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INFORME FINAL

CONTRATO No. 37 de 2007

CLAUDIA MARCELA VANEGAS DURAN

PROYECTO:

LA PRODUCCIÓN TEXTIL EN EL NUEVO REINO DE GRANADA:


OBRAJES Y TRIBUTACIÓN INDÍGENA EN LOS ANDES
CENTRALES, SIGLOS XVI Y XVII.*

Presentado al:

INSTITUTO COLOMBIANO DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA -


ICANH

AREA DE HISTORIA COLONIAL

Promoción a la investigación en Historia Colonial

Bogotá, diciembre 2007

* El presente trabajo contó con el apoyo académico y económico del Instituto Colombiano de Antropología e
Historia - ICANH y su programa de apoyo a la investigación en historia colonial - año 2007.
INTRODUCCIÓN

El sector textil de la economía colonial americana ha sido ampliamente


estudiado para el caso de Nueva España, Quito y Perú. La producción textil
representó una actividad económica secundaria1, que pudo desarrollarse
gracias a la demanda que generaban los centros mineros y las ciudades,
principales consumidores de los diferentes textiles que se producían en las
unidades manufactureras conocidas en ese tiempo como obrajes y chorrillos,
así como los que se elaboraban de forma doméstica. Los variados tipos de
telas (paños, bayetas, rasos, sayales, frezadas, lienzos, y jergas), así como las
mantas de algodón y lana no sólo garantizaron la necesidad básica de vestido
y abrigo, así como el trasporte de diversas mercancías; su producción y
comercialización implicó su integración en el espacio económico colonial a
través de redes de circuitos locales e interprovinciales que garantizaron una
producción permanente durante toda la época colonial.

La producción y comercialización de textiles significó para los indígenas un


medio a través del cual cubrir las altas cargas tributarias impuestas por la
Corona, ya fuera con el oro producto de la venta de los textiles, o la entrega
directa de las mantas a los oficiales reales que se encargaban de su posterior
remate público. Para el estado colonial los textiles fueron un conducto eficaz
para la obtención de la carga tributaria, que representaba un monto
importante en los ingresos fiscales. La Corona y los encomenderos fueron los
primeros en impulsar la creación de obrajes en América con el fin de
aprovechar la mano de obra indígena, los rebaños de ovejas y los cultivos de
algodón, así como la expansión de la demanda de tejidos en minas, centros
urbanos y haciendas.

1 A excepción de Quito que a finales del siglo XVI, al agotarse los depósitos de oro, concentró su actividad económica
en los sectores agrario y textil. Los obrajes quiteños se convirtieron en importantes productores y comercializadores
directos del paño azul, que se vendía en Lima, Cuzco, Potosí, La Plata, y Chile. Para el caso del Nuevo Reino de
Granada, los paños y textiles de menor calidad llegaron a las minas y ciudades a través de comerciantes que los
compraban directamente en Quito. Brines Tyrer Robson, Historia demográfica y económica de la Audiencia de Quito
(Quito: Banco Central de Ecuador, 1988), 85-87; Richard J. Salvucci, “Las manufacturas en Hispanoamérica,” en
Historia General de América Latina (París: Ediciones Unesco, Editorial Trotta, 2000), 247-268.

2
La paulatina demanda por otro tipo de textiles y ropa de la tierra,
especialmente derivados de la lana y que llegaba a muy altos costos de
Europa, hizo necesaria la organización de la producción en las colonias
americanas. Inicialmente la producción en el Nuevo Reino de Granada, Nueva
España, Quito y Perú aprovechó la técnica de hilado y tejido prehispánica, que
hacía parte una larga tradición del grupo familiar, que cubría con ella no sólo
la carga tributaria que debía ser entregada a sus autoridades, sino su propio
autoconsumo. Con la conquista española la producción textil prehispánica se
mantiene pero se readecua; poco a poco se vincularon telares europeos,
tornos y batanes, entre muchos otros equipamientos técnicos, que modificaron
la forma de hacer tejidos en América y Europa, sin que esto significara la
desaparición de la producción prehispánica de tipo doméstico que se mantiene
durante todo el periodo colonial. Hasta entonces en la industria textil
peninsular las diferentes etapas del proceso productivo funcionaban de forma
independiente; la ubicación del batán y el taller en un solo espacio llamado
obraje en América, “hizo que el sector empresarial diera un salto considerable
en relación con el sistema artesanal predominante en la península ibérica”2. Al
reunir en un solo lugar todos los procesos de la transformación de la lana en
textiles, concentraban a toda la mano de obra, lo que les permitía a los
españoles controlar y vigilar a los trabajadores, garantizando así su mayor
rendimiento. Las modificaciones, por lo tanto no fueron sólo de tipo técnico; el
cambio más significativo estuvo encaminado hacia una nueva organización del
trabajo, que orientó la producción textil hacia un sistema compulsivo para
extraer la mano de obra de la comunidad indígena, inmerso naturalmente
dentro del sistema de la encomienda que garantizó la obtención de excedentes
que cubrirían las cargas tributarias y beneficiarían directamente a los dueños y
administradores de los obrajes.

2Manuel Miño Grijalva, La manufactura colonial: la constitución técnica del obraje (México: El Colegio de México, 1993),
55, citado en Neus Escandell-Tur, Producción y comercio de tejidos coloniales. Los obrajes y chorillos del Cuzco 1570-
1820 (Cusco: Centro de Estudios Regionales Andinos "Bartolomé de las Casas", 1997), 153.

3
Estas condiciones permitieron que españoles e indios ingresaran al mercado
de la producción y comercialización de textiles a través de la organización de
unidades manufactureras en las ciudades y las haciendas, que les permitirían
a sus dueños establecer empresas que, en muchos casos, lograría consolidarse
y permanecer en una misma familia a lo largo de los tres siglos de dominación
española. Paralelo a la manufactura organizada, se mantiene una producción
de tipo doméstica, que conjuga a hiladores y tejedores, que entregan
productos semi-elaborados que son terminados en los obrajes –auque también
pueden dedicarse a todas las fases del proceso de elaboración de textiles. Este
nivel de integración y dependencia entre la producción doméstica y los
obrajes, logró menoscabar los efectos de la dificultad de reclutamiento de
mano de obra permanente, directamente relacionada con la disminución
demográfica de la población indígena y la competencia con otras actividades
económicas (minería, agricultura, etc.) por la vinculación de trabajadores
permanentes. De esta forma los dueños disminuían los costos del
mantenimiento de los operarios, garantizando así la pervivencia de obrajes
que de otra forma habrían desaparecido3.

Los obrajes formaron parte de un complejo organizacional más amplio, en el


que alrededor de la manufactura sus dueños desarrollaban unidades dedicadas
a la ganadería y la agricultura, que se encargaban de entregar los insumos
(lana, algodón, tintes) así como los bienes de consumo cotidiano (alimentos,
animales para el trasporte, ropa, mercería, etc.) para los indios y muchachos
que trabajaban en el obraje. Sin embargo, esto no significó la autosuficiencia
de los obrajes, pues como veremos más adelante, en reiteradas ocasiones los
administradores debieron comprar los insumos a vecinos y comerciantes, ya
que sus rebaños y cultivos eran insuficientes para cubrir la demanda requerida
para el funcionamiento de la unidad manufacturera.

3 Escandell-Tur, Producción y comercio, 412 y Miño Grijalva, La protoindustria,

4
Los obrajes se establecieron en todas las economías coloniales, y se
convirtieron en una parte importante de la producción de distintos tipos de
textiles para el consumo interno, y para su comercialización a más larga
distancia como es el caso de Quito. Sin embargo, es muy poco lo que la
literatura sobre la historia colonial del Nuevo Reino de Granada, hecha hasta
el momento, le puede aportar a los enfoques comparativos con respecto al
desarrollo de esta manufactura en la región andina y la novohispana. Esta ha
sido la razón principal que motiva el proyecto de investigación en el que se
enmarca este texto, y que se propone dar cuenta de la organización
socioeconómica de la producción textil que se desarrolló en el Nuevo Reino a
partir de 1570, prestando especial atención a sus formas de organización y el
nivel de producción alcanzado en los obrajes organizados en la provincia de
Tunja, especialmente en el obraje de comunidad de Duitama. La existencia de
documentación muy rica en información sobre el obraje de Duitama, que
incluye un libro de cuentas de los primeros años de actividad (1596-1600), así
como un pleito sobre la adjudicación de su administración en 1597, nos han
proporcionado los primeros indicios sobre el montaje y funcionamiento de un
obraje de comunidad en la provincia de Tunja -organización interna,
producción, mano de obra, salarios, insumos, bienes de consumo, entre otros.

Este informe centrará su atención en la producción del obraje de Duitama,


partiendo de las cuentas que solicitó el corregidor Alonso Domínguez Medellín
a su administrador Marcos Martín en el año de 1600, y que relacionan los
gastos de montaje del obraje y batán, los textiles que se manufacturaron y lo
recibido por su venta, así como la repartición de las ganancias entre el cacique
y capitanes, y su administrador. De esta forma se podrá establecer los montos
de la inversión que se requirieron para instalar o acrecentar un obraje en el
siglo XVI en el Nuevo Reino de Granada, así como los ingresos que representó
para la Corona, gracias a que el dinero que recibían los indios por la venta de
los textiles iba directamente a las arcas del Monarca por concepto de demoras.
Al mismo tiempo, podremos entender las relaciones de poder que giraban

5
alrededor de una unidad productiva específica como el obraje de Duitama, en
donde caciques y capitanes, maestro obrajero, corregidor y Corona quería
llevarse la mejor tajada.

