62 - Que en ustedes vean solamente administrados de las cosa de Dios
968 § 1.Dentro del ámbito de su jurisdicción, por razón del oficio gozan de la facultad de
confesar el Ordinario del lugar, el canónigo penitenciario y también el párroco y aquellos que
ocupan su lugar.
§ 2. En virtud del oficio tienen la facultad de oír confesiones de sus súbditos o de
aquellos que moran día y noche en la casa, aquellos Superiores de un instituto religioso o de
una sociedad de vida apostólica clericales de derecho pontificio que, según las constituciones,
están dotados de potestad ejecutiva de régimen, permaneciendo lo establecido en el c. 630 §
4.
969 § 1. Sólo el Ordinario del lugar (por tener potestad ejecutiva aneja al oficio) es
competente para otorgar la facultad de oír confesiones de cualesquiera fieles a cualquier
presbítero; pero los presbíteros que son miembros de un instituto religioso no deben usarla sin
licencia, al menos presunta, de su Superior.
§ 2. El Superior de un instituto religioso o de una sociedad de vida apostólica al que se
refiere el c. 968 § 2 es competente para otorgar a cualesquiera presbíteros la facultad de oir
confesiones de sus súbditos y de aquellos otros que moran día y noche en la casa.
970 La facultad de oír confesiones sólo debe concederse a los presbíteros que hayan
sido considerados aptos mediante un examen, o cuya idoneidad conste de otro modo.
971 El Ordinario del lugar no debe conceder a un presbítero la facultad de oír
habitualmente confesiones, aunque tenga el domicilio o cuasidomicilio dentro del ámbito de su
jurisdicción, sin haber oído antes al Ordinario del presbítero, en la medida en que sea posible.
972 La autoridad competente, indicada en el c. 969, puede conceder la facultad de oír
confesiones tanto por un tiempo indeterminado como determinado.
97313 La facultad de oír habitualmente confesiones debe concederse por escrito.
974§ 1.El Ordinario del lugar y el Superior competente no deben revocar sin causa
grave la facultad de oír habitualmente confesiones.
§ 2.Si la facultad de oír confesiones es revocada por el Ordinario del lugar que la
concedió, del que trata el c. 967 §2, el presbítero queda privado de la misma en todas partes; si
es revocada por otro Ordinario del lugar, queda privado de ella sólo en el territorio del que la
revoca.
§ 3. Todo Ordinario del lugar que revoca a un presbítero la facultad de oír confesiones
debe comunicarlo al Ordinario propio del presbítero por razón de la incardinación o, si se trata
de un miembro de un instituto religioso, a su Superior competente.
§ 4. Si la facultad de oír confesiones es revocada por el Superior mayor propio, el
presbítero queda privado de la misma en todas partes, respecto a los miembros del instituto;
pero si es revocada por otro Superior competente, la pierde sólo para con los súbditos dentro
del ámbito de la potestad de éste.
975 La facultad de que trata el c. 967 § 2, cesa no sólo por revocación, sino también
por pérdida del oficio, excardinación o cambio de domicilio.
976 Todo sacerdote, aun desprovisto de facultad para confesar, absuelve válida y
lícitamente a cualquier penitente que esté en peligro de muerte de cualesquiera censuras
y pecados, aunque se encuentre presente un sacerdote aprobado. (Aquí lo que prevalece
es el orden sagrado – potestad sacerdotal –.)
97714 Fuera de peligro de muerte, es inválida la absolución del cómplice en un pecado
contra el sexto mandamiento del Decálogo.
978 § 1. Al oír confesiones, tenga presente el sacerdote que hace las veces de juez y de
médico, y que ha sido constituido por Dios ministro de justicia y a la vez de misericordia divina,
para que provea al honor de Dios y a la salud de las almas.
13
Hay que señalar que esta disposición no tiene efecto retroactivo (en el pasado). Por tanto, a quien se le
concedió oralmente la facultad habitual de confesar sigue gozando de la misma. Actualmente la
facultades habituales deben darse por escrito (c. 37), si bien la escritura no se exige para la validez de la
confesión.
14
Podemos distinguir dos situaciones: la absolución de cómplice en circunstancias normales y la
absolución en peligro de muerte. En circunstancias normales no solo es ilícita, sino también inválida.
Pero esta ley admite una excepción: en peligro de muerte.
Apuntes personales para Audiendas. - 63 -
15
Aunque parezca extraño, el penitente que confiesa sus pecados al confesor tiene derecho a recibir la
absolución sacramental. Si no duda de la buena fe del penitente, el confesor no puede negarle el
perdón de los pecados acusados. Tampoco se le puede absolver de uno pecados y no de los otros.
16
Se distingue entre el sigilo sacramental, que obliga sólo a los confesores, y la obligación de guardar
secreto que afecta a los intérpretes y a cuantos conozcan pecado manifiesto en confesión. Basándose en el
c. 1388, podemos hablar de violación directa del sigilo – cuando a la vez se manifiesta el pecado y el
pecador, publicando sus nombres u otras cualidades identificantes – y violación indirecta – cuando se
manifiesta sólo el pecado o sólo el pecador, pero, a la vez, indicando ciertos datos por los que se puede
averiguar su identidad o dar sospechas –.
Puede ocurrir el caso en que el penitente podría liberar al confesor del secreto que le ha confiado, pero
no en sigilo sacramental. Si el penitente insistiera en que el confesor declare a su favor, el ideal sería que
el penitente manifestara su pecado fuera del confesionario.
- 64 - Que en ustedes vean solamente administrados de las cosa de Dios
988 § 1. El fiel está obligado a confesar según su especie y número todos los
pecados graves cometidos después del bautismo y aún no perdonados directamente por la
potestad de las llaves de la Iglesia ni acusados en confesión individual, de los cuales tenga
conciencia después de un examen diligente.
§ 2. Se recomienda a los fieles que confiesen también los pecados veniales.
98918 Todo fiel que haya llegado al uso de razón, está obligado a confesar fielmente sus
pecados graves al menos una vez al año. (El confesarse por los menos una vez al año y el
comulgar al menos en el día de Pascua son dos preceptos diferentes)
990 No se prohíbe a nadie la confesión mediante intérprete, con tal de que se eviten
abusos y escándalos, sin perjuicio de lo que prescribe el c. 983 § 2.
991 Todo fiel tiene derecho a confesarse con el confesor legítimamente aprobado que
prefiera, aunque sea de otro rito.
17
Si falta la buena disposición el confesor puede negarle la absolución, pues sin esta disposición la
absolución es inválida.
18
Dada la relación que guarda éste con el c. 920, que habla de la obligación de comulgar una vez al año, a
ser posible en tiempo pascual, parece más coherente (pero por esto no exige) que la confesión se haga en
la misma época, en que el cristiano debe recibir la sagrada comunión.
19
Los principio teológicos que justifican su existencia son los siguientes: a) la distinción entre pecado,
que se perdona con el sacramento de la penitencia, con que el pecador recupera la amistad con Dios y
pena temporal a causa de las secuelas del pecado. Ésta subsiste aún tras el perdón de los pecados; b) el
dogma de comunión de los santos, los cristianos estando unidos a Cristo y por Cristo formamos una
persona mística; c) de ahí el tesoro espiritual de la Iglesia que conlleva los méritos de Cristo, de la
Virgen y de los Santos; d) la mediación de la Iglesia, que, como administradora de la redención, aplica a
los fieles, convenientemente dispuestos, el tesoro espiritual.
La eficacia depende de la buena disposición del pecador que, realmente convertido y vuelto a Dios,
coopera personalmente con el don de Dios.
20
Hay que recordar que los Obispos diocesanos, según el decreto de la Sagrada Penitenciaría de
14.12.1985, están autorizados a impartir la bendición papal tres veces al año con indulgencia plenaria
para sus fieles y cuantos asistan al acto, lo contemplen u oigan a través de la televisión o la radio. Los
Obispos diocesanos y equiparados, desde la toma de posesión, pueden conceder indulgencias parciales
a persona.
21
Hace falta que el fiel tenga la intención general de ganar las indulgencias, realizar las acciones
prescriptas en cada caso y cumplir todas las condiciones generales: confesión, comunión y oración por las
intenciones del Papa. Estas obras pueden hacerse unos días antes o después de la realización de la acción
u obra concreta y específica, a realizar en ese caso, o visitar determinado santuario. Si no se cumple estos
requisitos, la indulgencia sólo será parcial, salvo dispensa o conmutación.
Apuntes personales para Audiendas. - 65 -
§ 2. Sin embargo, para que el sujeto capaz las lucre debe tener al menos intención
general de conseguirlas, y cumplir las obras prescritas dentro del tiempo determinado y de la
manera debida, según el tenor de la concesión.
997 Por lo que se refiere a la concesión y uso de las indulgencias, se han de observar
además las restantes prescripciones que se contienen en las leyes peculiares de la Iglesia.
22
Sacram unctionem infirmorum de Pablo VI es de importancia por cuanto introduce una serie de
modificaciones respecto de la forma sacramental, de la materia (el aceite de oliva puede sustituirse por
aceite de otras plantas), la reiterabilidad, menores exigencias en la gravedad de la enfermedad, etc.
23
El presbítero también esta autorizado a bendecir cuando no tiene óleo bendecido por el Obispo en la
Misa crismal y la unción no puede retrasarse por más tiempo. Parece lógico que bendiga sólo el aceite,
que necesita para esa administración. Si le sobra, debe ponerse en un algodón y ser quemado.
- 66 - Que en ustedes vean solamente administrados de las cosa de Dios
24
El canon sienta esta presunción: todo cristiano tiene esta intención, mientras no conste claramente lo
contrario. Y ello vale aun cuando el enfermo hubiera llevado una vida poco cristiana. Es más, aún cuando
hubiera muerto en un acto pecaminoso (Cfr. C. 1007).
25
Nos hallamos ante un pecador que, de forma obstinada (consciente) y manifiesta, quiere persistir en su
pecado (concubinato, hostilidad clara contra la fe cristiana o la Iglesia, etc.). esta negación no debe verse
como un castigo, sino como una forma de respeto a su conciencia y a su libertad.
Apuntes personales para Audiendas. - 67 -
o impedimento y que haya cumplido los requisitos previos, a tenor de los cc. 1033-1039; es
necesario, además, que se tengan los documentos indicados en el c. 1050, y que se haya
efectuado el escrutinio prescrito en el c. 1051.
§ 2. Se requiere también que, a juicio del mismo legítimo Superior, sea considerado
útil para el ministerio de la Iglesia.
§ 3. Al Obispo que ordena a un súbdito propio destinado al servicio de otra diócesis,
debe constarle que el ordenando quedará adscrito a esa diócesis.
26
Los impedimentos, sean simples o perpetuos, sólo afectan a la licitud, no a la validez de la ordenación.
No se les puede calificar de penas, aunque a veces se basan en una acción delictiva.
- 68 - Que en ustedes vean solamente administrados de las cosa de Dios
27
Significada ahora en la unión de Cristo y la Iglesia. En cuanto a los fines son los que diferencian a la
unión matrimonial frente a otras uniones: la perfección y el bien de los cónyuges (Gen 2, 18) y al
generación y educación del la prole (Gen 1, 28).
28
La Unidad significa que la unión es de un hombre y una mujer, excluyéndose – sin excepción – toda
otra relación marital simultanea. La indisolubilidad significa que el matrimonio válido perdura por vida
de los esposos, excluyéndose en todo caso una disolución por voluntad de los mismos (indisolubilidad
intrínseca) así como fundamentalmente toda disolución por una autoridad pública.
Apuntes personales para Audiendas. - 69 -
1059 El matrimonio de los católicos, aunque sea católico uno solo de los contrayentes,
se rige no sólo por el derecho divino sino también por el canónico, sin perjuicio de la
competencia de la potestad civil sobre los efectos meramente civiles del mismo matrimonio.
1060 El matrimonio goza del favor del derecho; por lo que en la duda se ha de estar por
la validez del matrimonio mientras no se pruebe lo contrario.
106129 § 1 El matrimonio válido entre bautizados se llama sólo rato, si no ha
sido consumado; rato y consumado, si los cónyuges han realizado de modo humano (tiene
que haber inteligencia, voluntad y libertad) el acto conyugal apto de por sí para engendrar la
prole (erección, penetración y eyaculación, a esto se lo llama coito), al que el matrimonio se
ordena por su misma naturaleza y mediante el cual los cónyuges se hacen una sola carne.
§ 2. Una vez celebrado el matrimonio, si los cónyuges han cohabitado, se presume la
consumación, mientras no se pruebe lo contrario.
§ 3. El matrimonio inválido se llama putativo, si fue celebrado de buena fe al menos
por uno de los contrayentes, hasta que ambos adquieran certeza de la nulidad.
1062 § 1. La promesa de matrimonio, tanto unilateral como bilateral, a la que se llama
esponsales, se rige por el derecho particular que haya establecido la Conferencia Episcopal,
teniendo en cuenta las costumbres y las leyes civiles, si las hay.
§ 2. La promesa de matrimonio no da origen a una acción para pedir la celebración del
mismo; pero si para el resarcimiento de daños, si en algún modo es debido.
29
Una cópula completa no será consumación del matrimonio, si el acto se realiza faltándole los elementos
de un acto humano.
