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CONFERENCIAS / Dermatología

Dermatitis felinas de cara (y cuello): Aproximación al diagnóstico


Alessandra Fondati

La dermatitis facial (y de cuello) es un problema relativamente frecuente en dermatología felina y se suele acompañar
de prurito. De hecho, hay que tener en cuenta que los gatos suelen tener picores incluso padeciendo enfermedades de
la piel que habitualmente no se consideran como pruriginosas, como el pénfigo foliáceo.

Diagnósticos diferenciales
Las enfermedades que suelen causar dermatitis facial (y de cuello) en gatos son las enfermedades alérgicas (dermatitis
atópica, hipersensibilidad por picadura de parásitos artrópodos), las reacciones adversas a alimentos, y los problemas
con parásitos (sarna notoédrica y otodéctica) y por hongos (dermatofitosis). Dentro de este grupo, las dermatitis
alérgicas y las reacciones adversas a alimentos tienden a ser sumamente pruriginosas.

Otras causas generalmente menos reconocidas de dermatitis facial (y de cuello) incluyen a otras enfermedades
parasitarias (demodicosis, cheiletielosis, trombiculosis), reacciones por artrópodos no parásitos (mosquito),
enfermedades de la piel inmunomediadas/ autoinmunes (reacciones adversas a medicamentos, pénfigo foliáceo),
problemas víricos (dermatitis por herpesvirus felino tipo 1, placas inducidas por Papilomavirus, dermatosis asociadas a
FeLV), enfermedades preneoplásicas -neoplásicas (queratosis actínica, carcinoma bowenoide in situ) y enfermedades de
origen indefinido (dermatitis ulcerativa idiopática del cuello, dermatitis facial idiopática de gatos Persas / Himalayos,
acné).

Los problemas infecciosos y neoplásicos nodulares no han sido incluidos en la lista anterior de diagnósticos diferenciales
porque tienen una presentación clínica distinta que no suele parecerse a una “dermatitis”.

Signos clínicos
Aunque los signos clínicos no suelen indicar la enfermedad subyacente en gatos, el tipo y la distribución de las lesiones,
especialmente en el caso de la dermatitis alérgica y/o reacción adversa a alimentos, pueden proporcionar pistas útiles
para el diagnóstico junto con los datos y la historia del paciente, incluyendo:

● Lesiones autoinducidas (excoriaciones y úlceras, cubiertas de manera variable por costras) con no pocas lesiones
primarias (pápulas) en regiones periauriculares (con o sin implicación del cuello)
● Dermatitis alérgica, sobre todo dermatitis atópica y reacción adversa a alimentos
● Pápulas y costras (dermatitis miliar) alrededor del cuello.
● Hipersensibilidad a la picadura de pulgas
● Pápulas en el dorso de la nariz / pabellón auricular
● Reacciones por artrópodos no parásitos (mosquito)
● Otitis externa (con o sin implicación facial)
● Con pápulas-costras amarillas en el pabellón auricular interno
● Pénfigo foliáceo
● Con lesiones autoinducidas en o alrededor del pabellón auricular
● Dermatitis atópica y/o reacción adversa a alimentos
● Sarna otodéctica (asociada con secreción auricular seca de color marronoso)
● Escamas o costras adherentes de color grisáceo, especialmente abundantes en los márgenes auriculares
anteriores

Proceedings of the SEVC-AVEPA Conference, Barcelona 2007


● Sarna notoédrica
● Escamas perioculares / periorales de color marronáceo y variablemente adherentes en gatos Persas / Himalayos
● Dermatitis facial idiopática
● Comedones en la barbilla
● Acné
● Úlceras bien delimitadas en el cuello dorsal
● Dermatitis ulcerativa idiopática

Respecto a la dermatofitosis, y debido a su polimorfismo, no se pueden proporcionar pistas útiles para el diagnóstico, y
esta enfermedad se suele incluir en la lista de diagnósticos diferenciales de cualquier dermatosis felina que se presenta
con prurito variable, alopecia, escamas, eritema, hiperpigmentación, y/o pápulas-costras.

Protocolo diagnóstico / terapéutico


Parece que la lista de diagnósticos diferenciales es bastante larga en el caso de la dermatitis facial (y de cuello) felina.
En cualquier caso, las primeras enfermedades que deben descartarse en el desarrollo del diagnóstico son las
enfermedades parasitarias y fúngicas, incluso si se consideran menos probables.

