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Adultos Mayores Funcionales en Chile

Autor: Marcela Sanhueza Parra.


Filiación: Enfermera universitaria, Tesista magister en
enfermería, Universidad de Concepción, Chile.

Resumen

El acelerado crecimiento de la población de adultos mayores


no es un hecho que esté ajeno a la realidad que esta viviendo
actualmente nuestro país. Chile vive una progresiva
disminución de la participación porcentual del grupo de
población de 15 años y menos, que de 28,45% para el 2001
se reduce a 22,16% en el año 2025, y un progresivo aumento
del grupo de 60 años ó más, que de un 10,6% al año 2001 se
incrementa a un 19% en el año 2025. Por otra parte, las
personas que hoy tienen 60 años vivirán en promedio hasta
los 78 años.

Este aumento poblacional de adultos mayores, demanda más


cuidados y preocupación de todos los sectores del quehacer
nacional, quienes en forma organizada deben asumir esta
gran responsabilidad, desde una perspectiva activa y positiva
mirándolos no como un problema sino como una oportunidad
para actuar en beneficio de los demás. Con ello se estaría
dando cumplimiento a los principios de la carta de derechos
humanos.

1. Antecedentes demográficos generales

El Plan de Acción Internacional Madrid sobre el Envejecimiento


2002, describe y analiza los retos planteados por el
envejecimiento mundial de la población. Tanto el análisis de la
situación como las líneas de acción que se proponen suponen
un loable y meritorio intento por diseñar el marco de
actuación en que deberán moverse las políticas sobre
envejecimiento de los organismos nacionales e
internacionales. En este documento se aporta una visión
global e integradora del envejecimiento y los retos que hacen
de él aportan un espléndido instrumento que marca las
pautas que deben seguirse para lograr el mayor bienestar
posible para los adultos mayores.

La preocupación por los problemas y demandas de los


ancianos es nueva en Chile y en los países de América Latina
y el Caribe, sólo comienza en los años 80 cuando se incluyen
en las agendas de discusión política, aquellos aspectos
relativos al envejecimiento y sus consecuencias (OPS, 1994).

Los consensos logrados en la definición de políticas van


orientados a un cambio en la concepción de la vejez,
considerando a ésta como una etapa de vida activa, en la que
se puede lograr el máximo de autonomía individual y la
posibilidad de la autorrealización.

Así, la planificación y distribución de los servicios para los


ancianos debe dar respuesta a sus necesidades específicas, e
idealmente el sistema de servicios debe incluir "servicios para
el anciano relativamente sano e independiente, servicios para
aquellos que experimentan limitaciones y requieren apoyos,
servicios para aquellos cuyas necesidades requieren cuidado
institucionalizado" ( O.P.S., 1994).

2. Situación del Adulto Mayor en Chile

Los programas que hoy aparecen como imprescindibles, para


el apoyo integral del anciano son aquellos orientados a la
salud y los servicios sociales.

En nuestro país el Ministerio de Salud cuenta con el programa


del adulto mayor donde se tratan, previenen y rehabilitan
diversas patologías tanto de adultos mayores autovalentes
como postrados.

El gran objetivo es mantener o mejorar su calidad de vida


como también del cuidador y la familia, y por último procurar
una muerte digna.

Por otra parte otros organismos estatales, como la


Subsecretaría de Previsión Social, el Instituto de
Normalización Previsional (INP), la Superintendencia de
Seguridad Social, el Servicio Nacional de Capacitación y
Empleo (SENCE), el Comité Nacional del Adulto Mayor y los
Programas Pro Empleo, concientes de la gran cantidad de
adultos mayores institucionalizados en hogares de larga
estadía, han creado recientemente un proyecto piloto a
iniciarse proximamente en la Región Metropolitana, destinado
a la atención del adulto mayor frágil y dependiente.

En el año 1996 dentro de la "Política Nacional del Adulto


Mayor", se planteaba como objetivo principal “lograr un
cambio cultural que dé un mejor trato a la población adulta
mayor”, lo que implicaría una percepción distinta del
envejecimiento con la consiguiente necesidad de crear
medios para facilitar el desarrollo integral del adulto mayor y
lograr el mantenimiento o recuperación de la funcionalidad de
este grupo etáreo. Por su parte el sector salud ha desarrollado
la "Política de Salud del Adulto Mayor", cuyos objetivos
principales están dirigidos al mantenimiento de la
funcionalidad y reducción de la mortalidad por causas
evitables.

