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UNIVERSIDAD CATÓLICA

“SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO”

ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

INFORME
TEMA

“HOMEOSTASIS: EXCRESION
SISTEMA INMUNE”
CURSO:

CIENCIAS NATURALES
PROFESORA:

ADELA CHAMBERGO LLONTOP


ALUMNOS:

CERDAN SALAZAR DARWIN DAVID

Ciclo: I

Chiclayo, abril del 2008


SISTEMA INMUNE

CONCEPTO.-

El sistema inmunológico está formado por un conjunto de mecanismos que


protegen a un organismo de infecciones por medio de la identificación y
eliminación de agentes patógenos. Debido a que los patógenos abarcan desde
virus hasta gusanos parásitos intestinales, esta tarea es extremadamente
compleja y las amenazas deben ser detectadas con absoluta especificidad
distinguiendo los patógenos de las células y tejidos normales del organismo. A
ello hay que sumar la capacidad evolutiva de los patógenos que les permite
crear formas de evitar la detección por el sistema inmunológico e infectar al
organismo huésped.

Para protegerse, los organismos vivos han desarrollado varios mecanismos


para reconocer y neutralizar patógenos. Incluso organismos unicelulares
simples —como las bacterias — poseen un sistema de enzimas que las
protegen contra infecciones virales. Otros mecanismos inmunológicos básicos
evolucionaron en las antiguas y permanecen hoy en sus descendientes
modernos: plantas, peces, reptiles e insectos. Estos mecanismos incluyen
péptidos antimicrobianos llamados defensinas, receptores de reconocimiento
de patrón y el sistema del complemento. Sin embargo, los mecanismos más
sofisticados se desarrollaron más recientemente de forma conjunta con la
evolución de los vertebrados1 . El sistema inmunológico de los vertebrados —
como el de los seres humanos— comprende varios tipos de proteínas, células,
órganos y tejidos, que interactúan en una red elaborada y dinámica. Esta
respuesta inmune más compleja que se manifiesta en el sistema inmunológico
de los vertebrados, incluye la capacidad de adaptarse para así reconocer
patógenos concretos en forma más eficiente. El proceso de adaptación crea
memorias inmunológicas y permite brindar una protección más efectiva durante
futuros encuentros con estos patógenos. Este proceso de inmunidad adquirida
es la base de la vacunación.

Los desórdenes en el sistema inmunológico pueden causar enfermedades. Las


enfermedades relacionadas con la inmunodeficiencia ocurren cuando el
sistema inmunológico es menos activo de lo normal, dando lugar a infecciones
que pueden poner en peligro la vida. La inmunodeficiencia puede ser el
resultado de una enfermedad genética, como la "inmunodeficiencia severa
combinada", o ser producida por fármacos o una infección, como el síndrome
de inmunodeficiencia adquirida (sida), causado por el virus de
inmunodeficiencia humana (VIH). En contraposición, las enfermedades auto
inmunes son producidas por un sistema inmunológico hiperactivo que ataca
tejidos normales como si fueran organismos extraños. Las enfermedades auto
inmunes incluyen artritis reumatoide, diabetes mellitus tipo 1 y Lupus
eritematoso. El sistema inmunológico es objeto de intensos estudios científicos
debido al papel crítico que desempeña en la salud humana.

Cuando un microorganismo atraviesa la piel o las mucosas de las personas (u


otro animal vertebrado) y accede al medio interno, se pone en marcha un
conjunto de mecanismos defensivos.

Las células y moléculas que intervienen en estos mecanismos constituyen el


Sistema Inmune.
Microscopía electrónica: neutrófilo(amarillo) Imagen del linfocito de un ser humano

MECANISMOS.-

Los mecanismos de defensa inmune son múltiples y serán estudiados de


acuerdo al orden en que participan en proceso de defensa. Varios de ellos
actúan desde el primer contacto con un agente patógeno, mientras que
otros, más especializados, necesitan aprender de experiencias previas a fin
de poder responder la forma adecuada. Los principales mecanismos son:

o Barreras naturales, factores genéticos.

o Mecanismos inmunes o específicos. Fagocitosis inflamación,


participación de linfocitos asesinos naturales (LAN) y de varias
citoquinas.

o Mecanismos específicos de inmunidad controlados por los linfocitos


y sus productos.