En el protocolo diagnóstico-terapéutico de este problema felino, especialmente en presencia de prurito, primero es


obligatorio realizar raspados de piel y exámenes microscópicos de pelos arrancados, escamas y secreciones auriculares
para descartar infestaciones por ácaros. Sin embargo, teniendo en cuenta que estas pruebas diagnósticas pueden no
tener una sensibilidad del 100%, siempre es aconsejable realizar una prueba terapéutica con un acaricida (es
aconsejable el uso de un ectoparasiticida efectivo contra ácaros e insectos). Se deben realizar exámenes citológicos de
las lesiones apropiadas para excluir/confirmar la presencia de infecciones bacterianas y/o sobrecrecimiento de
Malassezia, aunque aún no se han establecido criterios diagnósticos claros para esta última afección en gatos. La
decisión de realizar pruebas para descartar una dermatofitosis (examen con lámpara de Wood y cultivo de hongos) se
toma teniendo en cuenta a cada individuo.

Una vez se ha descartado la presencia de ácaros (y dermatófitos), y se han tratado las infecciones bacterianas y/o por
levaduras, se tienen que tomar biopsias de piel si se sospecha de una enfermedad para la que el examen
dermatopatológico sea considerado la prueba patrón (entre otras: pénfigo foliáceo, trastornos neoplásicos, dermatitis
virales). Si se considera indicado, también se pueden emplear técnicas inmunológicas y/o moleculares en muestras de
piel.

En caso de sospecha de dermatitis alérgica (hipersensibilidad por picadura de pulga y/o dermatitis atópica) y/o reacción
adversa a alimentos, debe realizarse un control estricto de las pulgas durante un período de 2 meses (tratando también
a los animales de compañía que estén en contacto con el afectado) y una dieta de eliminación (ya sea una dieta hecha
en casa o una dieta comercial que contenga proteínas hidrolizadas). Si el problema cutáneo mejora, es obligatorio
desafiar de nuevo al gato con la dieta original durante 2-3 semanas. De hecho, muchos gatos que mejoran no empeoran
de nuevo con este desafío. Si al volver a la dieta, no empeora el problema cutáneo, puede descartarse una reacción
adversa al alimento y puede llegarse a la hipótesis de que la mejoría está asociada al control de las pulgas
(hipersensibilidad por picadura de pulgas?) o es espontánea (dermatitis atópica?). En este caso, se aconseja mantener
un control estricto de las pulgas y evaluar la progresión del problema antes de tomar otras decisiones diagnósticas-
terapéuticas.

En caso de una falta de respuesta al control de las pulgas y a las pruebas con la dieta, se puede realizar un diagnóstico
presuntivo de dermatitis atópica. En casos seleccionados, si el diagnóstico es dudoso, también se pueden tomar biopsias
de piel en este punto del protocolo diagnóstico. Vale la pena recordar que, en el desarrollo del diagnóstico, una de las
partes más difíciles consiste en descartar, si es necesario, reacciones por artrópodos no parásitos (mosquito), porque la
mayoría de los insecticidas son tóxicos para gatos.

Las opciones de tratamiento para la dermatitis atópica felina incluyen el control farmacológico del prurito con
glucocorticoides sistémicos, prednisolona o metilprednisolona, a ser posible administrados por vía oral, o una terapia
inmunomoduladora con ciclosporina A. Los antihistamínicos y los suplementos de ácidos grasos esenciales no tienen
suficiente eficacia probada, pero pueden probarse de manera empírica durante 3 y 8 semanas respectivamente. La
Ciclosporina A parece ser bien tolerada por los gatos a la dosis de 5-6 mg/Kg administrados por vía oral cada 24 horas,
provocando solo signos gastrointestinales de manera ocasional.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que, cuando se toma una decisión terapéutica, especialmente para un
problema crónico de la piel, ej. dermatitis atópica, la primera cosa que debe tomarse en consideración es la relación
entre beneficio y riesgo.

Proceedings of the SEVC-AVEPA Conference, Barcelona 2007


Por lo tanto, debe recordarse que:

1. El uso prolongado de glucocorticoides sistémicos (y tópicos), puede causar hipercorticismo iatrogénico también
en gatos, no solo en perros.
2. La Ciclosporina A no está autorizada para su uso en gatos (por lo menos en Italia) y todos los ensayos publicados
sobre su eficacia en gatos alérgicos son pocos y no están controlados. Este fármaco debería usarse con cautela y
como “tratamiento con un único agente” debido a las múltiples interacciones fármaco-fármaco mediadas a través
de sus efectos en los sistemas citocromo P450 y P-glicoproteína. Deberían realizarse periódicamente controles
hematológicos-bioquímicos-urinarios durante el tratamiento, y controlar de cerca la aparición de posibles
infecciones bacterianas-víricas-protozoarias.

Otra opción terapéutica para la dermatitis atópica felina es la inmunoterapia alergeno-específica, que debe estar
precedida de la identificación de alergenos a través de pruebas intradérmicas y/o análisis in vitro. Sin embargo, el papel
de los aeroalergenos en la patogénesis de la dermatitis atópica, el valor diagnóstico de las pruebas de alergia y, como
consecuencia, el significado terapéutico de la inmunoterapia alérgeno-específica, aún no han sido aclarados en gatos.

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Proceedings of the SEVC-AVEPA Conference, Barcelona 2007

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