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A PROPOSITO DEL ISLAM Y LA GUERRA SANTA Julio Retamal Favereau A partir de la nocién de que la "Guerra Santa” no puede provenir sino de una orden de Dios, se han exarninado la Biblia (Antiguo y Nuevo Testamento) y el Corén para com- probar si tal orden, recomendaciGn o decisién divina se encuentra en dichos Libros Santos, Starting from the notion that a «Holy War» can only come through an order from God, the Bible (Old and New Testament) and the Quran have been examined in order 10 determine whether such a divine order, recommendation or decision is to be found in them. Palabras claves: Islam, Guerra Santa, Libros Santos. Key Words: Islam, Holy war, Holy Books. Iss Lecene, N° 8; 2005; pp. 103-129. Jia Resa. Faversav En el ntimero 6, del volumen 2, correspondiente al afio 2003 de esta Revista, aparecié un articulo escrito por un profesor de la Universidad y titulado “Algunas consideraciones ‘en torno del concepto djitiad y su aplicacién en época de las cruzadas”, En él, el autor asume una denodada defensa de los seguidores de Mahoma y trata de probar que fa “Guerra Santa” es de origen cristiano, trasladando por fo tanto a los seguidores de Cristo la culpa y la responsabilidad de las matanzas y opresiones que acarreé el enfrentamiento entre ambos. Es interesante comprobar que Ja tesis del profesor Melo parece insertarse en el designio declarado de “sanear” moralmente al Islam —luego de los espantosos atentados antioccidentales— para coadyuvar tal vez la nueva invasién pacifica de Occidente que los pueblos mahometanos han emprendido en Europa y en América. Lo que aquf se presenta pues, trata de revisar o aclarar algunos conceptos emitidos en dicho articulo y de enfocar la rivalidad islamocristiana desde el dngulo de los Libros Sacros de las respectivas religiones. Por supuesto, esto se hace con el debido respeto hacia el profesor Melo, pero el debate académico es una de las practicas mis sanas y més fecundas de nuestro oficio de histori6grafos. En efecto, sabemos que cualquier punto de Ia historia es susceptible de mu- chas interpretaciones, dependiendo de las fuentes consultadas, del enfoque utilizado y has- tadde las tendencias propias del investigador. Asf se enriquece el conocimiento y Ia interpre- tacién del pasado y se ilumina con nueva luz el presente, permitiendo acaso vislumbrar algo del futuro. Creo que es necesatio también aclarar que ese mismo respeto deberd trasuntarse en este articulo en relaci6n a las tres religiones que serén comparadas en sus textos fundantes sobre el tema, Luego de los horrores que nos presenté el siglo XX, creo que nadie con el uso de sus sentidos y su inteligencia puede dedicarse a azuzar la guerra 0 el conflicto entre religio- nes, maxime entre religiones que tienen muchos puntos en comdn. Empero, en e] tema de !a guerra —"santa”, “sacra” o “Justa” me temo que hay diferencias notables en las tres Reve- laciones y ellas se expondran en este articulo. Me ha parecido que en tema tan delicado y tan debatido, en donde historiadores, tedlo- 205, socidlogos y otros cientificos han acumulado miles y miles de paginas sustentando diversas tesis, lo primero que corresponde ¢s volver a las fuentes primigenias de donde surgieron las religiones involucradas, islam, cristianismo y judaismo. Es decir, procederé a un examen de los textos sagrados de dichos credos, a saber: la Biblia -bajo Ia forma de ‘Antiguo y Nuevo Testamento— y el Corn. Prescindiré en consecuencia de las opiniones elaboradas a posteriori sobre dichos textos, ya que ellos se estiman revelados por Dios para Ios fieles respectivos. Creo que la mejor manera de desbrozar el tema, es examinar si en estos mensajes divinos aparecen conceptos que pudieran interpretarse como Tamados a la “Guerra Santa”, a partir de los cuales exégetas y lideres politicos han podido desarrollar conductas agresivas acordes con el concepto. ‘Asf pues, el tema central abordado en el articalo en cuesti6n dice relaciGn con el con- cepto de Yihad, también llamado Jihad o Djihad en castellano.Y mi primera proposicién al respecto es de que ésta no seria lo mismo que la Guerra Santa cristiana, simplemente por- que esta tiltima no existe en los Libros Sagrados de Cristo. Y en cambio sf aparece en el Antiguo Testamento y en el Cordn. 