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Monteiro Lobato - Las Doce Hazañas de Hércules
Monteiro Lobato - Las Doce Hazañas de Hércules
[ 1]
MONTEIRO LOBATO
[ 2]
LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
[3]
1
EL LEÜN DE NEMEA
HISTORICO
1 El Mlnotauro.
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MONTEIRO LOBATO
PREPARATIVOS
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
- -
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Perucho explicó al vizconde sus planes de nuevo viaje . ..
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MONTEIRO LOBATO
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., abmsada.
Y muna .
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MONTEIRO LOBATO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
CERCA DE NEMEA
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MONTEIRO' LoBATO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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MONTEIRO LoBATO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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MONTEIRO LoBATO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
EN NEMEA
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MONTEIRO LoBATO
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LAS DoCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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MONTEIRO LOBATO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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MONTEIRO LoBATO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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¡Ah, qué lucha iué aquélla! . ..
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MONTEIRO LoBATO
EL ENCUENTRO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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MONTEIRO LoBATO
. ,
-¿Así que ya ha estado loco? preguntó Emilia. ¡Qué gra-
CIOSO .•••
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LAS DOCE HAZAÑAS DE liÉRCULES
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MONTEIRO LoBATO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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MONTEIRO LoBATO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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MONTEIRO LoBATO
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Durante la marcha 'de Hércules le fué contando aventuras
y aventuras . ..
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MONl'EIRO LoBATO
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LAS DOCE HAzAÑAS DE HÉRCULES
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MONTEIRO LoBATO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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Perucho iba detrás corriendo corno un perrito en el campo.
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II
LA HIDRA DE LERNA
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LAS DocE HAzAÑAS DE HÉRCULES
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MONTEIRO LoBATO
Emilia con el aire de quien dice: "Vamos, deme una idea". Pero
esta vez el que dió la idea fué Perucho.
Nada más fácil, dijo él. En la pampa, los gauchos agarran
a los animales de dos maneras: con lazo o con boleadoras.
-¿Qué es eso de boleadoras? preguntó el héroe que jamás
oyera semejante palabra.
-Ah, es un hallazgo de los mejores. Ellos se procuran tres
bolas bien duras, así del tamaño de naranjas chicas y las atan
a una correa de cierto largo. Después unen las tres correas por
una de sus puntas mediante un nudo.
-Pero, ¿cómo pueden agarrar caballos con eso?
-Muy simplemente. Corren detrás de los caballos y
cuando están a cierta distancia revolean en el aire las tres
. bolas y las tiran. Las bolas van girando en el aire y al chocar
contra las patas traseras de los animales se enroscan, ellos
pierden el equilibrio y se caen.
Hércules se mostró admirado de la habilidad. Era razona-
ble. Pero, ¿cómo conseguir las tres bolas?
Perucho resolvió el problema.
-Tres piedras más o menos redondas sirven bien, y aquí
hay muchas. Voy a escogerlas.
En un momento eligió tres piedras redondeadas, así del
tamaño de naranjas regulares. Volvió corriendo.
-Estas sirven. Y en cuanto a la correa, tenemos la de la
canasta de Emilia.
Hércules se encargó de hacer las boleadoras y en quince
minutos Perucho lo tenía todo listo. Era una boleadora bastante
tosca, pero servía. Después hizo una demostración de cómo se
manejaban. Revoleó las boleadoras en el aire y las arrojó con-
tra dos varas clavadas a distancia. La boleadora golpeó en
ellas y se enroscó firmemente allí.
-¿Está viendo? exclamó el chico radiante. Si en vez de
varas fueran las piernas del centaurito a la carrera, él perdería
el equilibrio y caería al suelo. ¿Entendió?
A pesar de su cabeza dura, Hércules lo entendió perfecta-
mente y llegó a decir que si la boleadora funcionase bien en
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MONTEIRO LoBATO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULEs.
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Pero Perucho era un verdadero domador de caballos chúcaros...
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
EN MICENAS
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- --- - •
¿Y qué pruebas me da de eso? dijo el rey ...
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EL VIZCONDE
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Perseo iba hacia el antro de Medusa . ..
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LA CABEZA DE MEDUSA
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"mera vez q ue vela " del humo .. "
' curtir cuero p or med 10
Era la pn [ 75 ]
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MEDIO- y -MEDIO
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- --- --
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Medio-y-Medio volvió con tres corderos . ..
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1 El M1notauro.
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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Hércules oía al vizconde con la mayor atención...
III
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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¡Pegaso!. .. ¡Ya crió fuerzas y se elev a al cielo! . ..
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DE NUEVO EN MICENAS
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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MONTEIRO LoBATO
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LAS DOCE HAzAÑAS DE HÉRCULES
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MONTEIRO LoBATO
EL MONTE CIRINEO
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Atontadas de terror, perseguidas por tres sátiros . ..
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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MONTEIRO LoBATO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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MONTEIRO LoBATO
LA CORZA
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES.
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MONTEIRO LoBATO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
EL PLAN DE PERUCHO
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1 El Mlnotauro.
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'.MONTEIRO LOBATO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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MONTEIRO LoBATO
-¡Fiunnn! ...
Instantes después se despertaban en los alrededores de
Delfos, la misma ciudad a que habían ido en los tiempos de
la aventura del Minotauro. Se acordaban de todo y hasta re-
conocieron ciertas caras que habían visto.
-¿El oráculo está abierto? preguntó Perucho a un tran-
seúnte. Y como la respuesta fuese afirmativa se dirigieron hacia
el templo de Apolo.
Como venía gente de todas las ciudades griegas a consul-
tar a la Pitia, ya a aquella hora la multitud era enorme. Perucho,.
con la piel del león al hombro, se dirigió al vestíbulo donde se
discutían las ofrendas. Dejó el paquete en el suelo y le dijo a
unos de los sacerdotes:
-¿ Puede atenderme para un caso especial?
El sacerdote arrugó la frente, lleno de curiosidad por lo que
se trataba.
- j Habla, chico!
Perucho explicó que tenía la mayor urgencia. Necesitaba.
consultar a la Pitia y volver a la brevedad.
-Hay muchos consultantes delante tuyo, respondió el
sacerdote.
-¿Pero si nosotros hiciéramos una ofrenda valiosísima,.
como jamás ha habido otra?
-¿Y qué puede ser esa preciosidad?
-La piel del león de la Luna, que Hércules mató en N e-
mea, -y Perucho desempaquetó ante el sacerdote atónito la
maravillosa piel, única en el mundo. El sacerdote la palpó, la
olió y pasó su mano por sobre el pelo suavísimo. Era un gran
conocedor de pieles. Con frecuencia trataba con los que ofre-
cían pieles de toda clase de animales. Pero nunca había visto.
una igual. Llamó a un compañero, después a otro y se pusieron
. los tres a cuchichear. Finalmente se reunieron alrededor de la
piel todos los sacerdotes del templo.
Emilia le guiñó el ojo a Perucho.
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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MONTEIRO LoBATO
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VICTORIA
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MON1EIRO LoBATO
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Todos vieron a la corza zambullirse en el templo . ..
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MONTEIRO LoBATO
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guido de todos.
Al llegar encontraron a la corza dentro de la red y a Pe-
rucho sobre ella. Bien que la pobrecita intentó huir al com-
prender que había caído en una trampa, pero sus cuernos de
oro se engancharon en las mallas de la red, lo que dió tiempo
a Perucho para que se aproximara y saltara sobre ella. Si no
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.M:ONTEIRO- LOBATO
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La entrada de los héroes en Nemea causó sensación ...
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*
* *
Después de salir del palacio Hércules se reunió con los.
chicos que lo esperaban en la calle y les dijo:
-El rey no me ha dado ninguna tarea nueva. Tenemos.
que esperar.
-¿Aquí o en el "camping"? preguntó Emilia.
-Claro que en el "camping". Vamos para allá.
i Con qué alegría volvieron al querido campamento al lado'
del arroyo de aguas cristalinas!. .. i Con qué felicidad corrían.
por allí, buscando las cosas dejadas y despertando recuerdos ~
-Tenemos que mejorar nuestra cabaña, propuso Emilia.
Nosotros vamos y venimos por esta Grecia, pero nuestra ver-
dadera casa es esta. Y comenzaron a estudiar la confección de'
la cabaña.
-¿ y por qué, dijo Perucho, en vez de reconstruir esta
miserable cabaña de paja, no hacemos una casita como la que
los Chicos Perdidos de Peter Pan construyeron para Wendy?'
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TEMPLO DE AVIA
Emilia no comprendió.
-Avia es abuelita en latín, explicó Perucho.
-Pero el idioma de aquí es el griego. Pon abuelita en
griego.
