DICCIONARIO DE
Mónica Szurmuk
ESTUDIOS CULTURALES DICCIONARIO DE
LATINOAMERICANOS
ESTUDIOS CULTURALES
coordinación de
coordinación de LATINOAMERICANOS
MÓNICA SZURMUK Y ROBERT MCKEE IRWIN
coordinación de
MÓNICA SZURMUK Y ROBERT MCKEE IRWIN
CULTURALES LATINOAMERICANOS
DICCIONARIO DE ESTUDIOS
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en
repres
lingüística
y
teoría literaria
DICCIONARIO
DE ESTUDIOS CULTURALES
LATINOAMERICANOS
COORDINACIÓN DE
MÓNICA SZURMUK Y ROBERT MCKEE IRWIN
HM621
D53
2009 Diccionario de estudios culturales
latinoamericanos / coordinación de
Mónica Szurmuk y Robert McKee
Irwin ; colaboradores, Silvana
Rabinovich ... [et al.]. — México :
Siglo XXI Editores : Instituto Mora,
2009.
332 p. — (Lingüística y teoría
literaria)
ISBN: 978-607-03-0060-8
1. Cultura — Diccionarios.
2. Cultura — América Latina —
Diccionarios. I. Szurmuk, Mónica,
ed. II. Irwin, Robert McKee, ed. III.
Rabinovich, Silvana, colab. IV. Ser.
isbn 978-607-03-0060-8
se imprimió en
litográfica tauro
andrés molina enríquez 4428
col. viaducto piedad,
08200, méxico, d. f.
AGRADECIMIENTOS
[7]
PRESENTACIÓN
[9]
10 PRESENTACIÓN
I. GENEALOGÍAS
Uno de los puntos más álgidos del debate sobre la validez de los estudios
culturales como un emprendimiento intelectual que puede ofrecer recursos
14 PRESENTACIÓN
mecanismos del poder y su relación con el saber). Esta línea concibe la cultu-
ra como discursos semiautónomos que son susceptibles a análisis ideológicos.
Otros intelectuales franceses que han impactado los estudios culturales lati-
noamericanos son Michel de Certau (tácticas cotidianas que no obedecen a las
instituciones hegemónicas), Gilles Deleuze (teorías sobre conceptos como la
desterritorialización y la esquizofrenia, y del rizoma como modelo de pensa-
miento) y Pierre Bourdieu (estudios sobre las relaciones entre las estructuras
sociales y las prácticas de los sujetos que operan dentro de ellas).
1
Kraniauskus, “Carlos”, 1997, p. 111.
PRESENTACIÓN 23
2
<www.uasb.edu.ec/progacad/maestria/estudioscultura.html>.
3
<http://www.globalcult.org.ve/Program.htm>.
PRESENTACIÓN 27
han asumido una postura más práctica que política y se encargan de formar
profesionales que se desempeñen en agencias o fundaciones culturales y en
las industrias culturales. Para los estudiantes a quienes estos programas se
dirigen, los que busquen una “formación de agentes culturales” (Olmos: 145),
es importante no sólo entender qué y cómo comunica la cultura, sino también
explorar cuestiones de historia, economía, leyes, promoción y administración
de la cultura. En este contexto, los estudios culturales se entienden no sólo
como una metodología crítica sino también como una guía a la infraestruc-
tura de los medios diversos (tanto públicos como privados) de creación, di-
seminación, consumo y preservación cultural. Aunque la mayoría de los es-
tudiantes se insertan en una infraestructura nacional o regional de agencias
culturales, son informados de los mecanismos globalizados que inevitable-
mente afectan los ámbitos regionales.
El concepto que da forma a estos programas es el de “Gestión Cultural”,
materia de capacitación promovida por la UNESCO desde los años setenta y
actualmente fomentada en América Latina por la Organización de Estados
Iberoamericanos (Stenou: 9). Cuenta este campo desde 1997 con su propia
organización profesional, la Red Iberomericana de Centros y Unidades de
Formación en Gestión Cultural (IBERFORMAT), la que provee un punto de en-
cuentro para anunciar congresos, publicaciones y programas de estudio, y
que organiza seminarios “de formación de formadores en gestión cultural”
para sus miembros (www.iberformat.org/home.php). Esta visión utilitaria no
refleja la aproximación cuestionadora y muchas veces políticamente radical
que se asocia históricamente con los estudios culturales y para muchos es un
proyecto totalmente ajeno al de estudios culturales latinoamericanos.
Sin embargo, si bien los programas de gestión cultural se beneficiarían
de una aproximación más crítica al estudio de la cultura, los programas más
ortodoxamente críticos de estudios culturales, que a veces se enfocan casi
exclusivamente en la teoría crítica, serían más abarcadores e intelectualmen-
te completos si tomaran en cuenta los aspectos más funcionales de la cultura
enfatizados por los programas de gestión. No obstante estas diferencias fun-
damentales en conceptualización, los programas de gestión finalmente son
instrumentos de la cultura hegemónica estatal, muchos de los términos y
conceptos que se manejan en los diplomados de gestión coinciden con los de
los estudios culturales: los programas en gestión cultural, en efecto, casi siem-
pre incorporan módulos de estudio sobre la misma teoría crítica que funda-
menta los programas más “tradicionales” de estudios culturales. En los pro-
gramas de gestión, la cultura se entiende como “recurso”, noción elaborada
por George Yúdice como “mucho más que una mercancía: constituye el eje
de un nuevo marco epistémico donde la ideología y buena parte de lo que
28 PRESENTACIÓN
narias exhibe una creatividad inaudita. Estudios que hubieran sido impensa-
bles hace una generación ahora surgen desde disciplinas diversas bajo la
rúbrica de los estudios culturales. La cultura popular y de los medios masivos
se discuten en espacios compartidos por investigadores de formaciones dis-
tintas, como en Rockin’ las Americas: The Global Politics of Rock in Latin/o
America, libro coeditado por una antropóloga, un crítico literario y un histo-
riador (Pacini Hernández, et al.). Los textos –ahora visuales, musicales, audi-
tivos, corporales– se analizan desde perspectivas y metodologías distintas,
pero en espacios no cerrados por fronteras disciplinarias, como es el caso de
Galerías del progreso: museos, exposiciones y cultura visual en América Latina,
coeditada por Beatriz González Stephan y Jens Andermann, o Everynight Life:
Culture and Dance in Latin/o America, coeditado por Celeste Fraser Delgado
y José Esteban Muñoz. En la actualidad, conceptos generales de debate teó-
rico como género, sexualidad, raza, criminalidad, memoria, subalternismo,
migración, locura, frontera, etc. abren estos espacios de diálogo interdiscipli-
nario, en textos como Sexo y sexualidades en América Latina, editado por el
crítico literario Daniel Balderston y la historiadora Donna Guy.
Aparte de estas obras colaborativas, las monografías de investigadores
individuales también resultan cada vez más difíciles de categorizar en térmi-
nos disciplinarios, como ha sido el caso con un sinfín de títulos en años re-
cientes. Algunos ejemplos representativos son: Indígenas mestizos: raza y cul-
tura en el Cuzco, de la antropóloga peruana Marisol de la Cadena; Las salidas
del laberinto: cultura e ideología en el espacio nacional mexicano, del historia-
dor y antropólogo mexicano Claudio Lomnitz; The Revolutionary Imagination
in the Americas and the Age of Development de la profesora de literatura esta-
dunidense y estudios étnicos, María Josefina Saldaña Portillo; Ficciones so-
máticas: naturalismo, nacionalismo y políticas médicas del cuerpo (Argentina
1880-1910) de la crítica literaria argentina, Gabriela Nouzeilles; The Art of
Transition: Latin American Culture and Neoliberal Crisis de la crítica literaria
estadunidense Francine Masiello; Músicas locales en tiempos de globalización
de la etnomusicóloga colombiana Ana María Ochoa.
ni derecho a ser consultados sobre la validez de las categorías que los descri-
ben o interpretan (Intersectando).”
4
<www.nclr.org/content/publications/detail/31926/>.
38 PRESENTACIÓN
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42 PRESENTACIÓN
[43]
44 ALTERIDAD
les dan origen a las leyes morales y sociales Totalidad) se manifiesta como escucha del
del Levítico, y a partir de allí a los reclamos otro, esto supone al menos que el otro tiene
de los profetas. Sin embargo, esta tétrada bí- voz y palabra; luego, esta lectura de la ética
blica no sirve para definir la alteridad, sino heterónoma levinasiana a través de Dussel,
para evocar una subjetividad responsable se revela problemática. Ésta no es una de-
por el otro desde tiempos inmemoriales. fensa de la ética de Levinas en detrimento
Dicha responsabilidad heterónoma no res- de las capacidades de la literatura en tanto
ponde a la voluntad del sujeto responsable maestra de ética. Por el contrario, intenta-
sino que es constitutiva de la subjetividad. mos subrayar la relación íntima entre ética
Así, el término “sujeto” debe ser entendido y literatura en el pensamiento del filóso-
como participio pasado, sujetado al otro por fo, que en repetidas ocasiones dice haber
la lengua y el tiempo que no son de su pro- aprendido lecciones de ética precisamente
piedad sino que vienen de otros y se trans- de autores como Shakespeare, Dostoievski,
miten a aquellos que vendrán. parte de una larga lista en la que se incluye
Desde los años setenta Enrique Dussel, Kafka, Rimbaud y Celan también. La ética
primero en Argentina y después en México, heterónoma de Levinas no pretende volver-
trató de traducir la ética heterónoma a la fi- se una política programática, sin embargo,
losofía de la liberación latinoamericana. Su sin ser tampoco teoría política, al poner en
ética se debe en buena parte a las inquietu- cuestión la autonomía, es un pensamiento
des que le produjo la lectura temprana de la político.
obra de Levinas de 1961. En su Ética de la En las culturas cuya cuna es Occidente
liberación (1998), el filósofo sigue refirien- la obsesión por el otro tuvo muchas formas,
do a Levinas para aproximarse a ese “otro” tal vez podamos resumirla bajo la pregunta
que en su pensamiento no deja de responder algo paródica “¿por qué el otro es Otro y no
por la tétrada bíblica, pero que en América más bien un otro Yo?” En términos políticos
Latina pone énfasis en los excluidos (las esto se traduce por guerra, conquista, colo-
mujeres que son asesinadas sistemática- nización y cuando esto se revela insosteni-
mente en Ciudad Juárez, por ejemplo), las ble: genocidio (Todorov).
víctimas, que son el indigente, el indígena. La inquietud no cesa: los filósofos son
Esas mayorías numéricas que por los aza- parte activa en el universo transtextual.
res eufemísticos suelen llamar “minorías” y Como es sabido, la poesía puede decir mu-
cuyo apelativo se debe posiblemente a ser cho más de lo que la filosofía quiere decir:
considerados “menores” en el sentido de in- “Yo es otro” sentenció Rimbaud. El verbo
fans, sin derecho a la palabra. Esto recuerda revela que no se trata de mera alienación (en
el discurso del EZLN en Nurio, Michoacán, ese caso estaría conjugado en primera per-
del 4 de marzo de 2001: “Somos un objeto sona). Esta frase dice la pasividad misma:
de decoración, un adorno vistoso y olvidado por causa del verbo conjugado en la tercera
en una esquina de la sociedad. Somos un persona, el objeto señorea sobre el sujeto
cuadro, una foto, un tejido, una artesanía, gramatical; el sujeto se vuelve rehén del ob-
nunca un ser humano.” El proyecto de libe- jeto. La jerarquía gramatical es alterada, ya
ración de Dussel –cuyo objetivo es “superar” no se puede distinguir sujeto de objeto: esta
desde América Latina al pensamiento críti- expresión poética produce la emergencia de
co– es leído por Doris Sommer en Proceed lo intersubjetivo en el seno mismo de la sub-
with Caution When Engaged by Minority jetividad. El verbo copulativo pierde el sen-
Writing in the Americas, un sensible texto tido reductor de la alteridad.
de estudios culturales que pone de relieve El poeta logró decir más fuerte aquello
problemas de alteridad. En dicho trabajo, la que los movimientos sociales forjaron como
interpretación dusseliana de Levinas eclip- consignas del desgarramiento: “todos so-
sa a la concepción del lenguaje de la ética mos... el otro” (“judíos y alemanes” dijeron
heterónoma, entendiendo que a diferencia jóvenes y obreros en el mayo francés (ante
de la literatura, en la filosofía de Levinas el la discriminación sufrida por el líder estu-
otro sigue privado de palabra. Sin embar- diantil Daniel Cohn-Bendit), “Marcos” dije-
go, si el “decir” levinasiano (en la noción ron los mexicanos –“indios”, hubieran pre-
heterónoma del lenguaje desarrollada en ferido oír otros–, “judíos” fue la palabra
ALTERIDAD 45
performativa del gobierno danés ante el re- quien te engendra. Son los muertos” y más
clamo del tercer reich de discriminar a “sus” adelante, en un eco lejano de Rimbaud
judíos con la estrella amarilla). La primera “Soy esos otros /También”. Porchia lo dice
persona del plural sigue obsesionando al su- de forma aforística, poniendo en cuestión
jeto autónomo, por ejemplo en México. el conocimiento que no deja de ser un acto
Según relata Carlos Lenkersdorf, en lengua de fe, incluso de credulidad, por su compro-
tojolabal se dice “uno de nosotros cometi- miso con la vida y con el porvenir, al decir
mos un crimen” (y no, como esperaría la en una de sus Voces “Si yo hubiera creído
moral autónoma: “uno de nosotros come- que lo otro era lo mismo, mi vida no habría
tió...”). Esto alude, según demuestra el an- tenido ninguna extensión”. Y aquí “vida” y
tropólogo (y tal como se puede constatar en “extensión” son sinónimos.
otras culturas vecinas, como la maya-quiché El esfuerzo por pensar la alteridad no es
de Guatemala), a una concepción del sujeto propiedad exclusiva de filósofos, poetas o
que tiene en cuenta al Otro en el Yo bajo el psicoanalistas; los antropólogos han dado
signo de la responsabilidad. Es una respon- lecciones de alteridad. Roger Bartra, a pro-
sabilidad heterónoma que, en el caso de los pósito del quinto centenario de la conquista
mayas, porta la memoria de sus muertos de América, escribió un libro memorable en
bajo la propia piel. el que la alteridad es abordada desde ambas
Así, la filosofía de la historia benjaminia- orillas: desde el Mismo y desde el Otro. El
na (en consonancia con la temporalidad le- título es elocuente: El salvaje en el espejo su-
vinasiana) compromete al historiador con giere un reflejo inesperado que da una vuel-
un pasado que le es inherente sin ser propio, ta completa a la civilización europea a tra-
sin haber sido jamás su presente. La respon- vés de la invención de su salvaje, un
sabilidad para con los muertos es inabroga- torbellino de civilización y barbarie, de mito
ble y en eso coinciden las diversas voces de y logos. En su brillante investigación, el an-
la alteridad. De este modo, la segunda tesis tropólogo mexicano dice haberse percatado
de la filosofía de la historia, escrita en ale- de estar asistiendo a la creación misma de
mán (por Walter Benjamin a la sombra de la noción del Otro. Y al modo de quien aus-
la desesperanza producida por el pacto de culta (es decir, escucha y no sólo ve), reba-
Hitler y Stalin en la segunda guerra mun- sando el afán de diagnosticar, con la espe-
dial) que versa que “ni siquiera los muertos ranza de que su escritura resuene, da su
están a salvo del enemigo cuando éste ven- palabra al porvenir:
ce”, si la traducimos al español en Guatemala, “Esta obsesión occidental por el Otro,
se descubre como experiencia vivida en re- como experiencia interior y como forma de
lación con los desaparecidos, en el marco de definición del Yo, ha revelado la presencia
una cultura quiché que considera a los vivos de otras voces: El Otro ha ocultado al otro.
en –viva– relación con sus muertos. Mi esperanza es que, en la medida en que
La constitución del sujeto por la alteridad el hombre occidental comprenda la natura-
es pensada en culturas diversas. La relación leza mítica del salvaje europeo, pueda en-
con los muertos en México y Guatemala es frentar la historia del tercer milenio, una
vital. En el Río de la Plata poetas como historia cuyas desgracias previsibles e im-
Jorge Luis Borges o Antonio Porchia pensa- previsibles tal vez puedan ser atenuadas, o
ron la trascendencia del sujeto en una suje- incluso evitadas, si el Occidente aprende
ción al otro que va en todas las direcciones por fin que hubiera podido no existir, sin
del tiempo: los muertos en los vivos, los vi- que por ello los hombres sufrieran más de
vos en los que vendrán, los que vendrán en lo que sufren hoy por haber perdido tantos
los muertos y en los vivos, los muertos en caminos que quedaron abandonados tan
el porvenir. En términos filosóficos resuena sólo para que, si acaso, la voz melancólica
la heteronomía levinasiana que dice que al de algunos poetas o la curiosidad de raros
hijo no lo tengo, sino que lo soy, siempre eruditos los evoque. La Europa salvaje nos
y cuando entendamos al verbo “ser” bajo enseña que hubiéramos podido ser otros...”
el signo de la pluralidad, contrariamente a (Bartra, Salvaje: 193)
su sentido eleático o de identidad. Borges Es alarmante constatar que “el Otro ha
escribe en un poema “Al hijo”: “No soy yo ocultado al otro”, esto es, que la especu-
46 ALTERIDAD
lación por marcar el límite entre el Mismo OBRAS DE CONSULTA. Bajtín, Mijaíl, Yo también soy,
y el Otro, encubre a la injusticia y llega a ser México, Taurus, 2000; Bartra, Roger, El salva-
asesina (en un ajuste del aforismo de Porchia je en el espejo, México, Universidad Nacional
citado antes). La frontera entre el Mismo y Autónoma de México/Era, 1992; Benjamin,
el Otro está custodiada por la ilusión de Walter, “Tesis de la filosofía de la historia”, en
identidad pura, cercada por la “experiencia Angelus Novus, Barcelona, Edhasa, 1971, pp.
interior” en su afán de definir al Yo. La “expe- 77-89; Derrida, Jacques, “La différance”, en
riencia interior”, ignorante del prefijo “ex” Márgenes de la filosofía, Madrid, Cátedra, 1989,
que acentúa la ética heterónoma, tiene por pp. 37-62; Dussel, Enrique, Ética de la libera-
forma más conocida al empirismo, cuyo ob- ción, Madrid, Trotta, 1998; Ejército Zapatista
jetivo de conocimiento opera la reducción de Liberación Nacional, “Al Congreso Nacional
de lo Otro a lo Mismo, y luego, en el plano Indígena: el dolor nos une y nos hace uno”,
político el “otro” queda eclipsado por el <http:// palabra.ezln.org.mx/ comunicados/
“Otro”. Este entrecruzamiento entre civili- 2001/> 2001_03_04.htm; Lenkersdorf, Carlos,
zación y barbarie trazado por Bartra (anun- “El mundo del nosotros”, en E. Cohen y A. M.
ciado por Benjamin en su séptima tesis en Martínez de la Escalera, coords., Lecciones de
pleno auge del nazismo), alerta contra la Extranjería, México, Siglo XXI Editores, 2002,
locura de la pureza –que llega a América en pp. 147-153; Levinas, Emmanuel, Totalidad
el siglo XVI y cuyos estertores conoció des- e infinito, Salamanca, Sígueme, 1987 (orig.
carnadamente el siglo XX. Hay una canción 1974); Nietzsche, Friedrich, Sobre verdad y
popular que condensa los “ecos de alteri- mentira, Madrid, Tecnos, 2003; Rosenstock-
dad” anunciados al comienzo de este artícu- Huessy, Eugen, The Origin of Speech, Norwich,
lo y desarrollados en el mismo, que resume Vermont, Argo Books, 1981; Rosenzweig,
al Otro en el Yo, que sólo se entiende como Franz, La estrella de la redención, Salamanca,
“yo” sujetado al “otro”, a ese tiempo plural Sígueme, 1997; Sommer, Doris, Proceed with
que sólo cobra sentido en los otros. Esa can- Caution When Engaged by Minority Writing
ción alude a una “mezcla” –de lenguas y in the Americas, Cambridge, Massachusetts,
etnias– que al decir lo plural, conjura el pe- Harvard University Press, 1999; Todorov,
ligro de la fusión: “en lo puro no hay futuro/ Tzevetan, Nosotros y los otros: reflexión so-
el futuro está en la mezcla/ en la mezcla de bre la diversidad humana, México, Siglo XXI
lo puro/ que antes que puro fue mezcla” Editores, 1991.
(“En lo puro no hay futuro” del grupo Jarabe
de Palo). [SILVANA RABINOVICH]
campo cultural la latinoamericana, que le daba inesperada
visibilidad, la literatura se volvió un objeto
La temporalidad que marcó los estudios de especialmente dúctil para pensar los proble-
la cultura de los años cincuenta y sesenta en mas culturales a los que la ficción trataba,
América Latina estuvo ligada a una mirada simbólicamente, de responder. Ángel Rama
política articulada por el pensamiento mar- es el hombre clave que reúne una cantidad
xista y por el impulso de las revoluciones de de proyectos y discursos intelectuales diri-
la época, anticoloniales y radicales; esa mi- gidos a reflexionar sobre la cultura latinoa-
rada estaba especialmente interesada en la mericana desde la idea de la heterogeneidad
historicidad de los procesos que servían cultural. Sus proyectos se enunciaban en
para definir a una determinada cultura y, términos de “multitemporalidad”, de tiem-
correlativamente, a las relaciones entre cul- pos densos, de sincronía. Quizá un libro
turas. Las ideas de cambio, crisis, transfor- de cierre de esa concepción de la cultura,
maciones, vanguardias, rupturas, estuvieron publicado en 1985, La literatura latinoame-
por ello ligadas a una temporalidad acelera- ricana como proceso, que reúne a los prin-
da que tenía al cambio como motor y a la cipales representantes de la crítica de ese
vez como instrumento para pensar la histo- momento, resume en su mismo título las
ria y la cultura. La apertura en América preocupaciones del periodo: no sólo se con-
Latina, con la Revolución cubana de 1959, cibe a la literatura como práctica autónoma
de un proceso revolucionario que tenía al y a la vez identitaria sino que la experiencia
tiempo como espacio de realización y difu- de la temporalidad está en el centro de la
sión en América, da cuenta de las expectati- interpretación. Antonio Cornejo Polar enun-
vas y de la fe en el poder de la historia. ció en esos mismos términos, hacia el final
“América Latina” se constituye como una de su vida, y en una suerte de testamento
unidad para ser pensada conjuntamente y crítico, que en los textos latinoamericanos
como alternativa en un mundo dominado “...actúan tiempos también variados; o si se
por polaridades. Tanto las utopías como los quiere, que son históricamente densos por
proyectos revolucionarios del sur del conti- ser portadores de tiempos y ritmos sociales
nente pertenecen al eje de las temporalida- que se hunden verticalmente en su propia
des, y el impulso homogeneizador, moderni- constitución, resonando en y con voces que
zante, de estos procesos requiere pensarse pueden estar separadas entre sí por siglos de
en el tiempo futuro como lugar de todas las distancia” (Cornejo Polar, 1994: 18). Rama
transformaciones. había reordenado en Transculturación na-
Lejos, sin embargo, de un modelo unifi- rrativa en América Latina (1982) gran par-
cador y universalista, el pensamiento crítico te de las ideas de la época sobre la cultura
de América Latina se instaló en el eje de latinoamericana, centrándose en la práctica
la temporalidad para pensar la complejidad literaria, para establecer el modelo de con-
de las culturas de las diferentes regiones. vivencia de tiempos y experiencias: “Al con-
Entre las disciplinas, logró un lugar des- trario, el concepto [de transculturación] se
tacado la crítica literaria. Dotada de una elabora sobre una doble comprobación: por
buena biblioteca marxista y sustentada en una parte registra que la cultura presente de
un fenómeno literario, el boom de la nove- la comunidad latinoamericana (que es un
[47]
48 CAMPO CULTURAL
con lógicas específicas que, a la vez, com- Rama, Antonio Cornejo Polar, Néstor García
parten reglas comunes. Los campos se defi- Canclini, Jesús Martín Barbero, Beatriz
nen a partir del capital que está en juego. Sarlo, Renato Ortiz, Nelly Richard, Oscar
Bourdieu ha insistido mucho en el estu- Terán, entre otros, usaron productiva y crí-
dio de los intelectuales y artistas y, en Amé- ticamente los textos de Bourdieu. Desde la
rica Latina, la idea de campo se ha asimilado sociología, la crítica literaria, la historia, la
a la de campo intelectual en gran parte de antropología, interpretaron la cultura como
los estudios. Los intelectuales han sido defi- un complejo entramado de negociaciones.
nidos como la fracción dominada por la cla- Es probable que una de las categorías de
se dominante; en tanto poseedores de habi- Bourdieu que aportara más al pensamiento
tus de clase, de un elevado capital simbólico, latinoamericanista haya sido la de evitar la
son un elemento dominante del campo cul- tradicional perspectiva “interdisciplinaria”
tural pero, en tanto actores que deben some- (como aportes parciales de diferentes disci-
terse o negociar con instituciones, con los plinas) en favor de estudios que atendieran
actores económicos y con las diferentes ins- a una mirada múltiple, sin tener que dar
tancias de poder, son actores dominados. De cuenta a cada disciplina de su aporte, es de-
esta posición ambigua deriva Bourdieu la cir, una disolución de los límites disciplina-
ambigüedad de los intelectuales y artistas rios para mejor entender objetos complejos,
durante la modernidad. cruzados por múltiples problemáticas.
El campo es una esfera de la vida social En México fue Néstor García Canclini
que se ha autorizado a través de la historia. quien hizo de las categorías de Bourdieu, en
El concepto de institución es fundamental trabajos fundadores de una perspectiva cul-
para entender la dinámica de los campos turalista sobre el presente, un uso más pro-
culturales. Las instituciones son la configu- ductivo. En libros como Culturas híbridas.
ración de relaciones entre actores individua- Estrategias para entrar y salir de la moderni-
les y colectivos. Bourdieu no hace una re- dad (1990), Consumidores y ciudadanos
presentación unívoca del espacio social sino (1995) o Latinoamericanos buscando lugar
una representación pluridimensional por- en este siglo (2002), estableció la idea de
que el espacio social está constituido por campo cultural para interpretar fenómenos
una pluralidad de campos autónomos defi- que cruzaban la experiencia urbana, los pro-
nidos por modos particulares de domina- ductores culturales, las relaciones de la in-
ción. Ciertas formas de dominación son dustria cultural con el capital transnacional,
transversales a los diferentes campos como, la relación entre la cultura letrada y los me-
por ejemplo, la dominación masculina. dios, la organización del pasado, la multi-
Ciertamente, la teoría de Bourdieu trata de culturalidad y el multilingüismo, la idea de
resignificar varias categorías del marxismo nación, los vínculos entre cultura y arte-
clásico (dominación, capital, clase) abrien- sanía en las instituciones estatales. Es a tra-
do su alcance semántico en sociedades más vés de la idea de campo que la pluralidad de
complejas, donde los actores sociales valen un país con múltiples etnias, lenguas, tradi-
de diferentes maneras en diferentes situa- ciones, con vínculos estrechos y desiguales
ciones. En el contexto marxista de la crítica con Estados Unidos, con desordenado cre-
cultural latinoamericana, las categorías de cimiento urbano y, básicamente, con una
Bourdieu resultaron muy útiles para estu- relación conflictiva y ambigua con lo mo-
diar contextos culturales en los que los ac- derno, puede mostrar a la mirada del inves-
tores sociales y las instituciones se caracte- tigador algunas de sus varias caras. Sus es-
rizan profundamente por la inestabilidad y tudios siempre tratan de poner en juego la
la ambivalencia de sus papeles. pluralidad de experiencias y discursos de
Conjuntamente con la relectura de que están hechas las culturas.
Gramsci, los textos de Bourdieu propor- En Argentina fue Beatriz Sarlo quien re-
cionaron elementos para pensar la función interpretó los estudios de la cultura a la luz
intelectual en América Latina. La idea de de las categorías de Bourdieu. Libros como
campo cultural centró los estudios críticos El imperio de los sentimientos: narraciones
en las instituciones y en los sujetos de la cul- de circulación periódica en la Argentina,
tura y sus relaciones. Los trabajos de Ángel 1917-1922 (1985) y Una modernidad perifé-
50 CAMPO CULTURAL / CANON
rica. Buenos Aires 1920 y 1930 (1988) impul- Horacio Pons), Buenos Aires, Nueva Visión,
saron un modelo de cultura como cruce de 2000].
tensiones y como campo de lucha. Las sepa-
raciones clásicas entre cultura de élites y [GRACIELA MONTALDO]
cultura popular o masiva se desarticulan en
sus libros mostrando, como lo hace García
Canclini en los análisis del presente, de qué canon
modo las interacciones entre los diferentes
actores y las diferentes prácticas suponen ANTECEDENTES. El uso de un término como
intensas negociaciones y luchas por el poder canon o como la referencia a lo canónico,
simbólico. en la actualidad se presenta como concepto
Si bien podemos trazar la arqueología de apaciguador y que remite a un espacio que
la idea de campo cultural en el pensamiento institucionaliza, o bien, a una lista que con-
europeo, conviene no olvidar de qué modo glomera, para intentar fijar ciertas normas
gran parte de los análisis culturales de la o valores en un campo cultural. Pero en el
segunda mitad del siglo XX en América término se reúnen algunos antecedentes que
Latina se manejaron con una perspectiva no sólo hacen referencia a las normas o a
cultural amplia tratando de entender la los criterios selectivos sino también a las
complejidad de los diferentes fenómenos. El conductas y acciones de individuos o insti-
registro de una tensión entre los modelos tuciones. Así, en Inglaterra, el “canon laico”
eurocéntricos y las perspectivas nacionales se relaciona con la formación y la transfor-
o regionales marcó a la mayoría de los estu- mación de los cánones cristianos, entendi-
dios críticos sobre América Latina; la cate- dos como señala la Enciclopedia Británica
goría de cultura fue la que iluminó buena en el sentido de “cuerpos de reglas y regula-
parte de los análisis fundadores. Los traba- rizaciones (cánones)” que en cierta forma
jos de David Viñas, Ángel Rama, Antonio guían la conducta de los individuos e insti-
Cornejo Polar, Antonio Candido se cuentan tuciones de ciertas iglesias. Estas normas
entre ellos. son elaboradas por una autoridad eclesiás-
tica dedicada a ese objetivo. En el Diccionario
OBRAS DE CONSULTA. Altamirano, Carlos y Beatriz de la Real Academia Española canon, del
Sarlo, Literatura/Sociedad, Buenos Aires, griego kanon (kan!n), se vincula con regla o
Hachette, 1983; Bourdieu, Pierre, La distinc- precepto, como dogma de la Iglesia católica,
tion: critique sociale du jugement, París, Minuit, como catálogo de textos sagrados y como
1979; Bourdieu, Pierre, Las règles de l´art: genè- parte de la misa (te igitur al Páter noster). En
se et structure du champ littéraire, París, Seuil, las formulaciones de algunos filósofos como
1992; Cornejo Polar, Antonio, Escribir en el John Stuart Mill y Emmanuel Kant, el tér-
aire. Ensayo sobre la heterogeneidad sociocultu- mino canon se vincula con un principio re-
ral en las literaturas andinas, Lima, Horizonte, gulador, por lo que se asocia a un concepto
1994; Foucault, Michel, Les mots et les choses. de invariabilidad. A medida que se relaja
Un archéologie des sciences humaines. París, este sentido restringido, puede pensarse que
Gallimard, 1966 [Las palabras y las cosas: una el canon debate entre la constancia y la al-
arqueología de las ciencias humanas (trad. Elsa terabilidad, por lo cual incorpora el sentido
Cecilia Frost), México, Siglo XXI Editores, de cambio y modificación.
1968]; Pizarro, Ana (coord.), La literatura lati- Un término que en su origen se emplea
noamericana como proceso, Buenos Aires, en el campo religioso y en la música, como
Centro Editor de América Latina, 1985; Rama, composición en que sucesivamente van en-
Ángel, Transculturación narrativa en América trando las voces, repitiendo o imitando cada
Latina, México, Siglo XXI Editores, 1982; una el canto de lo que le antecede, se va
Sarlo, Beatriz, Una modernidad periférica. expandiendo hasta convertirse en lo que
Buenos Aires 1920 y 1930, Buenos Aires, Nueva Harold Bloom señala como “una elección
Visión, 1988; Williams, Raymond, Keywords: A entre textos que compiten por sobrevivir y
Vocabulary of Culture and Society, Nueva York, se interpreta esa elección con lo realizado
Oxford University Press, 1983 [Palabras clave: por grupos dominantes, instituciones edu-
un vocabulario de la cultura y la sociedad (trad. cativas, tradiciones críticas, o como por au-
CANON 51
te, los escritores consagrados en el llamado Años más tarde, se destaca como figura
boom de la novela latinoamericana son to- central de la poesía mexicana a Octavio Paz,
dos varones, blancos, cultos y habitantes de quien se hizo merecedor de una canoniza-
“la ciudad letrada”. La oposición entre un ción internacional al obtener el Premio
canon cosmopolita frente a otro regional o Nobel de Literatura en 1990. En México,
de modelos europeos frente a corrientes neo- Octavio Paz es más conocido por su estudio
indigenistas puede analizarse desde la reti- sobre la identidad nacional El laberinto de la
cencia de José María Arguedas ante la obra soledad (1950), que por su poema canónigo:
de Alejo Carpentier o la de Julio Cortázar. “Piedra de sol”. Los otros escritores laurea-
En la generación posterior, la discusión se dos en nuestra América, además de la ya
centrará en la pertinencia o no de un escri- citada Gabriela Mistral, fue el también poe-
tor como Manuel Puig, quien incorpora en ta chileno, Pablo Neruda, y los narradores
sus novelas materiales considerados propios Miguel Ángel Asturias, guatemalteco, y el
de la subliteratura o de la cultura popular. colombiano Gabriel García Márquez.
Discusión que lleva a considerar el proble-
ma del canon en relación con la ampliación CANON EN MÉXICO. En México se consideran
del corpus literario. En el mismo decenio como los forjadores de una cultura nacional
de los setenta surge, en los países sudame- a los integrantes de la Academia de Letrán
ricanos, la narrativa sobre la dictadura y el y del Liceo Hidalgo, entre ellos Ignacio
exilio que exige nuevas calas de análisis para Ramírez “El Nigromante” e Ignacio Manuel
abordar “lo innombrable” y “lo ominoso” Altamirano, quien delimitó el concepto de
de la violencia institucionalizada. En el si- “literatura nacional”; estos escritores que
guiente decenio, la eclosión de los márgenes militaron en las filas del liberalismo, promo-
(escritura de mujeres, minorías sexuales y vieron en México la lectura de autores ro-
étnicas) tiene repercusiones en la literatura mánticos de origen francés, inglés y alemán,
y en la crítica de la mayoría de los países en un país de mayoría analfabeta.
latinoamericanos; así como la preferencia A finales del porfiriato, el realismo y el
de los lectores por las novelas de corte his- naturalismo se incorporaron a la literatu-
tórico a finales del siglo XX, impulsados por ra canónica con tintes mexicanos en obras
políticas editoriales que promueven premios como: El zarco, Baile y cochino, La bola,
nacionales e internacionales, con campañas Cuarto poder y Santa; esta última novela
publicitarias basadas en la mercadotecnia. considerada como el primer best seller de la
La crítica académica, que había incorpora- literatura mexicana.
do los métodos estructuralistas y lecturas in- El Ateneo de la Juventud es un grupo
manentes de los textos literarios en los años cultural, cuyas actividades se extienden des-
sesenta e inicios de los setenta, resiente un de los tiempos de Porfirio Díaz a la presi-
fuerte impacto con el auge de los estudios dencia de Álvaro Obregón. Sus integrantes
de género y los estudios culturales (tanto en intentaron unir la tradición clásica con los
la vertiente de la crítica literaria feminista, temas nacionales y actuaron tanto dentro
como en los estudios lésbico-gay y los queer del porfirismo como en la revolución y, aun-
studies) y, en los últimos decenios del siglo que se disuelven en dos ocasiones (1914 y
XX, los estudios culturales y poscoloniales. 1924), su influencia se extiende hasta fina-
Desde estas nuevas perspectivas teóricas y les de los años veinte. Entre sus integran-
críticas se releen a autores y textos canóni- tes se encuentran Alfonso Reyes, quien
cos como, por ejemplo, la reelectura de la desarrollará una valiosa labor diplomática
poesía amorosa y social de sor Juana Inés de y cultural, convirtiéndose en el represen-
la Cruz en relación con sus vínculos con la tante del canon literario mexicano; José
virreina Leonor María Carreto, Marquesa de Vasconcelos, ministro de cultura en épocas
Mancera y con las autoridades eclesiásticas de la Revolución y autor del Ulises criollo;
de la época; o la ambigua figura, entre viril y Martín Luis Guzmán, secretario de Pancho
maternal, entre mestiza y criolla, de nuestra Villa y posterior político de la revolución
primer Premio Nobel, Gabriela Mistral, con- institucionalizada, autor de dos textos ca-
siderada como “Maestra de América”, pero nónicos: El águila y la serpiente y La sombra
también como “Madre Nacional” en Chile. del caudillo.
54 CANON
lonial que fue introducida a las Américas de Colombia-Universidad de los Andes, 2000;
por los colonizadores, que fue indispensable Zanetti, Susana, “Algunas consideraciones so-
para la fundación de la cultura nacional au- bre el canon literario latinoamericano”, en en
tónoma y que ha sido propiedad casi exclu- Susana Cella (comp.), Dominios de la litera-
siva de las clases dominantes (2). Beverley, tura. Acerca del canon, Buenos Aires, Losada,
al reconocer tanto la nueva hegemonía cul- 1998, pp. 87-105.
tural de los medios masivos, que tienen la
capacidad de alcanzar a sectores sociales [ANA ROSA DOMENELLA;
mucho más amplios y diversos que la litera- LUZELENA GUTIÉRREZ DE VELASCO]
tura, como la importancia de buscar estra-
tegias para comprender desde la academia
las culturas subalternas de grupos que no ciudad letrada
buscan acceso a las instituciones de la ciu-
dad letrada, adopta una postura “en contra Es un término acuñado por el crítico litera-
de la literatura”, la cual implica, finalmente, rio y cultural uruguayo Ángel Rama (1926-
una afiliación con el proyecto crítico de los 1983), en la obra inconclusa del mismo
estudios culturales. nombre. La ciudad letrada fue publicada
póstumamente en 1984, de manera casi si-
OBRAS DE CONSULTA. Beverley, John, Against multánea en Estados Unidos (Ediciones del
Literatura, Minneapolis, University of Minnesota Norte) y en Uruguay (Comisión uruguaya
Press, 1993; Bloom, Harold, El canon occiden- pro Fundación Internacional Ángel Rama).
tal, Barcelona, Anagrama, 1995; Cella, Susana El libro tuvo varias reediciones posterio-
(comp.), Dominios de la literatura: acerca del res y fue traducido al inglés en 1996 (Duke
canon, Buenos Aires, Losada, 1998; Eliot, T. University Press). Desde su publicación, el
S., Ensayos escogidos (selección y prólogo de volumen, una de las contadas contribucio-
Pura López Colomé), México, Universidad nes latinoamericanas a la teoría cultural,
Nacional Autónoma de México, 2000; Guillory, ha ejercido una perdurable y generalizada
John, Cultural Capital: The Problem of Literary influencia en los estudios culturales lati-
Canon Formation, Chicago, University of noamericanos, en particular en los estudios
Chicago Press, 1993; Gutiérrez Estupiñán, coloniales y del “largo siglo XIX.”
