COMUNIDAD CONACYT
No.
134-135
Febrero-marzo 1982
Pe
112
Comunicacion
y urbanismo
“Una autopisia de cemento finebre abierta entre las rui-
nnas de la ciudad... la carretera irrespirable sirve doble-
Teofilo Huerta
mente los fines del consumo superfluo que no se propone
satisfacer necesidades reales sino calmar la ansledad.’
José Emilio Pacheco
a industrializacion y la
mecanizacion del hom-
bre, la violencia engen-
drada por la tension y
la neurosis cada vez mis evidente, inva-
den el terreno comunicativo de la sociedad
urbst
EI “gran cuerpo social” que habita en las
ciudades, término manejado por Jean Brun,
esté virtualmente “enfermo”. Existe una
ddegradacién social que impide la armonia y
la organizacion. La sociedad urbana cami-
nna hacia la autodestruccion y el hombre se
cconvierte dia con dia en un esclavo, en una
maquina,
Quienes estamos inmersos en el bullicio
yy la locura, en el seno mismo del proble-
‘ma, quiza ya no logramos percibir con cla-
ridad las dimensiones del fenémeno urba-
no y pareciera que es exagerado mencionar
cifras y conceptos que definen a las ciuda-
des como centros cadticos, sin embargo la
realidad salta a la vista, la vivimos diaria-
mente al sujetarnos a rutinas pesarosas,
al atravesar la calle en medio de un ejercito
dde automoviles, al oir los claxones de éstos,
al soportar heroicamente los empujones en
‘metro y autobuses, al respirar el asfixiante
‘smog de los vehiculos, al hacer colas para
todo, en sintesis, al someter a nuestros sen-
tidos a una gama de suplicios.
‘Nuestros. sentidos, esos elementos de
‘Ruestro organismo que nos ponen en con-
tacto con el medio ambiente, que nos per
miten comunicar y ser comunicados. Cu
riosa o patéticamente, la comunicacion en
las sociedades urbanas asume estilos pecu-
liares que revelan la dramatica situacion en
Ia que los hombres citadinos nos desenvol-
‘vemos, 0, por el contrario, nos “envolve-
mos”, porque en una ciudad en donde el
ruido, la prisay el “relajo” son factores cla
vves, el hombre se pierde en la masa, su
identidad no alcanza a percibirse y enton
‘ers termina por refugiarse en si mismo, a
‘ocultarse temerosamente de la mirada de
2
los demas, de la critica de los demas y, so-
bre todo, de la ofensa de los demas.
Justamente al principio del actual régi-
‘men se hablo del problema de la deshuma-
nizacién en la ciudad, hecho entendible por
toda la marafia en la que se entretejen las
relaciones humanas, ya sean familiares, es-
colares, de trabajo, politicas y hasta se
xuales. Ahora al acercarse el final del régi-
‘men se habla de los “siete pecados capita:
les de la ciudad” que son: transporte y via-
lidad, agua, drenaje, tenencia de la tierra,
Hace falta en nuestra
sociedad urbana to-
mar conciencia de
nuestra propia exis-
tencia y funci6n. Inde-
pendientemente del
origen de su hacina-
miento, la sociedad
urbana es hoy un he-
cho del que debemos
partir...
ccontaminacion, limpieza y seguridad. Estos
pecados capitales lo son en verdad y todo
debido a una falta de planeacion, sin em-
bargo la responsabilidad es comin pues si
bien todos padecemos de la contaminacién,
del transporte y dela basura, continuamen-
te cooperamos (si a eso se le puede llamar
cooperacién) para hacer mis grandes esos
“pecados”.
La comunicacién en las urbes parece
desperdiciarse, existir como un fendmeno
amorfo. Al perderse en la masa, el indivi-
duo no tiene una conciencia de lo que es
como tal y menos como ente social. La co-
‘municacion es un mero instrumento, un
conducto por el cual emitir mandatos, chis-
‘mes, quejas “al aire”, es decir mal canaliza-
das, y un conducto por lo consiguiente
para recibir Tavores, engafios y nuevamente
‘como se mencionaba, ofensas.
