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Andrés Daín (CEA/UNC‐CONICET)
andresdain@gmail.com
Desde un posicionamiento posfundacionalista, una aproximación discursiva de lo social
entiende que el sentido de todo objeto o práctica social se configura discursivamente y que dicho
proceso de significación está definido por una lógica relacional y diferencial, en un ambiente
signado por la contingencia. De modo que toda fijación de sentido es siempre precaria, fallida y se
produce en un contexto definido por una relativa estructuralidad.
Parafraseando a Althusser, (1969: 201‐203) podríamos interrogarnos, ¿a través de qué
concepto puede pensarse el tipo de determinación nueva que se produce entre los fenómenos de
una región dada por la estructura de esta región? En términos más generales, ¿por medio de qué
concepto puede pensarse la determinación de los elementos de una estructura (siempre fallida) y
las relaciones estructurales existentes entre estos elementos y todos los efectos de estas
relaciones, por la eficacia de esta estructura? Dicho de otra manera ¿cómo definir el concepto de
una causalidad estructural? ¿con qué concepto pensar la determinación sea de un elemento, sea
de una estructura, por una estructura?
Es en este contexto que la noción de sobredeterminación adquiere relevancia. Althusser
(1967: 171 nota 46, también en 1993: 17‐48) explícitamente lo introduce desde el campo del
psicoanálisis freudiano (más precisamente de los estudios de Freud sobre las diferentes
manifestaciones del inconsciente, particularmente acerca de la interpretación de los sueños, esto
es, la relación entre los elementos del sueño y los pensamientos oníricos) para presentarlo como
un término que permite repensar no sólo la propuesta marxista en su relación con Hegel, así como
tampoco simplemente para dar cuenta de la “ruptura epistemológica” de Marx. La
sobredeterminación va a ser el suplemento que permitirá dar cuenta de la especificidad de la
causalidad estructural, lo que va a terminar habilitando un nuevo modo de pensar todo proceso
de significación social. Va a plantear una nueva forma de concebir el espacio de lo social, una
manera de trascender la visión de lo social como un espacio plano donde reina una causalidad
mecánica transitiva y, por tanto, donde un efecto determinado puede siempre ser atribuido a una
causa objeto (Althusser, 1969: 197). Una nueva forma de pensar la significación que renuncie a la
escisión ontológica entre un espacio de conformación identitaria y otro de relacionamiento e
interacción.
De este modo, estamos ya en condiciones de afirmar que la sobredeteminación no es una
mera forma de evidenciar la multicausalidad, ni la pluralidad ni tampoco la complejidad. No se
trata de una noción que dé cuenta de algún tipo de cadena causal o de una determinación a partir
de la superposición de diferentes influencias. Por el contrario, y esta es nuestra hipótesis central,
la sobredeterminación es un concepto que nos permite poner en evidencia una de las implicancias
epistemológicas centrales del salto teórico‐ontológico que una teoría política posfundacionalista
supone.
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Entendemos que esta es una cuestión fundamental a la hora de emprender análisis empíricos
desde una gramática posfundacionalista, en la medida en que muestra la especificidad
epistemológica de este tipo de aproximación ontólogica, situándose en las antípodas de los
supuestos que iluminan a la ciencia política canónica (y a las ciencias sociales en general).
Los diferentes trabajos empíricos realizados en nuestro entorno académico a partir de
posicionamientos teóricos posfundacionalistas dan cuenta del uso de la categoría de
sobredeterminación, a veces de manera explícita y otras veces de manera algo más tácita. Sin
embargo, desde nuestro punto de vista, esta noción aparece algo relegada en las discusiones
teóricas planteadas en dichas investigaciones. En esta dirección, el presente escrito tiene como
única pretensión presentar una serie de hipótesis sobre las implicancias teóricas y epistemológicas
del concepto de sobredeterminación con el objetivo de aportar a un uso más complejo de dicha
noción a la hora de emprender análisis empíricos.
I
La noción de sobredeterminación encuentra su significado en el marco de una aproximación
discursiva de lo social, a partir de la cual se entiende que todo objeto o práctica social se configura
discursivamente (Laclau y Mouffe, 1987: 144‐146 y Laclau, 1990: 114‐117).
Si los hechos “existiesen” con independencia de su significación social o si su sentido estuviese
de algún modo inscripto en su propia materialidad (le fuera, del algún modo, inmanente) no
podría haber más que relaciones de determinación, puesto que su interrelación no podría afectar
“sustantivamente” su propia identidad, por lo menos no sino bajo alguna de forma de
“desviación”, “ocultamiento”, “desnaturalización”. No hay, por tanto, ningún tipo de literalidad.
Exactamente lo contrario, desde el punto de vista epistemológico y ontológico, sucede en el
conductismo y en todos aquellos enfoques de la ciencia política que asumen, más o menos
explícitamente, una concepción referencial y substancial del lenguaje.