o Sistemas complementarios o amplificadores de la respuesta inmune,


como el complemento, la coagulación, la fibrinólisis y citoquinas.
TIPO S DE INMUNID AD

INMUNIDAD NATURAL.-

Durante el proceso de evolución los individuos de cada especie han logrado


desarrollar una serie de mecanismos que les permiten repeler el ataque de
diferentes microorganismos patógenos. El conjunto de procesos que
protegen a cada individuo del primer ataque de los gérmenes presentes en
su medio ambiente, constituyen la llamada inmunidad nat
INMUNIDAD ADQUIRIDA.-

La respuesta de defensa inmunitaria contra el agente agresor se perfecciona


gracias a un proceso de “aprendizaje” que tiene lugar durante el primer
contacto del hospedero con el agente patógenos. Gracias a este contacto,
grupos de linfocitos son “programados” en tal forma que puedan iniciar una
respuesta inmune, rápida y eficaz cuando el mismo agente patógeno trate de
ingresar por segunda vez al organismo, la inmunidad adquirida puede, a su
vez, subdividirse en activa o pasiva.

INMUNIDAD ACTIVA.-

La inmunidad activa es aquella que se desarrolla en el curso de una


enfermedad infecciosa. Durante el proceso del control de la infección, varias
células integrantes de sistema específico inmunidad, “aprenden” procesos
metabólicos que le permitirá ante ulteriores ataques por el mismo germen,
evitar que se presente la enfermedad, bien sea por la producción de
anticuerpos o por la acción de las células que actúan directamente contra el
agente agresor. Este tipo de inmunidad explica la resistencia que se adquiere
contra ciertas enfermedades infecciosas, especialmente algunas producidas
por virus, que una vez sufridas no se vuelven a presentar durante la vida del
individuo.

Mediante los procesos de vacunación, se logra “enseñar” al sistema inmune a


defenderse de determinado microorganismos, sin necesitar que se produzca la
manifestación clínica de la de la enfermedad infecciosa.

INMUNIDAD PASIVA.-

Se llama inmunidad pasiva al proceso de defensa que se logra contra


determinado agente patógeno mediante el empleo de anticuerpos protectores
que provienen del exterior. De esta forma es posible controlar una infección sin
que el sistema inmunitario del individuo haya tenido contacto previamente con
el agente patógeno. Este mecanismo explica también la defensa que contra las
infecciones tiene el recién nacido, gracias a los anticuerpos que recibe de la
madre a través de la placenta, en el calostro y en la leche. En la práctica clínica
es de uso frecuente el empleo de procedimientos inductores de inmunidad
pasiva, tales como administrar a la persona que sufre una enfermedad
infecciosa, concentrados de anticuerpos específicos contra microorganismos
responsables de la entidad. De esta forma se logra controlar rápidamente la
infección.

CÉLULAS Y ÓRGANOS DEL SISTEMA INMUNITARIO

El sistema inmunológico es una serie de órganos y células que se extiende


por todo el cuerpo y que actúa como la última línea de defensa frente a la
infección el Sistema inmunitario sólo a sido reconocido como un sistema
independiente en los últimos 40 años. También se le conoce como sistema
linfoide, debido a que sus células principales son los linfocitos, uno de los
cinco leucocitos que existe. Los linfocitos son células uniformes y
redondeadas, que carece de gránulo visible y que son relativamente
pequeñas.

Existen dos tipos de linfocitos: linfocitos B (células B) y linfocitos T (célulaT).


Los órganos de importancia inmunológica primaria, denominados órganos
linfoides primarios, son la médula ósea y el tino (que se encuentra
localizada delante del corazón).

Los órganos de importancia inmunológica secundaria denominados órganos


linfáticos secundarios, son los ganglios linfáticos y el bazo.

RESPUESTA INMUNITARIA.-

La misión esencial del Sistema Inmunitario es la defensa frente a la infección


microbiana. Para tener éxito, el sistema inmunitario debe realizar eficazmente
tres funciones. La primera, llamada el reconocimiento inmunitario, es el
detectar una amenaza para el organismo e identificar al invasor microbiano
específico. La segunda, llamada la activación inmunitaria, es dirigir todas las
defensas apropiadas frente a un microorganismo infeccioso determinado. La
última de ellas, denominada la respuesta inmunitaria es contraatacar para
destruir o detener a los invasores.

