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El materialismo histórico no impone a la historia esquemas preconcebidos, no trata


de ajustar a sus conclusiones los acontecimientos del pasado y del presente. Todo lo
contrario, él mismo es una generalización científica de la historia. 

La conclusión de que la historia de la humanidad es una sucesión consecutiva de


formaciones económico-sociales descansa en conocimientos científicos fidedignos que
poseemos del pasado. La humanidad ha conocido cuatro formaciones: comunidad
primitiva, esclavismo, feudalismo y capitalismo, y actualmente vive en una época de
transición a la formación siguiente, el comunismo, la primera fase del cual es lo que se
conoce como socialismo. 

A continuación trataremos de peculiarizar sólo los rasgos más generales de las


formaciones económico-sociales, prescindiendo de los detalles y rasgos específicos y
secundarios que tan abundantes son en la historia de cada país y de cada época. 

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El régimen de la comunidad primitiva es, históricamente, la primera forma que la


sociedad adopta después de que el hombre se separa del mundo animal, cuando, en un
largo proceso de trabajo, adquirió las cualidades que le diferencian del resto de los seres
vivos. 

Los instrumentos de trabajo con que la humanidad contaba en las fases iniciales del
régimen de la comunidad primitiva no podían ser más rudimentarios: el palo, el hacha de
piedra, el cuchillo de pedernal y la lanza con punta del mismo material; más tarde son
inventados el arco y la flecha. Los medios de subsistencia procedían de la caza y la
recoleccióri de frutos silvestres, mucho más tarde surgió la agricultura a base del trabajo
con azada. La única fuerza motora que se conocía era el músculo del hombre. 

El nivel de las fuerzas productivas hallábase en concordancia con las relaciones de


producción que existían entre los hombres. Con aquellos instrumentos de trabajo y
armas el individuo aislado era incapaz de hacer frente a las fuerzas de la naturaleza y de
proporcionarse el sustento. Únicamente el trabajo en común (la caza, la pesca, etc.) de
todos los miembros de la comunidad primitiva, su solidaridad y recíproca ayuda podían
asegurarles la obtención de los recursos necesarios para su vida. El trabajo en común
traía consigo la propiedad en común de los medios de producción, que era la base de las
relaciones de producción en aquella época. Todos cuantos integraban la comunidad
hallábanse en relaciones iguales respecto de los medios de producción; nadie podía
despojar de ellos al resto y atribuírselos en propiedad privada. 

Al no existir propiedad privada no podía haber explotación del hombre por el hombre.
Los rudimentarios instrumentos de trabajo, aun utilizándose en común, proporcionaban
tan pocos medios de existencia que apenas si cada individuo podía sustentarse. No
quedaba excedente alguno que se pudiera quitar al productor en beneficio de otros
miembros de la sociedad. Y como no había explotación del trabajo ajeno, no se sentía la
necesidad de un aparato especial de coerción. Las sencillas funciones del gobierno de la
comunidad eran ejercidas colectivamente o encomendadas a los hombres más
respetados y expertos. 
Las particularidades de la comunidad primitiva venían determinadas, pues, por el
bajo nivel de desarrollo de la producción, y por la impotencia en que el hombre se veía
ante una naturaleza temible. La dependencia de los hombres respecto de la naturaleza,
extraña e incomprensible, que se oponía a ellos, se reflejó en sus concepciones
religiosas de una ingenuidad infantil. El hombre se sometía a la autoridad de la
comunidad, de la ×  o de la tribu, seguía ciegamente las tradiciones y costumbres. La
colaboración y la ayuda mutua se extendían entonces únicamente a los miembros de
una tribu. Las tribus mantenían a veces entre sí cruentas guerras. El régimen de la
comunidad primitiva, aunque sin las deformaciones ni los repelentes rasgos que la
explotación trajo posteriormente a la sociedad y a los hombres, estuvo muy lejos de ser
la «Edad de Oro» del género humano. 

