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La aventura que narra esta novela empieza en el Congo en 1903 y termina en una
cárcel de Londres, una mañana de 1916.
Casement fue uno de los primeros europeos en denunciar los horrores del
colonialismo. De sus viajes al Congo Belga y a la Amazonía sudamericana
quedaron dos informes memorables que conmocionaron a la sociedad de su
tiempo. Estos dos viajes y lo que allí vio cambiarían a Casement para siempre,
haciéndole emprender otra travesía, en este caso intelectual y cívica, tanto o más
devastadora. La que lo llevó a enfrentarse a una Inglaterra a la que admiraba y a
militar activamente en la causa del nacionalismo irlandés.
El sueño del celta describe una aventura existencial, en la que la oscuridad del
alma humana aparece en su estado más puro y, por tanto, más enfangado.
La guerra del fin del mundo de Mario Vargas Llosa análisis
«Esta novela me hizo vivir una de las aventuras literarias más ricas y exaltantes.»
A finales del siglo XIX, en las tierras paupérrimas del noreste del Brasil, el chispazo de
las arengas del Consejero, personaje mesiánico y enigmático, prenderá la insurrección de
los desheredados. En circunstancias extremas como aquéllas, la consecución de la
dignidad vital sólo podrá venir de la exaltación religiosa -el convencimiento fanático de la
elección divina de los marginados del mundo- y del quebranto radical de las reglas que
rigen el mundo de los poderosos.
A través de los ojos del niño, te puedes pasear por los fríos y tristes alrededores
de la muerte y del velatorio (la muerte de una persona y su cortejo, la muerte del
pueblo y su procesión); los mismos ojos te cuentan el ocaso del pueblo; fundidas
sus riquezas y apagado su esplendor por las guerras y las crisis; esas mismas que
llenaron las calles y las casas de "una hojarasca formada de desperdicios
naturales y humanos".
De pronto, llegó la compañía bananera perseguida por “la hojarasca”(era una
hojarasca revuelta, alborotada, formada por los desperdicios humanos y
materiales de los otros pueblos: rastrojos de una guerra civil que cada vez parecía
más remota e inverosímil.) La hojarasca era implacable, contaminando todo de su
revuelto olor multitudinario, olor de secreción a flor de piel y de recóndita muerte.
El coronel vive con su esposa, quien padece de asma, en una casa de muy pobres
condiciones. La historia comienza una mañana en la que en el pueblo se celebrará un
funeral, al cual el coronel atenderá. Se revela que ese mes, octubre, es de extrema
tristeza e incluso malestar físico para la pareja puesto que es el aniversario del
fallecimiento de su hijo Agustín. Tras dar el pésame a la madre del muerto y toparse con
unos cuantos conocidos, regresa a su humilde casa.
Sin aparente fuente de ingresos, la única esperanza de ganancia es un gallo de pelea que
el coronel ha estado manteniendo en su casa durante varios meses, esperando que pelee
en enero y ganar en las apuestas. Al ser viernes, como de costumbre, el coronel camina
hasta el puerto donde recién arribaron varias lanchas, de una de las cuales desembarca
el administrador de la oficina postal, al cual sigue hasta la oficina de correos. Junto con
varias personas, espera recibir una carta, pero como cada semana durante muchos años
ya, no recibe nada. Su médico, el cual se encontraba también en la oficina, le presta el
periódico, el cual ha sido censurado. La noticia de la nacionalización del Canal de Suez
revela que la historia transcurre en el año de 1956.
Posteriormente, el médico visita al coronel para revisar a su esposa, y tras dar su visto
bueno, le da al coronel una carta con información clandestina que había sido censurada
en los periódicos. Timepo después, el coronel y su esposa discuten un poco sobre lo que
deben hacer con el poco dinero que les queda, convenciéndola éste de comprar maíz
para alimentar al gallo.
Aunque como es dicho en la novela este ha esperado la pensión por quince años por lo
tanto si se restan esos quince años esa fecha dataria en 1941 lo que es una prueba
retundante que los más seguro es que hubiera ayudado a combatir en la epoca de la
violencia.