Para desarrollar el objetivo propuesto se ha dividido esta exposición en tres


apartados; el primero estará dedicado a los indicios sobre la existencia de
obrajes en el Nuevo Reino de Granada así como algunas referencias generales
sobre la producción doméstica representada por las mantas de algodón que
entregaban los indios como parte del pago de demoras; a continuación se
revisará específicamente el montaje, organización y funcionamiento del obraje
de Duitama, teniendo en cuenta las circunstancias que motivaron su creación,
la mano de obra, la forma en la que fue vinculada al obraje y los salarios que
recibieron, así como las herramientas e insumos necesarios para su
funcionamiento; por último se revisarán los niveles de producción alcanzados
por el obraje, el valor alcanzado por los bienes textiles y su comercialización, y
su rentabilidad a partir de lo producido, los gastos y las ganancias.

LOS OBRAJES EN EL NUEVO REINO DE GRANADA

En el Nuevo Reino de Granada, antes de la llegada de los españoles, la


producción textil estaba representaba básicamente por la elaboración de
mantas de algodón, que se desarrollaba en los actuales departamentos de
Cundinamarca, Boyacá y Santander. Las comunidades prehispánicas muisca y
guane que habitaron esta zona tenían un amplio conocimiento en la
elaboración de mantas de algodón que era llevado a cabo por el núcleo
familiar4; las mantas tenían un uso muy variado: desde prenda de vestir -que
de acuerdo a su calidad y decoración diferenciaba a caciques y principales de
la gente del pueblo-, hasta objeto de trueque, ofrenda, tributación, y fardo

4Ver Germán Colmenares, La provincia de Tunja en el Nuevo Reino de Granada. Ensayos de historia social (1539-
1800), 3 ed. (Bogotá: Universidad del Valle, Banco de la República, Colciencias, TM Editores, 1997), Carl Henrik
Langebaek, Mercados, poblamiento e integración étnica entre los Muiscas, siglo XVI (Bogotá: Banco de la República,
1987); Gladys Tavera de Téllez y Carmen Urbina Caicedo, Textiles Muiscas y Guanes (Quito: IADAP, 1994); Álvaro
Chávez Mendoza, “Trama y urdimbre en la historia del tejido muisca”, Revista Lámpara, 22 (94) (1984); Vicente
Restrepo, Los chibchas antes de la conquista española (Bogotá: Banco Popular, 1972).

6
funerario. “La manta guane, como todas las de los demás grupos étnicos
prehispánicos, era un productos del trabajo de la familia indígena en la
circunstancia de una función de la agricultura con la artesanía doméstica”5.
Las mantas era un bien muy apreciado en los trueques e intercambios que las
comunidades indígenas llevaban a cabo; los indígenas de Mariquita adquirían
mantas y sal a cambio de oro, y los de Somondoco hacía lo propio con las
esmeraldas, las mantas además eran intercambiadas por cargas de algodón,
que posteriormente se transformarían en mantas. Existen variadas referencias
en la documentación de archivo que muestran el intercambio de mantas por
distintos bienes y su comercialización hasta tierras bajas de los Llanos
Orientales y el Valle del Magdalena6.

Para los indígenas además, las mantas de algodón eran entregadas como
tributo a los caciques y capitanes, lo que facilitó la transición a las formas de
dominación españolas. Con la conquista la producción y comercialización de
mantas aumenta como efecto de las altas cargas tributarias impuestas por la
Corona a las comunidades; pero también por la demanda de los
encomenderos que pagaban con ellas el trabajo indígena en las minas y las
ciudades, o por ejemplo, de los indígenas al cura cuando celebraba alguna
ceremonia religiosa7. De esta forma la función que el tejido cumplía en las
comunidades prehispánicas se fue adaptando a las nuevas circunstancias,
logrando sobrevivir, a través del pago del tributo y de su importancia como
bien de intercambio y de trueque en la región. La manta en el circuito
comercial de la provincia de Tunja durante el siglo XVI y XVII, puede ser
considerada como “moneda de la tierra”, siguiendo a Ruggiero Romano quien
clasifica bajo este concepto a los productos que en los diferentes contextos

5 Armando Martínez Garnica, Consideraciones históricas sobre la fabricación de las mantas muiscas y guanes
(Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 1990), 3.
6 Langebaek, Mercados, poblamiento, 83-85.
7 Ver por ejemplo Germán Colmenares, Historia Económica y Social de Colombia, 1537-1719 (Bogotá: TM Editores,

1999), 166; y María Ángeles Eugenio Martínez, Tributo y trabajo del indio en Nueva Granada (de Jiménez de Quesada a
Sade) (Sevilla: Escuela de Estudios Latinoamericanos, 1977), 443 y siguientes; Hermes Tovar Pinzón, La formación
social chibcha (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1980), p 13-18; Mercedes López, Tiempos para rezar y
tiempos para trabajar. La cristianización de las comunidades muiscas durante el siglo XVI (Bogotá: ICANH, 2001), 119;
Eduardo Londoño, “Mantas muiscas una tipología colonial”, Boletín del Museo del Oro, 27 (1990), 120-126.

7
coloniales, sirven como una especie de moneda que facilita el intercambio de
bienes y servicios. En la sociedad colonial americana definida por Romano
como una economía natural de intercambio, los intercambios pueden
calcularse en moneda y realizarse en productos, pues al carecer de moneda
metálica de amplia circulación, la mayor parte de las transacciones que se
realizaron durante esa época se efectuaron por trueque, estableciéndose en
muchos casos el valor de los bienes en la moneda metálica circulante8.

Con la primera tasación que se llevó a cabo en 1555, los indígenas estaban
obligados a pagar en oro; sin embargo las dificultades que tuvieron muchas
comunidades no mineras para cumplir, hizo que la Corona cediera y les
permitieran pagar en mantas y otros bienes (gallinas, maíz, trigo, cebada,
entre otros)9. Esta circunstancia fue aceptada por muchos encomenderos, y
por las autoridades coloniales que apreciaban el valor comercial de las
mantas, que posteriormente remataban públicamente para conseguir el
anhelado metálico. Las mantas representaban la producción doméstica, y su
valor comercial en la segunda mitad del siglo XVI, nos da una idea de su
magnitud e importancia. La revisión de los remates de mantas de algodón
entregadas a la Corona entre 1587 y 1595 (ver cuadro 1), refleja un precio
por docena relativamente estable de 12 pesos, uno mínimo de 9 pesos y un
máximo de 15 pesos en 1595. Los indios de Turmequé fueron quienes
entregaron más mantas en estos años, 18.387 ⅓, le siguen Sogamoso con
8.011, Chivata con 5.973 y Duitama con 2.630 mantas; los demás están por
debajo de 1.660 mantas. Si comparamos estas cifras con la tasación impuesta
por la visita, encontramos una diferencia significativa; sólo como un ejemplo

8 Ruggiero Romano, “Fundamentos del funcionamiento del sistema económico colonial”, en El sistema colonial en
América española editor Heraclio Bonilla (Barcelona, Editorial Crítica, 1991), 248-254.
9 Las disputas alrededor de la tasación durante estos años fueron constantes y estuvieron sujetas a idas y venidas, en

las que encomenderos y caciques defendían sus intereses particulares. Los indígenas de Faracuca en 1557 entregaban
3 mantas por cada peso de oro, mientras los de Chámeza en 1560 estaban pagando el tributo en 6 mantas por cada
peso de oro. Las mantas poco a poco se convirtieron en bienes cada vez más valiosos, como lo muestra la tasación de
Duitama, que debía entregar 350 mantas, cuyo valor era de 175 pesos, es decir 2 pesos por manta. Diez años después,
entre 1570 y 1572, el oidor Juan López de Cepeda vuelve a tasar la provincia de Tunja, estableciendo un tributo de 2
mantas de algodón de la marca por cada indio. Colmenares, La provincia de Tunja, 95, 100, 104.

8
de esto, Turmequé en 1584 estaba tasado en 1.308 mantas anualmente10,
pero según la fuente consultada realmente entregó 18.387 ⅓, 6.615 mantas
de algodón por encima de las 11.772 que debería haber entregado en esos 9
años (1587-1595). Valdría la pena pues, entrar a analizar detalladamente el
tributo en mantas que entregaron los indios a la Corona en periodos más
amplios, para entender el porcentaje del tributo pagado a la Corona en
mantas, así como los niveles alcanzados por la producción doméstica de, su
relación con los cultivos de algodón y su comercialización, entre otros temas,
pues las cantidades que nos refleja este solo documento no son nada
despreciables, y nos invitan a explorar este rico tema de investigación.

Volviendo a los encomenderos y caciques, y al montaje de obrajes en la


provincia de Tunja, no dudo que estos debieron tener noticias de lo productivo
que estaba siendo el negocio en Quito, Perú y Nueva España, y comenzaron a
traer maestros obrajeros españoles que contaran con el conocimiento
necesario para establecer tales empresas en la región. La organización de los
obrajes era la oportunidad de vender los textiles en los mercados de Santa Fe
y Tunja y conseguir el oro para pagar las demoras de los indios, así como para
obtener una ganancia adicional. A través de la organización de este tipo de
empresas los encomenderos “encabezaron la transición de una sociedad de
conquista a una sociedad colonial, en la cual la riqueza se basaba en empresas
económicas y no en fruto de las victorias militares”11. De esta forma una
producción que inicialmente fue controlada por los indígenas, al ser
intervenida por los encomenderos y por la Corona, inevitablemente modificó el
funcionamiento del sector textil -que no sólo se limitó al control sobre un
grupo de indígenas en un espacio determinado como era el obraje, sino
también a la producción doméstica, que se encargaba de una parte del
proceso de producción textil (la elaboración de mantas de algodón y lana, el
hilado del algodón que luego era llevado a los obrajes).