Con el tiempo, el régimen de la comunidad primitiva entra en la fase de su


desintegración. Las causas fundamentales de su decadencia y desaparición residían en
el desarrollo de las fuerzas productivas. Los hombres llegan poco o poco a aprender el
arte de fundir el metal. Las armas y utensilios de piedra van siendo desplazados por los
de metal. Se propaga el empleo del arado con reja metálica, las hachas de metal, las
puntas de flecha y lanza de bronce y de hierro, etc. Siguió progresando la agricultura. La
domesticación de animales y su empleo como fuerza de tiro para cultivar la tierra elevó
considerablemente el rendimiento del trabajo. 

El desarrollo de las fuerzas productivas -de los instrumentos de trabajo y de los


hábitos y experiencia de los trabajadores- da lugar a importantes cambios sociales.
Prodúcese la división social del trabajo: el pastoreo se separa de la agricultura; luego las
industrias artesanas se constituyen como ocupaciones independientes. Comienza a
ampliarse el intercambio de productos del trabajo, primero entre las tribus y después en
el seno de la propia comunidad. Gradualmente se hace innecesario el trabajo en común
de la comunidad entera. La tribu y la ×  se descomponen en familias, cada una de las
cuales se convierte en una unidad económica autónoma. El trabajo se concentra en
dichas unidades, aparece la propiedad privada y se hace posible la explotación: la
producción había progresado tanto que la fuerza de trabajo humana rendía ya más de lo
necesario para el simple sustento del propio trabajador. 

La necesidad y el deseo de los hombres de aliviar su trabajo y de disponer de


reservas para hacer frente a las calamidades naturales movieron a perfeccionar los
instrumentos y desarrollar los hábitos de trabajo. Mas al cambiar los instrumentos de
trabajo, los hombres -al margen de su voluntad, inconscientemente, sin adivinar siquiera
las consecuencias sociales a que esto conduciría- preparaban una transformación radical
de la sociedad: el paso de la comunidad primitiva al esclavismo. Las fuerzas productivas
de la sociedad, al acrecerse, exigían nuevas relaciones de producción entre los hombres. 

    
 

La base de las relaciones de producción de este régimen era la propiedad privada del
esclavista no sólo de los medios de producción, sino también de los propios
trabajadores: los esclavos. Esta propiedad del esclavista sobre los esclavos y cuanto
ellos producían venía impuesta por el nivel del desarrollo de las fuerzas productivas de la
época, suficientemente alto para que fuese posible la explotación de los trabajadores.
Sin embargo, dicho nivel era aún tan bajo, que se podía explotar a los trabajadores,
apropiarse parte del producto por ellos producido, sólo reduciendo su consumo al
mínimo, dejándoles lo estrictamente imprescindible para que no se muriesen de hambre.
Esto podía hacerse únicamente privando a los explotados de toda clase de derechos,
reduciéndolos a la situación de «instrumentos parlantes» y aplicándoles las medidas de
coerción más feroces. 
El cambio de las relaciones de producción revolucionó asimismo las esferas
restantes de la vida social. 

Las relaciones de colaboración y solidaridad, propias de la comunidad primitiva,


dejaron paso a relaciones de dominación de una parte de la sociedad sobre la otra, a
relaciones de explotación, de opresión y de hostilidad irreductible. La sociedad se
escindió en clases antagónicas: la de los esclavistas y la de los esclavos. 

La época de la esclavitud aportó a los trabajadores terribles calamidades y


sufrimientos. «Los intereses más viles -la baja codicia, la brutal avidez por los goces, la
sórdida avaricia, el robo egoísta de la propiedad común- inauguran la nueva sociedad
civilizada, la sociedad de clases; los medios más vergonzosos -el robo, la violencia, la
perfidia, la traición- minan la antigua sociedad de las × , sociedad sin clases, y la
conducen a la perdición (nota 65.- C Marx y F. Engels,   ×
, en dos tomos, t.
II, Moscú, pág 309, ed. en español.) Así describe Engels la época de transición del
régimen de la comunidad primitiva al esclavista. 