Como podemos ver el país está demostrando una


preocupación cada vez más creciente en favor del adulto
mayor, sin embargo, no se deben olvidar aquellas situaciones
que acompañan al senescente y aunque no se desee, pueden
crear ciertas barreras a nuestros propósitos, entre estas
tenemos; la alta prevalencia de las enfermedades crónicas,
secuelas invalidantes y cambios físicos que acompañan el
proceso de envejecimiento, adicionando el efecto de la
llamada profesia autocumplida, la cual no es más que el
desarrollo en los ancianos de la idea de que serlo es sinónimo
de deterioro y una carga para la sociedad, haciendo con esto
muy difícil trabajar con personas que se han autoconvencido
que por su edad están limitadas.

Los gerontólogos han acuñado el término "edaismo" para


referirse peyorativamente a las personas de edad avanzada
(Butler y Lewis, 1982). Como otros "ismos" implica una visión
tópica y despectiva sobre un grupo social, que en este caso
consiste en considerar a las personas mayores como
diferentes a las demás en sus opiniones, afectos,
necesidades, etc. La vejez es consecuencia de un proceso
biológico pero es también una construcción cultural (Beauvoir,
1970).

Una persona es vieja, como en cualquier otro rol y estatus


social, cuando las demás personas así la consideran (Bazo,
1990).

En el proceso dialéctico de la interacción social, las demás


personas, a través de sus conductas, son el espejo en el que
uno mismo se ve reflejado. Las reacciones de los demás hacía
una persona le muestran la imagen que presenta,
constriñiéndola a adoptar los comportamientos que sabe que
esperan de ella. La categoría de vejez, en este sentido, está
llena de falsas creencias y contradicciones, por lo que el
proceso de envejecer puede convertirse facilmente en una
serie de profecías que se autocumplen y, con frecuencia, las
personas mayores se convierten en víctimas de las ideas
preconcebidas, o estereotipos, sobre como se supone que
deben actuar o reaccionar (Antonucci, 1996).

Por lo expuesto, estamos frente a un grupo que requiere


atención y cuidados que superen las limitaciones del
paradigma biomédico. Es así como el propósito de los
cuidados en salud será, evitar que ellas se conviertan en
factores limitantes en el desarrollo de las actividades que el
adulto mayor necesite o desee realizar y además alcanzar el
máximo desarrollo de las potencialidades psicológicas,
sociales, culturales y espirituales para el óptimo desempeño
personal y social de éste grupo de personas.

3. Concepto de Funcionalidad

La vejez es una etapa de la vida que experimenta un gran


número de personas. Si bien la vejez no es una enfermedad,
aumentan los riesgos de enfermar o de perder la autonomía y
funcionalidad.

La idea de función debemos conceptualizarla como la


capacidad que poseen los seres humanos para llevara a cabo
de manera autónoma, actividades de un mayor o menor nivel
de complejidad. Para esto se requiere de capacidades físicas,
cognitivas, emocionales que se deben expresar en un entorno
dado y con recursos sociales que permitan su manifestación.

Si hablamos en términos de salud, un adulto mayor sano


según la O.M.S, sería aquel que fuera Autónomo,
considerándose la autonomía como el principal parámetro de
salud en este grupo, en este concepto está comprendida la
idea de funcionalidad, debiendo definir el estado de salud
entre los envejecidos no en términos de déficit, sino de
mantenimiento de la capacidad funcional, de esta manera el
anciano sano es aquel que es capaz de enfrentar el proceso
de cambios a un nivel adecuado de adaptabilidad funcional y
satisfacción personal. (O.P.S/O.M.S. 1982.).

Es por ésta razón que la funcionalidad del adulto mayor debe


contemplarse en el marco de una definición de salud que
considere el bienestar del ser humano desde el punto de vista
físico-biológico, psicológico, social y espiritual, si ésto no
sucede los adultos mayores dejarían de ser los protagonistas
de su proceso de envejecimiento, regresando a los antiguos
enfoques de atención, donde se consideraba al adulto mayor
como un ser digno de lástima y no un componente útil y
esencial dentro de la sociedad.

Quien trabaja con ancianos, debe darse cuenta que su


quehacer debe estar orientado no tan solo a sanar sino
tambien a fomentar el desarrollo de las capacidades que le
permitan realizar las actividades del diario vivir y
desempeñarse activamente manteniendo las actividades de la
vida diaria con el máximo de capacidades funcionales.

