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1.- Observar y describir.- Esto lo podemos realizar al sentarnos en un lugar abierto, por ejemplo
una cafetería, Este medio nos ayuda a realizar un buen ejercicio para trabajar la descripción de los
personajes y el paisaje urbano al observar detalladamente, de cara a soltarse para describir los
personajes y situaciones propias.
2.- Un espacio propio.- Es muy importante disponer de un lugar de encuentro con las musas. Un
escritorio, luz tenue con música muy suave y rodeada de fotos y motivos que nos estimulen, puede
ser la mejor puerta a la creatividad.
3.- Llenar la fuente de la creatividad.- Escribimos a partir de nuestras experiencias y de las
imágenes que habitan nuestro mundo interior: música, países, sabores, estilos de vida, olores,
infancia, juventud, cine, libros, etc., todo ello nos despierta la fuente de nuestra creatividad.
4.- Un canal receptivo.- En el momento de escribir, invocar al espíritu, respirar hondo y entrar en
una actitud contemplativa, sintiéndose como una vertiente abierta al universo induce a que los
pensamientos y con ellos las palabras que escribamos estén llenas de sentido.
Lo interesante es tener una cita diaria para verter ahí aquello que más deseemos: cosas que nos
inquieten, personas que nos interesan, escribir sobre la belleza del paisaje, etc.