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samiento, Como rasgo humoristico, cabria sefialar que et articulo contiene un error de menor cuantia, G. E, Moore apunté que “la manera mds corta de enunciar ‘Scott es et autor de Waverley” a que se alude al término del Gel mismo, resulta inapropiads a causa de 1a ambigitedad del verdo “escribir”. El significado de “Scott es et autor de Waverley” no equivaldré, por tanto, al de “Scott escri- dié Waverley, ete.", ya que Scott (como el ciego Milton) podria muy bien sor et autor de ta obra sin haber sido ta persona que de su putto y letra la escribiera. Russell aceptaria esta correccién "con ecuanimidad” *. EL derecho a condescender con este desliz es, ciertamente, privilegio de quienes han hecho tanto por Ia filosofia como Russelt xy Moore. Una expresién més evolucionada de estas ideas ta cons tituye te conocida teoria de tas descripciones, cuya formu- lecidén completa habria de aparecer, cinco afios més tarde, con la publicacién del primer volumen de los Princtrsa Marmemarica, Phe Phitosophy of Bertrand Russell, cit., p, 690. ML conocido ensayo de Moore aparece en las pp. 177 y s8. de dicho volumen. +Para evitar_confusiones, convendria recordar la. dis- tincion, sugerida por Moore en el ensayo antes citado (Russell's “Pheory of descriptions”, recogido también én Philosophical Papers by G. E, Moore, Londres Nueva Fork, 1959, pp. 151 y 8), entre “teoria de las, descripcio- nes gn sentido amplio” ¥ “teoria de las descripciones en Eentido Testringido”. jemplo de esta Witima es el. trata- flento Gispensado a las descripeiones en los Principia Mathematica, en que tan s6lo son tenidas en cuenta las Ifamadas “definite descriptions (esto es, expresiones de Ia forma “el tal y tal"), La distincién entre descrinciones Gefinidas e indefinidas (esto es, expresiones de la for- ma “un tal y tal") fu6 explicitamente introducida por Russell en. sus conferencias sobre La filosofia det ato- mismo légico, que integra el sexto de los trabajos con- Uehidos. en este: bro. Gl presente articulo—en que en lugar del término “deseripein” se emplea todavia el de "expresion. denotativa” (denoting. phrase)—constituye {a primera exposicion por parte de Russell de su “teoria de las descripelones en sentido amptio”, si bien, por su especial dificultad e interés, se dedica en 6] atencién Preferqte a la interpretaciin de as “deserpciones d= ‘inidas”. 52 | | 1905 SOBRE LA DENOTACION* Entiendo por “expresién denotativa” (denoting phrase) una expresin del tipo de las siguientes: un hombre, al- gin hombre, cualquier hombre, todo hombre, todos los TEI empleo del término “denotation” por parte de Russell reviste una compleja ambigiiedad que conviene tener slempre presente: en primer lugar, comprende la nocién rugelliana de “descripcién” (es en este sentido como las “expresiones descriptivas” constituyen un caso particular de “expresiones denotativas"); en segundo lugar, se emplea para vertir el vocablo alemén | “Be- deuting® en la acepclin de Frege (denotacién o refe- rencla, "“denotatum”), al Wempo que como verbo —"to cenote”— traduce los alemanes, correlativos para Frese, bedeuten” y “bezeichnen” (denotar, designar y—al me: nos para el caso concreto de las descripciones definidas— nombrar). Cfr. para este punto, R, Carnap, Meaning and Hecessity,.2.* ed., Chicago, 1959, §§ 24 y 28 La vigorosa distinction dé Russell entre’ nombres y déscripciones, apun- tada ya en este articulo ¢ insistenteinente desarrollada en su obra posterior, bastarfa para obligarnos a distinguir entre uno y otro sentido del téranino “denotation”. Noes, sin embargo, aconsejable Uralar de disipar en nuestra Ure duccién aquella ambigitedad: lo que en este ensayo se dis- eute es precisamente el tema de la denotacidn, y es el contraste con ofras teorias de la misma lo que da pie al autor para dilucidar la suya propia, A esta razén se debe, din duda, el abandono por parte de Russell de su primitiva rad “Bedeutung” por “indication” eiples of Mathematics. font en he Priv 5a hombres, la actual reina de Inglaterra, el actual rey de Francia, el centro de masa del sistema solar en el pri- mer instante del siglo xx, la revolucién