La feroz explotación de que eran objeto los esclavos provoca en ellos una
desesperada resistencia. Para aplastarla no servían los viejos órganos de gobierno de la
×  y la tribu; requeríase un aparato especial de violencia, y éste fue el Estado. La
nueva institución estaba llamada a proteger la propiedad de los esclavistas y asegurar la
afluencia constante de esclavos; a esta situación eran reducidos los prisioneros de
guerra y los deudores insolventes. A la vez que el Estado, nació el Derecho, o sistema
de normas y prescripciones jurídicas que expresaban la voluntad de la clase dominante y
estaban respaldados por la fuerza coercitiva del Estado. Aparecieron nuevas costumbres
y una ideología específica de la sociedad esclavista. Entre los opresores se fue
extendiendo poco a poco el desprecio al trabajo físico, en el que empezó a verse una
ocupación indigna del hombre libre; se fue arraigando la idea de la desigualdad de los
hombres. 

Y a pesar de todo esto, el régimen esclavista significaba un gran paso adelante en el


progreso de la humanidad. Prosiguió la división social del trabajo: entre la agricultura y
las industrias urbanas y entre estas últimas también. La división del trabajo significaba, a
su vez, la especialización y perfeccionamiento de los instrumentos y un nuevo caudal de
experiencia de trabajo. En la agricultura, junto al cultivo de cereales aparecieron ramas
nuevas (horticultura, fruticultura, etc.). Se inventaron aperos como el arado de ruedas, la
grada y la guadaña. La fuerza muscular del hombre se ve completada en gran escala por
la de los animales. El trabajo de masas de esclavos permitía la construcción de presas y
sistemas de riego, de caminos y de barcos, de conducciones de agua y de grandes
edificios urbanos. Y cuando parte de los miembros de la sociedad quedaron libres de la
participación directa en la producción -debido a la explotación de los esclavos-, se
crearon las condiciones para el progreso de la ciencia y de las artes. 

Pero llegó, sin embargo, un tiempo en el que se agotaron las posibilidades de


progreso que el modo esclavista de producción implicaba; sus relaciones de producción
se convirtieron en una traba que dificultaba el desarrollo de las fuerzas productivas. Los
esclavistas, disponiendo como disponían del trabajo barato de los esclavos, no
mostraban interés por el perfeccionamiento de los instrumentos de producción. A mayor
abundamiento, no se podía confiar al esclavo instrumentos complicados y costosos,
puesto que no tenía el menor interés en el resultado de su trabajo. Pero el desarrollo de
las fuerzas productivas imponía cada vez más imperiosamente la supresión de las viejas
relaciones de producción. 
Esto únicamente podía hacerlo una revolución social, cuya fuerza motriz eran las
clases y capas que más sufrían del régimen esclavista y que, por tanto, se hallaban más
interesadas en su supresión. Eran los esclavos y la parte más pobre de la población
libre. A medida que las contradicciones se ahondaban en el viejo modo de producción, la
lucha de clases adquiría mayor virulencia. Sus formas eran muy variadas, desde la
premeditada inutilización de los instrumentos de trabajo hasta los levantamientos, en los
que participaban decenas de miles de hombres. En fin de cuentas el régimen esclavista
sucumbió bajo los golpes aunados de las insurrecciones de las clases trabajadoras y de
las incursiones de las tribus bárbaras vecinas, a las que era ya incapaz de hacer frente el
Estado esclavista, debilitado por las contradicciones internas y las guerras. Vino a
sucederle una nueva formación: el feudalismo. 

    

La base de las relaciones de producción de este régimen es la propiedad de los


señores feudales sobre los medios de producción, y, en primer lugar, sobre la tierra (el
término de «feudalismo» procede de la palabra latina «feodum»; así se llamaban las
tierras que el rey distribuía entre sus allegados, a cambio de lo cual éstos habían de
prestarle servicio militar). Los campesinos dependían personalmente de los señores,
pero ya no constituían propiedad plena de ellos (nota *.- En algunos países como, por
ejemplo, Rusia, la dependencia personal de los campesinos respecto de los señores
feudales adoptó formas particularmente brutales, que la aproximaban a la esclavitud: el
terrateniente podía vender y comprar a los campesinos, etc.. El señor feudal tenía
derecho al trabajo del campesino, que estaba obligado a cumplir en beneficio de aquél
determinadas cargas.)

En la sociedad feudal se conocía también la propiedad de los campesinos y


artesanos. El siervo recibía un lote de tierra, tenía su economía individual cuyos
productos, una vez satisfechas las cargas debidas a su señor, quedaban a disposición
de él. 

