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NUESTRA NATURALEZA ESPIRITUAL

Existe una condición esencial en nuestra humanidad, y esta


cualidad es nuestra naturaleza espiritual. En nuestra educación
occidental lo material fue ocupando cada vez más espacio y lo
espiritual cambio su nombre a religiosidad. Este nuevo
fenómeno fue deteriorando nuestra autoestima, olvidándonos
de nosotros mismos y poniendo más énfasis en la adoración
externa, y al fenómeno invisible del Dios todopoderoso.

Ignorando nuestra fuerza y belleza interior, sucumbimos al ego, a


la vanidad y al desamor en nosotros mismos y nuestro prójimo.
Caímos en el abismo de ¿quién soy?, ¿quién eres? Y nos
deslizamos en la consideración interna y a depender de factores
externos de juicio, para entonces creer en nosotros mismos. Se
nos apagó nuestra luz, nuestra chispa divina de amor y
compasión.

La religiosidad, con sus normas, sus estrictos complimientos, sus


castigos, su culpa, su negatividad intrínseca, nos dio un nuevo
cuerpo y una personalidad subjetiva y desprovista de
consciencia, comprensión y convicción espiritual.

Tan oscuro fue el abismo de nuestra ignorancia, que el dolor nos


cubrió hasta el alma. Y cuando la luz del sol nos segaba nuestros
ojos, por temor a mirarlo fijamente, sus rayos traspasaron
nuestra esfera y fuimos despiertos en la verdad de nuestro
corazón.
Desde entonces la luz no ha cesado de llover, y ahora nuestra
verdadera esencia e identidad esta en nuestra pureza espiritual.

Somos la fuerza viva del universo, el núcleo eterno e infinito, el oasis


supremo de la justicia, la verdad y el amor. La esencia de Dios, la
esencia de la belleza, del sol, la luna, las estrellas, las galaxias, y del
aliento que late en el vacío y la materia.

De ahí que conocer a Dios, verdaderamente, es al mismo tiempo


conocernos por completo a nosotros mismos.

Estamos creando un nuevo holograma interno y externo, en armonía


con nosotros mismos. Nuestro yo espiritual, es una conciencia
colectiva, unida a todo cuanto existe. Todos vamos a ser partícipes y
creadores de la realidad íntima con nosotros mismos. Es necesario
que aprendamos a desapegarnos de nuestra identidad humana
adquirida. Abandonar nuestra neurosis, esa necesidad de controlar
las cosas y los demás. Dejarnos llevar por nuestra propia fuerza
interior, e ir descubriendo como nos transformamos en una nueva
esencia, mejorada de nosotros mismos. Puede ser que algunos
prefieran ignorar los eventos que nos sucedan, mas no podremos
ignorar los propios. Nos contemplaremos de la misma forma que
contemplamos a los demás, sin exclusión, sin prejuicios. Somos libres
de ser, de crear, de armonizar interna y externamente. Ahora la luz
se expande, el sol se hace mayor y nuestra conciencia se renueva
infinitamente. Aquí y ahora estamos siendo transformados por
nuestra naturaleza espiritual. Y nuestro aliento penetra el cosmos.

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