10 Eugenio, Tributo y trabajo, 297.


11 Tyrer, Historia demográfica, 97.

9
CUADRO 1

REMATE DE MANTAS DE ALGODÓN DE LA MARCA (1587-1595)


1587 1588 1589 1590 1591 1592 1593 1594 y 1595
No. Valor No. Valor No. Valor No. Valor No. Valor No. Valor No. Valor No. Valor
Lugar
Mantas docena Mantas docena Mantas docena Mantas docena Mantas docena Mantas docena Mantas docena Mantas docena
Cajica 198 ½ 11 ps 174 12ps 4ts 157 12ps 1ts 180 11ps 2ts 163 10ps 6ts 277
Cajica** 189 14p 2ts
Chivata 254 12 ps 718 14 ps 506 12ps 1d 648 10ps 2ts 1054 10ps 140 12ps 704 13ps
Chivata** 235 ½ 9 ps 1 t 769* 630 15ps
Chivata y Tunjuelo 315 12ps 7t
Choachi y Tuche 191 12 ps 137 12ps 2ts 113 12ps 4ts 211 10ps 129 12ps 5ts
Duitama 232 13ps 486 11ps 590 12ps
Duitama** 1195* 100 11ps
Fontibón 129 ½ 9 ps 170 ½ 9 ps 150 10 ps 150* 136 146 12ps
Fosca 18* 40 12ps
Fusagasuga 400 12ps 170 ½* 229 12ps
Guasca 144 ½ 11 ps 210 12ps 4ts 183 11 ps 265 11ps 5ts 200 200* 200 12ps
Pasca 300 12ps 300 12ps 90 12ps
Samaca 93 13 ps 102 12ps 4ts 96 12 ps 800 12ps 1t 110 13ps 107 11ps 97 12ps 103
Samaca** 108 12ps 6ts
Soata 190* 170 10ps 5ts 173 14ps 1t
Sogamoso 1951 14 ps 1224 12 ps 1056 11ps 1216 12ps 1t 933 12ps 960 14ps
Sogamoso** 671 13 ps
Tunjuelo 50 ½ 12 ps 28 12ps 1ts 32 11ps 24 12ps
Turmequé 1143 ⅓ 11ps 6ts 672 13 ps 2236 12ps 1ts 851 12 ps 5 ts 1634 12ps 1 t 1668 9ps 4ts 1070 10ps 1080 11ps
Turmequé** 1293 12 ps 1351 12ps 1t 1139 11ps 2ts 1215 11ps 992 12ps 940 13ps
Turmequé** 1103 12ps 6ts
Totales*** 1682 ⅓ 6207 ½ 3126 4064 ½ 8370 7506 4979 ½ 5252

Fuente: Archivo General de Indias. Fondo Contaduria, 1303.


*Estas mantas fueron entregadas en oro y no en especie
** Estos lugares entregaron mantas 2 o más veces. Aparecen relacionados dos o más veces en el cuadro, por ser diferente el valor de remate de las mantas
*** Los totales fueron tomados del documento original

10
El sector textil de la economía se organizó de diversas maneras en respuesta
a distintas formaciones sociales: lo indígena, que operó dentro de sus
antiguas formas de producción y la europea, realizado mediante el taller
artesanal traído por los conquistadores españoles. A estas dos modalidades se
sumó una tercera, síntesis de ambas: el obraje colonial. El obraje reunió la
fuerza de trabajo dispersa en una estructura física, la especializó en tareas y
la sometió a una disciplina desconocida en el mundo indígena12.

En el Nuevo Reino, al igual que en Quito y Perú los obrajes comienzan a


establecerse a finales del siglo XVI. Para el caso específico de la provincia de
Tunja, comenzamos a encontrar referencias que muestran el interés por
establecer obrajes en la región en 1570 con Antón de Santana, encomendero
de Suta y Miguel Ruiz Corredor de Oicatá-Nemuza; en 1591 Soracá, en 1596
Duitama y en 1598 Chía -estos últimos lo hacen por iniciativa de sus caciques
y capitanes. Posteriormente, durante las primeras décadas del siglo XVII hasta
la década del sesenta encontramos información sobre un obraje en Simijaca
en 1605, Cogua en 1626, Engativá y Susa en 1628, Tensa en 1635, Ubaté en
1645, Vélez en 1655, Moncora y Chanchón en 1658, Tibasosa en 1569 y
Morcote en 166813. Estas referencias iniciales nos dan una idea de las
proporciones que pudo tener este sector económico en la zona; sin embargo
aún no se cuenta en nuestro país con una investigación que haga seguimiento
a cada caso, y que por lo tanto nos permita confirmar si efectivamente estas
empresas se llevaron a cabo, o por el contrario se quedaron como iniciativas
plasmadas en un documento oficial, como es el caso de Chía, que un año
después de firmado el contrato con Joan de Aguilar para el establecimiento del
obraje, no había comenzado a funcionar, lo que obliga al cacique del pueblo a
pedir la anulación del contrato a las autoridades competentes14. Por ahora,
podemos confirmar la existencia y funcionamiento de los obrajes de Oicatá-

12 Manuel Miño Grijalva, La producción colonial hispanoamericana (México: Fideicomiso Historia de las Américas, El
Colegio de México, Fondo de Cultura Económica, 1993), 23.
13 Colmenares, La provincia, 133. Además de los documentos encontrados hasta el momento en el Fondo Caciques e

Indios del Archivo General de la Nación, que dan cuenta de esto: Duitama (T. 67, folios 320-325 y T. 67, folios 319-443),
Chía (T. 72, folios 605-609), Simijaca (T. 72, folio 1019), Cogua (T. 20, folio 841), Engativá (T. 72, folio 162), Susa (T.
25, folio 632), Tensa (T. 3, folio 826), Ubate (T. 54, folio 623), Vélez (T. 13, folio 877), Moncora y Chancón (T. 71, folio
816), Tibasosa (T. 10, folio 439), y Morcote (T. 76, folio 3).
14 AGN, Caciques e Indios, Leg. 72, f. 613r. tomado de Germán Colmenares y Dario Fajardo, Fuentes coloniales para la

historia del trabajo en Colombia (Bogotá: Universidad de los Andes, 1968), 442.
Nemuza, Suta, y Duitama a partir de referencias iniciales de su
funcionamiento encontradas en el Archivo General de la Nación15, y del obraje
de Ibama en la encomienda de16.

ORGANIZACIÓN Y FUNCIONAMIENTO INTERNO DE LOS OBRAJES

EL obraje de comunidad de Duitama

Duitama fue uno de los primeros repartimientos del Nuevo Reino puestos bajo
la tutela directa de la Corona. Desde 1560, una cédula promulgada en Toledo
ordenaba al presidente y oidores de la audiencia poner aquellos repartimientos
que estuvieran vacantes y que brindaran demoras significativas para el fisco,
bajo la administración directa de la Corona. Duitama fue uno de los
repartimientos más importantes de la provincia de Tunja, y con la muerte de
su encomendero Alonso Maldonado, el gobernador Alfonso Luis de Lugo no dio
espera y se apropió de él para la Corona, junto con el de Sogamos y Chía,
entre muchos otros17.

En 1593 la Corona, en cabeza del presidente Antonio González “recomendó a


los corregidores que estimularan a los indios para que hicieran obrajes de
paños, sayales, frazadas y sombreros” en el Nuevo Reino de Granada18. Tres
años más tarde en 1596, el cacique de Duitama don Álvaro y los capitanes
firman un contrato con el maestro Marcos Martín para la organización de un
obraje y batán en su comunidad que funcionaría inicialmente por seis años, en
el que se harían “frazadas, sayales, fusas, carpetas, paños y otras cosas de
lana a imitación de otros obrajes que hay en este Reino”19. El principal
argumento a favor de la organización del obraje, fue que servirían para pagar

15 Colmenares, La provincia, 133-136.


16 “Aunque existieron obrajes pequeños con un solo telar (AGN, Visitas Boyacá, leg 5 f172v) que requirieron la presencia
de 10 a 12 niños hiladores también hubo otros que contaron con cuatro, seis y hasta nueve telares. Tal es el caso de la
encomienda de Ibama, donde la cantidad de niños que llegó a tener osciló entre 70 y 80”. (Tomado de AGN, Visitas
Boyacá, leg 3, f 253). Luís Enrique Rodríguez Baquero, Encomienda y vida diaria entre los indios de Muzo (1550-1620)
(Bogotá: Instituto de Cultura Hispánica, 1995), 64.
17 Eugenio, Tributo y Trabajo, 84-94.
18 AGN, Caciques e Indios, t 67, f. 320r, citado en Colmenares, La provincia, 135.
19 AGN, Caciques e Indios, Legajo 67, f. 320v.

12
las demoras y requintos, el salario de su corregidor y otros gastos, así “como
para andar vestidos y abrigados”20.