- 70 - Que en ustedes vean solamente administrados de las cosa de Dios
107130 § 1. Excepto en caso de necesidad, nadie debe asistir sin licencia (no
dispensa) del Ordinario del lugar (casos especiales en cuanto matrimonio prohibido):
1º al matrimonio de los vagos (no tienen domicilios ni cuasidomisilio);
2º al matrimonio que no puede ser reconocido o celebrado según la ley civil; (para
proteger los derechos civiles de los cónyuges)
3º al matrimonio de quien esté sujeto a obligaciones naturales nacidas de una unión
precedente, hacia la otra parte o hacia los hijos de esa unión;
4º al matrimonio de quien notoriamente hubiera abandonado la fe católica;
5º al matrimonio de quien esté incurso en una censura;
6º al matrimonio de un menor de edad, si sus padres lo ignoran o se oponen
razonablemente;
7º al matrimonio por procurador, del que se trata en el c. 1105.
§ 2.El Ordinario del lugar no debe conceder licencia para asistir al matrimonio de quien
haya abandonado notoriamente la fe católica, si no es observando con las debidas
adaptaciones lo establecido en el c. 1125.
1072 Procuren los pastores de almas disuadir de la celebración del matrimonio a los
jóvenes que aún no han alcanzado la edad en la que según las costumbres de la región se
suele contraer.
30
En cuanto al nº 1 y 7están motivados por razones técnicas o dificultades mayores para asegurar
que nada se opone a su celebración, Cfr cc. 1100 y 1105. En el nº 2 se deja claro que la ley civil no está
por encima de la canónica y que hay casos que la Iglesia está dispuesta a recibir matrimonios canónicos
aun en circunstancias en que a los contrayentes no sea posible el matrimonio civil. En el nº 4 se trata de
los casos que sólo uno de los contrayentes ha abandonado la de católica sin adherirse a otra comunidad. Si
el abandono no es notorio no será necesario recabar la licencia del Ordinario: el matrimonio canónico
seria necesario en razón del católico c. 1117, y el Ordinario no tendría en el caso facultad para dispensar
de la forma canónica, c. 1127 § 2. En el nº 5 se trata de excomunión y el entredicho en los cc. 1331§§ 1-
2, 1132. Ahí está la razón, en que uno de los efectos de esta pena es precisamente la prohibición de
celebrar y recibir los sacramentos. En el nº 6 son menores, a tenor del c. 97, los que no han cumplido18
años.
Apuntes personales para Audiendas. - 71 -
31
Sujetos competentes para dispensar de los impedimentos con el Ordinario de lugar tanto en los
casos públicos como en los ocultos. En cambio, los párrocos y equiparados, los ministros sagrados
delegados, y sacerdote o diácono, que asisten al matrimonio a tenor del c. 1116 § 2, sólo pueden dispensar
en los casos ocultos. No obstante , ninguno de ellos pude dispensa de la forma jurídica,
- 72 - Que en ustedes vean solamente administrados de las cosa de Dios
consentimiento matrimonial. (Desde el c. 1097 hasta este se refieren acerca del error en el
consentimiento)
1100 La certeza o la opinión acerca de la nulidad del matrimonio no excluye
necesariamente el consentimiento matrimonial.
1101 § 1. El consentimiento interno de la voluntad se presume que está conforme con las
palabras o signos empleados al celebrar el matrimonio.
§ 2.Pero si uno o ambos contrayentes excluyen con un acto positivo de la voluntad el
matrimonio mismo, o un elemento esencial del matrimonio, o una propiedad esencial, contraen
inválidamente (Absoluta cuando no quiere casarse o niega la sacramentalidad, parcial
cuando niega un elemento esencial. En este canon se habla acerca de la simulación).
1102 § 1. No puede contraerse válidamente matrimonio bajo condición de futuro.
§ 2. El matrimonio contraído bajo condición de pasado o de presente es válido ono,
según que se verifique o no aquello que es objeto de la condición.
§ 3. Sin embargo, la condición que trata el § 2 no puede ponerse lícitamente sin
licencia escrita del Ordinario del lugar.
1103 Es inválido el matrimonio contraído por violencia o por miedo grave proveniente
de una causa externa, incluso el no inferido con miras al matrimonio, para librarse del cual
alguien se vea obligado a casarse.
1104 § 1. Para contraer válidamente matrimonio es necesario que ambos
contrayentes se hallen presentes en un mismo lugar, o en persona o por medio de un
procurador.
§ 2. Expresen los esposos con palabras el consentimiento matrimonial; o, si no
pueden hablar, con signos equivalentes.
1105 § 1. Para contraer válidamente matrimonio por procurador, se requiere:
1º que se haya dado mandato especial para contraer con una persona determinada;
2º que el procurador haya sido designado por el mandante, y desempeñe personalmente
esa función.
1106 El matrimonio puede contraerse mediante intérprete, pero el párroco no debe asistir
si no le consta la fidelidad del intérprete.
1107 Aunque el matrimonio se hubiera contraído inválidamente por razón de un
impedimento o defecto de forma, se presume que el consentimiento prestado persevera,
mientras no conste su revocación. (Mientras no se muestra la invalidez es AD VALIDITATEM si
no esta no hay sacramento aunque el ordinario pueda dispensar)
1º que la parte católica declare que está dispuesta a evitar cualquier peligro de
apartarse de la fe (promete hacer lo posible, se trata de proteger la fe del católico y no trabar
el matrimonio), y prometa sinceramente que hará cuanto le sea posible para que toda la prole
se bautice y se eduque en la Iglesia católica;
2º que se informe en su momento al otro contrayente sobre las promesas que debe
hacer la parte católica, de modo que conste que es verdaderamente consciente de la
promesa y de la obligación de la parte católica;
3º que ambas partes sean instruidas sobre los fines y propiedades esenciales del
matrimonio, que no pueden ser excluidos por ninguno de los dos.
1126 Corresponde a la Conferencia Episcopal determinar tanto el modo según el cual
han de hacerse estas declaraciones y promesas, que son siempre necesarias (sino no se
puede dar dispensas), como la manera de que quede constancia de las mismas en el fuero
externo y de que se informe a la parte no católica.
1127 § 1. En cuanto a la forma que debe emplearse en el matrimonio mixto, se han de
observar las prescripciones del c. 1108; pero si contrae matrimonio una parte católica con
otra no católica de rito oriental, la forma canónica se requiere únicamente para la licitud; pero
se requiere para la validez la intervención de un ministro sagrado, observadas las demás
prescripciones del derecho.
§ 2. Si hay graves dificultades para observar la forma canónica, el Ordinario del
lugar de la parte católica tiene derecho a dispensar de ella en cada caso, compete a la
Conferencia Episcopal establecer normas para que dicha dispensa se conceda con unidad de
criterio.
§ 3. Se prohíbe que, antes o después de la celebración canónica a tenor del § 1,
haya otra celebración religiosa del mismo matrimonio para prestar o renovar el
consentimiento matrimonial; asimismo, no debe hacerse una ceremonia religiosa en la cual,
juntos el asistente católico y el ministro no católico y realizando cada uno de ellos su propio rito,
pidan el consentimiento de los contrayentes.
eclesiástica, promulgada por una potestad superior, respetando los límites de su competencia
por razón del territorio o de las personas.
§ 2. La ley puede determinar la pena, o dejar su determinación a la prudente
estimación del juez.
§ 3. La ley particular puede también añadir otras penas a las ya establecidas por ley
universal contra algún delito, pero no se haga esto sin una necesidad gravísima. Y cuando la
ley universal conmina con una pena indeterminada o facultativa, la ley particular puede también
establecer en su lugar una pena determinada u obligatoria.
1317 Las penas han de establecerse sólo en la medida en que sean verdaderamente
necesarias (que la pena sea el último recurso para custodiar el bien común de la comunidad)
para proveer mejor a la disciplina eclesiástica. La expulsión del estado clerical no se puede
establecer en una ley particular (Pues al ser el sacerdote es de la iglesia Universal sólo tiene
esta facultad el Papa).
1318 No establezca el legislador penas latae sententiae, si no es acaso contra algunos
delitos dolosos especiales que puedan causar un escándalo más grave, o no puedan
castigarse eficazmente con penas ferendae sententiae; y no debe establecer censuras,
especialmente la excomunión, si no es con máxima moderación, y sólo contra los delitos
más graves.
1319 § 1. En la medida en que alguien, en virtud de su potestad de régimen, puede
imponer preceptos en el fuero externo, puede también conminar (Requiere la autoridad un
mandato, dando a conocer la sanción o pena a la que está expuesto en cado de
incumplimiento) mediante precepto con penas determinadas, excepto las expiatorias
perpetuas.
§ 2. Sólo debe darse un precepto penal tras diligente reflexión, y observando lo que
se establece en los cc. 1317 y 1318 sobre las leyes particulares.
Del Libro VI. Titulo III del Sujeto Pasivo de las Sanciones Penales .
(Quién es el sujeto de la pena)
1321 § 1. Nadie puede ser castigado, a no ser que la violación externa de una ley o
precepto que ha cometido le sea gravemente imputable por dolo o culpa. (Otra vez el principio
de legalidad)
§ 2. Queda sujeto a la pena establecida por una ley o precepto quien los infringió
deliberadamente (dolo); quien lo hizo por omisión (culpa) de la debida diligencia, no debe ser
castigado, a no ser que la ley o el precepto dispongan otra cosa.
§ 3. Cometida la infracción externa, se presume la imputabilidad, a no ser que
conste lo contrario. (Presuntio iuris)
1322 Se consideran incapaces de cometer un delito quienes carecen habitualmente de
uso de razón, aunque hayan infringido una ley o precepto cuando parecían estar sanos.
1323 No queda sujeto a ninguna pena quien, cuando infringió una ley o precepto:
1º aún no había cumplido dieciséis años;
2º ignoraba (inadvertencia o error) sin culpa que estaba infringiendo una ley o precepto;
y a la ignorancia se equiparan la inadvertencia y el error;
3º obró por violencia, o por caso fortuito que no pudo preverse o que, una vez previsto,
no pudo evitar;
4º actuó coaccionado por miedo grave, aunque lo fuera sólo relativamente, o por
necesidad o para evitar un grave perjuicio, a no ser que el acto fuera intrínsecamente malo o
redundase en daño de las almas;
5º actuó en legítima defensa contra un injusto agresor de sí mismo o de otro,
guardando la debida moderación; (son las dos condiciones que se deben guardar)
6º carecía de uso de razón, sin perjuicio de lo que se prescribe en los cc. 1324 §1, 2 y
1325;
7º juzgó sin culpa que concurría alguna de las circunstancias indicadas en los nn. 40 ó
50.
Apuntes personales para Audiendas. - 79 -
prescripción y 4) absolución o remisión: actos jurídicos del superior competente que suprime
laos efectos de la pena, cuando se trata de una censura es un acto de justicia, en las otras
penas es un acto agraciable – ver apéndice I del ritual de la penitencia –. )
1354 § 1. Además de los que se enumeran en los cc. 1355-1356, todos aquellos que
pueden dispensar de una ley penal, o eximir de un precepto en el que se conmina con una
pena, pueden también remitir esa pena.
§ 2. La ley o el precepto que establece una pena puede también conceder a otros
la potestad de remitirla.
§ 3. Si la Sede Apostólica se reservase a sí misma, o a otros, la remisión de una
pena, la reserva se ha de interpretar estrictamente.
1355 § 1. Pueden remitir una pena establecida por ley, si ya ha sido impuesta o
declarada y con tal de que no esté reservada a la Sede Apostólica:
1º el Ordinario que promovió el juicio para imponer o declarar la pena, o la impuso o
declaró mediante un decreto personalmente o por medio de otro;
2º el Ordinario del lugar en el que se encuentra el delincuente, después de haber
consultado, sin embargo, al Ordinario del que se trata en el n. 1, a no ser que esto sea
imposible por circunstancias extraordinarias.
§ 2. Si no está reservada a la Sede Apostólica, el Ordinario puede remitir una pena
latae sententiae, establecida por ley y aún no declarada, a sus súbditos y a quienes se
encuentran en su territorio o hubieran delinquido allí; y también cualquier Obispo, pero sólo
dentro de la confesión sacramental.
1356 § 1. Pueden remitir una pena ferendae o latae sententiae establecida mediante
precepto que no haya sido dado por la Sede Apostólica:
1º el Ordinario del lugar en el que se encuentra el delincuente;
2º si la pena ha sido impuesta o declarada, también el Ordinario que promovió el juicio
para imponer o declarar la pena, o la impuso o declaró mediante un decreto personalmente o
por medio de otro.
§ 2.Antes de proceder a la remisión, se ha de consultar a quien dio el precepto, a no
ser que esto sea imposible por circunstancias extraordinarias.
1357 § 1. Sin perjuicio de las prescripciones de los cc. 508 (canon penitenciario) y 976
(en peligro de muerte), el confesor puede remitir en el fuero interno sacramental la censura
latae sententiae de excomunión o de entredicho (la suspensión no prohíbe recibir
sacramentos ni presidirlos) que no haya sido declarada, si resulta duro (condición necesaria)
al penitente permanecer en estado de pecado grave durante el tiempo que sea necesario para
que el Superior provea. (El modo ordinario de remitir es el fuero externo y por alguien que
posea la potestad de gobierno, acá se marca una excepción: el fuero interno sacramental. El
fundamento teológico es: 1) la salvación de c/u y 2) el bien común de la comunidad.)