Raquel, Una introducción a la teoría literaria, Esta influencia responde a diversas razo-
México, Benemérita Universidad Autónoma nes. Por una parte, Rama ensaya una am-
de Puebla, 2004; Mignolo, Walter, “Entre el biciosa historia cultural de América Latina
canon y el corpus”, en Nuevo texto crítico, desde la refundación de Tenochtitlán en 1521
año VII, núms. 14-15, 1995, pp. 23-36; Pozuelo hasta el México de mediados del siglo XX. El
Yvancos, José María y Rosa María Aradra libro tiene una rara coherencia de enfoque,
Sánchez, Teoría del canon y literatura española, ya que desarrolla un único problema: el de
Madrid, Cátedra, 2000; Rama, Ángel, La ciudad la “clase” letrada latinoamericana, su cons-
letrada, Hanover, N. H., Ediciones del Norte, titución, consolidación, transformaciones y
1984; Sánchez Prado, Ignacio, El canon y sus ampliaciones, su sorprendente persistencia
formas: la reinvención de Harold Bloom y sus a través del tiempo, la dinámica de sus re-
lecturas hispanoamericanas, Puebla, Secretaría laciones tanto con las metrópolis coloniales
de Cultura, Gobierno del Estado de Puebla, y poscoloniales como con los grupos subal-
2002; Showalter, Elaine, “La crítica feminista ternos sobre los que gravita. Asimismo, el
en el desierto” M. Fe (coord.), Otramente: lec- libro de Rama ensaya un productivo camino
tura y escritura feministas (trad. A. Rodríguez), medio entre la epistemología y el análisis
México, Fondo de Cultura Económica, 1999, estético, para el que Román de la Campa
pp. 75-111; Tomachevski, Boris, “Temática”, acuñó el neologismo “epistética.”
en Tzvetan Todorov (ed.), Teoría de la litera- Finalmente, aunque Rama sea conside-
tura de los formalistas rusos, Buenos Aires, rado uno de los fundadores de los estudios
Ediciones Signos, 1970; Volek, Emil (ed.), culturales latinoamericanos, su práctica
Signo, función y valor. Estética y semiótica escrituraria (en términos “literarios” tanto
del arte de Jan Mukarovsky (trad. J. Jandová), como políticos) está firmemente enraizada
Bogotá, Plaza y Janés-Universidad Nacional en la tradición del ensayo latinoamericano
56 CIUDAD LETRADA
escribir). Incluso cuando parece que la au- lado, performativa por otro) dio origen a la
tonomía intelectual letrada claudica frente peculiar morfología de la ciudad hispano-
al prestigio de las formas metropolitanas, americana, con su subdivisión en damero.
en realidad esas imitaciones (muchas ve- En el centro (la plaza central) de la ciudad
ces monótonas ad nauseam) son prácticas se agrupaban las instancias de poder y de
exitosas y del todo relevantes a su contexto prestigio: la Catedral o la Iglesia, el Palacio
de emergencia. La noción de ciudad letrada Virreinal (luego presidencial o municipal), la
permite entonces analizar la dinámica cul- Audiencia (luego los tribunales) el montepío
tural latinoamericana por fuera de la dico- (luego el Banco), la aristocracia local. Esta
tomía (de linaje romántico) entre imitación concentración optimizaba la administración
de los modelos metropolitanos / originali- y la defensa. Pero, asimismo, la disposición
dad vernácula. Asimismo, permite entrever en el espacio reduplicaba el lugar de cada
cómo la institución letrada fue (y es) mucho sujeto (de cada familia o de cada corpora-
más poderosa, adaptable y relevante de lo ción) al seno de la jerarquía colonial: cuando
que previamente se había concebido. Por lo más alejado, mas lejos del centro (material
mismo, la noción de ciudad letrada permitió y simbólico) del poder. Así, la ciudad hispa-
pensar de manera nueva los desafíos éticos a noamericana colonial (y hasta cierto punto,
los que se enfrenta el intelectual latinoame- la moderna) tuvo una organización anular.
ricano (un tema de enorme relevancia a me- El anillo interior coincide con el núcleo de
diados de los años ochenta donde el surgi- poder, y cada anillo exterior implica un paso
miento del testimonio, por ejemplo, parecía abajo en la jerarquía (sucesivamente criollos
anunciar un cambio radical en la manera pobres, castas, indios).
de concebir la práctica escrituraria). Para Esta reduplicación donde el mapa visible
el Rama de La ciudad letrada, la vinculación de la ciudad reproduce el mapa de la jerar-
entre letra y poder, en tanto violencia epis- quía al seno del imperio fue un proyecto
temológica ejercida por el letrado, es ines- consciente. Rama liga este proyecto a la
capable, y la conciencia de esa vinculación episteme renacentista y al modelo analógi-
debe ser el paradójico punto de partida de co que la regiría, tal como lo describe
toda reflexión. Foucault en Les mots et les choses; une ar-
Esta máquina semiótica llamada ciudad chéologie des sciences humaines (1966), y la
letrada (que operativamente hemos descrito considera un hecho fundacional en la his-
de manera tripartita) tiene una localización toria hispanoamericana. Esta reduplicación
precisa: la ciudad hispanoamericana, de la establece, desde el inicio de la incorpora-
que es a la vez criatura y origen. Para Rama, ción del continente al “Occidente” en for-
la ciudad colonial surgió como un “parto de mación, la primacía de la letra ligada al po-
la inteligencia”. A diferencia de las ciuda- der (los planos, las ordenanzas reales, las
des europeas, formadas a partir de la sedi- actas y protocolos de fundación sobre los
mentación de procesos históricos multise- que se estructura el proyecto urbano) sobre
culares (y en muchos casos multiculturales), la “realidad” colonial. De allí en adelante,
las ciudades coloniales hispanoamericanas cuando esta realidad no se adecue al diseño
fueron cuidadosamente concebidas y pla- letrado, será marginalizada en tanto subal-
neadas como instancias fundamentales en terna o anómala.
la empresa de construcción y expansión del Así, la ciudad letrada, lejos de ser un
imperio español, donde una ínfima minoría mero intermediario burocrático entre el im-
de origen metropolitano (o sus descendien- perio y los recursos y las poblaciones ame-
tes, los criollos) dominaba vastas poblacio- ricanas, legitimó y sostuvo un imperio cuya
nes según las necesidades de la corona. La base militar fue siempre frágil. Controlando
ciudad colonial no se organizó prioritaria- vastas extensiones, poblaciones dispersas y
mente en función de los requerimientos de difícilmente disciplinadas, con potencias ex-
una economía local autosuficiente, sino de tranjeras siempre al acecho, el imperio no
los la economía y la administración impe- podría haber sobrevivido sin la máquina se-
rial. Pero además, la ciudad misma tenía miótica de asiento urbano que “actuaba”
como función hacer visible el Imperio. Esta cotidianamente el imperio desde el despa-
doble necesidad (administrativa por un cho, el púlpito, el atrio o la cátedra. El ba-
58 CIUDAD LETRADA
rroco de Indias es un ejemplo fundamental ficos sociales, dos funciones que no existían
de esta dinámica. de manera separada un siglo antes, y que
Rama no concibe la emancipación del disputan abiertamente el derecho de regular
poder español y las luchas que la siguieron las relaciones sociales en trance de moder-
como una crisis terminal de la ciudad letra- nización). Por otro lado, el mercado de bie-
da (aunque desde luego implicara transfor- nes culturales y la industria cultural pasan
maciones y sustituciones, muchas veces vio- a jugar un papel fundamental, redefiniendo
lentas). Contrariamente al consenso de la relaciones de poder, expectativas y prácticas
historiografía liberal decimonónica, que al seno de la ciudad letrada. Asimismo, se
describió el periodo como épica devenida asiste a un proceso generalizado de demo-
catástrofe, Rama enfatiza cómo los letrados cratización de la cultura, ya que la alfabeti-
criollos adquirieron durante el periodo nue- zación masiva permite el acceso de nuevos
va influencia y nueva legitimidad, ya que la sectores a la tecnología de la letra, que dis-
instancia última de decisión al seno del or- putan el privilegio epistemológico del viejo
den letrado (la corona) ya no residía allende núcleo letrado. Así surgen experiencias
los mares, y había sido reemplazada por “anómalas” como el teatro popular, el folle-
criollos. Si las guerras de independencia tu- tín criollista, el periodismo popular, el par-
vieron efectos centrífugos en muchas ins- tido de masas, instancias todas cuyo funda-
tancias de decisión (la disgregación de los mento es la letra, pero que no se dejan ya
virreinatos en múltiples repúblicas es uno definir del todo de acuerdo a los antiguos
de los ejemplos más obvios, el surgimiento protocolos de inclusión / exclusión de la ciu-
del caudillismo y las guerras civiles entre dad letrada (por ejemplo, la posesión de un
liberales y conservadores, centralistas y fe- título universitario, la pertenencia a ciertos
deralistas son otros), tuvo un efecto induda- clubes o la publicación en ciertos periódi-
blemente centrípeto a otro nivel: eliminó la cos). En esta sección, Rama realiza un no-
referencia transatlántica que descentraba la table trabajo (apoyándose en sus previos
ciudad letrada, y ésta se convirtió (al menos trabajos sobre literatura y modernización en
idealmente) en instancia exclusiva de sobe- América Latina) caracterizando esos desa-
ranía, en tanto origen de las leyes y dictá- fíos, y los modos según los cuales los letra-
menes que regulaban el nuevo orden repu- dos latinoamericanos los enfrentaron. Uno
blicano. Como adláteres de los caudillos, de ellos, fue la apropiación de las culturas
como redactores de las leyes y las constitu- orales previamente marginalizadas en fun-
ciones que definían las nuevas unidades po- ción de una reinvención de las culturas na-
líticas, como abogados y jueces que decidían cionales y una redefinición de su lugar al
los renovados conflictos en torno a la pro- seno de las mismas: estos fueron los casos
piedad o la ciudadanía, como literatos que del americanismo y el criollismo literario.
disputaban la existencia de una cultura na- Otro de esos modos fue la invención de gé-
cional o hemisférica, la emancipación pro- neros históricos (como la “tradición” de
veyó oportunidades para la expansión y re- Ricardo Palma o las novelas memorialistas
definición de la ciudad letrada. como Juvenilia de Cané o La gran aldea de
Los desafíos que la emancipación no pre- López) que recuperan un pasado en trance
sentó, los presenta sin embargo la moderni- de desaparición, o de géneros que traducen
zación que tuvo lugar a partir del último (y por ello reterritorializan) a partir de los
tercio del siglo XIX. Por un lado, la exitosa códigos letrados las nuevas realidades (como
incorporación de América Latina al orden la crónica urbana o de viajes). Las revolu-
capitalista global del XIX en tanto productor ciones (la mexicana y, sorprendentemente,
de materias primas para la exportación, pro- la uruguaya) que inauguran el siglo XX son
dujo el crecimiento y la diversificación ace- el último avatar de la ciudad letrada que
lerada de la población de las ciudades (efec- Rama analiza, avatar que, aunque prolonga
to de migraciones internas y externas) y de el prestigio de la letra al seno de las socie-
la infraestructura productiva y administra- dades, también permite avizorar rupturas
tiva al interior de esas ciudades. Surgen por cruciales. Quizá el intento más radical para
ello sectores cuyas prácticas letradas son prolongar el impulso de La ciudad letrada,
apenas compatibles (literatos contra cientí- ya que prolonga la historia cultural latinoa-
CIUDAD LETRADA 59
mericana a partir de esas líneas de fisura, no hacen de la letra (o de las instancias do-
sea el reciente volumen de Jean Franco The minantes de producción y recepción de la
Decline and Fall of the Lettered City (2002) letra) su centro (cultura audiovisual o digi-
que podríamos concebir como verosímil la tal, testimonio, grafitti, crónica, etc.).
conclusión (esta vez en el registro de la mo- En todo caso, incluso cuando se la con-
nografía académica) que Rama nunca pudo voca para señalar sus límites y excederla, la
dar a su ensayo. El volumen de Franco es- noción de ciudad letrada no ha dejado de de-
tudia cómo, en el marco de la guerra fría, se marcar un horizonte teórico y escriturario.
asiste a la pérdida por parte de la ciudad Un concepto como el de ciudad letrada,
letrada (que en el caso de Franco equivale a que se propone como una clave de interpre-
la literatura y a un sector de las ciencias tación para una experiencia hemisférica
sociales) del privilegio epistemológico sobre multisecular, no podía dejar de atraer críti-
el cual basó su predominio, y su lugar emi- cas de diversa índole. Cerraremos esta pre-
nente (hasta el boom inclusive) como ins- sentación con algunas de ellas.
tancia privilegiada de intérprete y guía de la A pesar de su impronta foucaultiana, las
comunidad nacional. nociones de letrado y ciudad letrada unifi-
La noción de ciudad letrada ha fecunda- can de manera problemática prácticas cul-
do al menos tres líneas de investigación. turales no obviamente compatibles. Esta es
Hay, por un lado, empresas crítico-teóricas una crítica que Julio Ramos lleva adelante
que buscan prolongar o afinar las intuicio- en Desencuentros, un libro que, por otra par-
nes de Rama por medio de estudios de caso te, no podría haber sido concebido sin el
que precisan los patrones de funcionamien- (reconocido) antecedente de La ciudad letra-
to y transformación de la ciudad letrada. da. Desde luego, podría decirse que esta
Entre estas indagaciones, además del ya ci- arriesgada apuesta por una unidad de visión
tado volumen de Franco, podemos mencio- es también aquello que da al ensayo su in-
nar los estudios en torno al barroco colonial dudable fuerza.
y el surgimiento de la conciencia criolla (en- Otros, como Mabel Moraña, indica que la
tre ellos, el volumen de Mabel Moraña Viaje visión de Rama, aunque surge de (y es fiel
al silencio: exploraciones del discurso barro- a) el pensamiento de izquierda latinoameri-
co, de 1998), los estudios en torno a la lite- cano, no deja de tener una impronta cultu-
ratura de la emancipación como continua- ralista, impronta omnipresente en el ensa-
ción y ruptura de los paradigmas de la yo de interpretación latinoamericano, con
práctica letrada del siglo XVIII, y los estudios pocas excepciones como la de José Carlos
en torno a la literatura de la modernización Mariátegui. Por ello, no concede debida
latinoamericana. atención a los procesos productivos que han
Otra línea de estudios busca poner de re- hecho posible la perpetuación de ciudad le-
lieve los modos en los que la ciudad letrada trada. Toda vez que la díada letra/oralidad se
latinoamericana ha concebido a sus “otros” convierte en la categoría de análisis privile-
(la ciudad real, o el campo y sus respectivos giada del ensayo de Rama, se dejan de lado
sujetos), o los procesos (como la moderni- otras categorías como clase o raza (aunque
zación) que introdujeron cruciales transfor- la noción de ciudad letrada sea notablemen-
maciones al seno de la ciudad letrada. El te eficaz para describir la dinámica cultural
volumen de Doris Sommer (Foundational diglósica al seno de comunidades coloniales
Fictions, 1991) es un ejemplo de la primera o poscoloniales multiétnicas).
empresa. El de Julio Ramos Desencuentros John Charles Chasteen señala que, aun-
de la modernidad en América Latina, 1989) que la argumentación de Rama se propone
de la segunda. como una visión válida para toda América
Una última línea de estudios busca defi- Latina, trabaja por medio de énfasis no
nir y dar cuenta de aquellas instancias cul- siempre indiscutibles. Para el caso colonial,
turales que exceden los límites de la ciudad Rama privilegia los contextos novohispano
letrada, ya sea instancias escriturarias que y peruano, sin discutir adecuadamente con-
no se avienen al paradigma dominante de la traejemplos tomados del contexto brasileño.
ciudad letrada en un momento dado (escri- El imperio lusitano (y las ciudades brasile-
tura de mujeres o minorías), o medios que ñas) no parecen responder del todo al mo-
60 CIUDAD LETRADA / CRÍTICA CULTURAL
delo de Rama. Por su parte, la sección sobre da de Ángel Rama?”, Revista Iberoamericana
la modernización es examinada de manera 71.211, 2005, pp. 363-372; Rama, Ángel, La
casi exclusiva a partir ejemplos rioplatenses. ciudad letrada, Hanover, NH, Ediciones del
Así, desplaza el centro de gravedad de su Norte, 1984; Remedi, Gustavo, “Ciudad letra-
argumentación hacia aquellos estudios de da: Ángel Rama y la espacialización del aná-
caso que mejor prueban su tesis preexisten- lisis cultural”, enÁngel Rama y los estudios
te, dando así la imagen de una sincronía latinoamericanos, Pittsburgh, PA, Instituto
continental ilusoria. Internacional de Literatura Iberoamericana,
Quizá la crítica más radical sea la de 1997, pp. 97-122 <http://search.ebscohost.
Françoise Perus. Ella objeta el fundamento com>. Ríos, Alicia (coord.), “Homenaje a
mismo del edificio conceptual de Rama: el Ángel Rama”, Estudios 22/23. 10/11, 2003-
modelo analógico a partir del cual se esta- 2004; Szichman, Mario, “Ángel Rama: Más
blece la relación letra/ciudad y la primacía allá de la ciudad letrada”, enEspejo de escrito-
de aquella sobre ésta. Por un lado, señala res: Entrevistas con: Borges, Cortázar, Fuentes,
Perus, no queda claro cuál es el respaldo Goytisolo, Onetti, Puig, Rama, Rulfo, Sánchez,
intelectual en el imperio español para esa Vargas Llosa, Hanover, NH, Ediciones del
concepción. Rama recurre a Descartes y a Norte, 1985, pp. 197-221.
Lógica de Port-Royal, ejemplos indudable-
mente tomados de su lectura de Foucault, [JUAN PABLO DABOVE]
pero insuficientes para abonar un caso
estrictamente latinoamericano. Por otro,
Rama hipostasía la idea de “racionalidad crítica cultural
occidental”, la existencia de la cual, Perus
argumenta, era problemática en la penínsu- La “crítica cultural” no es algo que se puede
la con el carácter que Rama le atribuye, definir en términos precisos porque, a dife-
rencia de los “estudios culturales”, nunca
OBRAS DE CONSULTA. Adorno, Rolena, “La ciudad ha existido como una práctica institucional
letrada y los discursos coloniales”, Hispamérica: formal. En un plano general, bajo la etique-
Revista de Literatura, 1987, pp. 3-24; Alonso, ta de crítica cultural parecerían caber una
Carlos, “Rama y sus retoños: Figuring the serie de preocupaciones ligadas a un deseo
Nineteenth Century in Spanish America”, de cambio social y perfeccionamiento del
Revista de Estudios Hispánicos, XXVIII.2, 1994, ser humano, entre ellas, el papel del intelec-
pp. 283-292; Campa, Román de la, “El desafío tual en la sociedad; el funcionamiento del
inesperado de La ciudad letrada”, enÁngel poder y las instituciones; el lugar del subal-
Rama y los estudios latinoamericanos, terno; la relación entre centro y periferia,
Pittsburgh, PA, Instituto Internacional de alta cultura y cultura popular; la naturaleza
Literatura Iberoamericana, 1997, pp. 29-53; de las prácticas sociales; y un cuestiona-
Campa, Román de la, Latin Americanism, miento del concepto de lo canónico. Para
Minneapolis, MN, University of Minnesota profundizar estos problemas, la crítica cul-
Press, 1999; Castro-Gómez, Santiago, “Los tural recurre a una amplia gama de meto-
vecindarios de La ciudad letrada: Variaciones dologías (análisis textual, encuestas, entre-
filosóficas sobre un tema de Ángel Rama”, vistas, indagación histórica, etc.) y aboga
enÁngel Rama y los estudios latinoamericanos. por una salida de la rígida compartimenta-
Pittsburg, PA, Instituto Internacional de ción de las disciplinas académicas (Premin-
Literatura Iberoamericana, 1997, pp. 123-133; ger: 262).
Chasteen, John Charles, “Introduction”, en Una tensión que históricamente ha divi-
Ángel Rama, The Lettered City, Dirham, Duke dido a los practicantes de la crítica cultural
University Press, 1996; Moraña, Mabel, “De La concierne a la separación entre miradas eli-
ciudad letrada al imaginario nacionalista: tistas y no elitistas a la cultura. Perspectivas
contribuciones de Ángel Rama a la invención tempranas como la de Matthew Arnold
de América”, enPolíticas de la escritura en (Cultura y anarquía, 1869), por ejemplo, pri-
América Latina: de la Colonia a la Modernidad, vilegian a la poesía y el arte (en un sentido
Caracas, Venezuela, 1997, pp. 165-173; Perus, neoplatónico) como formas superiores para
Françoise, “¿Qué nos dice hoy La ciudad letra- el fomento del cambio social y la disemina-
CRÍTICA CULTURAL 61
ción de los valores. El intelectual, como el trabaja para forjar redes solidarias con las
que tiene la capacidad de discernir el “buen clases obreras y populares. Yendo a contra-
gusto”, se eleva en la concepción de Arnold corriente del conservadurismo tradicional
por sobre los demás seres humanos y se res- del medio universitario inglés, Williams,
ponsabiliza por dirigir a la sociedad hacia Hoggart, y otros, ayudaron a posicionar a
una vida democrática más plena. En con- “lo marginal” como una esfera digna de ocu-
traste, un pensador como Theodor Adorno par la atención de investigadores y académi-
(“Crítica cultural y sociedad”, 1951) sitúa al cos, y brindaron al sujeto popular y a la
intelectual dentro de la cultura (y no encima “subcultura” un papel protagónico en la es-
de ella) para así buscar una salida a la com- cena intelectual.
plicidad de la crítica con la ideología o la En América Latina, la crítica cultural pa-
totalización del sentido (“dialéctica negati- rece nacer de un impulso por establecer la
va”). De cara a los “críticos trascendentes” particularidad de lo latinoamericano, de in-
que piensan que tanto su propia posiciona- terrogar el eje Norte/Sur, de pensar la iden-
lidad como los objetos artísticos que anali- tidad propia usando teorías no prestadas de
zan existen en una esfera independiente de contextos ajenos y de medir distancias entre
lo social y sus normas –pensamiento que la metrópolis y el llamado tercer mundo. Sin
para Adorno equivale a una ideología elitis- haberse formalizado nunca como una prác-
ta y errada– los practicadores de la “crítica tica institucional, la crítica cultural latinoa-
inminente” reconocen que tanto ellos mis- mericana, definida ampliamente, emana de
mos como los objetos culturales que anali- espacios y tradiciones intelectuales hetero-
zan son, a la vez, reflejo y parte de la esfera géneos, principalmente de escritores e inte-
social que los produce. Para Adorno, el de- lectuales de izquierda interesados en pro-
safío de la crítica cultural (Kulturkritik) es mover políticas nacionalistas, progresistas o
lograr, en lo posible, estar dentro y fuera de antiimperialistas (D’Allemand, 2000). Sus
la cultura a un mismo tiempo. Adorno quie- raíces se encuentran en autores diversos y
re dejar en alerta al crítico respecto de sus temporalmente distantes como Martí, Sar-
mismos prejuicios y complicidades con el miento, Bello, Mariátegui, Rama, Cornejo
poder político y económico, y ofrece la idea Polar, García Canclini, Martín Barbero y
que una crítica “exitosa” es la que “no resuel- Sarlo. Y, en ese sentido, parece factible ar-
ve las contradicciones objetivas en una ar- gumentar que la crítica cultural latinoame-
monía, sino una que exprese la idea de la ricana existe desde mucho antes de la insti-
armonía negativamente al capturar las con- tucionalización de los “estudios culturales”
tradicciones, puras y no comprometidas, británicos y estadunidenses (Yúdice, 2002).
dentro de su estructura más íntima” (Adorno: Dada la amplitud del término y sus diver-
208) [traducción y cursivas mías]. Sin em- sos caminos intelectuales, prefiero enfocar
bargo, un problema que se ha visto en la aquí una vertiente reciente de la crítica cul-
“crítica inminente” de Adorno concierne a tural –la de Nelly Richard– que se sitúa en
la forma en que el modelo mantiene una el contexto chileno y que, en años recientes,
clara jerarquización entre cultura élite y cul- ha establecido un diálogo intenso con los
tura popular. estudios culturales. Mi propósito será explo-
De ahí, en un gesto más radical de demo- rar los orígenes de la crítica cultural de
cratización y ampliación de la noción de Richard y enumerar sus diferencias y conti-
cultura, Raymond Williams (Cultura y socie- nuidades con los estudios culturales según
dad, 1958) suspende la división entre lo alto se practican en el mundo anglosajón. Luego,
y lo bajo, argumentando que “lo cultural” se consideraré algunas críticas y autocríticas
encuentra en esferas tan diversas como el del pensamiento richardiano.
trabajo, la política y la cotidianeidad. Junto
con Richard Hoggart, otro de los padres NELLY RICHARD Y LA CRÍTICA CULTURAL DESDE
fundadores de los estudios culturales britá- AMÉRICA LATINA. Desde Chile, Nelly Richard
nicos y también un miembro de la Nueva se destaca como una de las intelectuales pú-
Izquierda inglesa (New Left) de los años cin- blicas actuales más importantes y también
cuenta y sesenta, Williams desafía al elitis- como fundadora de una práctica crítica que,
mo cultural de la institución universitaria y a modo de contraste con los estudios cul-
62 CRÍTICA CULTURAL
CSO, Brunner) rebasa la supuesta existencia ideológica –en último término, irresoluble–
de un punto de contacto ideológico entre los con la sociología renovada y su afán de res-
dos grupos durante la dictadura. A pesar de tablecer consensos y someter los fenómenos
sus diferencias, tanto los sociólogos como políticos y sociales a un criterio explicativo.
la Avanzada buscaban abrir espacios de re- Aunque Brunner y otros sociólogos nunca
flexión sobre la catástrofe dictatorial y los desacreditaban a la Avanzada y su gesto
posibles caminos a seguir para restaurar la rupturista como un modo legítimo de in-
democracia. En principio, los sociólogos “a tervenir el paisaje dictatorial, está claro que
la Brunner”, como representantes de la “iz- la sociología renovada siempre cuestionaba
quierda renovada” (posmarxista), parecían los efectos reales y la trascendencia político-
compartir el horizonte post de los artistas social que una aproximación posmoderna
posmodernos (neovanguardistas) cuyo pen- podría tener. A su vez, Richard temía la po-
samiento se caracterizaba por un profundo sibilidad de que los sociólogos renovados,
escepticismo ante los prevalentes relatos con su lenguaje racionalista, pudieran estar
utópico-políticos de la izquierda revolucio- instalando nuevas hegemonías del sentido.
naria tradicional. Según Richard, la presen- Según Richard, si bien es cierto que
cia de enemigos ideológicos comunes (en Brunner y los sociólogos (sobre todo en sus
particular, de los partidos de la derecha po- reflexiones más tardías) han tratado temas
lítica y de la izquierda tradicional, como el y empleado técnicas estilísticas que podrían
Partido Socialista y el Partido Comunista), llamarse “posmodernos” –promoviendo, a
junto con un “marco de referencias afines” su vez, reflexiones estimulantes sobre la mo-
que ligaba la Avanzada a los sociólogos re- dernidad latinoamericana y su carácter “re-
novados, podría “haber alimentado algún sidual, descentrad[o], heteróclit[o], etc.”–
tipo de diálogo cómplice en torno a un “cuando [los sociólogos renovados] se vieron
mismo horizonte de reconceptualizacio- enfrentad[os] a las operaciones de estilos de
nes teóricas y culturales. Sin embargo, no la ‘nueva escena’ que se desmarcaban –críti-
fue así. Pese a que el sector teóricamente ca y paródicamente– de los lenguajes de la
renovado de las ciencias sociales encabeza- modernidad, [éstos] prefirieron cuidarse de
do por Brunner demostró tener una mayor tal aventura refugiándose tras la pantalla
perceptividad y receptividad a las reformu- […] de una ‘metodología cuantitativa’ que
laciones socio-estéticas de la ‘nueva escena’, traza un ‘esquema estadístico del desarrollo
no fluyó un diálogo más amplio que comu- global’ de las transformaciones culturales”
nicara productivamente a ambos sectores. (80). Sería este deseo de apartarse de la po-
Prevalecieron más bien el recelo y la mutua sicionalidad institucional y del lenguaje nor-
desconfianza” (Richard, 1994: 74). mativo de las ciencias sociales lo que le dio
La raíz de esta “mutua desconfianza” origen a la crítica cultural y le sirvió de ím-
tenía que ver, por un lado, con un debate petu teórico.
acerca de qué lenguajes serían más “apro- Para consolidarse como una práctica crí-
piados” para pensar y hablar de la catástro- tica, la crítica cultural richardiana poste-
fe dictatorial y, por otro, con la posicionali- riormente ha intentado marcar sus diferen-
dad enunciativa radicalmente diferenciada cias y afinidades con los estudios culturales.
de los dos grupos. Mientras Richard y la ¿En qué consistirían estas convergencias y
Avanzada, desconectados de la institución divergencias?
académica y del financiamiento estatal, fa- En principio, es evidente que ambas
vorecían “el minimalismo de la rotura y del prácticas están relacionadas y que, además,
fragmento sintácticos que se oponían a la la crítica cultural, en su fase más recien-
épica del metasignificado”, los científicos te, ha establecido algunos de sus debates
sociales preferían “ordenar categorías y cate- más productivos con los estudios cultura-
gorizar desórdenes en una lengua segura que les estadunidenses. Tampoco cabe duda que
reenmarcara las crisis de sentido” (79, 77). ambas prácticas comparten un deseo de re-
Esta postura “posmoderna” de la Avanzada, diseñar las fronteras del conocimiento aca-
que dudaba de cualquier racionalización démico y reconfigurar formas tradicionales
utilitaria, funcional o instrumental, se en- del saber desde una óptica transversal y
contraba, entonces, en una fuerte tensión transdisciplinaria (Richard, Residuos: 142).
64 CRÍTICA CULTURAL
A la vez, tanto la crítica cultural como los Beverley, ese “escepticismo radical con re-
estudios culturales quisieran desarticular lación a la autoridad de la universidad y
formas hegemónicas del poder empleando el saber académico” sería el principal pun-
una rebeldía dialogante, resistente e inte- to de contacto entre la crítica cultural ri-
rrogadora (142). chardiana y los estudios subalternos (339).
No obstante estos puntos de contacto, También las dos tendencias comparten una
según Ana Del Sarto, mientras los estudios “combativa política explícita” que Beverley
culturales “construyen su locus desde la ma- percibe como saludable (338). Sin embar-
terialidad social para producir críticamente go, Beverley cuestiona a la crítica cultural
la realidad social”, la crítica cultural lo hace por sobreprivilegiar al intelectual como una
“desde la materialidad estética” (Del Sarto, figura “necesaria para revelar las complici-
2000: 236). De ahí que una discrepancia dades y complicaciones de la colonialidad
central que Richard tiene con ciertas co- del poder” (339). Volviendo a la visión de
rrientes de los estudios culturales sea cómo Richard, los textos de la crítica cultural se-
éstas soslayan la especificidad de lo estético rían escritos híbridos y no fácilmente clasi-
para sobreprivilegiar lo social. Reconociendo ficables, formas que mezclan el ensayismo
la productividad intelectual que pueda re- con el análisis deconstructivo y la crítica
sultar de la lectura de múltiples produccio- teórica para “examinar los cruces entre dis-
nes discursivas en yuxtaposición, la crítica cursividades sociales, simbolizaciones cul-
cultural, sin caer en una postura elitista, turales, formaciones de poder, y construc-
abogaría contra la relativización de lo esté- ciones de subjetividad” (Richard, Residuos:
tico, argumentando a favor de la literatura 143). En vez de hablar sobre la crisis lati-
y el arte no como meras instancias “textua- noamericana desde un “saber controlado”,
les”, sino como modos discursivos únicos Richard argumenta a favor de hablar desde
que hablan a su propia manera y desde su la crisis y el “descontrol del pensar”, enfati-
propio lugar. zando el fragmento, el borde, la fisura y la
Más allá de la cuestión estética, es posi- fuga (en el sentido deleuziano) como con-
ble enumerar otros rasgos distintivos de la ceptos centrales de su práctica crítica (139)
crítica cultural richardiana, entre ellos: –de ahí la afinidad entre la mirada teórica
Su enfoque sobre lo extrainstitucional y lo de Richard y ciertas prácticas estéticas pos-
marginal. Mientras Richard ve a los estudios modernas que ella analiza–; con frecuencia
culturales como una práctica circunscrita a (y sin establecer exactas equivalencias) se
los espacios universitarios metropolitanos, ha señalado una cercanía intelectual entre
la crítica cultural, sin dar la espalda total- Nelly Richard y ciertos artistas chilenos
mente a la universidad, desearía llamar la neovanguardistas como, por ejemplo, la
atención sobre las limitaciones del “siste- escritora Diamela Eltit o el artista visual
ma” y hablar desde posiciones laterales y Carlos Leppe. Así, la crítica cultural busca
descentradas (lo femenino, las heterologías poner en jaque a los mismos dispositivos de
genérico-sexuales, lo subalterno, etc.). teorización y desconstruir las formas en que
Su carácter anti o transdisciplinario. Desde habla la crítica académica. El cómo y desde
esta perspectiva, la crítica cultural no debe- dónde hablar vendrían a ser, entonces, pre-
ría entenderse como una práctica homogé- guntas clave para armar una “crítica de la
nea ni programática, sino como una práctica crítica” (158).
cuestionadora de los modos de construcción Su preocupación por la posicionalidad
y diseminación de los saberes académicos. enunciativa del discurso teórico. Richard re-
La crítica cultural, en oposición a la filosofía marca repetidamente la importancia de lo
universitaria, la crítica literaria académica, local como un sitio estratégico desde donde
y las ciencias sociales, dialogaría con y apro- pensar, teorizar y actuar. Si los estudios cul-
vecharía (fragmentariamente) cada una de turales y el “latinoamericanismo” hablan
estas disciplinas, pero siempre interrogando sobre América Latina, la crítica cultural in-
no sólo los contenidos sino las formas de tentaría hablar desde ella, consciente de que
transmisión del saber gremial instituciona- “ya no es posible una teoría latinoamericana
lizado (e.g. el paper, la cita académica, las que se piense independiente de la trama
normas editoriales impuestas). Según John conceptual del discurso académico metro-
CRÍTICA CULTURAL 65
politano”, pero queriendo siempre rescatar de fuga” (Deleuze) necesarios para el cam-
los detalles, accidentes, borraduras, memo- bio político y social, Richard ahora indica
rias y singularidades de los contextos locales que la detención de Pinochet en Londres
(Richard, “Intersectando”: 1-2). Sin descar- enseñó que las rupturas del poder pueden
tar conceptos claves de los estudios cultura- emanar no sólo desde posiciones laterales
les como la alteridad, la marginalidad y la sino también desde los epicentros mismos
subalternidad, Richard exige mantener de lo político. En un gesto foucaultiano,
abierto los debates centro/periferia, local/ Richard admite que la máquina neoliberal
global, original/copia, para pensar la rela- no es impenetrable y que cualquier siste-
ción tensionada entre “ubicación de contex- ma “totalizador” no es enteramente así. La
to y posición de discurso” (2). esfera política –compleja y no uniforme–
Sus políticas identitarias no esencialistas. puede generar fisuras desde adentro que
En un contexto caracterizado por el mesti- desafíen la transparencia o el simplismo de
zaje y la mutación de las identidades nacio- cualquier “sistema” hegemónico (Richard,
nales, sexuales y étnicas, Richard amonesta “Reconfiguration”: 279). “Que no haya exte-
contra la esencialización del sujeto latino- rioridad al sistema, que nada se deje fuera,
americano. La crítica cultural ve un peligro no significa que el interior de las institu-
en que conceptos como la otredad y la mar- ciones no presente dislocaciones de marco
ginalidad puedan ser cooptados por el saber y rupturas de diagramas que dinamicen el
metropolitano bajo la máscara de la inclu- juego de fuerzas entre uniformidad y dis-
sión democrática mientras, en la práctica, formidad” (Richard, “Language”: 260). Al
se olvida al “otro real” inserto en contextos mismo tiempo, Richard reconoce que los
locales específicos. Richard, además, expre- “puntos de fuga”, en su sentido deleuziano,
sa un temor a que estos conceptos puedan no tienen que ser necesariamente liberado-
ser banalizados o vaciados de sentido debi- res (el nazismo, por ejemplo, puede enten-
do a su repetición excesiva en el medio aca- derse como un “punto de fuga” que aleja
démico. De ahí, un cuidadoso examen del al ser humano de cualquier actuar lógico);
léxico crítico de Richard revela que palabras tampoco la marginalidad tiene que ser (ne-
como volumen, densidad y peso se ligan, a cesariamente) una posición liberadora o
menudo, a la noción de experiencia para re- políticamente eficaz para el sujeto (Beasley-
cordar a los lectores que la experiencia real, Murray: 270).
vivida por sujetos en crisis, jamás debe ser En años recientes, Richard también se
eclipsada o blanqueada por los poderosos ha preguntado si el fragmentarismo y el en-
discursos de la globalización y la teoría me- salzamiento de la catástrofe del significado
tropolitana. son realmente estrategias suficientes para
combatir el olvido y la normalización de los
DESAFÍOS Y DISCREPANCIAS: CRÍTICAS Y AUTOCRÍTICAS discursos. Si el deseo de las sociedades pos-
DEL PENSAMIENTO RICHARDIANO. Desde la publi- dictatoriales es efectuar un trabajo del duelo
cación de Residuos y metáforas (1998), Nelly (Freud) y no permanecer estancadas en la
Richard, sin desviarse de los ejes centrales pérdida inasumible y la melancolía, sería
de su pensamiento, ha comenzado a matizar necesario, entonces, hacer algo productivo
autocríticamente algunas de sus posturas. con los remanentes de la catástrofe para
Estas leves autocríticas aparecen dispersas poder transformar críticamente el presente.
