Sus manos recorrían mi cuerpo ávidos de locura y pasión, las mías a su pelo
muertas de deseo. Cada vez quedába menos ropa y el calor aumentába.
¿No se supone qué contra menos ropa más frío? Este era un caso especial,supongo.
Sus besos aveces eran dulces y aveces picantes, pero sus caricias siempre eran igual de tiernas.
Me bajé de mis tacones quedando un poco más abajo que él y besé su
pecho sintiendo su corazón bajo mis labios,latía tan fuerte que parecía que iva a explotar, de amor.
Me cojio a horcajadas y me tumbó en la cama. Las sabanas se removían
bajo nosotros pero no hacíamos nada. ¿O quizás haciámos mucho? Nuestras respiraciones se entremezclaban agitadas,deseosas de gritar y me tapé el puño con la boca para impedir esto.
Y de repente mi grito se ahoga en mi garganta porque no estoy en el mismo
lugar, estoy en mi cama, en mi cuarto. Hay cientos de kilómetros hasta la otra cama:la cama de mis sueños, de él. Estoy muy lejos de él..