§ 2. Al conceder la remisión, el confesor ha de imponer al penitente la obligación de
recurrir en el plazo de un mes, bajo pena de reincidencia, al Superior competente o a un
sacerdote que tenga esa facultad, y de atenerse a sus mandatos; entretanto, imponga una
penitencia conveniente y, en la medida en que esto urja, la reparación del escándalo y del
daño; el recurso puede hacerse también por medio del confesor, sin indicar el nombre del
penitente. (Dice lo que hay que hacer inmediatamente. Por eso hay que asegurar que reparará
el daño por eso siguen algunas penas – satisfacciones – sumado a que recurra al fuero
externo, de ahí que dentro del plazo de un mes, lo puede hacer el penitente en persona o por
medio del confesor. Si el recurso lo hace el confesor, no debe enterarse de la respuesta de la
autoridad, la forma de presentar el recurso por confesor es:1) asegurar que la carta la reciba la
autoridad – enviándola en dos sobres donde el 2º diga “sub secreto Obispo” – 2) escribir
sucintamente el caso sin nombre del penitente, 3) dar los detalles necesarios)
§ 3. Tienen el mismo deber de recurrir, después de haberse restablecido de su
enfermedad, quienes, según el c. 976, fueron absueltos de una censura impuesta o declarada,
o reservada a la Sede Apostólica.
1358 § 1. Sólo puede concederse la remisión de una censura al delincuente que haya
cesado en su contumacia, conforme al c. 1347 § 2; pero no puede negarse a quien haya
cesado en su contumacia.
- 84 - Que en ustedes vean solamente administrados de las cosa de Dios
§ 2. Quien remite una censura puede proveer según el c. 1348, o también imponer
una penitencia. (Es un canon complementario del anterior)
1359 Si alguien está sujeto a varias penas, la remisión vale solamente para aquellas
que se expresan en la misma; pero la remisión general perdona todas las penas, exceptuadas
aquellas que el reo calló de mala fe en la petición.
1360 Es inválida la remisión de una pena obtenida mediante miedo grave.
1361 § 1. La remisión puede también concederse a quien se halla ausente, o bajo
condición.
§ 2. La remisión en el fuero externo debe concederse por escrito, a no ser que
una causa grave aconseje otra cosa.
§ 3. Cuídese de que no se divulgue la petición de remisión o la remisión misma, a
no ser en la medida en que esto sea útil para la buena fama del reo, o necesario para reparar
el escándalo.
1362 § 1.La acción criminal se extingue por prescripción (Es un instituto jurídico donde
el cumplimiento de un plazo para condona la pena. En general si se tarda más de tres años, el
caso no se puede llevar a tribunal; si son varios casos de diferentes especies se toma como
tiempo el último acto) a los tres años, a no ser que se trate:
1º de los delitos reservados a la Congregación para la Doctrina de la Fe;
2º de la acción por los delitos de los que se trata en los cc. 1394, 1395, 1397 y 1398, la
cual prescribe a los cinco años;
3º de los delitos que no se castigan por el derecho común, si la ley particular determina
otro plazo para la prescripción.
§ 2. El tiempo para la prescripción comienza a contarse a partir del día en el
que se cometió el delito, o, cuando se trata de un delito continuado o habitual, a partir del día
en que cesó.
Del Libro VI. Parte II de las Penas para cada uno de los Delitos .
Del Libro VI. Titulo I de los Delitos contra la Religión y la Unidad de la
Iglesia.
1364 § 1. El apóstata de la fe, el hereje o el cismático incurren en excomunión latae
sententiae (es el único caso que la excomunión pone afuera de la Iglesia debido a la
naturaleza del delito, donde el delincuente no quiere ser de la Iglesia), quedando firme lo
prescrito en el c. 194 § 1, 2; el clérigo puede ser castigado además con las penas enumeradas
en el c. 1336 § 1, 1 , 2 y 3 .
§ 2. Si lo requiere la contumacia prolongada o la gravedad del escándalo, se
pueden añadir otras penas, sin exceptuar la expulsión del estado clerical.
1365 El reo de communicatio in sacris (se funda en la unidad de la fe que surge de la
comunión en los sacramentos) prohibida ha de ser castigado con una pena justa. (Preceptiva
indeterminada)
1366 Los padres, o quienes hacen sus veces, que entregan a sus hijos para que sean
bautizados o educados en una religión acatólica, deben ser castigados con una censura u
otra pena justa. (Preceptiva determinada)
1367 Quien arroja por tierra (la idea es tirar con desprecio) las especies consagradas,
o las lleva o retiene con una finalidad sacrílega, incurre en excomunión latae sententiae
reservada a la Sede Apostólica; el clérigo puede ser castigado además con otra pena, sin
excluir la expulsión del estado clerical. (Facultativa indeterminada)
1368 Si alguien comete perjurio (violación de un juramento promisorio o asertorio
invocando la persona de Dios) al afirmar o prometer algo ante una autoridad eclesiástica, debe
ser castigado con una pena justa. (Preceptiva indeterminada)
1369 Quien, en un espectáculo o reunión públicos, en un escrito divulgado, o de
cualquier otro modo por los medios de comunicación social, profiere una blasfemia, atenta
gravemente contra las buenas costumbres, injuria la religión o la Iglesia o suscita odio o
desprecio contra ellas debe ser castigado con una pena justa. (Preceptiva indeterminada)
Apuntes personales para Audiendas. - 85 -
1381 § 1. Quienquiera que usurpe un oficio eclesiástico debe ser castigado con una
pena justa. (Preceptiva indeterminada)
§ 2. Se equipara a la usurpación la retención ilegítima después de haber sido
privado del cargo o haber cesado en el mismo.
1382 El Obispo que confiere a alguien la consagración episcopal sin mandato
pontificio, así como el que recibe de él la consagración, incurre en excomunión latae
sententiae reservada a la Sede Apostólica.
1383 El Obispo que, contra lo prescrito en el c. 1015, ordena a un súbdito ajeno sin las
legítimas dimisorias, incurre en la prohibición de ordenar durante un año. Y quien recibió la
ordenación queda ipso facto suspendido en el orden que recibió. (Preceptiva determinada)
1384 Quien, fuera de los casos de los que se trata en los cc. 1378-1383, ejerce
ilegítimamente una función sacerdotal u otro ministerio sagrado, puede ser castigado con una
pena justa. (Facultativa indeterminada)
1385 Quien obtiene ilegítimamente un lucro con la ofrenda de la Misa, debe ser
castigado con una censura o con otra pena justa. (Preceptiva determinada)
1386 El que da o promete cosas, para que quien ejerce una función en la Iglesia haga u
omita algo ilegítimamente debe ser castigado con una pena justa, así como quien acepta
esos regalos o promesas. (Preceptiva indeterminada)
1387 El sacerdote que, durante la confesión, o con ocasión o pretexto de la misma,
solicita al penitente a un pecado contra el sexto mandamiento del Decálogo (Este es el
llamado pecado de solicitación), debe ser castigado, según la gravedad del delito, con
suspensión, prohibiciones o privaciones; y, en los casos más graves, debe ser expulsado
del estado clerical. (Preceptiva determinada)
1388 § 1. El confesor que viola directamente el sigilo sacramental, incurre en
excomunión latae sententiae reservada a la Sede Apostólica; quien lo viola sólo
indirectamente, ha de ser castigado en proporción con la gravedad del delito.
§ 2.El intérprete y aquellos otros, de los que se trata en el c. 983 § 2, si violan el
secreto, deben ser castigados con una pena justa, sin excluir la excomunión.
1389 § 1. Quien abusa de la potestad eclesiástica o del cargo debe ser castigado de
acuerdo con la gravedad del acto u omisión, sin excluir la privación del oficio, a no ser que
ya exista una pena establecida por ley o precepto contra ese abuso. (Se parece al dolo)
§ 2. Quien por negligencia culpable, realiza u omite ilegítimamente, y con daño
ajeno, un acto de potestad eclesiástica, del ministerio u otra función, debe ser castigado con
una pena justa. (Se parece a la culpa, Preceptiva indeterminada)
1392 Los clérigos o religiosos que ejercen el comercio o la negociación contra las
prescripciones de los cánones deben ser castigados de acuerdo con la gravedad del delito.
(Preceptiva indeterminada)
1393 Quien infringe las obligaciones que le han sido impuestas como consecuencia de
una pena, puede ser castigado con una pena justa. (Facultativa indeterminada)
1394 § 1. Quedando en pie lo que prescribe el c. 194 § 1, 3, el clérigo que atenta
matrimonio, aunque sea sólo civilmente, incurre en suspensión latae sententiae; y si,
después de haber sido amonestado, no cambia su conducta y continúa dando escándalo,
puede ser castigado gradualmente con privaciones o también con la expulsión del estado
clerical. (Preceptiva determinada)
§ 2. El religioso de votos perpetuos, no clérigo, que atenta contraer matrimonio
aunque sólo sea el civil, incurre en entredicho latae sententiae, además de lo establecido en el
c. 694.
1395 § 1. El clérigo concubinario (cuando posee una relación estable fuera del
matrimonio, sin importar que sea público), exceptuado el caso del que se trata en el c. 1394, y
el clérigo que con escándalo permanece en otro pecado externo contra el sexto
mandamiento del Decálogo, deben ser castigados con suspensión; si persiste el delito
después de la amonestación, se pueden añadir gradualmente otras penas, hasta la
expulsión del estado clerical.
§ 2. El clérigo que cometa de otro modo un delito contra el sexto mandamiento del
Decálogo, cuando este delito haya sido cometido con violencia o amenazas, o públicamente o
con un menor que no haya cumplido dieciséis años de edad, debe ser castigado con penas
justas, sin excluir la expulsión del estado clerical cuando el caso lo requiera. (Preceptiva
indeterminada)
1396 Quien incumple gravemente (sin esta connotación no hay delito) la obligación de
residir a la que está sujeto en razón de un oficio eclesiástico, debe ser castigado con una
pena justa, sin excluir, después de la amonestación, la privación del oficio. (Preceptiva
indeterminada)
Del Libro VI. Titulo VI de los Delitos contra la Vida y la Libertad del
Hombre.
1397 (Se les da menos peso a estos temas porque ya con las penas civiles es
suficiente) Quien comete homicidio, o rapta o retiene a un ser humano con violencia o fraude, o
le mutila o hiere gravemente, debe ser castigado, según la gravedad del delito, con las
privaciones y prohibiciones del c. 1336; el homicidio de las personas indicadas en el c. 1370 se
castiga con las penas allí establecidas. (Preceptiva indeterminada)
1398 Quien procura el aborto, si éste se produce, incurre en excomunión latae
sententiae. (1328-29 complicidad, 979 no preguntar el nombre)
Aspectos Litúrgicos.
b) Confesión
Este examen interior del propio corazón y la acusación externa deben hacerse a la luz
de la misericordia divina. La confesión, por parte del penitente, exige la voluntad de abrir su
corazón al ministro de Dios; y por parte del ministro, un juicio espiritual mediante el cual, como
representante de Cristo y en virtud del poder de las llaves, pronuncia la sentencia de
absolución o retención de los pecados.
c) Satisfacción
EI obras y medida de la satisfacción debe acomodarse a cada penitente, para que así
cada uno repare el orden que destruyó y sea curado con una medicina opuesta a la
enfermedad que le afligió. Conviene, pues, que la pena impuesta sea realmente remedio del
pecado cometido y, de algún modo, renueve la vida.
d) Absolución
Al pecador que manifiesta su conversión al ministro de la Iglesia en la confesión
sacramental, Dios le concede su perdón por medio del signo de la absolución y así el
sacramento de la penitencia alcanza su plenitud.
Así, por medio del sacramento de la penitencia, el Padre acoge al hijo que retorna a él,
Cristo toma sobre sus hombros a la oveja perdida y la conduce nuevamente al redil y el
Espíritu Santo; vuelve a santificar su templo o habita en él con mayor plenitud.
y atestiguan e imparten a éstos el perdón de los pecados en nombre de Cristo y con la fuerza
del Espirito Santo.
Los presbíteros, en el ejercicio de este ministerio, actúan en comunión con el Obispo y
participan de la potestad y función de quien es el moderador de la disciplina penitencial.
b) El ministro competente para el sacramento de la penitencia es el sacerdote que,
según lo establecido en los cánones 967- 975 del Código de Derecho Canónico, tiene facultad
de absolver. Sin embargo, todos los sacerdotes, aunque no estén autorizados para confesar,
pueden absolver válidamente y lícitamente a cualquiera de los penitentes que se encuentren en
peligro de muerte.
El penitente.
11. Cuando debidamente preparado se acerca a este saludable remedio con sus actos
forman parte del mismo sacramento, que alcanza su plena realización con las palabras de la
absolución, pronunciadas por el ministro en nombre de Cristo.
Tiempo de la celebración.
13. La reconciliación de los penitentes puede celebrarse en cualquier tiempo y día.
Acostúmbrese a los fieles para que acudan a recibir el sacramento de la penitencia fuera de la
celebración de la misa, principalmente en horas establecidas.54
El tiempo de Cuaresma es el más apropiado para celebrar el sacramento de la
penitencia, pues ya en el día de la Ceniza resuena una invitación solemne ante el pueblo de
Dios: ―Convertíos y creed el Evangelio.‖
Apuntes personales para Audiendas. - 91 -
Vestiduras litúrgicas.
14. En lo que hace referencia a las vestiduras litúrgicas en la celebración de la
penitencia, obsérvense las normas establecidas por los Ordinarios de lugar32.
32
El ministro vestirá alba o sotana con estola morada: Asamblea XXXII de l a C.E.A., nov. 1975
- 92 - Que en ustedes vean solamente administrados de las cosa de Dios
Rito breve
21. Cuando la necesidad pastora! lo aconseje, el sacerdote puede omitir o abreviar
algunas partes del rito; sin embargo, siempre ha de mantenerse íntegramente: la confesión de
los pecados y la aceptación de la satisfacción, la invitación a la contrición, la fórmula de la
absolución y la fórmula de despedida. En inminente peligro de muerte, es suficiente que el
sacerdote diga las palabras esenciales de la fórmula de la absolución, a saber: «YO TE
ABSUELVO DE TUS PECADOS EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO, Y DEL
ESPÍRITU SANTO.»
