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Sacado de su obra
“ Chaupicruz Osorio- Una hacienda mestiza”
Salíamos al patio de afuera, que era de tierra y allí llegaban los interesados en el
juego. Nos reuníamos cinco a seis personas: Hugo Narváez, Rosa Corella, Víctor
Almachi, Antonio Chiluisa, sobrino de Víctor. A veces estaba allí Ulpiano Díaz
Narváez, nieto de Rafael, que era de nuestra edad, Manuel o Carlos Chicaiza, cuando
estaban de turno como huasicamas, Dolores o Andrea López, etc. Comenzaban las
discusiones sobre qué jugaríamos, generalmente ganaban los varones en sus
preferencias, por ser mas numerosos que las mujeres.
Los sábados y domingos por al tarde también nos reuníamos a jugar, teníamos
dos o tres invitados que estaban de visita. A la luz natural jugábamos de la siguiente
manera:
LA PLANCHA.-
El juego preferido por los varones era la plancha. A las mujeres no nos gustaba
arrodillarnos en el suelo como ellos lo hacían, luego con saliva y tierra lograban parar a
las monedas dentro de una “bomba”, (círculo dibujado en la tierra) y hacían puntería
con un sucre para sacarlas de la línea de la bomba, donde las habían colocado. Nosotras
solo los veíamos jugar, pero eso sí, les molestábamos hasta que se integren a otro juego
con nosotros.
Este juego lo hacíamos con rulimanes grandes de acero o de plomo, que servía
como mamas de distintos tamaños y colores; apostábamos poniendo bolitas de cristal o
cocos chilenos dentro de una bomba, sean 2 o 3, por cada jugador, para perderlas o
ganarlas; solíamos ponerlas nombres, especialmente a la mama. En tiempo de cocos
chilenos substituíamos a las bolas por estos y manteníamos la misma mama. Este era
uno de los juegos preferidos en distintas formas, lo jugaban hombres y mujeres.
LOS MARROS.-
HUEVOS DE GATO.-
PERROS Y VENADOS.-
CAPITANES.-
Se hacían dos bandos con un capitán cada uno de ellos; luego colocados frente a
frente y a unos tres metros de distancia entre ellos, o más. El capitán de cada equipo
llamaba a uno del lado contrario:
La persona llamaba debía poner sus brazos doblando los codos, para protegerse
y embestir a los brazos de los contrarios, que se hallaban fuertemente enlazados,
formando una cadena contraria, que resultaba difícil de romper. Si lograba atravesarla
podía liberar a otro jugador de su equipo que no pudo romper la cadena y estaba preso
detrás de ella. Era un juego muy rudo y muchas ocasiones nos prohibieron en los
colegios su juego, por los accidentes que se suscitaban.
EL GATO Y EL RATÓN.-
Se hacía un círculo grande entre todos los jugadores, tomados de las manos y se
escogía el gato quién quedaba fuera del círculo, se escogía el ratón, que iba dentro del
círculo. Comenzaba el juego:
- ¡Ratón, ratón!
- ¿Qué quieres gato bribón?
- ¡Comerte quiero!
- ¡Cómeme si puedes!
- ¿Estás gordito?
- ¡Hasta la punta de mi rabito!
Juego muy parecido al anterior, pero el lobo que estaba afuera del círculo de
jugadores, debía preguntar a la caperucita que estaba adentro:
ADOBES.-
Cuando había mucho tiempo para el juego, se sacaba cajitas de fósforo, que en
ese tiempo eran de madera y se solía recolectar muchas de ellas. Se preparaba un buen
barro negro de chocoto, a veces poníamos tamo de trigo o cebada picadito. Se tomaba
una tabla de madera recta y se sacaba los zapatos, para batir el barro. Cuando estaba
listo se hacían por cientos, ya que secos u oreados, se podía construir casitas, con techo
de tabla, rodeados con muros, gallineros, etc.
Jugábamos con una pelota que la rebotábamos contra la pared, podía ser a
cualquier hora. Parado el jugador frente a una buena pared, lanzaba la pelota contra ella
y la tomaba en el rebote. No podía permitir que caiga al suelo. Decía con cada bote
contra la pared:
- Ooa!!
