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Introducción.

Luego de haber recibido la Semana Académica de Teología Pastoral acerca del tema del
Ecumenismo y los Nuevos Movimientos Religiosos Libres, quiero presentar el resumen del
documento La autoridad en la Iglesia, realizado por la Comisión Mixta de diálogo
Anglicano-Católico-Romano, dedicado específicamente al tema del primado de Pedro y de
las diversas formas de ejercer la autoridad. La escogencia del tema se debió a la somera
explicación de este tema por parte del Obispo Anglicano de Costa Rica, Mons. Héctor
Monterroso durante la semana antes presentada.

El trabajo pretende ser una búsqueda de los argumentos teológicos comunes que aún tienen
estas Iglesias y la presentación de las soluciones que se han querido resaltar en este
documento. Además, el documento posee una rica doctrina que puede servirnos para trabajar
aspectos de nuestra Iglesia que pueden avanzar cada día más como la inculturación del
Evangelio, la distribución de los oficios, el sensus fidei y la importancia del laico en la toma
de decisiones en la Iglesia.

De esta forma, la presentación de todo el trabajo es muy sencilla, ya que está pensado como si
fuera a ser una exposición a un grupo apostólico interesado en el tema del diálogo con la
Iglesia Anglicana; por eso se han omitido las discusiones más profundas y que por el
momento están sin movimiento como por ejemplo el de la ordenación sacerdotal de mujeres.
Esto también porque el tema es muy reciente y hasta le fecha se dan respuestas a este
documento por parte de ambas Iglesias y porque la bibliografía es extremadamente escasa.

Primero se ofrece una aproximación histórica del diálogo entre Católicos y Anglicanos, en
donde se presentan los acontecimientos más relevantes que se han presentado en los años del
post-Concilio. Luego se ofrece un resumen brevísimo sobre los documentos anteriores acerca
de la autoridad en el diálogo entre ambas Iglesias, resaltando los acuerdos a los que se había
llegado. Y la última parte, que es la más extensa es la breve presentación del último
documento que ha presentado ARCIC II sobre la autoridad, resaltando, como dijimos, los
aspectos de teología que pueden ser provechosos en las reflexiones de nuestra Iglesia.

Que esta presentación sea un granito de arena en el gran trabajo a favor de la unidad de los
cristianos, que, como lo ha dicho Benedicto XVI desde el inicio de su pontificado, es una
prioridad para la evangelización en nuestra Iglesia.
1. Historia del diálogo ecuménico Católico-Anglicano

El primer encuentro que se realizó oficialmente fue entre el Arzobispo anglicano de Cantebury,
Dr. Michael Ramsey y el Papa Pablo VI en Roma en el mes de marzo de 1966, luego de la
finalización del Concilio Ecuménico Vaticano II. Una comisión se encargó de elaborar un
documento conjunto que tuvo como resultado la Relación de Malta, que fue publicada en 1968.
Su nombre completo fue: Declaración de la Comisión preparatoria mixta Anglicana-Católico-
Romana.

A partir de este primer encuentro y su conclusivo documento, se siguen dando visitas mutuas por
parte de los principales líderes Anglicanos y Católicos, entre las más importantes figuran:

• La visita del Arzobispo Coggan a Pablo VI en Roma el 29 de abril de 1977.


• La visita de Juan Pablo II al Arzobispo Runcie en Canterbury el 29 de mayo de
1982.
• La visita del Arzobispo Runcie a Juan Pablo II en Roma el 30 de setiembre de
1989.

Durante este tiempo se había creado una comisión de análisis teológico mixta, denominada:
Comisión mixta anglicano-católico-romano (ARCIC, por sus siglas en inglés de Anglican-
Roman-Catholic Interconfessional Commission), la cual se dedicó a buscar los puntos comunes
con relación a temas específicos, a saber, la Eucaristía, el ministerio y la autoridad. Dichos
trabajos concluyen en 1981 con la relación final ARCIC I, habiendo publicado varios
documentos durante sus años de trabajo: Doctrina sobre la Eucaristía (1971, en la ciudad de
Winsord, Inglaterra); Ministerio y ordenación (1973, en Canterbury, Inglaterra); El matrimonio
(1975); Autoridad en la Iglesia, I (1976, en Venecia, Italia); Autoridad en la Iglesia, II (1981, en
Windsor, Inglaterra).

El 29 de mayo de 1982 se crea la ARCIC II, durante la visita de Juan Pablo II que hemos
enumerado anteriormente a la catedral de Canterbury. Ésta es considerada una segunda etapa.
Los temas propuestos para estudio son la reconciliación de los ministerios, la salvación y la
justificación. Fruto del trabajo ha sido hasta ahora el documento: La salvación y la Iglesia 1 . A
esto debemos añadir el documento La Autoridad en la Iglesia III, publicada en el primer semestre
de 1999.