Apéndices:
Litúrgicos,
Morales,
Canónicos
Psicológicos y
Casos
- 94 -
Saludo Se puede utilizar también los saludos del comienzo de la Misa. Se aprovecha este momento para
instruir a los fieles sobre la importancia y el sentido de la celebración y de su desarrollo.
Oración
Lectura bíblica Si se hacen varias lecturas, se separan entre sí por un salmo u otro canto apropiado. Si se hace
sólo una lectura, conviene tomarla del Evangelio.
Palabra
Homilía
Examen de
conciencia
- 95 -
recociliació Confesión general Ante la invitación del diácono u otro ministro, todos se ponen de rodilla o se inclinan, y recitan al
Riuto de la
n de los pecados mismo tiempo la fórmula de la confesión general: Yo confieso por ej.
Confesión y
absolución
individual
Alabanza a Dios
por su misericordia
Oración para
concluir la acción
de gracia
Rito de
despedida
Unción de los enfermos
Saludo
iniciales
Ritos
Exhortación u
oración
Acto penitencial Ídem anterior
Lecturas bíblicas
Liturgia del Let Liturgia
s Palabra
sacramento ania de la
El sacerdote impone las manos sobre la cabeza del enfermo sin decir nada.
Bendición del Óleo En caso de que no haya en ese momento óleo bendecido por el Obispo. Este servirá solo para este
celebración.
Acción de gracias Cuando el óleo esta bendecido se dice la siguiente oración.
sobre el Óleo
- 96 -
Sagrada Unción Ungiéndose al enfermo en la frente y en las manos se dice: Por esta Santa Unción y por su
bondadosa misericordia te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo. Amén. Para que, libre
de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad. Amén. Luego se prosigue
con otra oración
conclus
ión
Comunión del
enfermo
Rito de Oración conclusiva
conclusión y bendición.
- 97 -
dos teorías fundamentales ético argumentativas conocidas y usadas también por la teología
moral y a sus características específicas.
El teólogo moral que conoce las soluciones tradicionalmente dadas por su disciplina a
ciertos problemas y al mismo tiempo las aplicaciones en el campo teológico moral de ciertos
debates madurados dentro de la ética filosófica, fácilmente se percatará no sólo del contexto
general en el que se recurre a los diversos principios y distinciones [/arriba, II], sino también de
las características que distinguen aquel contexto particular.
En efecto, no se les usa en todo el ámbito de la teología moral especial, sino
preferentemente y casi de modo exclusivo, y no al azar, para resolver aquellos problemas
respecto a los cuales habitualmente se recurre a la argumentación ldeontológica.
Como el resultado de la teoría ético-normativa de tipo, deontológico no es aplicable a
todos los casos particulares, y puesto que (contrariamente a cuanto afirma la misma
argumentación deontológica) en estos casos "excepcionales" la individuación de la norma no
se puede obtener prescindiendo de la consideración de las consecuencias, sucesivamente el
ámbito aplicativo de la norma moral deontológicamente formulada se restringe mediante el
recurso a estos principios.
Siendo éstos de naturaleza específicamente l teleológica, en cuanto principios se prestan
muy bien a favorecer de modo casi invisible e indoloro el paso de una a otra pista
argumentativa. El recurso a estos principios o distinciones marca así el confín entre el modo de
proceder deontológico y el teleológico, y al mismo tiempo evidencia los límites estructurales de
la argumentación deontológica, que de hecho, diversamente a sus tesis iniciales, no puede
prescindir de considerar las consecuencias, al menos en la solución de algunos de aquellos
problemas en orden a los cuales debería, en cambio, demostrar toda su validez.
Que, por ejemplo, haya que considerar siempre moralmente ilicita la muerte de otra
persona, como norma moral deontológicamente formulada, viene a chocar inmediatamente con
aquellos casos, sean pocos o muchos, en los cuales esta norma no resulta aplicable,
simplemente porque las consecuencias de su aplicación serían aún más graves; recurriendo al
principio de la excepción, la teología moral tradicional distingue aquellos casos en los que,
basándose en la consideración de las consecuencias, la norma no resulta ya válida.
Además, ciertas acciones valoradas inicialmente de modo deontológico pueden de
hecho llevar a diversas consecuencias, identificables algunas con otros tantos valores, y otras,
en cambio, identificables con no valores: el uso del principio del doble efecto y las distinciones
entre directo-indirecto o voluntario-involuntario llevan a considerar moralmente lícitas aquellas
acciones cuyas consecuencias positivas se identifican con valores mucho más urgentes o
fundamentales que los no valores con los cuales, en cambio, se identifican las consecuencias
negativas.
Se considera siempre del todo moralmente erróneo la intervención, quirúrgica o no, con
la cual el sujeto moral ataca la integridad física del cuerpo propio o ajeno; pero luego, respecto
a todos aquellos casos en los cuales sólo mediante una intervención que hiere la mencionada
integridad se puede salvaguardar el valor más fundamental de la vida, se recurre al principio de
totalidad para justificar también la amputación de un miembro, ordenada a evitar la muerte del
interesado.
De este modo la teología moral tradicional supera brillantemente las dificultades que
surgen del uso de uno de los dos argumentos de tipo deontológico: ilícito por falta de
autorización.
En efecto, es preciso insistir en que el recurso a estos principios tiene lugar justamente
en el ámbito de los problemas afrontados y resueltos con este tipo de argumento deontológico.
En cambio, para todos aquellos casos en los cuales la teología moral tradicional usa el otro
argumento deontológico: el de ilícito por ir contra la naturaleza, no prevé casi nunca el recurso
a los principios mencionados, y permanece firmemente anclada en las posiciones
deontológicas iniciales. El ejemplo más significativo acaso, en el cual también la inicial
deontológica del "ilícito por ir contra la naturaleza" desemboca en argumentos de tipo
teleológico, es el del recurso a la llamada restrictio mentalis en el tratado de la mentira, como
pecado contra la naturaleza del lenguaje humano. En otros términos: la norma deontológica
- 100 -
fundada en "ilícito por ir contra la naturaleza" prevé un número mucho menor de posibilidades
de restringir su ámbito aplicativo.
El retorno a la teleología, evidenciado por el recurso a estos principios en ciertos
momentos del modo de proceder tradicional en el establecimiento de las normas, merece en
todo caso ser más profundizado. La característica profundamente teleológica de los diversos
principios está del todo clara en el hecho de que hacen depender la solución de los problemas
de moral especial justamente de la consideración de las consecuencias de la acción y de la
identificación de tales consecuencias con otros tantos valores o no valores. Los ejemplos que
vamos a aducir para cada principio en los párrafos siguientes intentan demostrar esta
afirmación y la perspectiva de la cual proviene.
V. El principio de totalidad.
Este principio procede de la visión de la relación entre la parte y el todo, del significado
más completo que posee el todo respecto a la parte y de la preferencia consiguiente que es
preciso otorgarle en el plano de la realidad propia de la persona humana particular; en otros
términos, de la visión de la preferencia que merece el valor de la totalidad cuando entra en
conflicto con el valor de la parte, como, por ejemplo, cuando se hace necesaria la amputación
de un miembro para la supervivencia del individuo.
Se identifica con la posibilidad moral de intervenir en la integridad física del cuerpo
humano, localizando exactamente el momento criteriológico en virtud del cual es moralmente
aceptable la intervención lesiva de la parte, que por motivos varios se hace indispensable para
el bien del todo.
La interpretación explicativa de este principio giraría siempre en torno a esta terminología
mientras no se evidencie claramente la perspectiva profundamente teleológica de base,
mediante la explicitación de los respectivos valores con los cuales vienen a identificarse la
parte y el todo.
En efecto, el principio se usa normalmente para indicar la precedencia que posee el valor
no moral más fundamental vida (el todo) respecto a los otros valores no morales mucho menos
fundamentales (la parte). Sin embargo, se usa también para indicar la preferencia que el sujeto
deberá dar siempre al valor moral de su bondad personal en el caso en que ésta entre en
conflicto con otros valores no morales, aunque se trate también del de la vida. En uno y otro
caso la referencia implícita y la reinterpretación aplicativa del pasaje de Mc 9,43-48 (y
paralelos) aparece más bien evidente. Léase, por ejemplo, uno de los muchos párrafos en los
cuales Pío XII hace referencia a este principio: "A la subordinación de los órganos particulares
respecto al organismo y a su finalidad peculiar se añade también la del organismo en orden a
la finalidad espiritual de la empresa misma" ("AAS" [1958], 693-694).
Con el principio de totalidad la teología moral tradicional responde a la pregunta sobre la
posibilidad moral de lesionar el propio organismo. La respuesta inicial deontológicamente
fundada, que lleva a afirmar la ilicitud moral de cualquier intervención, se transforma en atento
examen de los casos particulares y de los diversos valores que en ellos concurren; el conflicto
se resuelve basándose en el principio que en último análisis responde plenamente a la
perspectiva de la argumentación normativa de tipo teleológico.
VI. La excepción.
También el recurso al principio de la excepción, igual que el recurso a los otros
principios, ocurre en el momento en que se toma en consideración la colisión de deberes o el
conflicto de valores que viene a crearse en ciertos casos. Cuando la observancia de la norma
deontológica, debido a ese conflicto de valores, lleva a consecuencias aún más graves que
aquéllas a las que conduce la restricción de su ámbito aplicativo, la teología moral tradicional
no recurre a la formulación explícitamente teleológica de la norma, sino al principio de la
excepción, evidenciando los casos particulares en los cuales falta la validez de la norma
misma.
Así, por ejemplo; la norma que afirma siempre y en todas partes la ilicitud moral de matar
a otro prevé también con el uso de este principio su no aplicabilidad a los casos de legítima
defensa, de muerte del tirano o de guerra justa.
Analizar detalladamente si, por qué y hasta qué punto en estos casos para la tradición
teológico-moral el principio de la excepción hacía moralmente lícita la muerte del otro no lleva a
resultados satisfactorios mientras no nos reintroducimos en la perspectiva peculiar de la
argumentación teleológlca, que encuentra la solución de los diversos casos de conflicto entre
los valores:
- 102 -
en la defensa del valor de la vida propia cuando se es agredido y no existe otra posibilidad de
defensa, justamente porque se trata de dos valores de igual grado que entran en conflicto y
que a causa de la agresión ajena no pueden salvaguardarse contemporáneamente;
en tender a la realización del menor número de no valores no morales, que corresponde al otro
principio teleológico del mal menor, cuando se trata de valores o no valores de igual grado: la
vida del tirano es un valor, pero la vida de todos aquellos que a causa del tirano corran el
riesgo de perecer es un valor de igual grado, que interese a un número mayor de personas y
que en cuanto tal merece ser salvaguardado;
en la defensa de ciertos valores de fundamental importancia para la vida del individuo y de la
sociedad en que éste vive, como las libertades político-religiosas, de las que el sujeto moral
tiene necesidad para realizar y expresar su propio valor moral: en este caso la guerra justa era
considerada como la correspondencia social de la legítima defensa.
VII. La epiqueya.
El contexto en que se usa este principio es de tipo ético jurídico, es decir, se recurre y
con él al mismo tiempo se define el momento en el que la perspectiva moral entra en conflicto
con la jurídica vigente; más exactamente, el momento en que la solución moral dada por el
sujeto a un problema por motivos bien precisos -que deben ser siempre moralmente
justificables- difiere de la prevista por la ley civil o penal, porque el caso en cuestión posee
elementos no previstos o no previsibles por el legislador, que justamente inducen a formular un
juicio moral diverso del ya formulado por el legislador mismo.
Precisamente porque se trata de contextos operativos no previstos o no previsibles por el
legislador, el principia de la epiqueya se identifica con la interpretación por parte del sujeto
agente de la voluntad del legislador o del espíritu de la ley, por 10 cual él hace lo que en aquel
momento corresponde a la perspectiva dentro de la cual se ha formulado la ley misma.
También la epiqueya es un principio fundamentalmente teleológico, ya que se refiere a
todos aquellos casos en los que las consecuencias previstas por el legislador se sustituyen por
otras aún más negativas o positivas o se le añaden otras capaces de exigir el cambia del juicio
final y cuya valoración, por no poder estar incluida eri la formulación legislativa, es confiada a la
responsabilidad del sujeto moral.
Precisamente por eso los manuales tradicionales insertaban el tratado del principio de la
epiqueya en el contexto del discurso sobre la ley y/ o en el de la prudencia: el recurso a la
epiqueya y su recto uso suponen equilibrio, madurez, formación de la conciencia o capacidad
del juicio por parte de la persona particular.
b) Sinceridad
La sinceridad consigo mismo, con Dios y con los demás, es absolutamente
imprescindible para el cultivo de una conciencia recta. Y muchas veces nos intentamos
engañar a nosotros mismos, para luego engañar a los demás, y, en último término, a Dios.
Un medio habitual para practicar la sinceridad consigo mismo y con Dios es el examen
de conciencia. En él ejercitamos de modo claro la responsabilidad personal para hacernos
cargo de nuestros errores, para fomentar el propósito de la enmienda y para confesarnos si
fuera preciso, y para dolernos de haber ofendido a nuestro Padre Dios.
Otro medio importante para conocernos mejor, conocer más al Señor y ayudarnos a la
sinceridad es la oración mental en la que tratamos con Dios de nuestras cosas (alegrías,
fracasos, éxitos, preocupaciones...), viéndolos con otra dimensión meramente humana y
acomodaticia a nuestros intereses personales.