-Eso es lo que quería hacer, pero no lo sé y no quiero
preguntárselo a Hércules. Si llega él a descubrir que no sé
siquiera cómo se dice abuelita en griego, es capaz de perder
la fe en toda mi sabiduría ...
i Qué noche deliciosa pasaron en la casita nueva! Hércu-
les durmió a la intemperie, como era costumbre suya, igual
que el centaurito. Eso hizo que los chicos sintieran una sensa-
ción de seguridad enorme. i Custodiados por un semi-dios y
por un centauro! ¿Qué más podían desear?
Al día siguiente llegó un mensajero con un pergamino.
Hércules, que era analfabeto, le pidió a Perucho que lo leyera.
El chico desenvolvió el rollo y leyó lo siguiente:
"Su Majestad el rey Euristeo, de Micenas y Torinto, orde-
na a su súbdito Hércules que vaya inmediatamente a Eri-
manto, en la Psofida, con el fin de destruir al monstruoso
jabalí que está asolando aquellos parajes. Y como lo quiere así,
así lo manda. EUMOLPO, Primer Ministro de su Altísima
Majestad."
Hércules bosquejó una sonrisa. Si era un jabalí, es por-
que se trataba de masa bruta, y de masa bruta jamás tuvo
miedo él. Para Hércules el peligro estaba en trabajos como el
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El anciano se interesó mucho por el vizconde.
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IV
EL JABALI DE ERI~IANTO
ARCADIA
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Arcadia era símbolo de vida simple y rústica . ..
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Por el camino, unos se armaron de hachas, otros de palos . ..
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"'.
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El jabalí em como una avalancha . ..
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RUMBO AL ERIMANTO
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. , con los OJos
Tereo mIro . dilatados ...
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EL FENIX
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A11í no había ni sombra de cenizes . ..
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Era Narciso, hijo del río Cense . ..
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MONTEIRO LOBATO
EL MONTE ERIMANTO
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:MONTEIRO LoBATO
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MONTERIO LOBATO
RUMBO A MICENAS
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
que lleva atada al pie. Y así fué como el terrible jabalí de Eri-
manto llegó a la ciudad de Micenas, con gran asombro de la
población y profundo desencanto del rey Euristeo.
-¡Terminado, majestad! dijo Hércules al llegar ante el
rey, llevando atada a la punta de la cuerda a la terrible fiera.
Euristeo sentado en el trono temblaba de miedo. ¿Y si la
cuerda se rompiera y el jabalí se lanzara sobre él?
Pero nada de eso pasó. Eumolpo ordenó que se construye-
ra rápidamente una jaula y una hora después el jabalí de Eri-
manto estaba sólidamente enjaulado y era exhibido a las mul-
titudes llenas de curiosidad desde la plaza pública.
La noticia de ese cuarto trabajo de Hércules corrió por to-
da Grecia con la velocidad del rayo. Desde Atenas a Esparta
no se hablaba de otra cosa y allá en el Olimpo la diosa Hera
sufrió un patatús. j Maldito héroe! Por cuarta vez salía incólume
de una trama preparada contra él. Y la implacable Hera se
puso a pensar en un nuevo trabajo que estuviera absolutamente
por encima de las fuerzas de cualquier héroe. ¿Cuál podría ser?
Pensó. pensó. Después sonrió y se dijo a sí misma: "Ya lo sé..."
y mandó a Hermes, el mensajero de los dioses, a que llevara
un recado a Euristeo.
Mientras tanto Hércules y los chicos habían vuelto a insta-
larse en el "camping" a orillas del arroyo. Lo encontraron todo
igual que lo habían dejado. Nadie se había atrevido a tocar
nada de la casita de Emilia, es decir, del Templo de Avia ...
Al día siguiente Hércules fué llamado urgentemente al
palacio real. Marchó.
- j A sus órdenes, Majestad! ...
Euristeo estaba risueño, señal que el nuevo trabajo iba a
ser mucho más difícil que los anteriores. Eumolpo, junto al
trono, se babeaba de gusto.
-Heracles, dijo Euristeo, has salido muy bien de la ha-
zaña contra el jabalí de Erimanto. Tengo ahora una nueva
misión que darte.
- j A sus órdenes, Majestad!, repitió humildemente el héroe.
Euristeo prosiguió con el mismo tono amable.
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Pan era el dios de la Arcadia.
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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Con un terrible dragón de centinela . ..
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LOS ARGONAUTAS
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EL REY AUGIAS
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LAS DOCE HAzAÑAS DE HÉRCULES
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MONTEIRO LoBATO
[ 214 ]
· Hércules cayó en profunda soñolencia . ..
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MONTERIO LoBATO
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MONTEIRO LOBATO
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MONTERIO LoBATO
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Caminó sobre las manos, con los pies al aire . ..
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EL LOCO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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MONTEIRO LoBATO
-¿Dónde?
-Allá viene a nuestro encuentro ...
Era verdad. El misterioso viajante se aproximó y los saludó.
como a viejos amigos.
-¿Así que están por aquí? ¿Qué buscan en Epidauro?
Hércules le contó la historia de la locura de su escudero-
y dijo que había venido a consultar al famoso Esculapio, el
semi-dios de la medicina.
El viajero suspiró.
-¡Ay de nosotros! dijo en un gemido. El gran maestro del
arte de curar ya no reside entre los griegos ...
-¿Dónde se fué?
El viajero señaló hacia el cielo.
-Zeus lo transformó en una de las constelaciones de la
bóveda celeste.
-¿Por qué?
-Ah, amigo mío, Esculapio se perfeccionó demasiado en_
la ciencia médica y de ahí proviene su desgracia. No se limitaba
a curar los enfermos, sino que resucitaba a los muertos. Y tan-
tas resurrecciones hizo que Plutón, el dios de los infiernos, se.
inquietó y se fué a quejar a Zeus: "Esculapio está haciendo dis-
minuir demasiado la población de mi reino. La barca de Caron-
te, transportadora de los muertos, no tiene ya pasajeros". Zeus.
arrugó la frente. "¿Por qué?" preguntó. Y le respondió Plutón:
"Porque Esculapio está resucitando a todos los que mueren"..
Zeus pensó que, efectivamente, eso constituía una grave irregu-
laridad en el orden de las cosas. Si Esculapio devolvía la vida
a los muertos, se estaba transformando en dios como los del
Olimpo. Y lleno de celos lo fulminó con uno de sus rayos. Des-
pués, reconociendo los grandes méritos del fulminado, lo trans-
formó en una de las constelaciones del cielo.
-¿En cuál de ellas? quiso saber Emilia.
-En la constelación de la Serpiente.
-¿Y por qué de la Serpiente y no del Yacaré?
-Porque el Gallo, el Perro y la Serpiente habían sido con-
sagrados al gran Esculapio.
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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MONTERIO LoBATO
EN EL PALACIO DE MEDEA
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La tonta estaba perdida de amor por él . ..
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EL REY ANTIPATICO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
***
En el palacio de Euristeo, Hércules no pudo ni hablar. Ape-
nas había abierto la boca para relatar la realización del Quinto
Trabajo, el "antipático" lo detuvo con un gesto.
-Ya lo sé todo y estoy muy descontento con el desenlace
de este último trabajo. Mi orden era nada más que para que
limpiara las caballerizas de Augias, no para que lo expulsara
del trono. Espero que de ahora en adelante haga lo que le man-
do y no se exceda en hazañas no ordenadas.
-Así será, Majestad, respondió humildemente el héroe.
¿Y ahora?
Euristeo ya había combinado con Eumolpo el nuevo Tra-
bajo que impondría a Hércules, un trabajo mucho más peligro-
so que los cinco anteriores: la destrucción de las ferocísimas
aves del lago Estinfalo.
-El nuevo trabajo que he tenido a bien imponerte, dijo
con la mayor solemnidad Euristeo, es ir a Estinfalo y destruir
los abejorros. Eso sólo -e hizo el gesto de final de audiencia.
Hércules no sabía nada de aquellas aves, pero no dejó de
sentirse aprensivo. Si Euristeo lo mandaba atacarlas es que no
eran aves comunes. Y si no eran aves comunes, ¿qué serían?
Cuando volvió al campamento, Perucho salió a su en-
cuentro.
-¿ y ahora, Hércules?
[237 ]
MONTEIRO LoBATO
El héroe respondió:
-Tengo que volver a Arcadia para destruir las aves del
lago Estinfalo.
-¿ Qué aves son?
-No 10 sé ...
Hércules no sabía nada de esas aves, pero Minervino debía
saberlo. ¿Qué no sabía el misterioso mensajero? Perucho se fué
a consultarlo.
-Amigo, ¿qué sabe de las aves del lago Estinfalo? Euris-
teo acaba de ordenar a Hércules que vaya a destruirlas.
Minervino se puso pálido.