de la tierra en torno al sol, la revoluci6n del sol en torno a la tierra. Ast pues, una expresién es denotativa exclusivamente en vi tud de su forma, Podemos distinguir tres casos: (1) Una ‘expresién puede ser denotativa y, sin embargo, no deno- tar cosa alguna; por ejemplo. “el actual rey de Francia”. (2) Una expresién puede denotar un objeto determinado; por ejemplo, “la actual reina de Inglaterra” denota una determinada mujer. (3) Una expresién puede denotar algo con un cierto margen de vaguedad; por ejemplo, “un hom pre” no denota muchos hombres, sino un hombre indeter- minado, La interpretacién de tales expresiones constituye uma ardua tarea; a decir verdad, es realmente diffeil cla- borar a este respecto una teorfa que no sea formalmente susceptible de refutaclén. Todas las dificultades con las ‘que yo me he tropezado estén resuelias, hasta donde he po- dido comprobarlo, mediante la teorla que aqut trato, de explicar, Bl problema de la denotacién es de una importancia verdaderamerite notable no s6lo’en légica y en matemé- ticas, sino también en la teoria del conocimiento. Por ejem- plo, sabemos que el centro de masa del sistema solar en un instante dado Io constituye un punto determinado, y podemos formular una serie de proposictones en torno ‘suyo; pero no tenemos conocimiento directo de dicho pun: to, que s6lo nos es conocido por via de descripcién, La dis: tinclén entre conocimiento directo y conocimiento acerca de? equivale a distinguir entre cosas de las cuales tene- mos representacién y cosas de las que tinicamente cobra- mos noticia por medio de expresiones denotativas. Con frecuencia, sabemos que una cierta expresin denota in- equivovamente un objeto determinado, por mAs que ca- reacamos de conocimiento directo de aquello que denota; FPara la distincién entre acquaintance y knowledge about, que preludia la distincién entre knowledge by acquaintance y knowledge by description, véase el ar- tleulo Sobre la naturaleaa del conocimiento directo, pp. 115 y ss. de este libro. es Io que ocurre en el caso antes citado del centro de masa, Bn Ja percepcién adquirimos conocimlento directo de los objetos de percepeién, ¥ en el pensamiento lo adqui- rimos de objetos de cardcter I6gico més abstracto; pero no poseemos necesariamente un conocimiento directo de Ics objetos denotados por expresiones compuestas de pala- bras cuyos significados conocemos directamente. Para adu- cir un importante ejemplo: no parece existir razén algu- na para creer que tengamos conocimlento directo del pst- quismo de otras personas, dado que éste no es directa: mente peretbido por nosotros; por tanto, cuanto conozea, ‘mos acerca de este asunto lo conoceremos denotativamente. ‘Todo pensamlento ha de partir del conecimiento directo; pero a veces es posible pensar acerca de muchas cosas Tes- pecto de las cuales carecemos en absolute de conocimien- to directo, El curso de mi argumentacién seré el siguiente: co- menzaré por exponer la teorfa que trato de defender fa continuacién someteré a discusién las teorfas al respec: to de Frege y Meinong, poniendo de manifiesto por qué ninguna de las dos me satisface; tras ello, me referiré fa las razones que avalan mi teorfa; y, finalmente, mos- traré en pocas palabras las consecuencias filoséfieas de in misma, ‘Mi teorfa, para exponerla brevemente, procede como st- gue. Tomo la nocién de variable como fundamental; em- pleo "C(z)” para desimar una proposicién ** de la que sea elemento constitutive, donde 2, Ja variable, estaré esencial y completamente indeterminada. Podremos, a continuacl6n, pasar a considerar las dos nociones “C(z) es siempre verdadera” y “C(#) es algunas veces verda- cera” **, Con estos elementos, todo, nada y algo —que + He tratado este punto en The Principles of Ma- thematics, cap. Vy -Apéndice A, § 476. La teorla allt de fendida se aproxiinaba mucho a la de Frege, difiriendo onsidorablomentc de 1a que se a de sostiner en Jo jue sigue, *¥0, para ser més exactos, una funciéa proposicional. ‘et La segunda de ellas podrfa definirs® por medio de Ja primera si le asigndsemos el sentido: “No es verdad que 'C(a) es.falsa’ sea siempre verdadera”. 