EL RECONOCIMIENTO INMUNITARIO.-

Para que el sistema inmunitario pueda reconocer a un invasor es necesario que


se establezca un contacto directo entre las macromoléculas. Los linfocitos
poseen receptores antigénicos (moléculas que reconocen a los antígenos). Los
receptores antigénicos de las células B son moléculas de anticuerpos, los
receptores antigénicos de las células T se denominan receptores de antígenos
de las células T.

Todos los microorganismos que invaden el organismo humano están marcados


por antígenos, que a continuación hablaremos de ellas.
ANTÍGENOS.-

Las sustancias capaces de inducir una respuesta inmune específica se


denominan antígenas. Un antígeno es toda sustancia capaz de incluir una
respuesta inmune específica en un huésped y reaccionar específicamente con
las células y moléculas (anticuerpos) que se producen en esa respuesta
inmune específica.

. La molécula de antígeno puede considerarse como una molécula portadora


de los epítopos. Si un epítopo se separa de la molécula portadora, aún puede
combinarse con los anticuerpos, pero no es capaz de provocar una respuesta
inmune. Estos epítopos separados del portador suelen denominarse haptenos,
aunque también se designan como haptenos a las moléculas pequeñas que se
convierten en antígenos después de combinarse con una proteína: por ejemplo,
un metal como el níquel En resumen una antígeno se define por su anticuerpo
y el área del antígeno que se pone en contacto con el anticuerpo es el epítopo.
La correspondiente área de contacto en el anticuerpo se denomina paratopo.

Un microorganismo, por sencilla que sea su organización, es un conjunto de


antígenos, cada uno de los cuales les suele poseer gran número de epítopos
distintos.

LA ACTIVACION INMUNITARIA.-

Cuando el Sistema Inmunitario no se encuentra luchando activamente contra


una infección, sólo existen unos pocos linfocitos que dan lugar a cada uno de
los tipos de los receptores antigénicos. Esto capacita el organismo para
mantener una amplia reserva de diferentes receptores antigénicos con un
número manejable de linfocitos. Los linfocitos de activa cuando entra en
contacto con sus correspondientes antígenos. Generalmente, la activación de
linfocitos requiere la interacción de las células B, las células T y de las células
presentadoras de antígenos.

LINFOCITOS B.-

Gracias a que hemos nacido con millones de linfocitos B, cada uno de los
cuales produce un anticuerpo diferente que puede reconocer un epítopo
diferente, podemos defendernos frente a los microorganismos que nos
amenazan continuamente. Las células B se diferencian de la médula ósea en
las primeras etapas de desarrollo, antes de que estemos expuestos a los
antígenos extraños. En otras palabras, durante la diferenciación de la médula
ósea, las células B se hacen inmunocompetente (adquiere capacidad de
producir anticuerpos, que es un receptor antigénico exclusivo).

RECONOCIMIENTO DEL ANTÍGENO.-

¿Qué es lo que sucede en el proceso de diferenciación para que genere tal


diversidad de células B? ¿Cómo puede existir un anticuerpo para cada uno de
los antígenos? Normalmente, cada proteína (y un anticuerpo es una proteína)
está codificado por un gen individual. Sin embargo, el número de anticuerpos
proteicos diferentes es tan amplio que todos los genes no cabrían en el
genoma humano. Debe de estar funcionando algún otro proceso extraordinario.

. A medida que se produce la diferenciación, se elige al azar de la genoteca una


copia de cada una de las piezas necesarias de la información. Debido a que el
número de posibles combinaciones de estos pequeños trozos de información
genética es enorme, se producen literalmente millones de linfocitos B,
genéticamente diferentes, a partir de una cantidad relativamente limitada de
DNA. Un proceso similar sucede cuando lo linfocitos T se diferencian en el
timo.

CÉLULAS PRESENTADORAS DE ANTÍGENOS.

Las células presentadoras de antígenos fagocitan los antígenos cuando se


encuentran presentes en los microorganismos intactos o en los fragmentos que
contiene los antígenos. El antígeno es procesado en el interior del fagocito y los
epítopos son transportados hasta la superficie celular, donde son mostrados
para que sean reconocidos por lo linfocitos. Una vez que el antígeno es
presentado, las células se dirigen a los ganglios linfáticos u otros órganos
linfoides, lugares en los que se concentran grandes cantidades de linfocitos. Allí
aumenta la posibilidad de que un determinado antígeno encuentre una célula B
que posea su receptor específico. Por eso los órganos linfoides secundarios
suelen contener muchas células presentadoras de antígenos, así como muchos
linfocitos.

