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Introducción:
Los métodos de interpretación son el pilar fundamental dentro de la actividad profesional y del
sistema jurídico en general, de lo cual surge la necesidad de realizar una revisión de todos los
conceptos interpretativos que se utilizaron anterior y posteriormente al empleo de los métodos
actuales. De hecho, estos métodos han surgido con la concepción cientificista del Derecho.
La revisión bibliográfica y el análisis exhaustivo del tema, así como la vinculación con sus
antecedentes inmediatos, tuvo como objeto fundamental llegar a conocer las características del
método, las principales críticas y los motivos que llevaron al abandono del mismo.
Desarrollo:
Las concepciones interpretativas son anteriores a los métodos interpretativos porque cada
método ha sido formulado presuponiendo pre- tematicamente que es la interpretación de la ley.
El método presupone un concepto predeterminado acerca de qué quiere decir interpretar la ley.
Las concepciones interpretativas se clasifican en intelectualistas y voluntaristas.
Marco teórico-histórico:
La Dogmática Jurídica, tal como hoy día se entiende, surge en Europa a comienzos del siglo XIX, y
tiene tres grandes centros: Alemania, Francia e Inglaterra, donde respectivamente se desarrollan
tres grandes corrientes doctrinales: La Escuela Histórica, la Escuela de la Exégesis y la
Jurisprudencia Analítica.
Estas tres corrientes de pensamiento van a marcar la historia del Pensamiento Jurídico y, a pesar
de ser claramente diferentes entre sí, todas tienen en común algo muy importante: el único
Derecho es el Derecho Positivo.
En Alemania, la moderna ciencia jurídica nace con la Escuela Histórica para la cual la fuente
creadora del Derecho no es la voluntad de ningún legislador, ni tampoco producto de la razón o de
criterios racionales, sino producto de la convicción jurídica de un pueblo.
“(…) Savigny creía, casi al modo escolástico-medieval, en una ley natural, en la ley moral que se
desprende de la consideración del hombre desde un punto de vista cristiano, la ley constituye el
fin general del derecho. Pero, por otra parte, esto era colocar esta ley más allá del derecho, el cual
es algo peculiar a cada pueblo, una convicción propia de cada comunidad nacional cuya forma de
manifestarse es principalmente la costumbre.
Aparte de esto, se ha puesto de relieve por algunos una conexión positiva entre Savigny y la
Escuela del Derecho Natural. Koschaker señala que a pesar de sus relaciones con los círculos
románticos, Savigny era de naturaleza anti romántica, un temperamento clasicista enemigo de
toda efusión, de toda exageración y de todo lo violento y revolucionario. La veneración sentida
hacia el Derecho romano no solo era un sentimiento común con el Derecho natural, sino que el
Derecho romano hizo las veces de Derecho natural. (…) La posición no debe relativizarse con
exceso; pues si en el Derecho natural había6 algunos factores favorables a su historificación, fue la
Escuela Histórica la que acentuó ésta evolución y la que constituyo el vehículo para el
positivismo.”1
Para el historicismo, la forma más clara de manifestación del Derecho es a través de la costumbre,
que es la primera y más auténtica fuente del Derecho. Los fundadores del historicismo jurídico
(Hugo, Savigny y Puchta), se enfrentan a un derecho natural racional, estático e insensible a toda
mutación histórica. Al persistir en la idea de construir una ciencia del Derecho entendida como la
estructura sistemática y conceptual desde la cual se podría repensar y estructurar esa realidad
histórica, es decir, ese Derecho particular y concreto. Surge así una formidable Dogmática
formalista y conceptual que desembocará en la llamada Jurisprudencia de Conceptos.
La jurisprudencia de conceptos sostiene que el derecho está en los textos de la ley, en sus
palabras, las normas no son más que las significaciones o conceptos expresados por esas palabras
y la tarea del jurista será la de sobrepasar el estudio gramatical o filosófico de las palabras y
abocarse al estudio de dichas significaciones o conceptos, es decir realizar una tarea de
construcción jurídica de principios unificadores. Existen tres fuentes formales del derecho: la ley,
la costumbre y la ciencia del derecho.
“Adviértase un fenómeno chocante: mientras que Hugo, Savigny y Puchta – cabezas visibles de la
Escuela Histórica- representan, desde el punto de vista filosófico, la irrupción del historicismo en el
pensamiento jurídico, como juristas estrictos, en cambio, trascendieron con mucho el punto de
vista histórico e incluso dieron origen a una dirección jurídica que nada tenía que ver con la
histórica. Savigny y sus discípulos fueron todo lo contrario de meros historiógrafos del Derecho.