55 son las expresiones denotativas més primitivas— podrén interpretarse del siguiente modo: C(todo) significa "C(z) es siempre verdadera”; Cinada) significa “'C(@) es falsa’ es siempre verda- dera”; Ctaigo) significa "Bs falso que ‘C(z) es falsa’ sea siem- pre verdadera” *. ‘Ast pues, se tomard la nocién “C{2) es slempre ver- dadera” como clemental e indefinible, y las restantes se definirén por medio de ella, Todo, nada y algo, to- madas alsladamente, son expresiones carentes de signi- ficado, pero a toda proposicién en que intervienen Ie es asignado algin significado. Fl principio fundamental de la teorfa de la denotacién que trato de defender es éste: que las oxpresiones denotativas nunca poseen sig- nificado alguno consideradas en sf mismas, pero que to- da proposicién en cuya expresién verbal intervienen aqué- Mas posee un significado. Las dificultades relativas a la denotacién son todas cllas, a mi parecer, fruto de un andilisis incorrecto de las proposicfones cuya formulacién verbal encierra expresiones denotativas, El andlisis apro- piado, si no me equivaco, debe Wevarse a cabo como ex: pongo més abajo. Sup6ngase ahora que descamos interpretar la proposi: ciéri “Me encontré con un hombre”. Si es verdadera, me habré encontrado con un cierto hombre determinado; pero no es este Io que afirmo en la proposicién en cusstién. Lo que afirmo, de acuerdo con la teorfa que sostengo, es: “Me encontré con z, y 2 es humano’ no es siempre fal- sa”, En general, al definir la clase de los hombres "como Ia clase de los objetos que poseen el predicado humano damos a entender que: "C(un hombre)” significa *‘C(z) y © es humano’ no es siempre falsa”. De este modo, la expresin “un hombre” queda com- pletamente desprovista por sf misma de significado, mas = En ocasiones me serviré, en. sustitucién de esta complicads expresién, de las ‘siguientes: “C/z) no es siempre falsa”, 0 "C(z) es algunas veces verdadera”, admitiendo que por definicién su significado es idéntico a) de la primera. se conflere un significado a todas aquellas proposiciones en cuya expresin. verbal interviene dicha expresién, Considérese a continuacién 1a proposicién “Todos los hombres son mortales”. Nuestra proposicién * es en rea- lidad una proposicién hipotética y establece que si hay alguna cost que sea un hombre, ésta es mortal. Esto es, enuncia que si x es un hombre, x es mortal, cualquicra que @ pueda cer. Por tanto, sustituyendo “x es un hom- bre” por “x es humano”, tendremos: “Todos los hombres son morales” significa ‘Siw es humano, entonces es mortal’ es slempre verdadera”. Esto es lo que se expresa en légica simbélica diciendo que “todos los hombres son mortales” significa “ ‘2 6s hamano’ “implica ‘z es mortal’ para cualquier valor de 2, De modo més general, diremos: "C(todos los hombres)” significa "*'Si # es humano, en- tonces C(z) es verdadera’ es siempre verdadera”. De modo. semejante: "C(ningiin hombre)” significa “"Si z es humano, enton- cas C(a) es falsa’ es siempre verdadera”. “Cialgunos hombres)” significaré lo mismo que "C(un hombre)” *, y “C(un hombre)” significa “Es falso que ‘C(@) y & es humano’ sea siempre falsa”, “C(lodo hombre)” significaré Jo mismo que “C(todos tos hombres)”. Resta la interpretacién de las exprestones que contie- nen el, Estas son, con mucho, las mds interesantes y complicadas de las'expresiones denotativas, Tomese como ejemplo “El padre de Carlos II fue ejecutado”. Esta pro- posicién enuncia que hubo un z que fue el padre de Car- tos II y que fue ejecutado. Ahora bien, ei, empleado con rigor, envuelve exclusividad: es clerto que hablamos de * Como acertadamente se ha hecho ver en la Légica de Bradley, libro I, cap. II. * Desde el punto de vista psicolégico, "C_ (un hom- wre)” sugiere que se trata de nicamente un hombre, mientras que “C (algunos hombres)” da idea de tratarse ce mds de uno, En este nuestro esbozo preliminar de la Cuestion podremos, sin embargo, pasar por alto tales su- gerencias. a7 él hijo de Fulano de Tal incluso cuando Fulano de Tal tiene varios hifos, pero serfa mAs correcto decir en este caso un hijo de Fulano de Tal. Ast pues, ¥ para nues- ‘tros fines, emplearemos ef como dando a entender exclu. sividad, Asf, cuando