en varios artículos escritos después de la “Me parece que esta tensión irreprimible en-
detención de Pinochet en Londres (1998) tre […] lo que se ha destruido y la necesidad
(Richard, “Language” y “Reconfiguration”). de crear nuevas formas de incidencia crítica
La captura de Pinochet, un suceso insólito que contengan la imagen de la destrucción,
y hasta entonces no anticipado desde la óp- sin quedarnos apegados a ella contemplati-
tica de la desmemoriada transición chilena, vamente, constituye una de las tareas más
hizo que Richard reflexionara acerca de la arduas del campo intelectual en tiempos de
suficiencia del margen como sitio para la postdictadura” (Richard, “Reconfiguration”:
rebelión y la transformación política. Si, en 276, traducción mía).
principio, las rebeldías desde el margen pa- Una última autocrítica comprende la re-
recían bastar en sí para producir los “puntos lación entre la crítica cultural y los poderes
66 CRÍTICA CULTURAL
institucionales. Según Richard, todo intelec- ve cierto valor en lo que llama la “función
tual público corre el riesgo de ser cooptado testimonial” de la izquierda posmoderna
por el sistema hegemónico imperante y, por justamente porque la Avanzada “asume
lo tanto, la crítica cultural seguiría siendo conscientemente tanto en lo teórico como
una práctica que, en principio, se distancia en lo práctico […] las consecuencias de la
de la institucionalidad académica y sus im- derrota política de la izquierda que se inicia
pulsos normalizadores. Sin embargo, si el en 1973” (302). No obstante, sostiene que las
intelectual rechazara completamente a los intervenciones micropolíticas y la “teatrali-
aparatos normativos del poder, podría per- dad” posmoderna de los artistas no han ser-
der una vía importante para la intervención vido para cambiar la situación política chi-
política y arriesgaría vaciar a la universidad lena de manera trascendental y que, en
de su potencial como sitio de compromiso rigor, fueron las organizaciones de derechos
social y de resistencia. En ese sentido, vale humanos –y no los artistas– quienes susci-
señalar que Richard recientemente ha asu- taron la caída de Pinochet (304).
mido un cargo como vicerrectora de Exten- Aunque tiene validez la crítica de Vidal,
sión, Publicaciones e Investigación de la es curioso que él no mencione el trabajo del
Universidad ARCIS (Santiago de Chile) para grupo CADA (Colectivo de Acciones de Arte)
promover, desde ahí, un diálogo informado cuyas “acciones de arte” llevadas a cabo en
y democrático entre el espacio universitario el espacio urbano santiaguino de los años
y el “afuera” (véase <http://vepi.universida- ochenta buscaban explorar los vínculos po-
darcis.cl>; este sitio de la red articula la mi- sibles entre arte y política. No hay que olvi-
sión de la oficina de Richard). También vale dar que fueron los artistas del CADA quienes
señalar que Richard fundó en la Universidad inventaron el lema No+, el cual jugó un pa-
ARCIS el programa de “Magíster en Estudios pel clave en las protestas populares de me-
Culturales” (que antiguamente se conocía diados de los años ochenta y desencadenó
como el “Diplomado en Crítica Cultural”). la derrota de Pinochet en el plebiscito de
El cambio de nombre de este título, sin sa- 1988. Aunque Richard no fue un miembro
crificar el espíritu de sus contenidos, parece del grupo CADA y aunque haya tenido sus dis-
reforzar el parentesco entre “estudios cultu- crepancias ideológicas con él, ella sí expresa
rales” y “crítica cultural”. Pero al mismo repetidamente una gran admiración por los
tiempo hay que preguntar si esta confluen- proyectos de este grupo artístico vanguar-
cia de términos en el espacio académico dista. Parece significativo, como respuesta a
institucional borra, en algún sentido, la es- Vidal, que los artistas del CADA hayan sido los
pecificidad de la “crítica cultural” o neutra- que le facilitaron un lenguaje a la oposición
liza su rebeldía teórica potencial. (el No+) para expeditar la articulación de
Desde ópticas ajenas, quizá la crítica más sus demandas sociales y abrir camino para
fuerte del pensamiento de Richard haya el fin de la dictadura.
sido la de la izquierda marxista tradicional, De cara a las acusaciones de Vidal,
representada por el crítico chileno Hernán Richard responde que no es el propósito de
Vidal (1995). Vidal apunta una contradic- su Revista ni de la crítica cultural formar
ción irresoluble entre el vanguardismo polí- parte de un movimiento posmoderno inter-
tico (el de la izquierda marxista militante) y nacional. Al contrario, sin tener una “agen-
el (neo)vanguardismo artístico (el de la da claramente definida” y sin promover al-
Avanzada, Richard y la Revista de crítica cul- gún “programa social global”, la crítica
tural), a la vez que caracteriza a la Revista cultural prefiere mantener un diálogo inten-
como un proyecto que toma lugar “a espal- so, localizado, con diversos pensamientos.
das de” los partidos institucionalizados de Más que una directa intervención política
la izquierda chilena y abandona “las gran- que asume la forma de la militancia, Richard
des narrativas de la redención humana” propone una intervención dirigida princi-
(291, 304). Se percibe un tono acusatorio en palmente “a la esfera cultural”, una inter-
la crítica de Vidal que culpa a los artistas vención que busca reactivar el debate y el
por no haberse sacrificado con igual inten- disenso en un contexto donde, por muchos
sidad que los militantes que sufrieron tortu- años, bajo un gobierno autoritario y luego
ras, desapariciones o exilios. Aun así, Vidal una democracia tutelada, tal tipo de disen-
CRÍTICA CULTURAL / CUERPO 67
timiento no fue posible (Richard, 1995: 309- nismo, poscolonialidad y globalización en de-
310). Para Richard, sería perfectamente fac- bate), México, Porrúa, 1998 <www.ensayistas.
tible que los practicadores de la crítica org/critica/teoria/castro/richard.htm>; Richard,
cultural trabajaran activamente en materia Nelly, “The Language of Criticism: How to
de derechos humanos o en la esfera político- Speak Difference?”, Nepantla: Views from the
social, sin obligar a la Revista a suscribir tal South, núm. 1.1, 2000, pp. 255-262 (trad.
o cual ideología. La Revista se plantea, más Alessandro Fornazzari); Richard, Nelly, “The
bien, como un foro abierto de conversación Reconfiguration of Post-Dictatorship Critical
democrática. Thought”, Journal of Latin American Cultural
Sin cerrar el debate, parece que, a pesar Studies, núm. 9.3, 2000, pp. 273-281 (trad. John
de las posibles diferencias entre los “estu- Kraniauskas); Richard, Nelly, “Reply to Vidal
dios culturales” y la “crítica cultural”, la cla- (from Chile)”, en Beverley, John et al. (eds.),
ve del proyecto de Richard reside en su sen- The Postmodernism Debate in Latin America,
tido de alteridad respecto de todo discurso Durham, Duke University Press, 1995, pp. 307-
dominante (Del Sarto, 2000). Lo que propo- 310; Sarto, Ana del, “Cultural Critique in Latin
ne desde el ámbito local chileno, es una es- America or Latin-American Cultural Studies?”,
pecie de llamado a las armas y una amones- Journal of Latin American Cultural Studies,
tación a la disidencia, que es algo que puede núm. 9.3, 2000, pp. 235-247; Sarto, Ana del,
estar perdiéndose en una América Latina “La sociología y la crítica cultural en Santiago
caracterizada por fenómenos tan diversos de Chile. Intermezzo dialógico: de límites e in-
como el autoritarismo, el neoliberalismo, la terinfluencias”, en Mato, Daniel (ed.), Estudios
globalización y la profesionalización de la y otras prácticas intelectuales latinoamerica-
academia. Consciente de sus propias limita- nas en cultura y poder, Caracas, CLACSO, 2002,
ciones conceptuales, la crítica cultural de pp. 99-110; Vidal, Hernán, “Postmodernism,
Richard resiste acomodarse al poder y se Postlefitism, and Neo-Avant-Gardism: The Case
esfuerza, sin soslayo, por no convertirse en of Chile’s, Revista de Crítica Cultural”, en John
una mera macronarrativa más. Beverley, et al. (eds.), The Postmodernism Debate
in Latin America, Durham, Duke University
OBRAS DE CONSULTA. Adorno, Theodor, “Cultural Press, 1995, pp. 282-306; Yúdice, George,
Criticism and Society”, en O’Connor, Brian “Contrapunteo estadounidense/latinoamerica-
(ed.), The Adorno Reader (trad. Samuel y no de los estudios culturales”, en Mato, Daniel
Shierry Weber), Oxford, Blackwell Publishers, (ed.), Estudios y otras prácticas intelectuales
2000, pp. 195-210 [Crítica cultural y sociedad latinoamericanas en cultura y poder, Caracas,
(trad. Manuel Sacristán), Barcelona, Ediciones CLACSO, 2002, pp. 339-352.
Ariel, 1969]; Beasley-Murray, Jon, “‘El arte
de la fuga’: Cultural Critique, Metaphor and [MICHAEL J. LAZZARA]
History”, Journal of Latin American Cultural
Studies, núm. 9.3, 2000, pp. 259-271; Beverley,
John, “La persistencia del subalterno”, Revista cuerpo
Iberoamericana, LXIX, núm. 203, 2003, pp.
335-342; D’Allemand, Patricia, Latin American CUERPO Y ESTUDIOS CULTURALES. El cuerpo se
Cultural Criticism: Re-Interpreting a Continent, constituye en problema teórico y en herra-
Lampeter, The Edwin Mellon Press, 2000 [Hacia mienta metodológica para los estudios cul-
una crítica cultural latinoamericana, Berkeley, turales en torno a una operación básica: la
Centro de Estudios Latinoamericanos Antonio que lo piensa como resultado de procesos
Cornejo Polar/Latinoamericana Editores, 2001]; históricos y de lógicas políticas. En este sen-
Richard, Nelly, La insubordinación de los signos tido puede decirse que los estudios cultura-
(cambio político, transformaciones culturales y les aspiran, en gran medida, a responder a
poéticas de la crisis), Santiago de Chile, Cuarto la pregunta por la historia política de los
Propio, 1994; Richard, Nelly, “Intersectando cuerpos. A diferencia de tradiciones teóricas
Latinoamérica con el latinoamericanismo: y críticas que ven en el cuerpo una realidad
discurso académico y crítica cultural” en ahistórica, anterior y exterior a toda deter-
Castro-Gómez, Santiago y Eduardo Mendieta minación cultural y origen natural de la ex-
(eds.), Teorías sin disciplina (latinoamerica- periencia subjetiva, los estudios culturales
68 CUERPO
tecnologías y experimentos. Los cuerpos se inscriben, traen al centro del debate crítico
vuelven una materia de intervención, disci- el problema de los límites de “lo cultural” y
plinamiento y experimentación no simple- sus relaciones con lo que no es “cultura”.
mente en los discursos que los rodean, sino CUERPO Y ESTUDIOS CULTURALES LATINOAMERICA-
en su composición misma, en su positividad NOS. En los estudios culturales latinoameri-
física y biológica. Lo que entra en el juego canos, el cuerpo como objeto e instrumento
de los poderes no son únicamente los meca- crítico protagoniza los más diversos recorri-
nismos de representación y significación, dos e investigaciones; sin embargo, ciertos
sino también las prácticas, los usos y la (re) temas parecen organizar algunas de las
producción de los cuerpos. Intervenciones principales preocupaciones en torno a la
en torno a, por ejemplo, la pureza racial, la inscripción cultural y social del cuerpo en
salud de los individuos y las poblaciones, su América Latina:
productividad económica, o, en otro senti- 1] cuerpo y violencia: los recorridos en
do, a las experiencias y experimentos de las torno a la captura violenta del cuerpo por
subjetividades transgénero y transexuales, parte del poder político constituyen un tema
exhiben una dimensión que no es reducible a recurrente en los estudios culturales latinoa-
las categorías identitarias y a las estrategias mericanos. La ecuación cuerpo/política, que
de representación sino que compromete la atraviesa la historia latinoamericana desde
materialidad física, biológica y genética, y los primeros momentos de la expansión eu-
las economías de reproducción de lo “huma- ropea y la conquista de los pueblos indíge-
no” que se definen en los modos de hacer y nas hasta las luchas en torno a los derechos
rehacer cuerpos. humanos contra las distintas formas del au-
Más allá de los distintos énfasis, entre la toritarismo y la violencia política de dece-
historia natural y la historia cultural, entre nios recientes y del presente, constituye un
lo social y lo biológico, entre la vida y la topos de los estudios culturales latinoameri-
política, el cuerpo trae al centro de la escena canos, en la medida en que permite leer no
tensiones, desplazamientos y ambivalencias sólo tecnologías específicas de dominación
que no se dejan reducir a una perspectiva y su persistente tradición de denuncia y tes-
“constructivista” ni a una aproximación timonio, sino que también permite formular
“biologista”, abriendo una zona de inter- hipótesis en torno a la naturaleza singular
cambios y de transformaciones que desba- del Estado-nación latinoamericano y la mo-
ratan a la vez todo esencialismo y todo re- dulaciones específicas entre modernidad y
lativismo cultural. En este sentido, puede violencia en América Latina. Distintas tec-
decirse que el problema del cuerpo implica nologías políticas de control y dominación,
una línea limítrofe de los estudios cultura- desde el orden colonial hasta la ciudad neo-
les: al mismo tiempo que estas investigacio- liberal, ponen al cuerpo como superficie
nes exhiben la constitución histórica, cultu- donde se lee la historicidad de los modos de
ral y política del cuerpo, se ven obligados a la violencia y sus efectos tanto en la produc-
confrontar los materiales y las temporalida- ción de subjetividad como en la relación
des de la cultura con series heterogéneas cambiante entre política y muerte.
como la de los discursos y prácticas médi- 2] género y sexualidad: la dimensión histó-
cas, los dispositivos policiales, la economía rica del cuerpo cobra especial relevancia allí
y la demografía, los descubrimientos y ex- donde el género y la sexualidad se vuelven vi-
perimentaciones biológicas y genéticas, etc. sibles como efectos de tecnologías y de prácti-
El cuerpo se torna, en este sentido, un lugar cas. En América Latina los estudios de género
de intersección entre los discursos culturales y sexualidad adquirieron mayor importancia
y una multiplicidad de discursos que expo- en los últimos decenios, y constituyen uno de
nen un revés o una zona de opacidad res- los campos de mayor productividad crítica
pecto de las tradiciones culturales. Es esa y de reescritura histórica. Iluminan las ope-
intersección, sus continuidades y sus cortes, raciones por las cuales la inscripción social
lo que los estudios culturales enfrentan del cuerpo no puede tener lugar sin opera-
como desafío y como problema epistemoló- ciones de asignación genérica (es decir, de
gico, disciplinario y político. El cuerpo y la fijación de relaciones con lo masculino y lo
población, y la dimensión biopolítica que femenino, definidos de manera normativa) y
70 CUERPO
de identidad sexual (la determinación de una de minorías étnicas en torno a discursos so-
orientación sexual y de un universo de prác- bre “democracia racial”, alternativas de re-
ticas sexuales asociadas a esa orientación). sistencia a políticas coloniales de “pureza
En este campo, las discusiones en torno a racial”, etc., invariablemente se piensan en
la herencia católica y colonial se suman a torno a la noción y las políticas del mestiza-
los debates sobre los mecanismos disciplina- je como una de las marcas distintivas de la
rios de los Estado-nación modernos y de los experiencia histórica latinoamericana. En
mercados en la era neoliberal, produciendo todo caso, las operaciones de “racialización”
análisis sobre las construcciones culturales de los cuerpos en América Latina –con los
y políticas en torno a la femineidad, la mas- distintos signos políticos e ideológicos que
culinidad, la heterosexualidad normativa y semejantes operaciones conllevan– pasan
sus alteridades queer. En esta dirección, se necesariamente por la noción de mestizaje,
trata de observar cómo ciertas construccio- que resulta clave en el despliegue de las po-
nes hegemónicas de la identidad colectiva líticas raciales, y con relación a ello, de las
–identidades nacionales, regionales, étnicas, políticas y narrativas en torno a la (re)pro-
políticas, etc.– se constituyen a partir de una ducción sexual y cultural de cuerpos e iden-
subordinación o evacuación de otras posibili- tidades. En este sentido, el tema del mesti-
dades de performance genérica y de prácticas zaje racial y de la mezcla abre el espacio
sexuales que aparecen como inferiores, into- para el análisis de la reinvención política de
lerables o irreales. La cultura, en este senti- las poblaciones, que en América Latina pa-
do, ha proporcionado lenguajes y estrategias rece designar uno de los rasgos fundantes
para esa tarea de reinvención disciplinaria de su modernidad.
de tradiciones, identidades y prácticas, al 4] enfermedad y salud: otro recorrido in-
mismo tiempo que ha producido poderosos sistente en los estudios culturales, y que
y persistentes ejercicios de resistencia, inven- atraviesa a los anteriores, tiene lugar en tor-
ción y disidencia. Un campo especialmen- no a las retóricas y políticas de la salud y la
te promisorio de investigación es el de los enfermedad. Salud y enfermedad han sido,
cuerpos e identidades “trans” (transexuales, evidentemente, uno de los más eficaces me-
tansgénero, intersex, etc.) donde justamente canismos de inscripción política y cultural
la asignación de género y de identidad sexual de los cuerpos, precisamente porque en la
es desestabilizada de manera radical, abrien- modernidad los poderes se han legitimado
do nuevos itinerarios de desafíos políticos y en la “defensa de la salud” o “la preservación
culturales, de quiebres epistemológicos y de de la vida” de las poblaciones. La salud y la
experiencia subjetiva. productividad económica de los cuerpos –su
3] mestizaje: un recorrido sin duda cen- potencia– han sido objeto de retóricas cultu-
tral en los estudios culturales latinoamerica- rales, de saberes y de gestiones políticas e
nos es el del mestizaje y la constelación sin- institucionales muy diversas, desde la emer-
gular que esta noción genera en relación con gencia de los Estados modernos a fines del
la inscripción de cuerpos en mapas raciales siglo XIX y su foco en la producción norma-
y en gramáticas de la identidad latinoame- lizada de ciudadanos social y económica-
ricana. Los usos del “mestizaje” en la re- mente funcionales, hasta los “dispositivos
flexión sobre las culturas latinoamericanas de seguridad” de la ciudad neoliberal en la
exhiben diversas formulaciones, desde la crisis del Estado-nación, dispositivos orga-
amenaza “degenerativa” que el mestizaje su- nizados en torno a la noción de “calidad de
ponía para algunas corrientes científicas y vida” y sus amenazas indiferenciadamente
algunos proyectos políticos, hasta los pro- sociales y biológicas. La cultura, evidente-
yectos de integración social y político a tra- mente, cumple un papel decisivo en estas
vés de la mezcla racial (la “mestizofilia” de transformaciones, en la medida en que es a
la cultura posrevolucionaria en México es el través de retóricas y de imágenes culturales
ejemplo inevitable de esta última posición.) que se construyen y se significan en la esfe-
Cuestiones de género y de sexualidad, de ra pública las diferencias entre salud y en-
articulaciones entre raza, religión y cultura fermedad, sus sentidos y sus narrativas.
en torno a la mezcla racial, proyectos de La dimensión interdisciplinaria del cuer-
blanqueamiento e incorporación jerárquica po en los estudios culturales ilumina no sólo
CUERPO / CULTURA 71
otro, como partenaire necesario en la rela- plos del melodrama fílmico como sustento
ción entre emisor y receptor. Desde la pers- semántico en la trama de la novela El beso de
pectiva comunicativa, uno de los problemas la mujer araña (1976), del argentino Manuel
fundamentales de la cultura es la nomina- Puig, o de la guaracha, en La Guaracha del
ción y el trazado de las fronteras del sujeto Macho Camacho (1976), del puertorriqueño
de la comunicación, así como el proceso de Luis Rafael Sánchez, ilustran la interacción
construcción de su contraagente. A partir de entre instancias diferentes –cultura letrada,
ese valor comunicativo, se estructura la idea cultura popular y cultura de masas–, que
del valor de la cultura como mecanismo in- participan en la conformación de una nueva
formativo. Y de la cultura como un sistema entidad discursiva, resultado de una cele-
que se autoorganiza, que en el nivel metaes- brada fusión, para producir una nueva rea-
tructural se describe a sí misma a través de lidad semiótica. Sin embargo, en el contexto
la acción de los críticos y los teóricos, de los latinoamericano ha surgido la inquietud por
“legisladores del gusto”, cuyas descripciones la invasión de la cultura masiva, mediática,
se inclinan a identificar la “metadescrip- propia a la segunda mitad (postmoderna)
ción” con el tejido real de la cultura como del siglo XX, al tiempo que se ha intentado
tal (Lotman). recuperar la importancia del valor estético,
El término cultura puede alcanzar exten- reconociendo la dimensión simbólico-políti-
sión y usos diversos. La cultura, en tanto ca de la cultura (Sarlo).
que diversidad cultural, es el objeto del co- Así, el conjunto de creencias y prácticas
nocimiento empírico; y la cultura, como di- que constituyen una cultura determinada
ferencia cultural, es lo conocible que con son susceptibles de ser utilizadas como una
autoridad sirve a la construcción de los sis- tecnología de control, como microfísica del
temas de identificación cultural (Bhabha). poder, como un conjunto de límites dentro
La cultura puede entenderse como dimen- de los cuales la conducta social debe ser
sión y expresión de la vida humana, median- contenida, como un repertorio de modelos
te símbolos y artefactos; como el campo de a los cuales los sujetos están sujetos. La cul-
producción, circulación y consumo de sig- tura entonces es un vehículo o un medio por
nos; y como una praxis que se articula en el cual se negocia la relación entre los gru-
una teoría. Puede hablarse de cultura urba- pos (Jameson), como un lugar de conflicto
na, de cultura mediática, de cultura popular, y un mecanismo de poder. Los sistemas de
de cultura de masas, de cultura letrada. dominación encuentran un vehículo en la
Quizá estas tres últimas clasificaciones han cultura en su sentido más amplio: la moda,
sido de las más discutidas y polémicas, de los deportes, la comida, las artes y la litera-
manera que tanto la cultura popular como tura; en el gusto (Bourdieu). En una semio-
la cultura de masas, han sido opuestas a la logía de lo cotidiano (Barthes).
cultura artística y a la letrada. La cultura es el espacio de los movimien-
El siglo XX le otorga una gran significa- tos simbólicos de grupos que tejen relacio-
ción a la cultura popular y a la cultura de nes de poder. No sólo del poder entendido
masas, considerándose a ambas como espa- en su proyección vertical, sino también del
cios de acción y transformación humanas poder como diseño reticular (Foucault), en
que afectan los límites y la naturaleza de la el cual cada punto donde se ejerce el poder
cultura artística y la letrada, a las cuales in- genera un foco de resistencia. La cultura
seminan y transforman, sin dejar de consti- está asociada a los discursos hegemónicos
tuir en sí mismas zonas de interés por su y al mismo tiempo a los que desestabilizan
praxis y para la investigación. Una de las dicha hegemonía; la cultura como el espacio
más agudas críticas a la cultura de masas, a de intervención y agonía, pero igualmente
la estandarización de los estereotipos en sus como zona de resistencia en los procesos
vínculos con el mercado y el capitalismo, así colonial/neo/poscoloniales, como ese es-
como el estudio de la producción, los textos fuerzo para descolonizar y para su nueva
y la recepción de los artefactos de la llama- articulación en procesos constitutivos de las
da cultura popular, ocurren durante la pri- identidades; y la cultura después, incluso,
mera mitad del siglo XX (Adorno). del establecimiento de las naciones-estados
En el caso de la cultura letrada, los ejem- independientes (Said). La posición de la
CULTURA 73
cultura dominada y el papel del intelectual arte como crítica de la vida, al concepto del
se expresa mediante la alternativa que en arte como extensión de la vida (Sontag).
el contexto de la cultura latinoamericana La cultura ha sido vista dentro de los pro-
se identifica con la pareja Ariel-Calibán yectos de modernidad como una manera de
(Fernández Retamar). alcanzar la emancipación: Ser cultos, única
Aun cuando la cultura no es reducible manera para ser libres (Martí). En el viejo
a los procesos sociales, no es distinta a anhelo que concedía al aprendizaje un papel
ellos. De ahí la circulación en los estudios determinante, al conocimiento, la cultura se
culturales de términos como identidad, re- asocia con la ilustración y con la libertad.
presentación, ideología y hegemonía, así La desconfianza que genera el hecho de que
como la idea de que la cultura puede asu- la cultura no asegure la imposibilidad de la
mir una función política específica tanto barbarie, de la violencia (campos de concen-
en la construcción de hegemonías como tración, dictaduras militares) es refutada
en su desestabilización. Y el criterio, desde por los vínculos entre el conocimiento y la
el materialismo cultural, de que la cultura creación de nuevas formas de conciencia
–sus métodos de producción, sus formas, social, en las que entran inéditas formas de
sus instituciones y tipos de consumo– es cultura de vida, de aquellas que reclaman el
central para la sociedad, pues no hay tal necesario rescate de la memoria como es el
separación –como la que implican los con- caso de las Madres de Plaza de Mayo.
ceptos de base económica y superestructu- En el actual diálogo en tensión entre lo
ra–, entre la cultura y la vida social como local y lo global (lo “glocal”), entre lo rural
una totalidad (Williams). y lo urbano, entre lo oral y lo letrado, lo
De esta manera, la cultura material ejer- nacional y lo regional, así como lo nacional
ce una acción sobre la cultura espiritual. La y lo transnacional, la cultura se expresa en
imprenta de Gutenberg acelera y democrati- todos los ámbitos del intercambio simbóli-
za los procesos de impresión y por lo tanto co: en las variadas formas de la producción
de lectura; y el mejoramiento de la rotativa artística y literaria, en las prácticas religio-
permite el aumento de las páginas de los sas, en el desplazamiento de los márgenes
periódicos y el consecuente desarrollo de hacia el centro, en la aparición de sus nue-
la novela de folletín, a diferencia del vatici- vos sujetos –productores y consumidores–,
nio de que la prensa era el fin de la cultura en su expansión hacia el cine y la televisión
letrada. La imprenta, el abaratamiento del (Monsiváis).
costo del papel y el aumento de las univer- La significativa celebración de la cultu-
sidades, así como el grabado, la estereotipia ra popular y de masas dentro de los estu-
y la circulación masiva de periódicos y re- dios culturales originarios de la escuela de
vistas ilustradas, contribuyen al incremento Birmingham (Williams, Hall), y continuada
en la circulación de la cultura artística y la en dichos estudios, pero, en el marco acadé-
cultura letrada. De la piedra al papiro, de mico en los Estados Unidos, responde a la
la pluma de ganso –mojada en la tinta– al crisis en esos espacios, tanto de las humani-
grafito, de la cinta mecanográfica al teclado dades como de los estudios literarios basados
de la computadora. en obras del canon. Aun cuando en Estados
La impronta de la cultura material, las Unidos, los estudios culturales implicaron
posibilidades materiales de la reproducción, una democratización del saber y nuevas so-
del grabado, y demás formas que permiten la luciones para las disciplinas académicas, su
multiplicación de la imagen, conllevaron la creciente institucionalización y la, a veces,
pérdida del “aura” como autenticidad, como superficial celebración de lo “pop” –asociado
esencia de la obra artística, de manera que a los medios masivos–, han mellado el filo
el arte cambia su función ritual, por una crítico de sus intervenciones en la agenda
función exponencial, expositiva (Benjamín). académica y pública (Hall, Jameson).
En la segunda mitad del siglo XX, se acorta Los estudios culturales latinoamericanos
la distancia entre cultura científica y cultura entablaron un diálogo tanto con las fuentes
artístico-literaria, por el desafío a los límites anglo de los estudios culturales, y con la es-
entre arte y no arte, cultura literaria y cultu- cuela de Frankfurt, como con diversas co-
ra no literaria. Del concepto de Arnold, del rrientes del pensamiento teórico del siglo
74 CUERPO
XX. Pero sus raíces se encontraban en las los productos simbólicos, de entre-lugares
variadas formas precedentes de análisis cul- e intersticios, resulta imposible hablar de
tural dentro del latinoamericanismo, asu- una cultura homogénea. Y se debe tratar
miendo un perfil propio debido a su objeto de que la palabra “cultura” no se convierta
específico, y un criterio sobre la cultura/“las en fácil garantía de síntesis (Rowe). Como
culturas”, como instituciones y estilos de señala George Yúdice, en la globalización la
vida, simbólicos y performativos, sobrede- cultura funciona no sólo para la consolida-
terminados por lo histórico y lo geográfico ción de identidades y para controlar el ac-
y propios a formaciones sociales concretas, ceso social, sino también como un recurso
que se desarrollan en particulares modos de fundamental para el desarrollo económico y
producción, distribución y consumo de bie- social (El recurso).
nes y artefactos con valor simbólico (Trigo). En los estudios culturales latinoamerica-
Y junto a las posturas radicales “contra la nos, la cultura se ha entendido en sus víncu-
literatura” (Beverley, Against) y las críticas a los con lo social, en las transformaciones en
la cultura masiva (Sarlo), se ha alertado la cultura popular y en la industria cultural,
contra el eventual relativismo y la fetichiza- como intersección de discursos sociales y
ción del fragmento (Richard). procesos simbólicos, formaciones de poder
Los estudios culturales latinoamericanos y construcción de subjetividades: género,
cuentan con variadas interrogaciones y pre- raza, ciudadanías. La cultura vista desde
cedentes asedios a la cultura. Tanto desde perspectivas proteicas las cuales, desde disí-
la antropología (Ortiz), como desde la críti- miles lugares de enunciación y con miradas
ca literaria que incorpora saberes distintos, cruzadas y contrapuestas, quieren pensar en
relacionando la dimensión política con la el lugar que la cultura ocupa en el proceso
estética, se articuló un modelo teórico (la constitutivo de la América Latina y el lati-
heterogeneidad), para dar cuenta del univer- noamericanismo.
so heteróclito de los discursos culturales lati-
noamericanos (Cornejo); y, apoyándose en la OBRAS DE CONSULTA. Bhabha, Homi K., The
interdisciplinariedad (historia, antropología Location of Culture, Nueva York, Routledge,
cultural, sociología, psicología, lingüística), 2004 [El lugar de la cultura (trad. César
explorar diversas formas expresivas de sub- Aira), Buenos Aires, Manantial, 2002]; García
culturas regionales, o la relación ente la insti- Canclini, Néstor, Las culturas populares en el
tución literaria y el poder, considerando que capitalismo, México, Nueva Imagen, 1982; Hall,
la cultura es un campo de lucha (Rama). Stuart, “Cultural Studies and its Theorethical
Dos polos del término cultura como ob- Legacies”, en Grossberg, Lawrence, Cary Nelson
jeto de estudio en el campo de los estudios y Paul Treichler (ed.), Cultural Studies, Nueva
culturales latinoamericanos han sido el York, Routledge, 1992, pp. 277-285; Jameson,
antropológico-sociológico-comunicacional Frederic, “Sobre los ‘estudios culturales’ ”, en
(García Canclini, Brunner, Martín-Barbero), Estudios culturales: Reflexiones sobre el multi-
y el artístico-literario (Beverley, Sarlo, culturalismo, Buenos Aires, Paidós, 1998, pp.
Richard); polos que se intercambian y tras- 69-136; Lotman, Yuri, “Para la construcción
lapan discursos compartiendo el escenario de una teoría de la interacción de las cultu-
en tensión cíclica de la crítica cultural. En ras (el aspecto semiótico)”, Criterios, núm.
la agenda de los estudios culturales lati- 32, 7-12, 1994, pp. 117-130; Said, Edward,
noamericanos igualmente posee particular “Cultura e imperialismo: temas de la cultura
importancia el debate sobre el papel de la de resistencia”, Casa de las Américas, núm. 200,
cultura, en su más amplio espectro, como julio-septiembre de 1995, pp. 20-28; Williams,
eventual agente de resistencia o transfor- Raymond, Marxismo y literatura, Barcelona,
mador, por su acción social en tiempos de Península, 1997; Yúdice, George, El recurso de
globalización, neoliberalismo y tecnologías la cultura: usos de la cultura en la era global,
mediáticas electrónicas. En el escenario Barcelona, Gedisa, 2002.
de la (di)(semi)nación, la desterritorializa-
ción, y de la consecuente dislocación de [NARA ARAÚJO]
desconstruccionismo en la apreciación de lo bello en tanto armo-
nía o presencia transcendental. La literatura
DECONSTRUCCIÓN Y AMÉRICA LATINA: DESTINO DE confiere otra economía del exceso a partir
UN RELATO COMPARTIDO. La revolución textual, de este momento, no es ya plenitud o pre-
designada en la teoría literaria como “giro sencia sino mas bien lo que no está, lo que
lingüístico”, eventualmente deviene en una sobra, lo que subvierte, es decir, lo que pro-
mirada más epistemológica que literaria. duce toda operación de lectura que encuen-
Pero su primer impulso nutrió nuevas ca- tra en la aporía el eje del saber, placer y
tegorías de análisis literario, algunas más hasta el deber. Los textos literarios proveían
sugerentes que otras, las cuales marcaron un terreno idóneo para ensayar este rejuego
un profundo corte con la tradición filológica incierto entre placer literario e indetermina-
y el humanismo trascendental. Era previsi- ción epistemológica, siempre y cuando el
ble: desde el romanticismo, y luego con los nuevo tipo de lector-deconstructor supiera
diversos modernismos, ya se observaba un trabajarla. Y los grandes textos –modelos
cambio en la forma de pensar la humani- ejemplares del exceso– permitían un des-
dad: la idea del alma se materializaba de monte aun mas dramático del orden discur-
otro modo, quedaba inscrita por la lógica in- sivo, ya sea en la historia literaria, o la his-
herente a la producción de los textos, como toria a secas, puesto que toda construcción
bien quiso demarcar Octavio Paz en sus narrativa estaba al alcance de las operacio-
Hijos del limo; y la idea del centro herme- nes de ese nuevo tipo de lector. El quehacer
néutico daba paso a la noción de estructura intelectual se volcaba así hacia un rastreo
totalizante, particularmente en la narrativa más inmanente de la compleja relación en-
y la mitología, como luego se observa en la tre hechura verbal y articulación histórica,
obra de Edward Said. Esta forma de pen- una búsqueda organizada inicialmente des-
sar la escritura eventualmente se autodefine de el archivo literario, que luego se despren-
como “deconstrucción”: desplaza el eje de de hacia los entornos más interdisciplina-
la significación hacia la hechura verbal, y rios de la posmodernidad, entre ellos el
sugiere una relación más hereje y creativa pensamiento feminista, el poscolonialismo y
con los archivos de historias y relatos sacra- los estudios culturales. El momento poses-
lizados. En el entorno puramente literario, tructural hoy se observa inundado por la
se propuso renovar el objeto de estudio de industria de discursos posmodernos que se
la crítica, sacándola del imperio exteriori- consolida desde finales de los ochenta. Esto
zante de la biografía e intenciones de los quizá explique por qué el mismo Derrida
escritores, o del contexto espacio-temporal insiste, categóricamente, que nunca ha con-
en que se producía la labor creativa. Podría cebido su obra en términos de posmoderni-
decirse que estos fueron los primeros pasos dad (“Marx and Sons”).
del impulso deconstructor, en muchos sen- La literatura ganó y perdió en esta muta-
tidos previsto por el propio Borges con el ción de saberes. Ya no se concebía a sí mis-
arquetipo de lector-creador encarnado por ma desde métodos disciplinarios estableci-
Pierre Menard. dos, sino como una sagacidad orientada
Se observa así una metamorfosis en el hacia el antitelos, prometiendo un sentido
prisma representacional del humanismo y de interioridad conflictiva al mismo tiempo
[75]
76 DESCONSTRUCCIONISMO
que suprimía las causalidades y los entornos Invoco una historia de múltiples momen-
externos. La búsqueda, o el hallazgo, de esta tos constitutivos que cobra auge particular a
nueva intelectualidad quedaban circuns- partir del decenio de los sesenta del último si-
critos al rastreo constante en el interior de glo, no tanto porque ella enmarca el comien-
la teleología, la cual permitía ensayar un zo del boom, ni por el izquierdismo cultural
nuevo poder disciplinario. La lectura devino que la ha hecho famosa, sino porque remi-
en política, pero su escenario no era la de- te a un acervo de discursos que vinculan,
nuncia social sino el desmonte verbal, im- pese las divergencias, a casi todo el mundo
bricando la epistemología con la literatura, intelectual del hemisferio (véase, por ejem-
acercando aún más estas disciplinas, crean- plo, Glissant). Es un momento clave para
do una praxis obsesionada con los matices el acoplamiento de tendencias textualistas,
más constitutivos de la hechura verbal. Ar- entre ellas el New Criticism, la explicación
mada de tal modo, en pos de un reordena- de textos, la estilística, el estructuralismo, la
miento del saber, se sintió capaz de pronun- semiótica, todo un compendio que conclu-
ciarse no sólo sobre la literatura, sino sobre ye la primera fase del legado saussureano
la escritura en general, y en particular so- que venía gestándose desde el formalismo
bre las ciencias sociales, causando a veces ruso, a través del cual se puede atisbar un
grandes desconciertos entre sus respectivos importante salto hacia la inmanencia desde
practicantes. No todas las disciplinas se vie- los estudios literarios. Desajustar el anclaje
ron tan dispuestas a descalzar el vínculo trascendental del sentido literario, sacarlo
entre transparencia verbal y utilidad cog- de la exterioridad del texto, implicaba lle-
noscitiva; al menos no presentían la urgen- var al lector a una relación interna con la
cia de complicarlo en ese momento, y mu- significación, acercarlo a un concepto es-
cho menos de tal modo. trictamente verbal de la construcción del
No se trata de recapitular aquí una his- universo. Era un paso cuyas ramificaciones
toria conocida, pero tampoco dejársela al más profundas quizá no se harían palpables
vaivén de los tiempos, o al afán de creer que hasta mucho después, quizá hoy.