Para ellos, la historia del Derecho romano no era un fin en sí misma, sino un medio al servicio del
conocimiento sistemático y dogmatico de ese Derecho, preocupándose de perfeccionar la
formación de los conceptos y procediendo a una progresiva abstracción de las doctrinas generales
y de profundizar en la esencia de las relaciones jurídicas. Ahora bien, con este tipo de trabajo
supieron aunar muy felizmente la critica afinada de las fuentes, al modo de la Escuela llamada de
los <<elegantes>> (Jurisprudencia humanista del siglo XVI), y de ese modo, como decía Savigny,
descubriendo y fijando todo lo que tiene un origen romano cierto, se evitaba el resultar
inconscientemente dominados por los que no es genuinamente romano y así, si alguna de sus
partes, muertas en realidad, no conservaban más que la apariencia de la vida, quedaba eliminada
abriéndose un campo más libre al desarrollo y a la acción saludable del elemento existente. De
este modo pensaba Savigny realizar una obra verdaderamente científica y vital. De esta manera,
en su obra constructiva de jurista, Savigny trascendía en realidad los cuadros de la Escuela
Histórica de la que él mismo era jefe. El principio fundamental de ésta, a saber, la vinculación del
Derecho al espíritu popular, idea que significaba un descubrimiento positiva frente al racionalismo
antehistórico del Derecho natural, podía considerarse adquirida definitivamente. Pero la
aportación de Savigny y su escuela para la ciencia jurídica obro en otra dirección. Al imponer de
nuevo el cultivo del Derecho romano con riguroso y depurado criterio científico (a esto han
llamado algunos la <<segunda recepción>> del Derecho romano en Alemania), iba a surgir un
nuevo racionalismo o intelectualismo jurídico, tan antehistórico como el del Derecho natural,
aunque moviéndose en un plano esencialmente distinto al de éste: el de la lógica y dogmatica
jurídica. De la Escuela histórica había de surgir aquella hipertrofia de la dogmatica, aquella
hinchazón constructiva completamente vuelta de espaldas a la realidad y la historia que es lo que
se conoce con el nombre de <<jurisprudencia conceptualista>>, la célebre Begriffsjurisprudenz
que, en sus desviaciones, fue el blanco de las ironías de Ihering y que ha sido objeto de todos los
ataques justificados unos, y completamente desenfocados otros, de las modernas direcciones de
la jurisprudencia de intereses, la Escuela del Derecho Libre y el sociologismo jurídico. Ya que el
mismo Puchta había dado en ocasiones una importancia desmedida a la lógica y había acentuado
indebidamente el valor de algunos conceptos jurídicos romanos; y éste vicio, más o menos
agravado, prosiguió en la llamada escuela de los pandectistas (Regelsberger, Brinz, Bekker,
Windscheid, etc.) y sobre todo en las figuras menores que a menudo incurrían en verdaderos
excesos y absurdos en materia de construcción.”2
Dentro de los principales representantes se pueden destacar Friedrich Puchta, Rodolfo Ihering y
Windscheid. El primero, fue quien aportó la noción de la convicción popular como fuente del
Derecho, continuó su desarrollo vinculado a concepciones lógico formales dando lugar a lo que se
ha llamado "la genealogía de los conceptos". Del espíritu nacional, de la convicción inmediata de
los miembros del pueblo, mediante un proceso deductivo de conceptos, el Derecho era sacado a la
luz mediante la actividad de los juristas.
Para este autor la Ciencia del Derecho fue una tercera fuente del Derecho, teniendo como misión
conocer las normas jurídicas en conexión orgánica, condicionándose unas otras y procediendo
unas de otras, a fin de poder seguir la genealogía de las normas particulares hasta la altura de su
principio y asimismo descender los principios hasta sus últimos vástagos.
Rudolf vonIhering es otro de los autores de esta Escuela, más bien quien culmina y consolida su
existencia. Aprovechó los aportes de Savigny y de Puchta en cuanto al carácter histórico del
Derecho, su noción de sistema y organicidad, llegando incluso a concebir al Derecho como una
maquinaria.
El modo de pensar formal-conceptual de Ihering y la noción del Derecho, como un sistema cerrado
de conceptos, de Puchta, influyeron grandemente en quien se ha catalogado como el último
sistemático del Derecho común, B. Windscheid, quien en su análisis acerca del Derecho afirmó que
éste preparaba el terreno al orden moral del mundo y que sólo él hacía posible su realización.