El obraje que se estableció en Duitama, fue un obraje de comunidad, es decir


que se encontraba ubicado en un pueblo de indios, y se regía por la
intervención y vigilancia constante de las autoridades coloniales, con el fin de
regular su producción textil y controlar las ganancias. El establecimiento de
estas unidades manufactureras en los pueblos de indios, fue iniciativa de los
primeros encomenderos, que vieron en esta empresa un medio para cumplir
con cargas tributarias, al mismo tiempo que establecían un negocio viable
para su propio beneficio económico. La construcción de un nuevo obraje en la
provincia de Tunja, durante esos años no significaba según el Cacique y
principales, competencia alguna para las empresas de su tipo que funcionaban
en la provincia (Cocuy, Ibama, Suta, Oicatá-Nemeza y Soracá), pues existían
demanda suficiente para los textiles en la provincia, especialmente en las
estancias que requerían “ropa de la tierra” para sus trabajadores. Para la
Corona este nuevo obraje representaba la forma de garantizar la entrega de
los tributos anualmente, la inmovilidad de los indios y la organización de una
comunidad alrededor de una producción definida, como lo era la producción
textil.

Los obrajes de comunidad fueron ubicados generalmente en las plazas de los


pueblos, y contaban con huertos, molinos e inclusos tierras de labranza en los
alrededores, lo que hizo de estas unidades productivas complejos económicos
que congregaban cultivos para la alimentación de los trabajadores, indios
dedicados al cuidado de los rebaños de ovejas, personas dedicadas a la
comercialización de tintes y otros insumos, y comerciantes que se encargaban
de comprar y transportar los textiles a los pueblos y estancias cercanas, entre
muchos otros. La vinculación de los indios de demora o concierto y los
muchachos en los obrajes eliminaba varios costos de producción, pues
dedicaban parte de su tiempo a la agricultura y al pastoreo de los ganados

20 AGN, Caciques e Indios, Legajo 67, f. 321r.

13
ovinos. En el contrato entre el cacique y Marcos Martín estipula que los indios
establecerían un cultivo de 25 fanegas de maíz para alimentar a los indios y
muchachos que trabajarían en el obraje, así como el cuidado de los rebaños
de ovejas que tenían para ese momento, y las 1000 cabezas que en 1599
compraría Marcos Martín para garantizar la lana necesaria para el
funcionamiento del obraje21.

En Quito los obrajes de comunidad representaron para la Corona una fuente


de ingresos que disfrutó hasta el siglo XVIII en la provincia de Otavalo, gracias
a que no permitió el desarrollo de empresas privadas, mantuvo la mita textil y
existió una mayor solidez del complejo hacienda-obraje, lo que garantizó el
abastecimiento de mano de obra e insumos22. En cambio los obrajes de
comunidad en el Perú desaparecen paulatinamente a lo largo del siglo XVII,
cuando la Corona decide arrendarlos al mejor postor, convirtiendo “a la propia
comunidad en „conducto natural‟ de enriquecimiento del sector privado de la
economía, que pasó a controlar la gestión económica de los obrajes”23.
Creemos que este puede ser el caso del obraje de Duitama que en 1597,
enfrenta una disputa por su administración cuando Juan de Aguilar presentó
una petición a Bartolomé Campuzano24, corregidor y justicia mayor de la
ciudad de Tunja, solicitando el arrendamiento del obraje de Duitama por seis
años.

Unos años más tarde, en 1600 el obraje nuevamente se encuentra en disputa,


pero esta vez es el presidente Francisco Sande en defensa de los intereses de

21 AGN, Caciques e Indios, Legajo 26, f. 629.


22 Tyrer, Historia demográfica, 100 y Manuel Miño Grijalba, “La manufactura colonial: aspectos comparativos entre el
obraje andino y el novohispano,” en El sistema colonial en la América española, editor Heraclio Bonilla (Barcelona:
Editorial Crítica, 1991), 134.
23 Miño Grijalva, La protoindustria, 45.
24 Aguilar estaba interesado en convertir el obraje del cacique don Álvaro, en un complejo dedicado a la producción de

paños y razas, pues en el Nuevo Reino no existía ninguna unidad dedicada a su elaboración. Los paños que llegaban a
la provincia de Tunja, eran traídos desde Castilla y Quito, y sus mayores consumidores eran los españoles ricos,
quienes no se vestían con las “ropas de la tierra” que se producían en la provincia. Aguilar ofrece pagar 3000 pesos de
oro de trece quilates de renta por los seis años en los que administraría el obraje. Solicita adicionalmente que se le
entregue la quinta parte de los indios del repartimiento, es decir 200 trabajadores, 100 muchachos entre 10 y 15 años, y
100 indios grandes de demora. Por otro lado, se compromete a comprar las lanas, cardal, herramientas y tintas, y todos
los adherentes necesarios. AGN, Cacique e Indios, Legajo 67, f. 336r.

14
la Corona nombra al corregidor Alonso Domínguez Medellín como
administrador del obraje, ya que según él desde que lo tenía a cargo “Marcos
Martín va en mucha disminución y menos cabo del por no tener el susodicho
la diligencia y cuidado necesarios” y que tanto “españoles como otras
personas usurpan y hurtan ropa y demás cosas que se benefician en el dicho
obraje”25. De esta forma el presidente Sande, le quita el control al maestro
obrajero Marcos Martín, y logra ejercer un control directo sobre la mano de
obra y la producción, a través de la figura del corregidor Domínguez Medellín
que recibiría anualmente por la administración del obraje 200 pesos de oro de
veinte quilates “cobrados de lo que se hiciere y resultare del obraje”.

Sin embargo, los excesos cometidos por el corregidor no se hacen esperar, y


en 1602 un capitán del pueblo se queja de la arbitrariedad y malos tratos del
corregidor, no sólo contra los indios que trabajan en el obraje, a los que no les
pagaba, sino además contra el cacique y capitanes al exigirles el pago de
tributos atrasados; el cura del pueblo Cristóbal Sanabria interviene en defensa
de los indígenas recomendándole a la Corona que el obraje se ponga
nuevamente en manos de un administrador para garantizar su buen
funcionamiento, y evitar los excesos que viene cometiendo el corregidor.

Mano de obra y salarios


La vinculación del Cacique a la administración del obraje, fue común en los
obrajes de comunidad de los pueblos de indios. La presencia del cacique
facilitó la vinculación permanente de los trabajadores a la empresa, así como
la entrega de las materias primas, y la organización y mantenimiento de los
cultivos de la comunidad que alimentaban a la mano de obra del obraje. De
acuerdo con Robson Tyrer, la producción textil organizada en este tipo de
obrajes “pesaba y operaba sobre el contexto de una sociedad netamente
agraria. Los obrajes eran básicamente distintos a la industria casera pues
permitían una vigilancia constante sobre la mano de obra forzada y poco

25 AGN, Cacique e indios, Legajo 26, f 597v.

15
dispuesta al trabajo y que, además debía también cultivar la tierra. Los
trabajadores eran campesinos-tejedores”26.

El Cacique y capitanes de Duitama estaban obligados por el contrato firmado


con Martín a “dar todos los indios e indias que fueren menester para hiladores,
texedores, cardadores, percheros, bataneros e para los demás oficios e
ministerios del dicho obraje e batán”27, así como también entregar toda la
lana, cardales, colores, pailas, tornos y telares, y construir un bohío y
aposento donde pudiera guardar el maíz, la ropa y textiles, y todos los
insumos necesarios para la producción. Adicionalmente debían garantizar la
vivienda del maestro obrajero y su familia “sin llevarle por ello cosa alguna” 28.
El maestro Marcos Martín, por su parte, se encargaría de enseñar a los indios
los oficios en los que cada uno se ubicaría, y en general debía cumplir con
todas las tareas de administración de la producción en el obraje, como el pago
de salarios, llevar las cuentas sobre los insumos y la ropa y textiles que se
hacían, entre otros.

En el caso de Duitama, la mano de obra para su funcionamiento se garantizó a


través de la figura del repartimiento laboral que se venía imponiendo como
consecuencia del descenso demográfico y los excesos cometidos por los
encomenderos; el contrato que se firma entre el cacique y capitanes, y el
maestro Marcos Martín fue el mecanismo por el cual la Corona vigilaría, a
través de la figura del corregidor, y el alguacil de salarios los recursos de la
comunidad, garantizando que entraran a sus arcas la mayor cantidad de pesos
de oro corriente procedentes de la venta de los textiles en Santa Fe y Tunja.

Durante el primer año de funcionamiento (septiembre de 1596-septiembre de


1597), apenas trabajaron 6 indios de demora y 10 muchachos. Según el
contrato deberían haber recibido por sus servicios anualmente, 9 pesos los
primeros con “una media de maíz en tuca cada quince días para su sustento”

26Tyrer,Historia demográfica, 93.