175 El destino universal de los bienes comporta un esfuerzo común « donde cada uno
pueda dar y recibir, y donde el progreso de unos no sea obstáculo para el desarrollo de otros ni
un pretexto para su servidumbre ».
totalmente de este mundo el problema de la pobreza. Esto sucederá sólo a su regreso, cuando
Él estará de nuevo con nosotros para siempre. Mientras tanto, los pobres quedan confiados a
nosotros y en base a esta responsabilidad seremos juzgados al final (cf. Mt 25,31-46
184 El amor de la Iglesia por los pobres se inspira en el Evangelio de las
bienaventuranzas. Inspirada en el precepto evangélico: « De gracia lo recibisteis; dadlo de
gracia » (Mt 10,8). « Cuando damos a los pobres las cosas indispensables no les hacemos
liberalidades personales, sino que les devolvemos lo que es suyo. Más que realizar un acto de
caridad, lo que hacemos es cumplir un deber de justicia ».
b) Indicaciones concretas
187 El principio de subsidiaridad protege a las personas de los abusos de las instancias
sociales superiores e insta a estas últimas a ayudar a los particulares y a los cuerpos
intermedios a desarrollar sus tareas. Este principio se impone porque toda persona, familia
y cuerpo intermedio tiene algo de original que ofrecer a la comunidad.
Con el principio de subsidiaridad contrastan las formas de centralización, de
burocratización, de asistencialismo, de presencia injustificada y excesiva del Estado y del
aparato público.
A la actuación del principio de subsidiaridad corresponden: el respeto y la promoción
efectiva del primado de la persona y de la familia; la valoración de las asociaciones y de las
organizaciones intermedias, en sus opciones fundamentales y en todas aquellas que no
pueden ser delegadas o asumidas por otros; el impulso ofrecido a la iniciativa privada, a fin que
cada organismo social permanezca, con las propias peculiaridades, al servicio del bien común;
la articulación pluralista de la sociedad y la representación de sus fuerzas vitales; la
salvaguardia de los derechos de los hombres y de las minorías; la descentralización
burocrática y administrativa; el equilibrio entre la esfera pública y privada, con el consecuente
reconocimiento de la función social del sector privado; una adecuada responsabilización del
ciudadano para « ser parte » activa de la realidad política y social del país.
188 Diversas circunstancias pueden aconsejar que el Estado ejercite una función de
suplencia. A la luz del principio de subsidiaridad, sin embargo, esta suplencia institucional no
debe prolongarse y extenderse más allá de lo estrictamente necesario.
V. La participación.
a) Significado y valor
189 Consecuencia característica de la subsidiaridad es la participación, que se
expresa, esencialmente, en una serie de actividades mediante las cuales el ciudadano, como
individuo o asociado a otros, directamente o por medio de los propios representantes,
contribuye a la vida cultural, económica, política y social de la comunidad civil a la que
pertenece. La participación es un deber que todos han de cumplir conscientemente, en modo
responsable y con vistas al bien común.
La participación no puede ser delimitada o restringida a algún contenido particular de la
vida social, dada su importancia para el crecimiento, sobre todo humano. Desde esta
- 112 -
b) Participación y democracia
190 La participación en la vida comunitaria no es solamente una de las mayores
aspiraciones del ciudadano, llamado a ejercitar libre y responsablemente el propio papel cívico
con y para los demás, sino también uno de los pilares de todos los ordenamientos
democráticos, además de una de las mejores garantías de permanencia de la democracia. El
gobierno democrático, en efecto, se define a partir de la atribución, por parte del pueblo, de
poderes y funciones, que deben ejercitarse en su nombre, por su cuenta y a su favor.
Jesús de Nazaret hace resplandecer ante los ojos de todos los hombres el nexo entre
solidaridad y caridad, iluminando todo su significado: 424 « A la luz de la fe, la solidaridad
tiende a superarse a sí misma, al revestirse de las dimensiones específicamente cristianas de
gratuidad total, perdón y reconciliación. Entonces el prójimo no es solamente un ser humano
con sus derechos y su igualdad fundamental con todos, sino que se convierte en la imagen viva
de Dios Padre y por él se debe estar dispuesto al sacrificio, incluso extremo: ―dar la vida por los
hermanos‖ (cf. Jn 15,13) ».425
b) La verdad
198 Los hombres tienen una especial obligación de tender continuamente hacia la
verdad, respetarla y atestiguarla responsablemente. Vivir en la verdad tiene un importante
significado en las relaciones sociales: la convivencia es ordenada, fecunda y conforme a su
dignidad de personas, cuando se funda en la verdad.
Nuestro tiempo requiere una intensa actividad educativa y un compromiso
correspondiente por parte de todos, para que la búsqueda de la verdad, que no se puede
reducir al conjunto de opiniones o a alguna de ellas, sea promovida en todos los ámbitos y
prevalezca por encima de cualquier intento de relativizar sus exigencias o de ofenderla.
c) La libertad
199 La libertad es, en el hombre, signo eminente de la imagen divina y, como
consecuencia, signo de la sublime dignidad de cada persona humana: 435 « La libertad se
ejercita en las relaciones entre los seres humanos. Toda persona humana, creada a imagen de
Dios, tiene el derecho natural de ser reconocida como un ser libre y responsable. Todo hombre
debe prestar a cada cual el respeto al que éste tiene derecho. El derecho al ejercicio de la
libertad es una exigencia inseparable de la dignidad de la persona humana ».436 No se debe
restringir el significado de la libertad, considerándola desde una perspectiva puramente
individualista y reduciéndola a un ejercicio arbitrario e incontrolado de la propia autonomía
personal: « Lejos de perfeccionarse en una total autarquía del yo y en la ausencia de
relaciones, la libertad existe verdaderamente sólo cuando los lazos recíprocos, regulados por la
verdad y la justicia, unen a las personas ».
200 El valor de la libertad, como expresión de la singularidad de cada persona humana,
es respetado cuando a cada miembro de la sociedad le es permitido realizar su propia vocación
personal, dentro de los límites del bien común y del orden público y, en todos los casos, bajo
el signo de la responsabilidad.
La libertad, por otra parte, debe ejercerse también como capacidad de rechazar lo que
es moralmente negativo, cualquiera que sea la forma en que se presente. La plenitud de la
libertad consiste en la capacidad de disponer de sí mismo con vistas al auténtico bien, en el
horizonte del bien común universal.440
d) La justicia
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Sigilo Sacramental.
Los dos cánones (983 y 984) tratan distintos aspectos de la discreción que el ministro
debe mantener respecto a las materias conocidas con ocasión de la confesión sacramental.
El c. 983 trata del sigilo sacramental propiamente dicho. De ningún modo se puede
traicionar al penitente, ya que su confesión está protegida por un sello sacramental inviolable.
El c. 984 trata acerca de otro uso de la ciencia de confesión, aún cuando no haya peligro de
revelación de identidad del penitente.
Los cánones no tocan las materias conocidas por confidencia extra sacramenta; las
misma están protegidas por las normas naturales y morales del secreto profesional.
El c. 983 § 1 describe en qué consiste el sigilo. En orden a expresar la gravedad de la
violación de la norma, el c. utiliza el término nefas que hace referencia al derecho divino. Y de
tal modo está expresada la norma que no admite excepciones de ninguna especia. En efecto,
no se hace distinción acerca del tipo de pecados confesados o circunstancias o de la
penitencia impuesta, etc. Por lo tanto, el secreto al que se refiere el canon es total y abarca
todo lo que ha sido dicho en confesión.
En contexto penal, y sin menoscabar la fuerza del secreto, el c. 1388 § 1 distingue entre
violación directa e indirecta. La violación directa es aquella que permite conocer la identidad del
penitente inmediata o mediatamente por las circunstancias descriptas o por deducción. La
Iglesia impone la pena más grave de su sistema penal a este delito: excomunión latae
sententiae con la remisión reservada a la Sede Apostólica. La violación indirecta es aquella que
pone en peligro próximo de conocer la identidad del penitente, a través del modo de actuar o
de hablar del confesor. Esta violación está sancionada con una ferendae sententiae,
proporcionada a la gravedad del delito.
El Ritual de la Penitencia, 10d brevemente indica el motivo por el cual el confesor debe
guardar el sigilo: ―Consciente de que ha llegado a conocer el secreto de conciencia de otro,
solo porque es un ministro de Dios…‖ esta obligación del confesor no está afectada por
disposiciones contrarias a la ley civil, en aquella jurisdicciones donde el secreto de los ministros
ordenadas no es tenido como un privilegio ante la ley.
Como el c. 990 permite la confesión por medio de intérprete, el c. 983 § 2 exige para
ellos, y para cualquiera que hubiera tenido conocimiento del contenido de una confesión, que
guarde secreto, al modo de sigilo. La sanción penal es, sin embargo, diversa Cfr. c. 1388 § 2.
Pero no termina aquí la regulación canónica de la ciencia de confesión. El c. 984 §
1prohíbe expresamente que se use en perjuicio del penitente el conocimiento adquirido en
confesión, aunque no hubiera peligro de revelación. La razón de este canon es proteger al
máximo al penitente que ha abierto su conciencia al ministro y tiene derecho a que en el fuero
externo se tenga como inexistente lo dicho en el fuero sacramental. Este uso debe también
restringirse al máximo incluso en la predicación. En el mismo espíritu, el c. 984 § 2 restringe el
uso de la ciencia de confesión para el gobierno externo, sea a favor o en perjuicio del
penitente.
Por último, recordemos los bienes que la Iglesia quiere tutelar con estas disposiciones: la
libertad de conciencia de los fieles, la santidad del sacramento, la libertad del confesor, la fama
del penitente.
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Enfermedades Psicológicas
Adicción.
Descripción
Es un síndrome constituido por conjuntos de signos y síntomas característicos, motivada
por un impulso irresistible a ejecutar algo irracional o contrario a la voluntad de quien lo ejecuta.
Existen adicciones tanto a sustancias psicotrópicas como a actividades y hasta a ciertas
relaciones. Se conocen distintos tipos de adicciones, tales como las debidas a: Sustancias
psicotrópicas, incluyendo alcohol, nicotina y otras drogas. Drogas prohibidas Trabajo. Comida o
algunos componentes comestibles tales como el azúcar o la grasa. Sexo o actividad sexual.
Juegos de azar. Etc.
Causas
El origen de la adicción es múltiple: existen factores psicológicos, biológicos, genéticos y
sociales. La naturaleza exacta de la adicción continúa siendo motivo de análisis. Ciertos
estudios recientes demuestran que pueden existir algunos cambios neuroquímicos en las
personas adictas, y que además podría existir una predisposición biogenética a desarrollarla.
Síntomas
Algunos de los síntomas típicos de la adicción son: Daño o deterioro progresivo de la
calidad de vida de la persona debido a las consecuencias negativas de la práctica de la
conducta adictiva. Pérdida de control caracterizada por una práctica compulsiva de la conducta
adictiva. Negación o autoengaño que se presenta como una dificultad para percibir la relación
entre la conducta adictiva y el deterioro personal. La continuidad de la práctica, a pesar del
daño personal y familiar involucrado como consecuencia.
Diagnostico
Como es habitual que el paciente adictivo no perciba su enfermedad, ésta suele ser
detectada por alguien de su entorno, quien reconoce en él una conducta compulsiva.
Depresión.
Descripción
Descripción La tristeza y la melancolía son dos sentimientos presentes en algún
momento de la vida de todas las personas, al igual que la alegría y el placer. Los dos primeros
no son en sí patológicos, pero en algunas ocasiones pueden llegar a serlo para ciertas
personas. Cuando el estado de ánimo de un individuo, en un determinado momento de su vida,
sufre sentimientos severos y prolongados de tristeza o síntomas relacionados que afectan a su
capacidad para relacionarse con otros, trabajar o afrontar el día, la tristeza se convierte en una
enfermedad, que se conoce como depresión. Esta puede ser detonada por algún tipo de
pérdida o desgracia, pero su duración se extiende más allá de lo razonable. Coexiste con, al
menos cuatro de los siguientes síntomas: trastornos del sueño, trastornos del apetito,
desinterés por las actividades cotidianas, disminución de la capacidad de experimentar placer,
dificultad para concentrarse, fatiga fácil, desinterés sexual, pérdida de la autoestima,
sentimientos de culpa, desesperanza, ataques de llanto, angustia e impaciencia, irritabilidad,
jaqueca o trastornos digestivos y deseos de morir e ideas de suicidio.
Causas
Aunque existen sucesos que de por sí puedan detonar una depresión -en estos casos se
habla de depresión ―reactiva‖-, también existen depresiones que no muestran relación con
ningún suceso en particular –en estos casos se habla de depresión ―endógena‖-. Puede haber
trastornos físicos que influyen: la intoxicación alcohólica, el tratamiento para dejar la adicción al
alcohol o a alguna droga, el consumo prolongado de tranquilizantes, corticosteroides o
medicamentos para tratar la hipertensión. Ciertas infecciones (SIDA, tuberculosis, sífilis),
trastornos hormonales (enfermedad de Addison o de Cushing o problemas tiroideos),
trastornos neurológicos (tumores cerebrales, esclerosis múltiple) y nutricionales (pelagra,
anemia perniciosa) pueden también originar cuadros de depresión. Finalmente, hay rasgos de
la personalidad o tendencias familiares por las que algunas personas son más propensas a
sufrir depresión que otras.
