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Prof. Ana Codina Repartido 6to.

Humanístico – 2010 1

La Banda Oriental: “Pradera – Frontera – Puerto”.

“Fueron la pradera, primero, y luego la frontera, como límite de posesión jurídica y


política de los dos imperios ibéricos, y como ámbito de desarrollo, expansión y
choque de intereses económicos y fuerzas sociales, las que gestaron, en el puerto
de Montevideo, la ciudad murada y el emporio mercantil. concepto creado (por
Reyes Abadie, Washington, Bruschera, Oscar y Melogno, Tabaré; en “La banda
Oriental. Pradera – frontera – puerto”,)

Al comenzar el siglo XIX, pues, estaban dadas ya las tres constantes de la ecuación
histórica de la tierra oriental: la pradera, la frontera y el puerto. Dos de ellas, de
naturaleza espacial geográfica: la pradera y el puerto; y una – la frontera -, hija del
tiempo y del propio drama de los hombres; pero las tres, inexorablemente
imbricadas en la textura de los hechos. Sin embargo, de las tres, la frontera será la
condicionante decisiva en la conformación de los estilos y formas de vida que
otorgan fisonomía dual y hasta antagónica al proceso histórico de la Banda Oriental.
Para la pradera y sus hombres, la frontera no pudo nunca tener – más allá de la
presencia itinerante de los fuertes y guardias militares – el carácter de un límite, de
una marca divisoria entre dos extraños. Fue, por el contrario, ámbito frecuentado,
mundo de relación continua y prolongada se su propia naturaleza y realidad /…/ Fue
(también) el mundo del contrabando, del intercambio y del negocio, de la verdad
geográfica en contradicción con la norma legal /…/
Para la ciudad, en cambio, la frontera era necesidad. Demarcarla, poblarla,
defenderla y cerrarla, constituían su preocupación fundamental para sujetar el
territorio de la banda a su puerto y aduana únicos, imponiéndole la ley del mercado.
Mientras que para /…/ el mundo de la pradera, la frontera era el horizonte abierto de
la tierra común y libre, para la mentalidad mercantil de Montevideo el horizonte de
sus esperanzas estaba en el río y los caminos del mar, siendo la tierra – “afuera” de
sus murallas – la ancha posesión de su feudal dominio, coto cerrado para el disfrute
extraño y la ambición ajenas, protegidas por el fortín y las partidas celadoras, sujeta
por la coyunda de la frontera” (Reyes y otros, 1966, pp. 112 a 113.)