se pueda explicar simplemente como enun- La crítica literaria latinoamericana podría
ciación localizada. Podría advertirse que las nutrir este sondeo desde un marco compa-
obras de Barthes, Foucault y el mismo rativo que observe sus relaciones, desiguales
Althusser contienen momentos que permi- pero complejas, con la producción académi-
ten observar más detenidamente los interva- ca euro-estadunidense. Se suele pensar que
los entre la mirada semiológica inicial y el boom resume la sensibilidad en las letras
toda una industria de discursos posteriores, de América Latina desde los años sesenta,
muchos de los cuales tienden a soslayar la pero importa cifrar también la extraordina-
deuda de la deconstrucción con los hábitos ria expansión de estudios latinoamericanos
de lectura inaugurados por el estructuralis- que ocurre desde este decenio en Estados
mo propio. Podría incluirse la obra de Unidos y Europa. El auge súbito de los
Edward Said, al igual que la de Ángel Rama, estudios latinoamericanos durante la gue-
en esta lista de autores del “intervalo” (véa- rra fría provocó una primera migración a
se Campa, “El desafío inesperado de La ciu- Estados Unidos de especialistas formados
dad letrada”; Rabaté). Podría decirse que la en América Latina, inicialmente a modo de
primacía del lector de los años sesenta y se- profesores visitantes, luego inmigrantes que
tenta se va explayando hasta nuestros días, ocuparon sus propias cátedras. La academia
en ciertos casos desplazando el estatuto de latinoamericana del momento, vertida ha-
“lo literario” por la idea de “escritura” y lue- cia la literatura nacional, contaba con di-
go, es decir ahora, por modelos de construc- versos espacios de vanguardia, o al menos
ciones verbales sostenidas no tanto por un marcos institucionales imbuidos profunda-
estilo, coherencia, voluntad estética o exu- mente por un conocimiento propio de la
berancia expresiva, sino por instancias de textualidad. Un ejemplo sería la influencia
quebramiento, aporías internas o la noción de Wellek y Warren en el pensamiento teó-
menos precisa pero más generalizada de que rico de diversos países –Chile, Argentina,
la sociedad y la cultura son acervos de dis- México– otro correspondería a los nuevos
cursos “socialmente construidos”. acercamientos a la semiótica, sin descontar
DESCONSTRUCCIONISMO 77
por un momento las innovadoras lecturas lanzamiento del Sputnik (1957), y el pro-
en torno a Borges, Lezama, Sarduy, todas grama federal de la defensa conocido como
ellas instancias que permiten palpar diver- National Defense Education Act (1958),
sos experimentos motivados por el legado multiplicaron los programas de estudios
saussureano en América Latina, a menudo latinoamericanos, creando una demanda de
mas abiertos a la nueva textualidad que el capital simbólico sobre las otras Américas
propio New Criticism de la academia norte- nunca antes vista en Estados Unidos u otra
americana, o la estilística que se observaba parte del mundo. No hay duda de que “el la-
en la poesía española del momento. tinoamericanismo”, en su sentido de objeto
Hoy se advierte que el boom y sus co- de estudio hemisférico transnacional articu-
mercializadas poéticas de realismos exóti- lado tanto fuera como dentro de América
cos agotaron la historia crítico-teórica pro- Latina, abría un capítulo completamente
ducida en América Latina de los últimos nuevo y distinto durante ese momento. Se
decenios, confirmándose así un binarismo puede postular un primer “latinoamericanis-
profundamente nítido: primero surge la ce- mo”, entendido como articulación cognosci-
lebración incondicional de ese fenómeno tiva o artística (digamos letrada) de América
editorial, luego el rechazo rotundo, todo lo Latina que surge a partir de las grandes fi-
cual sugiere un relato que podría titularse guras del pensamiento latinoamericano del
“La ruta de Macondo a McOndo”. Para al- siglo XIX. Hay, sin embargo, una dimensión
gunas instancias actuales de la crítica, el radicalmente transformativa de ese campo
boom ha llegado a constituir un fichero de de estudios, a partir de los años sesenta,
todos los vicios de la modernidad literaria que exige observarlo como una comunidad
latinoamericana, una estrecha envoltura discursiva multilingüe, hemisférica y hasta
compuesta de identidades criollas, tradi- global, inscrita en un orden de discursos crí-
ciones letradas, imaginarios rurales, realis- tico-teóricos y estrategias editoriales difícil-
mos mágicos trasnochados, teoría de la de- mente apreciables desde el primer momento
pendencia, voluntarismo revolucionario y (véase Campa, Latin Americanism).
patriarcado mal disimulado. No se trata El aporte de los area studies, esa estruc-
de negar los elementos mas sugerentes de tura del pensamiento derivada de la guerra
este planteo, sino de acatar el amarre de fría, exige atención: abrió un nuevo merca-
un gran corpus literario a un eje de conte- do de textos y lectores, al igual que exilios,
nidos inmutables, digamos una especie de diásporas, y luego multitudes de profesores y
contenidismo posmoderno quizá inadverti- estudiantes que hoy se manifiestan con gran
do por una teoría inicialmente indispuesta intensidad (Kotkin). También aproximó la
a estos tipos de encierres. Importa por ello lengua inglesa al mismo eje de producción
cuestionar las limitaciones implícitas a tal discursiva latinoamericana y viceversa.
envoltura, deslindar la crítica deconstruc- Un análisis más comparativo no sólo
tivista desde un marco más comparativo, promete una historia más compleja de la
tomando en cuenta instancias latinoame- crítica latinoamericana en sí, sino también
ricanas que prepararon el terreno para la de sus costuras hemisféricas, es decir, de
formación de interlocutores hemisféricos las nutridas relaciones de la intelectualidad
como Ángel Rama, Josefina Ludmer, Sylvia académica a través de las Américas, tanto
Molloy, Beatriz Sarlo, Silviano Santiago, en términos de lenguas y culturas como de
Roberto Schwarz, Jaime Concha, Irlemar flujos conceptuales. Un buen ejemplo de tal
Chiampi y Julio Ortega, entre otros. aproximación se encuentra en el reciente
Los estudios literarios latinoamericanos tomo América Latina en la “literatura mun-
cobran un relieve transnacional durante el dial”, editado por Ignacio M. Sánchez-Prado.
primer momento textual que no sólo corres- Desde esa perspectiva se puede deducir que
ponde al boom sino también a la guerra fría el llamado boom, al igual que la crítica la-
y muy particularmente a la formación de los tinoamericana del momento, ya correspon-
area studies en la academia norteamericana. dían a un fenómeno global desde los años
Estas estructuras, motivadas por la defensa sesenta, el cual no sólo remite a la temprana
nacional, el peligro nuclear y la competen- influencia político-cultural de la revolución
cia con la Unión Soviética marcada por el cubana, o a la importante gestión del otro
78 DESCONSTRUCCIONISMO
ese corpus, en su capacidad de dar forma li- rios y la epistemología –un gesto agónico de
teraria a una cultura política que oscilaba, autoauscultación, de un legado textual que
recordando ahora los confines trazados por ya no cabe en su encierre occidental–. El
Lezama, entre la ausencia posible y la pre- terreno de la deconstrucción ya no era sólo
sencia imposible. literatura, no podía serlo, sino un nuevo
Menard, Bustrófedon, Melquíades, Auxilio, sentido de la historia desprovisto de meta-
Socorro: más que personajes de la literatura rrelatos confiables.
latinoamericana, estos nombres engendra- El encuentro agudizado entre la crítica
ron gestos que trasladaban la condición de literaria y la epistemología conllevaba un
modernidad incierta al terreno de la inma- desafío mayor: auscultar detenidamente la
nencia literaria en un nuevo corte de univer- participación de los discursos que articula-
salidad. Se acortaban así –desde la teoría de ban la nación. El examen interno de esa
la negación y el exceso literario– las distan- estructura fundamental –sus anclajes verba-
cias y diferencias entre el centro metropoli- les, sociales y sexuales– invitaba entonces a
tano y sus márgenes, o quizá se intuía que pensar un orden posliterario de la escritura.
la hibridez, la heterogeneidad y la otredad Como todo proceso de-significatorio, se tra-
quedaban ya subsumidas en el rejuego de la taba de una búsqueda de aperturas concep-
significación literaria. Tal pareciera ser una tuales más que de una afirmación antitética
de las explicaciones más plausibles del des- o dialéctica, en cierto modo análogo a pen-
tino latinoamericano de la deconstrucción, sar sobre el orden posnacional del mundo
no obstante el hecho de que ésta ya corre sin abandonar el pasaporte necesario para
el riesgo de ser normalizada por un saber viajar de un país a otro. El testimonio lati-
plenamente docto en la nueva retórica de noamericano, por ejemplo, generó lecturas
resquicios e intersticios. Podría decirse que que abordaban esa lógica, aun cuando se
el quiebre de las disciplinas del saber au- articulaba, a veces, como una aversión que
guraba un desplome más fundamental que desechaba ansiosamente todo el orden lite-
no se entendió claramente hasta después, es rario anterior. La misma tensión se puede
decir, la dificultad de modelos que sostenían observar en algunos presupuestos del posco-
la guerra fría partiendo de una doctrina de lonialismo y la subalternidad, no obstante la
caminos opuestos pero análogos en pos de la diversidad de énfasis correspondiente a
modernización. cada uno de estos presupuestos.
La tensión actual entre cultura y literatu- Este rumbo “posliterario” atraviesa el
ra encuentra un nódulo referencial muy ins- legado textual y la deconstrucción desde
tructivo en este complicado e inesperado finales de los años ochenta hasta nuestros
desenlace. El paso hacia la cultura global no días, cobrando cada vez más fuerza, aun si
exigía tanto un abandono de los estudios el trasfondo “posnacional” que lo acompaña
literarios sino un registro muy particular del permanece insuficientemente atendido. Se
estado de flujo en el saber humanístico que inaugura así, desde estas premisas y con-
desemboca en una fugacidad del pensa- tornos, un acercamiento que suele llevar el
miento plenamente imbricado por la coyun- nombre de estudios culturales, el cual en-
tura actual del capital simbólico. La apuesta, causa elementos dispersos, entre ellos el in-
inicialmente fundamentada en la literatura, fluyente pensamiento feminista de grandes
reconocía las repercusiones de la inmanen- autores como Kristeva, Cixous, Irigaray, de
cia, lo que hoy se conoce como “lógica cul- Lauretis, por ejemplo, una concepción de
tural del capitalismo tardío” (véase Jameson, género difícil de enmarcar a partir de un
The Political Unconscious). Se aproximaban locus de enunciación geográfico. Habría que
así dos gestiones obviamente opuestas: el subrayar por ello la relación intrínseca entre
interés usual de la poética marxista por el la mirada “cultural” y los cruces filosófico-
horizonte histórico de significados finales literarios esbozados en estas páginas. No se
–una totalidad reclamada ahora, contradic- trata de un quehacer fundamentado inicial-
toriamente, por la cultura del capitalismo mente en las ciencias sociales dedicadas a
global– y la posibilidad de diagnosticarla a la cultura sino de una fuga más intensa del
partir del rastreo de hechuras verbales que objeto de estudio literario gestada desde su
venía gestándose entre los estudios litera- propia interioridad, tanto teórica como ins-
80 DESCONSTRUCCIONISMO / DESTERRITORIALIZACIÓN
titucional (y desde la filosofia del lenguaje les– al igual que una puesta en escena más
hubo acercamientos importantes también, intrínseca –desde el quiebre del saber– de la
pero importa notar la poca duración de la profunda crisis política de la nación. Abre
teoría de los speech acts en la crítica literaria también la posibilidad de un diálogo más
en general, al igual que su escasa incidencia nutrido y potencialmente crítico con la crí-
en latinoamerica en particular). Se perfilaba tica latinoamericana confeccionada desde
de tal modo un nexo insoslayable para el Estados Unidos, un aspecto que sólo cobra
pensamiento y el arte contemporáneos, al sentido a partir de las contradicciones fun-
igual que un reto para los aparatos acadé- damentales de una profunda inmanencia
micos estatales, particularmente las estruc- global, tan compartida como desigual.
turas dedicadas al antiguo mundo letrado y
a las ciencias sociales más cercanas a ellas, OBRAS DE CONSULTA. Barlow, Tani E., “Degree
ante los cuales se viene desvelando una co- Zero of History”, Comparative Literature, vol.
tidianidad profundamente imbuida por el 53, núm. 4, 2001, pp. 404-425; Campa, Román
matiz preformativo de la cultura global, en de la, “Magical Realism: A Genre for the
sus múltiples formas de ontología audio- Times?”, Canadian Review of Hispanic Studies,
visual. verano, 1999, pp. 103-118; Derrida, Jacques,
Esta vuelta hacia la cultura brotaba de la “Marx and Sons”, en Michael Sprinker (ed.),
propia vanguardia textual, cuyas posibilida- Ghostly Demarcations: A Symposium on
des de articulación ya no quedaban tan su- Jacques Derrida’s “Specters of Marx”, Londres,
jetas a los estudios literarios, y menos al Verso/NLB, 1999, pp. 235-254; Follari, Roberto,
contorno nacional que usualmente conserva Teorías débiles. (Para una crítica de la decon-
ese estatuto disciplinario. Recogía algo de la strucción y de los estudios culturales), Rosario,
tradición británica de Birmingham –nom- Homo Sapiens, 2003; Glissant, Edouard,
bre e historial interdisciplinario– pero res- Caribbean Discourse: Selected Essays (trad. J.
pondía aún más a las exigencias de produc- Michael Dash), Charlottesville, University of
ción simbólica del capitalismo global, las Virginia Press, 1989; Jameson, Fredric, The
cuales se hicieron sentir con gran ahínco en Political Unconscious: Narrative as a Socially
el aparato universitario durante los años no- Symbolic Act., Ithaca-Nueva York, Cornell
venta. Era una amenaza al igual que una University Press / Londres, Methuen, 1981;
respuesta, y para algunos una oportunidad Jameson, Fredric, Postmodernism or, The
también, sobre todo si se piensa que este Cultural Logic of Late Capitalism, Durham,
nexo inicial permitía entrever un ámbito Duke University Press, 1991 [Teoría de la post-
más vasto para la deconstrucción y sus dis- modernidad (trad. Cecilia Montolío Nicholson
cursos derivados de los estudios literarios. y Ramón del Castillo), Madrid, Trotta, 1996];
Nelly Richard, por ejemplo, entreveía en Richard, Nelly, “Signos culturales y media-
este momento un acercamiento más crítico ciones académicas”, en González Stephan,
a la cultura latinoamericana, que permitía Beatriz (ed.), Cultura y Tercer Mundo, Caracas,
dirigir la mirada reconstructiva –lo que ella Nueva sociedad, 1997, pp. 82-97; Wellek, René
llama “escena verbal”– hacia las artes, al y Austin Warren, Theory of Literature, Nueva
igual que hacia las propuestas feministas, York, Harcourt-Brace, 1956 (1949) [Teoría li-
entre otros impulsos (“Signos culturales”). teraria, Madrid, Gredos, 1959]; Zamora, Louis
Todo ello, a modo de resumen, viene so- Parkinson y Wendy B. Faris (eds.), Magical
terrando una serie de apuestas para el pen- Realism: Theory, History, Community, Duke
samiento literario y cultural latinoamerica- University Press, 1995.
no, donde suele militar el peso de la nación
sobre la tradición literaria, y el entorno pos- [ROMÁN DE LA CAMPA]
moderno muestra un matiz más político que
conceptual. La deconstrucción no inicia, ni
agrava, sino escolta estímulos fraguados por desterritorialización
la cultura latinoamericana, entre ellos un
rastreo más incisivo del encierre nacional y Es un concepto usado repetidamente en los
las premisas genéricas de las tradiciones últimos años no sólo para dar cuenta de la
hermenéuticas –tanto literarias como sexua- relación de los sujetos con el territorio (físi-
DESTERRITORIALIZACIÓN 81
co) en el acto del desplazamiento, sino tam- lización, mundialización, migración, frag-
bién para plasmar la idea de movimiento y mentación, frontera y desjerarquización,
cambio tanto en relación a los seres huma- entre otros, términos todos ellos que han
nos, como con referencia a bienes, símbolos sido usados como categorías de análisis de
e imaginarios. Si bien ha sido en el campo las realidades sociales y culturales que con-
de los estudios culturales, la antropología y figuran el mundo actual. Si bien desterrito-
la sociología donde este término ha encon- rialización ha sido una palabra que ha pro-
trado una mayor difusión, también es cierto liferado copiosamente en el área de los
que economistas, políticos, intelectuales y estudios culturales latinoamericanos, usán-
académicos de diversas disciplinas han usa- dose incluso para evocar frecuentemente el
do la palabra desterritorialización para cap- propio fenómeno experimentado por mu-
tar fenómenos relacionados con la migra- chos estudiosos desplazados desde América
ción, la relación entre economía, sociedad y Latina a universidades extranjeras, princi-
Estado, así como para hablar de la memoria palmente estadunidenses, desde donde han
y el anonimato en dinámicas sociales que se desarrollado su carrera académica e intelec-
desprenden del desplazamiento. tual, aquí se acotará el uso que el término
Originariamente, el término desterri- ha tenido en los estudios culturales latinoa-
torialización fue usado por los filósofos mericanos a partir de los trabajos fundacio-
franceses Gilles Deleuze y Félix Guattari, a nales de Néstor García Canclini, Jesús
principios de los años setenta, para desarro- Martín Barbero, Renato Ortiz y Raúl Prada.
llar una idea forjada ya por Marx en su per- La idea de desterritorialización desarrollada
cepción del capitalismo como una máquina por cada uno de ellos responde a las propias
devoradora, que paulatinamente se iba apro- realidades territoriales-culturales que son
piando de diversos “territorios” –la agricul- objeto de sus análisis. En cada uno de ellos
tura, la cultura, la educación, la industria– se halla el concepto abordado y desarrollado
hasta llegar a desterritorializarlos y dejar al desde su propia especificidad.
proletariado sin territorios, momento en el A pesar de los muchos cuestionamientos
cual, ya sin nada que perder, la revolución de los que ha sido objeto a lo largo de los
sería posible. Deleuze y Guattari aplican la años, nadie pone en duda que Culturas hí-
idea de la máquina salvaje y devoradora del bridas: estrategias para entrar y salir de la
capitalismo en la relación del sistema con modernidad, de Néstor García Canclini, es
la psique humana. Los seres humanos, se- un libro esencial en la formulación de los
gún los filósofos franceses estamos siempre nuevos parámetros de análisis que los estu-
rodeados internamente de territorialidades dios culturales latinoamericanos van a desa-
diversas, algunas imaginarias, ya que el te- rrollar para abordar la complejidad de las
rritorio es entendido como subjetivación, dinámicas sociales y culturales de una Amé-
expuesto permanente a ser desterritorializa- rica Latina en profunda transformación des-
do, lo que significará que se abre, que huye de los años ochenta. En Culturas híbridas,
de sí mismo, se parte o destruye. De manera García Canclini plasma a través del concep-
indisociable, puede volverse a reterritoria- to de desterritorialización la idea de que el
lizar, en un proceso de recomposición del desplazamiento de los millones de migran-
territorio, aunque siempre en un proceso tes latinoamericanos que por cuestiones
que lo transforma. El capitalismo es un económicas se ven forzados a emigrar de su
sistema en permanente reterritorialización, territorio original hacia un destino esperan-
ya que intenta adueñarse constantemente zador, propicia, en muchos casos, una entra-
–desterritorializar– las múltiples formas de da y salida permanentes de la modernidad.
interacción dentro de una comunidad, un Con ello, Canclini se refiere a dos procesos
grupo o la familia (socius). que se desarrollan de manera indisociable,
A partir de la idea original de desterrito- el de la desterritorialización, es decir, la pér-
rialización, que conjuga desplazamiento y dida de la relación que él llama natural –en
transformación en la partida/pérdida de te- el sentido de predeterminada y preestableci-
rritorio, los estudios culturales latinoameri- da– entre una cultura y su territorio geográ-
canos, dentro y fuera de América Latina, fico-social y, a la vez, el de la reterritoriali-
han vinculado este concepto a los de globa- zación, concepto con el que se refiere a la
82 DESTERRITORIALIZACIÓN
por habitar un no territorio, de las nuevas debe incluir la revolución que supone en el
comunidades culturales. seno de la “mundialización de la cultura” la
Hay que destacar, también, los postula- entrada a la virtualidad cibernética.
dos del estudioso brasileño Renato Ortiz, Desde ángulos específicos que marcan
cuyo marco de referencia va a ser Brasil. sus matizaciones, García Canclini, Martín
Los planteamientos de Ortiz parten de la Barbero y Ortiz desarrollan el concepto de
idea de nación y de Estado en relación con desterritorialización a partir de las dinámi-
la globalización y a lo que él mismo va a cas de interrelación entre cultura, sujeto,
distinguir como mundialización de la cultu- sociedad y Estado. Por su lado, la propues-
ra. En su libro Mundialización y cultura, ta del paceño Raúl Prada, en su manejo del
Ortiz establece una clara distinción entre término, está estrechamente unida al mun-
globalización y mundialización. La noción do andino y sus propias especificidades en
de globalización va unida a la economía y al el contexto boliviano. Siguiendo de cerca
mercado, con el determinante del impacto los postulados de Deleuze y Guattari, Prada
de la tecnología en éstos, mientras que el de se adentra en su libro Territorialidad a ex-
mundialización está vinculado al desplaza- plorar el concepto de territorialidad de las
miento que hacen las culturas, muy especí- etnias originarias de Bolivia en contraposi-
ficamente, las que son fácilmente transpor- ción a la noción occidental permeada por el
tables a través de los medios de comunicación capitalismo. El territorio es, en este sentido,
masivos, y que rompen las fronteras identi- un espacio ecológico y colectivo, ya que está
tarias nacionales. regido por la experiencia comunitaria (el
Para Ortiz es esencial tener el cuenta el ayllu); la territorialidad será, entonces, la
papel de Estado no sólo como articulador vivencia social y la conciencia del territorio,
administrativo-político, sino también como no se trata de una simple referencia geográ-
“ámbito de la producción del significado”. fica, sino de una experiencia básicamente
De tal manera que, siguiendo esta idea, se colectiva, interiorizada en la conciencia de
puede argumentar que la nación, a través de la comunidad. La territorialidad interioriza,
su administrador –el Estado– posee el mo- entonces, el territorio y de esta manera lo
nopolio sobre la definición del significado. simboliza. Por lo tanto, la territorialidad es,
En este sentido, la noción de Estado-nación de esta manera, una forma y una jerarquía
queda reformulada a partir de la globaliza- de poder. Ésta es, sin duda, una percepción
ción por el impacto que ésta tiene en las premoderna de territorialidad, ya que, pre-
identidades nacionales al romper las fronte- cisamente, la modernidad es la que desen-
ras de sus significaciones específicas. cadena la desterritorialización, es decir, la
En esta distinción entre globalización de pérdida de la conciencia del territorio que
la economía y mundialización de la cultura conllevan los procesos modernizadores
tan esencial para Ortiz subyace la crítica como la urbanización y la mercantilización.
que el estudioso brasileño lleva a cabo hacia Sin embargo, la desterritorialización va se-
la crítica posmoderna que celebra la dife- guida de la reterritorialización, que es el
rencia sin reflexionar acerca de la plurali- resultado de la resistencia a la pérdida de
dad, ni cuestionar las relaciones asimétricas la territorialidad, a la pérdida de conciencia
entre identidades. Es, por lo tanto, esencial, del territorio. La idea de territorialidad y
también, distinguir entre diversidad y plura- desterritorialización está entonces íntima-
lidad. En este sentido, Ortiz habla de deste- mente unida a la memoria, ya que la deste-
rritorialización como un movimiento de rritorialización, en el planteamiento de
símbolos e imaginarios que son comparti- Raúl Prada es, en última instancia, la pér-
dos por muchas comunidades identitarias, a dida de la memoria territorial, es decir, co-
través de sujetos ubicados en lugares diver- lectiva.
sos y distantes del mundo. De esta manera, Retomando la idea de desterritorializa-
habiendo cruzado las fronteras nacionales, ción como pérdida de la territorialidad-
los sujetos mundiales, en lo que ya nos he- memoria colectiva, de Raúl Prada, y apli-
mos convertido la humanidad, compartimos cándola al espacio de la frontera norte de
la moda, programas de televisión, cine, mú- México, que generó las primeras aproxima-
sica, y un largo etcétera que, por supuesto, ciones al concepto de desterritorialización
84 DESTERRITORIALIZACIÓN
definición extensa permite el análisis de iti- ricos se aventuran más allá de los problemas
nerarios posmodernos de la dispersión, lo de territorialización y desterriorialización,
que Appadurai llama “el nuevo paisaje étni- en la concepción de Deleuze y Guattari, para
co global”. Las así llamadas nuevas diáspo- plantearse la transterritorialización.
ras incluyen comunidades de víctimas, labo- De este modo, los estudios diaspóricos
rales, comerciales, imperiales, culturales, es dialogan con varias tendencias importantes
decir, comunidades que antes se habían lla- en el pensamiento crítico contemporáneo.
mado exiliadas, expatriadas, refugiadas, mi- 1] Plantean un desafío a las narrativas occi-
grantes, etc. Asimismo, muchos académicos dentales sobre la modernidad, pues permiti-
han empezado a considerar con mayor rigu- ría mostrar que Occidente, como lo entiende
rosidad la importancia de comprender la Tim Mitchell, no tiene un origen simple y que
diáspora como un fenómeno temporal y no sus historias resisten una narrativa única. 2]
únicamente espacial. Más recientemente, El enfoque en la diáspora significa otorgar
algunos académicos han puesto menor én- menos importancia al Estado y, por ende,
fasis en el hecho de la dispersión y más en prestar mayor atención a las distintas es-
las formas y temporalidades de morar en el trategias políticas translocales. 3] Subrayan
desplazamiento. los límites de una teorización monológica,
De hecho, si el estudio de la diáspora se la importancia del diálogo y la interacción
ha entendido como inseparable del estudio de distintas narrativas. 4] El análisis más
del poscolonialismo e imperialismo, él ya no afinado de la teoría contemporánea sobre
representa lo que James Clifford llamaba diáspora provee de un importante correctivo
“viejas estrategias localizantes” según las a los estudios diaspóricos tradicionales, los
cuales el análisis asumía determinaciones cuales permanecían comúnmente cerrados
de cultura y poder con respeto a binarismos ante temas de género y sexualidad diversa.
como centro contra periferia, metrópolis ¿Qué tan lejos se debe apartar el discurso
contra colonia. Últimamente, los académicos de los casos clásicos? En la actualidad es un
se concentran en la necesidad urgente de tema de encendido debate. Las definiciones
complicar las estructuras binarias del anti- estrictas tienen el valor de la claridad, pero
guo discurso de los estudios diaspóricos. limitan el campo de maneras perjudiciales
Así, por ejemplo, se está dando un creciente para el acceso y la acción política necesa-
interés en el problema del sincretismo, rios. Incluso, según la definición extensa, se
como fenómeno interactivo que cambia entiende que algunas diásporas son más
constantemente a lo largo del tiempo y el diaspóricas que otras (i.e. desplazamientos
espacio, reflejando distintas perspectivas de producidos directamente por el imperialis-
clase, género y generación. La diáspora se mo son privilegiados por encima de otros
convierte en un concepto múltiple, criolliza- tipos de trauma). Asimismo, la distancia
do, flexible, contingente, situacional, adap- continúa siendo significativa (i.e. la pobla-
table, maleable. Los pensadores más recien- ción diaspórica debe trasladarse lo suficien-
tes también buscan cuestionar conceptos temente lejos, más allá del país vecino). El
claves como “hogar”, “movimiento”, “identi- grado de fuerza es también, por lo general
dad” y “regreso” desde una comprensión de un factor determinante, como lo es también
la diáspora como una categoría de práctica, el grado de trauma relacionado con el cruce
como un proyecto o un reclamo, más que de la frontera. Sin embargo, la promesa de
como un grupo étnica y espacialmente liga- los estudios diaspóricos interdisciplinarios
do necesariamente. Entre los teóricos im- estriba en su habilidad para romper con
portantes sobre estos temas, consideramos ciertas comprensiones estrechas de ciertas
a Marc Augé (cuyo análisis de lugares de verdades disciplinarias y para revigorizar el
transición como aeropuertos, estaciones de campo de los estudios de áreas.
trenes o de autobús abre nuevas posibilida-
des de indagaciones teóricas) así como gru- OBRAS DE CONSULTA. Anderson, Benedict, Comu-
pos internacionales de pensadores como nidades imaginadas: reflexiones sobre el origen
Benedict Anderson, Arjun Appadurai, Avital y la difusión del nacionalismo, México, Fondo
Brah, James Clifford, Aihwa Ong, y Ella de Cultura Económica, 1993; Appadurai,
Shohat. De esta forma, los estudios diaspó- Arjun, “Soberanía sin territorialidad: Notas
DIÁSPORA / DISCURSO 89
contexto en que ocurren. De este modo, abre 1977; vol. 2, 1986; vol. 3, 1987; Freud, Sig-
el camino a la aceptación de la diversidad mund, Tres ensayos sobre teoría sexual,
como la norma de nuestra cultura y el medio Madrid, Alianza, 1999 (orig. de 1905): Kat-
apropiado para pensar sobre la sexualidad” chadourian, Herant A., La sexualidad huma-
(Weeks: 117). na, un estudio comparativo de su evolución,
Una ética sexual moderna cuestiona la México, Fondo de Cultura Económica, 1983;
idea de que hay una mejor manera de prac- Mogrovejo, Norma, Un amor que se atrevió
ticar la sexualidad, y de que todo el mundo a decir su nombre: la lucha de las lesbianas
debe practicarla de esa manera (Rubin: 15). en su relación con los movimientos homo-
La búsqueda de una verdad única sobre la sexual y feminista en América Latina, México,
sexualidad y el cuerpo ha llevado, durante CDAHL/Plaza y Valdés, 2000; Rubin, Gayle S.,
demasiado tiempo, a una negación de la di- “Thinking Sex: Notes on a Radical Theory
versidad humana y de las opciones, ha limi- of the Politics of Sexuality”, en Henry
tado la autonomía individual, y ha converti- Abelove, Michèle Aina Barale y David Hal-
do los placeres del cuerpo en un secreto perin, The Lesbian and Gay Studies Reader,
indecente (Weeks: 12). “Una moralidad de- Nueva York/Londres, Routledge, 1993, pp.
mocrática debería juzgar los actos sexuales 3-44; Sengoopta, Chandak, Otto Weininger:
a partir de la manera en que los partners se Sex, Science and Self in Imperial Vienna,
tratan entre sí, el nivel de mutua considera- Chicago y Londres, The University of Chica-
ción, la presencia o ausencia de coerción y go Press, 2000; Vázquez García, Francisco y
la cantidad y cualidad de placer que produ- Andrés Moreno Mengíbar, Sexo y razón: una
cen” (Rubin: 15). genealogía de la moral sexual en España (si-
glos XVI-XX), Madrid, Akal Universitaria,
OBRAS DE CONSULTA. Fausto-Sterling, Anne, 1997; Weeks, Jeffrey, Sexualidad, México,
“The Five Sexes: Why Male and Female Are Paidós/Programa Universitario de Estudios
Not Enough”, The Sciences, marzo-abril, de Género, Universidad Nacional Autónoma
1993, pp. 20-24; Foucault, Michel, Historia de México, 1998.
de la sexualidad (trad. Aurelio Garzón del
Camino), México, Siglo XXI Editores, vol. 1, [HORTENSIA MORENO]
esfera pública pleja red que se extiende por el globo entero,
tal concepción es infructuosa e ingenua.
Es un espacio de discusión y deliberación La incompatibilidad del modelo clásico
colectiva, que está abierta a la participación de la esfera pública con la geometría de
voluntaria de cualquier persona. Al regirse las sociedades modernas ha sido reconoci-
por normas de inclusión, deliberación y da, inclusive, por sus propios partidarios.
publicidad, este concepto se entrelaza con Hannah Arendt consideró que el adveni-
naturalidad con diversos ideales de la mo- miento de la modernidad convirtió en un
dernidad. Especialmente, contribuye a for- asunto de la historia, de una vez por todas,
mular, en el plano normativo, la posibilidad al modelo republicano del espacio públi-
de que exista una convergencia entre la ra- co. En el mismo sentido, Habermas (The
cionalidad y la acción política. A la esfera Structural Transformation) mostró que el
pública se le concibe, entonces, como el es- surgimiento de la burocracia estatal mo-
pacio donde los ciudadanos discuten temas derna, la sociedad de masas y las industrias
de interés colectivo, y donde se definen e culturales condujeron a la decadencia del
implementan los cursos de la acción polí- modelo de opinión pública más cercano al
tica que habrá de seguir la comunidad en ideal clásico: la esfera pública burguesa que
su conjunto. tuvo su auge en la Europa occidental del
Una noción como ésta tiene un poderoso siglo XVIII. Esta interpretación coincide con
atractivo. Sin embargo, su fuerza de atrac- críticas como las de Carl Schmitt y Niklas
ción es proporcional a las dificultades que Luhmann, entre otros, que han desestimado
encuentra para materializarse. Un modelo la posibilidad de que un espacio social de
que busca hacer coincidir la participación comunicación trascienda la irreductibilidad
política y el razonamiento público parece de los antagonismos políticos, o que sea ca-
incompatible con mundo actual. De hecho, paz de sostenerse ante la creciente diferen-
la nitidez del modelo de la esfera pública ciación de los sistemas sociales.
está basada en una concepción simplificada La aspiración de rescatar la noción de
de la relación de lo público con lo privado. esfera pública, si persiste, debe superar
Esta visión asume que el Estado y la socie- todavía un obstáculo más. Se trata de las
dad civil conforman una unidad orgánica. consecuencias políticas de los supuestos
No existe diferencia entre el legislador y el normativos del modelo clásico. Los conteni-
ciudadano; la participación social es parti- dos implícitos en este modelo la hacen sus-
cipación política. Tampoco al interior de la ceptible de servir más como instrumento de
esfera privada se consideran distinciones control y exclusión que como herramienta
significativas: lo privado es un espacio don- crítica. En el modelo clásico de la esfera pú-
de quedan amalgamadas las relaciones de blica, las nociones de “comunidad” y “bien
afinidad y parentesco con las actividades común” decoran una concepción homogé-
económicas. Una concepción de esta índole nea, consensual y cerrada de la sociedad.
puede ser válida para sociedades poco dife- En esta misma postura está presente una
renciadas –por ejemplo, la de la Grecia clá- visión masculina y beligerante de la ciu-
sica–. Para una sociedad que se imagina a sí dadanía. Los ciudadanos virtuosos no son
misma conforme a la metáfora de una com- solamente aquéllos que se interesan por el
[97]
98 ESFERA PÚBLICA
bien común; son también quienes defienden nacionales. El flujo, la inestabilidad, la mo-
a sangre y fuego a la comunidad. Inclusive vilidad, son propiedades que fortalecen la
en una interpretación de corte liberal, las perdurabilidad e influencia de los públicos
normas del espacio público carecen de la fle- virtuales.
xibilidad necesaria para darle cabida a los Con el impulso de las tecnologías virtua-
contrapúblicos (Fraser) –espacios en los que les, se renuevan los ideales del espacio pú-
se expresan identidades y formas de comu- blico. Pero sigue abierta la cuestión de la
nicación contestatarias–. relevancia política de los públicos emergen-
Dadas estas consideraciones, ¿cómo se ex- tes. ¿Cómo revitalizar sus lazos con las as-
plica el renovado interés que tiene el concepto piraciones de una teoría democrática críti-
de esfera pública en la teoría social contem- ca? Para dar respuesta a esta interrogante
poránea? Una respuesta puede encontrarse es preciso reconstruir la articulación entre
en el hecho de que los ideales de inclusión, la comunicación pública y la lógica demo-
deliberación y publicidad no han perdido crática. En principio, la emergencia de cual-
relevancia para diversas expresiones de la quier espacio de publicidad está vinculada
teoría crítica. Por una parte, el desarrollo con la mera posibilidad de que existan accio-
de las tecnologías de comunicación ha per- nes sociales coordinadas a partir de la comu-
mitido repensar las formas de expresión, nicación. La publicidad es una condición
constitución e influencia de diversos tipos estrechamente vinculada con los procesos
de públicos. Por otra, la mera posibilidad comunicativos. Alcanzar un mínimo enten-
de que emerjan múltiples sitios de comuni- dimiento exige que los interlocutores hagan
cación y publicidad, ha revitalizado la teo- explícitos los códigos que regulan la comu-
rización acerca de la articulación entre los nicación. Cuando se trata de coordinar ac-
espacios públicos, las dinámicas asociativas ciones con base en acuerdos, los motivos y
y la expansión de la lógica democrática por propósitos deben ser justificados ante los
diversas esferas de la vida social. demás. La interacción comunicativa genera
El concepto de esfera pública que emerge una forma de relación social constituida por
en la teoría crítica de fines del siglo XX queda la posibilidad del escrutinio y las exigencias
desligado de localizaciones espaciales con- de justificación. Un diálogo de esta natura-
cretas –la plaza pública, o en su caso, el par- leza se hace público, en otro sentido, cuan-
lamento–. Antes bien, la comprensión que se do los juicios y los argumentos expresados
tiene del espacio público es metafórica: se quedan a disponibilidad de otros. La opi-
trata de un espacio virtual, constituido por nión pública –una opinión que es accesible
un entramado amorfo de conversaciones y a cualquiera que esté interesado en conocer-
discusiones. A partir del soporte tecnológico la– se convierte en opinión público-política
proporcionado por los medios de comuni- cuando el objeto de la discusión es qué debe
cación masiva, la accesibilidad de conteni- hacerse para dar solución a problemas co-
dos e información se despega de escenarios lectivos, a saber: la definición de los crite-
espacio-temporales concretos (Thompson). rios para el uso y distribución de recursos,
La visibilidad introducida por los media al- las bases de la cooperación social, el sentido
canza cada intersticio de las interacciones de las normas, la legitimidad de los proce-
sociales. Los recursos virtuales introducidos dimientos.
por la Internet provocan una transforma- Ahora bien, la emergencia y sostenibili-
ción en la comprensión convencional de los dad de la esfera pública dependen de que la
espacios de comunicación pública (Dean). coordinación de acciones sociales basadas
No solamente se expanden las posibilidades en el entendimiento comunicativo pueda te-
de acceso y alcance de las conversaciones y ner una relativa autonomía con respecto a
sus contenidos; al mismo tiempo se abren los imperativos del mercado y la regulación
espacios de experimentación discursiva e del poder político-administrativo. A fin de
identitaria. Las redes de intercambio virtual reconstruir las condiciones de posibilidad
se multiplican. Desvinculados de anclajes te- de una esfera pública democrática, Cohen y
rritoriales, los públicos virtuales dan al tras- Arato han señalado que la protección de los
te con la idea de que la esfera pública está derechos a la libertad de asociación, comu-
limitada por las fronteras de los Estados nicación y expresión desempeña un papel
ESFERA PÚBLICA 99
fundamental para asegurar la autonomía se pueda llevar a cabo. Sin embargo, como
asociativa y el debate público. Para estos han señalado diversos críticos, la reconcilia-
autores, la actualización de los derechos de ción de los postulados normativos de la teo-
ciudadanía contribuye a sostener la diferen- ría crítica con las exigencias sistémicas y
ciación funcional entre las esferas de la eco- funcionales de las sociedades actuales se
nomía, el Estado y la sociedad civil. La so- realiza a tal grado que el resultado es un
ciedad civil es el ámbito de actividad en el modelo bastante convencional. Uno se pre-
que las normas sociales, la solidaridad y la gunta en dónde se localiza el potencial radi-
comunicación son los mecanismos de coor- cal de una democracia que depende de que
dinación social. Desde esta perspectiva, las la opinión pública influya en los procesos
dinámicas asociativas en la sociedad civil legislativos.