-¿Las aves del lago Estinfalo? i Ah, sí, ya sé. .. Son unas
aves monstruosas e invencibles. Tienen plumas de bronce, cor-
tantes como navajas. Desde lejos lanzan las plumas con una
puntería segura y ¡ay! del viajero que es tocado por ellas ...
En mi opinión, ese Trabajo es mucho más difícil y peligroso
que los anteriores.
-¿Por qué?
-Por causa del número de las aves, que son más de miL
Imagínate a todas ellas tirando contra el héroe sus plumas de
bronce al mismo tiempo. Basta que una le acierte ...
-Pero desde lejos Hércules puede matarlas con sus flechas.
Minervino sonrió.
-Hércules es uno y ellas son mil. Por cada flecha que les
lance el héroe, ellas le lanzarán mil plumas. ¿Cómo resistir? Creo
que el asunto es muy serio y voy a aconsejarle a Hércules que
no haga nada antes que yo discuta en el Olimpo este problema,
que es muy serio.
Perucho estaba seriamente preocupado. En verdad aquel
trabajo era diferente. Hasta entonces Hércules había tenido que
hacer frente a un enemigo único; ahora tenía que hacer frente
a mil al mismo tiempo. Todo cambiaba de aspecto. Y Perucho
recordó a las hormigas que, siendo tan pequeñitas, vencían por
el número.
Minervino propuso:
-Combinemos una cosa. Vosotros podéis ir ahora mismo
[238 ]
LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES:
[239 ]
Hércules deshizo a puntapiés la pared de las caballerizas.
VI
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MONTERlO LOBATO
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MONTEIRO LoBATO
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--
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MONTERIO LoBATO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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MONTEIRO LoBATO
,1 El Mlnotauro.
[250 ]
LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
es todo para él, como antes. Y ¿sabe por qué? Porque está
enamorado.
-¿Enamorado? repitió la pequeña muy admirada.
Era muy niña y todavía no sabía nada del amor. Emilia
se 10 tuvo que explicar todo.
- j Oh! Pues debes corresponder al amor del vizconde.
Cuando él guiñe tú guiñas también; y le explicó el "guiño" del
amor. Cuando él suspire, tú también debes suspirar. Y si él da
vuelta los ojos, tú debes dar vuelta los ojos.
-¿Y cuando me dé un ramito de flores? preguntó la pe-
queña.
-Besas las flores y te las pones en el vestido. También
puedes de cuando en cuando darle una flor ...
Los amores del vizconde se convirtieron en la diversión de
Emilia y Perucho durante las horas de espera en el "camping"
de Estinfalo. Hasta Hércules se dió cuenta del juego y le en-
tretuvo.
Hércules empezaba a sentirse seriamente preocupado. Tres
días habían pasado y Minervino sin aparecer. Le vino una idea
a la mente. Llamó al oficial de gabinete y le dijo:
-Tengo miedo de una cosa, Perucho: que Hera haya des-
cubierto la función de Minervino y 10 haya aprisionado. Acuér-
dese 10 pronto que se nos apareció en las ocasiones anteriores,
y ahora ha viene, justamente ahora, que nos había prometido
venir. Recelo que le haya pasado algo. Todo es posible en esta
lucha entre diosas.
El héroe estaba en 10 cierto. Las repetidas apariciones de
Minervino en el Olimpo hicieron que Hera sospechara algo. El
se aparecía por allí y se quedaba en los rincones cuchicheando
con Palas, la protectora de Hércules. Y tanto hizo Hera que llegó
a descubrir 10 que hacía aquel personaje: era ellleva-y-trae de
Palas, su mensajero secreto.
- j Hum! gruñó le vengativa diosa. Espera que te voy a
dar -y llamó a Hermes. Oyeme, Hermes. Palas anda traman-
do cosas en contra mía para favorecer a Hércules. Anda a los
cuchicheos con aquel mensajerito -y señaló a Minervino. Quie-
[251 ]
MONTERIO LoBATO
[25~ J
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El pobre mensajero rodó al abismo . . ,
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MONTEIRO LoBATO
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LAS DoCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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MONTERIO LoBATO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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MONTEIRO LoBATO
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Las aves están afligidas... N o comprenden 10 que pasa ...
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
EL REGRESO
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MONTEIRO LOBATO
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MONTEIRO LoBATO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
[265 ]
MONTEIRO LoBATO
El vizconde continuó:
-La locura de Hércules fué un artificio de Juno, la cual
10 enloqueció a propósito para que matase a su esposa e hijos
- y ya vimos como fué eso. A consecuencia de aquel horrible
desastres Hércules se condenó a sí mismo al exilio y cayó en
las garras de Euristeo.
Todo eso 10 contó el vizconde, bien acomodado sobre el
lomo de Medio-y-Medio, mientras proseguían rumbo a Mice-
nas. Hércules iba detrás, callado, meditando alguna idea. Emi-
lia 10 miró y dijo: "¿En qué estará pensando Lelé?"
-Apuesto que en la comida, respondió Perucho. Ya es
la hora.
Un poco más adelante, a la orilla de un riachuelo, se de-
tuvieron para cuidar de sus estómagos. Medio-y-IVledio saliS
al galope para "encontrar" los carneros de costumbre, y los chi-
cos se quedaron conversando con el héroe.
-¿En qué está pensando, Lelé? preguntó Ernl1ia.
Hércules hizo el gesto del que despierta de un sueño. Se
quedó con la mirada fija durante un instante. Después dijo:
[ 266 ]
No puedo comprender lo que es. Fuego ... llamas ...
[ 267 ]
MONTEIRO LoBATO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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MONTEIRO LOBATO
[ 270 ]
Hércules volvió a meditar, con la mirada perdida . ..
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1 El Mluotauro.
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
DIONISOS
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MONTEIRO LoBATO
[274 ]
y se puso también a saltar, bailar y cantar . ..
[ 275 ]
MONTEIRO LOBATO
[ 276 ]
LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
que tomaba parte en las fiestas del Carnaval aparecía con cara
de resaca y un sabor de mango de paraguas en la boca.
MinerVino entonces contó muchas cosas de las fiestas dio-
nisíacas y de las demás fiestas populares helénicas. En aquel
tiempo las palabras "Grecia" y "griego" no existían. Todo aque-
llo era entonces la "Hélade", y sus habitantes se llamaban
"helenos".
-¿Yeso por qué? quiso saber 'Emilia. Y fué el vizconde
quien lo explicó. A pesar de su "resaca", el marlito todavía
funcionaba bastante bien.
-Hubo por allí un jefe de tribu llamado Helen, hijo de
Deucalión y de Pirra, el cual se hizo rey de la Focia. Los súb-
ditos de Helen se llamaron helenos y todas estas tierras de
Grecia fueron pronto conocidas como Hélade o país de los
helenos.
-Pero, ¿de dónde llegaron esos helenos? quiso saber
Perucho.
-Dice la historia que procedían del Cáucaso, donde la
raza es blanca y muy bonita. Emigraron de allí para acá en el
tiempo de los pelasgos, que eran una cosa así como los indios
·de aquí, o habitantes primitivos. Como fuesen muy valientes e
inteligentes, los helenos de Helen sometieron a los pelasgos y
los sustituyeron.
-Lo mismo que allá en nuestra América los europeos
sustituyeron a los indios, cuchicheó Emilia al oído de Hércules
al que le estaba enseñando muchas cosas de la historia ame~
ricana en general: Bolívar. Wáshington, San Martín.
El vizconde continuó:
-Fueron los romanos quienes más tarde descubrieron ese
nombre de Grecia. Era su manía cambiar el nombre de las co-
sas, y muchas veces lo cambiaban para peor, pues Hélade me
parece mucho más bonito que Grecia. Mucho más noble, mu-
cho más no sé qué ...
. Esta conversación fué interrumpida por un incidente ver~
daderamente maravilloso. Al llegar a cierto punto, se encon...
traron con un enonnísimo gigante que gemía bajo un peso
[277 ]
MONTEIRO LOBATO
[278 ]
LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
de él? ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ... Quién es tonto pide a Zeus que 10
mate y a Caronte que se 10 lleve.
Emilia vió las cosas mal paradas. Si aquel estafermo no
volvía a su puesto, Hércules dejaría caer su carga -y con ella
caía sobre la tierra toda la inmensidad de los cielos, con todas
las estrellas y planetas ¿y qué pasaría? Ni una patita de pulga
se escaparía al más completo aplastamiento. Fué 10 que ella
le explicó a Atlas.
-¿Qué pasará si tú no contienes el cielo? Lelé no podrá
más y 10 soltará, el cielo se vendrá abajo y el primero que será
aplastado serás tú, que eres el más grandote. La luna golpeará
en tu cabeza antes de llegar a las nuestras.
y señalando a Hércules que ya daba señales de estar
exhausto:
-¿No ve que ya las fuerzas están llegando a su fin? Unos
segundos más y pronto Lelé se entrega. .. Ayúdele un poquito
mientras él toma aliento.
