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esencialmente dos, elaborados ambos sobre la base de numerosas
comparaciones antropológicas, etnográficas y lingüísticas, demuestra
que un elemento, que él llama austriano y que aún estaría presente
entre Tehuelches y Onas de Patagonia y Tierra de Fuego, ha intervenido
activamente e el poblamiento primitivo de América. Y un segundo
elemento, que Rivet denomina malayo-polinecio, y que es reconocible
en numerosas partes del continente, habría hecho lo mismo.
En definitiva, la tesis de Rivet comporta el reconocimiento de que
cuatro elementos étnicos distintos han intervenido en la formación de
los pueblos americanos aborígenes, a saber:
a) Un elemento australiano;
b) otro hablamalayo-polinesia, relacionado por sus caracteres físicos
con los Melanesios;
c) un tercer elemento asiático, que resulta mucho más importante que
todos, y el que impuso al conjunto de habitantes indígenas de América
una cierta uniformidad en el aspecto externo;
d) un último elemento de origen uraliano, representado por los
Esquimales.
Si se prescinde de los detalles del proceso interpretado por Rivet, la
posición de este autor frente al complejo problema del poblamiento
primitivo de América es clara y sencilla. Pues bien, establecida la alta
probabilidad, de que en el proceso que estudiamos han intervenido
otros elementos además del asiático, por nadie discutido, y
desaparecido el miedo a las distancias, han sido muchos los autores
que se han propuesto explotar las posibilidades que la hipótesis de
origen multilateral ofrecía.
Son muchos los que creen o han creído que esos hechos existen. Sin
embargo, sería necesario replantear el problema partiendo de que el
estado del conocimiento en la época en que escribían esos
investigadores
hacía por fuerza que su manejo de datos arqueológicos fuera mínimo
y genérico. Sus razonamientos consistían casi exclusivamente en la
evaluación de datos de índole etnográfica y en diacronizaciones que
hoy resultan difícilmente persuasiva, obtenidas casi siempre mediante
mecanismos ingenuos.
La búsqueda dentro de esta problemática del primer poblamiento de
América continúa, a través de preguntas que giran en torno a determinar,
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CONTACTOS TRANSPACÍFICOS
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EL ENFOQUE DIFUSIONISTA
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CRONOLOGÍA
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introducción de ideas desde el exterior.
Otra de las críticas que se escuchan a menudo, y que quizá sea uno
de los más importantes argumentos contrarios a la posibilidad de los
contactos transpacíficos, es la que se refiere a las “ausencias llamativas”
de ciertos rasgos del Viejo Mundo en las culturas del Nuevo Mundo.
Entre ellas podemos mencionar la ausencia de la rueda, del arco
verdadero (en la arquitectura), de la metalurgia en Mesoamérica en el
período temprano y del hierro en todo momento, y de cantidad de otros
rasgos especiales. Existe también el problema de la no introducción
de todas las plantas alimenticias asiáticas importantes y de los animales
domésticos. Estas ausencias son sin duda significativas, pero en mi
opinión han sido considerablemente exageradas.
Ellas significan que no hubo migración masiva desde Asia, y que los
contactos no fueron continuos, de larga duración o de gran intensidad
pero no sirven para probar que tales contactos no habrían ocurrido.
Al analizar estas ausencias es muy importante recordar que el proceso
de difusión es principalmente un proceso en el que una cultura realiza
una selección entre las porciones de otra cultura que el contacto torna
disponibles. Para que este proceso sea completo, los rasgos
seleccionados deben ser absorbidos y adaptados a los fines de la cultura
receptora. Lo que se selecciona de una cultura extraña depende de
multitud de factores que se combinan de innumerables maneras, de
modo que no pueden extraerse reglas generales que nos guíen en
casos concretos. Es cierto, empero, que la selección que se hace de
rasgos de una cultura extraña será más restringida si las culturas
donante y receptora se encuentran distantes una de otra, y si los
contactos son intermitentes. Un factor muy importante es, por supuesto,
la relativa complejidad o el grado de evolución generalde cada una de
las culturas interactuantes. En este caso de las influencias
transpacíficas debemos también considerar el problema práctico del
transporte de cosas tales como semillas de plantas comestibles o
animales domésticos y – en el caso que alguna de esas cosas haya
podido llegar- el de su aclimatación en el Nuevo Mundo.