sostienen los procesos de comunicación que Una revaloración –poshabermasiana, por
dan forma a la opinión público-política. así decir– del lugar que ocupa el concepto
En el marco de la diferenciación entre de esfera pública en la teoría democrática
las esferas de la economía, la sociedad civil ha sido realizada por los partidarios de la
y el Estado, la esfera pública se desempeña democracia deliberativa. La democracia de-
como una instancia de comunicación que liberativa es un corpus de enfoques norma-
permite tener una visión de conjunto del sis- tivos y de estudios empíricos agrupados por
tema social. A través de esta concepción se la idea de que la deliberación y el debate
actualiza el ideal de un espacio de discusión públicos desempeñan un papel protagónico
y deliberación que sirve, a la vez, como un en la expansión de los principios democrá-
foro donde se discuten los fines colectivos, ticos. Los representantes de esta vertiente de
y como escenario que somete el desempe- la teoría de la democracia, de entrada, to-
ño del poder político a la crítica social. El man distancia de un modelo racionalista de
espacio público es un espacio de opinión la comunicación pública y reconocen la re-
informal y anónima, que se ejerce desde las levancia política de las formas de comuni-
actividades asociativas de los ciudadanos, y cación alternativas (Iris Young). La expre-
cuyo propósito es ejercer influencia sobre el sión de razones públicas no requiere seguir
sistema estatal. De acuerdo con Habermas un modelo racionalista de argumentación;
(Facticidad) –un Habermas que ha dejando puede valerse de una amplia variedad de
atrás las elaboraciones contenidas en La recursos retóricos. Narrativas, testimonios y
transformación estructural de la esfera pú- expresiones emotivas promueven que el de-
blica de 1962–, es una opinión anónima, bate público sea inclusivo. Acciones de pro-
descentralizada y fluida el origen del poder testa o comportamientos colectivos hetero-
comunicativo que habrá de transformarse doxos cumplen una función semejante. El
–una vez que pase por diversos filtros–, en criterio es que la comunicación social, cual-
resoluciones jurídicas y en poder adminis- quiera que sean sus formas de expresión,
trativo. La legitimidad democrática que ten- consiga resaltar la relevancia general de ex-
gan las leyes y políticas no dependerá sola- periencias y puntos de vista particulares.
mente de haber seguido los procedimientos Asimismo, para el enfoque deliberativo,
adecuados, sino también de que traduzcan el concepto de la esfera pública está asocia-
las pulsaciones de la opinión pública. do con la expectativa de multiplicar los es-
En Facticidad y validez, la teorización ha- pacios de justificación política, contestación
bermasiana del espacio público consigue simbólica y de coordinación democrática.
reconciliar los principios normativos de pu- De esta forma, desde una interpretación
blicidad, comunicación y legitimidad demo- discursiva de la democracia, la esfera pú-
crática con las condiciones prevalecientes blica es concebida como un terreno de dis-
en las sociedades complejas. El lado norma- putas simbólicas (Dryzek). Las contiendas
tivo de este modelo da continuidad a las discursivas en la esfera pública cumplen con
aspiraciones de la teoría crítica de articular diversas tareas. Por un lado, proporcionan
la participación democrática con el ejercicio y difunden información; aportan insumos
de la razón pública. El lado descriptivo es- para orientar las políticas públicas; y esta-
tablece cuáles son las mediaciones institu- blecen mecanismos simbólicos de rendición
cionales necesarias para que este propósito de cuentas. En este sentido cumplen con la
100 ESFERA PÚBLICA
guayo José Enrique Rodó. En este ensayo, de él, usando el lenguaje del maestro para
el autor exhorta a “la juventud de América” maldecirlo. Fernández Retamar sugiere que
a emprender una nueva etapa en la historia tal es la herencia cultural del continente, y
latinoamericana a partir de una educación enumera figuras políticas y culturales desde
estética que establecería los fundamentos de Rubén Darío hasta Che Guevara que contri-
los valores sociales y políticos en relación buyeron a una política cultural de rebelión
con una noción del arte como ideal de la y “maldición”. La figura de Calibán evoca
representación. Este ideal se basa en ele- una realidad material que los poderes do-
mentos de la filosofía alemana que atribu- minantes no pueden hacer desaparecer ni
yen al arte las cualidades de ser universal, idealizar.
razonable, desinteresado y espiritual. Rodó Si bien a partir de los años cincuenta cre-
contrasta este ideal, que se encarna en el ció la esperanza de crear una cultura y una
personaje Ariel de la obra teatral shakespea- política que reflejaran las realidades mate-
riana La tempestad, con la materialidad, el riales de América Latina, en los siguientes
interés y la irracionalidad del personaje decenios hubo grandes represiones de estas
Calibán. Rodó empleó esta oposición para esperanzas. Frente a las guerras civiles de
defender una jerarquía antidemocrática, en Centroamérica, la represión brutal de las
la que las élites tuvieran hegemonía sobre manifestaciones populares en México y el
los pobres e iletrados del continente, ade- establecimiento de las dictaduras en varios
más de demostrar una superioridad espiri- países sudamericanos, el campo cultural e
tual sobre los estadunidenses que según él intelectual tuvo que interrogar su función
carecían de sensibilidad cultural. y su lugar en el mundo. Pareció necesario
Tal oposición entre cultura y materiali- encontrar nuevas formas de representación
dad no fue sostenible en América Latina del y nuevos espacios de pensamiento y crea-
siglo XX, donde las fuerzas heterogéneas so- ción, ya que muchos de los dispositivos tra-
ciales e históricas turbaron todo intento de dicionales fueron eliminados o apropiados
establecer una noción universal y pura de la por el discurso oficial. Estas nuevas formas
cultura. Ariel representa un extremo que no incluyeron medios masivos tales como el
volvió a repetirse muchas veces, y por cierto cine y la música popular, como medios más
los movimientos artísticos y literarios prin- tradicionalmente asociados con el arte y la
cipales del siglo incorporaron elementos literatura. El cine intentó expandir la con-
“materialistas” que no le habrían agradado ciencia a lugares desconocidos por los in-
a Rodó (por ejemplo, la tecnología, las rup- telectuales metropolitanos y de cambiar la
turas del lenguaje, la sonoridad, la mezcla percepción de lo supuestamente conocido.
de culturas y discursos). Sin embargo, mu- La música folklórica y el rock mezclaron
chas obras que intentaron representar las denuncias políticas con letras poéticas y un
fuerzas heterogéneas del continente termi- buen ritmo o melodía, el arte visual se ra-
naron apropiándose de ellas y neutralizando dicalizó, escapándose del espacio protegido
su alteridad con respecto a las estructuras del museo o la galería y desplomándose en
hegemónicas. medio de la ciudad, en esculturas hechas
En la segunda mitad del siglo XX, hubo del detritus de la vida moderna o en per-
intentos renovados de definir la cultura la- formances diseñados a impresionar y con-
tinoamericana más allá de los impulsos pu- fundir las distinciones y normas ordenando
ramente artísticos de los años precedentes. las imaginarias nacionales.
Una expresión paradigmática de esta redefi- Elena Poniatowska, Carlos Monsiváis,
nición aparece en el ensayo “Calibán” (1971) Nelly Richard y Beatriz Sarlo producen tex-
del cubano Roberto Fernández Retamar, tos que funcionan a la vez analíticamente y
donde el autor rechaza la jerarquía plantea- como intervenciones culturales. Estos textos
da por Rodó y sugiere que el símbolo que dan cuenta de cambios en la concepción de
mejor corresponde a la experiencia latinoa- lo estético y cristalizan formas culturales
mericana no es Ariel sino Calibán. En la originales que integran convenciones y re-
obra shakespeariana, Calibán es un esclavo gistros de diferentes géneros como la cró-
que elige no seguir las órdenes del maestro, nica, el periodismo, la ficción, la sociología,
como Ariel, sino que se rebela en contra la denuncia política y el arte visual. Sus
ESTÉTICA 103
autores tienen una función importante en pacio independiente del gobierno, en rigor
la articulación pública de opiniones sobre la zona del antagonismo”. Intentan marcar
la producción cultural, los acontecimientos la emergencia de nuevas coyunturas dentro
socio-políticos de sus países y de la región, de la temporalidad del capitalismo tardío,
y los cambios en el campo de la crítica cul- pero que no son necesariamente reduci-
tural internacional. bles a ella. Las obras de Monsiváis repre-
La crónica es un género que desafía las sentan aproximaciones a una diversidad de
formas tradicionales de la representación, a fenómenos sociales y culturales difíciles de
pesar del hecho de que su historia comen- resumir. No obstante, se puede identificar
zara en América Latina desde los primeros estrategias narrativas recurrentes: como
encuentros entre conquistadores europeos afirma John Kraniauskas, “Monsiváis, más
y habitantes nativos del continente. Elena que ‘contar’, ‘muestra’, y al hacerlo se mueve
Poniatowska y Carlos Monsiváis recupe- a través y entre las experiencias y las posi-
raron el género para denunciar la simul- ciones ideológicas del campo cultural que
tánea agresión y privatización del estado explora. Sus crónicas-ensayos son policén-
frente a los sectores populares. La noche tricas y actuantes, activando ideologías en
de Tlatelolco: testimonios de historia oral de conflicto y celebrando pequeñas victorias
Poniatowska (1971) inauguró este nuevo donde sea que se encuentren –definiciones
uso de la crónica. El libro está compuesto difícilmente equiparables a las del ensayo y
de un montaje que incorpora una variedad la crónica convencionales–”.
de fuentes y medios de representación, en- En Chile, el golpe de estado en 1973 pro-
tre ellas: entrevistas con ambas partes; los dujo lo que se ha descrito como una crisis
participantes en los movimientos estudian- de sentido para los escritores, intelectuales
tiles, que fueron reprimidos por el ejército y artistas. Bajo la censura severa del régi-
mexicano, y los oficiales gubernamentales men militar y frente a la desaparición y tor-
asociados con la represión estatal; recortes tura de miles de ciudadanos, los que queda-
de periódicos del momento; fotos que pre- ron en libertad y que no se fueron al exilio
tenden documentar una masacre cuya exis- tuvieron que interrogar los viejos modelos
tencia había sido ignorada o negada por de compromiso político en el pensamiento
los canales institucionales; y comentarios y en el arte. Nelly Richard, en su libro
escritos por Poniatowska misma. La noche Márgenes e institución: arte en Chile desde
de Tlatelolco constituye una obra testimonial 1973, describe cómo la comunidad artística
colectiva que no deja de poner en evidencia y literaria empujó la categoría del arte hasta
las mediaciones y compromisos que figura- sus extremos para potenciar su fuerza bajo
ron en su construcción. la represión del gobierno y su control de
Carlos Monsiváis también suele emplear toda forma de expresión pública. Los artis-
montajes para realizar denuncias a la co- tas de la llamada “escena de avanzada” re-
rrupción e incompetencia del estado fren- husaron toda relación ilustrativa entre arte
te a los desastres naturales y a las fuerzas y política, concentrándose en una práctica
del capital tardío, tanto como una reivindi- del arte que funcionara como una fuerza
cación de los pequeños triunfos por parte disruptora en la sociedad rígida creada por
de sectores populares. Un ejemplo notable los militares. Esta escena artística se carac-
es Entrada libre: crónicas de una sociedad terizó por su interés en la producción colec-
que se organiza (1987), una colección de tiva del arte y el intento por borrar los lími-
crónicas ensayísticas que tratan una serie tes entre el espacio aurático del arte y la
de rupturas sociales caracterizadas por el gente, y por el enfoque temático de la mate-
abandono de un estado que ha dejado de rialidad indisciplinada de los cuerpos y el
cumplir su papel como reconciliador de deseo. Richard, que no fue un miembro de
conflictos sociales: la explosión de San la escena de avanzada, vio en su producción
Juanico en 1984 y el terremoto de 1985 en una alternativa a los discursos políticos y
la ciudad de México. Junto con el propósito académicos de izquierda, que además de ser
de denunciar, las crónicas son recuerdos de amenazados por el régimen, también solían
lo que Monsiváis llama “el esfuerzo comu- reproducir las jerarquías y esquemas totali-
nitario de autogestión y solidaridad, el es- zadores asociados con el discurso oficial.
104 ESTÉTICA
Influida por Michel Foucault y Roland márgenes sociales e históricos de la vida ur-
Barthes y las revistas argentinas Contorno y bana de los decenios de los veinte y treinta.
Punto de Vista, entre otras cosas, Richard En los años noventa, experimentó con una
concibió una forma de discurso ensayístico forma más ensayística de crítica cultural en
en el que se combinan observaciones sobre los libros Escenas de la vida postmoderna:
el arte, la sociedad, la cultura popular, el intelectuales, arte y videocultura (1994) e
espacio urbano y el género; y que se intere- Instantáneas: medios, ciudad y costumbres
sa por los fragmentos y la micropolítica tan- en el fin del siglo (1996), donde recoge ob-
to como por los grandes acontecimientos servaciones fragmentarias de la vida bonae-
políticos y sociales. En 1990, al comienzo de rense en el capitalismo tardío, mezclando
la transición a la democracia, Richard fun- descripciones del arte posmoderno con
dó la Revista de Crítica Cultural para crear análisis del espacio higiénico de las galerías
un espacio para el desarrollo público de este comerciales y la interrupción temporal del
tipo de crítica. Aunque ha sido objeto de control remoto del televisor.
más de una controversia, sobre todo por su A pesar de que las formas de crítica pro-
importación de ideas extranjeras y un perci- movidas por Richard y Sarlo tienen mucho
bido elitismo, la revista llegó a ser una fuer- en común con los estudios culturales, am-
za importante para la redefinición del dis- bas escritoras han expresado sus diferencias
curso político-cultural en Chile, con una con los estudios culturales tales como los
influencia considerable para otros países de practicaron desde la academia norteameri-
América Latina. cana en los años noventa. Richard reconoce
Durante la dictadura en Argentina, un la importancia del movimiento de descen-
grupo de intelectuales de izquierda funda- tralizar la noción de cultura de su forma
ron la revista Punto de vista para crear un monumental y hegemónica para hacer vi-
espacio para la reflexión social, cultural y sibles las múltiples manifestaciones de la
política. El proyecto crítico de la revista qui- cultura en una sociedad y las tensiones que
so vincular un concepto dinámico y abierto las subyacen: tensiones entre la ideología, la
de la cultura con la política con el fin de historia, la estética, la económica, la políti-
interrogar tal relación y destruir todo con- ca y la inscripción social, entre otras cosas.
cepto de autonomía cultural y también de la Sin embargo, ella critica el entusiasmo con
dependencia ilustrativa del arte comprome- que la academia norteamericana adoptó la
tido. Influida por el materialismo cultural orientación estudioculturalista para enten-
inglés y por la sociología francesa, la revista der América Latina, sobre todo en cuanto
buscó interrogar las bases materiales e his- a que se aplicara a revelar aspectos que
tóricas de la producción cultural argentina no fueran reconocibles en los discursos y
y desmitificar una noción homogénea de la mediaciones culturales latinoamericanos.
cultura, mezclando críticas de la literatura, Advierte que tal tipo de análisis corre el peli-
el cine, el rock, el arte y la cultura masi- gro de someter a la cultura latinoamericana
va junto con el psicoanálisis, la sociología a una fuerza bruta incapaz de entenderse y
y la teoría cultural. Beatriz Sarlo, que fue a una exterioridad condenada a quedarse en
una de las fundadoras de la revista y sigue los márgenes del sistema mundial. Insta a
siendo su directora hasta el día de hoy, es que se enfoquen en los aspectos singulares
una figura paradigmática del tipo de crítica de la cultura y de la experiencia en América
cultural, ejemplificada por la revista. En su Latina, fijándose siempre en la forma o el
primer libro, El imperio de los sentimientos estilo con que se representan estas singula-
(1985), analizó revistas populares femeninas ridades, que debe resistir toda tentación de
para revelar una perspectiva histórica alter- recurrir al discurso normativo o totalizador
nativa a la historia masculina y de élite. En característico de las investigaciones acadé-
su segundo libro, Una modernidad periférica micas-intelectuales. Sarlo comparte las sos-
(1988), elaboró una teoría de la moderni- pechas de Richard vis-à-vis la marginaliza-
dad argentina, basándose en una concien- ción implícita de lo latinoamericano en el
cia marginal que se identifica en algunos de discurso de los estudios culturales metropo-
los textos más consagrados de la literatura litanos, pero se distingue de ella al momento
argentina, que se sitúa en diálogo con los de proponer un remedio. Basándose en una
ESTÉTICA 105
[106]
FRONTERA 107
sión de identidades evidencia los mapas y Los traslapamientos propuestos por los
geografías que surgen a partir de la resisten- estudios culturales entre disciplinas, entre
cia, lucha y representación “desde abajo”, espacios territorializados y desterritorializa-
para una sociedad económica y socialmente dos como la memoria y el deseo, no serían
justa y equitativa. Con esta expresión topo- cabalmente aprehendidos sin la presencia
lógica “desde abajo”, nos referimos junto de los cruces planteados por el feminismo
con Appadurai, Anzaldúa, Mohanty, Moraña, transnacional, la crítica literaria feminista
Alarcón, García Canclini y otras críticas a la latinoamericana, y los movimientos sociales
globalización de grupos, comunidades y dis- y ciudadanos estudiados e impulsados por
cursos en torno a las disfunciones y asime- el feminismo. En una palabra sin la activa
trías propias de la globalización en la bús- fricción de los conceptos de identidad, espa-
queda de una ciudadanía que no elimine las cio y pedagogía introducida por los estudios
diferencias, las agendas y las especificidades de género.
de grupos y comunidades. Los estudios culturales y los estudios de
El análisis del término frontera que pro- género trabajan en objetivos semejantes,
ponen, refiere a un acto de visibilización de vinculados a la desestabilización de fronte-
inequidades, resistencias y negociaciones ras asignadas entre disciplinas académicas
ocultas o explícitas frente al poder. Acentúa que parcializan el conocimiento y contienen
en particular actos de demarcación de lími- estática a la subalternidad. Ambos estudios
tes, asimetrías, o cruces entre prácticas pe- están interesados en analizar la producción
dagógicas hegemónicas con aquellas que de conocimiento y su administración en la
plantean algún tipo de corte o desvío. construcción tanto de movimientos sociales
Las operaciones de desvío o rajadura son por los derechos de minorías, como en la
producto del roce de demandas y necesida- producción de formas de representación crí-
des de sobrevivencia y representación vincu- tica de la otredad. Se han nutrido de teori-
ladas a: la identidad (local, global, nacional, zaciones alternativas tales como el análisis
transnacional), a la práctica pedagógica (las del discurso, el psicoanálisis, la semiología
formas vernáculas, locales o transnaciona- y la deconstrucción para criticar nociones
les de administración de saber de la otre- disciplinarias de espacio e identidad.
dad) y a la diferencia (cultural, sexual, de Los estudios culturales han llevado a
género, clase o racial), con los espacios y cabo intervenciones estratégicas que los lo-
lenguajes hegemónicos. calizan en la frontera con los estudios de
La revisión del término de frontera y las género. Stuart Hall, desborda el término he-
operaciones que le dan significación: cruce, gemonía usado por Gramsci para referir no
desborde y límite, han permitido a los estu- solamente a las relaciones articuladas en
dios culturales consolidarse, aun frágilmen- términos de clase, sino también a las que
te, y viajar por el continente americano (tan- incluyen marcas de género, raciales, de
to el anglosajón como el latino) revisitando, creación de significado como apuesta del
a partir de una propuesta pedagógica del subalterno, y del placer como elementos a
disenso, conceptos como espacio e identi- considerar en el análisis de las relaciones de
dad. Estos conceptos han sido apropiados poder. Gayatri Spivak ha marcado los pro-
por los estudios culturales, con el fin de dar blemas de representación de la subalterni-
cuenta de las transfiguraciones debidas a la dad frente a la violencia epistemológica de
migración, a los flujos de capitales, discur- occidente. Mabel Moraña ha reflexionado
sos, medios y políticas de la representación sobre los vínculos entre estado y producción
particulares de una América Latina que re- de conocimiento por parte de intelectuales
configura cada vez más sus fronteras geocul- desde una perspectiva de género en América
turales e imaginarias. Latina. Un gran número de intelectuales la-
Las operaciones de cruce, desborde y lí- tinoamericanas y latinoamericanistas, entre
mite, posibles a partir de la revisitación del ellas Nelly Richard, Ileana Rodríguez, Mary
término de frontera y sus implicaciones pe- Louise Pratt, Doris Sommer, Margo Glantz,
dagógicas, han permitido a los estudios cul- Beatriz Sarlo, Francine Masiello, Mónica
turales reconfigurar y desestabilizar nocio- Szurmuk, Jean Franco, entre otras, han
nes hegemónicas de identidad y espacio. marcado desde diferentes ángulos, las fron-
108 FRONTERA
teras que deben cruzar y reinventar las mu- tudios culturales y de género a favor de mo-
jeres y sus otredades para poder hacer sen- vimientos subversivos y reconstitutivos del
tido en los límites de lenguajes y pedagogías cuerpo y la lengua del sujeto subalterno. La
hegemónicas, con el fin de proponer cáno- producción de representaciones culturales
nes alternativos, ciudadanías integrales a por chicanas en Estados Unidos, las nego-
sujetos “parciales” y políticas de la traduc- ciaciones de sobrevivencia y ciudadanía de
ción y la mediación que potencien una cul- puertorriqueños en Nueva York, el estatus
tura latinoamericana que no se base funda- de inasimilables de los niños migrantes pe-
mentalmente en la producción de una élite. ruanos en las escuelas argentinas, son tres
Se han preguntado: ¿cómo subvertir el len- ejemplos de reinscripción del otro en terre-
guaje para dar cuenta de los linderos de ex- no intersticial de la disciplina y la nación.
periencias femeninas u “otras”? ¿Cómo Transnacionalidad, transdisciplina y tran-
apropiarse de una narrativa que represente sexualidad marcan categorías que se ubican
la experiencia, el silencio y lo innombrable tanto en el cruce de fronteras disciplinarias
de las mujeres y la otredad? ¿Qué tipo de como en el más allá de continentes hegemó-
identidades y qué relatos están movilizando nicos como la nación soberana, la disciplina
las identidades diaspóricas latinoamerica- y el género dual (masculino, femenino). Lo
nas? ¿Qué cruces, qué nuevos lenguajes hay “trans” localiza su fuerza en el más allá de
que generar para representarlas y escuchar- las metanarrativas ligadas a las identidades
las? ¿Qué lugares de enunciación marginal nacionales monolíticas, genéricas y discipli-
es preciso atender? Y la pregunta culminan- narias.
te ¿En dónde tenemos los ojos? Appadurai subraya la velocidad, el movi-
Así se subrayan los intersticios y fronte- miento de personas, finanzas e ideas hacia
ras entre los estudios culturales y de géne- la disyunción y la desterritorialización como
ro y su búsqueda común por una cultura fuerzas desestucturadoras del orden actual;
latinoamericana con nuevas demarcaciones surge así la fuerza de lo transnacional. La
con respecto a su estricto canon y con un disputa entre la fuerza del “lugar”, las polí-
ejercicio de traducción y producción que ticas de “lugar” (territorializadas) y la fuerza
rompa con las densas fronteras erigidas de- del movimiento (políticas de la desterrito-
bido a las diferencias nacionales, raciales, rialización) entra en juego.
genéricas o sexuales. Surgen varias preguntas: ¿cómo pensar
Una de las operaciones más importantes la resistencia, la identidad, el saber desde
de los estudios culturales y de género se re- los límites de nación, género y disciplina?
fiere a la fuga y desborde del sujeto subalter- ¿Qué nuevo papel ocupan las naciones, los
no o femenino de los territorios nacionales territorios frente las movilizaciones diaspó-
y disciplinarios. John Beverley apunta a la ricas y desterritorializadas?
imposibilidad de que el saber latinoamerica- El concepto de límite, trabajado por Julio
no pueda ser contenido ya sea disciplinaria Ramos, cobra relevancia aquí pues si bien
o territorialmente. Desde estos estudios los la soberanía y el discurso nacional pueden
cruces y desbordes disciplinarios y territo- hacer invisible la diferencia, la nación como
riales enfatizan más que la disciplina y el constructo moderno, base de la ciudadanía,
territorio, la transdisciplina y los espacios puede ser reclamada desde sus límites y
desterritorializados. La desestabilización de obligada a responder tanto a los grupos mi-
las fronteras geográficas y disciplinarias –la grantes como a sus comunidades locales,
transdisciplina y la desterritorialización– desde sus “deslenguas”.
permiten tanto el estudio de la densidad La discusión se desliza al escenario que
de las disciplinas establecidas y las formas delimita las fronteras, a partir de las cuales
en que atrapan al subalterno sin cuerpo y el sujeto latinoamericano piensa y es pensa-
sin voz, como el constreñimiento y control do. Walter Mignolo centra el problema en la
de las naciones hacia sus identidades. Así, localización, de la delimitación del lugar
transdisciplina y transnacionalidad son dos desde donde pensamos Latinoamérica y so-
marcas estratégicamente derivadas de cru- mos pensados por otros. Surge la operación
ces y desbordes de fronteras geográficas y que marca el término border thinking, basa-
disciplinarias operadas al interior de los es- da en la obra de la chicana Gloria Anzaldúa,
FRONTERA 109
dominación? En una palabra, ¿cómo pen- a ambos lados de la frontera ha sido Border
sar más allá de la dominación?, ¿desde qué Women. Writing from la frontera. En él,
lugar, con qué lenguaje, en qué cuerpo? La Socorro Tabuenca y Debra Castillo mapean
respuesta no se hace esperar: desde la fron- las tensiones, temáticas y acentos políticos
tera, desde los límites del discurso nacional, diferenciales de mujeres escritoras a ambos
de género, racial y sexual, desde los intersti- lados de la frontera.
cios entre disciplinas, entre naciones, entre Las chicanas han trabajado el sentido pe-
imaginarios, entre lenguas. La zona inters- dagógico de lo transdisciplinario y el sentido
ticial se coloca más allá de los regímenes subversivo de la representación de la expe-
que comprometen la movilidad y el flujo riencia femenina transnacional. Su constante
de disciplinas, territorios e imaginarios de misión pedagógica de enseñar, escribir, tradu-
la representación en cuerpo y lengua de la cir y su forma de habitar estas fronteras las
otredad. ha llevado a teorizar y narrar la experiencia
Uno de los espacios privilegiados del cru- marginal en una suerte de pensamiento opo-
ce, es el espacio geocultural de la memoria, sicional (oppositional thinking), elaborado
de las prácticas pedagógicas y políticas que por Chela Sandoval y recogido por críticos
se abren en el roce de una de las fronteras como Chandra Mohanty y Donna Haraway,
más grandes y cruzadas del mundo: la fron- Ernesto Laclau y Chantal Mouffe.
tera entre Estados Unidos y México. Los estudios culturales han retomado
Las chicanas, mujeres transfronterizas estas tensiones y preguntas, las han hecho
por excelencia, han desarrollado un co- suyas. Desde estos cuerpos y estas lenguas
nocimiento situado, una localización en se analiza la globalización intervenida por
cuerpo y lengua histórico-política, desde las comunidades imaginadas: por migrantes
donde pensar y pensarse. Gloria Anzaldúa mexicanos, caribeños, latinoamericanos en
construye este “lugar”, en la frontera en- Estados Unidos, con acentos en las formas
tre México y Estados Unidos, una frontera de conocimiento vernacular y local que la
emocional, geográfica, lingüística, material globalización des/articula y el conocimiento
e imaginaria. ¿Cómo pensarse desde los de la globalización que sus obras posibilitan
discursos de dominación?, ¿en qué lengua, (coaliciones y redes transnacionales).
con qué cuerpo? Su respuesta es clara, con Las críticas literarias latinoamericanas,
la producción de conocimiento situado en caribeñas y chicanas, constituyen vínculos
pedagogías fronterizas, fruto de narrativas transfronterizos que es necesario fortalecer.
y teorizaciones que hablan desde su cuerpo, Han trabajado en torno al concepto de iden-
desde su experiencia en lenguajes bilingües tidad, espacio y pedagogía con el fin de re-
que buscan traducir lo irrepresentable de la presentar en cuerpo y lengua la otredad,
experiencia del migrante, del diaspórico o más allá de la soberanía nacional, de lo bi-
del otro en Estados Unidos. Gloria Anzaldúa nario genérico y de las pedagogías dominan-
con su libro Borderlands/La frontera, pro- tes, desde lo transdisciplinario, lo transexual
vocó una intensa discusión hacia el inte- y lo transnacional, materializando las ope-
rior de la academia anglosajona, que trajo raciones que dan sentido y posibilidad al
como consecuencia la revisión de cánones reconocimiento y representación de la otre-
que habían excluido una reflexión crítica dad a partir de la reinvención de fronteras
acerca del concepto de nación, espacio e geográficas, disciplinarias y genéricas. Su
identidad propuesta por sus sujetos exclui- pedagogía transfronteriza nos permite co-
dos. Otras chicanas como Norma Alarcón, nectar el sur con el sur, “desde abajo”, los
Chela Sandoval, Cherríe Moraga, Ana Cas- intersticios de Perú y Argentina con los de
tillo, Norma Cantú, Sandra Cisneros, Lucha México y los de Estados Unidos. El trabajo
Corpi, Helena Viramontes, Emma Pérez, en- de la caribeña Yolanda Martínez San Miguel
tre muchas otras mujeres fronterizas, han en su texto Caribe Two Ways: Cultura de la
buscado estructurar lenguajes que hablen migración en el Caribe insular hispánico da
de esa particular experiencia que es cruzar cuenta de las estrategias culturales (visua-
y habitar la frontera más grande, insonda- les, narrativas y discursivas) de negociación
ble y transitada del mundo. Un texto que ha de identidades de dominicanos en Puerto
rescatado la escritura y narrativa de mujeres Rico y de puertorriqueños en Nueva York.
FRONTERA 111
Estas críticas son forjadoras de nuevas Duke University Press, 2001; Beverley, John,
alianzas entre pedagogías latinas, latinoa- Subalternidad y representación. Debates en Teoría
mericanas y caribeñas. Debemos leerlas es- Cultural, Vervuert, 2004, pp. 32-33; González,
palda con espalda, lengua con lengua, con el Patricia Elena y Eliana Ortega, La sartén por
fin de entender los nuevos espacios, identi- el mango: encuentro entre escritoras latinoame-
dades y formas de administración del cono- ricanas, Santo Domingo, Huracán, 1985; Hall,
cimiento de nuestra experiencia móvil, dias- Stuart, “When was the Postcolonial? Thinking
pórica y local que se está gestando desde el at the limit”, en The Poscolonial Question.
norte más recóndito hasta la Patagonia. Common Skies, Divided Horizon, Chambers,
Los estudios de género y culturales, los Iain y Lidia Curti, Nueva York, Routledge,
estudios chicanos, caribeños y latinos están 1996, pp. 242-260; Haraway, Donna, “A Cyborg
conformando un ámbito pedagógico y geo- Manifesto: Science, Technology, and Socialist-
cultural que traza nuevos límites, accesos y Feminsm in the Late Twentieth Century”, en
formas de circulación más adecuados a los Simians, Cyborgs and Women. The Reinvention
cuerpos, lenguas y discursos liminales en su of Nature, Nueva York, Routledge, 1991,
roce con el conocimiento y capital hegemó- pp. 149-181; Martínez San Miguel, Yolanda,
nicos. Caribe Two Ways. Cultura de la migración en el
Los esfuerzos por descifrar e impulsar Caribe Insular hispánico, San Juan, Callejón,
las formas de colaboración entre pedagogías 2003; Mohanty, Chandra, Feminism Without
del cruce y el disenso en la reconfiguración Borders, Durham, Duke University Press, 2004;
de América Latina son, hoy, de importan- Moraña, Mabel y María Rosa Olivera Williams
cia fundamental, sobretodo en un momento (eds.), El salto de Minerva. Intelectuales, género
como el actual donde las fronteras son redo- y Estado en América Latina, Iberoamericana,
bladas para migrantes pobres o perseguidos Vervuert, 2005; Poblete, Juan (ed.), Critical
y relajadas si se trata de personas, capitales Latinamerican and Latino Studies, Minneapolis,
financieros o intercambios pedagógicos en- University of Minnesota Press, 2003; Ramos,
tre hegemonías culturales. Es urgente refor- Julio, Paradojas de la letra, Caracas, eXcultura,
zar el trabajo que contemple “desde abajo” 1996; Rodríguez, Ileana, Estudios Subalternos/
los cruces y límites que las voces, las deman- contextos latinoamericanos estado, cultura,
das y las subversiones del disenso proponen subalternidad, Atlanta, Rodopi, 2001; Sarlo,
para su supervivencia y su bienestar. Beatriz, Instantáneas: Medios, ciudad y costum-
bres en el fin de siglo, Buenos Aires, Ariel, 1998;
OBRAS DE CONSULTA. Anzaldúa, Gloria, Valenzuela Arce, Nuestros piensos. Culturas po-
Borderlands/La frontera: The New Mestiza, San pulares en la frontera México-Estados Unidos,
Francisco, Aunt Lute Books, 1987; Anzaldúa, México, Consejo Nacional para la Cultura y las
Gloria y Cherrie Moraga, This Bridge Called My Artes, 1998.