Atlas, en su inmensa estupidez de gigante, resolvió "soste-
ner el cielo un poquito mientras el héroe tomaba aliento", y
volvió a colocarlo sobre sus hombros.
¡Qué alivio! Al verse libre de tamaño peso el héroe cayó
sentado, sin habla, pálido como la muerte. Emilia le abanicó el
rostro, le dió a beber agua. Hércules fué volviendo en sí. Se
sopló 10 mismo que el vizconde. La sangre le volvió al rostro.
Por fin habló.
-¡Caramba! ¡Qué peso! ... Estoy como reventado por
dentro. Unos segundos más y soltaba la carga ...
Pasaron tres minutos. Pensando que Hércules debía estar
suficientemente descansado, Atlas 10 llamó:
-Venga, amigo. .. Basta de respiro ...
Emilia se llevó las manecitas a la cintura y le dijo:
-¡Pedazo de bobo! ... El que se va a quedar ahí toda la
vida eres tú, porque fuiste tú y no Lelé quien se sublevó contra
los dioses.
Al oírla, Atlas tuvo un acceso de furia y aún con el cielo
sobre los hombros extendió una mano para agarrar a Emilia
[279 ]
MONTEIRO LOBATO
EURISTEO . SE ENFURECE
[ 281 ]
VII
EL TORO DE CRETA
CLIMENE
((¡Idolatrada criatura!
Tomo la pluma para trazar estas líneas con el corazón
despedazado. Tu imagen no sale de mi imaginación. Te
veo en todo, Climenita. Miro a los ojos de Hércules y lo
que veo son tus ojos, Climenita. Miro a la floresta y veo
tus cabellos, Climenita. Mi vida se transformó en una
tristeza. Nada me hace gracia. Ni siquiera Emilia . ..
[ 285 ]
MONTEIRO LOBATO
[286 ]
¿A quién le está escribiendo vizconde? ..
[287 ]
MONTEIRO LOBATO
[288 ]
El marlo estaba enamorado.
--- -
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MONTEIRO LOBATO
Hércules no comprendía.
-¿Cómo?
Emilia explicó.
-El pir1impimpín actúa por la nariz. La gente aspira el
polvo ¡y listo! El vizconde tuvo la idea de refregar un poquito
de pirlimpimpin en la nariz de la carta. Si produce efecto, si
la carta hace ¡fiun!, desaparece en el espacio y llega justo a su
destino, entonces... entonces... entonces ... , y Emilia no-
pudo terminar de tan conmovida que estaba.
-Entonces, ¿qué? preguntó Hércules con toda su tontería
de héroe nacional.
Emilia lo miró con aire compungido.
-¡Qué craso eres, Lelé!. .. Pues ¿no te das cuenta que si
eso sucede, se ha descubierto un medio maravilloso para trans-
portar las cosas? Si la carta va derechita a manos de Climene
y si la respuesta de Climene también nos llega justita. .. y
Emilia no pudo seguir. Se echó a llorar. Llanto de emoción.
Llanto de Madame Curie cuando vió brillar en la oscuridad la
primera partícula de radium.
Hércules seguía con aire pasmado. Emilia se enfadó.
-¿Pero no ves, hombre de Dios, que si el pir1impimpín
lleva una carta puede llevar todo lo demás, hasta un elefante?
afirmó.
Hércules abrió los ojos. Comenzaba a comprender. Des-
pués aplicó el hecho a sí mismo, y dijo:
-¿ Quiere decir que podremos traer el toro de Creta con
una buena dosis de polvo? ..
- j Claro! Podemos traer el toro, podemos traer la isla de
Creta enterita, con el laberinto y todo. i Y esto será la mayor de
las revoluciones de todos los tiempos, Lelé! ... Sólo lamento
una cosa: que la idea sea del vizconde y no mía. Soy yo quién
merecía haber tenido esa idea ...
Perucho se aproximó y al saber de qué se trataba se entu-
siasmó también.
- j Dios mío! exclamó. Si la cosa sale bien, el mundo será
nuestro, Emilia. No habrá nada que no podamos hacer.
[ 290 ]
LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
[ 291 ]
MONTEIRO LOBATO
Amiguito vizconde:
¡SU carta llegó! ¡Qué contenta me puso!. .. Cloe me
la leyó. Lamento mucho sus aflicciones. Cloe dice que eso
de la ((hidrofobia" está bien. Aquí sin novedad. Las aves
del lago no volvieron. El tema de todas las conversaciones
es la misma: las aves con plumas de bronce. Cloe me va
a ayudar a hacer lo que dice usted: refregarle el polvo a
esta respuesta en la nariz. N o le he contado a nadie esto
más que a Cloe -por miedo que me tomen por hechicera.
Adiós. Muchos recuerdos al señor Perucho y al seiior Hér-
cules. Siento añoranzas de los galopes sobre el lomo de
Medio-y-Medio. Agradecida.
Climene.
[ 292 ]
El primero en. despertarse en Creta fué Perucho . ..
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MONTEIRO LOBATO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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11111\/ ij
I
-
El monstruo se aproximaba . ..
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MONTEIRO LOBATO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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MONTEIRO LOBATO
-¡Ahora! ...
Hércules tiró el lazo pero erró. .. La lazada resbaló sobre
los cuernos del toro y se aferró a un tronco que había allí. So-
brevino el pánico. Toda aquella gente se desbandó. Unos se
subían al árbol de Emilia. Otros desaparecían al galope. Hér-
cules soltó el lazo y agarró la clava. Iba a ofrecer al toro lucha
frente a frente. Iba a hacer una tontería y estropearlo todo. Pe-
rucho intervino a tiempo.
-No, Hércules. Nada de clava. Yo enlazaré a ese animal
-y con la velocidad del rayo preparó el lazo y lo hizo voltear
en el aire.
Furioso como venía, el toro pasó sin alcanzar al héroe, el
que se desvió ágilmente, como hacen los toreros en la plaza.
El toro, más furioso aún, dió media vuelta y volvió a embestir,
pero esta vez el lazo lo cogió por los cuernos. Estaba seguro.
Perucho le tiró la punta del lazo a Hércules y voló hacia la
cima del árbol de Emilia. Hércules dió una vuelta al tronco e
hizo como Perucho le había dicho. Se desviaba de las cornadas
del toro y tiraba del lazo, de manera que el toro fuera quedando
cada vez más cerca del tronco y con menos movimientos. Y así,
acorta que acorta, poco después el toro se vió con la frente pe-
gada al tronco, es decir, con el tronco colocado entre sus
cuernos.
- j Hurra! . " ¡Hurra! . .. gritó Emilia. ¡Viva Perucho !...
i Viva Hércules! ...
El toro resoplaba, babeaba, mugía, hacía los más tremen-
dos esfuerzos para salir de allí, pero inútilmente. El lazo de
cuatro tientos que trenzó Perucho era de esos que ningún toro
rompe y aguantaba firme. Finalmente el toro, agotado por el
esfuerzo, se quedó quieto.
-¡Ya ni muge! berreó Emilia. ¡Hurra!... ¡Hurra! ...
¡Hurra! ...
Los cretenses, que habían huído, comenzaron a volver, y
poco a poco junto al árbol se formó una multitud. Unos que-
rían linchar al toro. Otros le decían los peores insultos. Hércu-
les intervino.
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
SIGUIENDO EL RASTRO
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MONTEIRO LoBATO
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-- -
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MONTEIRO LOBATO
cules contó que había venido a la isla a causa del famoso toro
furioso, y Teseo contó que estaba allí para dar cabo del Mino-
tauro.
-¿El Minotauro? exclamó Perucho con espanto. ¿Así
que ese monstruo vive todavía?
-Sí, respondió el héroe de Atica, y estoy aquí para librar
a la isla de tan horrendo monstruo. N o tiene cuenta el número
de víctimas que ha hecho. El rey Minos ha tenido a bien en~
cargarme de esa misión. Pero, ¿quién es este chico, Heracles?
preguntó.
Hércules hizo las presentaciones y relató la maravillosa
acción de su "oficial de gabinete" en la captura del toro de
Creta, el cual, inesperadamente, y gracias al ratoncito de Hera,
había conseguido librarse y huir. Después presentó a Emilia
de Rabicó, su "dadora de ideas" y al vizconde de la Mazorca,
su "escudero".
A Teseo le hizo gracia.
-¿ y aquel centaurito que viene allí, con dos carneros al
hombro?
Hércules le contó toda la historia de la captura del joven
centauro y de los maravillosos progresos que iba haciendo.
