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“CASO”

"Había una vez", una emprendedora llamada Elena que pasó malos
momentos al tener que cerrar el restaurante que inició con sus socias; no
duraron ni seis meses. Sin embargo aquella historia nos dejó a todos una
buena lección emprendedora, que queremos compartirla.
Elena decidió mudarse a la playa Colán, al norte de nuestro Perú (hermoso
lugar en Piura). Dejó la ciudad, pues la empresa en la que trabajaba allí en
Piura despidió a una parte de sus trabajadores, incluyéndola a ella, es así
que con el dinero de su liquidación, decide formar un pequeño capital para
hacer realidad ese tan anhelado sueño: "tener una mejor calidad de vida, en
un lugar maravilloso y, claro, con un negocio propio que fuera su fuente de
ingresos".
¿Y qué negocio poner? Dos amigas argentinas pensaron en un restaurante
de carnes y empanadas, tipo argentino, en donde también podrían incluir la
delicada repostería que prepara una de ellas. Es así que se asocian las tres
para iniciar su aventura empresarial. Además, en Colán no habían visto un
lugar en donde comer una buena carne, la intuición les dijo que ese era el
camino. Casualmente, un amigo suyo estaba alquilando un local del que,
decían, "es un muy buen punto", y por la amistad y la recomendación
decidieron no buscar más.
Una vez listo el local, era hora de surtir el restaurante para hacer la comida,
preparar todo e inaugurar la empresa.
¡Todo parecía perfecto!. "Empezamos con los refrigeradores llenos de
carne", nos cuenta Elena y continúa, "para que un restaurante sea de
primera, el principio básico es que sus insumos sean frescos, del día si es
posible", esa afirmación es muy cierta, pero, ¿acaso la carne no es un
producto muy delicado como para tener los refrigeradores llenos? Le
preguntamos a Elena.
Surtirse de buena carne en Colán era complicado pues había que comprarla
en la ciudad de Piura, así que las emprendedoras decidieron hacer un pedido
grande y congelarla. Ya que al principio ellas desconocían cuánta gente
visitaría el negocio, "hay que estar preparados para tener todo lo que
ofrecemos en la carta" - pensaba ella, pero las compras dependen de la
demanda, es decir de la cantidad de platos que la gente esta dispuesta a
comprar, pues de lo contrario se corre el riesgo de tener grandes pérdidas
por la comida echada a perder. Pues bien, esto fue lo que le sucedió a Elena
y sus socias, que nunca recuperaron esa fuerte inversión inicial en insumos,
al no tener la clientela suficiente.
Y aunque la zona era muy buena, muy cerca de la playa, la ubicación
dejaba qué desear, estaba escondida y aislada de la zona comercial. ¡Y para
colmo de males, el alquiler resultó ser muy alto.
Para rematar, otra falla estratégica, por aquello de "lo que mal empieza mal
acaba", sucedió el día de la inauguración.
¿Sabes qué día abrieron el restaurante? ... un día después de terminadas las
vacaciones de año nuevo, o sea, cuando ya no había turismo en el pueblo...
y con los lugareños no era suficiente.
A pesar de tanto sol, los días que siguieron fueron grises, pues aunque
llegaba uno que otro cliente, el negocio se alejaba cada vez más de aquella
excelente idea de negocio que las impulsó a atreverse, llevándose consigo
los sueños y el dinero de Elena.
Finalmente, tuvieron que consumir la carne que ya se estaba perdiendo, así
como los pasteles que terminaron comiéndose ellas o regalándolos.
Resultado: la quiebra del negocio y lo que es peor, el desmoronamiento de
sus ilusiones.
Y es que quizá no era tan mala idea lo del negocio de carne, pese a que en
la playa uno busca comer mariscos y pescado

¿Que hubieses hecho tu en el lugar de Elena y sus


socias para que el negocio fuera todo un éxito?

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