Esta característica de las relaciones de producción abría nuevas posibilidades para el


incremento de las fuerzas productivas. El productor directo tenía ya cierto interés
material en el resultado de su trabajo. Por eso no rompía ni estropeaba los aperos e
instrumentos, sino que, al contrario, los cuidaba celosamente y los perfeccionaba. La
agricultura conoció nuevos progresos: apareció el sistema de tres hojas y se extendió el
abonamiento de los campos. 

Aún fueron más importantes los éxitos de las industrias artesanas, que
proporcionaban aperos para el campo, objetos para el uso de los señores feudales y
comerciantes, utensilios, armas y pertrechos militares. El progreso de las industrias
artesanas y del comercio favoreció el crecimiento de las ciudades, que con el tiempo se
convirtieron en grandes centros económicos, políticos y culturales, en la cuna del nuevo
modo capitalista de producción. 

En la época del feudalismo se hicieron numerosos descubrimientos relevantes que


ejercieron gran influencia en la historia de la humanidad: los hombres aprendieron a
convertir el hierro colado en dulce, a construir barcos de vela apropiados para largos
viajes, a preparar sencillos instrumentos ópticos (anteojos, catalejos), inventaron la
brújula, la pólvora, el papel, la imprenta y el reloj de cuerda. A la energía muscular del
hombre y de los animales se fue sumando cada vez más la fuerza del viento (molino de
viento, barco de vela) y de las caídas de agua (molino de agua, rueda hidráulica, el
motor más primitivo que se empleó extraordinariamente en la Edad Media). 
El cambio de las relaciones de producción propias del esclavismo por las feudales
trajo consigo grandes modificaciones en toda la vida de la sociedad. 

Modificose, lo primero de todo, la estructura de clase. La clase dominante pasó a ser


la de los señores feudales, que eran los propietarios de la tierra. La otra clase
fundamental de la sociedad feudal era la de los campesinos siervos. Las relaciones entre
estas clases eran de carácter antagónico, se basaban en la contradicción inconciliable
de sus intereses de clase. Las formas de la explotación, aunque un tanto suavizadas en
comparación con la esclavitud, eran extraordinariamente duras. Tratábase, en cuanto a
los siervos, de una coerción extraeconómica, como lo era antes. Trabajaban movidos por
estímulos puramente económicos, por su interés material, únicamente en sus lotes de
tierra. Sin embargo, la mayor parte del tiempo lo dedicaban a trabajar para el señor, sin
que por ello percibiesen remuneración alguna. Lo que principalmente les hacía trabajar
en este caso era el temor al castigo, la pena que ello acarreaba y laamenaza de perder
todos sus bienes personales, de los cuales podía desposeerlos el señor. 

La lucha de clases se elevó en la sociedad feudal a un nivel más alto de lo que se


había conocido bajo el esclavismo. Los levantamientos campesinos se extendieron a
veces a grandes territorios. Del volumen de su resistencia a los señores son prueba las
guerras campesinas, que sacudieron sucesivamente un país tras otro: la insurrección de
Wat Tyler en Inglaterra (siglo XIV) y la de la Jacquerie en Francia (siglos XIV y XV), las
guerras husitas en Bohemia (siglo XV), la guerra campesina de Alemania (siglo XVI, el
levantamiento de los tai-ping en China (siglo XIX) y de los sijs en la India (siglos XVII y
XVIII), los movimientos de Bolótnikov, Razin (siglo XVII) y Pugachov (siglo XVIII) en
Rusia, etc. 

La superestructura política e ideológica de la sociedad feudal es un reflejo de las


características que adoptan la explotación y la lucha de clases. Para explotar y mantener
sujetos a los campesinos, el Estado feudal había de recurrir a la fuerza armada de que
disponía no sólo el poder central, sino también cada señor. Este, dentro de sus feudos,
era el dueño absoluto, señor de horca y cuchillo. 

El derecho reafirmó la desigualdad social y económica del feudalismo; las clases y


capas sociales adoptaron la forma de estamentos: nobleza, clero, campesinos,
comerciantes, etc. Las relaciones entre los estamentos y dentro de cada uno de ellos
eran de estricta subordinación y dependencia personal. Los compartimientos estancos
en que la sociedad estaba dividida eran un obstáculo para el paso de un peldaño a otro
en la jerarquía feudal. En la vida espiritual, el primer puesto lo conquistó la Iglesia, la
religión. 