27 AGN, Caciques e Índios, Legajo 67, f. 322r y 322v.
28 AGN, Caciques e Índios, Legajo 67, f. 323r- 323v.

16
mientras que los segundos solo recibirán 6 pesos29. Sin embargo en las
cuentas que Martín entrega en 1600, no figura este pago, pues a los indios
grandes únicamente les descontó 5 pesos a cada uno de la deuda de la
demora y les entregó una camiseta, mientras que a los muchachos solamente
les dio una camiseta (ver cuadro 2). Ya para el siguiente año los cambios son
considerables, pues el obraje está mucho más organizado, se ha construido el
batán y tiene suficientes herramientas e insumos para trabajar. En enero de
1598, el número de trabajadores aumentó a 62, 34 indios de demora a los que
nuevamente se les descontaron 5 pesos por la demora y los 5 restantes se les
entregaron junto con las 6 fanegas de maíz; a los 28 muchachos (entre 6 y 18
años de edad) les pagó 6 pesos anuales y les entregó 4 fanegas de maíz. De
esta manera, el obrajero sólo pagaba en realidad 5 pesos al año a cada indio
de demora, reduciendo considerablemente el salario de los trabajadores y
beneficiando indudablemente al administrador, que aumentaba su ganancia
con la retención y sobreexplotación de la mano de obra. Generalmente “en
casi todos los obrajes de los que se tiene noticias, el pago se realizaba en
‟jéneros‛ a precios altos, cuando no estaban endeudados o “empeñados” por
los ‟socorros‛ de maíz, pan, carnes y otras cosas que se les adelantaban
también a precios altos”30. Para el caso de Duitama, no se hace explicita la
forma en la que fue entregado el salario en dinero, pero muy posiblemente se
hacía por adelantado para retener a los indios a través de la deuda; sobre el
maíz sabemos que el administrador tenía a su cargo un bohío en donde se
guardaba, y que estaba encargado de entregar la ración estipulada cada 15
días a indios y muchachos. El endeudamiento fue común en este tipo de
empresas, garantizando una compulsión indirecta de la mano de obra forzada.
Obrajes como el de Duitama, estaban

Ligados a un doble conjunto de relaciones: las relaciones comunales y las


relaciones de dominación extraeconómica de tipo estatal (cuya expresión eran
las formas de trabajo forzado como [la] mita o el desquite de tributos); y, en
segundo lugar, las relaciones de producción y de dominación que se

29 AGN, Caciques Índios, Legajo 67, f 322v.


30 Miño Grijalva, La protoindustria, 123-124.

17
constituyen con la fijación de los trabajadores dentro de la propiedad
territorial, [plasmada en la hacienda]31.

CUADRO 2
TRABAJADORES Y SALARIOS DEL OBRAJE DE DUITAMA
1596-1600

sep 1596- sep 1597 sep 1597-sep 1598 sep 1598-feb 1600
Entrega Valor en Entrega Valor en Entrega Valor en
Cant Cant Cant
Anual pesos Anual pesos Anual pesos
Salario en pesos
Indios 6 10* 30 ps 34 10* 170 53 12 636
Muchachos 10** 0 ps 28 6 168 15 6 90
Total 16 62 338 68

Fanegas de maíz entregadas


Indios s.d s.d 204*** 6 100 ps 318 6
Muchachos s.d s.d. 112**** 4 60 ps 90 6

Fuente: AGN. Caciques e Indios, Leg. 26. fols. 616r; 626v-630v; Legajo 62, fols. 417r-418v.

* Se descontó 5 ps de su demora y se les dio una camiseta de lana sólo el primer año de funcionamiento
** Se les dio una camiseta de lana
*** 100 fanegas fueron compradas y 104 fueron entregadas por la comunidad. El valor corresponde a lo que pagó Martín por las primeras
**** 60 fanegas fueron compradas y 52 fueron entregadas por la comunida. El valor corresponde a lo que pagó Martín por las primeras
NOTA: los valores subrayados no aparecen relacionados en las cuentas, por lo tanto no se habían pagado en febrero de 1600

Ese mismo año el visitador Miguel de Ibarra con el auto de 2 de septiembre de


1598, impone los salarios para los conciertos laborales en el Nuevo Reino de
Granada; y para los trabajadores de los obrajes estipulaba lo siguiente32:

Pesos Ropa Comida


Tejedor official 13 Ración de maíz y 1 libra de carne
Tejedor asistente 10 Ración de maíz y 1 libra de carne
Apartadores, cargadores y batidores 10 1 sombrero, 1 camisa Ración de maíz y 1 libra de carne
de lana, urdidores y tintoreros de lana, 2 alpargatas
Despitadores 9 Ración de maíz y 1 libra de carne
Hiladores (Muchachos) 6 1 camisa Ración de maíz y 1 libra de carne

Sin embargo, en las cuentas de Marcos Martín del año siguiente no se


menciona la entrega de ropa o carne, y el único salario en pesos que se
mantendría igual al estipulado por el auto de Ibarra es el que se refiere a los
muchachos, que recibieron 6 pesos anuales desde 1597 hasta 1600.

31 Andrés Guerrero, “Los obrajes en la Real Audiencia de Quito en el siglo XVII y su relación con el Estado colonial”,
Revista de Ciencias Sociales 1 (1) (1977), citado en Miño Grijalba, “La manufactura colonial”, 131.
32 Eugenio, Tributo y trabajo, 484.

18
Adicionalmente, las cuentas de Marcos Martín no estipulan diferencias en el
pago de los indios teniendo en cuenta el trabajo que realizan en el obraje,
como si sucedía en el auto de Ibarra y en los demás obrajes novohispanos. Lo
mismo ocurría en el obraje que estableció el encomendero Miguel Ruiz
Corredor en Oicatá-Nemuza en 1570, quien debía pagar 5 mantas de algodón
de la marca y 5 pesos de oro corriente a los indios, mientras que a los
muchachos les daría 5 pesos33, según la condiciones de trabajo estipuladas por
Lope de Armendáriz en 1578.

Dos años más tarde (1602) cuando el obraje de Duitama ya está siendo
administrado directamente por el corregidor Domínguez Medellín, en la visita
que se realiza ese año al pueblo el cacique informa que trabajaban en él “10
tejedores, 12 cardadores, 8 perchadores, 2 bataneros, 4 tintoreros, 4
lavadores de lana, 2 apartadores, 2 urdidores, 4 devanadores, 4 indios mozos
canilleros y 30 muchachos mozos y pequeños que se ocupaban de hilar en
otros tornos, y dos indios picadores de palo brasil” 34, para un gran total de 84
trabajadores. En tan sólo 6 años de funcionamiento el obraje de Duitama
había aumentado su personal en 68 personas, sin contar con el número de
mujeres y niños que hilaban en sus hogares, a los que se les entregaba una
libra de lana para que fuera devuelta a los 15 días.

Por otro lado, el pago en especie y en dinero, al menos en los primeros dos
años de funcionamiento del obraje estaba muy por debajo del promedio
pagado en los obrajes de Cholula y Querétaro (Nueva España) en los que los
salarios anuales de los tejedores estaban entre 24 y 36 pesos entre 1590 y
160035. En Duitama, por el contrario el salario es la mitad de este a pesar del
aumento que reciben en 1599, cuando los indios de demora pasa de 10 a 12
pesos (ver cuadro 2), manteniéndose la entrega de 6 fanegas de maíz por
trabajador. En este obraje se ve una tendencia al alza en los salarios a medida

33 Colmenares, Historia económica, 194.


34 AGN, Visitas Bolívar, t.5, f.667r, citado en Colmenares, La provincia, 135.
35 Carmen Viqueira y José Ignacio Urquiola, Los obrajes en la Nueva España: 1530-1630 (México: Consejo Nacional

para la Cultura y las Artes. Dirección General de Publicaciones, 1990), 207.

19
que la unidad manufacturera se va estableciendo y necesita más personal para
aumentar su nivel de producción.

Con respecto al pago en especie solamente en el segundo año de


funcionamiento el obrajero Marcos Martín recibe 156 fanegas del maíz de la
siembra de la comunidad para pagar a sus trabajadores, obligándolo a invertir
160ps para comprar las 100 fanegas restantes, necesarias para cumplir con el
pago estipulado por contrato (ver cuadro 3). Cosa que no ocurre en el primer
y tercer año, pues no existe referencia alguna a la entrega por parte de la
comunidad, ni mucho menos a la compra por parte de Marcos Martín de las
fanegas necesarias para alimentar a los indios de demora y los muchachos.
Cabría aquí preguntarse entonces, sí los indios que trabajaban en el obraje
tenían que dedicar tiempo a las labores agrícolas y la búsqueda de alimentos,
pues de otra manera no podrían haber sobrevivido, sin recibir ningún salario
tipo de salario (pesos o bienes), pues tampoco hay referencias a su pago en
septiembre 1596- septiembre 1597 y septiembre 1599-febrero 1600 (ver
cuadro 3).

CUADRO 3
TRABAJADORES Y SALARIOS PAGADOS EN EL OBRAJE DE DUITAMA
1596-1600

sep 1596- sep 1597 sep 1597-sep 1598 sep 1598-feb 1600
Cant Valor Cant valor Cant Valor
SALARIOS INDIOS Y MUCHACHOS
Salario de 34 indios de demora 170 ps
fanegas de maíz compradas para los indios 100 100 ps
fanegas de maíz de la comunidad para los indios 104 0 ps
Salario de 28 muchachos 168 ps
fanegas de maíz compradas para los muchachos 60 60 ps
fanegas de maíz de comunidad para los muchachos 52 0 ps
Salario de los muchachos e indios que pagó al corregidor 12 ps
Pago al corregidor por el asiento de 62 indios y muchachos en el año 1598 31 ps
Pago al corregidor por el asiento de 68 indios y muchachos en el año 1599 34 ps
Totales anuales 541ps 34ps
TOTAL 575ps
Fuente: AGN. Caciques e Indios, Leg. 26. fols. 616r; 626v-630v; Legajo 62, fols. 417r-418v.