Debido a la dificultad de establecer reglas para aplicar a lo que podría
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que, desde los tiempos de Cristo hasta el siglo XVIII, entre esas dos
áreas los viajeros fueron y vinieron con creciente regularidad, lo cual
produjo la transferencia de muchas ideas culturales. Needham (1954)
señala cantidad de implementos mecánicos y técnicos, tales como la
brújula, el papel, los tipos móviles para imprenta y la ballesta, que
fueron hacia Occidente. Es probable que haya habido otros muchos
rasgos de otras clases que tomaron el mismo camino. Tenemos de
todo esto un conocimiento histórico, pero si no existieran documentos
sería muy poco probable que pudiéramos reconstruir la historia de esta
difusión por medio de una reconstrucción arqueológica. Este ejemplo
se aplica muy bien a nuestro análisis previo sobre la relación entre
indicios arqueológicos e historia cultural, pero aquí queremos señalar
en particular que puede ser extremadamente difícil -y quizás imposible-
localizar cualquier centro o complejo en el mundo de Occidente que
pueda demostrar el origen chino de aquellos diversos rasgos.
Así, en tanto no podemos esperar encontrar con precisión complejos
comparables en el Viejo y el Nuevo Mundo que prueben de manera
inmediata la existencia de contactos transpacíficos, debemos
considerarnos suficientemente afortunados si encontramos algo que
se le asemeje. El tipo de ceramica localizado por Estrada, Meggers y
Evans (1962) en Valdivia, Ecuador, muy semejante a la alfarería Yomon
de Japón, conforma en realidad un complejo de elementos que incluye
formas, rasgos decorativos y terminación de la superficie que pueden
demostrar la existencia de contactos. También el complejo de rasgos
asiáticos que aparece en la costa de Manabí, Ecuador, registrado por
Estrada y Meggers (1961) y cronológicamente ubicado en las fases
Jama-Coaque y Bahía, próximas al comienzo de la era cristiana,
representa también un excelente punto de partida para dilucidar un
contacto concreto.
Para Mesoamérica hasta ahora no se ha descubierto nada de la misma
naturaleza, a pesar de haberse hallado gran número de rasgos
individuales, motivos y procesos técnicos que tienen diverso grado de
parecido con objetos asiáticos y que aparecen en diferentes momentos.
Puede advertirse en esos hallazgos, empero, ciertas pautas referentes
al momento de su primera aparición, las que sugerirían una secuencia
de relaciones con Asia.
Hasta ahora nadie ha sugerido con seriedad un origen asiático para
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se hayan realizado.
En un trabajo anterior (1955) señalé que la travesía por tierra, a través
del estrecho de Bering y que se continuara luego hacia el sur a través
de Estados Unidos, no es tan imposible como pareciera, y que puede
explicar contactos entre China y Mesoamérica. Creo sin embargo que
tal viaje por tierra es mucho más improbable que los que pudieron
haberse realizado a través del Pacífico o navegando a lo largo de la
línea de la costa.
Los comentarios que he de hacer con el fin de discutir un argumento
particular dirigido contra la idea de los contactos transpacíficos, servirán
para cerrar esta exposición. Si los contactos transpacíficos hubieran
ocurrido – se sostiene – se podría esperar que su comprobación se
hubiera presentado más rápidamente que lo que tarda. Con todo el
trabajo realizado en arqueología americana, parecería que los indicios
de tales contactos tendrían que ser más evidentes y haber ocupado su
lugar con facilidad mucho mayor, pese a lo cual aún no existen pruebas
definitivas sobre la efectiva producción de los contactos transpacíficos.
En realidad, la finalidad de este trabajo ha sido contradecir esa opinión.
Estoy convencido de que no es probable que los indicios de contactos
transpacíficos aparezcan con facilidad. Es necesaria una búsqueda
intensa en muchos lugares y por muchos medios, lo cual requiere la
atención de muchos investigadores durante considerable período de
tiempo. Tal investigación, empero, será encarada sólo cuando
comencemos a analizar de manera más completa las premisas sobre
las que se basan las presunciones sobre independencia de las
civilizaciones del Nuevo Mundo. Creo que esto nos conducirá a un
examen más completo de los procesos de la difusión a larga distancia
y de los indicios ya disponibles que nos hacen pensar en la efectiva
producción de contactos transpacíficos.
NOTAS
1
En alemán en el original; se trata de la escuela de los ciclos culturales.
(N. del T.)