PRADERA
Primero se valorizo el ganado después la tierra:
“A la apropiación del ganado siguió la de la tierra. Pero antes de que surgiese la
propiedad habían aparecido los ocupantes. Sobre las costas del Uruguay, en los
actuales parajes de Colonia y Soriano, los accioneros levantaron rancheríos desde
donde partían los grupos de cazadores y donde se depositaban los cueros. Pero el
ganado seguía siendo común. En algunos de estos establecimientos, probablemente
fijados con anterioridad, se hacía acopio de maderas para llevar a Buenos Aires. El
de Jerónimo Escobar, en el Espinillo, por ejemplo, según testigos “era muy anterior a
la del año 19”
Trece estancias cercanas a la Colonia, sobre la costa del Uruguay, fueron
desalojadas por auto de Zabala en 1721/…/ A medida que las ranchadas de los
faeneros se iban haciendo permanentes, surgía la estancia, que en cuanto los
ganados se alejaban comenzó a tener ganado de rodeo. La magnitud de la posesión
dependía seguramente de las fuerzas para ocupar la tierra. Y si había ocupantes
más o menos grandes, también los había pequeños, apropiándose de campos que
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antes eran de los indios, contra los que muchas veces tenían que combatir, así
como contra las partidas portuguesas. /…/ No es posible precisar en qué momento
surgieron las estancias de Soriano, que para Ordoñana son las primeras de la
Banda Oriental. Desde allí arrancó el sometimiento de los charrúas que se oponían a
esos establecimientos en los actuales Soriano y Colonia. /…/ La estancia habría ido
avanzando a medida que se iba corriendo a los indios, en lucha porfiada, con el
apoyo de las fuerzas venidas desde Santo Domingo Soriano. Probablemente desde
los primeros años del siglo el cabildo local fue concediendo licencias para poblar. El
Ing. Campal sostiene que lo hizo desde la segunda década..” (Sala de Touron ,
Lucía, Rodríguez, Julio Carlos, De La Torre, Nelson Evolución económica de la Banda
Oriental.” Montevideo, Edición Pueblos Unidos, 1967, pp. 14 a 16.)
FRONTERA
“En este cuadro, la “banda – vaquería” hizo patente su significado como centro
estratégico de la dilatada frontera con los dominios americanos de Portugal. El
secular conflicto subsiguiente, revelaría su carácter de punto clave del Plata, por
donde podía salvarse o perderse el emprio español; y para nuestra tierra,
introduciría una nueva dimensión se su función histórica_ “la “banda – frontera”.
Reyes Abadie, Washington; “Conquistados y Colonizadores T. I, Nro. 4, p. 73.
Con la fundación de Montevideo nace la propiedad privada en la Banda
Oriental:
“Por la vía de una colonización hecha bajo el apremio de necesidades de defensa y
utilizando fórmulas del Derecho Indiano provenientes de la legislación de las
“ciudades y villas” españolas del Medioevo, había nacido en la banda Oriental la
propiedad libre de los colonos libres. Sólo existía la obligación del poblar. Pasado
cierto tiempo, se podía disponer libremente de la tierra, sin vinculaciones de
ninguna clase. Sobre los colonos no pesaba ningún lazo de dependencia personal.
Eran Hombres libres. Este tipo de propiedad permitía la forma más avanzada de
explotación ganadera: el ganado de rodeo “pastoreado y manso””. Sala L. Pg 18
Una de las fortunas coloniales más grandes de la Banda Oriental : “ La primera gran
concesión – hecha a título gratuito- fue la otorgada a Francisco de Alzáibar por el
gobernador Salcedo y confirmada por el Rey en 1745. Abarcaba una importantísima
rinconada, con puerto propio de exportación, entre el Santa Lucía, el San José, el
Luis Pereira y el Plata. En los inicios de Montevideo la influencia de Alzáibar era
grande y aspiró a convertirse en verdadero señor de la ciudad./…/ En Montevideo, si
había afianzado su domino económico, también hizo sentir su poderío político. /…/
En su tan discutible testamento fundo un mayorazgo en las tierras entre el Rió de la
Plata, el San José y el Pavón, que maniobras de sus herederos y pleitos sobre su
enredados intereses impidieron que se hiciese efectivo. Fue, que sepamos, el único
intento de crear una propiedad “vinculada” en la Banda Oriental.
Y se fue formando un grupo de grandes latifundistas “El desarrollo de Montevideo
fue lento pero firme. /…/ Del núcleo inicial de vecinos miserables, se destacaba
ahora un sector de pobladores acomodados. También se produjeron
diferenciaciones en cuanto a la cantidad de la tierra obtenida. Algunos lograban
mayores extensiones por su matrimonio con pobladoras o por tener una prole
numerosa, pidiendo suertes de estancia para sus hijos, y la acumulación de tierras
les permitían una explotación más fructífera.
Los Durán completaban 11 suertes, /…/ La tierra entra al mercado, comprándose y
vendiéndose las estancias. Esto permite que por un lado un sector vaya acumulando
campos, mientas por otro quede gente sin tierra. Sin embargo, los campos más