digamos “e fue el padre de Car- los TT”, no s6lo afirmaremos que 2 mantuvo una cierta relacién con Carlos II, sino también que nadie més man- tuvo dicha relacién, La relacién en cuesti6n, sin implicar exclusividad y sin recurso a expresion alguna denotatt- va, quedaria expresada mediante “x engendré a Car. os 11”, Para hacerla equivaler a “z fue el padre de Car- los 11”, deberiamos aftadir "Si y es otro que =, y no en- gendr6 a Carlos IZ” 0, lo que es lo mismo, “Si y engendré ‘a Carlos II, y es idéntico a 2". Por tanto, “x es el padre de Carlos II” se convertira en: “x engendré a Carlos 11; y ‘si y engendré a Carlos IT, y es idéntico a 2” es slempre verdadera de vy”. ‘Asf pues, "EI padre de Carlos II fue ejecutado” io haré, a su vez, en: “No.stempre es falso de # que engendré a Carlos IT, y que z fue ejecutado, y que ‘si y engendré Carlos IT, y es idéntico a a’ es siempre verdadera de 1" Es posible que ésta resulte una interpretacin un tan- to inverosimil; pero por el momento no trato de argu: mentar: estoy limiténdome a exponer mi teorfa. Para interpretar "C(el padre de Carlos 11)", donde © re- presenta un enunciado cuzalqulera acerca de éste, s6lo te- nemos que sustituir en el anterior “z fue ejecutado” por C(x), Obsérvese que, de acuerdo con a mencfonada inter: pretacién, cualquiera que pueda ser el enunciado ©, “C (el padre de Carlos 11)” Implicaré: “No siempre es falso de, x que ‘si y engendré a Car- Jos Tl, yes idéntico a 2° es siempre verdadera de v”, que es Jo que se expresa en el Ienxuaje corriente me diante "Carlos II tuvo un padre ¥ no més”. Consiguien- temente, si falta esta condici6n, toda proposicién de la forma "C(el padre de Carlos 11)” seré falsa. Ast, por ejemplo, toda proposicién de la forma "C(el actual rey de Francia)” seré falsa, Es ésta una gran ventaja de Ja presente teorfa, M4s-adelante mostraré que ello no aten- ta, como podrfa suponerse a primera vista, contra el prin- cpio de contradiccién. Lo anterlormente expuesto nos facilita una reduccién ce todas las proposiciones en que intervienen expresio- nes denotativas a {6rmulas en las que no intervienen ta. les expresiones. Bl examen que sigue trataré de poner ce manifiesto el por qué de la necesidad de Nevar.a cabo una tal reduceién, La evidencia de la teoria que acabamos de desarrollar se desprende de las inevitables dificultades a que habria- mos de enfrentarnos si considerdsemos a las expresiones denotativas como auténticos elementos constitutivos de las proposiciones en cuya formulacién verbal intervienen, La mds simple de entre las posibles teorias que admiten ta- les elementos constitutivos es la de Meinong *. Esta teo. Ha considera que toda expresién denctativa gramatical- mente correcta representa un objeto. Asf, “el actual rey de Francia”, “el cuadrado redondo”, ete., son eptendidos como auténticos objetos. Se admite que tales objetos no subsisten, pero, no obstante, se sobreentiende que son objetos. Esto. ya constituye de por st wna interpretacién diffciimente sostenible; pero la objecién principal es que tales objetos amenazan decididamente con infringir el principio de contradiccién, Se pretende, por ejemplo, axe ¢] actualmente existente rey de Francia existe y que, al mismo tiempo, no existe; que el cuadrado redondo es re- dondo y, a la vez, no redondo, Pero tal pretensién resulta intolerable; y si pudiera encontrarse una teoria que evi- tase semejantes conclustones, habria, sin duda alguna, que preferirla. La teorja de Frege evita aquella infracelén del prin: eipio de contradicclén, Frege distingue en toda expresion denotativa dos elementos que podriamos denominar, res- *Véanse en Untersuchungen zur Gegenstandtheorie und Psychologie (Leipzig, 1904) los tres primeros articu- los (de Meinong, Ameseder y Maily, respect!vamente). 