Back, San Francisco, Aunt Lute Books, 1985;
Appadurai, Arjun, Globalization, Durham, [MARISA BELAUSTEGUIGOITIA]
género quince años comenzó a discutirse si estos
presupuestos no sobresimplificaban la pro-
LA COMPLEJIDAD DEL TÉRMINO. El género es una blemática en torno de las identidades de los
de las categorías centrales para el feminis- sujetos, al reproducir un esquema de pares
mo y los estudios sobre las mujeres debido diferenciados: naturaleza/cultura, cuerpo/
a la claridad con que evidencia de qué forma significado, lo dado/lo adquirido, mujer/va-
la sociedad se organiza de manera binaria y rón, femenino/masculino.
oposicional. La perspectiva de género reveló La complejidad se hizo patente en el
cómo se construían culturalmente caracte- debate sobre en qué momento el individuo
rísticas específicas atribuibles a la masculi- quedaba marcado genéricamente, dado que
nidad y a la feminidad, en virtud de una estaba sexuado desde el momento de su na-
supuesta correspondencia con sus rasgos cimiento. La práctica de la sexualidad (los
biológicos. Este término (“género”) tiende a rangos de edad del inicio de su actividad,
presentarse como el par complementario de las preferencias por una pareja de un sexo,
“sexo”, el cual se vincularía con las diferen- otro o ambos, su frecuencia, la existencia
cias biológicas que distinguen al hombre de o ausencia de dispositivos productores de
la mujer y aquél se remitiría al ámbito de la placer, la procreación como fin último, la
cultura, pues aludiría a rasgos construidos aceptación o el rechazo de nuevas tecnolo-
socialmente. A lo largo de los años setenta gías reproductivas, etc.) ilustra cómo cier-
y ochenta del siglo XX, fue empleado de ma- tas disposiciones estructurales propician su
nera muy productiva y dio origen a una gran ejercicio y no, como podría pensarse dada
diversidad de estudios, cuyo punto de parti- su asociación con un proceso biológico, un
da fue la crítica al esencialismo biológico y imperativo del sujeto, determinado por el
a la naturalización de rasgos relacionados hecho de poseer un aparato genital. La re-
con lo masculino y lo femenino. flexión sobre que ni el sexo era algo “dado”
A su vez, este hallazgo conceptual per- ni el género, algo “alcanzado”, puso en en-
mitió que proliferaran las investigaciones tredicho a la interacción social y a las ins-
sobre el tema, principalmente a partir de tituciones como las variables determinantes
los últimos años setenta de esa centuria. para la constitución genérica del sujeto y su
A través de dicha categoría fue posible re- distancia en relación con su sexuación. El
flexionar sobre cómo se había normalizado, hermafroditismo, la indeterminación y la
a lo largo de la historia, la desigualdad en- ambigüedad sexual del recién nacido así
tre hombres y mujeres, y de qué forma la como las cada vez más frecuentes mutacio-
adscripción a un sexo o a otro determinaba nes de un sexo a otro tiraron por la borda
los papeles que el sujeto debía desempeñar. la idea de que “nacemos” sexuados o que el
Respondió a las teorías esencialistas que sexo es un don biológico. La transexualidad
insistían en las diferencias irreconciliables, produjo un nuevo entendimiento sobre el
no intercambiables e intrínsecas entre hom- sexo, pues acabó con la idea decimonónica
bres y mujeres. También permitió analizar de que a cada cuerpo sexuado le correspon-
cómo las organizaciones y las prácticas ins- día un género específico, inmutable y opues-
titucionalizan la diferencia de los sexos en to por completo al otro género.
las sociedades. Sin embargo, en los últimos La interrelación entre género y sexo ope-
[112]
GÉNERO 113
ra en distintos rangos: desde aquéllos que otras variables como la raza, la clase social,
optan por definir a uno en relación con el la edad y su implicación directa: lejos de lo
otro, quienes se interrogan sobre si, en efec- que pudiera suponerse, lo que aquí hemos
to, es posible diferenciarlos, hasta los que se denominado como “normatividad de géne-
refieren a la necesidad de analizarnos de ro” no sólo presenta múltiples intersticios y
manera independiente. En todos los casos, puntos de fuga, sino que aun los tipos de
se configura la idea de la porosidad y movi- comportamiento esperados usualmente sue-
lidad de las fronteras, atributo que puede len presentar numerosos puntos de quiebre.
ser visto como un mecanismo de resistencia De la “reglamentación” o el listado de man-
a los guiones culturales sustentados en la datos que determinan una adscripción gené-
percepción de que existen estructuras socia- rica sustentada en un rango de característi-
les fijas y universales. cas invariables podemos desplazarnos a la
El riesgo del dualismo que la dupla géne- idea de que el individuo es capaz de evaluar
ro/sexo ha engendrado se debe, sobre todo, los grados de adecuación de sus elecciones
al predominio de sus definiciones por enci- y, en ese sentido, decidir la “cara”, la confi-
ma de la comprensión de los procesos que guración con que modelará su propia defi-
ambos entrañan y cómo la dinámica de sus nición de género.
relaciones muestran sesgos, segmentacio- Sin embargo, las tendencias teóricas se
nes, transformaciones, que multiplican las inclinan por asignarle a lo social, el peso
posibilidades del sujeto de un ser y un estar definitivo de la constitución del género como
en el mundo. Las investigaciones de natura- categoría. El aprendizaje del individuo en su
leza antropológica han demostrado que el proceso de socialización, la aceptación de
conjunto de significados que apuntan hacia las reglas que asignan significados determi-
a un género u otro opera de manera diferen- nados al género femenino y al masculino, la
te entre las diversas sociedades e, incluso, legitimización obtenida en función del res-
entre comunidades y subconjuntos de un peto de esas reglas, ponen el acento en la
mismo grupo social. Ni es un puñado de ca- preexistencia de un conjunto de significados
racterísticas permanentes ni puede asociar- que el sujeto va adquiriendo, en un sistema
se inextricablemente al desempeño de un parecido al de castigos y recompensas, des-
papel dado. Más bien se construye de mane- de su nacimiento. Él o ella deben externar
ra sostenida, se demuestra con nuestras una serie de comportamientos, visibilizarse
elecciones y puede ratificar o no (por lo me- como varón o mujer, dependiendo de la ex-
nos, provisionalmente, de acuerdo con el pectativa social en relación con su género.
espacio temporal y la situación) las identifi- Este planteamiento entraña implicaciones
caciones asociadas con su normatividad, las diversas. Por un lado, la posibilidad de ma-
cuales aparecen en aquello que se reconoce tizar el determinismo al cual apunta la con-
como feminidad o masculinidad. vicción de que el individuo se inserta en un
Las marcas del género, por lo tanto, es- medio social estructurado y estructurante,
tán presentes en cada momento de la exis- que convierte al ser humano en opresor y
tencia de los seres humanos, inmersas en el oprimido, víctima y victimario, simultánea-
vasto rango de las prácticas sociales y se ven mente, en el cual él mismo reproduce las
influidas por el momento histórico y el con- condiciones que material y simbólicamente
texto espacial. Por ejemplo, las conductas lo atan a ese sistema.
esperadas de los individuos, según sean En esa línea de pensamiento, se hace a
identificados como hombres o mujeres, y lo un lado el poder movilizador de la categoría
que significa pertenecer a uno u otro sexo, género, pues sólo se estaría configurando a
varían no sólo de país a país, que además, sujetos sin voz y sin agencia, meros produc-
se han modificado a lo largo de su historia, tores de un guión cultural preexistente. Si la
sino que, lambién, dependen del posiciona- mirada, en cambio, no sólo considerara las
miento de los sujetos en los espacios de la implicaciones de ser y actuar como sujetos
vida cotidiana y el tipo de relaciones esta- colectivos, sino involucrara también el po-
blecido entre quienes fungen como sus in- der implícito de su singularidad, sería posi-
terlocutores. De aquí el interés por estudiar ble socavar los elementos hegemónicos que
las múltiples intersecciones del género con contribuyen a la construcción de identida-
114 GÉNERO
des semejantes. Pero, al mismo tiempo, si se raza. Lo anterior elude los matices determi-
definiera el género sólo en función de las de- nistas, pues el género no se impone sobre el
cisiones individuales, se invitaría a perder de cuerpo o el sujeto se limita a aceptar o re-
vista su cariz político y relevarlo de su alto chazar lo que es, según su sexo (mujer o
impacto dentro de las relaciones sociales. Su varón). Más bien, el sujeto se apropia de una
íntimo vínculo con las prácticas culturales norma corporal que regula tanto la materia
lo erigen en un tipo de representación y un como sus significaciones, a partir de un im-
orden del discurso susceptibles de ser leídos perativo heterosexual que promueve ciertas
e interpretados tanto por el propio sujeto identificaciones y repudia otras (Cuerpos:
como por los demás miembros de su entor- 19). Esta perspectiva alberga un sesgo polí-
no. En sí mismo, alberga acuerdos, diferen- tico crucial y anticipa la dimensión “prácti-
cias, negociaciones y todo tipo de interac- ca” de su pensamiento, al suponer cuestio-
ciones, en el plano simbólico, en las que nes ligadas a cuáles son los cuerpos que
influyen las políticas de las identidades, de importan, qué identificaciones son acepta-
la misma manera que éstas son influidas por das y cuáles son ubicadas en el espectro de
las configuraciones de género. En resumen, lo abyecto, quién determina y (desde dónde)
éste marca al individuo, pero también deja los límites de la obscenidad y la pornografía,
una huella profunda en la dimensión social; o cómo las prácticas sexuales están fuerte-
es producto de un proceso histórico, aunque mente ligadas a una heterosexualidad com-
éste lleva consigo poderosos sedimentos que pulsiva. En síntesis, los legados de Louis
favorecen la reinserción de antiguas creen- Althusser, Jacques Lacan, Michel Foucault y
cias y prácticas culturales. Jacques Derrida son aprovechados por
Judith Butler, en su influyente Gender Butler para proponer el sexo como perfor-
Trouble (1990), propone una salida a esa mativo y como el resultado de mecanismos
aparente falta de conciliación entre lo indi- de interpelación y citación que pueden con-
vidual y lo colectivo, entre la subjetividad y solidar, aunque también subvertir, las es-
lo social. Al acuñar el concepto “performa- tructuras de poder.
tividad de género”, a través del cual recono-
ce la capacidad del sujeto en intervenir en POLISEMIA Y DIVERSIDAD CONCEPTUAL EN LATINO-
la estructuración de su subjetividad, resigni- AMÉRICA. El término género, entonces, es
ficando las prácticas regulatorias que obran complejo de definir debido a varios motivos.
sobre la construcción de su identidad. Puede emplearse muy ampliamente o bien,
Debido a las variadas y repetidas maneras implicar un concepto operativo de alta pre-
como se interpretan los mandatos de géne- cisión. Sus usos van desde un sentido artís-
ro, éste ya no es algo “dado” o “alcanzado” tico, biológico (“el género es superior a la
y sí una categoría flexible, en donde se abre especie”), asociado a lo femenino, hasta la
el espacio para las contradicciones, las afir- convicción de que no existe una traducción
maciones, las novedades, los rechazos y los exacta en español del término anglosajón
cambios tanto en la subjetividad como en (gender). El vocablo en lengua inglesa, “lleva
las prácticas, los gestos y los comportamien- implícito que se trata de una cuestión rela-
tos de los individuos. tiva a los sexos; plantear lo mismo en caste-
En Bodies that Matter (1993), Butler re- llano resulta críptico para los no iniciados:
toma algunas de las principales nociones de ¿se trata de estudiar qué género, un estilo
Gender Trouble para profundizar en ellas. Si literario, una modalidad musical o una tela?
el género es un efecto del discurso, construi- […] sólo las personas que ya están en ante-
do sobre la base de la exclusión de los Otros, cedentes respecto del debate teórico lo com-
¿lo es también el cuerpo? Su respuesta es prenden como relación entre los sexos,
afirmativa y se centra en el análisis del mis- como simbolización o como construcción
mo como una realidad material, marcada cultural” (Lamas, Cuerpo: 88).
por el género y filtrada a través del discurso. La academia latinoamericana también
Así, a manera de ilustración, la forma y la fue testigo del debate entre su necesidad y
apariencia corporal son modeladas a partir su prescindibilidad. Por ejemplo, la pers-
de los discursos constituidos socialmente, pectiva de diversas teóricas europeas, como
en relación con el sexo, la sexualidad y la Rosi Braidotti, en torno de que esta discu-
GÉNERO 115
sión no era necesaria, dado que el modelo de en donde suelen enfatizar su intención de
la guerra de los sexos era importada desde impulsar una “perspectiva” de género. Esto
Estados Unidos y el patrón mediterráneo del se traduce, casi siempre, en instancias crea-
machismo no respondía a una sociedad que das para dar asistencia de algún tipo a las
desplegaba otro tipo de problemática (“La mujeres, promover su inserción en forma
noción de ‘género’ es una vicisitud del idio- equitativa a la sociedad o bien, intentar
ma inglés, una noción que tiene muy poca o combatir la violencia intrafamiliar. La inclu-
ninguna relevancia en las tradiciones de las sión del término en las normativas y las ac-
lenguas romances” (79)). El énfasis, según ciones del Estado ha impactado por su cariz
Braidotti, debería estar puesto en la diferen- político.
cia sexual porque despliega más claramente Así, si género por lo general designa a las
la posición asimétrica de lo femenino y lo mujeres, los estudios de género suelen ser
masculino, dentro de un mismo sistema. La entendidos como investigaciones relaciona-
postura paralela criticaba la universalización das con el universo femenino. Una deriva-
de esa asimetría social, la propensión a di- ción de este empleo fue su actuación como
mensionarla como una condición inevitable sustituto de “feminismo”. Lo reduccionista
y su consecuente reificación, al margen de la de ambas consideraciones tuvo implicacio-
práctica sociohistórica. Los debates de este nes de peso, debido a que despojó al término
orden revelan no sólo una forma distinta de de la agencia asociada a ambos y se con-
comprender estas nociones (y, por lo tanto, virtió en objeto de sospecha y desconfianza.
el mundo), sino la existencia de diferentes La academia latinoamericana reaccionó en
agendas políticas. forma similar a lo observado por Joan Scott,
Jean Franco recuerda el debate iniciado al ser incluido por las instituciones en sus
por la iglesia católica, al rechazar el uso de programas, sus cursos, sus líneas de espe-
la palabra género, pues “intentaba provocar cialidad: “género suena más neutral y obje-
un giro ideológico y generar una nueva con- tivo que ‘mujeres’. ‘Género’ parece ajustarse
cepción de la persona humana, la subjetivi- a la terminología científica de las ciencias
dad, el matrimonio, la familia y la sociedad. sociales y se desmarca así de la (supuesta-
En suma, lo que propone es una revolución mente estridente) política del feminismo
cultural” (“The Gender Wars”: 123). La acep- (“El género”: 42).” En México, por ejemplo,
tación de que las diferencias entre varones parecerían convivir ambas vertientes. De
y mujeres son una construcción cultural, y manera pionera, en 1983 surgió el Programa
no se deben exclusivamente a aspectos de Interdisciplinario de Estudios de la Mujer,
orden biológico, abriría la puerta a un con- en el Colegio de México. Un decenio des-
junto de cambios sustanciales, alrededor del pués, en la Universidad Nacional Autónoma
aborto legalizado, la aceptación de la homo- de México, el Programa Universitario de
sexualidad, el colapso de los tradicionales Estudios de Género. Pero podía argüirse
valores familiares, razona Franco. De aquí que la denominación género, al ampliar
que no sólo haya repudiado el término, sino el espectro (y, en la percepción social, no
que la jerarquía católica en Latinoamérica sólo aludir a las mujeres), apunta hacia el
utilizó en forma indistinta “género” y “femi- desdibujamiento de esencialismos que le ad-
nismo”, en los años noventa, después de una judican a cada sexo un guión de patrones
larga insistencia por asociar a este movi- culturales y, en cambio, plantea la inclusión
miento con el comunismo, desde los años de formas alternativas de la subjetividad.
sesenta. Por lo tanto, la polisemia con que El empleo de esta categoría ha sido muy
se impregnó el vocablo, de acuerdo con las fructífero en la construcción de cánones al-
tradiciones teóricas abrevadas en Latino- ternativos, sobre todo en las ciencias socia-
américa contribuyó a que género fuera en- les y humanísticas. La recuperación de las
tendido y acogido de manera distinta, según funciones que las mujeres han desempeña-
las disciplinas, las instituciones y las regio- do, a lo largo del tiempo, en las disciplinas
nes. Por ejemplo, sin que se aclare en qué más diversas y en una pluralidad de ámbi-
sentido se le emplea, los gobiernos han tos, ha sido una de las vetas más exploradas
echado a andar programas, unidades admi- por la academia latinoamericana. Sus líneas
nistrativas, centros de estudio y de apoyo, se han movido desde la labor de rescate de
116 GÉNERO
no sólo surgieran posteriormente, sino que trario, su eficacia radica en su poder expli-
aún se encuentran en una fase incipiente, en cativo y potencialmente transformador, des-
el ámbito latinoamericano en específico, o de el momento en que puede dar cuenta de
que no susciten el mismo entusiasmo en to- las numerosas variaciones y facetas donde
das las disciplinas del conocimiento. lo simbólico encarna en realidades sociales
Las valoraciones desiguales alrededor de determinadas.
los atributos asociados a lo masculino y a lo El género dentro de los estudios cultu-
femenino han propiciado que los hombres rales en Latinoamérica, en cambio, apenas
asuman los modelos genéricos que más ven- si comienza a aparecer como categoría de
tajas sociales reporten. Sus experiencias, análisis. Ha habido una mayor insistencia
conductas y prácticas se ven influidas por en problemas como una nueva definición de
los imperativos de la heterosexualidad, para cultura y sus derivaciones hacia el análisis
la cual la virilidad se define por la capacidad de lo popular, las relaciones interétnicas, la
de dominar, controlar, penetrar. Los estudios emergencia de actores colectivos relegados
contemporáneos sobre las masculinidades tradicionalmente a los márgenes, hibridacio-
se han preocupado por cuestionar cómo se nes y nuevas configuraciones identitarias o
construyen las subjetividades de los varo- la complejización de las nociones de nación,
nes, cuál es la relación entre éstas y los pro- ciudadanía y el impacto de la globalización.
cesos de socialización, qué implicaciones Y aunque el género cruza todos esos ámbi-
lleva consigo la desnaturalización de la teo- tos, sus implicaciones apenas si comienzan
ría y la praxis sobre el “hombre” en singular, a ser dimensionadas. Parecería como si la
el carácter diverso y plural de las identida- estrecha asociación del término con el mo-
des masculinas, de qué manera las dinámi- vimiento feminista hubiera propiciado su
cas de género están presentes en las pregun- enclaustramiento a un restringido espacio
tas y las metodologías de investigación sobre epistemológico, propio de unas décadas y
estos temas, por mencionar algunos de sus un cuerpo de conocimiento ya superados.
tópicos. Como otras nociones abordadas en Desde distintos lugares, estudiosas como
esta entrada, “ser hombre” es también un Sylvia Molloy (2000) y Marta Lamas (2003)
término en disputa. intentan contestar a la interrogante de por-
qué, en Latinoamérica, aún no se realiza un
ESTUDIOS CULTURALES EN LATINOAMÉRICA Y GÉNE- cuestionamiento radical ni tampoco existe
RO. Las investigaciones actuales sobre el gé- un debate teórico en torno de las problemá-
nero en Latinoamérica apuntan hacia pro- ticas que de él se derivan.
blemas específicos y se fijan metas más Rápidos muestreos de publicaciones dedi-
limitadas. Los estudios de género promovi- cadas en los últimos años a los estudios cul-
dos desde las instituciones universitarias, turales exteriorizan un llamativo silencio al-
las gubernamentales y las privadas aportan rededor del género (Hart y Young, 2003; Ríos
una visión cercana a la del rompecabezas, et al., 2003; Sarto et al., 2004; Salas Astrain,
en donde las piezas van ajustándose y dibu- 2005) Si bien como término se encuentra
jan, poco a poco, un mapa cultural sobre el presente, se incluye como algo dado y pro-
tema. Se aspira que cada investigación des- yecta la apariencia de que la discusión está
criba qué sujetos y bajo qué circunstancias cerrada. Según Molloy:,“Tradicionalmente
históricas específicas son analizados, brin- el género como categoría de análisis no ha
den una orientación temática y atienda tan- gozado de la atención ni del respeto de la
to las diferencias como las especificidades crítica latinoamericana […] sigue viéndose
culturales e históricas. En síntesis, concep- como categoría crítica no del todo legítima,
tos como género, sexo o diferencia sexual son hasta abyecta, a menudo postergada cuando
de una gran utilidad como categorías de aná- no subordinada a categorías consideradas
lisis, si su punto de arranque es la convicción más urgentes” (“La flexión…”). Estas posi-
de su carácter provisional: si se conciben ciones desarman “la capacidad interventora
como construcciones epistemológicas de ca- del género” y lo sitúan en el “más afuera
rácter abstracto e ideal, lo cual no elimina de los proyectos de cultura nacional” (“La
su materialización e impacto real y medible flexión…”). Una de las principales preocu-
en los conglomerados sociales. Por el con- paciones de esta académica radica en que
118 GÉNERO
al leer de manera parcial el texto cultural, falta de una teoría propia y la dependencia
se deja de lado, sistemáticamente, toda hacia las lecturas emanadas del ámbito an-
posibilidad de un desvío de los discursos glosajón podría ser la contraparte del argu-
establecidos e, incluso, de sus contrarrela- mento de Richard acerca de la existencia del
tos. A partir de los razonamientos de Nelly detalle y la materialidad operativa, la de
Richard, propone nuevas re-flexiones (nue- “una crítica en acción y en situación, es de-
vas flexiones) en el texto cultural latinoame- cir, necesariamente imbricada en el funcio-
ricano y la necesidad de fisurar los discursos namiento práctico de una estructura local”
establecidos. (“El conflicto…”, 2003: 444). Los enfoques
Richard, por su lado, se pregunta si no de ambas permiten apreciar la amplitud
debiera ser fisurado el rótulo de “estudios de los rangos en los que se mueve el géne-
culturales latinoamericanos” como probable ro: desde la urgencia por forjar conceptos
bloque de poder, si su adopción se debiera a propios o construirlos a partir de la crítica
la influencia de la academia estadunidense y de los ya existentes hasta la indagación de
su consiguiente institucionalización, y no a cómo opera desde condiciones socio-histó-
proyectos propios de crítica de las discipli- ricas específicas. La convergencia de las mi-
nas. En este sentido, pudiera ser más trans- radas sobre sus posibilidades como catego-
gresor y poseer un mayor sentido político ría de análisis conduce a la necesidad de
hablar de “estudios de género” o “crítica fe- definir, interrogar y reconceptualizar todas
minista”, en virtud del sentido otorgado en aquellas nociones que lo sustentan y lo en-
el seno de las tradiciones locales y la apro- riquecen (sexo, sexualidad, identidad, dife-
piación de estas denominaciones por enci- rencia sexual, feminidad, masculinidad,
ma de aquélla (“El conflicto…”, 2003: 444). etc.), en lugar de colapsarlas en un solo vo-
Al hacer notar que en México, “ni en el cablo: “género” (Hawkesworth, Feminist
ámbito intelectual ni en el académico” ha Inquirí: 175).
habido interés por entablar una discusión
teórica rigurosa sobre el tema, lo cual se OBRAS DE CONSULTA. Braidotti, Rosi, Feminismo,
traduce en falta de ensayos y reflexiones pu- diferencia sexual y subjetividad nómada, Bar-
blicadas, Marta Lamas coincide con celona, Gedisa, 2004; Butler, Judith, Bodies
Braidotti sobre la tendencia de una despreo- That Matter: On the Discursive Limits of ‘Sex’,
cupación casi total de los varones por abor- Nueva York, Routledge, 1993 [Cuerpos que im-
darlo. Ello da como resultado la existencia portan. Sobre los límites materiales y discursi-
de especies de guetos: “manejan una clien- vos del “sexo” (trad. Alcira Bixio), Buenos Aires,
tela básicamente femenina y funcionan tam- Paidós, 2002]; Butler, Judith, Gender Trouble:
bién como lugares de formación de cuadros Feminism and the Subversión of Identity, Nueva
para la actividad política” (“Cultura…”, York, Routlege, 1993 [El género en disputa:
2003: 340-343). Al igual que Molloy, se per- el feminismo y la subversión de la identidad
cata de la escasez de estudios que pretendan (trad. Mónica Mansour y Laura Enríquez),
poner en crisis las representaciones de los México, Paidós, 2001]; Cranny-Francis,
géneros convencionales (incluso habla del Anne et al. (eds.), Gender Studies. Terms
heterosexismo como premisa de las investi- and Debates, Suffolk, Palgrave Macmillan,
gaciones realizadas) y sostiene que “los es- 2003; Fougeyrollas-Schwebel, Dominique et
tudios de género no constituyen todavía una al. (dirs.), Le genre comme catégorie d’ana-
tendencia teórica importante en el área de lyse. Sociologie, histoire, littérature, París,
los estudios culturales, y tampoco están cru- L’Harmattan, Bibliothèque du Féminisme/
zados por una perspectiva transversal de RING, 2003; Hawkesworth, Mary, “Confundir
género” (ibid: 346). el género”, Debate feminista, año 10, núm. XX,
Lamas alude a la realización de investi- octubre de 1999, pp. 3-48; Hawkesworth, Mary,
gaciones sustentadas en datos y trabajo de Feminist Inquiry. From Political Conviction to
archivo, la labor de recuperación y relectura Methodological Innovation, New Brunswick,
de mujeres olvidadas, así como al análisis de Rutgers University Press, 2006; Kaminsky,
prácticas discursivas y de vida, desde la so- Amy K., Reading the Body Politic: Feminist
ciología, la historia, la antropología y la li- Criticism and Latin American Women Writers,
teratura, principalmente. Su desazón por la Minneapolis, University of Minessota Press,
GÉNERO / GLOBALIZACIÓN 119
1993; Lamas, Marta, Cuerpo: diferencia sexual miento” europeo de Amerindia en 1492 hace
y género, México, Taurus, 1992; Lamas, Marta, posible una red de conexiones entre todos
“Cultura, género y epistemología”, en José los continentes del mundo. Entendido así,
Manuel Valenzuela Arce (coord.), Los estudios la globalización no es nada nueva, pero la
culturales en México, México, FCE/CNCA, 2003; ubicuidad del término en los discursos po-
Lamas, Marta, Feminismo. Transmisiones y re- líticos, económicos, culturales, y académi-
transmisiones, México, Taurus, 2006; Ludmer, cos al principio del siglo XXI indica que ha
Josefina, “Las tretas del débil”, <http://www. adquirido un significado más específico en
isabelmonzon.com.ar/ludmer.htm> (orig. de cuanto a la historia y el desarrollo reciente
1985); Molloy, Sylvia, “La flexión del género de la geopolítica.
en el texto cultural latinoamericano”, Revista Hay varias periodizaciones del desarro-
de Crítica Cultural, núm. 21, 2004, pp. 54- llo de las relaciones capitalistas a partir
56; Monsiváis, Carlos, “Crónica de aspec- del año 1492 y la conquista española de
tos, aspersiones, arquetipos y estereotipos Amerindia. El concepto del “sistema mun-
de la masculinidad”, Desacatos: Revista de dial” de Immanuel Wallerstein posiciona ese
Antropología Social, 16, otoño/invierno 2004, momento como el paso de un previo sistema
90-108; Portugal, Ana María, “Feminismo”, en interregional hacia una organización pro-
Salas Astrain, Ricardo (coord.), Pensamiento piamente mundial, con Europa en el cen-
crítico latinoamericano: conceptos fundamen- tro como origen de los “descubrimientos” y
tales, Santiago de Chile, Ediciones Universidad del capitalismo. Ese momento introduce la
Católica Silva Henríquez, 2 vols., 2005, pp. cuarta etapa del “sistema mundial”, o sea,
355-360; Richard, Nelly, “El conflicto entre las la modernidad. Mucho se ha escrito sobre
disciplinas”, Revista Iberoamericana LXIX: 203, la globalización como la etapa culminante
4-6, 2003, pp. 441-448; Scott, Joan, “El género: de un eurocentrismo que pretende moderni-
una categoría útil para el análisis histórico”, zar el mundo según un modelo totalizador
en Navarro, Marysa y Catherine R. Stimpson de “la civilización”. Pensado así, tanto los
(comps.), Sexualidad, género y roles sexuales, efectos positivos de la globalización como
Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, los efectos negativos se atribuyen al final del
1999, pp. 37-76; Vargas, Virginia, “Declaración sistema eurocéntrico (la modernidad). Ese
de América y el Caribe”, Debate feminista, año final se imagina como el momento en que ya
6, núm. XII, octubre de 1995, pp. 75-83; West, no hay más recursos naturales que explotar,
Candace y Don H. Zimmerman, “Haciendo ni nuevas poblaciones a quienes transferir
género”, en Marysa Navarro y Catherine R. la carga obrera a poco costo, ni manera de
Stimpson (comps.), Sexualidad, género y roles seguir controlando la proliferación de las
sexuales, Buenos Aires, Fondo de Cultura diferencias sociales ni la resistencia econó-
Económica, 1999, pp. 109-143. mica, política, y cultural que éstas generan.
Otra manera de situar la globalización, sin
[MARICRUZ CASTRO RICALDE] embargo, la restringe mucho más en térmi-
nos temporales y filosóficos, viéndola como
la estructura económica y cultural de la pos-
globalización modernidad. Desde este punto de vista, la
globalización significa la americanización
La palabra globalización se refiere general- de las economías y culturas mundiales a
mente a los procesos a través de los cuales partir de 1945 porque es en este periodo
las economías y las culturas en todas partes que Estados Unidos desarrolla industrias
del planeta llegan a ser cada vez más in- más fuertes y flujos de capital más prolíficos
terdependientes. El Giro Copernicano mar- que Europa a causa de la segunda guerra
ca el comienzo de la globalización porque mundial.
introduce el concepto de la Tierra como Actualmente, el término “globalización”
un cuerpo esférico, o global, pero también describe un aumento vertiginoso del comer-
porque permite la navegación y el comercio cio inter y transnacional que, combinado
que vincularán las comunidades humanas a con una preferencia por las políticas del
pesar de las grandes distancias geográficas mercado libre por encima de las proteccio-
y culturales. Particularmente, el “descubri- nes de las economías locales o nacionales,
120 GLOBALIZACIÓN
busca la expansión de una sola economía conexiones internacionales cada vez más
capitalista con un impacto planetario. Este eficientes y rentables. En ambos casos, la
proceso depende de los rápidos avances en lucha entre la homogeneización y la autono-
las tecnologías comunicativas, mientras que mía cultural y política es central, pero se
a la vez los produce. Tales avances facilitan plantea en términos que ya no se limitan a
la transferencia electrónica del capital igual la geografía. Eso abre nuevas posibilidades
que de la información. Además, se aumenta de imaginar los grupos y los movimientos
la eficiencia en la transferencia de bienes y sociales, ya que se pueden establecer en to-
personas alrededor del mundo. En este sen- das partes del planeta sin respetar los lími-
tido, la globalización condensa el tiempo y tes nacionales o regionales.
el espacio, achicando el mundo por acele- Con la globalización reciente, los concep-
rar el tiempo necesario para que la gente tos del centro y periferia, del primer mundo
interactúe, sin importar su ubicación geo- y segundo (o tercer) mundo, o del desarrollo
gráfica. Entonces, a partir de los años ochen- y el subdesarrollo, llegan a ser cada vez más
ta, la globalización se ha vuelto un término anacrónicos porque se refieren a zonas geo-
popularizado que se refiere tanto a la alta gráficas mientras que los nuevos vínculos y
velocidad de los cambios en la experiencia alianzas se dan ahora en esferas que no son
de lo local, como al aumento de los vínculos geográficas sino sociales en una escala mun-
mundiales en los campos económicos, polí- dial. Los capitalistas superricos de todas
ticos y culturales. partes del mundo, por ejemplo, tienen más
La globalización económica comprende en común unos con otros, y con más facili-
la cooperación transnacional y supranacio- dad, que con sus paisanos obreros. Otras
nal para la producción, la distribución, y el agrupaciones también se ven según sus pa-
consumo de bienes y servicios, incluso los trones de consumo o su activismo político
servicios financieros (el Fondo Monetario extranacional (los jóvenes, la clase media
Internacional o el Banco Mundial). La glo- educada, los grupos étnicos, etc., y hasta los
balización política concentra el poder ad- activistas en contra de la globalización).
ministrativo sobre la política pública y eco- Algunos creen que la globalización repre-
nómica en una gran variedad de acuerdos senta una profunda amenaza para las iden-
y enlaces multinacionales (la Organización tidades y particularidades locales que los
Mundial del Comercio, el Tratado de Libre Estados-nación pretenden nutrir y proteger.
Comercio de América del Norte, Mercosur, Otros ven la trascendencia del Estado-
la Unión Europea, etc.), y considera los pro- nación como una liberación de las hegemo-
blemas locales dentro de un contexto glo- nías modernas y totalizadoras; es decir, que
bal. Finalmente, la globalización cultural los debilitados gobiernos nacionales pueden
se refiere a la diseminación mundial de la ceder su poder a favor de nuevos tipos de la
información, las imágenes, los valores, y los organización social, más democráticos y
gustos, junto con un creciente cosmopoli- menos limitados por la geografía o por los
tismo de la vida urbana. Obviamente, estos sistemas políticos formales. Esta última po-
tres campos se entretejen y el proceso glo- sición subraya el potencial de la globaliza-
balizante en cualquiera de ellos afecta todos ción como una fuerza social progresista,
los otros. mientras que la anterior enfatiza su poten-
Por ejemplo, como resultado de los enla- cial como un proceso hipercapitalista y no
ces económicos transnacionales, el papel de regulado que subyuga a la ciudadanía activa
los estados-nación se debilita en cuanto a la bajo el control anónimo del mercado libre.
supervisión de la actividad económica y la Típicamente se toma una u otra posición
preservación de los patrimonios culturales. de acuerdo con el énfasis relativo que se dé
Algunos teóricos consideran que la globali- a las tres categorías mencionadas arriba, y
zación es la fuerza económica dominante dependiendo del punto de vista ideológico
que va a dar fin al Estado-nación moderno que se tenga en cuanto a la relación entre el
por medio del flujo del poder por vías extra- capital, el consumo y las condiciones labo-
nacionales. Otros, sin embargo, sostienen rales. Por ejemplo, los teóricos que enfati-
que la globalización, irónicamente, refuerza zan las ventajas de la comunicación y el
la estabilidad nacional para promover las consumo (tanto material como cultural) fa-
GLOBALIZACIÓN 121
cilitado por la globalización, la ven como igual la gente migra más en busca del tra-
una fuente de un poder político más demo- bajo y la estabilidad socio-económica. Por
cratizado y popular. Pero los que prestan ende, los focos clave de los estudios cultu-
más atención a la explotación laboral en los rales relativos a la globalización incluyen las
procesos de producción que carecen de una migraciones humanas (incluso sus causas
regulación gubernamental adecuada, ven la y sus efectos); la desterritorialización y la
globalización como un sistema que profun- reterritorialización de ideas, identidades, y
diza tanto las desigualdades socio-económi- recursos económicos; las comunicaciones;
cas como el debilitamiento político de la y el consumo.
clase obrera global. Los debates latinoamericanos sobre la
Los estudios culturales empiezan a figu- globalización están fuertemente cargados de
rar centralmente en los discursos académi- la historia regional. Dado que la conquista
cos en el mismo periodo histórico que la de Amerindia marca el comienzo del llama-
nueva fase acelerada de la globalización. La do “sistema de 500 años” (Noam Chomsky),
globalización, vista como una vasta red de la violenta entrada de esa región en el “sis-
enlaces inter y transnacionales de todo tipo, tema mundial” paradójicamente hace posi-
desafía la organización disciplinaria de la ble la modernidad a la vez que establece una
academia. Los estudios culturales, con su relación estructuralmente subordinada, pri-
acercamiento inter y transdisciplinario al mero con Europa, y luego con Estados
análisis de las emergentes formas de orga- Unidos. Los efectos de la globalización en
nización social y de la expresión, aceptan el América Latina están necesariamente cir-
reto. Si la crítica literaria moderna solía ver cunscritos por quinientos años de la explo-
el vínculo entre la producción literaria y el tación, la dependencia y la desigualdad tan-
desarrollo (o crítica) de los Estados-nación to interna como en relación con el llamado
modernos, los estudios culturales buscan centro. Por eso, cualquier potencial progre-
analizar cómo los vínculos transnacionales sista que tenga la globalización tiende a ser
en las esferas de la economía, la política y eclipsado por su intensificación de la vulne-
las comunicaciones generan nuevas alianzas rabilidad regional relativa a los centros del
sociales y formas de la expresión cultural. poder capitalista.
Es más, también analizan la manera en que El neoliberalismo imperante en la ma-
estas formas generan, en su turno, nuevas yoría de los gobiernos latinoamericanos
relaciones políticas y económicas. Este en- durante los últimos decenios del siglo XX
foque nos permite ver el flujo de personas, apoyaba el avance de la globalización en
bienes y signos como una situación en que la medida en que insistía en el poder del
la economía y la política se vuelven cultura mercado abierto y mundial, junto con la
y la cultura se vuelve economía y política. privatización y la inversión extranjera, de
Los estudios culturales tienden a recono- resolver los problemas económicos y so-
cer que estos procesos globalizantes todavía ciales. A partir de 1990 se seguía las reco-
se dan en relación con lo nacional, pero ya mendaciones del Consenso de Washington
no se privilegian las fronteras nacionales que apuntaban en la misma dirección. Sin
como si fueran el factor determinante para embargo, como reacción en contra de los
el establecimiento, la estructuración o la ex- efectos del neoliberalismo, otro tipo de go-
tensión de alianzas entre las comunidades. biernos comienzan a ser instalados en la
En la medida en que hacen hincapié en la región con el cambio de siglo: Hugo Chávez
globalización como la fuerza dominante en en Venezuela (1998), Lula da Silva en
las formas emergentes de la organización Brasil (2002), Néstor Kirchner en Argentina
y expresión social, los estudios culturales (2003), Tabaré Vázquez en Uruguay (2004),
se ocupan del movimiento de todos tipos. Evo Morales en Bolivia (2005) y Michelle
Mientras los medios electrónicos siguen Bachelet en Chile (2006). En 2006, las em-
acelerando la comunicación, los mensajes patadas elecciones presidenciales en México
y las imágenes alcanzan un público que se giraron en torno al mismo debate entre la
expande exponencialmente. Incluso mien- continuación del neoliberalismo, represen-
tras el capital viaja por el mundo con más tado por el PAN (Felipe Calderón) y la can-
libertad en busca de la mano de obra barata, didatura de Andrés Manuel López Obrador
122 GLOBALIZACIÓN
(del PRD), que proponía defender los intere- las masivas manifestaciones públicas por los
ses laborales y los servicios sociales tanto mexicanos que residen en Estados Unidos.
como la libre circulación del capital. Se buscaba el reconocimiento de su presen-
Aunque estos nuevos gobiernos apelan a cia y productividad, junto con nuevas polí-
una resistencia a la globalización sin frenos, ticas que respeten los aportes económicos y
todavía no se ha resuelto una serie de pre- culturales de los inmigrantes. Se notaba, sin
guntas clave que surgen en todo debate so- embargo, que aunque haya un movimiento
bre la globalización actual en América visible y fuerte de esa población, y que la
Latina. Primero, ya que la larga historia de migración obedezca las necesidades del ca-
la mundialización depende de los vínculos pital transnacional, no existen las estructu-
intercontinentales, y América Latina ocupa ras políticas transnacionales para contestar
una posición geográfica originaria en esa sus demandas.
historia, ¿cómo se entiende el fenómeno de Una pregunta frecuentemente comentada
la desterritorialización? Las migraciones desde un enfoque en la globalización cultu-
masivas hacia los centros urbanos por un ral, es hasta qué punto la nueva etapa del
lado, y entre países por otro lado, conducen capitalismo globalizado convierte las identi-
al desarrollo de identidades y prácticas mul- dades y las expresiones culturales en el mero
ticulturales igual que a la ciudadanía múlti- consumismo, despolitizado y desconectado
ple. Carlos Monsiváis ha articulado esta si- de sus contextos locales: “compro, luego exis-
tuación como la emergencia de la nueva to”. La identificación del consumismo extre-
“frontera portátil”. En este sentido, si bien mo con la americanización cultural, y la
el conjunto de los nuevos procesos globali- americanización con la globalización, signi-
zantes implica la creciente superación de los fica que se critica la globalización como un
límites espaciales y temporales, ¿desde dón- instrumento del control social que desmovi-
de se articulan los derechos civiles y labora- liza a la gente políticamente, desnacionaliza
les, la representatividad gubernamental o la las economías, y convence a las clases pobres
creatividad cultural? de que pueden (o deben) ser consumidores a
El movimiento zapatista en México, que todo dar. Tal proceso sólo agrava la distancia
emergió públicamente en 1994, el mismo entre los deseos y la realidad (Monsiváis).
año en que se implementó el Tratado de Una de las figuras centrales en los deba-
Libre Comercio de América del Norte, es un tes mexicanos y latinoamericanos sobre la
fuerte ejemplo del cruce entre la economía relación entre el consumo y la cultura es
globalizada, las tensiones internas al Estado- Néstor García Canclini. Este antropólogo
nación moderno, y la red mundial de co- interdisciplinario no descarta los costos ni
nexiones extragubernamentales. El Ejército las ventajas de la globalización. Más bien,
Zapatista de Liberación Nacional se había habla de las múltiples mediaciones debido a
organizado para defender los derechos hu- las cuales la globalización se define como
manos, económicos, y culturales en las zo- “un conjunto de procesos de homogeneiza-
nas agrarias e indígenas en el sur de México. ción y, a la vez, de fraccionamiento articu-
Ese movimiento político-militar localizado lado del mundo, que reordena las diferen-
en Chiapas pretendía desafiar la legitimidad cias y las desigualdades sin suprimirlas” (La
de la política nacional neoliberal desde un globalización: 49). Esta definición enfatiza la
lugar específico dentro de la nación, pero naturaleza indeterminada de la actual fase
también a través de una red de alianzas ét- hipercapitalista. Es decir, como se ve tanto
nicas e ideológicas supranacionales. Para el en el neozapatismo, en la lucha por los de-
año 2006, la red neozapatista había logrado rechos de los trabajadores transnacionales,
un alcance mundial, vinculando y apoyando o en la elección de gobiernos antineolibera-
toda una serie de movimientos sociales que les, la globalización puede producir nuevos
comparten marcos cognitivos y posiciones tipos de agencia personal y económica a la
morales. El movimiento neozapatista ya no vez que puede generar nuevas formas de ex-
es sólo un asunto indígena, ni chiapaneco, plotación u homogeneidad cultural.
ni mexicano, sino global.
Otro ejemplo que revela la complejidad y OBRAS DE CONSULTA.