- Sin moverme
- Sin reírme
- Por esta mano
- Por este pie
- Adelante
- Atrás
- Adelante y atrás.
- Atrás y adelante.
- Remolino
- Torbellino
- Media vuelta
- Vuelta entera.
Por las noches cuando no había nadie en la casa, salíamos luego de la cena y
pensábamos en juegos diferentes, ya que la luz era tenue.
LA ABUELITA”.-
Un jugador voluntario, se pone a unos 4-6 metros de la línea que forman el resto
de jugadores y estos comienzan a ofrecer a la “abuelita” distintas cosas: comida, fruta,
o cualquier tipo de cosas que le pudiera gustar. Diciéndole provocativa:
Ella según su gusta y preferencia, manda dar pasos para adelante si le gusta y para atrás
si no le gusta. Y contesta
Se jugaba por las noches y cada uno de estos juegos se parecía. En el primero el
jugador se ponía en cuclillas con las manos bien cogidas y los dedos entrelazados por
debajo; los brazos quedaban como orejas de las ollas, se nombraba un comprador y un
vendedor, el comprador decía:
-Sr. N. Vengo a comprar una ollita, que sea grande, buena, (según las cualidades
de los que se exhibían) como esta- decía, golpeándole en la cabeza a la “pobre olla”.
Con las cebollitas sucedía parecido, pero los jugadores se sentaban en el suelo,
fuerte mente agarrados a un pilar o a cualquier cosa que les sostuviera y cuando se había
pactado el precio de la cebolla, los dos: comprador y vendedor trataban de sacarla para
que se llevara.
LA PAJARA PINTA.-
MATANTIRUNTIRUNLAN.-
FLORÓN.
Con las manos juntas y una pepita dentro de ellas, metía sus manos en la de los otros
que también las tenían juntas, pero en el regazo. Hasta que pasando de uno en uno los
jugadores, depositar en alguna la pepita, en alguno de ellos y eso se debía adivinar,
quien fue el afortunado: se decía:
LA CHUPILLITA.-
Chupallita chupillita,
Quierde la chupillita
Se fue atraer agüita;
Quierde la agüita,
Se tomo la gallinita;
Quierde la gallinita
Se fue a poner huevo;
Quierde el huevo,
Se tomó el Padrecito;
Quierde el Padrecito,
Se fue a celebrar misa;
Quierde la misa,
Se hizo ceniza;
Quierde la ceniza,
Se hizo jabón,
Quierde el jabón;
Se fue a lavar ropa;
Quierde la ropa,
Se fue en el río
Quierde el río,
Se secó.
¿Qué hizo mama?
Arroz con leche
¿Con qué “meñó”
Con el rabo del gato.
Misiringato!!!!!!
Y entre todos se hacían cosquillas, causando una gran algarrabía y contento entre los
jugadores.
PAN QUEMADO.-
Se escogía un “pan quemado”, u objeto, que podía ser un pañuelo hecho nudo en
la apunta, o cualquier cosa. Luego se seleccionaba un lugar amplio y con recovecos,
plantas, macetas, etc., para esconderlo bien. Cuando el jugador que tenía el pan, había
escondido, gritaba:
-¡Se quema el pan!
LA BODA.-
ROCOTIN.-
- Y diciendo esto, con sus dedos ponía cualquier número de ellos. El otro debía
adivinar. Si no adivinaba, repetía lo mismo, hasta que adivine y cambiaba a otros
jugadores..
RAYUELA.-
Uno de los juegos preferidos. Tenían varias modalidades, se podía jugar dos o
hasta cinco jugadores; se dibujaban diferentes rayuelas: como la del gato, del avión los
días de la semana, el pozo, etc.
Hasta aquí
-¡Mama Rosa, Mamá Rosa!! … gritábamos a coro todos los que íbamos en bicicleta y
ella salía con un palo a perseguirnos. Vivía en la esquina de la Av. El Inca y La Prensa,
decían que un mordisco le cerceno un dedazo de oreja a su marido el “Guevarita” como
le llamaba papá; él le tenía terror, pues era feroz: ella vivía en el primer piso de la casa
junto con su hija y él vivía en el piso alto; tenía una escalera pasa subirse y cuando ya
estaba alzaba trepaba a la escalera, por si acaso.
***