2
En el sitio Asia, en la costa del Perú, en un contexto de la etapa que
ha sido llamada “precerámico sin algodóm” (2500 a 1800 A.C.), Engel
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Schurz, William Lytle (1959) The Manila Galleon, Dutton, Nueva York.
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los españoles en sus viajes entre las islas Filipinas y América, desde el
siglo XVI. Aprovechando los vientos prevalentemente occidentales
del norte de Hawai, navegaban hacia California y después a los largo
de la costa hacia el Su; de vuelta tomaban una ruta más meridional,
favorecida por los vientos alisios. De otra parte, no debemos
menospreciar la capacidad navegadora de los pueblos primitivos,
incluso de los neolíticos y, por supuesto, menos de los posteriores.
Sabido es que los polinesios construían barcos más grandes y mejores
que los que Colón tuvo a disposición. También los conocimientos
náuticos de los Polinesios estaban muy desarrollados. Por cierto que
alrededor del año 2000 a.C., no existían aún los Polinesios como etnia
y en general, el pacífico oriental no estaría poblado en esa época.
Pero el mundo insular de Oceanía occidental es la patria de muy
antiguas culturas, en parte hasta preoneolíticas. Se de debe aceptar
que los pobladores de esta zona eran excelentes marinos ya en el
tercer milenio a.C., De otra manera no habrían podido realizar los viajes
a Polinesia, cuyo poblamiento- no obstante las equivocadas ideas de
Heyerdahl- no se realizó desde América, sino desde el oeste. También
sabían cómo volver de América. La difusión precolombiana de la papa
dulce de América en Oceanía, es tal vez un indicio en favor de esta
suposición.
El segundo argumento principal contra la posibilidad de influencias
neolíticas y más recientes del Viejo Mundo de nuestro continente, re-
side en la observación que varios de sus más importantes bienes
culturales no se hallan en el hemisferio occidental. Entre ellos
descuellan los cereales como el trigo y la cebada, tan antiguos en
oriente o como el arroz, cereal clásico del suroeste asiático y China
desde unos 500 años. Además, faltan en América los animales
domésticos asiáticos, excepto el perro y los dispositivos tan útiles como
la rueda y el carro. Pero estos hechos no pueden ser considerados
como decisivos si se observa la caprichosa manera como se realizo la
difusión de muchas invenciones, hasta el Viejo Mundo. La rueda y el
carro eran conocidos en Mesopotamia ya a finales del siglo cuarto a.C.
No obstante, no llegaron al cercano Egipto antes de más o menos
1600 a.C., es decir, con atraso de 1500 años. Por lo demás,
curiosamente existen en México antiguos juguetes sobre ruedas. El
traslado de animales domésticos a América por el Pacífico habrían
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BIBLIOGRAFÍA
Coon, Carleton S. (1962), The Story of Mani: From the Firts Humam to
primitive Culture and Beyond, 2º ed. Rev. Alfred A. Knopf, Nueva York.
Hough, Walter (1914), Culture of the Ancient Pueblos of the Upper Gila
River Region, New México and Arizona, U.S.Natl. Mus. Bull., mº 87,
Washington, D.C.
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GENERALIDADES
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EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA
¿ QUÉ ES LA GEOGRAFÍA ?
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EL CONTENIDO DE LA GEOGRAFÍA.
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- elemental: aflo-
ramiento rocoso
Región natural - estructural: Los
Andes
- climático; trópi-
cos
Morfología
Física Climatología
Hidrología
Geografía
General
Demográfica y social
Humana
Geografía económica
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DEFINICIÓN DE LA GEOGRAFÍA
LA TRADICIÓN FÍSICA
LA TRADICIÓN ESPACIAL
LA TRADICIÓN REGIONAL
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LA TRADICIÓN ECOLÓGICA
CONSOLIDACIÓN Y SISTEMATIZACIÓN DE LA
GEOGRAFÍA
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Se sitúa en la tradición racionalista del siglo XIX. Se sabe que tuvo una
formación extraña, primero enfocada hacia lo que en Alemania enton-
ces se llamaba economía, y que no tenía nada que ver con la econo-
mía política que acababa de aparecer en Francia con los fisiócratas y
en Inglaterra con Adam Smith. Se trataba de una amalgama confusa
de contabilidad y de fórmulas técnicas que tuvieron influencia en su
curiosidad y le permitieron sin duda abordar todos los aspectos de una
sociedad cuando estuvo en América, pero que no tuvieron influencia
profunda en su personalidad. Su orientación filosófica la adquirió en
los salones judíos de Berlín, que se había convertido en el centro de la
vida intelectual berlinesa, así como de su corta estancia en la Univer-
sidad de Götinga.