Es asi como la comunicacion urbana
‘cumple un papel de simple reactor, de me-
ccanismo que permite fuir una corriente de
mensajes tendientes a mantener el estado
de cosas. Una comunicacion de esta indole
se vicia y contribuye a hacer mas tormen-
tosa la realidad citadina, pues en ningin
momento se le avizoran rasgos de organi
zacion, de auténtica participacién social
Asi como es el saludo entre vecinos: “Ho-
la, {cdmo estis?”, "Qué tal, adios”, en
donde el mensaje se escapa y'no hay una
respuesta Optima, asi en su conjunto la so-
ciedad se comunica, todo se reduce a un
formulismo,
‘Cuando Henri Lefebvre ennumera los
componentes de lo urbano, seiala
“Amontonamiento de objetos y de produc-
tos en los depositos, montarias de frutas en
los mercados, multitudes, gentes que se pi-
sotean, abundancia de objetos miltiples,
yuxtapuestos, superpuestos, acumulados”
(La Revolueién Urbana, Peninsula, Barce
Jona, 1973). Esta descripcion es muy grafi-
cca de la situacion que impera en una ciu-
dad y en donde precisamente se capta la
falta ‘de coordinacion, de vinculos que le~
ven a un fin y por lo tanto la falta de una
‘comunicacion integral, pues asi como hay
“amontonamiento de objetos y de produc-
tos en los depésitos”, asi hay amontona-
miento de mensajes en las cabezas de los
individuos, en las instituciones, en cada
tuna de las estrategias que se plantesn para
solucionar problemas.
Es aqui donde hay que hacer hincapié en
Ja falta de un programa de comunicacién
social, no exactamente del programa oficial4que por ahi se implementa, sino de un pro.
grama nacido de la misma poblacién, un
Programa que se convierta en infraestruc-
{ura para articular soluciones coherentes
Para los problemas urbanos como lo son
esos “pecados capitales”, programa que a
la vez sea plataforma para organizar siste-
mas efectivos de retroalimentacién, redes
de comunicacin mediante las cuales to.
dos los habitantes participen y cobren real
onciencia de sus problemas y planteen
vias para abordarlos y superarlos,
Actualmente se llegan a mencionar so-
luciones aisladas, cada quien da un punto
de vista que generalmente choca con la per-
sona de al lado, cada organismo publico 0
privado se encierra en sus perspectivas. En
estas condiciones la comunicacion se blo-
quea y se suma a la serie de problemas ur-
banos, la comunicacién tal como se da es
tun pecado mis.
Sin desdefar la legislacion del “Dere-
cho a la Informacién”, tendria mayor uti
dad y traseendencia armar ese programa
de. comunicacion social, el primero por
desgracia parece ser un término abstracto,
‘mientras que el segundo se presenta més
concreto, mas practico.
Pero este fenomeno de la comunicacion
urbana no se reduce a una comunicacién
imcergrupal o entre instiuciones, sino que
tambien abarca al de la comunicacion ma
siva, la que diariamente esti en los hogares
“gracias” a los medios tecnolégicos como
lo son la television, Ia radio y Ia prensa,
Aqui cabria preguntarse en qué medida es
tos grandes instrumentos plantean alterna
tivas, aportan soluciones. La respuesta la
‘mentablemente es ficil; casi en ninguna
‘medida, por el contrario, la television y la
radio se constrifien a reproducir las relacio:
nes existentes, a ponderar modos de vida
que en apariencia dan bienestar pero que
no tienen fondo y que las mas de las veces
son ajenos a nuestra esencia e ideologia.
La comunicacién masiva pues, alienta la
sociedad urbana en descomposicion: exalta
el consumismo, los falsos valores como ef
“prestigio” y la “fama”, discrimina o terg
versa la imagen de los sectores obreros que
también forman parte de lo urbano, de los
desempleados y subempleados, de los mar
ginados. Esta comunicacion masiva por si
Fuera poco, se erige en lo urbano y a pesar
de ello penetra en las sociedades rurales
‘con 10 cual sugiere (0 impone subliminal:
dependencia.