RESPUESTA DE LOS LINFOCITOS B. PRODUCCION DE ANTICUERPOS.-

Cuando un clon de células B responde frente a un antígeno (con el estímulo de


las citocinas producidas con los linfocito T) hay una cierta proliferación celular
de estos linfocitos B, seguida de una diferenciación de los linfocitos B en
células secretoras de anticuerpos, llamadas células secretoras de anticuerpos
o plasmocitos, y en células de memoria, que guardan el recuerdo de este
primer contacto con el antígeno.

.
La respuesta al primer contacto con el antígeno se denomina respuesta
primaria, durante ésta, tanto los clones de linfocitos B como los linfocitos T
cooperadores generan células memoria. Si, tiempo después se produce un
segundo contacto con el mismo antígeno, estas células memoria presentan una
respuesta más rápida y potente (respuesta secundaria), en la que los
anticuerpos pertenecerán fundamentalmente a la clase IgG. Por ello, las
infecciones agudas la respuesta es de IgM e IgG, mientras que cuando se
cronifican la respuesta suele ser, principalmente, de IgG 8 ha transcurrido
tiempo suficiente para generar memoria y pasar de respuesta primaria a
secundaria).
Los anticuerpos nos defienden frente a los agentes infecciosos de varias
maneras, entre otras:
 Neutraliza toxinas y virus.
 Bloquean adhesinas (lo que impide la adherencia de los
microorganismos patógenos).
 Los de las clases IgM e IgG activan el complemento, lo que
produce inflamación y facilita la fagocitosis por opsonificacion
inespecífica y puede determinar las lisis de bacterias
gramnegativas y de virus con envoltura.
 Los anticuerpos de clase IgG, además, actúa como opsoninas
específicas, ya que se unen por la parte específica a los
microorganismos y por la inespecífica a los fagocitos
(macrófagos) y neutrófilos): así favorecen el proceso de
fagocitosis.

LINFOCITOS T.-
. Las células T se dividen en dos clases principales (las células T4 y las
células T8, respectivamente. Las células T4 don células TH (cooperadoras).
Regulan el sistema inmunitario aumentando la respuesta inmunitaria. Las
células T8 se diferencian a su vez en células TC (citotóxicas) y células TS
(supresoras). Las células TC atacan y matan a los microorganismos
invasores; las células TS regulan el sistema inmunitario reduciendo
(suprimiendo) la respuesta inmunitaria.

RECONOCIMIENRO ANTIGÉNICO.-

Las células T producen proteínas receptoras de los antígenos con los que se
unen los antígenos foráneos (y, por tanto reconociéndolos). En muchos,
aspectos los receptores de los antígenos de las células T se parecen a las
moléculas de anticuerpos que actúan como receptores antigénicos de las
células B. Al igual que durante la diferenciación de las células B, se producen
por procesos de recombinación del DNA millones de células T genéticamente
distintas, cada una capaz de producir un receptor antigénico proteico
determinado y exclusivo, que posee una única y determinada especificidad de
unión al antígeno. También al igual que sucede con los anticuerpos, cada
receptor antigénico de las células T posee una región variable que se une y
reconoce el antígeno y una región constante, que se fija a la superficie de la
células T.
.
RESPUESTA DE LOS LINFOCITOS T. INMUNIDAD CELULAR.-
Las células T reconocen antígenos que previamente han sido capturados y
procesados (parcialmente digeridos) por células presentadoras de antígenos,
como los macrófagos, las cuales producen además citocinas que ayudan a la
respuesta. Una vez activadas, las células T pueden realizar diversas funciones:

 Algunas células T cooperan con otras células inmunitarias para que


realicen sus propias respuestas. Ya hemos descrito el caso de
cooperación de las células B (linfocitos T cooperadores) para que estas
respondan a los antígenos timodependientes.

 Además, las células T activadas producen citocinas que activan


macrófagos: los macrófagos activados son más eficaces en la defensa
antimicrobiana; por ejemplo, son capaces de matar bacterias que
sobreviven dentro de los macrófagos sin activar. Esta es la llamada
Inmunidad Celular. Algunas de las citocinas producidas son
inflamatorias; por ello, la inmunidad celular se asocia con reacciones de
Hipersensibilidad Retardada, que son la base de pruebas de laboratorio
como reacción de la tuberculina.