La valoración de la capacidad funcional se encuentra incluida


dentro del concepto mas genérico de Evaluación Geriátrica
(EG), entendiendo esta como aquel proceso diagnóstico
multidimensional e interdisciplinar, dirigido a las capacidades
funcionales, médicas y psicosociales de un anciano, en orden
a desarrollar un plan de tratamiento y de seguimiento. Por lo
tanto, va mas allá del examen médico de rutina en su énfasis
en los aspectos funcionales y en la calidad de vida, en su
exhaustividad, en la utilización de instrumentos
estandarizados de medida y en la utilización de equipos
multidisciplinares. Como integrante de la EG, participa de
todos sus objetivos: de la valoración mejorar la certeza
diagnóstica, optimizar el tratamiento médico, mejorar los
resultados evolutivos, mejorar la capacidad funcional y la
calidad de vida, optimizar la ubicación, reducir la utilización
innecesaria de servicios y permitir la gestión de casos. Pero
participa también de sus problemas y de sus vicios.

La capacidad funcional en el anciano, es el indicador más


potente utilizado en la evaluación geriátrica, ya desde fines de
los años cuarenta, se comenzó a utilizar el concepto y a
principios de los sesenta se crean los primeros instrumentos
para su medición (Kast; Barthel), los que han sido corregidos y
reformulados a través del tiempo. El concepto también ha
sufrido modificaciones, aunque se continúa llamando
capacidad funcional ha adquirido el nombre de autonomía
funcional, que para el adulto mayor se define como la
capacidad de desempeñar actividades de supervivencia
realizadas sin la colaboración de terceros, desde el punto de
vista de su satisfacción física y psicosocial.

El concepto de funcionalidad geriátrica se refiere a la


capacidad que tiene un adulto mayor para realizar de manera
independiente o autónoma las actividades de la vida diaria o
cotidiana (básicas [alimentación, continencia, transferencia,
uso del sanitario, vestido y bañado] e instrumentales [cocinar,
realizar las compras, labores domésticas limpieza de la casa,
utilización del teléfono, lavado de la ropa, viajar, toma de
medicamentos, administración de los gastos personales]).

Este concepto se usa como un indicador en el área de la


epidemiología clínica para efectuar diferentes mediciones
(clinimetría) en el grupo de los adultos mayores.

4. Importancia de la Capacidad Funcional

Al margen del hecho ineludible del impacto que la


discapacidad tiene sobre la calidad de vida, la dificultad o
imposibilidad para llevar a cabo las acciones de los dominios
de la actividad humana va mas allá de lo meramente
descriptivo. Son un parámetro de salud, y como tal, descriptor
de resultados evolutivos relevantes:

• Mortalidad. El riesgo de mortalidad se eleva conforme


vamos avanzando en el grado de discapacidad, como
queda mostrado tanto en los estudios poblacionales
como en los prospectivos de seguimiento. En los
mayores de 80 años, comparativamente con quienes no
estan discapacitados, el riesgo de mortalidad es doble
para quienes tienen dificultad en las actividades
instrumentales de la vida diaria y cuatro veces para
quienes reciben ayuda en las actividades de la vida
diaria.
• Consumo de recursos. La frecuentación hospitalaria,
bien en número de ingresos, o bien en estancia media y
número de reingresos, las visitas al médico o la
utilización de fármacos, se pueden poner en relación con
el grado de discapacidad. Por ejemplo, en algunos
trabajos, este grado de discapacidad ha mostrado ser
mejor predictor de la estancia media que el diagnóstico
principal al ingreso en el hospital.
• Institucionalización. En los trabajos llevados a cabo,
fundamentalmente en EEUU, el riesgo de utilizar una
residencia se ve notablemente incrementado al ir
ascendiendo en el deterioro funcional. Y aunque la
estructura de las residencias en ese país (Nursing
Homes) es notablemente diferente al nuestro, hay pocas
razones para asumir que en Chile sucede algo similar.
• Utilización de recursos sociales. Los costos del
cuidado personal y de ayuda doméstica para individuos
mayores de 75 años aumentan conforme aumenta el
nivel de dependencia. Se estima que pueden doblarse al
pasar de discapacidad en Actividades instrumentales de
la vida diaria a actividades de la vida diaria
• Futura discapacidad. La discapacidad es un estado
dinámico que permite todas las variantes. Puede mejorar
y resolverse, mantenerse estable en el tiempo, o
empeorar. Las posibilidades de mejora disminuyen en
función de la edad, aunque nunca desaparecen por
completo, incluso en edades muy avanzadas.