Su formación científica hizo de él un físico y un naturalista. La adquirió
en la Escuela de Minas de Freiberg, que acababa de ser fundada. La
adquirió sobre todo por un inmenso trabajo personal que le permitió en
particular pasar de los terrenos de la física y de la mineralogía, en los
cuales había trabajado casi exclusivamente al principio, al terreno de
la botánica, que tanto influyó en su pensamiento geográfico.
Durante sus estudios había conocido a Georg Foster, un alemán que
había seguido a su padre en los viajes del capitán Cook. Este encuen-
tro fortaleció el deseo que ya tenía Humboldt de lanzarse a la explora-
ción científica, confirmo su vocación de geógrafo y contribuyó, en otro
terreno, a impulsarlo al liberalismo político, en el momento que la Re-
volución Francesa conmocionaba a toda la sociedad europea.
Las ideas de Humboldt empezaron a ser conocidas con la aparición de
los volúmenes en los que ordenaba el resultado de sus cinco años de
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te con las ideas de Darwin, sobre las que incluso llego a publicar un
comentario en 1869, enterándose también durante el tiempo que du-
raron sus estudios en la Universidad de Jena por la obra de Haeckel,
profesor de Zoología de aquella universidad y creador de la ecología.
De el procedieron, sin duda, muchos planteamientos ratzelianos sobre
las interacciones entre los organismos vivos y el medio ambiente.
Ratzel sigue en diversos aspectos ideas que proceden de Carlos Ritter,
así mismo se separa de él y sigue caminos que enlaza sobre otras
preocupaciones y otras concepciones. Ratzel, sobre todo critica a Ritter
por no haber sabido dar un método a la geografía para estudiar proble-
mas humanos: “a Ritter que dio al estudio de la antropogeografía nota-
ble impulso, le falto una sola cosa, pero importantísima: no indico prác-
ticamente como estos problemas deberían abordarse”
En la base de la visión geográfica de Ratzel se encuentra su concep-
ción orgánica de la tierra, que lo conduce a su planteamiento integrado
de fenómenos vitales - “concepción orgánica “ o “biogeografica” - y
que hace a Ratzel no solo el primer geógrafo que identifica geografía
con ecología humana. La concepción de la tierra que considera el ele-
mento sólido, liquido y aéreo, al igual que toda forma de vida que de
ellos emane y en ellos florezca, como un todo inseparable, unido con
la historia y por acciones reciprocas ininterrumpidas. Ratzel se opone
al enfoque científico que conduce a considerar separadamente los di-
ferentes aspectos de la vida en el planeta.
Ratzel constituye un buen esfuerzo por conjugar el enfoque positivista
por una parte y la necesidad de unir la geografía física y humana, a fin
de dar identidad y hacerle un sitio en el campo de la ciencia. Las ideas
esenciales en su obra Antropogeografia proceden fundamentalmente
de la convergencia entre su concepción orgánica o biogeografica, su
preocupación por los problemas de la difusión y migraciones.
La actitud positivista lo conduce a la transferencia de conceptos y teo-
rías de las ciencias naturales a las ciencias humanas que encuentra
su más acabada expresión en la utilización que Ratzel hizo de concep-
tos biológicos y ecológicos para interpretar hechos de geografía políti-
ca. Su punto esencial en este aspecto es la teoría del “ espacio vital “.
En su estudio de la distribución espacial de los seres vivos Ratzel ob-
serva que “ entre el movimiento de la vida, que nunca reposa, y el
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que reconstituya lo individual y que capte los tipos, es decir, “el conjun-
to de caracteres constantes que tiene relación funcional uno con otro,
o sea que varían correlativamente y se acompañen constantemente”.
La oposición entre la explicación generalizante positivista - que ahora
se considera propia de las ciencias de la naturaleza, y que consistirá
en establecer la conexión causal entre los fenómenos de la experien-
cia sensible y la comprensión historicista, es un elemento básico de la
reacción metodología. Conduce a la aceptación en el conocimiento
científico de facultades que no serian admisibles para un positivista,
tales como la intuición, la sensibilidad o el sentimiento poético.
