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le seque las camisuras de los labios con una toalla,volvi poner la cama en

posicion horizontal y saque los platos al asillo -¿Estaba


bueno? -Malo-respondió.
-Si,la verdad es que no tenia muy buena
pinta.-Me reí. El padre de Midori no contestó nada y clavó en mí los
ojos.Pensé que estaba dudando entre abrirlos o cerrarlos.¿Sabe quién soy?,me
pregunté de repente.Por alguna razón,parecía encontrarse más cómodo a mi
lado que cuando estaba con Midori.O quizá me confundía con otra persona.De
todos modos,se lo agradecía. -Fuera hace un día espléndido-dije cruzando
las piernas,sentado en la silla-.estamos en otoño,es domingo,hace un día
espléndido,vayas a donde vayas todo está lleno de gente.En días así lomejor
que se puede hacer es quedarse quieto en un habitación,tranquilo,tal como
estamos ahora.Sin cansarse.Cuando uno va a esos sitios atestados de gente,lo
único que consigue es cansarse,el aire está contaminado.Normalmente los
domingos hago la colada.Por la mañana lavo y tiendo la ropa en la azotea de la
residencia,y al atardecer la recojo y la plancho.No me molesta planchar.Me
gusta que una prenda arrugada quede lisa.De hecho,soy bastante bueno con la
plancha.Al principio no lo era,claro.Hacía plieques por todas partes.Pero al cabo
de un mes terminé acostumbrándome.Así que el domingo es el día de lavar y de
planchar.Pero hoy no he podido.Es una lástima.Es el día idóleo para hacer la
colada. No pasa nada.Mañana me levantaré temprano y lo haré.No
se preocupe.En realidad,los domingos no tengo nada mejor que hacer.
Mañana,después de lavar y tender la ropa,iré a la clase sobre las
diez.Voy con Midori.Se llama Historia del Teatro 2 y ahora estamos estudiando a
Eurípides.¿Sabe quién es Eurípides?Un griego de la Antiguedad,uno de los tres
grandes autores de la tragedia griea junto con Esquilo y Sófocles.Al parecer,se
supone que murió devorado por los perros en Macedonia,pero hay quien
disiente.En fin,éste es Eurípides.Yo prefiero a Sófocles,pero supongo que es
cuestión de gustos.Asi que no tengo nada que decir al respecto. La
característica de su obra radica en que hay diferentes cosas que se van
complicando las unas con las otras hasta que cualquier movimiento se hace
imposible.Salen muchos personajes,cada uno con sus propias
circunstancias,razones y quejas,todos persiguiendo,a su modo,la justicia y la
felicidad.Por ello,todos acaban encontrándose en un callejón sin salida.Lógico,
¿no le parece?Es imposible que prevalezca la idea de justicia,que todos
alcancen la felicidad.Y se produce el inevitable caos.Entonces,¿qué cree usted
que sucede?En realidad,algo muy simple.Al final aparece un dios.Y controla el
tráfico.Tú vas para allá,tú te quedas aquí.Tú te juntas con aquél,tú te quedas
aquí un rato quieto.Todo se resuelve.A esto se le llama deus ex machina.En las
obras de Eurípides suele aparecer casi siempre un deus ex machina,y sobre
este punto la crítica está dividida. ¡Sería tan cómodo que existiera
un deus ex machina en el mundo real!¿No le parece?Cuando alguien
pensara:"¿Y ahora qué hago?¡Estoy atrapado!",un dios bajaría deslizándose
desde lo alto y lo resolvería todo.Nada podría ser más fácil.En fin,esto es
Historia del Teatro 2.Éstas son las cosas que estudiamos en la universidad.
Mientras charlaba,el padre de
Midori me miraba co ojos turbios,sin decir nada.Por su mirada,era imposible
saber si entendiá poco o mucho de lo que le estaba contando.
-¡En fin!-exclamé.
Después de hablar me sentí hambriento.Apenas había
desaunado.y no habia comido más que media ración del almuerzo.Lamenté no
haber comido bien al mediodía,pero el arrepentimiento no solucionaba
nada.Registré el armario buscando algo,pero sólo había una lata de nori,pastillas
contra de tos Vicks y salsade soja.En la bolsa de papel yacían los pepinos y los
pomelos. -Tengo hambre.¿Le importa que coma los pepinos?-le
pregunté. El padre de Midori no dijo nada.Lavé los tres pepinos en el
baño.Luego puse salsa de soja en un plato,envolví los pepinos con nori,los mojé
en la salsa de soja y me dispuse a comerlos.
-stán muy buenos,¿sabe?-comenté-.Ligeros,frescos,con olor a vida.Unos
buenos pepinos,sí señor.Mucho mejor que un kiwi. En
cuanto terminé el primer pepino,le hinqué el diente al segundo.El curioso crujido
que se escuchaba al mascar un pepino,resonaba en la habitación.Al terminar el
segundo,por fin descansé.Calenté agua en un hornillo de gas del pasillo y me
preparé una taza de té. -¿Le apetece agua o un
zumo?-le pregunté. -Pepino.contestó él.
Sonrei.
-Muy bien.¿Con nori? Un leve
gesto afirmativo.Volví a alazar la cama,con un cuchillo de la fruta corté el pepino
a trozos,los envolví en nori,los mojé en salsa de soja,los pinché con un
mondadientes y se los acerqué a la boca.Sin alterar la expresión,el padre de
Midori los masticó y se los tragó. -Está bueno,
¿verdad¿-le pregunté. -Bueno-dijo.
-Es importante que uno encuentre buena la
comida.Es una prueba de que está vivo.
Acabó comiendo todo el pepino.Después estaba sediento y volví a
darle agua de la botella.Al rato,me indicó que quería orinar,así que saqué el
orinal de debajo de la cama y le puse la punta del pene en la boca del orinal.Fui
al baño,tiré la orina,lavé el orinal con agua.Volví a la habitación y bebí el resto de
té. -¡Como se encuentra?-le pregunté.
-Un poco...cabeza... -¡Le duele la
cabeza? Él hizo una mueca en señal
afirmativa. -Tenga paciencia.Acaban de
operarlo.Claro que a mí no me han operado nunca y no sé muy bien qué se
siente. -Billete-dijo.
-¿Billete?¿qué billete? -
Midori.Billete. Enmudecí al no
entender de qué me estaba hablando.El también guardó silencio durante unos
instantes.Luego añadió: -Por favor.
O eso me pareció oír.Tenía los ojos abiertos
como platos y me miraba fijamente.Parecía querer comunicarme algo,pero yo
tenía ni la más remota idea de qué podía ser.
-Ueno-dijo-.Midori. -¿La
estación de Ueno? Él asintió haciendo acopio
de todas sus fuerzas. -Billete.Midori.Por favor.Estación
de Ueno-resumí. Sin embargo,el sentido se me
escapa.Me dije qe quizás estuviera delirando,pero su miraba era mucho más
lúcida que antes.Alzó el brazo en el que no tenía clavada la aguja del gota a
gota y lo alargó hacia mí.Para él,esto debió de representar un esfuerzo enorme
porque se le quedó la mano temblando,crispada,en el aire.Me levanté y le sujeté
aquella mano vacilante.Él repitió,presionando mi mano sin fuerza:
-Por favor. Le dije
que no se preocpara,que me encargaría del billete y de Midori.Entonces él bajó
la mano y cerró los ojos,exhausto.El hombre se durmió,respirando
entrecortadamente.Tras comprobar que no estaba muerto,salí fuera,calenté un
poco de agua y bebí otra taza de té.Reconozco que sentí simpatía por aquel
hombre moribundo.

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