Teseo estaba sencillamente atontado ante tantas noveda-
des y abrió la boca alelado al conocer las aventuras de los chi-
cos con el Minotauro. (l)
-¿Así que vosotros visteis al Minotauro? ¿Lograron en-
trar y salir del laberinto?
-Sí, respondió Emilia, y relató toda la historia; contó el
truco de los carreteles de hilo que había usado, es decir, que fué
desenvolviendo a medida que entraba, de manera de poder
guiarse en la salida.
Teseo no sabía nada de carretes, y Emilia corrió a su ca-
nasta y trajo uno.
-Es esto. Hilo número 50, marca J. P. Coats. Muy bueno
.para poner botones. Mide 200 yardas, es decir, 183 metros de
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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MONTEIRO LOBATO
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DEDALO
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MONTEIRO LOBATO
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•••
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MONTERIO LoBATO
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MONTEIRO LoBATO
EL HEROE-NIÑO
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MONTEIRO LOBATO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
los cuernos del toro en el lazo, si los cuernos del toro estaban
pegados a los flancos del Hércules? Emilia gritó:
-¡ Enlázalo por el pie! ...
Era una sugestión tonta. La lazada por el pie escapa al
primer estirón del toro. Perucho 10 iba a aprisionar por el pes-
cuezo. Eso estaba contra todas las reglas de los rodeos, pero
era la única solución para aquel momento -y, deshaciendo el
lazo, lanzó la argolla por encima del cogote del toro. Ahora
faltaba alcanzar la argolla caída del otro lado y volver a hacer
la lazada. Pero, ¿cómo alcanzar la argolla caída del otro lado?
Si hubiera por allí un palo para pescarla ...
-¡Manda aquí al vizconde! gritó Perucho. Y Emilia em-
pujó hacia él al marlo. Como era pequeño, podía, pasando por
debajo del pescuezo del toro, tomar la argolla y traerla del lado
de aquí. Perucho le ordenó que 10 hiciera. El vizconde tembla-
ba. El toro 10 podía aplastar de una patada. Tenía miedo. Emi-
lia se le aproximó y le dió un empujón. El vizconde cayó exac-
tamente sobre la argolla. Se llenó de valor. Agarró la argolla
y deslizándose por debajo -de la papada del animal fué a entre-
gársela a Perucho. Perucho pasó por ella la otra punta del lazo
y la cerró sobre el toro. Después tiró la otra extremidad a Me-
dio-y-Medio y le gritó:
-¡ Corre y estira el lazo! ...
Medio-y-Medio 10 hizo así. Tomó la punta del lazo y
salió corriendo. La lazada se iba cerrando. Se cerró por com-
pleto. El monstruo estaba aprisionado por el pescuezo.
-Da una vuelta de lazo a ese árbol, gritó Perucho. Y
Medio-y-Medio dió una vuelta al árbol indicado. "¡Ahora man-
ténlo firme!", ordenó Perucho. Medio-y-Medio lo mantuvo
firme.
-¡ Listo, Hércules! Puede soltar al toro.
Hércules soltó los cuernos y dió un gran salto al costado.
El toro, libre, mugió y embistió al héroe. Hércules volvió a sal-
tar de costado y así otras veces, mientras Medio-y-Medio iba
acortando el lazo. En seguida estaba el toro con el testuz
puesto contra el árbol, como la primera vez, pero el apretón
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MONTEIRO LoBATO
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El vizconde encontró una plantita de (( Pelicuria officinalis" . ..
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MONTEIRO LOBATO
en el mismo lugar.
-¿ y no murió ahogado?
-No. Iría a morir de unas fiebres que contrajo en Misso-
longhi, una ciudad griega que no existe todavía.
La historia de Hero y Leandro entristeció a los chicos y
conmovió al joven centauro.
-¿Y si Hércules tampoco aguanta y se muere como Lean-
dro? sugirió Emilia. Tengo miedo ...
* * *
Pero todo terminó bien. Al día siguiente, por la mañana,
fueron a colocarse sobre una gran piedra a esperar la llegada
del héroe. El mar tranquilo extendía ante ellos sus aguas azu-
les. Minutos después, Emilia que era la "gran veedora", gritó:
-Estoy viendo dos puntitos allá a lo lejos. .. Se dirigen
hacia aquí. .. Dos cabezas ... una de hombre y oh·.!. de toro ...
Son ellos, sí que lo son ...
Y eran ellos. Una hora después Hércules salía del mar
llevando al toro por un cuerno.
o
[324 ]
Hércules atravesó el mar a nado llevando al toro . ..
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VIII
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1 El Minotauro.
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EN DELFOS
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Poseído de cólera , avanzo' sobre el trípod e y lo arrancó.
[341 ]
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Los dos hermanos se enfrentaron, a cusan ose
[343 ]
MONTEIRO LOBATO
[345 ]
MONTEmo LOBATO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
HERCULES SE CALMA
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MONTEIRO LOBATO
había reconciliado con Apolo, pero aún así hervía por dentro T
como hierven las lavas de un volcán. Eso explica la enorme
vuelta que dió para llegar a Tracia. En lugar de seguir directa-
mente para allá, como era lo natural, resolvió pasar por el reino
de Libia.
-Necesito distraerme, dijo. El fuego de la cólera me que-
ma todavía por dentro. Quiero llegar hasta Libia.
Perucho se admiró. Libia estaba en el norte de Mrica
y era una tierra muy cálida. Ahora bien, si Hércules ardía
en fuego interior, ¿cómo pensaba en Libia? Mucho más lógico
que fuese a la tierra de los hiperbóreos, donde todo es hielo.
Pero Minervino lo explicó diciendo que el gran héroe era par-
tidario de la teoría médica de ((similia simílibus curantur", esto
es, para curar el fuego, más fuego; sólo eso podía explicar su
idea de ir a Libia.
Después contó Minervino que el rey de Libia era un
gigante de sesenta codos de altura: Anteo, hijo de Gea y de
Poseidón, el dios del mar. Y agregó que temía mucho una riña
entre Hércules y tal gigante.
-¿Qué es un codo? preguntó Emilia.
El vizconde respon(lió que el codo era una medida muy
antigua, equivalente a tres palmos. Sesenta codos equivalían
a 180 palmos, o sea aproximadamente 36 metros. La ex muñeca
se quedó pensando.
-¿Treinta y seis metros de altura? se sorprendió Emilia.
Pues entonces es un gigante de verdad.
-Sí. Solamente diez metros menos que la Estatua de la
Libertad en el puerto de Nueva York.
Minervino contó que las "cóleras concentradas" de Hércu-
les solamente se desahogaban con la realización de una proeza
tremenda, y que en aquella idea de un viaje a Libia había gato
encerrado; no era para distraerse, no ...
-Para mí, ¡es que quiere pegarse con el gigante Anteo!
Y tengo miedo de eso ...
-¿Por qué? preguntó Emilia. Crees entonces que Hércu-
les, que sostuvo el cielo sobre los hombros cuando Atlas fué a
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-¿Cómo, boba?
-No sé, sólo sé que a último momento sabrá hacerlo.
Tengo la más absoluta confianza en Lelé.
Pero, a pesar de la confianza de Emilia, Minervino, Pe-
rucho y el vizconde no veían de qué manera se iba a arreglar
el héroe encadenado. Y estaban en la mayor angustia.
Llegó en fin el día del sacrificio. Numerosos sacerdotes se
colocaron alrededor del altar de Zeus a la espera de la víctima.
¿Y quién era la víctima a ser sacrificada a Zeus? Pues justa-
mente uno de los más generosos y famosos hijos de Zeus ...
Minervino y los pequeños fueron a colocarse en un lugar
desde el que se pudiera ver todo. El vizconde y Emilia, enca-
ramados en los brazos del mensajero de Palas; Perucho, de pie
en un bloque de granito.
La multitud se apartó entre un gran griterío. Era Hércules
que llegaba, seguido por una legión de soldados. Busiris y sus
cortesanos ocupaban una plataforma levantada expresamente
para tal objeto.
Emilia vió a Hércules y, a despecho de su confianza en
el destino del héroe, sintió ganas de llorar. Allí estaba su grande
amigo encadenado de pies y manos y para mayor ironía cu-
bierto con guirnaldas de flores de loto, que es la principal flor
de Egipto. El sacerdote sacrificador, ya delante del altar, pro-
baba con el dedo el filo de su machete sagrado. "¡ Qué bien esta-
ría que se cortase un dedo!" pensó Emilia.
Hércules se detuvo delante del altar. No había cambiado
nada. Su confianza en sí mismo era solamente igualada por la
confianza de Emilia en su destino. El sacrificador subió a una
banqueta, pues se trataba de una víctima de excesiva estatura,
y levantó la cuchilla. Ya la iba a clavar en la garganta del
héroe ...