Con el tiempo, el desarrollo de las fuerzas productivas choca con las relaciones de
producción imperantes en el feudalismo y la superestructura política e ideológica que
tales relaciones predeterminaban. Los campesinos fueron luchando con más empeño
cada vez contra la opresión feudal por obtener el derecho a disponer libremente de los
productos de su trabajo. Aspiraban a eximirse de las cargas feudales a fin de obtener
medios para mejorar su hacienda, etc. Junto a los pequeños talleres artesanos aparecen
grandes manufacturas basadas en el trabajo artesano, pero en las cuales las distintas
operaciones estaban muy especializadas y se empleaba a operarios no sometidos a
servidumbre. 

Las ciudades, bastión de la joven burguesía, experimentaron un intenso desarrollo. El


comercio fue alcanzando mayor amplitud cada vez. Con ayuda de las tropas reales los
mercaderes se apoderaban de nuevos mercados en ultramar. El incremento del
intercambio condujo, a su vez, a un rápido progreso de la producción. A esto
contribuyeron también los descubrimientos científicos y técnicos realizados en los siglos
XVI y XVII. 

Poco a poco, en el seno del régimen feudal se fue estructurando el nuevo modo
capitalista de producción. Para que se desenvolviera libremente hacía falta que se
pusiera fin al sistema feudal. La burguesía -clase portadora del nuevo modo de
producción- necesitaba un mercado de trabajo «libre», es decir, hombres emancipados
de la servidumbre y sin propiedad, a los cuales empujase el hambre a las fábricas.
Necesitaba un mercado nacional, con supresión de las barreras aduaneras y de otro
género que los señores feudales habían levantado. Pugnaba por la supresión de los
impuestos destinados al sostenimiento de la Corte, con los numerosos nobles que vivían
a su arrimo, y la anulación de los privilegios estamentales. Pugnaba por imponer
libremente su voluntad en todos los órdenes de la vida social. 

Alrededor de la burguesía se agrupaban todas las clases y capas sociales


descontentas con el feudalismo: desde los siervos de la gleba y la gente humilde de las
ciudades, víctimas de la miseria, la humillación y toda clase de desafueros, hasta los
hombres de ciencia y escritores avanzados a quienes, cualquiera que fuese su origen,
asfixiaba el yugo espiritual del feudalismo y de la Iglesia. 

Comenzó la época de las revoluciones burguesas. 

  


La base de las relaciones de producción del capitalismo es la propiedad privada de la


clase capitalista sobre los medios de producción. Los capitalistas explotan a la clase de
los obreros asalariados, emancipados de la dependencia personal, pero obligados a
vender su fuerza de trabajo, puesto que carecen de medios de producción. 

Las relaciones de producción del capitalismo abrieron amplias posibilidades de


desarrollo a las fuerzas productivas. Apareció y progresa rápidamente la gran producción
maquinizada, basada en el aprovechamiento de fuerzas tan poderosas como el vapor y,
más tarde, la electricidad, y en la amplia aplicación de la ciencia. El capitalismo llevó a
cabo la división del trabajo no sólo dentro de cada país, sino también entre los distintos
países, creando así el mercado mundial y, luego, el sistema mundial de economía. 

Y una vez más, el cambio del modo de producción trajo consigo modificaciones en
toda la vida social. 

Las clases fundamentales de la sociedad son ahora los capitalistas y los obreros. Las
relaciones entre ellos siguen siendo antagónicas, por cuanto descansan en la
explotación y opresión de los desposeídos por los poseedores. Son las relaciones de
una lucha de clases inconciliable. Pero los métodos de explotación y opresión cambian
sustancialmente: la forma dominante de coerción es la económica. El capitalista, por lo
común, no suele necesitar la fuerza para obligar a que trabajen en su beneficio. El
obrero, carente de medios de producción, se ve reducido a hacerlo «voluntariamente»
bajo la amenaza de la muerte por hambre. Las relaciones de explotación se hallan ahora
encubiertas por la «libre» contratación de los obreros por los patronos, por la «libre»
compraventa de la fuerza de trabajo. 