El relato del diluvio es uno de los mitos fundadores que arraigan a la comunidad
en su territorio y participan de manera relevante en la conformación de su especial
modo de ser. Sin embargo, esta identidad que se desarrolla en torno al eje de un
mito fundacional excluye a otras realidades culturales diferentes como
participantes en su constitución. Pero el mito de la gran inundación está presente
en casi todas las culturas del mundo. Alejo Carpentier se vale de este hecho para
construir su relato “Los advertidos” como una travestía burlesca, narrada desde la
perspectiva de Amaliwak, el héroe amazónico del diluvio. El centro estructural de
su narración lo constituye el encuentro de los héroes de los diferentes mitos del
diluvio en alta mar. Esta coincidencia le permite resaltar la múltiple ocurrencia y las
semejanzas entre las diferentes manifestaciones del mito. El autor termina
riéndose de toda pretensión de superioridad que puedan ostentar los respectivos
protagonistas del mito, cuando lo piensan como definitivamente único, de
pertenencia exclusiva y exigen que sea universalmente aceptado en su versión.
En el el relato “Los advertidos” puede leerse tanto como la historia de un fracaso
-fracaso del proyecto divino de regenerar a la humanidad- que como una historia
de éxito -éxito del aprendizaje cuyo sujeto es Amaliwak. Efectivamente, los dioses
no logran realizar su propósito de hacer surgir una humanidad renovada a partir de
un proceso que significa exterminar a todos los seres que antes habían poblado la
Tierra. Amaliwak, en cambio, aprende de este revés, primero, porque se aflige por
el carácter monstruoso de la determinación divina, segundo, porque se da cuenta
de que la relación entre los dioses y los hombres no es única y, por eso, no
excluyente ni absoluta y, tercero, porque comprueba en el fracaso lo superfluo e
inútil del horror universal provocado por la divinidad. El conocimiento que adquiere
Amaliwak no es total y seguro como lo es el saber que tiene el héroe mítico de su
mundo y de su condición. Su saber es sólo parcial y precario, propio del
protagonista de los relatos literarios, pero del cual surge, más allá del retorno a la
referencia fundacional y comprensión cíclica del acontecer. Todos estos rasgos
conjuntamente con el consecuente travestimento burlesco y carácter satírico del
texto explican que Carpentier no sólo re-escriba sino que desmitifique en “Los
advertidos”, el mito de la gran inundación.
“Semejante a la noche” de Alejo Carpentier análisis
Por eso, la conducta en un velorio debe ser cuidadosa, respetuosa y sensible a los
sentimientos maltrechos de quienes sufren el trance de ver extinta una vida
importante para ellos. Es importante tomar esto en cuenta al pretender dar un
pésame.
Y para abordar este tema de una forma lúdica y -sobre todo- satírica, incluyo el
texto titulado Conducta en los velorios, escrito por uno de mis autores preferidos,
Julio Cortázar, y el cual está incluído en sus Ocupaciones raras.
“La carretera del sur” de Julio Cortaza análisis
Al comienzo del cuento, un hombre lee una novela, describen su entorno: una
pieza que mira a los robles y un sillón de terciopelo; posteriormente, la historia
cambia, a lo que les sucede a los otros personajes del relato. Ellos se hallan en
una foresta, se narra su furtiva historia de amor como si se hubiera llevado a cabo
desde mucho tiempo atrás y se describe un plan que se cumpliría a toda costa,
argumentando que no existe otra opción, que cada segundo tiene su propósito
marcado desde siempre.
Poco a poco los dos hechos, la existencia del lector en la narración y la necesidad
de terminar con un obstáculo por parte de los amantes para verse liberados, se
funden como si la realidad fuese una. Los amantes se separan y el bosque de
robles narrado semeja la foresta, el personaje masculino (2) camina por los
pasadizos descritos al inicio de la obra en la realidad verdadera; él se encuentra
avanzando con un cuchillo en las cercanías de la habitación del sillón de terciopelo
que daba la espalda a la puerta.
