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DE
El segundo ensayo analiza "El problema del indio", que según Mariátegui
económico social y no pedagógico, jurídico, eclesiástico, moral o cultural.
El problema indígena radica en "El problema de la tierra", que es
examinado por el tercer ensayo. El problema agrario se presenta como el
de la cancelación del feudalismo en el Perú, cuyas expresiones encontraba
Mariátegui que eran en su época el latifundio y la servidumbre. El
feudalismo se muestra en la agricultura de la costa, sobre todo a través del
yanaconaje y del enganche, y en la de la sierra a través del gamonalismo
del propietario de la tierra y de la condición de siervo del indio.
"El factor religioso" es objeto del quinto ensayo. Según el autor ha pasado
ya la hora en que la religión se reducía a la iglesia y el rito y, por
consiguiente, ha terminado la vigencia de un "libre pensamiento" que se
declaraba ateo, laico y racionalista. "La crítica revolucionaria no regatea ni
contesta ya a las religiones, y ni siquiera a las iglesias, sus servicios a la
humanidad ni su lugar en la historia (p. 170), sino que concede su entera
significación al factor religioso. Entre nosotros, el culto católico se
superpuso a los ritos indígenas, sin absorberlos más que a medias. En la
actualidad "la experiencia histórica de los últimos lustros ha comprobado
que los actuales mitos revolucionarios o sociales pueden ocupar la
conciencia profunda de los hombres con la misma plenitud que los antiguos
mitos religiosos" (p. 203).
ESTRUCTURA
3) El problema de la tierra;
5) El factor religioso;
6) Regionalismo y centralismo; y
7) El proceso de la literatura.
RESUMEN POR ENSAYOS
I.
II
III
IV
VI
VII
* Literatura colonial,
* Literatura cosmopolita, y
* Literatura nacional.
Hay que esperar hasta la llegada de Manuel González Prada para ver
anunciada la posibilidad de una auténtica literatura peruana. González
Prada significa la transición del período colonial al período cosmopolita.
Más atrás en el tiempo, el poeta de los yaravíes, Mariano Melgar, ubicado
cronológicamente en el final de la colonia, sería el primer momento
peruano de nuestra literatura. Otro escritor del siglo XIX, Abelardo
Gamarra el Tunante, tiene también un acento marcadamente peruano,
criollo y popular.
Lo que más vale en Mariátegui no son, pues, sus recetas y sus fórmulas,
sino su personalidad integral. Hoy él deber de interpretar está lejos del
“cliché” y del adjetivo convencional que él tanto odiara. No debe olvidarse,
además, que murió a los treinta y cinco años.
(“Historia de la República del Perú”, Octava edición, Tomo 12, pag. 3067 3068).
Apuntes autobiográficos de J. C. Mariátegui