‘TEOFILO HUERTA, realzé sus estudios profesionales en a
Facultad de Ciencias Polticas de la Universidad Nacional
‘noma de México. Estudioso de la Comunicacién, se gradus
‘como Licenciado en Periodismo y Comunicacisn Colestina, ca
‘rera dela cual pertenece a a goneracin 1975-1979. Colabo
rador de Mi Periodiquto del Diario Novedades. Actualmente
‘trabaja en el Instituto Nacional del Consumidor, desde donde es
el encargado de la sec infantil de publicacién que dita esta
mente) que lo urbano es el mejor modo de
vida,
Hace falta en nuestra sociedad urbana
tomar conciencia de nuestra propia existen-
cia y funcion. Independientemente del ori-
en de su nacimiento, la sociedad urbana es
hoy un hecho del que —debemos partir y
por lo mismo no negarla ni fustigarla. La
solucién para los casi quince millones de
hhabitantes de la ciudad de México y para
los de otras ciudades que corren los mis:
‘mos riesgos de la primera, no puede cimen-
tarse en su desaparicién, al contrario, lo
que urge es dar vida a esas ciudades que
hoy perecen por “pecaminosas”. En este
sentido es acertado la postura de Henri Le
febvre en cuanto a implementar planes de
desarrollo urbano. en cuanto a aceptar una
era tecnoligica. eso si, racionalmente
Para dar vida a las urbes de México se
requiere de una rigurosa estrategia que de
finitivamente contemple la idea de un pro:
grama de comunieacion social. La socie
dad urbana deberi sobrevivie con base en
tun disefio en el que el hombre aproveche
Ja tecnologia con fines sociales y en lugar
de perderse entre la masa se reencuentre y
sea un elemento activo-siempre listo para el
‘cambio social
La comunicacién urbana debe ser la
Puerta que conduzca a nuestra sociedad a
tun juego arménico, en la que desaparezcan
las” carencias, los insultos, las mentiras y
los abusos, una sociedad en la que cada in-
dividuo aporte algo y reciba la aportacion
de los demas. @
“Tanto esplendor mentido es ya el espectro
de su propia ruina. Eres hormiga que ha
rrenunciado a la solidaridad del hormigue-
José Fmilio Pacheco
m3een CONACYT
Abil=mayo 1982,
entrelineas // Testic Huerta
DE LA LOCURA
DE GIBRAN
AL SICOANALISIS
“La fantasia inscrita en la musica, la pintura y la
literatura no representa otra cosa que la manifestacion
subliminal del e//o. La médula del relato sicoanalitico
es el relato de vivencias”
en mi locura hallé tiber-
tad y salvacién: la libertad
critor, sino el “alma colectiva” de la época
y de la cultura en que esti inmerso. El es
critor se vuelve un medio por el que se
twansparentan los anhelos y descos de su
sociedad, y en el que se retratan sus vicios,
y desfallecimientos.
Lo anterior cobra sentido en uno mis de
los relatos de El Loco de Gibran, donde
ademas esta presente Ia interpretacién de
tun suefo, hecho sustancial para el sico-
analisis de todos los tiemps
‘Una noche, mientras el silencio envol-
via al mundo, madre e hija, caminando ain
dormidas, se encontraron’en su nebuloso
jardin.
Hablo la madre, y dijo: *jAl fin, al fin mi
enemiga! ;Tii que destruiste mi juventud y
edificaste tu vida sobre las ruinas de la mia!
iOjala pudiera matarte!”
'Y Ia hija hablo, y dijo: “}Oh mujer odio-
sa, egoista y vieja! jEstis de pie entre mi y
mi ser mas libre! ;Quisieras que mi vida
fuese un eco de tu marchita vida! Ojala es
tuvieses muerta!”
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