5q pectivamente, el significado y la denotacién*, Ast, por elemplo, “el centro de masa del sistema solar al co- mienzo del siglo xx” constituye algo considerablemente complejo por lo que respecta a su significado, pero su denotacidn se reduce a un certo punto, él cual es simple. EI sistema solar, el siglo xx, ete., son elementos constitu. tivos del significado; mas su denotacidn carece por com- plate de elementos constitutivos **. La distincién de Fre- ge ofrece la ventaja de permitirnos dar sentido al enun- clado de la identidad. Asi, si decimos “Scott es el autor de Waverley”, enunciaremos una identidad de denotacién junto con una diferencia de significado. No repetiré, sin embargo, los argumentos en favor de esta teorfa, cuyos méritos he encarecido en otro lugar (Joc. eit.), sind que voy a ocuparme ahora de cuestionar tales méritos. Una de las primeras dificultades con que nos enfrenta- mos al adoptar la teoria de que las formulas denotativas * Véase su “Ueber Sinn und Bedeutung” en Zeit. schrift fiir Philosophie und philosophische Kritik, volu. men 100 (1892), pp, 2550 (7. —Recientemente reeditado en G. Frege, Funktion, Begriff, Bedeutung (Piinf to- gische Studien), ed. Gtinther Patzig, Gottingen, 1962, y Kleine Schriften, ed. Ignacio Angelelll, Hilgeshelm, en prensa. Con anterioridad a dicha reedicién existian diver- gas traducciones del articulo de Frege a otros idiomas H, Feigl, en Readings in Philosophical Analysis, clt., pp. 85.102; L, Geymonat, en Gottlod Frege, Aritmetica @ Lo- ie, Hurin, 1048, pp. 215382; M, Black, en he Philggo. wical Review, vol. 57 (1949), ‘pp. 207-230" (recogida en Phi. osophical Writings of G, Frese, trad, Peter Geach v Max Black, Oxford, 1960, pp. 5678), io mas frecuente—y acer- tado—es traducir el vocablo “Sinn” de Frege por “sentido” (ingl, sense), mas bien que por “significado” (ingl. mean- ing), Ya que este término también eg apiicable a la denota- cidn o'referencla. Hn lo que sigue, sin embargo, nos atene- mos a la préctica de Russell), ** Frege aplica su distineién entre significado y deno: tacién a toda suerte de exprestones, no s6lo.a las ‘denota- tivas ¥ complejas. Asf, seran los significados de los ele- mentos constitutivos de un complejo denotativo, no sus denotaciones, los que entren a formar parte del significado de_aquel tiltimo, En la proposicién “El Mont Blanc tiene més de 1.000 metros de altura” serd, pues, el significado “Mont Blanc”, no la montafia real, lo que intervenga como elemento constitutive del significado de la proposicién. eepresan un’ significado y denotan una denotacién* se reflere a aquellos casos en que aparentemente no hay denotacién alguna, Si decimos “La reina de Inglaterra es calva”, no se trata, segin parece, de un enunciado que verse acerca del complejo significado “la reina de Ingla- terra”, sino acerea de la persona realmente denotada por dicho significado. Pero consideremos ahora la proposicién “El rey de Francia es calvo”, Dada la paridad de forma, tambien esta ultima deberfa versar acerca de lo denote do por la expresiGn “el rey de Francia”, Mas dicha expre- siGn, por m&s que no carezca de significado, toda vez que lo tiene “la reina de Inglaterra”, carece ciertamente de denotacién, al menos en un sentido obvio. En consecuen- ia, no faltaria quien supusiese que “El rey de Francia es calvo” eg una proposicin carente de sentido; mas no es un sinsentido, sino lisa y Hanamente falsa. 0 consid remos, de nuevo, una proposicién como la siguiente: “Si 4 eg una clase que slo posee un miembro, este tinico miembro seré entonces un miembro de u” 0, como seria dado formularla, “Si u es una clase unitarla, ef w es un w”, Bsta proposicién deberia ser siempre verdadera, pues- to que el consecuiente es invariablemente verdadero cuan- do el antecedente lo es, Pero “el u” es una expresién de- notativa, y es la denotacién, no el significado, lo que se dice que es un u, Asf, cuando u no sea una clase unita- ria, no parece que “el u” denote nada, y nuestra propo- siclén, por consiguiente, nos daria la impresién de un sinsentldo. Ahora blen, esti claro que tales propesiciones no se convierten en absurdas simplemente perque sus antece- dentes sean falsos. Hl Rey de La Tempestad podria decir "Si Fernando no se ha ahogado, Fernando es mi tinico hijo” 3, Ahora bien, “mi Gnico hijo es una expresién de- * Se dird en dicha teorfa que una expresién denotativa ezpresa un significado, y tanto de la expresién como del significado se diré que denoten una denotacién. En la leoria que yo defiendo no habra signéficado alguno, sino