Un gran porcentaje de los salarios era pagado con producción doméstica;


tejidos, granos, carne, queso, ganado y era, relativamente poco lo que se
cancelaba en efectivo. De hecho gran parte del dinero destinado al pago de

20
jornales era recaudado por la Corona al recolectar los tributos, de esta
manera las monedas regresaban rápidamente a la economía española36.

Al costo de salarios en especie y pesos, se le debe sumar además el pago al


corregidor por el asiento de los indios y muchachos, cuyo valor dependía de su
número (ver cuadro 3). La inversión total en salarios para los tres años fue de
575ps (que incluyen el salario de los indios y muchachos, la compra del maíz y
el pago por el asiento), además de 16 camisas que se entregaron en el primer
año de funcionamiento. Adicional al salario de los trabajadores, los
administradores y dueños de obrajes debían cubrir otros salarios. En el caso
de Duitama, Marcos Martín debió pagar también al visitador (ver cuadro 4), al
alguacil de salarios, al oficial de antepuertas y cobertores, y el salario de un
indio tejedor del Perú que trabajo un año en el obraje. El total que se invirtió
en estos sueldos adicionales fue de 54ps, que si bien no representan sino el
1,6% del total de gastos de esos años, son cargas adicionales con las que la
Corona cubre los salarios de sus empleados, y garantiza la vigilancia sobre sus
intereses.

CUADRO 4
OTROS SALARIOS PAGADOS EN EL OBRAJE DE DUITAMA
1596-1600

sep 1596- sep 1597 sep 1597-sep 1598 sep 1598-feb 1600
Valor en pesos
Pago al alguazil de salarios 8 ps
Pago del oficial de cobertores y antepuertas 20 ps
Salario y ración que pago a Martín indio del Perú tejedor sirvio un año 26 ps
Totales anuales 0ps 8ps 46ps
TOTAL 54ps
Fuente: AGN. Caciques e Indios, Leg. 26. fols. 616r; 626v-630v; Legajo 62, fols. 417r-418v.

Organización de la producción
La producción textil en los obrajes se iniciaba con el hilado, encargado
generalmente a los niños y niñas, quienes despegaban el algodón o la lana y
lo convertían en hilo. En Duitama se entregaba a las indias una libra de lana

36 Tyrer, Historia demográfica, 89.

21
para que lo hilaran en sus hogares y lo devolvieran listo 15 días después. El
tejedor, por su parte manejaba el telar con la ayuda de otros indios, y “su
tarea consistía en entrecruzar en un entramado de hilos verticales, los hilos de
la urdimbre para formar el tejido. Este, sin embargo, quedaba flojo, por lo que
era necesario apretarlo con una “peinilla” hasta que el tejido quedara bien
compacto. La posición horizontal de los telares, implicaba que a medida que
iba creciendo el tejido, la postura del indio se volvía más incómoda, pues
debía inclinarse sobre el telar tanto cuanto hubiera avanzado el tejido, y desde
allí entrecruzar los hilos y apretarlos”37.

Luego seguía el trabajo del cardador que se encargaba de tomar la prenda


terminada y con un racimo de cardos, peinar el tejido hasta que quedara
suave. El paso final, era encargado al batanero, quien mojaba y sacudía varias
veces la ropa, para posteriormente golpearla con un mazo de tela fuertemente
enrollado, con el fin de que el tejido soltara y se volviera más suave38.

Las herramientas e insumos necesarios para llevar a cabo las tareas arriba
mencionadas, fueron compradas inicialmente por Marcos Martín, que invirtió,
en los tres años cinco meses que estuvo a su cargo, 1.166ps 4ts en
herramientas; los costos más altos están representados por la caldera de
cobre para el tinte 386ps que compró en 1598; la construcción del batán
215ps 3ts en 1597; y los 10 telares de madera, 33 tornos, 1 Docena de
palmares para hilar, y 1 vididera cuyo valor total fue de 224ps. El año el que
más utensilios se compraron fue el segundo (ver cuadro 5), lo que se
relaciona directamente con una mayor cantidad de insumos y trabajadores, y
cuya consecuencia directa fue una producción más variada y significativa (ver
cuadro 7).

37 Rodríguez Baquero, Encomienda y vida diaria, 68-69.


38 Ibíd., 70.

22
CUADRO 5
UTENSILIOS Y HERRAMIENTAS COMPRADAS PARA EL OBRAJE DE DUITAMA
10 de Septiembre 1596- 10 de Febrero 1600

10 sep 1596 a 10 10 sep 1597 a 10 10 sep 1598 a 10


sep 1597 sep 1598 sep 1599
Item Cant Valor total Cant Valor total Cant Valor total
Telares de madera 2 2 20 ps 6 72 ps
Vididera 1 50 ps
Tornos 10 10 13 52 ps
30 ps
Docena de palmares para hilar 1
Carretilla de torno para los usos de hierro 1 6ps
Cerradura 1 3 ps
Hacha 1 7 ps
Ganchos grandes para la tinta 12 6 ps 20 10 ps
Par de (…) grandes de harriero 4
5 ps
Cajas de cuchillos carniceros 4
Peines de hierro 2 9 ps
Pares de pinzas de hierro 2
Guijos 2
7 ps
Alfireres 2
Martillo grande de hierro 1
Consrucción del batán 215 ps 3 ts
Arrobas de hierro y hacer los yerros guijos para el batán 6 48 ps

Elaboración de los hierros contados en la partida de arriba 40 ps

Por achicar los cinchos grandes de hierro del batán por 8 ps


venir grandes y por otros tres cinchos de hierro pequeños
que hizo con dos ramones
Dos asadones y Una bara de hierro 11 ps
Candados para las puertas del obraje 4 10 ps
(…) 1 12 ps
(…) 4 48 ps
Palmares e huzo 40 8 ps
Pago al visitador 13 ps
Tempelles de hierro para los telares 1 ps y 4 ts
(habetes) y Puyas de hierro parar frisar las bayetas 2 ps
(…..) para frisar bayetas 2 6 ps
Rebotadera de hiero para frisar bayetas 1 1 ps y 4 ts
Por el arreglo de (…) del batán que se había desbaratado 4 ps

Hachas de hierro una chica y otra grande 2 7 ps


Sierra de mano pequeña para servicio del dicho obraje 1 4 ps
Varrenal de hierro 2
7 ps
Docenas de puyas de hierro 2
Caldera de cobre que está en el tinte del dicho obraje 1 386 ps
(…) 8 4 ps
Tachuelas 300 1 ps 1 t
una (…) y dos vanquillos 10 ps
Juntas de bueyes para traer leña para el obraje 3 42 ps
Totales anuales 77ps 522ps 3ts 567ps 1t
TOTAL 1166ps 4ts

Fuente: AGN. Caciques e Indios, Leg. 26. fols. 615r-624r

23
El listado muestra además una gran variedad de herramientas y utensilios,
para los cuales el maestro debió contratar a herreros y carpinteros que
hicieran los elementos necesarios según sus indicaciones; para la construcción
del batán en 1597-1598 Martín si debió contratar los servicios de un
carpintero y un herrero, para que lo ubicara en las inmediaciones de un río, y
lo pusiera en funcionamiento. Suponemos además que los indios de
comunidad inicialmente se encargaron de construir el bohío (materiales y
mano de obra que sin duda debieron poner los caciques, capitanes e indios de
Duitama) en el que se ubicaría el obraje y otro en donde se guardarían los
insumos, los textiles y ropa terminados.

Adicional a las herramientas y utensilios, los obrajes para su necesitaban


insumos permanentes, como la lana, los cardales, el palo de brasil, la manteca
y la madera, en los que se invirtió durante los 3 años 5 meses un total de
1.459ps 6ts. Inicialmente, los indios lo único que entregaron al maestro
obrajero en 1596-1597 fueron 100 arrobas de lana producto de las ovejas de
comunidad, con las que se inició el funcionamiento del obraje; es la única
entrega de lana que hacen los indios al obraje, y es sólo en 1598 que se
vuelve a mencionar el tema de los rebaños de ovejas de la comunidad, cuando
parte de las ganancias que reciben el cacique y capitanes se invierte en la
compra de 1.000 ovejas que deberán producir lana suficiente para el obraje.

Rápidamente a medida que se van teniendo las herramientas necesarias,


aumenta la compra de lana y cardal para la elaboración de los sayales,
bayetas, cobertores, frazadas, alforjas, entre otros. El obraje comienza
funcionando con 160 arrobas de lana anual, y al final entre 1599 y 1600 ya
está comprando 606 arrobas (ver cuadro 6). La compra de la lana, la madera,
y otros insumos, así como el maíz para pagarle a los indios y muchachos su
trabajo, refleja el grado de dependencia que tenía el obraje de agentes
externos a la comunidad para garantizar su funcionamiento. En Duitama no
existió, al menos para los primeros 3 años y 5 meses de funcionamiento, un
nivel de integración vertical, entre la producción agraria de la comunidad y la
producción del obraje, lo que sin lugar a dudas se ve reflejado en los costos de

24
funcionamiento, que de todas formas se ven compensados de alguna manera
por los bajos salarios de la mano de obra vinculada a la unidad manufacturera.
Podríamos llegar así a la misma conclusión a la que llega Escandell-Tur al
referirse a los obrajes de Cuzco, en donde

No sólo no era autosuficiente, como lo ilustran los insumos, que no producían


ninguna de las unidades que comprendía todo el conjunto empresarial, sino
que tampoco lograba serlo de aquellos bienes que supuestamente producía el
cuerpo de la haciendas y tierras anexas. La no autosuficiencia implicaba la
compra de los insumos necesarios en los mercados, y de este modo el
complejo empresarial obraje-hacienda se integraba en el espacio económico a
través de toda una red de circuitos comerciales que configuraban el mercado
interno local e interprovincial39.