extensos se obtuvieron por donación o por venta de las autoridades. Después de los
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repartos de Millán, las tierras se habían ido concediendo por los Gobernadores con
audiencia del Cabildo.
En toda la Banda Oriental poseedores de hecho o los ocupantes terminaron en
líneas generales atropellados por los poderosos: “Y mientras los poseedores se
mantenían penosamente, los grandes denunciantes procuraban asegurarse la
“legalidad” a su favor /…/ Como acaecieran con las últimas tierras denunciadas
entre el Yí y el Negro, mientras corría el “Expediente de Arreglo de los Campos”, se
suspendió la tramitación de las denuncias . “La opinión de grupos de hacendados se
hizo sentir desde temprano en la Banda Oriental mediante numerosas
representaciones, ya mencionadas. /.../ En 1791, treinta hacendados de la
jurisdicción de Montevideo entre quienes se encuentran los mayores latifundistas,
constituyen el gremio de los hacendados. Están presentes Manuel y Juan Esteban
Durán –Juan P. de Aguirre – casado con Margarita Viana, de la casa Viana - Alzáibar
-, María F. de Alzáibar y Tomás Estrada , Juan A. de Haedo , Melchor de Viana,
Manuel Solsona, Félix Más de Ayala, Fernando Martínez, Luis A. Gutiérrez, todos
ellos latifundistas, y un núcleo de grandes y medianos hacendados , entre
quienes se cuentan Felipe Pérez, José A. Artigas, Domingo Bauzá, Juan Balbín de
Vallejo, Miguel de Otermín, Pedro Fabían Pérez – a nombre de su padre Bartolomé-,
Juan I. Martínez, etc.”
Los hombres sueltos: “gauchos”, “hombres sueltos” “mozos de mala camisa y peor
vestido:” tambien integraron estas tierras
“En este escenario y en este ambiente, habría de gestarse el tipo étnico y social del
gaucho oriental. Más hijo de la paradera que del mestizaje, este jinete andariego,
situado permanentemente en el centro del mundo circundante, llevando consigo
mismo su horizonte, sin hallar a su paso vallas insalvables, sintió la libertad como un
dato inmediato del vivir cotidiano y no conoció para ella otro límite que el de la
propia voluntad. Autárquico por el fácil disfrute del medio propicio, de él tomó todo
cuanto le fue precioso para el vestido y la subsistencia; y el cuchillo fue como un
sexto dedo en su mano, que, en guascas y sobeos, le otorgó el dominio de la
materia prima universal del cuero, en una sobria y mañosa artesanía. Carente de
una sociabilidad habitual, de toldería en toldería, o en las largas tropeadas del
changador, enfrentado al peligro del puma o del yaguareté, del indio o del
“bandeirante” – su homónimo, aparcero o rival – hizo del coraje, valor supremo,
afirmando su personalidad en una fiera convicción igualitaria. No pudo adquirir el
sentido de la propiedad más allá de la tenencia inmediata de los bienes
indispensables par el diario sustento o integrantes de su rústico equipo; y la tierra
fue par él, tan de “naides”, como el aire o el agua de los ríos y arroyos. Observador
y contemplativo, aprendió los innumerables secretos del campo, la picada oportuna
y el rumor sigilosos, en una experiencia inalienable e intransferible, que formó la
secreta ciencia de la baquía. Juglar espontáneo con la guitarra ibérica, acompaño
con música primaria los relatos de los “sucedidos” y las milagrerías de los “pagos”
recorridos; y en el hábito guaraní del mate, nutrió en comunión telúrica, su viva
imaginación y templó el nervio y el músculo, dispuesto para largos estoicismos (
Sala de Touron, Lucía , p. 126.)
PUERTO.
Luego el perfil de la Banda y su ciudad: Montevideo comenzó a cambiar:
“Casi de la nada, la pequeña ciudad fue creciendo en torno a la bahía, sobre todo
después de completar la cuarta década de existencia. Surgió allí un grupo de
comerciantes, casi a un tiempo también navieros e industriales, minoristas y
exportadores. El poblado llegó a transformarse en polo de atracción inmigratoria, a
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la vez que tejía pausadamente una red de contactos regionales y mundiales. /.../ La
suma dio lugar en lo material al surgimiento de especies de semicírculos
concéntricos y articulados a partir del recinto portuario: La ciudad (mostrador y
mercado), un incipiente cinturón industrial a extramuros (transformador y creador
de valor agregado), y el gran espacio primario de la pradera (proveedor de frutos
exportables y / o transformables). A su frente estuvo un número reducido de
empresarios múltiples, que desempeñaron total o parcialmente una gama de
actividades lucrativas, con énfasis en alguna o algunas de ellas. Casi todos tuvieron
campos en lo interior, sitios o locales para la elaboración de frutos ganaderos y
comercios dentro del caserío. En el mar esperaron generalmente sus propios
buques, par trasladar los productos a destino y generar beneficios con el arriendo de
bodegas.”

