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La persecución penal pública en el derecho anglosajón

Alumno: Javier Ruiz Quezada

Bovino a través de un texto descriptivo, da las primeras ideas que se encuentran detrás del sistema de
persecución penal anglosajón, para luego, otorgar al lector las principales características del sistema
inglés y concentrándose en el sistema en Estados Unidos y en la figura del fiscal como el ente encargado
de la persecución penal pública. Una vez hecha estas descripciones, el autor se dedica a profundizar
acerca de la figura del fiscal en Estados Unidos y las facultades discrecionales que estos poseen y de
cómo un el sistema de persecución penal pública sumado a las amplias facultades discrecionales del
fiscal, dan cuenta de un sistema de justicia penal fundado y orientado en la imposición de sanciones
punitivas.

Como primera idea, Bovino señala que la idea de persecución penal pública es mucho más reciente en el
sistema anglosajón que en el europeo continental. En efecto, sólo en el siglo XVII los anglosajones
adoptan este principio. La irrupción de este principio trajo como consecuencia una reestructuración
completa del procedimiento penal en oposición al sistema acusatorio y la idea de la averiguación de la
verdad histórica como fin del proceso (sistema inquisitivo).

Como se señaló anteriormente, los anglosajones reciben tardíamente este principio. Antes de siglo XIX,
los ingleses debido a su aislamiento geográfico –entre otros factores- desarrollaron instituciones legales
propias –distintas a las europeas continentales-, basados en la idea de la persecución penal privada, dada
la desconfianza frente a la autoridad pública para enfrentar el delito.

La llegada de los ingleses a Estados Unidos provocaron los primeros cambios en el territorio americano.
Factores como una revolución comercial, el incremento de la población de las colonias, el aumento de
los delitos, y las ideas del iluminismo, produjeron una crisis del sistema de persecución privado y
llevaron a definir el delito como una ofensa contra la sociedad, definiéndose como función de la justicia
penal la protección de los intereses de la sociedad y no los de la víctima. Si bien el procedimiento penal
no cambió sustancialmente al comienzo, hubo importantes diferencias con Inglaterra: Se estableció un
sistema de persecución penal pública y se estableció el principio de consenso, dejando atrás la
averiguación de la verdad histórica. Tanto el principio del consenso, como el de persecución penal
pública, fueron cimentando las bases fundamentales del procedimiento penal.

Así es como nace la figura del fiscal y su organización en fiscalías repartidas a lo largo del territorio. El
fiscal tiene por labor representar a la comunidad en los casos penales y tienen un carácter político, pues
son elegidos. De esto, se concluye que la función persecutora del fiscal debe considerarse como uno de
los entes más importantes a la hora de tomar decisiones político criminales.

Los fiscales tienen dos rasgos muy marcados: un carácter ejecutivo y una gran discrecionalidad.
El fiscal es considerado como un funcionario estatal ejecutivo, pues realiza labores persecutorias,
investigativas, entre otras, las cuales son impropias del poder judicial. Esto es positivo si se considera
que el Tribunal sólo tiene por labor conocer y fallar los casos, de modo que se asegura cierta
imparcialidad. Bovino critica que la actividad del fiscal sea considerada como propia del poder
ejecutivo, pues existe, a los ojos de los estadounidenses, una idea instalada de imposibilidad de generar
controles sobre las decisiones discrecionales del fiscal ya que ello importan una violación a la
Constitución y el desconocimiento de la separación de poderes. Bovino discrepa de esta última idea,
diciendo que es un absurdo además de una interpretación errónea de la historia, y luego remata, al
señalar que el carácter ejecutivo ni implica que el fiscal no pueda ser regulado o controlado por otros
poderes del Estado, si fuera por eso, el Congreso y los Tribunales no podrían hacer su trabajo.

Por otro lado, la discrecionalidad trae como efecto un proceso penal desformalizado donde el fiscal
puede abreviar o simplificar el proceso, seleccionar casos (oportunidad) y hacer un uso racional de los
recursos. Sin embargo, pueden dar lugar a arbitrariedad como uso excesivo del plea bargaining y
produciendo situaciones perversas como por ej. Que un imputado reciba condenas mucho más severas
ejerciendo su derecho a ir a juicio. En otras palabras, que ejercer un derecho le sea más gravoso que
renunciar a él.

¿Pero existe realmente límites a la discreción?. Bovino señala que existen dos límites que fija el Tribunal
al fiscal. El primero es el de los casos de persecución selectiva y el segundo, el de persecución
vindicativa, en los cuales el juez puede ordenar el cierre de la persecución penal ya iniciada si viola la
igualdad ante la ley. Estos límites, sin embargo, son insuficientes para Bovino, ya que estos mecanismos
se invocan en escasas oportunidades. Finalmente, estas vías de control judicial son aparentes, pues aquí
el juez no invade las atribuciones del fiscal, sino que simplemente da una señal al fiscal para que inicie
su persecución penal fundada en motivos legítimos.

Bovino hace una síntesis del sistema de persecución penal en Estados Unidos, explicando que el
principio del consenso tiene un uso diverso, pues este no se utiliza en casos en el que la solución del
conflicto penal pase por la reparación a la víctima, sino que se usa este principio para imponer una
sanción penal. En efecto, el sistema criminal estadounidense ha privilegiado un alto número de
condenados (a través del plea bargaining).

Finalmente, la mezcla entre un sistema de persecución pública con el principio del consenso (amplias
facultades discrecionales al fiscal), privilegian la eficiencia, gracias a la fácil obtención de un gran
número de sentencias condenatorias. Bovino, apunta como tesis de su texto, que un sistema penal
fundado en la persecución pública está orientado a obtener la imposición de sanciones punitivas, pero no
cualquier sistema basado en la persecución pública, pues los principios inquisitivos clásicos la
burocratizan y hacen ineficiente, sino que un sistema de persecución penal pública basado en principios
materiales del consenso.

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