II
La sobredeterminación supone un primacía ontológica de las relaciones por sobre los
elementos. En la medida en que todos los elementos se configuran relacionalmente, el centro de
la atención está puesto en dichas relaciones y no en los elementos “en sí mismos”. No existe una
presencia separada de los elementos, sino que por el contrario se trata de una presencia de unos
objetos en otros que impide todo fijar definitivo. Se niega, por tanto, la preeminencia ontológica
de un campo de configuración de sentido por sobre otros espacios donde dicho sentido se
“expresa” o se “manifiesta”.
Consecuentemente, la lógica de la sobredeterminación atraviesa toda fijación precaria de
sentido y nos exige pensar lo social como un espacio profundo, complejo, abierto y signado por la
ausencia de un fundamento último (Derrida, 1967). En definitiva, la sobredeterminación permite
dar cuenta de la radical contingencia de toda fijación de sentido, de toda sutura, de todo cierre.
Teniendo esto último, al menos, tres consecuencias fundamentales.
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1. La sobredeterminación permite evidenciar el rechazo de cualquier forma de esencialismo.
Todo cierre (toda instauración hegemónica de un discurso particular) se confunde con el
(infinito) conjunto de circunstancias particulares en la que se expresa “que no es discernible,
identificable ni manuable sino a través de ellas y en ellas” (Althusser, 1965: 79).
2. La sobredeterminación nos permite pensar la realidad en cuanto proceso, al igual de lo
pretendido por la dialéctica hegeliana (y marxista) pero sin los resabios esencialistas que ésta
acarreaba. Y al contrario de lo que sucede con la noción de determinación que es algo que
ocurre en un momento determinado (y determinable). Si la significación de una práctica social
es un proceso, todo acto de significación pasa a ser metafórico, en el sentido de que todo
punto de origen y de fijación siempre es arbitrario y sólo definible analíticamente (en otros
términos, es un problema a resolver en el plano del análisis empírico).
3. La sobredeterminación es un tipo de relación que pone en tensión la distinción
interior/exterior y, consecuentemente, la escisión entre relaciones de interioridad y de
exterioridad. Toda diferenciación entre lo interior y lo exterior de una identidad, una práctica
o un objeto responde a una diferenciación analítica (dependiente, por ejemplo, de los
objetivos específicos de una investigación particular). Ontológicamente no hay interior ni
exterior apriorístico.
III
La lógica de la sobredeterminación y el acento en las relaciones por sobre los elementos que
de ella se deriva, son la evidencia de la existencia de aspectos sumamente relevantes que escapan
a las posibilidades de la observación directa, y que sólo pueden ser aprehensibles a través de sus
efectos. En definitiva, la idea de la sobredeterminación da cuenta de la existencia de la estructura
(fallida, precaria, descentrada), pero que sólo se expresa en sus efectos y que escapa a toda
posible observación directa.
Este punto muestra un rasgo distintivo de la lógica de la sobredeterminación porque permite
“designar, al mismo tiempo, la ausencia y la presencia, es decir, la existencia de la estructura en
sus efectos” (Althusser, 1967: 203), permite pensar la significación en sus propias condiciones de
existencia, es decir en su propia inserción en el todo complejo. De esta forma, la estructura no es
algo exterior que vendría a modificar el aspecto, la forma y la relación de los objetos: “La ausencia
de la causa en la ‘causalidad metonímica’ de la estructura sobre sus efectos no es el resultad de la
exterioridad de la estructura en relación a los fenómenos […]; es al contrario, la forma misma de la
interioridad de la estructura como estructura, en sus efectos” (Althusser, 1967: 204)
Quizás sea necesario explicitar que, a diferencia de la tradición marxista, nuestra concepción
de estructura encuentra su origen en Saussure. Es el lingüista ginebrino el que muestra la
importancia de la estructura por sobre los elementos, en el sentido de que la identidad de cada
elemento sólo se encuentra en relación a su pertenencia a una totalidad. Esta es la consecuencia
más importante de la anulación del referente en el proceso de significación, ya que la identidad de
un evento no depende de su relación con la cosa sino de su pertenencia a una estructura; esto es,
depende del relacionamiento –diferencial– con los otros elementos de la lengua (por contra, si la
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identidad de un término dependiese del referente, la significación sería independiente de
cualquier totalidad, sería una cuestión aislada y aislable). Al mismo tiempo, la totalidad es algo que
uno no puede aprehender directamente sino a través de las relaciones entre los elementos.
IV
La sobredeterminación supone la operación de condensación, arrojando como resultante
puntos nodales. Siendo, por tanto, éstos últimos “una especie de traducción abreviada” (Freud,
184) del discurso que los sobredetermina. Existen tres procedimientos mediante los cuales esta
operación se lleva a cabo:
1) La exclusión: Determinados elementos sencillamente son excluidos.
2) La fragmentación: Se toman fragmentos de elementos complejos.
3) La fusión (o condensación propiamente dicha): Elementos se funden a partir de rasgos
comunes.