La pérdida de la autonomía funcional es una condición


frecuente de la geriatría, sin embargo, una persona adulta
puede ser independiente para realizar las actividades de la
vida diaria y carecer de autonomía para decidir. "Cuando no
se hace la distinción entre ambos conceptos, la dependencia
puede desembocar en pérdida de autonomía, y así
encontramos con demasiada frecuencia que se decide por la
persona dependiente".

La investigación sobre funcionalidad en Chile no ha sido un


tema muy explorado, el único estudio conocido es del año
1985 que fue realizado por el Sociólogo Oscar Domínguez,
quien midió, como parte de un estudio internacional, apoyado
por la OPS, el nivel de autonomía en la población chilena
revelando tres categorías: autónomos o autovalentes 77%,
frágiles 30% y totalmente dependientes 3%.

Adulto mayor autovalente sin enfermedad crónica


representan el. 57% del total de adultos mayores en Chile.
Esta cifra se descompone en: 20 % personas sanas, 37 %
Autovalentes con enfermedad crónica compensada 30%
Autovalentes con factores determinantes de fragilidad,
(polifarmacia, patología crónica compensada, sin un soporte o
apoyo social adecuado, caídas frecuente, pluripatologías, etc.)

Estas personas autovalentes por lo general, viven en sus


viviendas; con familiares, sólos o allegados, los menos viven
en hogares o casas de reposo. Muchos de ellos están
integrados a diferentes organizaciones de tercera edad, como
clubes, talleres o parroquias, donde se reúnen con cierta
frecuencia en busca de compañía y un sano esparcimiento.
Aprenden y comparten experiencias y por sobre todo
expresan sus deseos de vivir la vida. Requieren apoyo a sus
necesidades sociales, controles de salud preventiva,
tratamiento oportuno de enfermedades agudas y tratamiento
de sus enfermedades crónicas.

A este segmento de la población Adulto Mayor están dirigidas


muchas de las políticas sociales para la tercera edad; (a
excepción de las de salud que tienen una cobertura más
amplia) léase programas de vivienda, educación, deportes, de
turismo, de transporte, programas municipales también las
actividades que organizan los Comités Regionales y el Comité
Nacional para el Adulto Mayor, actividades de algunas cajas
de Compensación, de universidades, etc.

Un segundo grupo de acuerdo a su nivel de funcionalidad o


autovalencia lo constituyen los adultos mayores frágiles (30%)
Ellos sufren ciertas limitaciones que a pesar de tratamientos
no mejoran su descompensación, por lo que requieren ayuda
profesional para mantener su estado de salud, necesitan
ayuda de terceros para realizar actividades de la vida diaria,
generalmente la obtienen de sus familiares, o centros de
atención, no siempre especalizados o de otros grupos de
apoyo. Sus familias también requieren un apoyo especial para
hacerse cargo de ellos, la falta de esta ayuda favorece la
institucionalización del adulto mayor.

Podremos imaginar el difícil acceso de estas personas a la


mayoría de los programas y actividades que se desarrollan las
políticas sociales para el adulto mayor.

Tercer grupo: Adultos Mayores dependientes. Este segmento


concentra entre el 3 y el 5% de la población Adulto Mayor y
corresponde a personas que requieren ayuda para todas sus
actividades de la vida diaria, su condición de invalidez los
mantiene postrados, con un deterioro ostensible de su calidad
de vida y el de su grupo familiar, quienes ven agravarse los
poblemas médicos, sociales, y a veces legales. En la mayoría
de los casos los familiares cuidadores carecen de preparación
para asumir estas tareas. Necesitan mayor cantidad de
recursos para hacer frente a la situación, que acarrea
mayores gastos y mayor estrés. Ellos dependen de servicios
especializados que incluyan cuidados continuos y de larga
estancia, paliativos o curativos para poder subsistir. La
mayoría de estas personas se encuentran en sus casas,
cualquiera sea su condición social y muy pocas en hogares o
asilos. Cabe mencionar la existencia de todo tipos de hogares,
entre ellos algunos para enfermos de alzheimer, cuyo costo se
eleva más allá de lo razonable para una familia de ingresos
medios.

Las categorías utilizadas por el profesor Domínguez


corresponde a los niveles en que se clasifica el concepto de
autonomía.