Pero lo que ocurrió hasta parece mentira. En cierto mo-
mento, Hércules contrajo sus músculos en un esfuerzo podero-
sísimo y las argollas de hierro que lo ligaban a las cadenas se
rompieron como si fueran de barro.. Se libertó y cogiendo las
cadenas las usó como si fueran una clava. En un instante barrió
[358 ]
, .......
,...
...
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.....
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[359 ]
MONTEIRO LOBATO
LAS YEGUAS
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MONTEIRO LOBATO
[362 ]
y agarrando a Diómedes} lo arrojó sobre los monstruos
hambrientos . ..
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MONTEIRO LOBATO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
[366 ]
. .
,. o el Vlzcon
adlslm, . .
de le exammo la garganta . ..
ImpreslOn [367 ]
MONTEIRO LOBATO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
LA MUDEZ DE EMILIA
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MONTEIRO LOBATO
[372 ]
. c:"Q ue, tristeza es esar
¿Qué pasa:l ' ....
[373 ]
MONTEIRO LOBATO
, [ 375 ]
MONTEIRO LoBATO
LA CALDERA DE MEDEA
[376 ]
LAS· DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
[377 ]
MONTEIRO LoBATO
[378 ]
LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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MONTEIRO LoBATO
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LAS DOCE HAzAÑAS DE HÉRCULES
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IX
EL CINTURON DE HIPOLITA
y DiómedesJué lanzado a las yeguas carnívoras.
LOS CHICOS DE MICENAS
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MONTEIRO LOBATO
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-,
-
------
m...-_
Hasta al vizconde lo transformo, en yacaré . ..
[387 ]
MONTEIRO LOBATO
[388 ]
¿Qué es aquello? berreó Emilia señalando hacia allí.
[389 ]
MONTEIRO LOBATO
EL CAMBIO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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MONTEIRO LOBATO
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Perucho pidió a Emilia que transformara en buena la pierna rota.
J 393]
MONTEIRO LOBATO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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MONTEIRO LOBATO
EL ASNO DE ORO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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MONTEIRO LOBATO
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y me t ransform'o en asn o en vez de lechuza ...
[399 ]
MONTEIRO LOBATO
r 400]
LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
RUMBO A TEMISCIRA
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El viaje por mar era pésimo para el héroe . ..
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MONTEIRO LOBATO
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Teníá que apoyarse en Medio-y-Medio para no caer . ..
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MONTEIRO LoBATO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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MONTEIRO LOBATO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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MONTEIRO LOBATO
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---====---,"- ----=-=---
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MONTEIRO LOBATO
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MONTEIRO LOBATO
TODO VA BIEN
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¡Si no la defendemos} Hipólita está perdida! . ..
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MONTEIRO LOBATO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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MONTEIRO LOBATO
taba que no, que no depondrían las armas, que lucharían hasta
el final y abordarían las naves.
-Es Hera la que habla,' observó Minervino. Conozco el
acento de su voz. .. -y Emilia corrió a cuchichear a Hércules
diciéndole que la que estaba estimulando a las otras era la
pes. . . era la buena diosa Hera. El héroe lo comprendió todo, y
habló nuevamente a las guerreras:
-Sé quién os amotinó en el momento en que todo lo
obteníamos de Hipólita pacíficamente, pero también sé que esa
intervención de nada valdrá. La gran Palas me protege y me
ha permitido capturar a vuestra gran reina. Si no deponéis las
armas, levantaré las anclas y me iré con Hipólita prisionera.
Si de verdad amáis a vuestra gran reina, dejad de oír la voz
del despecho y atended únicamente a lo que os digo.
Las amazonas se miraron de nuevo y comprendieron la
situación. O deponían las armas, o perdían a su reina. Y de
nada valieron los gritos histéricos de la falsa amazona que las
había amotinado. Bajaron las lanzas en señal de tregua.
Hércules le dijo entonces a Hipólita:
-Gran reina, ambos hemos sido perjudicados por la diosa
vengativa que me persigue. El feliz acuerdo que estábamos a
punto de alcanzar se deshizo en la desastrosa pelea en que
tantas guerreras han perdido la vida y me vi en la necesidad
de aprisionar en esta nave a aquélla a quien solamente quería
rendir homenaje. Pero te devolveré incontinenti la libertad, si,
cumpliendo el acuerdo hecho, me entregáis el zoster.
Hipólita no hizo objeción ninguna. Se desciñó el cinturón
y se lo dió a Hércules.
-Ahí lo tienes. Llévaselo a la princesa que tanto lo am-
biciona. Reina soy por la fuerza de la sangre y la devoción de
mis súbditas, y no por la fuerza de un objeto material.
Hércules tomó el cinturón y le besó la mano, diciendo:
-Soy el más humilde súbdito de la gran Hipólita, la rei-
na de las invencibles amazonas.
Emilia sonrió y le hizo una guiñada a Perucho: "¡Y que
no sabe hablar bien! Trata con las damas que ni Don Quijote".
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MONTEIRO LOBATO
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MONTEIRO LOBATO
EL NUEVO TRABAJO
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-¿ y ahora, gentecita?
-Ahora, dijo ella, no nos queda más que un remedio:
irnos. .. y yo seré la que vaya montada en Lucía.
Luego le pidió al héroe que retirase la piedra que cubría
sus tesoros. Tenía miedo de dejar allí su canastita.
Hércules levantó la piedra y Emilia sacó su canasta del
hoyo. La abrió y guardó dentro un recuerdo más: el mensaje
que Hércules y Peleo le habían enviado a Hipólita. Al ser apri-
SIOnada, la reina de las amazonas había dejado caer el perga-
mino de su cinturón y Emilia lo recogió.
N o era fácil llevar aquella canasta sobre el lomo de Lucio.
Perucho estudió el caso.
-Sólo con un contrapeso, dijo. Las cargas de los asnos
tienen que ser dobles, una de cada lado.
-Pues, arregla un contrapeso.
Perucho pensó unos momentos. Luego tuvo una idea.
-¡El vizconde! ... Con sus muletas, el vizconde mal pue-
de aguntarse en el lomo del centaurito. Hago una bolsa y lo
pongo como contrapeso de la canastita.
y así fué. Medio-y-Medio fué al bosque en busca de jun-
cos y Perucho tejió con mucha habilidad una bolsa donde el
marlito podía ir cómodamente reclinado.
-Van para acá, Lucio.
El asno se aproximó, suspirando. Perucho dispuso sobre
su lomo la bolsa con el vizconde dentro, contrapesando la ca-
nastita.
- j Optimo! . .. Hasta galopar puede Lucio con eso sobre
el lomo.
En seguida subió a Emilia y saltó sobre el lomo de Medio-
y-Medio.
-Bueno, Hércules, podemos partir.
El héroe se puso al frente del Asno de Oro y emprendie-
ron la marcha rumbo a la isla de Eritia. En ese momento se
oyó a lo lejos un tropel de caballos. Eran los soldados de Euris-
tea. Todo ocurrió exactamente como la ex muñeca había
previsto. Melampo le había contado a su padre que Emilia
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MONTEJRO LoBATO
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MONTEIRO LOBATO
Agatirso prosiguió:
-Además de su ferocidad, Gerión tiene la fama de ser la
criatura más fuerte que el mundo haya producido. Lucha en
el campo con los toros más bravíos como si fueran corderitos~
y hasta el dragón le tiene miedo. Y como goza de una salud
excelente, i hay de nosotros! Tenemos que soportarlo todavía
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OCEANO
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MONTEIRO LOBATO
EN LA ISLA DE GERION
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MONTEIRO LOBATO
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El héroe tenía que lanzarle siete flechas, una a cada cabeza . ..
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el antro del que salió el dragón. Entró.
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EL REBAÑO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
Icaro explicó:
-Había allí, en la oscuridad, muchos murciélagos y le-
chuzas. Me puse a juntar plumas de lechuza y alas secas de
murciélagos. Después descubrí en un rincón una colmena de
:&
[465 ]
MONTEIRO LOBATO
abejas. Me comí la miel e hice una gran bola con la cera. Fué
en ese momento que se me ocurrió la idea.
-¿Qué idea?
-La de volar. De hacer con las plumas de lechuza y las
alas de murciélago un gran par de alas que se ajustaran a mis
hombros. Después haría como las aves -agitar las alas y salir
volando ...
-Pero ¿si esa idea se le ocurrió cuando estaba haciendo
la bola de cera, para qué juntó las plumas de lechuza? quiso
saber Emilia, que era muy meticulosa. ¿No fué con la idea ya
del par de alas?
-No. Reuní aquellas plumas porque viendo tantas por
allí, se me ocurrió la idea de hacer un colchón. La idea de volar
llegó junto con la pelota de cera.
-Pero ¿qué tiene que ver la cera con las plumas? No com-
prendo ...