 Algunas células T matan células que poseen antígenos superficiales


extraños: por ejemplo, células infectadas por virus o por bacterias
intracelulares. Son los linfocitos T citotóxicas o células asesinas.

ENFERMEDADES INMUNITARIAS.

Las enfermedades inmunitarias se produce cuando el Sistema Inmunitario no


funciona adecuadamente, originando una respuesta inmunitario no funciona
adecuadamente, originando una respuesta inmunológica inapropiada o
inadecuada. Se llama hipersensibilidad a la respuesta inmunitaria errónea en la
que los anticuerpos o las células T producen lesiones importantes en los tejidos
del organismo.

ALERGIAS.-

Alergia, enfermedad debida a una reacción exagerada del sistema


inmunológico (hipersensibilidad) frente a determinadas sustancias que son
inocuas para la mayoría de las personas. En una reacción alérgica el sistema
inmunológico responde ante una sustancia inofensiva como si fuera una
sustancia dañina y produce anticuerpos, con el fin de neutralizarla y proteger al
organismo ante futuras exposiciones. La urticaria, la dermatitis atópica, la
rinoconjuntivitis estacional o fiebre del heno, el asma y la anafilaxia son algunos
cuadros alérgicos conocidos

Por lo general, la alergia se manifiesta por primera vez durante la infancia y los
primeros años de la adolescencia, pero también puede hacerlo más tarde. En alguna
ocasión, determinados factores psicológicos, como los conflictos emocionales, juegan
un papel importante en los fenómenos alérgicos, llegando a clasificarse algunas
alergias como alteraciones producidas por el estrés.

¿CÓMO SE PRODUCE LAS ALERGIAS?

En condiciones normales, el organismo reacciona ante una sustancia extraña


(microorganismo patógeno o sus toxinas) fabricando anticuerpos. Toda persona
produce anticuerpos, pero el sistema inmunológico de las personas alérgicas
no es capaz de diferenciar las sustancias nocivas de las inocuas y genera
anticuerpos contra una o varias sustancias inofensivas.
La sustancia que el organismo reconoce como extraña o alérgeno es,
usualmente, una proteína o glicoproteína que puede ser inhalada, como el
polvo o el polen; ingerida, como las proteínas de la clara del huevo o el
marisco; inyectada, como la penicilina; o actuar por contacto, como la lana, el
esparadrapo o los metales pesados.
Las manifestaciones de la reacción alérgica dependen de dónde tenga lugar la
misma.

DIAGNÓTICO Y TRATAMIENTO.-

El alergólogo es el médico especialista que se ocupa del diagnóstico y el


tratamiento de una alergia. El número de sustancias a las que una persona
puede ser alérgica es casi infinito. El diagnóstico pasa por descubrir a qué
sustancia o sustancias es hipersensible el paciente; es decir, ante cuál o cuáles
sustancias su sistema inmunológico produce una respuesta anómala. Es muy
importante averiguar las circunstancias de la reacción alérgica, si se trata de
una alergia estacional, si se desarrolla con la exposición a una sustancia
concreta o si sólo se produce en un determinado lugar.
El tratamiento más eficaz es evitar el contacto con el alérgeno, aunque esto es
particularmente difícil en las alergias al polvo o al polen. Cuando esto no es
posible, bien porque el alérgeno es desconocido, afecta a múltiples zonas del
organismo o porque existen muchos alérgenos, el objetivo del tratamiento
consiste en aliviar los síntomas provocados por el cuadro alérgico. En este
sentido, se emplean antihistamínicos, broncodilatadores o glucocorticoides
inhalados. El shock anafiláctico es una urgencia médica y requiere, entre otras
medidas, la inyección de adrenalina subcutánea y corticoides intravenosos.

SINDORME DE INMUNODEFICIENCIA ADQUIRIDA (SIDA).-

Este virus, conocido en la actualidad como VIH, resultó ser el agente causante
del SIDA.
Conviene recordar que la infección por VIH no implica necesariamente que la
persona vaya a desarrollar la enfermedad; en esta fase el individuo se
considera “seropositivo o portador”, pero es erróneo considerar a la persona
infectada con el VIH un enfermo de SIDA. De hecho, se tiene constancia de
que algunas personas han sufrido una infección por VIH durante más de diez
años sin que, durante este tiempo, hayan desarrollado ninguna de las
manifestaciones clínicas que definen el diagnóstico de SIDA.