Juan Rulfo, maestro en el arte de tachar por el empleo de las palabras precisas en
cantidad y significación, introduce al lector no sólo en el escenario de los hechos,
sino también en la “cultura de la pobreza”, enraizada en el “alma” de sus
personajes. Con un lenguaje de extraordinaria simplicidad, hace sentir al lector
fuerzas elementales, insignificantes en otros contextos, pero con poder suficiente
para decidir el “destino” de la protagonista. La narrativa latinoamericana ha sido
influenciada por el autor de “Pedro Páramo” y “El Llano en Llamas” de muchas
maneras: la forma de relatar, con técnicas depuradas hasta la exquisitez; su
imaginario, donde se conjugan vivos y fantasmas, el tenso presente y el futuro
fatal; la graficación de la culpa por trasgresión de normas, sobretodo relativas a lo
sagrado y a lo ético; la sanción como acto de justicia independiente de la noción
de legalidad; actantes implacables como el viento y la lluvia; un fino, pero crudo
humor negro y la inocencia en riesgo, como un llama al viento. “Es que somos
muy pobres” muestra el fondo de la crisis social tercermundista, sin necesidad de
señalar responsables. La descripción de hechos tan palpables no requiere un
discurso político. Desde el punto de vista de un niño narrador, hermano de Tacha,
la protagonista de doce años, se describe la singular tragedia iniciada por la
incesante lluvia y continuada por el río crecido que arrastró la vaca y el becerro,
capital de tacha para no prostituirse como sus otras dos hermanas; El
comportamiento descarriado de estas dos hijas, fue visto por la madre como
castigo de Dios; por su parte, el padre las expulsó del hogar como natural y
merecido castigo. En el presente del relato, los niños miran con inocencia el
desastre ocasionado por la naturaleza; pero esta fatalidad va más allá, marca sin
piedad el destino de la protagonista.
“Nos han dado la tierra” de Juan Rulfo análisis
El Congo
Se puso de pie, frotándose los brazos. ¿Cuánto había dormido? Uno de los
suplicios de Pentonville Prison era no saber la hora. En la cárcel de Brixton y en la
Torre de Londres escuchaba las campanadas que marcaban las medias horas y
las horas; aquí, las espesas paredes no dejaban llegar al interior de la prisión el
revuelo de las campanas de las iglesias de Caledonian Road ni el bullicio del
mercado de Islington y los guardias apostados en la puerta cumplían estrictamente
la orden de no dirigirle la palabra. El sheriff le puso las esposas y le indicó que
saliera delante de él. ¿Le traería su abogado alguna buena noticia? ¿Se habría
reunido el gabinete y tomado una decisión? Acaso la mirada del sheriff, más
cargada que nunca del disgusto que le inspiraba, se debía a que le habían
conmutado la pena. Iba caminando por el largo pasillo de ladrillos rojos
ennegrecidos por la suciedad, entre las puertas metálicas de las celdas y unos
muros descoloridos en los que cada veinte o veinticinco pasos había una alta
ventana enrejada por la que alcanzaba a divisar un pedacito de cielo grisáceo.
¿Por qué tenía tanto frío? Era julio, el corazón del verano, no había razón para ese
hielo que le erizaba la piel.
Por otro lado, en Salvador o Bahía andaba un hombre rubio, tocando cráneos, era
Galileo Gall, revolucionario y frenólogo escocés. A él le llega una orden de
expulsión del país, por ser un extranjero indeseable; así que antes de ser
expulsado decide solidarizarse con Canudos, lugar en el que veía como
prosperaba una sociedad libre. Para esto va al diario “El Jornal de Noticias”, donde
conoce a su director y presidente del Partido Republicano Progresista,
Epaminondas Gonçalves. El anuncio que desea publicar no puede salir impreso.
Tiempo después Gonçalves le propone llevar armas a Canudos, le pagaría bien y
lo ayudaría a salir del país. Gall acepta, pero por cuestiones ideológicas.