El documento que hemos querido presentar es el tercero que presenta la ARCIC con relación a la
autoridad en la Iglesia desde su creación y el primero de la ARCIC II acerca de este tema. La
Comisión ha necesitado de cinco años para elaborarla y ha estado dirigido principalmente por
Cormac Murphy-O´Connor, Arzobispo de Westminster de la Iglesia Católica y Mark Santer,
Arzobispo de Canterbury, de la Comunión Anglicana.

Estos documentos no son teológicamente definitivos sino que están sujetos al estudio y/o
aprobación de las autoridades competentes en el tema, a saber, la Congregación para la Doctrina
de la Fe y la Conferencia de Lambeth.

Sin embargo, valga aclarar que la lectura de este tema no es a nivel de aprobación o
desaprobación de dichos documentos por parte de las Iglesias, ya que el tema es muy reciente y
no se ha dicho la última palabra con respecto a estos documentos. Nuestra lectura se realizará
partiendo del camino que se ha desarrollado y sus posibles beneficios a nivel teológico.

2. Los documentos anteriores sobre la autoridad.

Como ya se ha explicado, la ARCIC I ha publicado dos documentos con relación a la autoridad


en la Iglesia, los cuales han tratado de desarrollar este tema lo mejor posible.

Los documentos anteriores de la ARCIC han logrado ofrecer puntos de convergencia a nivel
teológico entre ambas confesiones, como por ejemplo:

• Reconocimiento de que el Espíritu Santo mantiene al pueblo de Dios en obediencia a Su


voluntad y por esta acción la Autoridad del Señor actúa en la Iglesia2.
1
Bosch, Juan. Para comprender el ecumenismo. Navarra, 1991. 176.
2
Cfr. ARCIC I. Relación Final, La Autoridad en la Iglesia I, 3.
• Reconocimiento de que el laicado por su bautismo y por su participación en el sensus
fidelium es una parte integrante en la toma de decisiones en la Iglesia3.
• El primado y la conciliaridad como elementos de episcopé dentro de la Iglesia4.
• La necesidad del primado ejercido por el Obispo de Roma como signo y responsable de la
unidad de la Iglesia5.
• La necesidad de que ese primado ejerza su ministerio de forma colegiada con los otros
obispos6.
• Que la comprensión del primado universal y la conciliaridad complemente y no suplante
el ejercicio episcopal en cada Iglesia local7.

3. El don de la autoridad III.

I. Introducción.

La autoridad, correctamente ejercida es un don de Dios que trae la reconciliación y la paz a todo
el género humano. Sin embargo hay que reconocer que este mismo ejercicio puede ser opresor y
destructivo, especialmente en las sociedades humanas e Iglesias que adoptan sin sentido crítico
ciertos modelos de autoridad.

Jesús actuó de otra manera y la Iglesia debe seguir el ejemplo de Jesús. Es por eso que la
asistencia del Espíritu Santo a la Iglesia con sus dones y carismas es la fuente para ejercer esta
autoridad.

El ejercicio y la aceptación de la autoridad en la Iglesia es inseparable de la respuesta de los


creyentes al Evangelio, está en relación con la Escritura y Tradición y se expresa en la comunión
de las Iglesias junto a la colegialidad de sus Obispos.

3
Cfr. ARCIC I. La Autoridad en la Iglesia: aclaración, 4.
4
Cfr. ARCIC I. La Autoridad… I, 22.
5
Cfr. ARCIC I. La Autoridad… II, 9.
6
Cfr. ARCIC I. La Autoridad… II, 19.
7
Cfr. ARCIC I. La Autoridad…I, 21-23; II, 19.
II. La autoridad en la Iglesia.

Jesucristo: el “sí” de Dios a nosotros y nuestro “amén” a Dios.

Dios, por medio de su Palabra y Espíritu, ha llamado a la existencia; Él mismo es el autor de la


nueva vida para la humanidad que ha caído en pecado, renueva la promesa a su creación, ya que
Él quiere que todo su pueblo llegue a una comunión con él en una creación transformada. Por
eso el Espíritu Santo sigue llevando su plan de reconciliación y de unidad, actuando en la
creación.

La fuente de toda autoridad es la actividad de la Trinidad, ya que es el autor de la vida. Según el


Apocalipsis, la autoridad de Jesús es la del testigo fiel, el amén, ya que en él todas las promesas
encuentran su sí. Por ejemplo Pablo refiere su autoridad a la autoridad fiel de Dios: ¡Por la
fidelidad de Dios!, que la palabra que os dirigimos no es sí y no. Porque el Hijo de Dios, Cristo
Jesús, a quien os predicamos Silvano, Timoteo y yo, no fue sí y no; en él no hubo más que sí.
Pues todas las promesas hechas por Dios han tenido su sí en él; y por eso decimos por él « Amén
» a la gloria de Dios.(2Cor. 1, 18-20).