CUADRO 6
INSUMOS UTILIZADOS EN EL OBRAJE DE DUITAMA
10 de Septiembre 1596- 10 de Febrero 1600

10 sep 1596 a 10 10 sep 1597 a 10 10 sep 1598 a 10


sep 1597 sep 1598 sep 1599
Item Cant Valor Cant Valor Cant Valor
Arrobas de lana 100 0 ps 400 334 ps 4 ts 606 454 ps 4 ts
Libras de (…) 39 175 ps
Arrobas de brasil 6 6 ps 15 15 ps
Arrobas de lana 60 60 ps
Arrobas de madera 6 18 ps
Pares de Cardal 24 ps 20 100 ps 28 266 ps
Cueros 6 3 ps
Arrobas de manteca para beneficiar lana para hacer
sayales finos y bayetas 4 3 ps
Totales anuales 265ps 467ps 4ts 727ps 2ts
TOTAL 1459ps 6ts
*100 arrobas fueron entregas por los indios para iniciar la producción en el obraje

Fuente: AGN. Caciques e Indios, Leg. 26. fols. 615r-624r

De esta forma la manufactura textil logra integrarse, a través de la compra de


insumos en otros lugares cercanos dedicados a su producción y que contaran
con excedentes para cubrir la demanda de la provincia de Tunja y los obrajes
que en ella funcionaron a finales del siglo XVI. Esta demanda implicaría la

39 Escandell-Tur, Producción y comercio, 152.

25
organización de indios y españoles alrededor de las necesidades que la
producción textil demandaba, dedicándose al cuidado de rebaños de ovejas, el
cultivo de maíz; y de esta forma se podía entrar a formar parte de este
circuito de intercambios locales de materias primas para la producción de
textiles y la alimentación de la mano de obra.

Los obrajes por lo general, formaban parte de propiedades verticalmente


integradas, donde los granos y la lana provenían de haciendas que
pertenecían a los mismos dueños. El poseer las fuentes de abastecimiento
eliminaba, en forma natural, la necesidad de comprar la materia prima con
excepción de la que se importaba, como el índigo, el hierro y cobre para la
maquinaria40.

Pero como vimos, este abastecimiento es limitado, al menos en los comienzos


de cualquier empresa manufacturera. La inversión inicial que debe hacer el
maestro obrajero en el caso de Duitama, y en los otros casos de la provincia
los encomenderos, implicaba la compra de herramientas e insumos
especializados, la construcción de los telares y el batán, en fin, cubrir una
serie de elementos que son desconocidos en las comunidades indígenas, pero
que son necesarios para la producción de textiles del tipo europeo.

LA PRODUCCIÓN DE TEXTILES EN LOS OBRAJES

La producción textil colonial estaba estrechamente relacionada con la


demanda que generaban los centros mineros, las haciendas y ciudades por
diversos tipos de telas; de esta forma la producción logra vincularse a circuitos
de intercambio locales e interregionales. Los niveles de producción alcanzados
por el obraje de Duitama en sólo 3 años 5 meses de funcionamiento están en
estrecha relación con la inversión en insumos y herramientas –el más
significativo de ellos fue el batán-, así como el aumento en el número de
trabajadores, factores que permitieron el crecimiento paulatino de una gran
variedad de productos derivados de la lana.

40 Tyrer, Historia demográfica, 89.

26
CUADRO 7
VALOR DE LOS TEXTILES ELABORADOS EN EL OBRAJE DE DUITAMA
10 de Septiembre 1596- 10 de Febrero 1600

Periodo
Sep 1596- Sep 1597- Sep 1598- Sep 1599-feb
sep 1597 sep 1598 sep 1599 1600
Producto Valor pesos
Ante puertas de colores
258 ps
Cobertores finos de colores 210 ps 280 ps 8 ps
Frasadas comunes 450 ps 750 ps 450 ps
Reposteros de colores 70 ps 200 ps
Pares de alforjas 18 ps 6 ts
Varas de Bayetas de colores negro y colorada 87 ps 6 ts 262 ps 4 ts 117 ps 6 ts
Varas de Sayales bastos 187 ps 4 ts 412 ps 4 ts
Varas de sayales finos y de colores 200 ps 500 ps 516 ps 4 ts
Varas de frisas de colores 325 ps 500 ps
Varas de jerga para costales 312 ps 4 ts 437 ps 4 ts
Almofreses labrados 66 ps
Varas de cordellate Blanco 75 ps
Totales anuales 258 ps 1927 ps 4 ts 3417 ps 4 ts 1092 ps 2 ts

Total de 3 años 5 meses 6819 ps 4 ts

Fuente: AGN. Caciques e Indios, Leg. 26. fols. 606r-607v

Antes de exponer las cifras sobre la venta de los textiles que se elaboraron en
el obraje, vale la pena aclarar un punto central, y se refiere a los intercambios
de mercancías por dinero. Cómo se sabe durante la época colonial, no existió
abundancia de dinero metálico, por el contrario su velocidad de circulación es
muy baja, lo que implica que la mayoría de las permutas comerciales se
desarrollen a través del trueque que persistió por largo tiempo. Al referirse a
pago en pesos por la venta de los bienes textiles o al pago de dinero a los
trabajadores, no debemos imaginarnos que efectivamente recibían pesos de
oro. Lo que está presente aquí es la valoración de los bienes en términos
monetarios:

El paso por el mercado (para vender una manta, o 10 gallinas, o la propia


fuerza de trabajo) no constituye otra cosa que “rodeos a través del campo del

27
dinero”; simples “rodeos”, porque el dinero ganado no continuará circulando
en el mercado”41.

Aclarado este punto, revisemos los textiles que el obraje y batán de Duitama
elaboraron en esos años (ver cuadro 7): antepuertas, cobertores, frazadas,
alforjas, bayetas, sayales bastos y finos, frisas de colores, jerga y cordellante
blanco. A partir de 1598 la producción despega, pasando de recibir por la
venta de los bienes manufacturados 1.927ps 4ts (1597-1598), a 3.417ps 4ts
(1598-1599). En tan sólo un año la producción aumentó significativamente
(ver cuadro 8): mientras que en 1597 se hicieron 500 sayales bastos y 400
finos, en 1598 se hicieron 1.000 y 1.100 respectivamente; lo mismo pasó con
las varas de jerga para costal que pasaron de 1.000 a 1.400, los cobertores de
210 a 280, las varas de frisas de colores de 200 a 500, y las frazadas
comunes de 450 a 750. Estas cifras no solo reflejan una demanda importante
por este tipo de textiles en Santa Fe y Tunja, lugares a los que el corregidor
llevaba las telas para ser vendidas. También muestra las consecuencias de
una mano de obra que se estaba especializando en las tareas de producción
textil a medida que pasaban los años, acompañada además de operarios
especializados de otros virreinatos, como Martín indio peruano tejedor que
sirvió por un año en el obraje y al que se le pagaron 26 pesos por sus
servicios42.

De los precios unitarios de venta de estos textiles, los cobertores y las varas
de bayetas costaban 7ps cada uno; le seguirían las varas de sayales finos y las
varas de frisas de colores con 4ps, y con valores menores están las frazadas
comunes y las varas de sayales bastos a 3ps, y las varas de jergas para costal
a 2ps 4ts. Por ahora, sin embargo queda pendiente el interrogante sobre
quienes son los compradores de estos textiles en las ciudades a las cuales son
llevados, y los precios de venta que alcanzaron al detal, con el fin de conocer
la magnitud de las ganancias que podría recibir los comerciantes por su venta.

41 Ruggiero Romano y Marcello Carmagnani. “Componentes económicos”, en Para una historia de América I. Las
estructuras, coordinadores Marcello Carmagnani, Alicia Hernández Chávez y Ruggiero Romano (México: El Colegio de
México, Fideicomiso de las Américas, Fondo de Cultura Económica, 1999), 210.
42 AGN, Caciques e Índios, Leg. 26, f. 623r.

28
CUADRO 8
CANTIDA DE TEXTILES ELABORADOS EN EL OBRAJE DE DUITAMA
10 de Septiembre 1596- 10 de Febrero 1600

Periodo
Sep 1596- Sep 1597- Sep 1598- Sep 1599-feb
sep 1597 sep 1598 sep 1599 1600
Producto Cantidad
Ante puertas de colores 10
Frasadas comunes 150 250 150
Cobertores finos de colores 22 30 40 1
Reposteros 7 20
Pares de alforjas 30
Varas de Bayetas de colores negro y colorada 100 300 157
Varas de Sayales bastos 500 1100
Varas de sayal fino de colores 400 1000 1180
Varas de frisas de colores 650 1000
Varas de jerga para costales 1000 1400
Almofrexes labrados 11
Arrobas de lana sucia 100
Varas de cordellate Blanco 100

Fuente: AGN. Caciques e Indios, Leg. 26. fols. 606r-607v

Los gastos de producción de todos los textiles elaborados en los 3 años y 5


meses fueron de 6.819ps 4ts, y los costos de inversión de 3.366ps 4ts. El
porcentaje más alto de los gastos estaba representado por las herramientas
como vimos más arriba 1.459ps 6ts, luego seguirían las lanas, cardales y otros
insumos 1.166ps 4ts, los salarios de indios y muchachos pagados 575ps, los
otros salarios que equivalen a 54ps y por último otros gastos 105ps (el pago
de 107 bulas, de la escritura del asentamiento del batán, y la entrega de
frazadas a los capitanes del pueblo por mandato del corregidor).