Comprendió la ley ya no como simple Derecho positivo o mero arbitrio, sino como la sabiduría de
los siglos precedentes que había sido reconocida por la comunidad jurídica, la razón de los pueblos
condicionada históricamente y elaborada científicamente por el legislador.
Pero no se limitó a las acciones antes expuestas, sino que otorgó la posibilidad de corregir las
expresiones incorrectas de la ley de acuerdo con el sentido del legislador, imaginar las ideas que el
legislador no pensó en su totalidad con el objetivo de poner de manifiesto las verdaderas ideas
que están tras el sentido que se le reconoció a la ley, lo que el legislador quiso expresar. Con esta
idea, abrió un camino que permitió apartarse de la voluntad del legislador y reconocerle a la
norma voluntad propia. Los planteamientos de Windscheid expresaron posiciones totalmente
contrapuestas a las anteriormente defendidas, y que tan amplio debate han provocado en las
Ciencias jurídicas.
Estos tres autores ya mencionados fueron quienes fundaron la escuela denominada Jurisprudencia
de conceptos, que tuvo como características esenciales una adhesión formal al texto legislado, que
en líneas generales se supone completo, preciso y coherente. Admiten como fuente fundamental
del Derecho al espíritu del pueblo, manifestado externamente a través de las opiniones de los
juristas, las cuales encarnaban en los "conceptos jurídicos fundamentales", y de los que el jurista
"construiría" las reglas formuladas de forma implícita en las normas de Derecho. En otras palabras,
el juez no creaba, su función era puramente cognoscitiva.
Recapitulando:
1. El origen de todos nuestros conocimientos está en los sentidos. El espacio es la forma que
aportamos para las representaciones externas. El tiempo es la forma pura que previamente
aportamos tanto para lo externo como para lo interno.
2. Aparte de estas formas puras, la razón humana dispone de la facultad del entendimiento,
conformadora espontánea con su bagaje de categorías.
3. Las intuiciones sensibles por sí mismas y solas no engendran conocimiento: son ciegas.
Dialéctica Hegel:
El método dialéctico de Hegel, a pesar de tener un fundamento idealista, fue una grandiosa
conquista del pensamiento filosófico. Formuló, por vez primera en la historia de la filosofía, las
leyes y categorías fundamentales de la dialéctica. Sin embargo, no supo crear un método
verdaderamente científico, pues consideraba que dichas leyes regían el desarrollo del espíritu
universal, de los conceptos y categorías filosóficos, pero no de la naturaleza y la sociedad. No era
una dialéctica de la naturaleza, sino una dialéctica de los conceptos efectuada en "el pensamiento
puro".
Puchta fue un gran “sistematizador” del Derecho romano, su labor ordenadora era clara y de gran
agudeza, su base principal de ordenación fueron los principios de la lógica formal. Transforma los
conceptos en estructuras lógicas, en silogismos formalmente correctos. La perfección lógica era
suficiente para considerarlos validos, por lo cual, no admite cuestionamiento respecto a ellos.
“Así pues, el objeto de la lógica jurídica es la valoración, pero no valorar; esto es, el Derecho es
valoración, pero la lógica jurídica no tiene que valorar esa valoración. Como lógica su tarea es
puramente conceptual y no estimativa, lo cual requería el concurso de facultades no intelectuales,
ajenas a la lógica propiamente dicha. El Derecho puede ser más objeto de la lógica del corazón que
de la lógica del intelecto: pero en tanto que es susceptible de consideración teorética, tiene que
ser depurado en el crisol de la inteligencia y no en el del corazón. Y en definitiva, también el
corazón puede y tiene que ser entendido y representado intelectualmente, es decir, a través de
conceptos lógicos.
La lógica jurídica, por tanto, se representa conceptualmente la valoración jurídica, diseccionándola
en sus dimensiones lógico-formales. Por eso es neutra, pues no puede valorar, sino solo entender
la valoración en la que ontológicamente consiste su objeto. El instrumento y el resultado de esa
disección son los conceptos jurídicos puros de que antes hemos hablado; en ellos, la valoración
jurídica queda reducida a su esqueleto lógico y formal; pero las instituciones empíricas y
contingentes llenan de musculo y vísceras ese esqueleto, convirtiéndolo en el cuerpo vivo del
Derecho, acerca del cual es la filosofía jurídica la que, con la inteligencia y el corazón, ha de decir
su última palabra.”3
Esta característica sostiene que la jurisprudencia de los conceptos parte de que no hay enigmas en
el derecho civil y que todo está resuelto en el derecho por lo conceptos. Los conceptos jurídicos
elaborados con técnicas jurídicas conforman un sistema pleno, en donde no hay lagunas, ni
ambigüedades, esto se debe a la ordenación sistemática de los conceptos, conforme al grado de
prioridad marcado por su mayor o menor generalidad, así tenemos conceptos generales de los
cuales se derivan conceptos particulares. Éstos forman una pirámide lógica. Los generales son la
parte superior de la pirámide, la cúspide, mientras que, los particulares se encuentran en la base
de dicha pirámide.