tan s6lo en ocasiones dgnotacién. ® Naturalmente, el Rey habla aquf de hijos varones pues, como se recordard, tenia también una hija. ci notativa que, por Io tanto, denota algo si, y s6lo si, yo tengo exactamente un hijo. Pero la proposicién arriba ci- tada habria seguido siendo verdadera si Fernando se hu- blese efectivamente ahogado. Asf pues, deberemos o bien estipular una denotacién en aquellos casos en que a pri- mera vista falte ésta, o bien abandonar la tesis de que sea la denotacién lo que entra en juego en las proposi- clones que contienen expresiones denotativas, Esta dltima es la solucién que yo propugne. Por la primera pudrfa op- tarse, como en el caso de Meinong, sobre la base de ad- mitir objetos que no suhsisten, objetos que no obedece- rfan el principio de contradiccién; hay que hacer, sin em- bargo, lo posible por evitar este recurso, Otra manera de decidirse por la misma solucién (al menos por Io que se refiere a nuestra presente alternativa) es la adop- tada por Frege, quien establece, por definicién, una de- notacién puramente convencional para todos aquellos ca- sos en los que, de otro modo, no la habria. Asf, “el rey de Francia” denotaré la clase vacfa; “el nico hijo del se- for Tal y Tal”, que tiene una espléndida prole de diez, denotaré la clase de todos sus hijos, ete. Mas este pro- cedimiento, aunque de hecho no conduzea a ningiin error l6gico, es puraniente artificial y no facilita un anélisis ri- guroso de la cuestién. Si admitimos,-pues, que las expre- siones denotativas poseen en general esta doble propie dad de significar y. denotar, aquellos casos en los que no parezca haber denotacién alguna plantearén dificultades, tanto side hecho Iz hay como si no 1a hay. Una teorfa légica debe ser puesta a prueba por st ca- pacidad para enfrentarse con rompecabezas, y ejercitar a nuestra mente en el més amplio repertorio posible de rompecabezas constituye, por lo que hace a la légica, un procedimiento sumamente recomendable, puesto que aqué- los desempefian, en gran medida, idéntica funcién que los experimentos en fisica. Voy a-continuacién a presentar tres rompecabezas que una teorla de la denotacién debe- rfa ser capaz de resolver; y mostraré més adclante que mi teorfa los resuelve, (1) Si aes idéntica a b, cuanto sea verdadero de una de dichas expresiones lo serd de la otra. Por la misma raz6n, serd posible sustituir en una proposicién a una de ellas por la otra sin alterar la verdad de dicha proposicisn. Ahora bien, Jorge IV deseaba saber si Scott era el autor de Waverley; y Scott lo era realmente. Podremos, por canto, sustituir ef autor de “Waverley” por Scott y de ese modo probar que Jorge IV deseaba saber si Scott era Scott. Con todo, difieilmente cabria atribuir al primer gentleman de Europa un especial interés por el principio de identidad, (2) En virtud del principio de tercio excluso, una de estas dos proposiciones: “A es B” o “A no es BY, ha de ser verdadera, Por tanto, o bien es verdadera “El actual rey de Francia es calvo” 0 lo es “Wl actual rey de Fran- cia no es calvo", No obstante, si enumerdsemos las cosas que en el mundo son calvas y a continuacién hiciésemos Jo mismo con las que no son calvas, no hallarfamios al ac- tual rey de Francia en ninguno de ambos conjuntos. Los hegelianos, con su predileccién por la sintesis, concluirian acaso que Ieva puesta una peluca. (2) Considérese la proposicién “A difiere de BY. Si es verdadera, habra una diferencia entre A y B, circunstan- cia expresable mediante la formula “La diferencia entre ‘A y B subsiste”, Pero si es falso que A diflere de B, no habra entonces ninguna diferencia entre A y B, lo que podrd expresarse mediante la {6rmula “La diferencia en- tre A y B no subsiste”. Mas icémo es posible que una no-entidad sea el sujeto de una proposicién? “Pienso, lue- go existo” no es mas evidente que “Soy el sujeto de una proposicién, Iuego subsisto”, una vez convenide que “soy” expresa aqui el ser o el subsistir*, mds bien que la exis. * Considoro sinénimos ambos términos (Tal sino. nimia es un residuo de la influencia de Meinong en The Prineiples of Mathematics. Siguiendo 2 aquél de cer- ca, Russell distingufa allf entre eristencia ¥ ser (0 subsis- teneia) sobre la base ‘de que, en tanto la primera era en- tendida como una propiedad de ciertas clases de indivi- duos, el ser o la subsistencia corresponderian a todo objeto concébible, incluidos Ios dioses homéricos y las quimeras, que serfan’ entidades por lo tanto). 