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Síntomas
Los problemas depresivos más comunes son tres, según la clasificación que realiza la
Asociación Americana de Psiquiatría. Dentro de esta clasificación hay que tener en cuenta que
existen variaciones dependiendo de la severidad, la cantidad de síntomas que se presentan o
la persistencia del problema: La depresión mayor Se manifiesta por una combinación de
síntomas (ver la lista de síntomas) que interfieren en la capacidad de las personas para
trabajar, estudiar, dormir, comer y disfrutar de actividades que, en circunstancias normales,
deberían resultar placenteras. La depresión suele ocurrir una vez, pero es una enfermedad que
suele provocar recaídas a lo largo de la vida. La distimia es un tipo de depresión menos grave.
Los síntomas se mantienen a largo plazo, pero no evitan la actividad de las personas,. También
puede ser recurrente, es decir aparecer más de una vez en la vida. El desorden bipolar es el
tercer tipo. También se denomina enfermedad maniaco-depresiva. La prevalencia de esta
patología no es tan alta como las dos anteriores. Se caracteriza por cambios de humor.
Estados de ánimo muy altos se ven sucedidos por otros muy bajos. Estos cambios son bruscos
a veces, pero lo más frecuente es que sean graduales. En el ciclo de depresión, las personas
tienen alguno o todos los síntomas de un problema depresivo. En el ciclo maníaco, pueden
sentirse hiperactivos, excesivamente locuaz y con demasiada energía. A veces la manía afecta
al pensamiento, el juicio y el comportamiento social del individuo. Si la manía se deja sin tratar
puede llevar a un estado psicótico.
Diagnostico
A partir de los síntomas, de la historia clínica y de la historia familiar, el médico puede
diagnosticar una depresión. Existen también cuestionarios estandarizados que permiten medir
el grado del trastorno. Un análisis de sangre puede brindar información de posibles
alteraciones hormonales u otros trastornos físicos que puedan causar depresión.
Fobias.
Agorafobia.
La agorafobia es el temor a encontrarse en situaciones en las cuales la persona no
puede obtener ayuda o de las cuales no puede escapar. A menudo involucra el temor de cruzar
la calle o de encontrarse en espacios abiertos o públicos, particularmente si estos tienden a
estar atestados. Algunos ejemplos son las tiendas, iglesias, elevadores o simplemente una
calle concurrida. .
Las personas con agorafobia suelen evitar las situaciones que temen, llegando a veces
al extremo de no dejar su propio hogar sin la compañía de un miembro de la familia o una
amistad, si es que salen. Este trastorno puede entorpecer enormemente las actividades
cotidianas.
Fobia social.
Las fobias sociales hacen que la gente tenga miedo de ser vista o humillada mientras
realiza una actividad social. Pero esto va mucho más allá del nerviosismo o la tensión normales
frente a estas situaciones. Las fobias sociales son temores irracionales y las personas que
sufren este trastorno suelen evitar las situaciones a las que temen.
La fobia social más común es el temor a estar frente a otras personas, como en el caso
de un discurso o actuación. Pero algunas veces las actividades más normales o rutinarias -
comer, escribir un cheque, e incluso las relaciones sexuales- pueden ser una fuente de temor.
Por lo general, los agorafóbicos temen, y tratan de evitar, las situaciones donde es necesaria la
interacción personal. Como otros trastornos de ansiedad, la agorafobia puede incapacitar
enormemente a la persona que la padece.
Fobias específicas.
Las fobias específicas suelen ser temores a objetos o situaciones particulares. La fobia
simple más común es el temor a los animales, como perros, víboras, ratones o insectos. Otras
fobias específicas comunes son el temor a las alturas, el miedo a volar en avión y el miedo a
los lugares cerrados.
La mayoría de las fobias específicas se desarrollan en la infancia pero con el tiempo
desaparecen por sí solas, como en el caso del miedo a la oscuridad. Si una fobia continúa en la
edad adulta, por lo general, la única solución es el tratamiento. Como en el caso de otras
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fobias, las fobias específicas pueden evitar que las personas lleven vidas normales. Pero el
nivel de discapacidad normalmente está determinado por qué tan a menudo el objeto de la
fobia aparece en la vida de la víctima.
Ansiedad.
Descripción
Es un padecimiento que implica una emoción indeseable e injustificada, cuya intensidad
no guarda proporción con la posible amenaza que lo provoca. Se caracteriza por aprehensión,
incertidumbre y miedo. La ansiedad es diferente del miedo, pues este implica la presencia de
un peligro real conocido. La ansiedad suele manifestarse externamente con un estado de
hiperexcitación nerviosa. Puede ser aguda o crónica y afecta a la mayoría de la población
joven; es más frecuente en mujeres que en varones.
Causas
Los desordenes de ansiedad pueden ser de orden fisiológico y/o psicológico; y puede
tener una tendencia genética. Los factores psicológicos que lo envuelven corresponden al
manejo del sistema nervioso autónomo. Algunas situaciones de stress en un paciente con
ansiedad como: asaltos, accidentes o desastres naturales pudieran acabar en un ataque de
pánico. Una razón conocida o un trauma subconscientemente escondido; como experiencias
de guerra (Malvinas, etc.) o traumas personales de infancia, adolescencia, etc., pueden ser una
causa de ansiedad. La ansiedad puede también ser un resultado de una reacción
medicamentosa, abuso de ciertas sustancias, drogas, desordenes glandulares, hipoglucemia,
enfermedades cardiovasculares y otras.
Síntomas
Los síntomas típicos de la ansiedad incluyen: *Tensión, irritabilidad, preocupación,
desesperación *Insomnio, sueño inquieto, despertar fácil *Rechinamiento de los dientes, dolor
mandibular *Incapacidad de mantenerse quieto en un sitio *Incapacidad de pensar con claridad
*Disminución de la libido *Las mujeres pueden experimentar aumento de los síntomas
premenstruales y cambios en el ciclo menstrual *Respiración acortada *Frecuencia respiratoria
y cardiaca aumentada *Palpitaciones fuertes *Nudo en la garganta, boca seca *Tensión en el
pecho, calambres intestinales *Mareos, temblor del cuerpo *Sensación de entumecimiento u
hormigueo de las extremidades, contracción muscular **A veces las crisis son tan severas que
llevan a un ataque de pánico, produciendo síntomas físicos que pueden confundirse con otra
enfermedad.
Esquizofrenia.
Descripción
Es un grupo de trastornos psicóticos que implican una disociación con la realidad, y se
caracterizan por alteraciones del pensamiento, la percepción, los afectos, el comportamiento
social y laboral y la comunicación.
Causas
Existen varias teorías. Dado que los familiares de esquizofrénicos tienen mayor
probabilidad de padecer la enfermedad, se presume que los factores genéticos pueden influir.
Factores sociales y psicológicos, infecciones a nivel del cerebro y abuso de drogas también
puede jugar un papel importante.
Síntomas
Alucinaciones auditivas, oculares táctiles o gustativas, creencias falsas sin fundamento
(delirios, como el persecutorio), incoherencia, comportamiento catatónico, hiperactividad,
disturbios motores, rigidez, disminución de la sensibilidad frente a estímulos dolorosos. Otros
síntomas pueden ser enojo, violencia, ansiedad y comportamiento regresivo.
Diagnostico
No hay pruebas concluyentes que diagnostiquen la esquizofrenia. Se pueden evaluar la
historia clínica y los síntomas, estudiar los antecedentes familiares y los factores de estrés que
afectan al individuo. Una tomografía computada de cerebro puede revelar agrandamiento de
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Trastorno bipolar.
Descripción
El trastorno bipolar (entre dos polos opuestos) o enfermedad maníaco-depresiva es un
trastorno del estado de ánimo que se caracteriza por cambios de humor entre dos extremos
opuestos, que alternan entre períodos graves de manía (euforia exagerada, irritación) a
depresión (tristeza, deseperación), con períodos de estado de ánimo normales entre ambos. A
diferencia de los estados de ánimo normales de alegría y tristeza, los síntomas de la
enfermedad maníaco-depresiva pueden ser graves y con riesgo de ser mortales. A menudo, el
paciente no se percata de este trastorno bipolar, ni tampoco los familiares o amigos. A veces
los efectos de esta enfermedad han sido trivializados y considerados, en cierta manera, como
beneficiosos para la creatividad artística, por haber sido padecida por artistas y creativos en
general. Sin embargo, para aquellas personas afectadas por la enfermedad, ésta es
extremadamente angustiosa y perjudicial. La enfermedad se clasifica de acuerdo a sus
síntomas en bipolar I, bipolar II y trastorno ciclotímico.
Causas
Ninguna causa por sí misma puede explicar el trastorno bipolar. En cambio, existe una
combinación de factores biológicos, genéticos y ambientales que parecen desencadenar y
perpetuar esta compleja enfermedad. Algunos Especialistas creen que el trastorno bipolar es
un eslabón más en la cadena de desórdenes psiquiátricos que va desde la esquizofrenia hasta
la depresión grave, difiriendo estos elementos en expresión y grado de severidad, pero con una
causa biológica común. Sin embargo, estudios del cerebro con técnicas de resonancia
magnética revelan que en el trastorno bipolar suelen existir anormalidades en el hipocampo (el
extremo izquierdo es mucho mayor que el derecho). Los niveles de dopamina y serotonina,
ambos neurotransmisores, también se relacionan con este trastorno. Aunque no todos los
casos sean familiares, parece que los factores genéticos juegan un papel en el 60% de los
casos de trastorno bipolar, y más de un defecto genético parece ser necesario para
desencadenar la enfermedad.
Síntomas
Luego de la depresión mayor y el trastorno distímico, el trastorno bipolar está en tercer
lugar por la frecuencia en la que se presenta, afectando a casi el 2% de los adultos.
Típicamente, los síntomas comienzan durante la adolescencia o en una edad adulta temprana,
y continuarán repitiéndose durante toda la vida e incluyen fatiga y pérdida de energía, tristeza,
insomnio u otras alteraciones del sueño, alteraciones del peso corporal, disminución de la
concentración y del poder de decisión, sentimiento de culpa, pesimismo, desesperanza, baja
autoestima y pensamientos suicidas. La fase maníaca sobreviene súbitamente y generalmente
sigue a fases de severa depresión. Se caracteriza por: distracción (el síntoma más frecuente) e
incapacidad para concentrarse en tareas durante un largo periodo de tiempo, pensamientos
desconectados, ideas grandiosas, alucinaciones, verborrea (hablar demasiado), hiperactividad,
sentimientos de omnipotencia e irritabilidad extrema. Hombres y mujeres son igualmente
propensos a desarrollar esta enfermedad, que puede llegar a ser incapacitante. Las
consecuencias de padecerla pueden ser devastadoras, y está a menudo complicada por el
consumo abusivo de alcohol y/o de drogas. Sin un tratamiento eficaz, la enfermedad bipolar
conduce al suicidio en un alto número de casos.
Diagnostico
Como inicialmente los síntomas se pueden confundir con depresión, es importante
reconocer las fases de manía con sus manifestaciones características. Es importante descartar
otros trastornos que causen síntomas de manía o cambios en el humor (anormalidades
hormonales, deficiencias vitamínicas, desórdenes neurológicos). Importante Los síntomas aquí
descritos correspondientes a esta enfermedad pueden confundirse con los de otras patologías.
Para establecer un adecuado diagnóstico, consulte siempre a su Médico. El objetivo de
Médicos Expertos es informar y educar, por lo que las descripciones de las enfermedades aquí
brindadas no sustituyen a una consulta profesional.
- 120 -
Neurosis.
Aun cuando las neurosis se encuentran entre los trastornos más comunes de la práctica
médica, probablemente ninguna otra entidad clínica es, con tanta frecuencia, tan mal
comprendida. Las neurosis son episodios de desequilibrio psicológico que se presentan en
personas que han alcanzado una función mental relativamente adecuada. Se denomina
neurosis al conjunto de trastornos mentales sin una base orgánica demostrable, en los cuales
el paciente puede tener un considerable poder de auto observación y una sensación adecuada
de la realidad; en ellos lo más común es que no se confundan las experiencias patológicas
subjetivas y sus fantasías, con la realidad externa. La conducta puede ser afectada seriamente,
aunque es común que se mantenga dentro de límites sociales aceptables; pues la personalidad
no está desorganizada. En forma inadecuada, con mucha frecuencia se titula de "neuróticos" a
individuos con un comportamiento excéntrico o un poco inestable. Típicamente, la conducta
neurótica es repetitiva, conduce a una mala adaptación y es insatisfactoria. Funcionalmente,
las neurosis son reacciones inadecuadas a las causas de estrés.
Causas
La definición de las neurosis depende de la corriente que las aborde. Para algunos
autores, son enfermedades menores de la organización de la personalidad cuyos síntomas
simbolizan los conflictos inconscientes y las defensas contra la angustia. Implican tres
elementos esenciales: categoría de enfermedad menor, preponderancia de los trastornos
subjetivos y carácter artificial de las defensas simbólicas contra la angustia. Otros autores, en
cambio, definen a las neurosis como afecciones psicógenas cuyos síntomas son la expresión
de un conflicto psíquico que tiene sus raíces en la historia infantil del sujeto, y constituyen
compromisos entre el deseo y la defensa.
Síntomas
Cada neurosis presenta un conjunto de síntomas que la definen, pero comparte a la vez
elementos concurrentes. Estos índices comunes a todas las formas clínicas neuróticas son:
Conservación del juicio de la realidad: el sujeto neurótico, a diferencia del psicótico, mantiene
sus vínculos con el mundo externo y el juicio crítico de sus actos. Conciencia de enfermedad: el
paciente padece los síntomas y sabe que debe modificar algo. Presencia de sentimientos de
angustia y culpa. Trastornos somáticos funcionales. Vivencia egodistónica de los síntomas: el
paciente vive sus producciones patológicas como algo que no le pertenece, ajenas a su yo.