Colclough, Christopher y
la urgencia de tales cruces fueron, en 2006, James Manor (eds.), ¿Estados o mercados?:
GLOBALIZACIÓN 123
el neoliberalismo y el debate sobre las políti- México, Consejo Nacional para la Cultura y
cas de desarrollo, México, Fondo de Cultura las Artes/Fondo de Cultura Económica, 1993,
Económica, 1995 (1a. ed., 1991); Dussel, pp. 500-513; Ribeiro, Darcy, Las Américas y la
Enrique, Ética de la liberación en la edad civilización: proceso de formación y causas del
de la globalización y la exclusión, Madrid, desarrollo desigual de los pueblos americanos,
Trotta, 4a. ed, 2002; García Canclini, Néstor, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1992; Robertson,
La globalización imaginada, México, Paidós, Roland, Globalization: Social Theory and Global
1999; Monsiváis, Carlos, Los rituales del caos, Culture, Londres, Sage, 1992; Wallerstein,
México, Ediciones Era, 2a. ed., 2001 (1a. ed., Immanuel, The Modern World System, Nueva
1995); Monsiváis, Carlos, “¿Tantos millones York, Academic, 1974 [El moderno sistema
de hombres no hablaremos inglés? (La cul- mundial (trad. Antonio Resines, et al.), México,
tura norteamericana y México)” en Guillermo Siglo XXI Editores, 1998].
Bonfil Batalla (comp.), Simbiosis de cultu-
ras: los inmigrantes y su cultura en México, [REBECCA E. BIRON]
hegemonía de poder político directo” sino que “incluye,
como uno de sus elementos centrales, una
El concepto de hegemonía ocupa un lugar manera particular de ver el mundo y la na-
central en los debates teóricos y políticos turaleza y relaciones humanas” (Keywords:
contemporáneos y ha ejercido gran influen- 118). Gramsci sugiere que la hegemonía im-
cia en el desarrollo de los estudios culturales plica que los valores y visión del mundo de
en diversas partes del mundo. El punto de las clases dominantes se convierten en una
partida de las discusiones sobre hegemonía especie de “sentido común” compartido por
suele ubicarse en el trabajo del teórico ita- los grupos dominados, en virtud del cual
liano Antonio Gramsci (1891-1937). En sus terminan aceptando –aunque no necesaria-
Cuadernos de la cárcel y otros trabajos, mente justificando– el ejercicio del poder
Gramsci propuso una serie de herramientas por parte de los grupos dominantes. Dicho
conceptuales para entender las formas his- sentido común es diseminado y adquirido a
tóricas concretas en que se ejerce la domi- través de un proceso complejo en el que la
nación por parte de ciertos grupos o clases educación, la religión y la cultura juegan un
sobre otros, y los mecanismos políticos y papel crucial.
culturales que dan sustento a esas formas. Hay tres elementos que deben destacarse
Lo que buscaba Gramsci era analizar la dia- en la formulación gramsciana del concepto
léctica entre coerción y consenso dentro de de hegemonía. Primero, el carácter dinámi-
ese proceso y, al mismo tiempo, superar las co del proceso que conduce a la hegemonía;
interpretaciones economicistas de la histo- en otras palabras, la hegemonía no es un
ria y la política al introducir de manera cen- “momento” estático en el proceso histórico,
tral el papel de la cultura dentro del análisis sino el resultado de un continuo cotejo de
de la dominación. formas complejas y articuladas de domina-
Gramsci arriba a una comprensión de la ción y resistencia. Segundo, esta formulación
hegemonía como una forma de dominación subraya la importancia de entender el papel
en la cual la coerción y la violencia no desa- activo de los grupos subalternos dentro del
parecen, pero sí coexisten con formas de proceso histórico: sin una adecuada com-
aceptación del poder y la dominación más prensión de esta función, el análisis de las
o menos voluntarias o consensuales por par- formas en que se ejerce el poder resulta cla-
te de los sujetos subalternos. “Para poder ramente insuficiente. Tercero, la noción
ejercer el liderazgo político o hegemonía gramsciana de hegemonía nos permite pen-
–escribió Gramsci– uno no debe contar so- sar en la articulación entre formas económi-
lamente con el poder y la fuerza material del cas, jurídicas y políticas de poder, por un
gobierno” (citada en Ruccio), sino también lado, y las dinámicas de intercambio y con-
con la aceptación más o menos voluntaria flicto cultural e ideológico, por otro.
de los sujetos dominados, aceptación que El interés de Gramsci por la noción de
aparece crucialmente mediada por las for- hegemonía no era solamente metodológico,
mas culturales de interacción entre domina- es decir, no estaba únicamente interesado en
dos y dominadores. Según el crítico literario esclarecer los procesos de dominación en la
británico Raymond Williams, el concepto de historia y en el mundo contemporáneo, por
hegemonía se refiere no sólo a los “asuntos el contrario, su mayor interés radicaba en la
[124]
HEGEMONÍA 125
posibilidad de construir un proyecto hege- po, sin embargo, la aceptación por parte de
mónico alternativo: aquél que, en su visión, los esclavos de esta hegemonía no fue ente-
llevaría al poder a los grupos subalternos ramente pasiva ni anulaba el antagonismo
–un término que él también acuñó como de clase o la agencia de los propios esclavos,
sustituto de “clase obrera”–. Por lo tanto, su quienes convirtieron al sistema legal –y a la
formulación de la hegemonía como un pro- ideología paternalista que regía en gran par-
ceso que incluía de manera central a la cul- te las relaciones entre amos y esclavos– en
tura significaba que él identificaba en esta fuentes de nociones legitimantes que estos
dimensión cultural un eje crucial en la cons- últimos usaron para proteger sus propios
titución de una alternativa revolucionaria. derechos (Thompson).
Así, la propuesta de Gramsci contribuía a Los planteamientos de Gramsci resulta-
superar el economicismo dominante tanto ron particularmente útiles en ese doble es-
en los análisis históricos y políticos como en fuerzo en que se hallaban empeñados estos
las propuestas de organización política de historiadores marxistas: por un lado, busca-
los grupos subalternos. En ambos sentidos, ban repensar el marxismo más ortodoxo,
Gramsci habría de convertirse en un hito aquel que veía en la dominación un mero
fundamental en el desarrollo de formas me- ejercicio del poder de arriba hacia abajo; y
nos rígidas y dogmáticas de acercarse a la por otro, intentaban superar los esquemas
teoría social y a la práctica política. reduccionistas de “base” y “superestructura”
En los años setenta, un grupo de historia- según los cuales la cultura era una mera de-
dores marxistas interesados en superar las rivación de las estructuras políticas y pro-
versiones economicistas y reduccionistas ductivas. El trabajo de Raymond Williams,
del marxismo redescubrieron a Gramsci y desde la perspectiva de los estudios litera-
utilizaron creativamente la noción de hege- rios y culturales, resultaba aquí muy cerca-
monía. Autores como Eugene Genovese y no a estos esfuerzos.
Edward P. Thompson, por ejemplo, apela- En un terreno más polémico, el teórico y
ron a la noción gramsciana de hegemonía politólogo James C. Scott cuestionó la defi-
para destacar el papel del sistema legal en la nición gramsciana de hegemonía. Scott asu-
construcción de un sistema de dominación me que la hegemonía en el sentido grams-
de clase que, al menos parcialmente, conta- ciano implica la ausencia de conflicto, es
ba con la aquiescencia de los grupos subal- decir, la aceptación pasiva y voluntaria por
ternos –los esclavos del sur norteamericano, parte de los grupos subalternos de las es-
en el primer caso, y los sectores plebeyos en tructuras de dominación que los mantienen
la Inglaterra del siglo XVIII, en el segundo–. oprimidos. Hegemonía, dice Scott, “simple-
Pero es importante subrayar que para estos mente es el nombre que Gramsci le da a este
historiadores la hegemonía no implicaba proceso de dominación ideológica. La idea
–como algunos autores habían sugerido– la central detrás de esta idea es que la clase
ausencia de conflicto, sino la existencia de dominante controla no solamente los me-
unos parámetros sociales que permitían pro- dios de producción física sino también los
cesar el conflicto en formas que no pusieran medios de producción simbólica” (Weapons
en riesgo la continuidad del status quo. Para of the Weak: 315). Gramsci, insiste Scott, se
Genovese, por ejemplo, la hegemonía con- limitó a explicar “las bases institucionales
lleva implícito el antagonismo de clase, pero de la falsa conciencia” (315). Una vez for-
también “la habilidad” de las clases domi- mulada esta noción de hegemonía, Scott
nantes para “contener aquellos antagonis- procede a demolerla en tanto, primero, ella
mos en un terreno en el cual su legitimidad subestima la capacidad de los subalternos
no era peligrosamente cuestionada” (26). En para desmitificar la ideología dominante y,
su análisis de la esclavitud estadunidense segundo, supone que la aceptación pragmá-
Genovese encontró que el sistema legal “ac- tica por parte de los subalternos de lo que
túa hegemónicamente para convencer a la es “inevitable”, social y políticamente ha-
gente que sus conciencias privadas pueden blando, debe ser interpretada como que
estar subordinadas –de hecho, moralmente, para ellos es “justo”. El trabajo de Scott se
deben estar subordinadas– a la decisión co- centra en la crítica a la idea –común entre
lectiva de la sociedad” (27). Al mismo tiem- ciertos teóricos marxistas– de que la ausen-
126 HEGEMONÍA
se remonta a algunos años atrás y puede ras- de las referencias –tomadas de diversos te-
trearse con cierto detenimiento en el trabajo rritorios– con que arman sus obras los ar-
de los llamados “gramscianos argentinos” tistas, los artesanos y los medios masivos”
como Héctor Pablo Agosti, José Aricó, Juan (323-24). Para intentar dar respuesta a este
Carlos Portantiero y otros (Burgos). Lo que desafío, García Canclini propone la noción
García Canclini se propuso fue analizar las de “culturas híbridas”, un concepto que nos
formas en que la cultura dominante (identi- permitiría superar las estériles dicotomías
ficada por él con las prácticas consideradas entre “hegemónico” y “subalterno”. Se tra-
“cultas” y “modernas”) y la cultura popular ta, con esto, de analizar las “actividades so-
(generalmente identificada con lo “tradicio- lidarias o cómplices” entre ambos grupos,
nal”) se intersectan, y la medida en la cual revelando así la medida en la que ellos “se
tanto la represión como la apropiación de la necesitan” (324). El concepto de hibridación
segunda por parte de la primera se convier- –discutido en otra entrada de este diccio-
ten en elementos centrales en el proceso de nario– se convierte en la propuesta teórica
dominación hegemónica. De ese modo, una que García Canclini ofrece para entender
preocupación central de su trabajo es enten- las complejas relaciones entre hegemonía y
der “qué utilidad presta la cultura a la he- resistencia, una propuesta que tuvo una no-
gemonía” (Culturas híbridas: 133), es decir, table influencia en el desarrollo de los estu-
cómo podemos realmente saber si la cultura dios culturales latinoamericanos en los años
juego un papel crucial o no en el ejercicio noventa (Sarto, introducción a la sección II,
de la dominación. Conocemos, dice, las “in- “Foundations” de Sarto, Ríos y Trigo: 181).
tenciones” de las políticas modernizadoras, La fundación del “Grupo de Estudios
pero no tanto la “recepción” de las mismas, Subalternos Latinoamericanos” en 1992, y de
lo cual lo lleva a colocar en el centro de su manera más general la influencia de los es-
atención el análisis del consumo popular de tudios subalternos de la India sobre los estu-
productos culturales. García Canclini sugie- dios culturales latinoamericanos, abrieron
re que ni las perspectivas “reproductivistas” nuevas perspectivas en la reflexión sobre
–que consideran la cultura popular como los conceptos relacionados de hegemonía y
un “eco” de la cultura dominante– ni las subalternidad (véase la entrada sobre sub-
perspectivas “idealistas” –que ven la cultura alternismo en este diccionario). Aunque no
popular como una manifestación de la ca- es posible encontrar una posición homogé-
pacidad creadora autónoma de los grupos nea al interior de quienes formaron parte de
subalternos– logran captar la complejidad aquel grupo (disuelto en el año 2000) o entre
de estos procesos. Una correcta apropia- quienes se han sentido cercanos al trabajo
ción de Gramsci, sugiere García Canclini, de Guha y sus colaboradores, sí podemos re-
debería abogar por una “relativización” del saltar como elemento común el esfuerzo por
proceso, al reconocer a las clases populares repensar y desmontar las lógicas culturales
“cierta iniciativa y poder de resistencia, pero que acompañan y sostienen las diversas for-
siempre dentro de la interacción contradic- mas de dominación hegemónica, así como
toria con los grupos hegemónicos” (233). el interés por contribuir a formar proyectos
El trabajo de García Canclini sugiere una contrahegemónicos de cambio social. En
mirada “oblicua” al problema de la relación cuanto a lo primero, como sostiene Ileana
entre cultura y dominación. “Los cruces Rodríguez, los estudios subalternos enfatiza-
entre lo culto y lo popular –nos dice– vuel- ron la “imposibilidad” de separar lo político
ven obsoleta la representación polar entre de lo cultural (“Reading”: 6). En lo segundo,
ambas modalidades de desarrollo simbóli- los “estudios subalternos” en América Latina
co, y relativizan, por lo tanto, la oposición representaron un esfuerzo por contribuir a
política entre hegemónicos y subalternos, la construcción (teórica y política) de un
concebida como si se tratara de conjuntos nuevo proyecto hegemónico sustentado en
totalmente distintos y siempre enfrentados” una revaloración del sujeto subalterno. El
(323). Para entender este proceso en toda su manifiesto fundador del Grupo de Estudios
complejidad debemos prestar atención a “la Subalternos Latinoamericanos lo planteaba
diseminación de los centros, la multipolari- claramente: su proyecto era tanto académi-
dad de las iniciativas sociales, la pluralidad co como político y apuntaba a trabajar por
HEGEMONÍA 129
camente representativa. Surge una serie de literaria en tanto acto o evento social que
conceptos críticos para nombrar y explicar toda instancia crítica debe tomar en cuen-
esa particularidad en el campo literario, en- ta. Y la producción literaria escrita, dice
tre ellos, la “heterogeneidad literaria”. Cornejo, tanto de las crónicas como de la
Empleando el vocabulario del pensador literatura indigenista, tiene un significado
peruano José Carlos Mariátegui, un intelec- histórico particular: la letra es el signo de
tual vanguardista y socialista de enorme la diferencia entre colonizadores y coloni-
influencia, Cornejo argumenta que la narra- zados. De allí la creciente importancia sim-
tiva más representativa de la región es la bólica, en la obra de Cornejo, de la esce-
que refleja la naturaleza “no-orgánicamente na primordial de Cajamarca en 1532 entre
nacional” de las sociedades latinoamerica- el padre Valverde y Atahuallpa, cuando el
nas. Por “no-orgánicamente nacional”, en- Inca, no pudiendo “escuchar” la palabra de
tiéndase la fragmentación cultural en mun- la Biblia, la arroja al suelo, desatando la vio-
dos opuestos y antagónicos en el seno del lencia española (Escribir en el aire: 20-43).
país, su división jerárquica en un mundo Todo texto letrado andino, afirma Cornejo,
letrado contra un mundo oral, urbano con- reproduce este primer encuentro. No puede
tra rural, occidental contra indígena, etc. La más que afirmar la diferencia entre coloni-
necesidad de preservar la dominación del zadores y colonizados, por más que quiera
mundo occidental sobre el mundo indígena, denunciarla o erradicarla. Esto podría con-
trae como consecuencia la deformación de siderarse el meollo del concepto de literatu-
sus clases sociales por el “colonialismo su- ra heterogénea. Como dice Cornejo en 1978,
pérstite”, y la resultante incapacidad de las en el último párrafo de su artículo, “Al igual
élites de orientar el país hacia el progreso que todas las literaturas heterogéneas […]
moderno y a la prosperidad. Mariátegui el indigenismo no se agota en la represen-
buscaba convertir la nación no-orgánica en tación realista de su referente […] se realiza
nación orgánica mediante el socialismo. más bien como reproducción literaria de la
La literatura que refleja esa realidad na- estructura e historia de sociedades desinte-
cional des-integrada es “literatura heterogé- gradas como son las de los países andinos”
nea”. Se trata, dice Cornejo, “de literaturas (“El indigenismo”: 21).
situadas en el conflictivo cruce de dos socie- Desde la perspectiva de este concepto de
dades y dos culturas” (“El indigenismo”: 8). lo literario, la literatura no puede reconci-
Pero no es cuestión de reflejar esa realidad liar un antagonismo del que forma parte, del
conflictiva al nivel del contenido, sino al ni- que, por su propia enunciación, contribuye
vel del “modo de producción textual”, o sea, a endurecer. El concepto de la heterogenei-
al nivel del mismo sistema literario y de dad ofrece una visión de la literatura como
cómo éste funciona dentro de la nación no- políticamente débil, pero cargada todavía de
orgánica. El sistema literario participa en la un peso cultural e histórico enormemente
reproducción de la fractura nacional porque fuerte, tan fuerte que determina su signifi-
la materia prima de la literatura nacional cado muy por encima de las intenciones del
–la escritura– hace que la literatura sólo se autor. El poder de la literatura en tanto testi-
produzca y circule dentro de uno de los monio social no emana de lo que su creador
mundos –el mundo occidental– sin lograr ha querido representar, sino de lo que sin
cruzar el puente hacia el mundo indígena. querer dice, en la reproducción de los con-
Es un sistema cerrado, exclusivo. Sus inten- flictos sociales aún por resolver. Podríamos
tos de ser inclusivo fracasan porque no pue- decir que el concepto de “heterogeneidad”
de escapar de su naturaleza escrita y, por presupone la “muerte del autor” (Barthes,
ende, de su condición ajena a la naturaleza “Death”).
oral de la producción literaria indígena, se- En su último libro Cornejo admite que el
gún Cornejo. intento de encontrar una teoría literaria la-
Además, ese sistema literario funciona tinoamericana fracasó, pero no abandona
como pieza clave en el discurso ideológico su intento de dar razón de la literatura “que
que legitima la imposición del occidente funciona en los bordes de sistemas cultura-
sobre el mundo indígena. Al poner énfasis les disonantes, a veces incompatibles entre
en la letra, Cornejo insiste en la producción sí” (Escribir: 11). El concepto de heteroge-
132 HETEROGENEIDAD
sociocultural de las otras. Así, las literaturas las relaciones interculturales en el contexto
indigenistas con autores y lectores letrados de la modernidad, específicamente en lo que
o cultos y referentes del universo indígena se refiere a las transformaciones y negocia-
serían el ejemplo más claro de las literaturas ciones de las culturas locales, ya sea popu-
heterogéneas. En este mismo sentido Martin lares o de élite, en contacto con las tecnolo-
Lienhard propone el concepto de literaturas gías de la industria cultural dentro de un
alternativas para designar aquellas produc- mercado global. Así, la hibridación se aso-
ciones que circulan en los márgenes tanto ciará por lo general y según el estudio de
de los circuitos hegemónicos como de las García Canclini, a la lógica del mercado, a
subsociedades orales-populares, justamente las tecnologías masivas de difusión y consu-
por estar dirigidas igualmente a un lector mo, a la globalización de la cultura, al des-
“alternativo”. En el caso de las sociedades centramiento de las prácticas y de las ideo-
andinas, se trataría de un lector bilingüe, logías homogeneizadoras de los estados
capaz de comunicarse en español y quechua nacionales. Si bien estas consideraciones
(o aymara) y capaz de moverse en ambos estaban implícitas en conceptos como trans-
circuitos con eficacia. Arguedas, al integrar culturación y heterogeneidad de Rama y
el quechua coloquial a su narrativa en es- Cornejo Polar, García Canclini puso énfasis,
pañol, transgrede los cánones de la litera- a través del concepto de hibridación, en el
tura culta escrita en español así como las análisis de casos que echaban luz sobre las
normas tradicionales de la poesía quechua relaciones de lo local con lo global dentro
ancestral. Para Lienhard, la narrativa de de los procesos de la modernización. Es así
Arguedas integra el corpus de las literatu- como la hibridez no puede comprenderse
ras alternativas. como propuesta conceptual sin atender a la
En su libro Imperial Eyes (1992), Mary problemática de la modernidad en América
Louise Pratt utiliza el término “zona de con- Latina. El concepto de hibridez pretende
tacto” para nombrar la copresencia tempo- examinar el modo en que el arte culto de
ral y espacial de sujetos pertenecientes a vanguardia y la cultura popular se relacio-
culturas histórica y geográficamente separa- nan con el mercado simbólico y económico,
das en el pasado. Pratt se vale del término con los avances tecnológicos y con las ma-
especialmente para señalar la interacción y trices tradicionales de largo arraigo cultu-
la formación de las subjetividades en la in- ral. García Canclini se pregunta: “¿Qué bus-
tersección cultural de los encuentros colo- can los pintores cuando citan en el mismo
niales, donde la copresencia, a menudo, cuadro imágenes precolombinas, coloniales
implica relaciones de poder radicalmente y la industria cultural, cuando las reelabo-
asimétricas (7). La idea de la zona de con- ran usando computadoras y láser? (Culturas
tacto pone de relieve la actuación de las sub- híbridas: 14). García Canclini indaga en los
jetividades dentro de un conjunto o marco modos en que los medios electrónicos difun-
socio-político, económico y cultural, es de- den masivamente el arte culto y el folclor y
cir, recoge las múltiples variables que con- las maneras en que la música culta y el rock
dicionan y explican el contacto y sus asime- se “renuevan” en las metrópolis, incorporan-
trías relacionales. Con este concepto, Pratt do ritmos populares asiáticos y africanos
articula los estudios del viaje imperial a los (14). Para explicar estos procesos o estrate-
análisis del discurso colonial y la transcul- gias de hibridación, García Canclini se vale
turación narrativa. del término prestado de la economía, “re-
Desde las teorizaciones sobre el mestiza- conversión”. Los tipos de reconversión eco-
je y a lo largo de toda esta línea de pensa- nómica y simbólica no son utilizados como
miento crítico, el foco estuvo puesto en la estrategias de los sectores hegemónicos o la
mezcla específicamente referida a las inte- industria cultural exclusivamente, sino que
racciones de la cultura europea con la afri- se actualizan también en la práctica cotidia-
cana y la indígena americana, designada a na de los sectores populares, como la de los
menudo como “local” o “tradicional”. El migrantes campesinos que adaptan sus sa-
aporte fundamental de Culturas híbridas es beres para vivir en la ciudad, así como sus
el de haber resaltado, a través del concepto artesanías y productos para el consumo ur-
de hibridez, la característica particular de bano. García Canclini ve en la “reconver-
HIBRIDEZ 137
sión” de estas identidades y sus produccio- que la hibridación debe darse en las disci-
nes las estrategias de la hibridación para plinas para que éstas brinden herramientas
entrar y salir de la modernidad. que permitan a los investigadores circular
El concepto de hibridez está estrecha- por los diferentes niveles de la producción
mente vinculado a los contextos políticos cultural. Es necesaria la comunicación entre
y económicos nacionales y transnaciona- niveles y disciplinas que expliquen y recor-
les. La problemática de la hibridez llama la ten objetos de estudios más complejos. Este
atención sobre los modos en que el Estado trabajo disciplinar conjunto posibilitaría
y las empresas privadas transnacionales se una mayor comprensión de la tercera cues-
disputan la delimitación de los beneficios tión en debate en Culturas híbridas: la de
simbólicos y lucrativos de los bienes cul- los procesos contradictorios y complejos de
turales de los que se hacen responsables. El la modernidad en América Latina, sus des-
Estado y las instituciones privadas describen niveles y desigualdades, sus “innovaciones
y organizan estilos de acciones culturales di- truncas” su “heterogeneidad multitemporal”
versas. Para Canclini, mientras el Estado se y el modo en que diversos sectores naciona-
responsabiliza de la preservación y usufructo les se hacen cargo de ella. Para hablar de la
del patrimonio histórico y tradicional, la ini- coexistencia de múltiples temporalidades en
ciativa privada se encarga de la promoción América Latina, Canclini retoma el estudio
de la cultura moderna. A pesar de apuntar de Perry Anderson sobre el surgimiento de
acciones culturales divergentes, ambos bus- los modernismos europeos de principios de
can obtener algún beneficio de las prácticas siglo XX y su postulación de que la fecun-
que organizan. En el caso del Estado, el didad de los mismos se debió al hecho de
beneficio es principalmente simbólico pues- haberse originado en contextos donde las
to que las acciones culturales legitimarían modernizaciones político-económicas no
su mantenimiento. En el caso de los orga- eran estructurales ni parejas, es decir, por
nismos privados, las acciones culturales se florecer en países de la Europa continental,
vuelven principalmente lucrativas y contri- donde convivían múltiples temporalidades
buyen a afianzar una imagen no interesada históricas con un desarrollado academicis-
de la expansión económica global (Culturas mo (pensar en el cubismo parisino o el futu-
híbridas: 86). Estudiar la hibridación supo- rismo italiano, por ejemplo). Estos moder-
ne asimismo entender la reconversión del nismos culturales surgieron en los contextos
estado en su papel de agente cultural y sus de compleja modernización estructural en
negociaciones en cuanto al capital simbóli- los que se combinaban formas de un pasado
co en el mercado transnacional. clásico o retrógrado, semiaristocrático, con
Culturas híbridas y el concepto de hi- adelantos técnicos que cambiaban presuro-
bridación pusieron fundamentalmente tres sa y abruptamente las relaciones sociales de
cuestiones en debate: la primera fue el afian- producción y con movimientos políticos de
zamiento/desmantelamiento de binarismos insurgencia que creaban la visión de futuros
u oposiciones abruptas como la de lo tradi- políticos inopinados. De un modo similar en
cional contra lo moderno, lo culto contra lo América Latina, los modernismos culturales
popular o lo culto contra lo masivo. García no serían la expresión de modernidades so-
Canclini focaliza su estudio en la impureza cioeconómicas parejas sino el modo en que
en la que se tejen los géneros y jerarquías “la élites se hacen cargo de diferentes tempo-
culturales. La segunda cuestión que ins- ralidades históricas y tratan de elaborar con
tauró en el debate Culturas híbridas fue la ellas un proyecto global” (Culturas híbridas:
del papel de las disciplinas encargadas de 71). Estudiar la modernidad en América
abordar la hibridación, y las separaciones Latina significa para Canclini examinarla
académicas tradicionales según las cuales en la complejidad de sus contradicciones,
la historia del arte y la literatura se hacen la coexistencia de diversos niveles tempo-
cargo del estudio del arte culto, la antropo- rales y en sus “innovaciones truncas”. En
logía limita sus investigaciones a lo popular este sentido, Joshua Lund ha señalado que
y los estudios de comunicación examinan la hibridez es una crítica de la teleológica,
las producción y el consumo masivo de la en la medida en que postula que lo tradicio-
industria cultural. García Canclini propone nal se yuxtapone a lo moderno, pero no en
138 HIBRIDEZ
aflige al discurso del poder. Se trata de una organizadoras de los conflictos en las cien-
incertidumbre que desplaza las seguridades cias sociales: tradición/modernidad, norte/
de lo que es ser inglés en el mundo coloni- sur, local/global” (“Noticias recientes”).
zado. Así, el sujeto colonizado se vuelve un
sujeto aterrorizante, perturbador, de clasifi- OBRAS DE CONSULTA. Beverley, John, Subalternity
cación paranoide y de un constante cuestio- and Representation: Arguments in Cultural
namiento de las imágenes y presencias de la Theory, Durham, Duke University Press, 1999;
autoridad. Bhabha, Homi, “Signos tomados por prodi-
Siguiendo a Bhabha, Robert Young gios”, en El lugar de la cultura, Buenos Aires,
postula que en el discurso colonial, toda Manantial, 2002, pp. 131-153 (original de
construcción disciplinaria de conocimien- 1994); Cornejo Polar, Antonio, “Mestizaje e hi-
to instrumental sobre la Otredad se funda bridez: los riesgos de las metáforas”, Revista de
en los protocolos del deseo y la fantasía, en Crítica Literaria Latinoamericana 47, 1998, pp.
una constante fluctuación entre lo deseado 7-11; Franco, Jean, “Policía de frontera”, en
y lo repudiado, la atracción y la repulsión Sara de Mojica (comp.), Culturas híbridas –no
(Young: 161). De esta manera, lo marginal, simultaneidad-modernidad periférica, Berlín,
lo inclasificado de la periferia se manifiesta WVB, 2000, pp. 55-60; García Canclini, Néstor,
en el centro del discurso colonial, instau- Culturas híbridas: estrategias para entrar y salir
rando la ambivalencia como su condición de la modernidad, México, Grijalbo, 1990
constitutiva. Dentro de la crítica poscolo- [1989]; García Canclini, Néstor, “Noticias re-
nial, Young religa los estudios de la raza y el cientes sobre la hibridación”, Revista
género al concepto de hibridez, insistiendo Transcultural de Música/Transcultural Music
en que la construcción social y seudocientí- Review, vol. 7, diciembre 2003, <www.sibet-
fica de la raza (y la diferencia racial) ha sido rans.com/ trans/ trans7/ canclini.htm>; Lien-
siempre impulsada por la corrupta conjun- hard, Martin, La voz y su huella, La Habana,
ción de discursos sexuales y económicos Casa de las Américas, 1990; Lund, Joshua, The
híbridos en el discurso del poder colonial. Impure Imagination. Toward a Critical Hibridity
Al rearticular los debates sobre la raza y el in Latin American Writing, Minneapolis,
género a la hibridez del discurso colonial, University of Minnesota Press, 2006; Martín
Young destaca la ambivalencia entre el de- Barbero, Jesús, De los medios a las mediacio-
seo del colonizador blanco por el coloniza- nes, México, Ediciones Gili, 1987; Ortiz,
do nativo y el horror a la hibridación o la Fernando, Contrapunteo cubano del tabaco y el
mezcla racial. Recientemente Joshua Lund azúcar, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1978
(2006) ha propuesto la necesidad de rear- (original de 1940); Ortiz, Renato, “Diversidad
ticulación del concepto de raza a las teo- cultural y cosmopolitismo”, en Mabel Moraña
rizaciones sobre hibridez en los estudios (ed.), Nuevas perspectivas desde/sobre América
latinoamericanos y en diálogo fecundo con Latina: el desafío de los estudios culturales,
los estudios poscoloniales. Chile, Cuarto Propio, 1994, pp. 43-53; Pratt,
El concepto de hibridez se ha manifes- Mary Louise, Imperial Eyes: Travel Writing and
tado de gran productividad teórica y debate Transculturation, Londres, Routledge, 1992
crítico en los estudios lingüísticos, antropo- [Ojos imperiales: literatura de viajes y transcul-
lógicos, artísticos y culturales latinoameri- turación (trad. Ofelia Castillo), Bernal, Uni-
canos, en los trabajos destacados de Antonio versidad Nacional de Quilmes, 1997]; Schwarz,
Cornejo Polar (“Mestizaje e hibridez”), John Roberto, Misplaced Ideas: Essays on Brazilian
Beverley (Subalternity), Roberto Schwarz Culture, Londres, Verso, 1992; Young, Robert,
(Misplaced Ideas), George Yúdice (“From Colonial Desire: Hybridity in Theory, Culture
Hybridity”), Jean Franco (“Policía”), Jesús and Race, Londres, Routledge, 1995; Yúdice,
Martín Barbero (De los medios) y Renato George, “From Hybridity to Policy: For a
Ortiz (“Diversidad”), entre otros. Como el Purposeful Cultural Studies”, en García Can-
mismo Canclini señala, “los estudios sobre clini, Néstor, Consumers and Citizens, Minnea-
hibridación modificaron el modo de hablar polis, University of Minnesota Press, 2001.
sobre identidad, cultura, diferencia, des-
igualdad, multiculturalidad, y sobre parejas [LEILA GÓMEZ]
identidad teoría social estudió con creciente interés la
importancia política de una plétora de gru-
La palabra “identidad” se deriva del vocablo pos y movimientos sociales que, articulados
latino identitas, cuya raíz es el término idem, alrededor de nociones de raza, etnicidad,
el cual significa “lo mismo”. En su acepción género, generación o sexualidad, cuestiona-
más básica, la identidad incluye asociacio- ron, tanto a niveles materiales como simbó-
nes, por una parte, con los rasgos que ca- licos, el status quo. Junto a la crisis de las
racterizan a los miembros de una colecti- grandes narrativas de finales del siglo XX y
vidad frente a los otros que no pertenecen conforme se llevaban a cabo tensos proce-
a la misma y, por otra, a la conciencia que sos de globalización como la desarticulación
un individuo tiene de ser él mismo y, enton- del Estado-nación, la categoría de identidad
ces, distinto a los demás. Entre lo mismo fue dejando atrás su carácter esencialista,
y lo otro se abre, así, el territorio material para incorporar también estrategias cada
y simbólico de la identidad. Más un recla- vez más sutiles y cada vez más dinámicas
mo relacional que un hecho dado en sí, la de la acción social.
identidad como categoría invita al análisis En los decenios posteriores a la segunda
de la producción de subjetividades tanto co- guerra mundial, los procesos de descoloni-
lectivas como individuales que emergen, o zación de Asia, África y el Caribe francés
pueden ser percibidas, en los ámbitos de las provocaron un interés inicial en cuestiones
prácticas cotidianas de lo social y la expe- identatarias en el ámbito de la academia
riencia material de los cuerpos. En continuo europea. En contextos de creciente movili-
y creciente uso, especialmente en la teoría zación social que no respondían en sentido
crítica y, más recientemente, en el campo de estricto a los postulados de la lucha de cla-
los estudios culturales, el concepto de iden- ses enarboladas por un marxismo de corte
tidad ha recorrido un largo camino. Aunque rígido, pensadores de las más distintas es-
no es un concepto freudiano es usado co- cuelas empezaron a brindar más atención
múnmente dentro de la psicología del ego a las distintas manifestaciones de agencia
en Estados Unidos a partir de los años cin- social por parte de grupos subalternos, es-
cuenta para denominar una serie de aspec- pecialmente a la diversidad de estrategias
tos de la personalidad que Freud incluyó en de resistencia, tanto activa como pasiva,
el ego. Evadiendo la armadura teórica que, que tales grupos utilizaron para cuestio-
hacia mediados del siglo XX, privilegiaba nar, no siempre con éxito, las condiciones
conceptos estructurales de clase emparen- de desigualdad económica y política que
tados con el marxismo, la utilización de la caracterizaban sus entornos. Retomando
categoría de identidad desde sus inicios se las perspectivas críticas de teóricos como
alimentó de, y a su vez propició una aproxi- Antonio Gramsci, especialmente su concep-
mación más diversa y menos abstracta ha- to de hegemonía, o de Walter Benjamin, en
cia comportamientos y conflictos plurales y especial su noción de constelación y su vi-
cotidianos que abarcaban los ámbitos tanto sión de la historia como catástrofe, se regis-
de producción como de reproducción so- tró un renovado interés por detectar formas
cial. Hacia el último tercio del siglo pasa- alternativas de actividad social en periodos
do, pues, y de la mano de la identidad, la llamados no extraordinarios. Así fueron en-
[140]
IDENTIDAD 141
trando, poco a poco, al mundo del análisis en esta bibliografía. La creciente influencia
teórico elementos tales como el espacio, el de la historia social pronto invitó a volver la
cuerpo, la vida privada, la sexualidad, de mirada hacia fenómenos que, aun cuando
mano de autores como Michel Foucault, se desarrollaban en contextos de desigual-
Pierre Bourdieu, Michel de Certeau, Stuart dad, implicaban estrategias de negociación
Hall, entre tantos otros. Así, volcándose ha- y acomodación entre distintos grupos socia-
cia los otros y Lo Otro, este tipo de trabajo les. De esta manera, la atención se dirigió
teórico se entretuvo en los márgenes, en los con mayor frecuencia hacia actividades e
lugares oscuros o cerrados, en el residuo o interpretaciones populares que dejaban en
la ruina, incluso en el silencio, para explo- claro la participación activa, aunque limi-
rar las distintas formas en que una variedad tada, de los pobres, las mujeres y los niños.
de discursos y prácticas contrahegemónicas Socialmente, sin embargo, los debates en
habían también definido, de manera activa, torno al multiculturalismo y al uso oficial
las interacciones sociales de sus épocas. de los términos latino o hispano para de-
No es de extrañarse, entonces, que cier- nominar a una plétora de inmigrantes de
tos estudios acerca de la identidad hayan origen latinoamericano en Estados Unidos,
florecido en las antiguas colonias británicas propiciaron la existencia de estudios que,
y francesas. En la India, por ejemplo, emer- desplazando una vez más la categoría de
gieron varios centros de estudios avanzados clase, privilegiaron, a menudo de manera
dedicados a estudiar la identidad y a teori- esquemática, los orígenes nacionales y ét-
zar la relación poscolonial con el mundo oc- nicos en su análisis de la así llamada latini-
cidental. Una de las críticas más importan- dad. Las respuestas populares no se hicie-
tes en este ámbito es Gayartri Chakravorty ron esperar: una de las quejas más comunes
Spivak. se dirigió contra el carácter homogeneiza-
En Estados Unidos, la cuestión de la dor de un término que, al englobar, ignoró
identidad se convirtió en parte central de y, luego entonces, desdeñó, las diferencias
los movimientos sociales a finales de los años culturales y las implicaciones políticas de la
sesenta del siglo XX. Influenciado por el mo- gran diversidad de experiencias y luchas de
vimiento de los derechos civiles y por el fe- inmigrantes en Estados Unidos.
minismo norteamericano, la investigación La complejidad de la experiencia de Los
estadunidense de la identidad desechó muy Otros en Estados Unidos pronto requirió,
pronto el enfoque de clase y lo sustituyó por y produjo a su vez, conceptos lo suficien-
un análisis que privilegiaba las categorías de temente flexibles como para identificar y
género y sexualidad. Entre los críticos esta- explorar espacios intermedios de acción y
dunidenses más importantes en este sentido significación. Una de las primeras explo-
se contaron a Marjorie Garber, bell hooks raciones importantes en este sentido fue
[Gloria Jean Watkins] y Judith Butler. Una Borderlands/la frontera: The New Mestiza,
igualmente importante aunque no idéntica un influyente estudio de la ambigüedad
tradición feminista fuerte se desarrolló sin de la identidad chicana escrito por Gloria
duda en Francia, mejor representada por in- Anzaldúa, quien introdujo el concepto de la
telectuales como Simone de Beauvoir, Luce nueva mestiza –término basado en las teo-
Irigaray y Julia Kristeva, entre otras. rías raciales del filósofo y político mexicano
El estudio de la identidad de los inmi- José Vasconcelos, quien elogió la mezcla de
grantes latinoamericanos y sus descendien- lo español e indígena al acuñar el concepto
tes en Estados Unidos tomó otro camino. de la raza cósmica–. Tal énfasis en la mezcla,
En un inicio, en efecto, se favoreció, como lo híbrido y las tensas situaciones que tal
en el caso de Rodolfo Acuña y su Occupied tipo de interacciones produce socialmente
America, una visión que denunciaba la exis- ha sido del interés de teóricos latinos promi-
tencia de un colonialismo interno generador nentes como Juan Flores, Frances Aparicio,
de una rígida jerarquía económica y social Ilan Stavans y Gustavo Pérez Firmat.