Junto con el “Puerto” nació: “El comercio de exportación e importación estuvo


sujeto a las variaciones propias de un período excepcional. Lo estuvo la carrera de
Indias especialmente hasta 1796, pero sobre todo los negocios con esclavos, las
actividades corsarias, las consignaciones, las representaciones y finalmente la
relación fluida con plazas de todo el mundo que florecieron después de esa fecha.
No hubo por tanto una clase disciplinada, única, homogénea y cerrada; más bien se
conformaron fortunas de alguna importancia y sus conductores las emplearon con o
sin despacho abierto al público, en los terrenos de su preferencia, favor o
conocimiento. Propio de una América mestiza, forjaron un desarrollo y un comercio
de mezclas, heterogéneo, donde se podía al mismo tiempo matricular buques
propios o de poderdantes de Buenos Aires y muchas otras partes, ser comisionista o
cuentapropistas. Traficar legal o ilegalmente, con nacionales o extranjeros,
europeos o norteamericanos, asiáticos o africanos. Fue un panorama de frontera
económica, donde las oportunidades y los riesgos se dieron con la misma
intensidad, para beneficiar a los más audaces, inteligentes o afortunados”.
Bentancur, Arturo; ; “El puerto colonial de Montevideo. Guerras y apertura comercial
tres lustros de crecimiento económico 1791 – 1806”, Montevideo, Facultad de
Humanidades y Ciencias de la Educación – departamento de Publicaciones, 1997,
T.I, pp. 13 a 14.

La clase alta (elite) montevideana se formo por “ los grandes comerciantes –


importadores y exportadores-, los grandes hacendados y latifundistas, los navieros,
los acopiadores y mayoristas, los saladeristas, prestamistas, etc., constituyeron
clases y capas sociales diferentes, con distintos y a veces contrapuestos intereses,
la escasa división social del capital, característica de la estructura colonial, produjo
un estrecho entrelazamiento entre ellas y que, en muchos casos, terminó que una
misma persona fuera partícipe de las distintas calidades.
Ya hemos mencionado el caso de Mateo Magariños que llegó a cubrir prácticamente
toda la línea de actividades y que mereció, por su potencia económica, el título de
“Rey Chiquito”. Vilardebó, aunque con actividades más especializadas, fue
importador, exportador y saladerista. /…/ La concertación de vínculos que unían a
integrantes de las grandes familias por vía de matrimonio contribuyó a estrechar y
consolidar el grupo privilegiado trasformado en una verdadera oligarquía social.
Desde los primeros tiempos la oligarquía montevideana anudó lazos por
matrimonio con jerarcas de la administración y oficiales del ejercito y de la armada
española que llegaban al país. Las familias locales adquirían así lustre, influencias y
los abundantes recursos que los excelentes sueldos de los altos funcionarios les
proporcionaban, y éstos suculentas herencias con las que muchas veces redoraban
sus blasones. /…/ Este grupo oligárquico e comerciantes, saladeristas, grandes
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estancieros y latifundistas, ricos agricultores, panaderos – molineros, etc.,


monopolizó hacia fines del siglo XVIII y principios del XIX los oficios capitulares, las
jefaturas de la milicia y la dirección de las organizaciones corporativas”( Sala d
Touron, Lucía, pp. 117 a 119.)

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