La introducción del desarrollo histórico como elemento esencial en la
realidad social de algo implica, la aparición de lo particular y de lo
singular como objetivo del conocimiento científico. De una manera
concreta, el objetivo de las ciencias humanas consistiría, pues, en apre-
hender lo singular, lo individual de la realidad historico-social, conocer
las regularidades que actúan en su producción, establecer fines y nor-
mas de su desarrollo.
Pero para que esta aprehensión de lo singular pudiera ser considera-
da científica con el mimo rango que la cientificidad generalizante de
las ciencias de la naturaleza, hacia falta justificar teóricamente la posi-
bilidad de esa ciencia de lo singular.
Esta fue tarea a la que se dedico Wilhem Windelband ( 1894 ), resuci-
tando la distinción kantiana entre clasificaciones lógicas y físicas, es-
cribe, citando Kant:
“podemos referirnos a nuestras percepciones bien de acuerdo con
conceptos, bien según el tiempo y el espacio en que se encuentran
realmente. La clasificación de las percepciones según los conceptos
es lógica mientras la que se realiza según el tiempo y el espacio es
una clasificación física. Por la primera obtendremos un sistema de
naturaleza, tal como el de Linneo, y por la segunda una descripción de
la naturaleza “
Windelband clasifico las ciencias de la experiencia en nomoteticas e
ideográficas, Las primeras se preocuparían por la constante y perma-
nente, y tratarían de descubrir las leyes de la naturaleza, mientras que
las segundas se interesarían por lo único o singular, por los hechos o
acontecimientos, por las condiciones circunstanciales en el tiempo y
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en el espacio.
La oposición entre naturaleza y espíritu, correlativamente, la distinción
entre ciencias naturales y humanas planteaba a la geografía recién
institucionalizada un grave problema, por el peligro de disgregación
entre una geografía física, que tenía ya un fuerte arraigo en la discipli-
na, y otra humana, que iniciaba un rápido desarrollo tras el primer
intento de sistematización realizado por Ratzel. “este dualismo entre
lo físico y lo humano suponía una seria amenaza para la continuidad
de la disciplina “.
Frente a este dualismo “ amenazador “, la geografía se configuro como
la mas segura vía para la supervivencia de la disciplina. La propia
tradición geográfica, por un lado y las aportaciones teóricas del
historicismo, por otro, facilitaron los fundamentos para este camino
integrador. Y la afirmación del carácter ideográfico de la geografía per-
mitió resolver los problemas del conocimiento que se presentaban.
La consideración de la geografía como una disciplina de los singular
era fácilmente aceptable porque, en este sentido, podía esgrimirse
explícitamente el pensamiento Cantina. Efectivamente, Kant había alu-
dido a la geografía al exponer su distinción entre clasificaciones lógi-
cas y físicas. Para el, según la clasificación física “las cosas se consi-
deran de acuerdo a su localización sobre la tierra “, mientras que el
sistema ” hace referencia a su lugar en su clase, la descripción geo-
gráfica de la naturaleza muestra donde aparecen en la tierra “ se con-
sidera el marco de naturaleza, la tierra misma y los lugares en que las
cosas se encuentran realmente, en contraste con los sistemas en que
se pregunta no sobre el lugar de nacimiento, sino sobre la similitud de
las formas, geografía e historia aparecen hermanadas en el pensa-
miento Kantiano como ciencias aparte: la historia y la geografía po-
drían ser denominadas, por así decir, una descripción, con la diferen-
cia de que la primera es una descripción según el tiempo y la segunda
una descripción según el espacio. De aquí que la historia y la geogra-
fía aumenten nuestro conocimiento respecto al tiempo y el espacio
......La historia, por consiguiente, difiere de la geografía solo respecto
al tiempo y al espacio. La primera es, como se ha señalado, una rela-
ción de acontecimientos que se suceden en el tiempo, la otra una rela-
ción de hechos que se dan unos juntos a otros en el espacio, La histo-
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NOTAS
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El presente texto se elaboró a partir de los siguientes trabajos: Josefina Mendoza EL PEN-
SAMIENTO GEOGRÁFICO, Vila Valenti INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO TEÓRICO DE
LA GEOGRAFÍA, Michel Foucault LAS PALABRAS Y LAS COSAS, Beltran Russel OBRA
COMPLETA, Horacio Capel FILOSOFÍA Y CIENCIA EN LA GEOGRAFÍA, Tim Unwin
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