En Jesucristo, Hijo de Dios y nacido de una mujer, el “sí” de Dios a la humanidad y el “amén
de la humanidad a Dios se convierte en una realidad humana concreta. Este tema del “sí” de
Dios y el “amén de la humanidad en Jesucristo es la clave de la exposición de la autoridad en
esta declaración8.

Jesús durante su vida en medio de la humanidad vino a hacer la voluntad del Padre hasta la
muerte, Él expresó su dedicación total a Dios. Esa forma de ejercer la autoridad fue algo nuevo y
se le reconoció en su forma de enseñar y en las curaciones y liberaciones. De manera particular
en su servicio de entrega total en amor sacrificial; habló y actuó con autoridad por su comunión
con el Padre. En la resurrección se le da autoridad y ahora vive con el Padre siendo la cabeza de
la Iglesia y Señor de la Creación.

8
ARCIC II. La Autoridad en la Iglesia III, 2,9.
Nosotros estamos llamados según el ejemplo de Cristo a dar testimonio de Dios, el cual incluye
obediencia hasta la muerte, obediencia que no es una carga.

El amén del creyente en el amén de la Iglesia local

Por medio del testimonio de los cristianos, la lectura de las Escrituras, la participación en la
liturgia o a través de alguna experiencia espiritual llega el Evangelio al pueblo. La aceptación del
Evangelio se hace de distintas maneras también. Cuando un creyente acepta a Cristo, también
acepta a la comunidad cristiana: esta persona quiere participar de la vida divina dentro del Cuerpo
de Cristo y esto significa que debe aceptar todo lo que la entera comunidad de cristianos recibe y
enseña como el auténtico significado del Evangelio y del modo de seguir a Cristo9.

Los creyentes siguen a Jesús junto a sus hermanos en su Iglesia local; utilizan los medios que
Dios proporciona: la Sagrada Escritura (predicación, catequesis y credos), los sacramentos, el
servicio del sacerdote, la oración, el testimonio de los santos. Por eso el creyente se incorpora a
una respuesta de fe más profunda que la sola respuesta personal. Es una herencia que hemos
recibido.

Tradición y Apostolicidad: el amén de la Iglesia local en la comunión de las Iglesias.

La Palabra revelada la recibe y comunica la comunidad cristiana, esto es lo que se llama la


paradosis o Tradición, que es la obra del Espíritu Santo. Esta tradición es un proceso dinámico
que comunica a cada generación lo que fue entregado de una vez para siempre a la comunidad
apostólica. La Tradición va más allá de la transmisión de proposiciones verdaderas relativas a
la salvación10.

La Tradición es un canal por medio del cual camina el amor de Dios; a través de él la humanidad
participa de la comunión en la Trinidad. Es un tesoro que debe ser recibido y un don que debe
ser compartido con todos.

9
ARCIC II. La Autoridad en la Iglesia III, 2,13.
10
ARCIC II. La Autoridad en la Iglesia III, 2,14.
Las Sagradas Escrituras: el sí de Dios y el amén del pueblo de Dios.

Las Escrituras ocupan un lugar único y normativo, son el único y excepcional testigo inspirado de
la revelación divina. Gracias a las Escrituras se hace presente la revelación de Dios y se puede
transmitir en la Iglesia; además sus diferentes corrientes de tradiciones demuestran cómo se ha
venido recibiendo, interpretando y transmitiendo en las diversas culturas y épocas.

Por otra parte, estuvieron influenciadas por la experiencia de las comunidades locales y debe ser
transmitida de una generación a otra. El hecho de haber reconocido y consolidado el canon ha
sido un acto de obediencia y de autoridad porque se declaró cuáles eran los inspirados y cuáles no
lo eran.

El significado del Evangelio revelado sólo se puede entender dentro de la Iglesia porque ha sido
confiada a una comunidad.

Catolicidad: el amén de la Iglesia entera.

Hay dos dimensiones de la comunión en la Tradición apostólica: la transmisión del Evangelio de


una generación a otra (diacrónica) y la comunión de las Iglesias en todos los lugares (sincrónica).
Las dos son necesarias en la catolicidad; además no hay ninguna parte de la humanidad a la que
no esté dirigida la salvación, esto produce variedad de expresiones y estas expresiones están en
comunión, más aún, son las que manifiestan en la práctica la catolicidad. Dios ha creado la
diversidad entre los seres humanos, por eso la fidelidad no significa uniformidad de expresiones y
formulaciones sino diversidad católica dentro de la unidad de la comunión.