que, aprovechándose de diferencias de cla- Para entender los comienzos de los estu-
se y raza, explotaba la fuerza de trabajo de dios identitarios en Latinoamérica es nece-
los conquistados. Referencias a identidades sario considerar sus raíces en el siglo XIX y
perdidas y territorios ocupados abundaban en la primera parte del siglo XX. Durante las
142 IDENTIDAD
tífico del siglo XIX y trataron de combatir el ner la cultural imperial sin poder aniquilar
positivismo europeo con sus escritos sobre por completo la nativa. El transculturalismo
Latinoamérica. La identidad “latinoameri- se ha convertido en un concepto importante
cana” elaborada por éstos teóricos trató de en los estudios poscoloniales de la identi-
contradecir las ideas seudocientíficas sobre dad.
la posible “inferioridad” de los pueblos de En México, Octavio Paz (1914-1998) en
América Latina y por extensión también de El laberinto de la soledad (1950; revisado y
sus gobiernos. Esta elaboración también aumentado en 1959) busca las raíces de la
fue una importante retórica para combatir identidad nacional mexicana en la historia
la continuación de la influencia de Estados de la colonia. En la sección más conocida y
Unidos y Europa en América Latina durante polémica del texto, Paz explica que el mexi-
y después de las guerras de independencia. cano es el hijo bastardo de La Malinche, la
Entre los otros teóricos importantes de la traductora, colaboradora y amante indígena
identidad nacional en esa época también se de Hernán Cortés durante la conquista de
encuentra el peruano José Carlos Mariátegui México. Los hijos de La Malinche están
(1894-1930). Mariátegui fue influenciado marcados por la violencia de la conquista y
por el marxismo en su descripción de la la colonia, y no han podido superar el estig-
condición peruana y la desigualdad, la que ma de ser el producto de una violación sim-
llamaba “el problema del indio”. Otros inte- bólica a gran escala.
lectuales peruanos incluyen al escritor y an- Las contradicciones inherentes en lo re-
tropólogo José María Arguedas (1911-1969) ferente a la identidad latinoamericana, su
y al crítico literario Antonio Cornejo Polar relación con la modernidad, su construcción
(1936-1997). Arguedas se concentró sobre de la nacionalidad y la raza, y la exclusión
todo en retratar la situación de los indígenas de ciertos grupos en los escritos de los pen-
quechuas en los Andes como víctimas de la sadores latinoamericanos desde el siglo XIX,
sociedad y gobierno peruano. Arguedas es causan el surgimiento, en los años sesenta
uno de los fundadores del indigenismo mo- y setenta, de los primeros movimientos so-
derno, una rama de la literatura y ciencias ciales de la política de la identidad. En esta
sociales que pretende mejorar la situación época surgieron dos ramas críticas funda-
de los indígenas. En sus ensayos de litera- mentales: una enfocada en la situación de
tura y cultura, Cornejo Polar postuló que la mujer y otra sobre las minorías étnicas
la realidad andina debe ser leída a través latinoamericanas. El debate de la identidad
de su heterogeneidad cultural y cómo ésta y las múltiples identidades basadas en la
contribuye a la formación de subjetividades raza, sexo y etnia, surgen en la esfera ci-
colectivas únicas a los Andes. vil latinoamericana como una respuesta a
En Brasil, debates similares ocurrieron en las narrativas hegemónicas de la identidad
torno al lugar en el imaginario nacional de nacional.
los descendientes de los esclavos africanos. El estudio de la identidad latinoamerica-
El antropólogo Gilberto Freyre (1900-1987) na ha pasado por varias etapas. En su pri-
es uno de las figuras centrales en este deba- mera era, a mediados del siglo XX, había
te. Su texto, Casa-Grande e Senzala (1933), preocupación por la creación de una gran
promulga la idea de la democracia racial; narrativa que describen la identidad nacio-
en otras palabras, el argumento de que en nal. En lo subsiguiente, esta narrativa fue
Brasil no hay racismo, sólo problemas de cuestionada por el surgimiento de movi-
clase. Esta teoría caracteriza las nociones mientos sociales feministas y de etnias mi-
hegemónicas de la identidad nacional bra- noritarias. Las crisis económicas contempo-
silera durante gran parte del siglo XX. ráneas interpretadas como consecuencias
En el Caribe hispano, el cubano Fernando del neoliberalismo y el capitalismo globali-
Ortiz (1881-1969) en Contrapunteo cubano zado, tornan el debate de la identidad a
del tabaco y del azúcar (1947) propuso la no- cuestiones de mercado y consumo.
ción de la transculturación, es decir, la crea- Finalmente, la discusión se enfoca en la
ción de una nueva cultura en un proceso construcción performativa de la identidad.
imperialista que proviene de la metrópolis y Basándose en las ideas de Judith Butler so-
que devalúa a la cultura dominada al impo- bre la índole performativa del género y su
144 IDENTIDAD
of Culture: Uses of Culture in the Global Era, en asuntos de ideología, nadie está libre de
Durham, Duke University Press, 2003 [El re- culpa. Como afirma Slavoj Žižek, la ideo-
curso de la cultura, Barcelona, Gedisa, 2002]; logía “parece emerger exactamente cuando
Zea, Leopoldo, El problema de la identidad la- intentamos evitarla, mientras que deja de
tinoamericana, México, UNAM, 1985. aparecer donde claramente se esperaría que
habitara. Cuando cierto procedimiento es
[NOHEMY SOLÓRZANO-THOMPSON; denunciado como ‘ideológico por antono-
CRISTINA RIVERA-GARZA] masia’ puede estarse seguro de que su in-
versión no es menos ideológica” [“seems to
pop up precisely when we attempt to avoid
ideología it, while it fails to appear where one would
clearly expect it to dwell. When some pro-
El concepto de ideología es profundo y casi cedure is denounced as ‘ideological par ex-
infinitamente irónico: nace bajo el signo de cellence’ one can be sure that its inversion is
la inversión. En las acepciones predomi- no less ideological” (“Introduction”: 4)]. No
nantes del término, estar bajo su influencia sorprende, por lo tanto, que desde Napoleón
significa, entre otras cosas, confundir los hasta nuestros días el concepto de ideología
opuestos. Sus víctimas toman lo ideal por haya servido como arma arrojadiza para de-
material, lo cultural por natural, lo injusto rechas e izquierdas, con el fin de deslegitimar
por justo y, en general, confunden las apa- al adversario acusándole o bien de tonto –en-
riencias con la realidad (Eagleton: 51-61). gañado por las apariencias o preso de deseos
En La ideología alemana (1845-1847), Marx e intereses inconscientes– o bien de hipócri-
y Engels sugerían que la ideología de los fi- ta, empeñado en engañar a los demás en
lósofos idealistas hacía que vieran el mundo beneficio propio. Como observa Raymond
al revés (26). Si la ideología es una forma de Williams, “en la argumentación popular,
mistificación, sin embargo, sus críticos pre- ideología todavía se usa esencialmente en
sumen necesariamente de un conocimiento el sentido que le asignó Napoleón. Las per-
más verdadero, no ideológico, de la reali- sonas sensatas se apoyan en la experiencia
dad. De ahí que la Ideologiekritik de corte o tienen una filosofía; los necios confían en
marxista, al revelar la confusión de grupos e la ideología” [“in popular argument, ideolo-
individuos particulares, pueda producir un gy is still mainly used in the sense given by
efecto moral y estético parecido al desenlace Napoleon. Sensible people rely on experien-
de una buena comedia. ce, or have a philosophy; silly people rely on
Para mayor ironía, también la propia ideology” (157)].
evolución teórica del concepto de ideología Aún así, el enorme éxito teórico y político
es caracterizada por una serie de inversio- del concepto en los siglos XIX y XX se debe no
nes cuasi cómicas. Concebido primero por sólo a su utilidad como arma retórica sino
un grupo de intelectuales franceses ilustra- sobre todo a su fuerza explicatoria. La teoría
dos como una “ciencia de las ideas” que per- de la ideología pretende elucidar algunos de
mitiera descubrir el engranaje de la mente los grandes enigmas con que se han enfren-
humana para liberarla de las mistificaciones tado los reformistas y revolucionarios des-
(sobre todo las religiosas), el concepto fue de los comienzos de la modernidad: explica
muy pronto movilizado para deslegitimar a cómo es posible que la mayoría social pueda
los propios practicantes de esa ciencia. Los colaborar, a veces de forma entusiasta, en
“ideólogos”, argüía el emperador Napoleón su propia opresión; o cómo opresores tanto
I en 1812, eran gentes despistadas, perdi- como oprimidos puedan albergar, durante
das en las brumas de la metafísica y faltas largo tiempo, nociones fundamentalmente
de contacto con la realidad, que pretendían equivocadas y contradictorias acerca de la
construir una sociedad sobre leyes deriva- realidad. Además, al revelar la raíz de estos
das de supuestas causas primeras en vez de enigmas, el concepto de ideología también
un “conocimiento del corazón humano y las permite imaginarse modos de superarlos –es
lecciones de la Historia” (citado en Williams: decir, de transformar la sociedad–.
154). Dos siglos después, sigue siendo fácil Noción fundamental del marxismo, el
invertir el vector crítico y demostrar que, concepto de ideología ha sido rechazado por
IDEOLOGÍA 147
varias escuelas políticas y filosóficas com- viduos o grupos sociales atribuyen la capa-
petidoras. En los años cincuenta, ciertos cidad de alcanzar tal perspectiva.
científicos sociales en Occidente –Raymond El gran auge que conoció el concepto de
Aron, Edward Shils y Daniel Bell, entre ideología en el siglo XX en casi todas las
otros– proclamaban el “fin de la ideología”, ciencias sociales y humanísticas se debe,
frase con que expresaban su fe en la supe- principalmente, al papel central que le adju-
rioridad de las ciencias “objetivas” y pragmá- dicaron Marx, Engels y sus seguidores en
ticas de las sociedades democráticas frente sus análisis críticos del capitalismo: aunque
a las ciencias “ideológicas” de los totalita- las apariencias confirmaran la noción bur-
rismos. Posteriormente, lo han desechado guesa de que las relaciones entre capitalistas
posestructuralistas y posmodernistas, para y obreros eran libres y justas, y aunque am-
quienes la ideología es una noción escan- bos grupos obraran bajo esa suposición, la
dalosamente ilustracionista. Lo que más ideología impedía que se percibiera la injus-
perturba a críticos como Foucault, Lyotard, ticia y esclavitud que en realidad regían el
Baudrillard, Deleuze, Guattari y Rorty son sistema. Es importante recordar, sin embar-
las pretensiones epistemológicas inherentes go, que existen varias definiciones marxistas
al concepto: la idea de que algunos tengan diferentes del concepto de ideología, que no
acceso a la verdad y sean capaces de denun- siempre resultan compatibles entre sí. Las
ciar la ceguera de los demás. Frente a estos principales divergencias cabe ilustrarlas me-
rechazos, otros críticos contemporáneos, diante tres preguntas. Primero, ¿la ideología
entre los que destacan Eagleton, Žižek y denota una visión del mundo falsa (impli-
Larraín, se han empeñado en hacer matiza- cando que existe otra verdadera) o simple-
das distinciones entre las diferentes acepcio- mente una visión determinada del mundo?
nes en uso, arguyendo que el concepto –eso Es decir, ¿es un concepto crítico o neutral?
sí, teóricamente afinado y puesto al día– es Segundo, ¿la ideología es un fenómeno pri-
más pertinente que nunca, e indispensable mordialmente mental, o más bien material?
para la crítica cultural y política. Es decir, ¿se produce en las mentes de los
En su sentido más básico, la teoría de la sujetos o tiene una existencia concreta en el
ideología es perspectivista. Establece una mundo social? Y tercero, ¿la ideología es
relación entre las circunstancias e intereses superable? Las respuestas que se den a estas
sociales e históricos de los grupos humanos tres preguntas determinan la utilidad del
y la visión del mundo social que predomina concepto de ideología no sólo como arma
en ellos, implicando que, de una manera u crítica, sino también para la conceptualiza-
otra, nuestras circunstancias e intereses ción del camino hacia el cambio social –tan-
tienden a limitar o tergiversar la forma en to con referencia a los agentes del cambio
que concebimos el mundo y nuestro lugar como al margen de cambio posible–.
en él. Esta dimensión perspectivista –que a En términos muy resumidos, para el pro-
veces pero no siempre tiende al determinis- pio Marx la ideología denotaba una visión
mo– constituye la gran fuerza del concepto falsa del mundo que, como tal, era criticable
de ideología pero también su mayor debili- y superable mediante el análisis científico de
dad. El problema no sólo es que facilita los la realidad social y la práctica revoluciona-
argumentos tu quoque, sino también que es ria. Aunque en La ideología alemana parecie-
prácticamente imposible inmunizarse con- ra que Marx y Engels concebían a la ideolo-
tra su fuerza crítica. ¿Quién puede presumir gía como un fenómeno puramente mental
de trascender las limitaciones de su momen- –una “conciencia falsa”, en palabras del úl-
to histórico y situación social? Como vere- timo– Larraín enfatiza que para Marx las
mos a continuación, las mayores diferencias inversiones ideológicas reflejan –y escon-
entre las distintas versiones del concepto den– las inversiones y contradicciones de la
que se han propuesto en los últimos dos- realidad social, constituida por prácticas
cientos años radican, primero, en la medida concretas (55).
en que admiten la posibilidad de una pers- A diferencia de Marx, Lenin elabora un
pectiva trascendente que permita escapar a concepto neutro de la ideología, como una
las limitaciones ideológicas y ver el mundo visión coherente de la sociedad compartida
“como es en verdad” y, segundo, a qué indi- por una clase, un grupo o un partido, y que
148 IDEOLOGÍA
sugirió que se tratara de que los intelectua- a sua pretensão de abarcar a natureza hu-
les “corrigieran” las visiones erróneas de los mana”. (Curiosamente, Žižek, al explicar el
demás. Dado que, para Marx, la ideología funcionamento de la ideología en nuestras
está arraigada en una realidad social, su su- sociedades posmodernas e irónicamente au-
peración implica la transformación práctica toconscientes, acaba proponiendo una idea
de esa misma realidad (57). parecida a la de Schwarz: es posible darse
Con la influencia de las teorías posmo- cuenta de la falsedad de las apariencias y
dernas en los años ochenta y noventa –que sin embargo actuar como si no (Sublime
coincide con la plena institucionalización de Object: 31).)
los estudios culturales en la academia an- El mayor desafío teórico y político del
gloamericana y la postergación del legado concepto de ideología como distorsión sigue
marxista– el concepto de ideología pierde siendo su implícita presunción de verdad.
importancia, aunque nunca se elimina por ¿Cómo practicar una rigurosa crítica cultu-
completo. En los últimos dos decenios los ral sin caer en la trampa de la arrogancia
practicantes de los estudios culturales –in- epistemológica propia del intelectual des-
cluidos los latinoamericanos– han adoptado mistificador, con todo el bagaje elitista que
el concepto de forma ecléctica, sin teorizarlo conlleva? Los críticos que mejor han sabido
demasiado. Santiago Castro Gómez ha se- bregar con este reto son los que asumen ple-
ñalado que “el abandono de la categoría de namente la profunda ironía inherente al
ideología por parte de algunos teóricos de la concepto de ideología. Entre ellos destaca
cultura ha contribuido a debilitar el potencial Žižek, que insiste en la importancia de man-
crítico y político que tenían los estudios cul- tener una posición imposible: “aunque no
turales” y ha abogado por una recuperación hay una clara línea de demarcación que se-
del legado de Althusser, que le parece idóneo pare la ideología de la realidad, aunque la
para formular “una crítica de la economía ideología opera en todo lo que experimenta-
política de la cultura” (742, 738). mos como ‘realidad’, debemos sin embargo
No sorprende que los usos más rigurosos mantener la tensión que mantiene viva la
y originales del concepto de ideología dentro crítica de ideología” [“although no clear line
del campo latinoamericanista se encuentren of demarcation separates ideology from rea-
en críticos marxistas como Roberto Schwarz lity, although ideology is at work in every-
y Neil Larsen, cuya relación con los estu- thing we experience as ‘reality’, we must
dios culturales es tensa y hostil. Schwarz, none the less maintain the tension that
en “As idéias fora do lugar” (1973) teoriza keeps the critique of ideology alive” (“Intro-
la ideología dentro del contexto poscolonial duction” 17)]; y, en el campo latinoamerica-
brasileño y acaba proponiendo la noción de no, Carlos Monsiváis, cuya peculiar forma
“ideología de segundo grado” para describir de Ideologiekritik nunca deja de insistir en
lo que ocurre cuando las ideologías metro- la potencialidad creativa y política de la cul-
politanas –como el liberalismo en el caso tura popular, desde una postura lúdica que
del Brasil decimonónico– son “importadas” lo inmuniza contra cualquier tentación de
por la colonia. Schwarz, siguiendo a Marx, elitismo (Monsiváis, Entrada libre, Faber).
define la ideología como “ilusión necesaria
bien arraigada en las apariencias”; pero si OBRAS DE CONSULTA. Althusser, Louis, Lenin y la
en la metrópoli las apariencias confirman filosofía, México, Era, 1970; Castro Gómez,
la ideología, el contexto periférico de Brasil Santiago, “Althusser, los estudios culturales y el
es tan incongruente que las ideologías im- concepto de ideología”, Revista Iberoamericana,
portadas se revelan en toda su falsedad. año 64, núm.193, 2000, pp. 737-751; Eagleton,
Adoptadas a pesar de ello por la burgue- Terry, Ideology: An Introduction, Londres, Verso,
sía europeizante, se convierten en “ideolo- 1991 [Ideología: una introducción (trad. Jorge
gías de segundo grado” –ilusiones asumidas Vigil Rubio), Barcelona, Paidós, 1997]; Hall,
como tales que, sin embargo, dirigen la Stuart, “The Problem of Ideology: Marxism
práctica social–. “Inscritas num sistema que Without Guarantees”, en David Morley y Kuan-
não descrevem nem mesmo em aparência”, Hsing Chen (eds.), Stuart Hall: Critical Dialogues
dice Schwarz, “as idéias da burguesia viam in Cultural Studies, Londres, Routledge, 1996,
infirmada já de início, pela evidência diária, pp. 25-46; Marx, Karl y Friedrich Engels, Die
150 IDEOLOGÍA / IMPERIALISMO CULTURAL
deutsche Ideologie: Werke, Berlín, 3 vols., Dietz según el cual los medios de los países peri-
Verlag, 1971 [La ideología alemana, México, féricos no sólo están sujetos a la propiedad
Ediciones de Cultura Popular, 1972]; Schwarz, y al control de las clases dominantes, sino
Roberto, Ao Vencedor as Batatas: Forma Literária que además su técnica y contenido depen-
e Processo Social nos Inicios do Romance den del conocimiento y material generado
Brasileiro, São Paulo, Duas Cidades, 1977; en países industrializados, el imperialismo
Williams, Raymond, “Ideology”, en Keywords: A cultural se enfoca en los desequilibrios y
Vocabulary of Culture and Society, Nueva York, desigualdades de los flujos internacionales
Oxford University Press, 1983, pp. 153-157 de información. El fracaso de las economías
[Palabras clave. Un vocabulario de la cultura y estatales latinoamericanas se origina en el
la sociedad, ed. rev. y ampl., trad. Horacio Pons. sistema económico global, que empuja a los
Buenos Aires, Nueva Visión, 2003, p. 173]; países no industrializados a una continua
Žižek, Slavoj, “Introduction: The Spectre of dependencia. Siguiendo esta teoría, el im-
Ideology”, Žižek, Slavoj (ed.), Mapping Ideology, perialismo cultural postula que el flujo de
Londres, Verso, 1994, pp. 1-33; Žižek, Slavoj, información de países ricos a pobres pro-
The Sublime Object of Ideology, Londres, Verso, mueve una civilización de consumo, cóm-
1989 [El sublime objeto de la ideología, México, plice del capitalismo y desinteresada en las
Siglo XXI Editores, 1992]. fronteras nacionales, beneficiando a las in-
dustrias dueñas de los medios masivos de
[SEBASTIAAN FABER] comunicación, afincadas en su totalidad en
espacios metropolitanos.
De hecho, como teoría interpretativa, el
imperialismo cultural imperialismo cultural se aplicó a diversas
áreas, como las relaciones internacionales,
La teoría del imperialismo cultural se vincu- la antropología, la educación, las ciencias, la
la a los estudios culturales mayoritariamente historia, las letras y hasta los deportes. Las
desde el campo de la comunicación. Según reflexiones sobre “el sistema del mundo mo-
el belga Armand Mattelart, dicha teoría derno” (capitalismo), “la sociedad” (por lo
nace en los años setenta a partir de traba- general, países o comunidades con econo-
jos en comunicación enfocados en asuntos mías emergentes), “el centro dominante del
de desarrollo y economía política. Mattelart sistema” (los países industrializados), y “los
sostiene que, desde fines de ese decenio, el valores y las estructuras” (las culturas y or-
término, empleado por Rigaud, ex ministro ganizaciones ajenas a los países emergen-
de Cultura, ante la pérdida de influencia cul- tes), al igual que “la dependencia” y “el im-
tural francesa en la era de tecnologías de perialismo mediático” (que a veces se emplea
la información, marca numerosos estudios de manera sinónima), forman parte de su
concernientes a las relaciones entre nacio- terminología. En síntesis, el imperialismo
nes. Sin embargo, Mattelart advierte que no cultural plantea la dominación de una na-
es sino hasta los años ochenta, con la popu- ción por otra de mayor envergadura.
larización de un estilo de vida global, que Dada su naturaleza teórica, el imperialis-
los estudios en torno a esta teoría aumen- mo cultural no está exento de limitaciones.
tan de manera sustancial, impulsados por Se le critica un marco metodológico impre-
la tangible presencia de grandes grupos de ciso, de difícil medición y escasa capacidad
comunicación. En este contexto, la comu- descriptiva. De manera infortunada, tal y
nicación nutre el desarrollo de los estudios como se propone en sus comienzos, de for-
culturales latinoamericanos. ma lineal y hasta unilateral, el imperialismo
Lo cierto es que, como compendio críti- cultural casi descarta cualquier posibilidad
co, el imperialismo cultural es un esquema de producción mediática de las naciones pe-
que compete al ámbito de la guerra fría. riféricas. Parte de esta gran limitación críti-
Su evolución teórica ha estado marcada de ca es la suposición de un sólo sentido en el
manera muy firme por cambios en asun- flujo informativo, cosa que, si acaso fue cier-
tos de política y economía internacional. ta alguna vez, ha cambiado mucho con el ad-
Fundamentándose en la propiedad de los venimiento de nuevas tecnologías. En añadi-
medios y en el marco de la dependencia, dura, el imperialismo cultural no contempla
IMPERIALISMO CULTURAL 151
la propagación del neoliberalismo– a través cia, al igual que el contexto sociocultural del
del mundo. medio comunicativo. Desde este enfoque,
En los años ochenta, con el advenimien- mediante diferentes aproximaciones meto-
to de regímenes democráticos latinoameri- dológicas, se le restituye un papel activo a
canos, la crisis económica propiciada por el la audiencia en las investigaciones latinoa-
mal manejo de la deuda externa y el opor- mericanas de cultura y comunicación, con-
tunismo del sector privado, surge y se con- viniendo una capacidad mayor de rechazo o
solida una nueva perspectiva crítica intere- negociación de los mensajes hegemónicos
sada en el análisis de los procesos de de los medios.
recepción y consumo de los productos cultu- A diferencia de los enfoques críticos del
rales. Al ubicar la comunicación en el con- mundo angloparlante, amparados en temá-
texto de lucha por la hegemonía, sus parti- ticas de clase o género, en América Latina
darios le dan un nuevo sentido al tema, se opta por replantear el estudio de la cul-
enfatizando procesos de asimilación, recha- tura esbozando una problematización más
zo, negociación y refuncionalización de los amplia de lo popular. En buena parte, esta
contenidos efectuados por los sectores sub- táctica se debe a los nuevos matices que teo-
alternos de la sociedad. Algunos anteceden- rías como la dependencia o el imperialismo
tes lejanos de estos nuevos enfoques, de ín- cultural adquieren ante la noción de globa-
dole culturalista, son los escritos de Eco en lización. Para Tomlinson, por ejemplo, la
materia de semiótica estructuralista y las globalización sugiere que “la interconexión
teorías de Gramsci, Benjamin y Foucault e interdependencia de todas las zonas glo-
sobre ideología, cultura y poder. De manera bales ocurre de forma mucho menos preme-
efectiva, lo que se da es un paso de modelos ditada que el control intencional atribuido
semióticos o ideologizantes, según los cua- al imperialismo” (175). A inicios de los años
les la comunicación destaca un acto de noventa, ante el avance irrefutable del mer-
transmisión, a una revaloración del sujeto, cado, se evidencia la necesidad del repensar
a partir de la cual se extiende un enfoque el papel del Estado. Las respuestas fluctúan
culturalista en el marco de la comunicación. entre el apoyo al continuismo en la interven-
El viraje se patentiza incluso en la obra de ción estatal, con atisbos nacionalistas, como
voceros del imperialismo cultural, como en el caso del brasileño José Marques de
Mattelart. Si bien el imperialismo cultural Melo, y posturas más escépticas, como las
sirve en principio como motivación precur- de Esteinou Madrid, quien cuestiona la for-
sora del estudio de la cultura, el afán de taleza del Estado ante la arremetida del TLC,
abandonar su dogmatismo lleva al despegue o del mismo Mattelart, quien denuncia una
en firme de los estudios culturales latinoa- eventual anulación de la diferencia a raíz de
mericanos. De hecho, se pasa de lo riguro- la acelerada integración económica mundial.
samente comunicativo a lo cultural, un mar- Por su parte, el peruano Rafael Roncagliolo
co más amplio que posibilita contemplar la impugna los afanes de apertura comercial,
comunicación como una práctica cultural pues, según él, representan una integración
más, y valorar dinámicas y articulaciones carente de defensas; Roncagliolo insiste en
que, yendo más allá de lo comunicativo, sir- que “todos los países de Latinoamérica son
ven de soporte a la cultura. dependientes, pero algunos son más depen-
Un aporte muy significativo a la consoli- dientes que otros” (338).
dación de esta nueva corriente es la labor Hay variados aportes latinoamericanos
del jamaiquino Stuart Hall y el Centro de en este sentido, pero dos se destacan en
Estudios Culturales Contemporáneos (CCCS) particular, despuntando en críticas al dog-
de Birmingham, Reino Unido. Entre sus lo- matismo irrestricto de la dependencia y el
gros se destaca una revisión de la conceptua- imperialismo cultural, e impactando fuerte-
lización de las audiencias como entidades mente el estudio de la cultura y su relación
pasivas e indiferenciadas, enfoque reprodu- con un entorno global. El primero, Jesús
cido y ampliado en América Latina en las Martín Barbero, estudioso colombiano de
labores del investigador chileno Valerio origen peninsular vinculado a centros de
Fuenzalida. Para Fuenzalida, la influencia investigación colombianos y mexicanos, ha
grupal de la familia es de singular importan- resaltado la importancia de las condiciones
IMPERIALISMO CULTURAL 153
nal. Ya en 1944 Argentina, Brasil y en gran cultural belga Armand Mattelart publican,
medida México (los tres países latinoameri- en 1971, Para leer al pato Donald, donde dis-
canos con un mercado lo suficientemente cuten las tiras cómicas de Disney. Inspirados
grande como para crear industrias naciona- por una lectura frankfurtiana, critican esta
les) están inmersos en sus propias versiones literatura de masas por mantener patrones
de estas industrias con un color fuertemen- ideológicos entre el primer mundo domina-
te nacional. dor y el tercer mundo dominado. Por otro
Críticamente se ha dicho que esta época lado, a diferencia de épocas anteriores, em-
propagaba temas y características que imi- pieza a emerger una cultura latinoamerica-
taban recetas extranjeras desde una pers- na visible mundialmente. El boom literario
pectiva local. No es hasta más tarde que se alzó la industria editorial local y produjo un
empieza a interpretar los esfuerzos indus- nuevo talento (Gabriel García Márquez,
triales en América Latina de formas más José Donoso, Julio Cortázar, Mario Var-
complejas. Carlos Monsiváis muestra los di- gas Llosa y Carlos Fuentes) que fue produc-
ferentes efectos que la cultura de masas pro- to del crecimiento económico logrado des-
duce, los cuales dependen del contexto so- pués de las guerras mundiales, el cual creó
cio-histórico de la nación, otorgándole a lo una clase media cosmopolita en América
popular un valor importante. En la acade- Latina con intereses nacionales. No obstan-
mia estadunidense Ana López arguye que el te, estos escritores se hacen populares al
cine de la época de oro, por primera vez criticar esa misma modernización y pronos-
hace que circulen imágenes, historias y te- ticar su fin. Esta época efervescente produce
mas latinoamericanos a la vez que reta la muchos movimientos contrahegemónicos
omnipresencia de Hollywood en la región y que intentan crear, bajo ambientes distintos,
mantiene un interés regional por varios de- métodos alternativos de distribuir sus pro-
cenios. ductos. La “nueva canción” en Chile, prote-
gida y promovida por el gobierno izquierdis-
LUCHA ENTRE IMPERIALISMO Y ANTIIMPERIALISMO. ta de Salvador Allende, cuyo lema proclamaba
En los años cincuenta, ya en plena guerra “no hay revolución sin canción”, crea DICAP
fría, el ambiente cultural empieza a cam- para grabar los artistas del movimiento.
biar. Las industrias siguen modernizándo- Mientras que en Argentina, La hora de los
se sufriendo altibajos: por un lado la de- hornos iba a tener que exhibirse clandesti-
cadencia de los estudios cinematográficos, namente del gobierno autoritario de Juan
visto claramente en el fracaso de Vera Cruz Carlos Onganía. La película junto con el ma-
(1949-1954), un estudio de Brasil que im- nifiesto que la acompaña, critican el mono-
portó técnicos y equipo del extranjero para polio cultural del primer mundo, viéndolo
aventurarse en producir un cine de calidad como un neocolonialismo. Estos tres ejem-
internacional, contrariamente el crecimien- plos reproducen una retórica típica de la
to de las industrias de la televisión y la mú- época al rechazar una cultura de masas ex-
sica. Estados Unidos, queriendo mantener tranjera. Sin embargo, se convierten en pro-
solidaridad ideológica por toda América, ductos mismos al hacerlo.
presionan a las industrias locales y sus go-
biernos para promover un anticomunismo GLOBALIZACIÓN, NUEVAS INDUSTRIAS E INTER-
que simultáneamente alababa un modo de PRETACIONES. Los años ochenta trajeron un
vida moderna y estadunidense. Esta com- cambio: de sociedades politizadas con eco-
plicidad entre gobiernos locales, Estados nomías centralizadas y un estado fuerte y
Unidos y los medios de comunicación es evi- militar, a democracias representativas con
dente en el apoyo por la empresa mexicana economías neoliberales intentando entrar al
Televisa al gobierno de Gustavo Díaz Ordaz mercado global. La simple configuración del
durante la matanza estudiantil de 1968 en imperialismo contra lo nacional desaparece
Tlatelolco. y la reemplaza un sistema interconectado
Este ambiente creará respuestas cultura- e interdependiente dominado por posturas
les locales que se oponen vehementemente globales de consumo y producción. Como
al creciente imperialismo de Estados Unidos. sugiere Néstor García Canclini, la moder-
El escritor chileno Ariel Dorfman y el crítico nización finalmente llega a Latinoamérica
INDUSTRIA CULTURAL 157
pero a través de empresas privadas. En este educación estatal y a los valores literarios de
ambiente aparecen nuevas industrias (vi- los años sesenta para contraponer la hege-
deojuegos, la Internet) y diferentes espacios monía de la industria cultural. Aunque de
para la distribución de la cultura que cam- manera diferente, Nelly Richard también ve
biarán los viejos modos de distribución y ac- una salvación a través de un arte de van-
cesibilidad y que producirán nuevas formas guardia que provoca en el lector-espectador
de leer, escuchar música y ver imágenes. sospechas en lo masivo. Desde visiones dis-
Sin embargo, la globalización no ha dis- tintas, ambas proponen un regreso a la cul-
minuido el poder de las industrias, y la li- tura letrada para escapar de la invasión de
beración del mercado las ayuda a florecer: una cultura popular extranjera.
Venevisión, Televisa y Rede Globo adquieren Sin embargo, hay otros que no rechazan
un papel global aún más poderoso con las por completo la cultura popular y recuerdan
exportaciones de telenovelas. En parte el que en esta época la resistencia se produce
creciente número de hispanos en Estados por redes informáticas antes que por la arti-
Unidos ha permitido la extensión de estos llería. Jesús Martín Barbero sugiere que no
monopolios y la creación de otros con base hace falta concentrarse en los medios, como
en Miami (Univisión y Telemundo) que lo hacen Adorno y Horkheimer, sino en la
dominarán el mercado estadunidense con interdependencia entre diferentes partes
programación producida localmente e im- del proceso de comunicación: el emisor, el
portada desde Latinoamérica. La ciudad de mensaje, el canal y el receptor. Para Martín
Miami, como capital administradora de la Barbero esta interdependencia, a lo que lla-
industria cultural del norte y el sur, ha ayu- ma las mediaciones, es necesaria para po-
dado a disminuir las divisiones nacionales der leer el significado de la cultura popular,
y regionales (mexicano-americano, cubano- complicando el modelo estático de 1944.
americano, nuyoriquen, etc.) para crear una Por otro lado, García Canclini, William
identidad “panlatina” (que incluye lo espa- Rowe y Vivian Schelling notan cómo lo mo-
ñol y lo brasileño) para la mercadotecnia derno y lo tradicional negocian nuevos es-
de productos. Es precisamente en Miami pacios culturales, espacios híbridos, donde
donde residen las sedes latinoamericanas ya no se necesita hablar de dicotomías entre
de empresas como Sony, EMI, Polygram lo industrial y lo artesanal. Esencialmente
Universal, Warner junto a empresas cultu- lo que describen reafirma culturas locales,
rales latinoamericanas. Aprovechándose de movimientos que tienen acceso a medios he-
la ganancia que el mercado de jóvenes pro- gemónicos, en algunos casos no necesaria-
vee, estas industrias promueven movimien- mente forman parte del circuito transnacio-
tos (rock en español, reggaetón), estrellas nal. En 1994, por voz del Subcomandante
(Ricky Martin, Jennifer López, Shakira, Gael Marcos, el Ejército Zapatista de Liberación
García Bernal) y espacios (Latin Grammys) Nacional se lanzó contra la globalización
que dan una cara de la transnacionalización (el TLCAN) por medios masivos de comuni-
de la cultura latinoamericana, lo que no ne- cación (entre ellos la Internet). Volviendo
cesariamente las hace representativas de a una de las primeras industrias que sigue
una total homogeneización como lo veían siendo la más difusiva Gustavo Remedi exa-
Adorno y Horkheimer ni tampoco le da mina las estaciones de radio comunitarias
completo poder a lo local sino que se llega en Uruguay como un espacio resistente que
a una combinación de los dos (Yúdice). no forma parte del circuito global. Para
A pesar de esta presencia global de lo la- Remedi la gente finalmente tiene el dere-
tino, permanecen residuos de una crítica cho de producir su propia cultura. Más allá
frankfurtiana con una voz más sofisticada y del consumo creativo y la recepción activa
local. Renato Ortiz encuentra en la mundia- (Martín Barbero y García Canclini) se llega
lización de la cultura popular la creación de al arte imperfecto, como lo prefiguraba Julio
un imaginario y una mitología global que García Espinosa mucho antes, un arte que
según José Joaquín Brunner ha llegado a su desaparece en todo anulando la figura del
culminación para crear desigualdades na- artista o letrado. Esta reapropiación de la
cionales y sociales. Mientras que Beatriz práctica de la ciudadanía logra por fin una
Sarlo en Argentina insiste en una vuelta a la expresión pública en una era donde supues-
158 INDUSTRIA CULTURAL
[159]
160 LATINOAMERICANISMO
nizado estos proyectos en regiones cultural- para abrazar las luchas y las voces de sujetos
mente homogéneas y autocontenidas. colectivos y reales largamente sometidos a
Las consecuencias discursivas de esta una historia de subalternización, por el es-
confluencia de macromarcos epistemológi- tado colonial español primero, y, luego, por
cos y políticos (posmodernidad y globaliza- sus herederos poscoloniales criollos en el
ción) han seguido trayectorias distintas en continente americano. En este sentido el es-
las diferentes disciplinas. En las humanida- tudio de los testimonios se ofrecía como una
des, ciertos temas de debate han dominando alternativa radical a los esfuerzos coetáneos
la discusión sobre el latin/o americanism/o: en Estados Unidos por desarrollar la agenda
testimonio y subalternismo, literatura y es- de los estudios culturales. A diferencia de
tudios culturales, subalternismo y poscolo- éstos –que Beverley veía como inscritos aun
nialismo. En las ciencias sociales se ha rea- dentro de las coordenadas culturales, ahora
lizado más bien un intento por dar cuenta masivas y mediáticas, del capitalismo do-
de lo que se ha llamado la condición global de minante– el testimonio hablaba de unos ac-
lo latin/o american/o. tores colectivos y emergentes que luchaban
contra ese capitalismo y anunciaban la (re)
EL LATIN/OAMERICANISM/O EN LAS HUMANIDA- aparición de una cultura neopopular no ca-
DES. En 1989, en un famoso ensayo so- pitalista o al menos, anticapitalista. De este
bre el testimonio, el crítico estadunidense modo, el testimonio era el heraldo de una
John Beverley comenzaba preguntándose: época poshumanista y tal vez posliteraria,
“¿Generan las luchas sociales nuevas formas liberada de la herencia cultural y subjetivo-
de literatura y cultura, o se trata más bien burguesa del humanismo clásico (Beverley,
del asunto de cómo se representan [estas Gugelberger).
nuevas luchas] en las formas ya existentes?” Reaccionando también frente a esa
(Against Literature: 69), Beverley proponía emergencia de los estudios culturales,
que el testimonio, que en su obra temprana que ampliaban el terreno de lo estudiable
en colaboración con Marc Zimmerman, es- bajo la rúbrica de lo cultural en el capi-
taba asociado siempre a las luchas centro- talismo tardío, Alberto Moreiras, compa-
americanas en los años setenta y ochenta, ñero de Beverley en el grupo de Estudios
sería una forma nueva de representación Subalternos Latinoamericanos en Estados
literaria. A diferencia de la novela que está Unidos, proponía su propia visión del sub-
centrada en sus presupuestos culturales alternismo, inspirado ahora más por la
burgueses (el privilegio de la vida individual deconstrucción que por el marxismo. Para
y la familia nuclear, por un lado, y de los Moreiras, lo que el testimonio ejempli