En definitiva, podemos afirmar que una identidad está sobredeterminada por un discurso en la
medida en que condensa ciertos elementos o fragmentos de elementos presentes en el mismo.
Pero cabe aclarar que si bien reúnen toda una serie de elementos de aquel discurso que los
sobredetermina, los puntos nodales tienen la característica de ser multívocos en el sentido de que
cada uno de sus elementos constitutivos puede asociarse a (o, en términos freudianos, “es el
subrogado de”) algún o algunos de los elementos del discurso que los sobredetermina, pero a la
vez cada elemento de dicho discurso puede estar presente al mismo tiempo en distintos
elementos del punto de condensación. Por lo tanto, la operación de condensación no quiere decir
que cada elementos singular de un discurso o cada grupo de ellos ofreciera una abreviación para
el punto nodal como si se tratara “de un electorado que designase un diputado por distrito”
(Freud: 292) ni que “se disipen como un puro fenómeno” (Althusser: 81), sino que, por el
contrario, el discurso en su conjunto es sometido a cierta elaboración (mediante los
procedimientos de exclusión, fragmentación y fusión) tras la cual se elaboran dichos puntos
nodales: “valga como analogía la elección por listas” (Freud: 292).
En conclusión, podemos afirmar que una identidad particular puede ser pensada como un
punto de condensación, como el proceso de constitución de un punto nodal; proceso que a su vez
pone en evidencia “la naturaleza de dicha unidad” (Althusser: 81): que su sentido en inseparable
de esa totalidad parcialmente estructurada (hegemónicamente configurada) que llamamos “lo
social”, que conforman sus condiciones formales de su existencia; que, en palabras de Althusser,
es “afectada, en lo más profundo de su ser, por dichas instancias, determinante pero también
determinada en un solo y mismo movimiento, y determinada por los diversos niveles y las diversas
instancias de la formación social que ella anima; podríamos decir: sobredeterminada en su
principio” (Althusser, 1967: 81). Se trata, por lo tanto, de un metaforización sin literalidad.
V
La sobredeterminación supone un desplazamiento. Una identidad está sobredeterminada por
un discurso en la medida en que supone un descentramiento, un desplazamiento del centro, el
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cual pasará a estar conformado por otros elementos que los que constituyen el discurso en
cuestión.
En este sentido, lo que en puede presentarse como el contenido fundamental y definitorio de
una identidad particular puede ni siquiera estar presente en el discurso que la sobredetermina.
El desplazamiento se manifiesta de dos maneras:
1) El reemplazo o sustitución: haciendo que un elemento sea reemplazado por “algo más lejano a
él; esto es, por una alusión” (Freud, 187).
2) El descentramiento: aquel(los) elemento(s) que puede(n) mostrarse como menos
importante(s) en el discurso (hegemónico) puede(n) pasar a configurar el centro de la
identidad que sobredetermina(n). De esta forma, ésta pasa a tener un centro diferente de
aquel, adquiriendo un aspecto que nos puede desorientar. Se trata de una traslación que
implica un descentramiento. En este sentido, en las relaciones de sobredeterminación
acontece una transferencia y un desplazamiento de las intensidades (de los valores) de cada
elemento.
El resultado de este desplazamiento es que la identidad particular ya no presenta el mismo
aspecto que el núcleo del discurso que la sobredetermina, y que aquella sólo devuelve una
dislocación.
VI
La sobredeterminación da cuenta del atravesamiento del poder en todo proceso de
configuración de sentido. Si la sobredeterminación supone operaciones tales como la exclusión, la
fragmentación y la fusión (o sea, de condensación) al tiempo que reemplazos y traslaciones de
relevancia (en definitiva, descentramientos y desplazamientos) generando que algunos elementos
tengan una preeminencia sobre otros, pasando las relaciones a ocupar un lugar definitivamente
central en un contexto atravesado por la contingencia, entonces podemos afirmar que la
sobredeterminación da cuenta de la presencia del poder en todo proceso de significación.
Bibliografía
− Althusser, Louis (1967, 2004) La revolución teórica de Marx, México, Siglo XXI.
− Althusser, Louis (1969, 2004) Para leer El Capital, México, Siglo XXI.
− Althusser, Louis (1993, 1996) Escritos sobre psicoanálisis. Freud y Lacan, México, Siglo XXI.
− Derrida, Jaques (1967, 1989) La escritura y la diferencia, Barcelona, Anthropos.
− Freud, Sigmund (2008) Obras Completas. Tomos IV y V: La interpretación de los sueños, Buenos
Aires, Amorrortu.
− Laclau, Ernesto y Mouffe, Chantal (1987, 2006) Hegemonía y estrategia socialista: hacia una
radicalización de la democracia, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica.
− Laclau, Ernesto (1990, 2000) Nuevas reflexiones sobre la revolución en nuestro tiempo, Buenos
Aires, Nueva Visión.
− Saussure, Ferdinand (1945, 2007) Curso de lingüística general, Buenos Aires, Losada.
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