-Es que yo podía fabricar mi par de alas con las plumas
de lechuza y las alitas de los murciélagos unidas por la cera ...
- y lo hizo ...
-Sí, hice un excelente par de alas que me permitieron
escapar del laberinto y volar sobre el mar Egeo. Volé perfec-
tamente bien hasta cierto momento. Después tuve una idea
desastrosa: ir subiendo, subiendo, para ver más cerca el carro
de Apolo ...
-Nosotros vimos la subida y nos extrañó, observó el viz-
conde. Para aterrizar aquí no había necesidad de subir tanto
ni tan alto.
-Bien lo sabía yo, pero la curiosidad de ver desde cerca
el carro de Apolo me dominó. Fuí subiendo, subiendo, y a me-
dida que iba subiendo aumentaba el calor de los rayos del sol.
De pronto sentí que la cera que ligaba las plumas de lechuza
se estaba ablandando. Me precipité para bajar. Era tarde. Las
plumas se disgregaban, las alas se deshacían, y caí ...
-Tuvo mucha suerte de caer en el agua del mar. Si cae
en tierra, estaría como el sapo que fué a la fiesta del cielo. ¿Y
ahora?
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FAETONTE
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
saron los ojos en él. Venía con el mismo aire de siempre -apren-
sivo. Llegó. Se sentó y agarró uno de los carneros asados. Pe-
rucho lo interpeló:
-¿Y entonces? ¿Soltamos o no soltamos a los bueyes de
una vez?
El héroe se sonrió y dijo:
-Al saber que los bueyes eran mansos, Euristeo resolvió
guardarlos en sus corrales. Sólo manda que suelten a los
monstruos.
-¿Y el nuevo Trabajo? inquirió el chico.
Hércules suspiró.
-Tengo que ir al reino de las Hespérides en busca de los
pomos de oro ...
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XI
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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EL DIOS Y EL HEROE
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~I \
I
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MONTEIRO LOBATO
,
-Pues Lelé derrotó al peor de los dioses, justamente el de
la guerra. Lelé es el número de los números -y saltando del
lomo de Lucio fué cornendo a abrazar al héroe.
-¡Levántame, Lelé! dijo ella mirando hacia arriba, por-
que el crecido héroe era "allá arriba". Hércules la levantó en
sus brazos, sentándola allí como a una niñita, y Emilia le besó
la barbilla. No llegaba a sus mejillas lachiquitita.
-¡Sí, señor Lelé! Nunca imaginé cosa igual. ¡Vencer hasta
al dios de la guerra! Es fantástico ... Escucha: ¿quién era la
hermosa joven que apareció en el momento psicológico y des-
vió aquel golpe de Marte?
-Palas ...
-¿Palas? repitió Emilia ad~iradísima. Qué pena no ha-
berlo sabido ...
-¿Por qué?
-Para verla mejor. Cuando uno no sabe quién es una
persona no ve bien, bien, bien.
Apenas él la volvió a poner en el suelo, Emilia corrió a
contarle a Perucho toda la historia de la lucha a la que el bobo
asistió pero no vió -de nuedo.
-¿Miedo de qué, Perucho?
-No sé. Me pareció tan tremendo. aquéllo, que tuve miedo
que fuera el fin del mundo -y cerré los ojos como en las pe-
sadillas.
En las pesadillas, cuando estaba cayéndose a un abismo,
él cerraba los ojos y listo -se salvaba.
-Pues no sabes lo que perdistes, prosiguió Emilia. Vi
todo, todo. Vi cuando llegó Palas ...
-¿Qué? .. ¿Palas también tomó parte en la pelea?
-Ella nunca abandona a nuestro gran amigo. Y llegó en
el instante justo, cuando la espada de Marte iba a alcanzar a
Lelé. Palas, entonces, con el dedo, desvió el golpe. Y cuando
Marte cayó, ya herido en la muñeca y con una clavada en la
cabeza, aparecieron los dos pavotes del carro. Vi cuando aga-
rraron a Marte en los brazos y se fueron a un galope loco.
Muy bien. Terminada la batalla, es deber del vencedor
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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MONTEIRO LoBATO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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Hércules se bañó "hercúleamenie" . ..
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MONTEIRO LOBATO
EN EL PALACIO DE NEREO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
[493 ]
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[495 ]
MONTEIRO LOBATO
EN EL JARDIN
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Gracias a los oasis los beduínos pueden atravesar el desierto . ..
[497 ]
MONTEIRO LoBATO
[499 ]
MONTEIRO LOBATO
[ 500]
LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
..........
~I ~ • , ••
[501 ]
MONTEIRO LoBATO
Pasaron dos horas, y nada. Por fin Perucho tomó una re-
solución: mandar a Lucio a ver lo qué había.
El pobre Asno de Oro tembló. Los pelos se le pusieron de
punta; pero Emilia le explicó que si iba muy cautelosamente
y espiaba desde lejos, desde dentro de las ramas, podía ver sin
ser visto y verificar si el dragón había bebido el agua con el opio.
-¿Cómo puedo saber éso? murmuró el pobre asno, tem-
blando todavía.
-Si el dragón está despiert0, es que no bebió. Si está dor-
mido, es que bebió. Tan simple ...
y Lucio no tuvo más remediu que ir, pero fué con un mal
pensamiento en la cabeza: "¿Así que ellos no tienen pena de
mí? Pues entonces me desligo de la palabra dada -y si en el
jardín hay rosas, masticaré las que pueda", y con ese plan allá
se fué cautelosamente rumbo al jardín. Todos quedaron espe-
rando con la mayor ansiedad.
[503 ]
MONTEIRO LoBATO
y dijo: "Voy con Perucho. Los otros que esperen aquí" y se fué
con su oficial. Entraron en el jardín con la pericia con que loSe
indios entran en el bosque, sin hacer el menor ruido. Fueron
atravesando por entre plantas, en su mayoría desconocidas para
los dos. De pronto, una claridad allá adelante. i Era el palacio-
de las Hespérides! Perucho tembló de entusiasmo.
-¡Qué maravilla! exclamó en voz baja. Parece cosa de·
sueño ...
y delante del palacio vieron un árbol con frutas amarillas
-evidentemente los pomos de oro. Y guardando el árbol estaba.
el dragón de cien cabezas .-pero durmiendo, el pobre, con toda.
aquella cabecería apoyada en el suelo. Perucho se llenó de va-
lor y dijo:
-Déme su clava, Hércules. Yo mismo voy a aplastar por
10 menos la mitad de aquellas cabezas.
El héroe se echó a reír. Perucho ni podía levantar la tre-
menda clava. Debía pesar unas cuatro arrobas. Pero viendo allf
en el suelo un pedazo de palo bastante grande, lo agarró.
-Con esto me arreglaré. El tacape de los indios de mi
país es un palo más o menos así -y allá se fué de tacape en.
puño rumbo al dragón adormecido. Caminaba cautelosamente~
pie ante pie, con el tacape levantado. E iba a descargar el pri-
mer golpe sobre una de las cabezas, cuando dió con el viz-
conde. Exacto como Lucio dijera: estaba prisionero bajo una
de las patas del monstruo. Perucho se paró, siempre con el ta-
cape levantado. "¿Está vivo, vizconde?" preguntó. "Sí", res-
pondió una vacecita comprimida, de marlo aplastado por pata.
de dragón. "¿Y aguantará hasta que matemos a este bicho?'"
preguntó todavía el chico. "Sí", respondió de nuevo el aplastado.
Perucho se tranquilizó y levantando el tacape lo más que-
pudo, lo dejó caer con toda su fuerza sobre la cabezorra nú-
mero uno del dragón. ¡Qué dura! Fué lo mismo que darle un
palo a una piedra. Perucho levantó nuevamente el tacape y
dejó caer un segundo golpe con más fuerza todavía -y se
quedó allí iparn, parn, parn!, como un martillo sobre un clavo~
Hércules, allí cerca, se reía. Perucho ya estaba sudando y sin..
[504 ]
LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES.
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MONTEIRO LoBA10
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LA VUELTA
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-
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, -{~"",. "
..... '.,
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Un gran temporal sacó al navío de su ruta . ..
[513 ]
MONTEIRO LoBATO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
[515 ]
•
MONTEIRO LOBATO
PROMETED
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LAS DOCE HAzAÑAS DE HÉRCULES
lIiiI.::!
Un hombre con las manos atadas a la espalda . ..
[ 517 ]
MONTEIRO .LOBATO
-Sí ...
-¿ No notó si Zeus está con cara así de quien comió y no
le gustó?
-Zeus debe estar soñando con Europa, Leda o cualquiera
de sus antiguas novias, porque todavía no se despertó esta ma-
ñana. Ciertos sueños hacen que se despierte tarde.