63 tencia, De este modo, la negacién de la entidad de cual- quier cosa resultaria siempre contradictoria consigo mis: maj; pero hemos visto, a propésito de Meinong, que el admitirla leva también a veces a contradicciones. Asi, si Ay B no difieren, parece igualmente imposible suponer que haya o deje de haber un objeto como “la diferencia entre A y BY, La relacin del significado con la denotacién envuelve cicrtas dificultades bastante curlosas que por sf colas pa recen suficientes para probar la incorreccién de la teorfa que tas provoca. ‘Cuando deseemos hablar acerca del significado de una expresin denotativa, en cuanto opuesto a su denotacién, el modo més sencillo de hacerlo consistird en recurrir al entrecomillado. Asi, diremos: El centro de masa del sistema solar es un punto, no un complejo denotativo; “Bl centro de masa del sistema solar” es un complejo denotativo, no un punto. 0 también: La primera linea de la Hlegia de Gray enuncfa una pro- posicisn; “La primerd Iinea de la Blegia de Gray” no enuncia una proposicién. Asi pues, tomando una expresién denotativa cualquie- ra, sea por ejemplo C, vamos ahora a considerar la rela- cién entre C y “C”, cuya diferencia responde’a lo ejem. Plificado en los dos casos anteriores. Diremos para empezar que, cuando tengamos C, ser4 acerea de la denotacién de:lo que hablemos; cuando ten- gamos “C”, se trataré en cambio del significado. Ahora bien, la relacién entre el significado y la denotacién no es meramente lingilfstica ni circunserita al seno de la ex- presion: ha de darse, envuelta en ella, una relacion 16- gica, que expresaremos diciendo que el significado de- nota la denotacién, Mas la dificultad con que nos enfren- tamos radica en la imposibilidad de conservar Ja conexién entre el significado y la denotacién y evitar, a la vez, et reducirlas a una y la misma cosa; asimismo, nos encon- i tramos con que el significado no puede obtenerse sino por medio de expresiones denotativas. Esto suede como sigue. Por lo que respecta a la expresién C, ésta tendrfa que poseer tanto significado como denotacién. Pero si habla- mos de “el significado de C”, tendremos con ello,.en todo caso, el significado (si lo hay) de ta denotacién, "El nificado de la primera linea de la Hlegia de Gray” es lo mismo que “il significado de ‘The curfew tolls the knell of parting day" 4, pero algo distinto de “El significado de ‘la primera linea de la Elegia de Gray’". Asi pues, para obtener el significado deseado deberemos hablar no de “el significado de C”, sino de “el significado de ‘C”, que equi- valdria sin més a “C”. De modo semejante, “la denota- cién de C” tampoco dard a entender lo que se pretende en este caso, sino algo qué, de poseer alguna denotacién, de- notard lo denotado por la denotacién deseada. Sea “C*, por ejemplo, “el complejo denotativo que interviene en el segundo de los ejemplos anteriores”. En ese caso, ten- dremos: ©="la primera Iinea de la Elegfa de Gray”, y la denotacion de C= The curfew tolls the knell of par. ting day. Mas lo que nosotros pretendiamos obtener como deno- tacién era "la primera linea de la Hlegia de Gray”, Asf pues, habremos fracasado en nuestro intento de conse. guir lo que desedbamos. La dificultad con que tropezamos al hablar del signifi- cado de un complejo denotativo podria formularse en es- tos términos: tan pronto como en una proposicién de- mos entrada a dicho complejo, la proposicién versaré acerca de la denotacién; y si formulamos una proposicién acerca de “el significado de C”, nos estaremos refiriendo, en todo caso, al significado (si Io hay) de la denotacion, que no era lo que pretendiamos, Histo nos leva a concluir que, cuando distingamos entre significado y denotacién, nos estaremos ocupando forzosamente del significado: el ‘ “La esquila dobla por el dia que parte.” 