28 A monesi0 oe. stam ¥ Ls Genes Sara Habria tal vez. que intentar una definicién més afinada de Guerra Santa, sin entrar ma- yormente en ella, por lo extenso y complejo de su origen y evolucién. Los autores que han escrito sobre el tema han dado innumerables versiones al respecto. Hay quienes han distin- guido entre varias clases de guerras: la impia, Ia justa, Ja meritoria, la sacra, la santa y otras categorias. Sélo deseo retener tres de las enunciadas. Primero la Guerra Justa. Es aquella que, iniciada por hombres y levada a cabo por los mismos, se opone ala accién inicua de impios y malhechores y defiende la justicia en un lugar dado. Dios aqui no tiene participa- cin alguna. La guerra cs propia del libre albedrfo humano y se justifica sobre bases huma- nas. La Guerra Sacra o sacralizada es aquella que es iniciada y desarrollada por hombres, pero intervicnen algunos elementos religiosos, como pueden ser oraciones, invocaciones de santos, iniciativas del clero o de los lideres religiosos, mezcla de fines piadosos y sim- plemente bélicos. Esa forma de guerra parece haberse desarrollado desde los alrededores del aiio 1000 en Occidente, ante el ataque de paganos, sarracenos y renegados. La partici- pacién de los elementos religiosos es real pero sigue siendo una guerra puramente material, tefiida y hasta disfrazada de fines religiosos. En consecuencia, sigue siendo una guerra ajena a Dios y de completa responsabilidad humana. Luego esta la Guerra Santa, que es quella que ordena o dirige Dios mismo, por intermedio de los hombres. Ya no se trata s6lo de iniciativas y fines, sino de participacién activa de Dios, como en el Antiguo Testamento (© de un mandato expreso de Dios al hombre en determinados casos, como en el Cora, Dado que en el Nuevo Testamento no hay ninguna referencia a la guerra —salvo referencias negativas-, los cristianos jams pudieron llevar a cabo una guerra santa, aunque creyeran que lo estaban haciendo. La intervencidn del Papa, las promesas de borrar pecados, la libe- raciGn de los Santos Lugares 0 cualquiera otra forma de incentivo piadoso como atribuitle el cardoter de peregrinacién-, ciertamente existieron, pero fueron siempre guerras sacralizadas y no santas, Faltaba la voluntad de Dios, que es el Santo por excelencia. Las iglesias cristianas siempre rechazaron la guerra, incluso frente a las agresiones mahometa- nas de los siglos VII al XI. Se luchaba contra ellas por razones diversas pero jams se pens6 ‘que la lucha era un mandato divino. Es evidente que en el siglo XI hay un cambio de actitud frente a la guerra, por parte basicamente del papado, de donde iban a salir las eruzadas, pero no hay que olvidar que por la misma época (siglos X y XI) en el Catolicismo surgicron la Paz de Dios y la Tregua de Dios, frente al estado de permanente revuclta feudal y de inva- siones destructivas a Europa Occidental. En el peor de los casos, las cruzadas fueron una guerra “sacra” o sacralizada y, sin duda alguna, surgieron como respuesta bélica a siglos de agresividad musulmana! Habrfa mucho mas que decir sobre tan controversial tema, pero ha de bastar por ahora. Estoy plenamente consciente, ademis, de que este tema es complejo desde el punto de vista cordnico, y hay muchos individuos y grupos iskimicos tan cclosos de su fe que estén "Uno de los mejores y ms recientes estimenes del debate en torno a Ta Guerra Santa tema sobre el que han eorido ja, se encuentra en el libro: “La Guerra Sana, La formacién de ta idea de erurada en e1 ‘de Jean Flori (Editorial Trotta, Universidad de Granada, Madrid 2003). El profesar Flor es Director de investigaciones en el Centre National dela Recherche Scientifique y en el Centre d'Etudes Supérieures de Civilisation Médigvale, ambos en Francia 29. Juuso Revamas Favereat)

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