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Álvaro Delgado
MÉXICO, D.F., 13 de septiembre (apro).- Nadie ama a su patria por ser grande sino porque es
suya, decía Séneca, y por eso, al cumplirse 200 años del inicio de la gesta de Independencia, es
válido exclamar que viva México, pero también se impone gritar, con indignación, la proclama de
Miguel Hidalgo: '¡Muera el mal gobierno!'
Sí, muera el mal gobierno, porque los sustitutos del priato han dado a los mexicanos en una
década más de lo mismo.
Porque, de ser echado el PAN de Los Pinos en 2012, seguirá administrándose la misma
dosis.
Muera el mal gobierno, porque Felipe Calderón comete la insolencia de sentirse la patria.
Porque el alza de impuestos y la creación de nuevos, así como los incrementos en precios de
gasolinas y la electricidad, perjudican a los más pobres.
Muera el mal gobierno, porque la corrupción y la impunidad lo han penetrado hasta la médula.
Porque vale más las complicidades con Juan Molinar y el parentesco con Margarita Zavala
que la vida de 49 bebés de la guardería ABC.
Porque han empujado al tobogán del olvido y la impunidad los asesinatos de los niños
Almanza, de los 15 adolescentes en una fiesta en Ciudad Juárez, de los dos estudiantes del
Tecnológico de Monterrey, de la señora Gabriela Pintado Terroba…
Porque su 'guerra' ha producido carnicerías cotidianas que ya superan los 30 mil muertos.
Porque mientras combate a cárteles 'malos', como Los Zetas, los que encabezan el 'bueno',
Joaquín El Chapo Guzmán e Ismael El Mayo Zambada, pasean por donde les da la gana.
Porque los engaños sobre la captura de Edgar Valdés, La Barbie, sólo ratifican lo que
sustenta al grupo gobernante: La mentira.
Muera el mal gobierno porque se entrega el patrimonio nacional a los magnates Germán
Larrea, del Grupo México, y Emilio Azcárraga, de Televisa.
Porque no sólo el crimen silencia a los medios de comunicación, sino el dinero público a
carretadas y ha vuelto alcahuetes a periodistas que hasta se muestran como honorables.
Porque cada que Calderón convoca a la unidad, hace todo para dinamitarla.
Muera el mal gobierno, porque en la opulenta banalidad del Bicentenario exhibe que
confunde lo grandiosos con lo grandote.
Porque, ignorante, quiso liquidar a Pedro Moreno y Víctor Rosales como héroes de la
Independencia.
Porque, al fin fanático, se somete al clero vociferante que excomulgó a los insurgentes.
Muera el mal gobierno, porque, en vez de editar masivamente Los Sentimientos de la Nación,
presentados por José María Morelos y Pavón el 14 de septiembre de 1813, para discutir su
vigencia, Calderón hizo escribir la historia a su conveniencia y, sobre todo, sepultar la fraudulenta
elección de 2006.
En Historia de México, el libro editada por el Fondo de Cultura Económica (FCE) que se
pretende sea la historia oficial del panismo, hay por lo menos un capítulo falaz. Es el titulado
'México contemporáneo (1988-2008)', cuyo autor contratado por el gobierno de Calderón, Enrique
Krauze, describe que la elección de 2006 fue impecable:
'En los meses anteriores a la elección del 6 de julio de 2006 el país se polarizó entre los
partidarios del Peje (sic) y sus críticos. El propio político tabasqueño, creyendo que su ventaja era
definitiva, cometió varios errores tácticos que a la postre, para sorpresa general, determinaron su
derrota ante Calderón por estrechísimo margen. Durante el último semestre de 2006 (el periodo de
la elección y la toma de posesión) el país vivió momentos de peligrosa tensión, pero la civilidad
privó sobre la provocación y las amenazas de violencia. El 1 de diciembre de 2006, Felipe Calderón
tomó posesión y dio inicio al segundo periodo presidencial del PAN.'
'De un estilo discreto y ejecutivo que contrasta vivamente con el de su antecesor, Calderón se
propuso asumir y enfrentar una guerra que México había postergado por demasiado tiempo: La
lucha frontal contra el crimen organizado.'
Aun así, no es hora de guardar silencio. ¡Viva México! ¡Muera el mal gobierno…!
delgado@proceso.com.mx