6S significado posee denotacién y es un complejo, y nada hay, aparte del significado, de Iq que podamos decir que sea nuestro complejo y que posea a la vez significado y denotacién. La frmula exacta, por lo que se refiere a Ia interpretacién aqui considerada, serfa que algunos signi- ficados poseen denotacién, Esto, empero, sélo torna més evidente la dificultad eon que nos tropezamos al hablar del significado. Pues su- pongamos que C es nuestro complejo; habremos de decir entonces que C ¢s el significado del complejo. Sin embar- go, cuando C aparece sin comillas, 1o que se dice acerca de C no es verdadero del significado, sino tan s6lo de la denotacién, como cuando decimos: el centro de masa del sistema solar es un punto, Asi pues, cuando tratemos de referimnos a C mismo, esto es, de formular una propo- sici6n acerca del significado, no hablaremos de ©, sino de algo que lo denote, En consecuencia, "O”, expresin de la que nos servimos cuando deseamos hablar del signifi cado, tampoco serd el significado, sino algo que denote a éste, Y C no intervendré como elemento constitutivo de este complejo (como lo harfa en “el significado de C”); pues si C formara parte del complejo, serfa su denotacion, no su significatio, lo que entraria en juego en este caso, sin que haya manera de remontarnos de las denotaciones a los significados, puesto que todo objeto puede ser de- notado por un niimero infinito de diferentes exprestones denotativas. Asf pues, podria parecer que “C” y C son entidades di- forentes, tales que "C” denote a C; mas esto nada explica- ria, ya que la relacin de “C” a C seguirfa envuelta por completo en el misterio; y jdénde habriamos de locali- zar al complejo denotativo “C” encargado de denotar a C? Mas atin, cuando C interviene en una proposicién, no es séto la denotacién lo que entra. en juego (como vere- mos en ei parrafo siguiente); sin embargo, segtin lo con, venido en Ja interpretacién en cuestién, C representa ex clusivamente la denotacién, quedando et significado rele- gado por entero a “C”. Todo esto constituye un enredo inextricable y parece demostrarnos que la distincién en- tre significado y denotacién ha sido, en su totalidad, mal concebida, Que el significado cuenta ‘cuando en una proposicién nos encontramos ante una expresién denotativa, puede probarse formalmente por medio del rompecabezas acérca del autor de Waverley. La proposiclén “Scott era el autor de Waverley” ostentard una propiedad no poseida por “Scott era Scott”, a saber, la de que Jorge IV se intere- sase por su verdad. Asi pues, ambas proposiciones distan de ser idénticas; por consiguiente, en caso de sumarnos a la opinién que acepta semejante distincién, el signi cado de “el autor de Waverley” contaria tanto como la denotacién, Sin embargo, como acabamos de ver, en la medida en que adoptemos este punto de vista nos vere: mos obligados a admitir que sélo la denotacién entra aqui en juego. Por tanto, dicho punto de vista tendré que ser abandonado. Queda por mostrar ahora cémo todos los rompecabezas que hemos estado considerando se resuelven por medio de la teorfa expuesta al comienzo de este articulo. De acuerdo con la tesis que defiendo, una expresién de- notativa forma por naturaleza parte de una oracién y carece, como la gran mayoria de las palabras aisladas, de significacién por cuenta propia. Si digo “Scott era un hombre", se tratara de un enunciado de la forma “z era un hombre”, que tiene a “Scott” por su sujeto. Pero si digo "El autor de Waverley era un hombre”, no se tratara de un enunclado de la forma. “2 era un hombre”, y no tendra por su sujeto a “el autor de Waverley”. Resumiendo el que expusimos al comienzo de este ar- ticulo, podremos formular el siguiente enunciado en sus- titueién de "El autor de Waverley era un hombre": “Una y s6lo una entidad eacribié Waverley, y dicha entidad era un hombre”, (Bsta formulacién no da una idea tan rigu- rosa de lo que tratamos de decir como la que antes expu- simos, pero resultaré més cémodo servirnos de ella en lo que sigue). ¥ en téminos generales, si desedsemos de- cir que el autor de Waverley poseia la propiedad 9, nues- tro enunciado equivaldria a “Una y s6lo una entidad. es- rae

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