Diagnostico
Las neurosis constituyen siempre un desequilibrio en el nivel individual de adaptación y
el individuo sirve como su propia línea de referencia cuando se descubren esos trastornos. La
mayor parte de las personas desarrolla hábitos, síntomas menores o inhibiciones que pudieran
recordar los signos de una neurosis. Para protegerse de la angustia, una persona recurre a
determinados mecanismos de defensa: represión, proyección, negación, disociación,
identificación, racionalización, intelectualización, sublimación, desafectivización, aislamiento,
huida, desplazamiento, etc. En cualquier momento en que se observen patrones crónicos de
mala adaptación que simulen una neurosis, debe tomarse en cuenta la posibilidad de un
trastorno de personalidad. Factores muy importantes para el diagnostico de las neurosis son el
examen mental, la historia personal del paciente, la evaluación medica y las observaciones del
curso clínico de la enfermedad. Además, las pruebas psicológicas, especialmente el
Rorschach, resultan muy útiles para identificar las neurosis y para diferenciarlas de las psicosis
y de otros trastornos de base orgánica Por lo tanto desde esta disciplina no habrá un cuadro
psicopatológico llamado neurosis, pero sí están nomencladas sus distintas formas clínicas:
neurosis de angustia, neurosis fóbica, neurosis obsesiva, neurosis histérica. Importante Los
síntomas aquí descritos correspondientes a esta enfermedad pueden confundirse con los de
otras patologías. Para establecer un adecuado diagnóstico, consulte siempre a su Médico. El
objetivo de Médicos Expertos es informar y educar, por lo que las descripciones de las
enfermedades aquí brindadas no sustituyen a una consulta profesional.
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Ataque de Pánico.
Descripción
El ataque de pánico es el síntoma principal del denominado trastorno de pánico y se
caracteriza por episodios severos y repentinos de máxima ansiedad asociados a una serie de
manifestaciones físicas. Alcanza su máxima intensidad al minuto o dos de su comienzo; luego
va cediendo gradualmente. Si los síntomas que caracterizan a estos episodios se presentan a
raíz de motivos concretos (por ejemplo, luego de haber vivido una experiencia que amenace la
vida), no sería correcto interpretarlos como señales de un ataque de pánico.
Causas
Veinte años atrás, el trastorno de pánico se denominaba ―neurosis de ansiedad‖. Se
pensaba que derivaba de conflictos psicológicos y perturbadores impulsos subconscientes de
naturaleza sexual. Hoy se considera un problema físico de base metabólica. Aunque no se
trata de un problema emocional, algunas personas pueden experimentar un episodio luego de
una emoción fuerte. Existen diversas teorías acerca de su raíz en el sistema nervioso. Cierta
evidencia apoya la teoría de que una anormalidad en un centro nervioso denominado Locus
cerulius (ubicado en el bulbo raquídeo) sería la responsable de este cuadro.
Síntomas
Acaloramiento, palpitaciones (se percibe que el corazón late rápidamente y con mucha
intensidad), opresión en el pecho, debilidad, sudoración, temblor, confusión, náuseas,
pensamientos vertiginosos, tensión muscular, sensación de irrealidad y miedo a morir. Hay
personas que sufren repetidos ataques de pánico, lo que las lleva a evitar ciertas situaciones
que los desencadenan. Pero esta tendencia a evitar algunas situaciones de la vida cotidiana
puede extenderse a otras actividades.
Diagnostico
Los ataques de pánico reiterados llevan a la consulta con un profesional. Como los
síntomas suelen estar ausentes al momento de ver al médico, es revelador el relato del
enfermo.
más común de todos los trastornos disociativos, y puede verse con frecuencia en las salas de
emergencia de los hospitales (Maldonado et el al., 2002; Steinberg et al., 1993). Además, la
amnesia disociativa se asocia a menudo a otros trastornos psicológicos (por ejemplo,
trastornos de ansiedad, otros trastornos disociativos). Los individuos que sufren de amnesia
disociativa son generalmente conscientes de su pérdida de memoria, la cual suele ser
reversible debido a que los problemas de memoria se dan en el proceso de recuperación, no
en el proceso de codificación. La duración del trastorno varía desde algunos días a varios años.
La fuga disociativa (fuga psicógena) se caracteriza por un viaje repentino e inesperado
lejos del hogar o del trabajo, acompañado por una incapacidad para recordar su pasado y
confusión sobre la identidad personal o la asunción de una nueva identidad. Estas personas
son vistas como normales por los demás. Ése es decir, su psicopatología no es obvia. No
suelen ser conscientes de su pérdida de memoria
El trastorno de despersonalización se caracteriza por una sensación persistente o
recurrente de estar separado de los propios procesos mentales o del propio cuerpo. Las
personas que padecen este trastorno dicen sentirse como si estuvieran mirando sus vidas
desde fuera de sus cuerpos, como si vieran una película. A menudo informan de problemas de
concentración, memoria y percepción. La despersonalización debe ocurrir independientemente
del trastorno de identidad disociativo, trastornos por abuso de sustancias y esquizofrenia.
El trastorno de identidad disociativo (conocido anteriormente como trastornos de
personalidad múltiple) es la manifestación más severa y más crónica de la disociación,
caracterizado por la presencia de dos o más estados de personalidad o identidades diferentes
que, recurrentemente, toman el control del comportamiento del individuo, acompañado por una
incapacidad para recordar información personal importante que es demasiado amplia para ser
explicada por el olvido ordinario. Ahora se sabe que estos estados disociados no son
personalidades totalmente formadas, sino más bien representan un sentido de la identidad
fragmentado. La amnesia asociada típicamente a este trastorno es asimétrica, es decir, las
diferentes personalidades recuerdan aspectos diferentes de la información autobiográfica.
Suele haber una personalidad principal que se identifica con el nombre verdadero del cliente.
Por lo general, la personalidad principal no está enterada de la presencia de las demás. Las
diferentes personalidades pueden jugar papeles distintos al hacer frente a áreas problemáticas.
Suelen aparecer un promedio de 2 a 4 identidades en el diagnóstico, con un promedio de 13 a
15 personalidades que emergen durante el curso del tratamiento (Coons, Bowman y Milstein,
1988; Maldonado et al., 2002). Los acontecimientos ambientales suelen desencadenar el
cambio repentino de una personalidad a otra.
Trastorno disociativo no especificado. Incluye los trastornos disociativos que no
satisfacen totalmente los criterios diagnósticos para ninguno de los trastornos mencionados. En
la práctica clínica, éste parece ser el diagnóstico más habitual.
Prevalencia de los trastornos disociativos
Algunos estudios indican que la disociación ocurre en un 2-3 % de la población en
general. Otros estudios han estimado un índice de prevalencia del 10% para todos los
trastornos disociativos (Loewenstein, 1994). La disociación puede darse en formas agudas o
crónicas. Inmediatamente después de un trauma severo, la incidencia de fenómenos
disociativos es bastante alta. Aproximadamente el 73 % de las personas expuestas a un
incidente traumático experimentarán estados disociativos durante el incidente o durante las
horas, días o semanas posteriores. Sin embargo, para la mayoría de las personas estas
experiencias desaparecerán por sí mismas en algunas semanas.
• Amnesia disociativa: no se conoce la prevalencia exacta.
• Fuga disociativa:0,2 % de la población general. Esta prevalencia se considera más alta
durante periodos de estrés extremo.
• Trastorno de identidad disociativo. Entre el 0,1 y el 1 %. En pacientes psiquiátricos la
prevalencia oscila entre el 5 y el 10 %
• Trastorno de despersonalización. No se conoce la prevalencia exacta pero algunos
investigadores lo consideran el tercer trastorno psicológico más frecuente después de la
depresión y la ansiedad.
- 125 -
Margarita (19 años) afirma: hoy las cosas son muy complicadas. Es difícil saber bien cómo
tiene uno que portarse. A mi me sucede a menudo, que no llego a determinar con certeza
que es lo mejor. Para colmo hay actualmente tantas opiniones. Pienso que a la mayoría de
la gente le pasa lo mismo. Por eso, me basta saber que al actuar, no perjudico a nadie.
Andrés (43 años) fue siempre un industrial astuto y de buena posición. Lo bautizaron de
chico, pero no tenía interés por vivir su cristianismo. El mismo solía decir, que se las
ingeniaba para gozar de la vida tanto como le era posible. Ahora ha hecho ―Cursillo de
cristiandad‖ y se ha convertido a Cristo. ¿Podría ahora usar para el bien su antigua
picardía?
Doña Sofía (59 años) es una señora ‗bien‘, de familia muy cristiana, ha estado siempre
muy preocupada por la formación seria de sus hijas, sobre todo en lo que son cuestiones
morales. Tiene 3 hijas, ya señoritas, y a ellas les ha inculcado con tesón las normas de
vida cristiana. Sin embargo, tanto doña Sofía como sus hijas tiene defectos de importancia
en su vida, que muchas personas advierten. ¿Cómo puede ocurrir esto, en gente de
conciencia tan bien formada?
Esteban (23 años) estudiaba filosofía, es inteligente y le interesa vivir bien su fe cristiana.
No obstante, suele chocar con algunas personas, por ser franco y directo. Un amigo suyo
le ha dicho que debe ser más diplomático, más político; pero Esteban no logra comprender
ese consejo. ¿Acaso la Biblia recomienda una actitud como la que le propone este amigo?
Santino (24 años) es un seminarista cumplidor y buen estudiante. Al escuchar las
explicaciones sobre la prudencia pide que le den ejemplos concretos y bien actuales de
esto: prudencia imperfecta por atender sólo a un fin particular, synesis (sensatez en el
juicio); gnome (perspicacia para la excepción), prudencia familiar, prudencia política
simplemente dicha o cívica, inconsideración, inconstancia, astucia. Ejemplo de cada uno.
Mabel (30 años) es mujer casada y madre de 3 hijos. Posee regular formación humana y
cristiana. Es maestra de grado y conserva inquietudes intelectuales y religiosas. Ha
escuchado que la prudencia es una virtud muy importante para formar la conciencia.
Entonces pide una lista de preguntas con las cuales pueda ella revisar su vida, para
comprobar si tiene en su vida poco, mucho o nada de esa virtud.
- 128 -
El Padre Bonifacio (60 años) es párroco de ciudad. Es hombre culto y ha tenido una
formación tradicional. Está siempre deseoso de actualizarse. Dice que en sus tiempos, ni
el dogma ni la moral daban mucha importancia a la prudencia. ¿Qué provecho se saca al
estudiar esta virtud?
Don Altivo (51 años) es un señor de profunda cultura, bastante polémico y anticlerical.
Afirma lo siguiente: cuando una persona obra de buena fe, nunca puede equivocarse y
nada se le puede reprochar. Si no tengo razón demuéstremelo con la Biblia y la teología.
Ricardo (28 años) es escribano, tiene una mentalidad bastante liberal. El dice: la
conciencia es algo íntimo y personal, por tanto, en cuestiones de conciencia, cada uno ha
de obrar de acuerdo con lo que siente, asumiendo luego la responsabilidad de lo que
hace; para mí la conciencia entra en juego únicamente cuando se trata de intentar una
meta riesgosa, para uno o para los demás.
Susana (18 años) es una chica bastante buena. Estudió comercio y ahora está empleada
en un negocio. Sus compañeras la quieren pero le hacen ver que ella es muy teórica, sin
sentido de la realidad, como ilusa, y hasta carente de sentido. Ella lo reconoce y lo ve
como un problema de conciencia. Quiere saber qué cosas concretas podría hacer para
corregirse.
Margarita es enfermera de un gran hospital. Le toca trabajar en una sala donde van
ancianos casi desahuciados. Hace poco le toco un caso que le dejó preocupada. Un viejito
estaba mal, sufría mucho, y entonces el médico de guardia decidió aplicarle una inyección,
que según Margarita lo haría entrar en una dulce muerte. Menos mal que no le tocó a ella
inyectarla. Para colmo, una vez que falleció, ella arregló sus pertenencias y encontró 50
millones entre la ropa, como no se presentaron parientes, ella decidió entregarlas a una
cooperativa que tienen las enfermeras, como contribución anónima. Pasando unos días
consulta al sacerdote sobre la situación. ¿Qué es una eutanasia? ¿Cómo juzgaría la
actuación del médico y de margarita frente a la muerte? ¿Es correcto la acción de la
enfermera con el dinero del anciano?
Una pareja de novios hace al sacerdote la siguiente consulta. Ella (19 años) es católica y
proviene de familia cristiana práctica, ha sido educada en un colegio religioso. Él (32 años)
es hijo de musulmanes, aunque no le interesa la religión de sus padres. Actualmente viaja
por el país, comprando y vendiendo ropa. Hace un año que están de novios y están
pensando en casarse en un tiempo más o menos largo. La diferencia de religiones
preocupa un poco, porque le han dicho a él que tendrá que bautizarse y otros que no les
sería posible casarse por Iglesia. ¿Cómo habría que llevar adelante una conversación
oportuna con estos novios en ese momento? ¿Cuál es la práctica vigente de la iglesia?