No hay ausencias dentro de la ley, porque los conceptos son un todo integrado y sistematizado. Es
la actitud de adhesión formal al derecho legislado que se lo supone completo, preciso y coherente.
Esta característica se refiere a los sujetos que idealmente deben intervenir en la creación de las
leyes. Los encargados de realizar los conceptos son los teóricos o estudiosos del derecho, ellos
están preparados para formular conceptos jurídicos lógicamente ideales. Para los estudiosos del
derecho la realidad sólo provoca la imperfección de las normas, por ello, no debe tomarse en
cuenta. Lo importante es la estructura lógica, que coloque en perfecta posición a los conceptos
para formar la pirámide que es el símbolo del sistema jurídico.Este es el cielo de los conceptos, lo
que podemos considerar el limbo jurídico. Los conceptos están en el cielo al igual que los teóricos,
donde no hay conflictos a resolver. El conocimiento teórico debe disociar de la realidad. Los
conceptos están en el cielo oscuro que nada tienen que ver con la vida, de los conceptos no
soportan el contacto con el mundo real.
Se crea una supuesta ciencia basada en creencias y apoyada en la lógica formal. Los conceptos son
tratados como un método normativo riguroso, con exactitud matemática y filológica, teniendo
como fin la libertad de discusión semántica para realización de la máxima garantís jurídica.
Para esta escuela, las reflexiones y experiencias obtenidas por los prácticos o postulantes en el
ejercicio profesional, no tienen nada que aportar en la creación de los conceptos jurídicos, al
contrario, todo lo mundano contamina la estructura lógica y sistemática del sistema conceptual,
esquematizado en la pirámide de Puchta.
La jurisprudencia de conceptos considera que los prácticos son imperfectos porque en lugar de la
verdad que es eterna, colocan, equivocadamente, lo práctico, lo útil, que es temporal y transitorio.
La jurisprudencia de conceptos crea la expresión más clara de la técnica jurídica a través del
método; se apoya en los aspectos históricos de las instituciones por analizar, por lo que, el
concepto es depurado lógica y gramaticalmente.
Los conceptos se forman tomando en cuenta los siguientes principios metodológicos y técnicos:
a. Sistematización: las normas jurídicas se forman por los conceptos previamente elaborados, los
cuales forman un sistema jurídico que significa que el desarrollo de una unidad en una variedad
que es conocida como conexión de sentido. El sistema para la jurisprudencia conceptual es la
pirámide de conceptos, la cual es la expresión mas clara de la técnica y de la plenitud del derecho.
El sistema permite que los conceptos se encuentren relacionados en armonía y sin antinomias.
Aquí se encuentran unidos todos los puntos más distantes, las diferencias y analogías más sutiles.
Los conceptos generales y particulares se enlazan porque son parte del sistema.. Los preceptos
jurídicos se caracterizan por la unidad, totalidad y coherencia. Cada norma no puede entenderse
aisladamente porque de ella dependen consecuencias jurídicas y de conceptos que se encuentran
en la base de la pirámide del sistema o en su cúspide.
Da origen a la codificación el orden lógico de los conceptos que forman una institución y el
conjunto de éstas de una misma materia. Su objetivo es ser la única fuente del derecho creada por
los legisladores. Es el conjunto de normas abstractas y generales capaces de resolver todos los
asuntos que se plantearán ante los tribunales, por lo tanto, la labor judicial se limitaría sólo a la
aplicación de los conceptos jurídicos, sin posibilidad de interpretar la ley. El efecto que buscó era
eliminar el arbitrio judicial.
c. El uso adecuado del lenguaje jurídico y común: al construir los conceptos jurídicos se emplea el
lenguaje común con maestría y exactitud. Las reglas ortográficas y de sintaxis son empleadas
correctamente, logrando con ellos, claridad y sencillez, encontrándose la utilización aprobada del
lenguaje técnico propio de la ciencia del derecho.
Cuando los conceptos están bien escritos no hay lugar para la interpretación, por lo que no hay
dificultad en su aplicación. Si los conceptos no reúnen esos conceptos entonces los juristas tienen
que reconstruirlos hasta perfeccionarlos utilizando los principios de la ciencia.