DESARROLLO DE LA ENFERMEDAD.-

Desde que una persona se infecta con el VIH hasta que desarrolla el SIDA
suelen transcurrir entre 6 y 10 años. Desde 1996, la determinación de la
cantidad de virus circulante en la sangre de la persona infectada, que recibe el
nombre de carga viral, se ha convertido en el marcador más importante de la
evolución de la enfermedad.
Durante esta etapa los individuos son altamente contagiosos.
En la última fase, denominada SIDA o fase de enfermedad avanzada por VIH,
aparecen las infecciones y tumores característicos del síndrome de
inmunodeficiencia adquirida.

MODO DE TRANSMICIÓN.-

El VIH se transmite por contacto directo y para ello es necesaria la presencia


de una cantidad suficiente de virus. Esta proporción sólo existe en el semen y
otras secreciones sexuales (flujo vaginal), en la sangre contaminada y, en
menor cantidad, en la leche materna. El virus penetra en el organismo del
individuo sano y entra en contacto con la sangre o las mucosas. Por lo tanto, el
contagio del VIH se produce por vía sexual, sanguínea y de la madre al feto o
al recién nacido.

CONTAGIO POR VIA SEXUAL.-

El virus presente en los flujos sexuales de hombres y mujeres infectados puede


pasar a la corriente sanguínea de una persona sana a través de pequeñas
heridas o abrasiones que pueden originarse en el transcurso de las relaciones
homo o heterosexuales sin protección (preservativo) de tipo vaginal, anal u
oral.

CONTAGIO POR VÍA SANGUÍNEA.-

El contacto directo con sangre infectada afecta a varios sectores de la


población. La incidencia es muy elevada en los consumidores de drogas
inyectadas por vía intravenosa que comparten agujas o jeringuillas
contaminadas. La transmisión del VIH a personas que reciben transfusiones de
sangre o hemoderivados es muy improbable gracias a las pruebas que se han
desarrollado para la detección del virus en la sangre. Su incidencia es casi nula
para la administración de gammaglobulina y/o factores de coagulación.

CONTAGIO MADRE A HIJO.-

Finalmente, la madre puede infectar a su hijo a través de la placenta en el


útero, durante el nacimiento o en el periodo de la lactancia. Aunque sólo un 25-
35% de los niños que nacen de madres con SIDA presentan infección por VIH,
esta forma de contagio es responsable del 90% de todos los casos de SIDA
infantil. Este tipo de transmisión tiene una incidencia muy elevada en el
continente africano.

DIAGNÓTICO
Aunque el síndrome de inmunodeficiencia adquirida se detectó en 1981, la
identificación del virus VIH como agente causal de la enfermedad no se produjo
hasta 1983. En 1985 empezó a utilizarse en los bancos de sangre la primera
prueba de laboratorio para detectar el VIH, desarrollada por el grupo de
investigación de Roberto Gallo. Esta prueba permitía detectar si la sangre
contenía anticuerpos frente al VIH. Sin embargo, durante las 4 a 8 semanas
siguientes a la exposición al VIH, la prueba es negativa porque el sistema
inmunológico aún no ha desarrollado anticuerpos frente al virus.

TRATAMIENTO
El tratamiento de la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana
comprende el empleo de fármacos que inhiben la replicación del VIH, así como
los tratamientos dirigidos a combatir las infecciones oportunistas y los cánceres
asociados.
Actualmente se considera que el tratamiento más eficaz para luchar contra el
VIH es la combinación de tres medicamentos, dos análogos de los nucleótidos
(inhibidores de la transcriptasa inversa) y un inhibidor de la proteasa. Aunque
estas combinaciones pueden dar lugar a importantes efectos secundarios,
cuando se usan con precaución es posible reducir los niveles del virus en
sangre (carga viral) hasta cifras prácticamente indetectables. La carga viral
debe determinarse de forma periódica entre 1 y 6 meses. En la actualidad,
están llevándose a cabo ensayos clínicos de terapia intermitente con resultados
esperanzadores: INMUNE D ELA PERSONACON SIDA

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