En cada cristiano hay un sensus fidei que es una capacidad para el discernimiento, una intuición
que se crea con la vida común y la celebración cultual. Cuando cada fiel ejerce el sensus
fidelium contribuye con el ministerio del que ejerce el episcopé. Este ejercicio del episcopé no
debe separarse de la sinfonía del pueblo de Dios, ya que de este modo el Espíritu mantiene viva la
memoria de lo que Dios hizo tanto en la dimensión sincrónica como diacrónica.
“Este es el ministerio ejercido por el Obispo y por las personas ordenadas bajo el cuidado del
Obispo, cuando proclaman la Palabra, administran los sacramentos, y asumen su papel de
administrar la disciplina para el bien común. Los Obispos, el clero y los otros fieles deben todos
reconocer y recibir aquello que Dios da por medio del otro. Así, el sensus fidelium del pueblo de
Dios y el ministerio de memoria existen juntos en una relación recíproca11.

III. El ejercicio de la autoridad en la Iglesia.

Sinodalidad: el ejercicio de la autoridad en comunión.

La sinodalidad es la comunión que tienen los fieles y las Iglesias. El Espíritu de Jesús le da a
cada Obispo la autoridad necesaria para realizar el episcopé, con la responsabilidad para tomar
decisiones. Los creyentes deben reconocer a Dios que actúa en la autoridad del Obispo, por eso
esta es una obediencia de libertad.

Ninguna Iglesia local puede ser independiente, se necesitan mutuamente para manifestar la
comunión, por eso la sinodalidad busca la comunión de las Iglesias locales. El obispo están al
servicio de la comunión y en relación con la sinodalidad.

IV. Acuerdo en el ejercicio de la autoridad: pasos hacia la unidad visible.

Hay algunos temas que se han tratado y buscado llegar a un consenso, pero la validez de este
documento está sometido a las autoridades de cada una de las Iglesias. También hay otros
elementos que deben seguirse analizando.

Progresos del acuerdo.

a. La autoridad de Cristo está presente y activa en la Iglesia cuando los creyentes responden
afirmativamente a la invitación de Dios.

11
ARCIC II, La autoridad en la Iglesia, II, 30.
b. La interdependencia entre Escritura y Tradición y el lugar de la Escritura dentro de la
Tradición.
c. La necesidad de recibir constantemente la Escritura y la Tradición.
d. El ejercicio de la autoridad está al servicio de la fe personal dentro de la Iglesia.
e. El papel del Pueblo de Dios en donde los Obispos tienen voz propia en la expresión de la
fe.
f. La cooperación del episcopé y el sensus fidei en la recepción de la Palabra de Dios.
g. La posibilidad de que la Iglesia enseñe infaliblemente.
h. La primacía universal ejercida en la sinodalidad al servicio de la comunión universal.
i. Cómo el Obispo de Roma asiste al ministerio de todo el cuerpo episcopal.
j. Cómo el Obispo de Roma tiene como ministerio el discernimiento de la verdad.

Cuestiones planteadas a los Anglicanos.

Son necesarios instrumentos de vigilancia y toma de decisiones, porque en algunas ocasiones han
tolerado anomalías con el fin de mantener la comunión, lo que ha llevado al debilitamiento de la
comunión.

Cuestiones planteadas a los Católicos.

En el Concilio Vaticano II se ha recordado la colegialidad en comunión con el Obispo de Roma y


se ha recordado la participación de sacerdotes y laicos en distintas labores. Sin embargo se deben
tratar ciertos temas en relación con la participación de la episcopé en el ejercicio de la autoridad.

Colegialidad renovada: haciendo visible nuestra comunión existente.

Las dos comunidades deberían hacer más visible el diálogo, que nos es suficiente. Los Obispos
de ambas comuniones deberían buscar cómo cooperar mutuamente. Por ejemplo reuniones de
Obispos de ambas comuniones o delegaciones de una comunión en reuniones de otra comunión.
También se puede pensar en realizar la visita Ad Limina juntos.

Primacía universal: un don para ser compartido.

Ésta debe ser ofrecida y recibida antes de entrar a la comunión plena. Este ministerio se debe
ejercer en colegialidad y sinodalidad. Se deben fortalecer las tradiciones y que la diversidad
fortalezca la unidad.

La primacía universal será el pastor de ambas comuniones y voz para el mundo y tendrá un
ministerio permanente y distintivo en los temas teológicos y morales. La misma primacía tendrá
que reunir a las comuniones para consultar y discutir.

Esto confirma que los Anglicanos están abiertos a recibir la primacía del Obispo de Roma y que
los Católicos están abiertos a recibir el nuevo ejercicio de la primacía para el pueblo de Dios.

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