CUADRO 9
PRODUCCIÓN, GASTOS Y GANANCIA DEL OBRAJE DE DUITAMA
1596-1600

Sep 1596-sep 1597 Sep 1597-sep 1598 Sep 1598-sep 1599 Sep 1599-feb 1600 TOTAL
Producción 258 ps 1927 ps 4 ts 3417 ps 4 ts 1092 ps 2 ts 6819 ps 4 ts
Gastos 342 ps 1583 ps 7 ts 1440 ps 5 ts 3366 ps 4 ts
Ganancia 3453 ps 0ts

Fuente: AGN. Caciques e Indios, Leg. 26. fols. 615r-624r

29
De las ganancias el cacique y capitanes recibieron cuatro partes para el pago
de las demoras y requintos, y la compra de ovejas; mientras que Marcos
Martín recibió lo correspondiente a una quinta parte, de acuerdo con el
contrato firmado en 1596. Las ganancias totales que el obraje obtuvo en los 3
años y 5 meses fueron de 3.453ps (ver cuadro 9), de las que el cacique
recibió 2.762ps 2ts y Martín 690ps 4ts. En el cuadro 10 se expone la forma en
la que cada uno de ellos recibió sus ganancias. El cacique y capitanes del
pueblo de Duitama, invirtieron el mayor porcentaje de lo que recibieron en el
pago de demoras que entregaron a la Corona a través del corregidor que se
encargaba de llevarlas a Santa fe: una parte se entregó en mantas de algodón
que fueron compradas en los mercados locales que corresponde a 971ps 6ts;
y la otra en pesos de oro corriente que equivalen a 640ps 6ts de la ropa que
se vendió en Santa Fe, y 1.092ps 3ts que dio Marcos Martín al cacique para
que pagara la demora de año 1600 por adelantado -en esta última se incluye
un préstamo de Martín al cacique por 605ps 6ts para que completara el monto
total de las demoras. Adicionalmente se compraron 1.000 ovejas por un valor
de 250ps, y se pagó la deuda que se tenía con el procurador Ibáñez por los
servicios que prestó al cacique en un pleito con Diego Holguín por un valor de
46ps. Como se puede observar el mayor beneficiado con el funcionamiento del
obraje y batán sin lugar a dudas fue la Corona, a cuyas arcas entraron en los
primeros 3 años y 5 meses de funcionamiento 3.082ps 1t por concepto de
demoras. Aparentemente el cacique no recibe ninguna ganancia adicional del
obraje, pues según estas cuentas todo se invierte en el pago de las demoras
como lo estipula el contrato. "La Corona nunca vaciló en su criterio de que la
actividad económica comunal era un medio de cumplir con las obligaciones
impuestas sobre la sociedad indígena en vez de un medio de producir riqueza
para la misma comunidad”43.

43 Tyrer, Historia demográfica, 99.

30
CUADRO 10

ENTREGA DE LAS GANANCIAS QUE HACE MARCOS MARTÍN AL CACIQUE DON ALVARO

De la ropa que se vendió 258 ps


Compró 130 mantas de algodón 232 ps 2 ts
Compró 200 mantas de algodón 352 ps 4 ts
Compró 82 mantas de algodón 143 ps 2 ts
De la ropa que se vendió 382 ps 6 ts
Compró 130 mantas de algodón 243 ps 6 t
De la ropa que se vendió 377 ps 2 ts
Pagó el saldo por los servicios que el procurador Ibañez le prestó al cacique en
36 ps
un pleito con Diego Holguín
Compró 1000 ovejas para la producción de lana en comunidad 250 ps
Pagó de la demora de 1600 1092 ps 3 ts
TOTAL* 3368 ps 1 t

*Marcos Martín hizo un prestamo de 605ps 6 ts al Cacique Don Alvaro para que pagara por adelalantado
las demoras del año 1600.

COMO RECIBIÓ SUS GANANCIAS MARCOS MARTÍN


Pagó del prestámo por parte del Cacique 605 ps 6 ts
Entrega de lo restante 84 ps 6 ts
TOTAL 690 ps 4 ts

Fuente: AGN. Caciques e Indios, Leg. 26. fols. 626v-630v

Marcos Martín en cambio recibió lo correspondiente a una quinta parte de los


3.453ps, es decir 690ps 4ts. Si tenemos en cuenta que él fue quien invirtió en
los insumos, salarios y herramientas para el montaje del obraje, pues el
cacique y capitanes sólo entregaron las primeras arrobas de lana y asignaron
los indios y muchachos, faltaría todavía un tiempo considerable para que en
el obraje se labraran los suficientes textiles para que su inversión inicial de
3.366ps 6ts fuera cubierta. Como cualquier empresa, los primeros años se
gasta más de lo que se gana, y suponemos que Martín al pensar en un
contrato con el cacique inicialmente por 8 años, que finalmente se firmó por 6,
tenía en cuenta el tiempo necesario para recuperar los gastos de montaje de
una unidad manufacturera de textiles.

31
CONCLUSIONES

El estudio sobre una unidad económica específica en la colonia, nos ha


obligado a prestar atención a varios temas específicos, esenciales para
entender su funcionamiento y los componentes de tipo económico, social y las
formas de dominación en las que se encontraba inmerso. Hemos revisado
brevemente aspectos sobre el salario y las formas de compulsión de la mano
de obra; el valor de los bienes en términos monetarios y los intercambios de
las mercancías por “dinero” a través de la figura del trueque; también
revisamos los efectos de la introducción de cambios técnicos y de organización
del trabajo en la forma de producción prehispánica de textiles; y por último la
estrecha relación que existió entre la organización de unidades productivas
(minería, hacienda, obraje) y los compromisos fiscales que encomenderos y
comunidades indígenas tenían con la Corona.

Los obrajes de comunidad como el de Duitama, fueron unidades


manufactureras que garantizaron en primer lugar el ingreso permanente de
tributos a las arcas reales. El cacique y capitanes de Duitama firman un
contrato con el maestro obrajero motivados (o obligados) por el corregidor de
su pueblo en 1596, para garantizar la entrega de los tributos. El objetivo
principal de su creación fue este, y como se observó en está exposición las
ventas de lo que se producía y pertenecía a cacique y capitanes, eran
entregados en su casi totalidad por concepto de demoras a la Corona
española.

El control que ejercían las autoridades locales sobre el obraje, además


permitió consolidar su dominio sobre los indios, a través de su intervención y
vigilancia directa sobre una actividad socio-económica específica, que
concentraba la explotación de la mano de obra indígena y los recursos que se
dedicaban a la manufactura textil en un solo lugar. Si bien en la
administración de la unidad intervenían el cacique y el maestro obrajero, el
corregidor también obtiene su parte, pues debe recibir un dinero anual por los

32
indios de demora que trabajan en el obraje. Es más en 1600 cuando el
presidente Francisco de Sande envía al corregidor Domínguez Medellín a
administrar el obraje y recibir las cuentas, le ofrece 200 pesos anuales de oro
de a veinte quilates44, un sueldo nada despreciable, que garantizaría a la
Corona el control directo sobre el obraje sin un intermediario como el maestro
obrajero que se quedaba con una parte de lo que se producía, y que bajo la
égida del corregidor podía entrar directamente a las arcas del rey.

La vinculación de los trabajadores a través del repartimiento, garantizaba la


mano de obra permanente y necesaria para la producción de los textiles en la
región. El cacique como máxima autoridad indígena se comprometió a través
del contrato a entregar los indios solicitados por Marcos Martín, que debían
cumplir con las tareas que les fueran asignadas por el maestro español, quien
también enseñaba a los indios, y que de acuerdo con el contrato en poco
tiempo no tendría que estar presente, pues los indios y muchachos
aprenderían todo lo referente al oficio y podrían encargarse directamente de
su administración.

Una unidad manufacturera como el obraje, implicaba que gran parte de los
procesos productivos se realizaran allí, con algunas actividades externas como
el hilado, que en el caso de Duitama las mujeres hacían en sus hogares; un
costo en salarios que se ahorraba el obrajero. Los obrajes no necesitaban un
número muy grande de trabajadores, pues el promedio en América estaba
entre 60 a 150 operarios; cómo vimos paulatinamente se va aumentando el
número de indios y muchachos a medida que se cuenta con mejores insumos
y herramientas. Los salarios de los trabajadores del obraje representaban para
estas unidades manufactureras el costo más bajo, lo que hacía que los
administradores pudieran sacarle buen provecho a la producción textil sin que
afectara los precios de venta.

44 AGN, Caciques e Índios, Leg. 26, f. 598r.

33
Por el momento, al desconocer la magnitud de la producción y el número de
trabajadores de los demás obrajes que funcionaron en el Nuevo Reino a
finales del siglo XVI y mediados del XVII, sin embargo, nos es imposible
calcular la importancia de la producción del obraje de Duitama, y su
significado en el contexto de la provincia de Tunja y Santafe, circuitos de
intercambio de los textiles que se elaboraban en él.

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