Se confiesa un hombre de 60 años y dice: hace 3 años que no me confieso. He faltado a
Misa, he tenido malos pensamientos y deseos. He frecuentado mujeres de la vida, me he
dejado llevar por los nervios, digo malas palabras, a veces insulto pero no he dicho
blasfemias. Quiero confesarme y comulgar porque hoy se hace el funeral de mi madre
¿Qué doctrina tiene la Iglesia sobre la integridad de la confesión? ¿Cómo deberíamos
aplicar la doctrina en este caso?
Un joven de unos 17 años confiesa que tiene pecados de los cuales no puede salir: se
masturba con cierta frecuencia, tiene discusiones con sus padres, es perezoso y poco
cumplidor, reza casi nunca. En el momento de confesarse muestra gran preocupación,
porque un seminarista amigo y mayor que él, le dijo que si no se corrige le van a negar la
absolución. El confiesa todo esto y espera palabras consoladoras del confesor.
Una señora relativamente joven dice en confesión lo siguiente: últimamente me he sentido
muy nerviosa, casi histérica. Tengo reacciones que no controlo. Causo heridas a los
demás con mi comportamiento. Esto me aflige y perturba mucho. He comenzado un
tratamiento `siquiátrico, peto tengo muchas dudas de conciencia, no sé si hago bien en
hacerme tratar y tampoco sé como juzgar la culpabilidad de mis reacciones. ¿Qué
orientación puede usted darme?
Marcelo (28 años) médico recién recibido se confiesa, y entre pecados más o menos
comunes, dice que mantiene relaciones con su novia. Explica enseguida que no lo
considera pecado porque ellos lo hacen de común acuerdo y por amor, además – afirma –
esto es común entre novios. Para colmo ellos se encuentran en gran dificultad económica
para contraer matrimonio. Por lo tanto, Marcelo, se muestra seguro de su opinión, ¿Qué
- 129 -
podría decir el sacerdote en este caso? ¿Hasta donde llega los derechos de conciencia de
Marcelo?
Una señora muy bien vestida d unos 50 años se acerca al sacerdote diciendo que no
quiere propiamente confesarse pero que desea hacer una pregunta porque está muy
angustiada. Explica: la sirvienta que tengo en mi casa quedo embarazada como es una
chica soltera ha decidido abortar. Yo le manifesté mi desconformidad pero ella se
mantiene en lo suyo. Entonces, para que no se vaya por ahí y suceda algo terrible le he
prestado 40 millones a fin de que se haga hacer un raspaje con alguien de confianza.
Después de sucedido todo, una prima mía, que es muy de iglesia me ha dicho que estoy
excomulgada. Deme su parecer.
Sandra, una muchacha de 23 años, empleada en una tienda se confiesa. Después de
mencionar varios pecados – faltar frecuentemente a Misa, no haberse confesado ni
comulgado en los últimos cinco años, mentiras, malas palabras, chismes, rezar poco –
manifiesta que algo le preocupa mucho: en su casa estuvimos angustiados porque a mi
hermano le pasaron muchas cosas feas, alguien le dijo que una novia que tuvo le esta
haciendo el daño, por esa causa yo lo impulse a que fuéramos a una señora entendida
para que le sacara el mal. ¿Le parece que hice bien?
Un matrimonio pide hablar a solas con el sacerdote. Entablando la conversación cuentan
que ellos habían sido siempre católicos pero que hace unos tres años dos muchachas
muy buenos que vivían en la cuadra los convencieron para que se hicieran mormones. Se
entusiasmaron y comenzaron a concurrir siendo recibidos con todos los requisitos de esa
iglesia. Ahora están confundidos y arrepentidos queriendo volver a ser católicos. Entonces
preguntan ¿Qué tenemos que hacer?
Manuel (25 años) es amigo de un sacerdote y quiere ser un buen cristiano, además es
bastante inteligente y culto. Escuchando hablar a su amigo sacerdote ha llegado a
convencerse que el demonio es cuento piadoso para niños y que no hace falta seguir
creyendo lo que aprendió en su casa y en la parroquia esta nueva posición le ha traído
mucha paz, porque en sus años de infancia la idea del demonio lo ha a perturbado
bastante. Cree que su fe ha madurado con esta evolución. ¿Qué es una herejía? ¿Cómo
llamarías al estado de conciencia de Manuel? ¿Qué aconsejarías concretamente a
Manuel?
Roberto (28 años) ayuda a su primo en una farmacia que tiene. No está empleado pero
como no tiene otro trabajo por ahora y ve a su primo muy atareado procura darle una
mano. Un día descubre que su primo maneja grandes cantidades de droga comprándolas
y vendiéndola ilegalmente. Por cierto temor y por la relación familiar que los liga no se
anima a reprocharlo. Pero desde aquel momento lo intranquiliza su colaboración en la
farmacia. Se pregunta ¿Qué es la cooperación? ¿Cómo influye el temor en las
decisiones? ¿Qué opina del caso en concreto?
Un joven de 19 años se confiesa de varios pecados comunes – desobediencia, pereza,
mentiras, falta de responsabilidad en el estudio, etc. – luego dice: también he pecado
contra la castidad, y no sé si eso es falta grave o no. Los muchachos y las chicas hablan
del sexo como algo muy común y que todo hacen como algo natural. Yo estoy confundido
porque hace varios años, al comenzar mi adolescencia, un sacerdote me dijo que
cualquier pecado contra la castidad es grave. Se pregunta ¿Es verdad que todo pecado
contra la castidad es grave? ¿Qué preguntas harías a este muchacho para saber que le
sucede y así orientarlo?
Una mujer que aparenta tener unos cuarenta años y que pare ser de clase media se
acerca al sacerdote que está confesando y dice: hace quince años que no me confieso,
ahora quiere volver a hacerlo y le pido por favor que me ayude. Invente preguntas
adecuadas al caso
Se descubre durante el curso de una operación que la trompa de Falopio de una paciente
contiene un feto de seis semanas. La condición general de la paciente no es buena y el
cirujano teme que no sobreviva a otra laparotomía, si hay que llevarla a cabo dentro de un
mes. ¿Puede removerse la trompa inmediatamente?
Una paciente tiene un embarazo de cuatro meses. El médico descubre que la placenta se
ha separado de la pared uterina y que la mujer está padeciendo una seria hemorragia.
¿Puede removerse enseguida el feto del vientre?
- 130 -
ahora catequizarlos, si por favor, no le facilitarías un catecismo. ¿Qué encuadre jurídico tendría
esta iniciativa?
cc. 215/216
7. Éste es un caso rarísimo, pero podría suceder: En una diócesis, un sacerdote está
muy peleado con otro. Viejas rencillas de los tiempos del Seminario, celos, inmadurez. Vive
hablando mal de él. En cuanto oportunidad tiene lo hace quedar mal delante del Obispo, de
otros mas, de los mismos laicos. Esta conducta, ¿Tiene algún encuadre jurídico?
c. 220
8. ¿En base a qué principio, recordado por el mismo derecho, alentarías la participación
de un laico en la vida política?
c. 225 § 1 y § 2
9. ¿Qué estructuras propondrías o cómo implementarías lo mandado por el can. 226 § 1,
de modo que efectivamente el mismo matrimonio y la familia sean un medio evangelizador?
10. Siendo ya párroco, un día, tu Obispo, charlando con vos, se queja de que no tiene
ningún sacerdote idóneo para la tarea de secretario canciller. ¿Qué podés aconsejarle?
c. 228 § 1
11. ¿Cuál es la meta que persigue la Iglesia en la formación de los futuros sacerdotes?
cc. 244/248
12. Leyendo los cánones sobre la formación de los candidatos al sacerdocio, ¿cuál te
parece la clave, lo más importante? ¿Está dicho en un solo canon o en varios?
c. 245 § 1
13. Sos párroco y viene a confesarse un seminarista. Te dice que ama profundamente a
Jesús, que quiere entregarle toda su vida. Sin embargo, cada vez más profundamente
experimenta desórdenes afectivos. Su historia familiar no lo ayuda, tiene antecedentes de
desequilibrios psíquicos, varios familiares con psicopatías. Juicio sobre el caso en base a los
cánones.
c. 241 § 1
14. Un chango de tu parroquia acaba de dejar el Seminario por decisión de los
formadores. Está muy enojado y dolido. Pide tu apoyo para poder ingresar a otro Seminario.
Dice: ―Estoy muy seguro y decidido, yo sí o sí voy a ser sacerdote‖. Juicio sobre el caso según
los cánones.
c. 241 § 1
15. El Seminarista de tu Parroquia te cuenta que está felicísimo: ha descubierto que
estudiar teología ha ensanchado su vida espiritual. ¿Cómo? ¿El estudio tiene que ver con la
espiritualidad? Fundamentar según los cánones.
cc. 248/245/252 § 1
¿Qué se entiende por una confesión íntegra?
¿Qué se requiere para que alguien pueda oír confesiones?
¿Qué sucede cuando un sacerdote debidamente facultado oye una confesión a su
cómplice en un pecado contra el 6º mandamiento? Cfr. Can. 977
―El confesor hace las veces de juez y de médico‖. Explicar.
¿Puede o debe interrogar al penitente?
¿Es posible negar la absolución?
¿Qué significa ―imponer una satisfacción saludable y conveniente?
¿En qué consiste el delito de ―falsa acusación de solicitación‖?
¿Por qué es inviolable el sigilo sacramental?
¿Cuándo un confesor puede hacer uso de la ciencia de confesión?
¿En qué consiste el precepto de la confesión anual?
¿Qué es la indulgencia?
¿Qué se necesita para poder beneficiarse de las indulgencias?
¿Cuándo un sacerdote puede bendecir el óleo de los enfermos?
¿Cómo deben realizarse las unciones?
¿Cualquier sacerdote puede administrar el sacramento de la Unción de los enfermos?
¿Quién es sujeto pasivo de la Unción de los enfermos?
¿Por qué no puede hacerse uso de la ciencia de la confesión en el fuero externo?
- 132 -
por favor lo confieses. Hace años que no lo hace y quería volver a la reconciliación, por eso
había esperado por tu ordenación.
Estás de vacaciones por Misiones. Vas por la ruta y te encontrás con un accidente. Te
bajás y comprabas que hay un herido grave. Ofreces la Unción y la absolución. El esposo
de la herida te agradece llorando, pero te dice que ellos no son católico, sino rusos
ortodoxos.
Se acerca una de las catequistas de la parroquia: estoy chocha, padre, pude explicar a mis
chicos la obligación de venir a Misa los domingos. Creo que entendieron muy bien el
precepto dominical.
En el decreto de tu nombramiento de párroco, se omitió la concesión de la licencia para
confesar, como manda el c. 966. ¿Podrías confesar lo mismo, aún sin esa licencia
expresa?
¿Qué sucede cuando un sacerdote debidamente facultado oye una confesión a su
cómplice en un pecado contra el sexto mandamiento?
Se confiesa una pareja de novios de tu parroquia. Ella dice en confesión que mantienen
relaciones sexuales habituales y que un día, por miedo a quedar embarazada, tomo la
píldora del día después. Al turno del novio, éste nada dice de esta materia. ¿Cómo podes
ayudarlo a que confiese ese pecado?
Padre, estoy mu arrepentida, no sé como pude hacerlo!! Fui a verlo al Obispo y acusé al p.
José de haberse insinuado conmigo cuando me confesé. Pero es mentira, padre, era yo la
que lo buscaba, pero como me rechazó, por despecho, lo acusé. Perdóneme, padre.
Padre, por qué el cura no puede decir nada de lo que escucha en confesión. Mire si se
llega a confesar un tipo que mató a otro, ¿ni ahí puede hablar?
Llegas como párroco a la Parroquia San José. El presidente del consejo de pastoral, es un
tipo que en la novena del año pasado se confesó con vos, acusándose de haber inducido a
su mujer a cometer aborto. ¿Cómo haces para decirle que no puede estar ocupando ese
cargo?
Llegas como párroco a la Parroquia San José. El presidente del consejo de asuntos
económicos, es un tipo que en la novena del año pasado se confesó con vos, acusándose
de quedarse permanentemente con la plata de la caja. ¿Cómo haces para decirle que no
puede estar ocupando ese cargo?
Viene la catequista a decirte: que lindo, padre, creo que este grupo de niños van a terminar
su formación con las cosas claras. Les insistí todo el año sobre la obligación de confesarse
todos los años para Pascua de Resurrección.
Un paciente accidentado en una explosión tiene su cuerpo todo quemado. No se lo puede
tocar por su condición y por el peligro de infecciones. ¿Podes darle la Unción?
Se acerca un joven del grupo juvenil para pedirte que vayas a visitar a su madre que está
depresiva y tiene miedo que haga algo malo. Padre, por favor dele la Unción.
Te llama desesperada la mamá de un nenito que se accidentó en el jardín de infantes y
está bastante grave. Padre, venga pronto, dele la Unción para que se salve.
El Padre Anselmo es muy piadoso y cada vez que lo llaman a la terapia intensiva del
Hospital Regional, aprovecha para darle la Unción a todos los pacientes internados allí.
Está muy contento porque dice que nunca le queda nadie sin recibir el Sacramento.
Te llaman para asistir a un viejito moribundo. Te dice que le gustaría morir en paz con Dios
y su conciencia, que hace 40 años que convive con su esposa pero nunca se casaron.
Padre, por favor, bendiga nuestra unión.
En el examen de los contrayentes, el novio te manifiesta no ser creyente y para él el
matrimonio es un simple trámite, no cree que aporte nada a la decisión que ellos han
tomado. Acepta casarse por Iglesia, para complacer a su novia que es creyente.
Viene a confesarse una anciana y te pide por favor si le podes cambiar la penitencia del
ayuno, por otra cosa, porque a su edad se la hace imposible cumplir. El médico le ha
prohibido ayunar.