La función del juzgador solo es mecánica. El juez tiene que aplicar los conceptos jurídicos, no tiene
que formular nuevas normas, ya que los conceptos son fijados desde el principio, por lo cual, no se
requiere apelar a decisiones futuras que deba crear el juzgador para aplicar el derecho.
La tarea del juez es puramente cognoscitiva. No debe hacer evaluaciones con base en las
consecuencias prácticas de su resolución. Debe inferir mecánicamente de las reglas obtenidas
mediante la construcción de conceptos. La aplicación de las normas es la técnica o mecánica
aplicada.
Discusión:
Críticas:
Esta crítica la realiza el positivismo de Kelsen, quien sostiene que no puede crearse el derecho
tomando en cuenta solo el conocimiento del sentido de las normas jurídicas, porque ésta es
incapaz de colmar las lagunas que existen en el derecho. Solo los órganos de aplicación del
derecho (los jueces) al colmar las lagunas legislativas crean nuevas normas.
Los estudios científicos-jurídicos, solo persuaden para que el órgano competente pueda integrar el
derecho, tomando con plena libertad las opiniones de la doctrina. De un concepto doctrinal, sin la
sanción del legislador y su posible interpretación por el juzgador no puede deducirse una norma
jurídica.
Los argumentos utilizados en esta crítica tienen como base la imposibilidad de crear una norma
jurídica, a través de conceptos abstraídos de la realidad. El Derecho es producto de la realidad y el
jurista no puede alejarse de ella, además, está en constante cambio, debido a que su objeto de
estudio es la conducta del hombre en sociedad. Las circunstancias sociales, culturales,
económicas, influyen directamente en el derecho, ya sea en su elaboración, integración, aplicación
y ejecución.
La lógica no puede sustituir nunca a la realidad, no puede ser fuente del Derecho. Los conceptos
ordenadores de la ciencia jurídica solo pueden concebirse como criterios representativos que
permiten solucionar conflictos.
En la vida académica y profesional la lógica y el método son de gran importancia, sin embargo,
encuentran en la realidad su fundamento. Ésta es justamente la crítica que acaba con esta
corriente de pensamiento y la que inspira a Ihering a destruirla.
Por otro lado, la jurisprudencia de conceptos ignora los fines propios del derecho: la justicia, la
equidad, el bien común, éstos no importan si la construcción lógica no es correcta. Los conceptos
son tan abstractos que es imposible preguntarse por que existen.
3. Exceso de Técnica:
Los problemas que se presentan en el derecho no pueden ser resueltos aplicando las
metodologías de las matemáticas o de la lógica.
El juez debe siempre y en todo momento aplicar e integrar el derecho, teniendo en cuenta en
primer lugar, la norma escrita, pero no como exclusiva, sino también la circunstancia del caso: la
realidad. Aspecto amplio que incluye los factores económicos, sociales, culturales de las partes y
del entorno social existente en un determinado momento. En base a esto tendrá que interpretar la
ley, así como también los fines del derecho: la justicia, la paz social, la seguridad jurídica y el bien
común.
La aproximación a la definición más apropiada de la jurisprudencia de conceptos la extraemos de
Ihering, quien señala que ésta es la matemática del derecho. Esto más que una definición es una
crítica que le permitió concluir con la escuela del pensamiento jurídico.
Conclusión:
Podemos resumir que la jurisprudencia de conceptos fue la técnica utilizada durante el siglo XIX en
Alemania, para crear normas jurídicas a través de conceptos tomando en cuenta los postulados de
la lógica formal, y que pretendía crear normas jurídicas perfectas, privilegiando la técnica jurídica,
la sistematización y los estudios realizados por los doctos del derecho. Este sistema jurídico
tendría que ser pleno, por lo que, no habría lugar para lagunas en el derecho ni antinomias.
De la revisión bibliográfica que llevamos a cabo sobre este método observamos características que
parecerían comunes a la Teoría Pura del Derecho de Kelsen: planteo del derecho como el texto
contenido en la ley, la sistematización, la concepción piramidal de los conceptos, la necesidad de
coherencia jurídica, la ausencia de lagunas y, finalmente, la depuración de los valores. La
diferencia claro está en que uno es un método de interpretación, mientras que, el otro es una
concepción del sistema jurídico.
Creemos que algunas de las críticas realizadas al método, fundamentalmente por Ihering
asociadas al positivismo kelseniano son la base del sistema jurídico del siglo XX.