Una investigación más actual es la que se está realizando en


el Sistema Nacional de Servicios de Salud (SNSS), cuyo
propósito es evaluar la funcionalidad, para posteriormente
aplicar un instrumento que permita que reúna las condiciones
para medir con eficiencia la funcionalidad del adulto mayor, la
propuesta se realizo en abril del año 2002 con una
preevaluación de la funcionalidad de adultos mayores
atendidos en el nivel primario con la escala modificada de la
cruz roja española.

5. Aporte del Personal Sanitario

En el sector salud se produce un verdadero cambio de


paradigma. Se pasa desde un modelo que por muchos años
ha dado prioridad a la salud materno-infantil centrada en
superar principalmente las enfermedades infecciosas, a un
modelo que deberá privilegiar la atención de los adultos
mayores.
El grupo de adultos mayores existentes y en aumento es para
enfermería, profesión dirigida al cuidado una meta de
atención al igual que para otros sectores sanitarios y sociales.

Los adultos mayores, objeto de nuestro estudio deben


constituir un objetivo primordial en la atención que entregan
todos los profesionales sanitarios y dentro de ellos, en
particular los profesionales de enfermería, quienes tienen
especial orientación hacia el cuidado de las personas, deben
esforzarse por disminuir el nivel de dependencia de este
grupo etáreo y a la vez las oportunidades en que estas
personan precisen ayuda asistencial.

6. Medidas de Abordaje

Para el logro del Mantenimiento de la Funcionalidad, el


Ministerio de Salud, ha iniciado programas de capacitación
que se encuentran en una etapa de sensibilización masiva de
los diferentes niveles asistenciales y equipos de salud. A su
vez si deseamos aumentar los niveles de funcionalidad de
nuestros ancianos debemos "DETECTAR" en forma anticipada
aquellas situaciones presentes en el Adulto Mayor que
coloquen en riesgo la mantención de ella, lo que debe ser
realizado por los equipos del nivel primario de atención, por lo
cual la autoridad de salud, debe preocuparse de sensibilizar y
mantener programas de actualización destinados a quienes
trabajan en la atención primaria.

Como una forma de contribuir a fomentar el desarrollo de la


funcionalidad y autonomía de la población adulta mayor, en
este trabajo se propone la realización de un programa integral
de actividades orientadas a satisfacer esta necesidad.

Como propósito deberá Promover la Autonomía Funcional de


los Adultos Mayores, con el fin de favorecer sude salud y
mejorar su calidad de vida, con objetivos generales tales
como:

• Valorar la importancia de participar en un programa


destinado a estimular la Autonomía Funcional.
• Identificar el autocuidado como una estrategia que
conduce a estilos de vida saludables.
• Propiciar la interacción espontánea y cordial, junto con
estimular la amistad y colaboración entre todos.

Comentario final

Los cambios naturales y problemas de salud que experimenta


el adulto mayor se manifiestan en la declinación de sus
capacidades funcionales, que naturalmente al ser adulto
tienen su mayor pick y en el estado envejecido tienen una
notoria disminución.

Si deseamos aumentar los niveles de funcionalidad de


nuestros ancianos debemos "DETECTAR" en forma anticipada
aquellas situaciones presentes en el Adulto Mayor que
coloquen en riesgo la mantención de ella.

Estas medidas deben ser llevadas a cabo por los equipos del
nivel primario de atención, es por esta razón que la autoridad
de salud, debe preocuparse de sensibilizar y mantener
programas de actualización destinados a quienes trabajan en
este nivel, que es lugar más indicado para tratar
tempranamente las dificultades que aquejan a éste grupo
etáreo.

El ser humano como ser social, en todas las etapas de su vida


esta intercambiando experiencias y conocimientos con su
medio, por tanto, el aprendizaje no es algo relegado solo a los
grupos jóvenes de la población. Los adultos mayores de igual
forma pueden continuar en este proceso de aprendizaje como
educandos, pero la perspectiva desde la cual se les eduque
debe ser diferente, esto es, debe adecuarse a las
características personales por las que esta atravesando en
esta etapa de su vida.

Los programas educativos destinados a potenciar la


funcionalidad entre los ancianos deberían contener
actividades que les ayuden a fortalecer aquellas
potencialidades que han permanecido en desuso, entre ellas
podemos mencionar la capacidad de crear, relacionarse,
comunicar, aprender, autorrealizarse, dar y recibir afecto,
preocupación por otros, cultivar la espiritualidad y encontrar
el sentido de la vida en esta etapa de su existencia.

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