Perucho respiró. Zeus no había oído las ofensas de la mar-
quesa de Rabicó ...
Minervino les contó que Palas estaba radiante con el éxito
de la aventura de las Hespérides y ahora quería guiarlos por
aquellas montañas.
-¿Ella sabe ya que Lelé va a libertar a Prometeo? pre-
guntó Emilia.
-Sí, lo sabe.
-¿Cómo, si esa idea nació ahorita mismo en su cabeza?
-Los dioses adivinan los pensamientos de los mortales.
Palas leyó ese pensamiento en la cabeza de Hércules y me
mandó a que 10 acompañara.
Emilia le dijo que había visto a Palas en el momento en
que bajó para separar a Hércules y Marte, que iban a luchar.
-Sí, Palas bajó, confirmó Minervino. Yo la acompañaba.
-¿Y Marte? ¿Cómo está de la herida en su muñeca? quiso
saber Perucho. Qué cosa rara. Un héroe derrotando a un dios,
y qué dios, justamente el de la guerra ...
-Nada es imposible para el hombre que tiene a Palas de
parte suya. Mi diosa es la gran diosa. El que goza de su protec-
ción nada tiene que temer, ni aún de Zeus. Palas hace 10 que
quiere de Zeus.
Fueron andando en dirección al Cáucaso. Los primeros
contrafuertes de la gran montaña ya estaban cerca. Empezó la
subida. Mientras la marcha era en la planicie, Lucio no protestó
demasiado. Se limitaba a lanzar un suspiro de cuando en cuan-
do. Pero a la voz de "subir la cuesta" protestó.
-No aguanto más, dijo. Emilia, el vizconde de la Mazor-
ca, la canasta llena de naranjas y no sé cuántos regalos, todo
encima de mi lomo y todavía cuesta arriba, i ah, no!. .. Tengan
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
[ 519]
MONTEIRO LOBATO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
EL BUITRE
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MONTEIRO LoBATO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
[523 ]
MONTEIRO LOBATO
Perucho preguntó:
-¿Y ahora, Hércules? ¿Cuál va a ser su nuevo Trabajo?
-No 10 sé aún, respondió el héroe. Eumolpo me dijo que
mandaría un mensajero con la comunicación.
Minutos después llegaba el mensajero.
-El señor ministro manda decir que Euristeo hubo por
bien ordenar a Hércules que baje a los infiernos y le traiga vivo
al perro Cerbero.
El héroe se estremeció. j Cerbero! . .. El monstruoso mastín
de tres cabezas y cola de dragón que guardaba la puerta del
infierno para que no entrara allí ningún ser vivo ...
Perucho miró al vizconde y el vizconde miró a Emilia. El
caso era muy serio. Hasta ese momento habían tenido aventu-
ras en este mundo nuestro y común de la superficie del globo.
Ahora se iban a aventurar en el Tártaro, en los abismos subte-
rráneos donde están los infiernos. ¡Y qué hazaña para Hércu-
les: traer vivo al más monstruoso y terrible mastín que hubo
jamás en el mundo! ...
La cabecita de Emilia comenzó a trabajar en la elaboración
de un plan.
[524 ]
XI I
HERCULES y CERBERO
EL PERRO INFERNAL
[528 ]
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[529 ]
MONTEIRO LOBAI"O
e
dioses. Los amigos de los dioses quedan en las zonas más agra-
dables, en las que en vez de obscuridad reina la penumbra. Son
los Campos Elíseos.
- y ¿ cómo es la corte de ese dios Hades?
-A la entrada está el terrible Cerbero, de tres cabczas~
hijo del titán Tifón y de la ninfa Equidana, "ninfa inmortal
y perpetuamente libre de envejecimiento". Cerbero deja entrar
a las sombras, pero no permite que salga ninguna. Después
están los tres jueces que juzgan a los muertos y los mandan
para ésta o aquella zona: Radamanto, Minos y Eaco ...
Un estremecimiento pasó por el cuerpecito de E~ni1ia
-brrr. .. Se· vió allí, ante los tres severísimos jueces inL~rpe
lada por ellos con respecto a los insultos que anduvo lanzando
contra Zeus y Hera. .. Minervino. continuó:
-Después de Hades y su esposa Perséfone vienen las dl'd-
nidades infernales menores. En primer lugar las Queres y las
Moras, que son genios de la muerte y la venganza; perSiguen
a todos los culpables, sean hombres o dioses, y no descunsan
hasta que los castigan. Las Queres son negras, de dientes blan-
quísimos, y con ojos feroces, sanguinolentos, implacables. Se
lanzan sobre los que caen en las guerras, arrancándoles la~
almas y yéndose con ellas al reino de Hades.
-Entonces, ¿ andan por la tierra?
-Sí. Pero invisibles para los vivos. Son ·las que matan
a los hombres. Andan por la tierra matando gente paraarran-
carIe el alma.
-Bueno, entonces eso es lo que en el mundo moderno lla-
mamos Parca, observó Perucho. Aquí son perras de caza, ca-
zadoras de almas ...
-¿y qué más hay allí? quiso saber Emilia.
-Están las Harpías, continuó Minervino. Son aves con c~-
beza de mujer, alas y garras. También andan por el mundo
cazando gente para abastecer de sombras el reino de Hades.
y las Erinias o Euménidas que, de la misma manera que las
Harpías, son demonios de alas y cabeza de serpiente. Tam-
bién cazan almas. Vuelan a veces con una tea en el puño y otras
[530 ]
LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
[ 531 ]
MONTEIR0 LOBATO
EN EL INFIERNO
[ 532 ]
Después de la laguna se elevaba el palacio de Hades...
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MONTEIRO LoBATO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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MONTEIRO LoBATO
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Sombras de difuntos sufrían los horrores de la sed ...
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MONTEIRO LOBATO
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MONTEIRO LoBATO
[540 ]
LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
cuerpo más muerto que vivo -y para allí salió Hércules con
él a cuestas.
Cuando Hades vió al héroe pasar frente a la puerta de su
palacio arrastrando a Cerbero tras él, casi murió de rabia. Iba
a lanzar contra él a las furias, pero Perséfone lo detuvo.
-La palabra de un dios no vuelve atrás, dijo la majes~
tuosa diosa. Fuí testigo de que lo autorizaste a capturar a
Cerbero si lo atacaba sin armas, y Herades no ha usado nin-
gún arma.
Hades se recuperó y regresó a su trono, remordiéndose de
odio y de impotencia. Estaba preso a' su propia palabra.
Cuando Caronte vió reaparecer al héroe con el perro a
rastras, seguido de nuestros garrapatas, sufrió un colapso. Cayó
sin sentido al fondo de su barca. Minervino tomó el remo e
hizo la travesía. Minutos después estaban todos en la superfi-
cie de la tierra, donde se juntaron a sus compañeros.
Perucho abrió los ojos con el mayor asombro. Después se
quedó bizco. El, un pequeño héroe de tanto futuro, había ma-
logrado su carrera. Un momento de miedo le había hecho per-
manecer en la superficie de la tierra, mientras Emilia y el viz-
conde se atrevían a penetrar en la mansión de Hades ...
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MONTEIRO LOBATO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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LAS DOCE HAzAÑAS DE HÉRCULES
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LAS DOCE HAzAÑAS DE HÉRCULES
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¿Y si el chico apareciera sin una oreJoa o la narIz!'
o ...
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MONTEIRO LoBATO
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MONTEIRO LoBATO
DESASNAMIENTO DE LUCIO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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LAS DoCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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Un jinete venía a todo galope . ..
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MONTEIRO LoBATO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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MONTEIRO LoBATO
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
DESPEDIDAS
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MONTElRO LOBATO
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MONTEIRO LOBA10
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LAS DOCE HAZAÑAS DE HÉRCULES
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MONTEIRO LoBATO
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INDICE
Pág.
El León de Nemea . . 5
La Hidra de Lema. . 47
La Corza de los pies de bronce 97
El Jabalí de Erimanto .. .. .. 147
Las Caballerizas de Auglas .. .. .. .. .. .. .. 195
Las Aves del lago Estinialo .. .. .. .. .. .. .. 241
El Toro de Creta.. .. .. .. 283
Los Caballos de Diómedes . . 333
El Cinturón de Hipólita .. .. .. .. 383
Los Bueyes de Gerión .. .. .. .. .. .. .. 431
El Pomo de las Hespérides , 479
Hércules y Cerbero .. .. .. .. .. .. .. .. 525
ESTE
LIBRO SE
TERMINó DE
IMPRIMIR EL DIEZ
DE NOVIEMBRE DE MIL
NOVECIENTOS CUARENTA Y
SEIS EN LOS TALLERES
"E L G R A F 1 C O IMPRESORES",
SAN LUIS No. 3149, BUENOS AIRES.