Cambian los métodos de explotación y cambian también los métodos de la


dominación política. Se pasa del despotismo descarado, propio de las formas anteriores,
a formas más refinadas de dominación, a la democracia burguesa. El poder ilimitado del
monarca hereditario desaparece, deja paso a la república parlamentaria (o por lo menos
a la monarquía constitucional); institúyese el derecho electoral y se proclaman las
libertades políticas de los ciudadanos y la igualdad de todos ante la ley. Esto es lo que
mejor correspondía a los principios de una libre competencia, del libre juego de las
fuerzas económicas que durante largo tiempo sirvieron de base al capitalismo. 

Ahora bien, con todas las diferencias que podemos observar entre las
superestructuras políticas e ideológicas de la sociedad burguesa y la feudal, lo principal
sigue en pie: una y otra se basan en las relaciones propias de la propiedad privada y de
la explotación. La parte preponderante de la nueva superestructura corresponde a las
instituciones e ideas de la clase opresora, de la burguesía, y está destinada a defender
su dominación de clase y a mantener a las masas explotadas en la obediencia. 

La formación capitalista, y así nos lo dice ahora no ya la teoría, sino también la


práctica social, es asimismo temporal y perecedera. En su seno maduran y se ahondan
los antagonismos, y en primer término la contradicción entre el carácter social de la
producción y la forma privada de la apropiación (nota * *.- Al análisis de los modos
capitalista y socialista de producción están dedicadas dos secciones de nuestra obra: la
tercera y la quinta, respectivamente. ). La única salida de estas contradicciones es el
paso a la propiedad social sobre los medios de producción, es decir, al socialismo. 

Pero, lo mismo que ocurrió en otros tiempos, el paso al nuevo modo de producción
es posible únicamente mediante la revolución social. La fuerza llamada a realizar esta
revolución es la clase obrera, engendrada por el propio capitalismo. Tras agrupar en
torno suyo a todos los trabajadores, derroca la dominación del capital y crea un régimen
nuevo, el régimen socialista, que no conoce la explotación del hombre por el hombre. 



  


La base del modo socialista de producción es la propiedad social de los medios de


producción. De ahí que las relaciones de producción de la sociedad socialista sean de
colaboración y recíproca ayuda de los trabajadores no sometidos a explotación alguna.
Dichas relaciones corresponden al carácter de las fuerzas productivas: el carácter social
de la producción se ve sostenido por la propiedad social de los medios de producción. 

A diferencia del régimen de la comunidad primitiva, la socialización de los medios de


producción se apoya en este caso en unas fuerzas productivas infinitamente superiores,
en una cultura y un poder del hombre sobre la naturaleza. El nuevo régimen brinda a la
humanidad posibilidades ilimitadas de progreso en cuanto al desarrollo de las fuerzas
productivas y en todos los órdenes de la vida de la sociedad. 

üüü

Tales son, en sus líneas más generales, las principales etapas del desarrollo de la
humanidad. 

Todo cuanto conocemos del pasado es una confirmación patente y viva de la


veracidad científica de la interpretación materialista de la historia, la esencia de la cual
formuló Marx como sigue en su prólogo de la Ô  
 
   
     
 

«En la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones
necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción, que
corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas
materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica
de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y
a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción
de la vida material condiciona el proceso social, político y espiritual en general. No es la
conciencia del hombre lo que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo
que determina su conciencia. Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas
productivas materiales de la sociedad chocan con las relaciones de producción
existentes, o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de
propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de
las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas, y se abre así
una época de revolución social. Al cambiar la base económica, se revoluciona, más o
menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella» (nota 66.- C
Marx y F. Engels,   ×
, en dos tomos, t. I, Moscú, pág 373, ed. en español.).

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Hombre y Sociedad
27/09/2007 GMT 1
Lectura 5: La Comunidad Primitiva

l l

La comunidad primitiva es ya un grado elevado de la evolución del humano. Las
agrupaciones humanas se van conformando alrededor de un territorio, de una
determinada forma de producción, de unas relaciones reproductivas que generan
relaciones sociales concretas y reales que determinan una forma de gobierno o
normatividad social y un hacer económico, social, político, militar y cultural. La humanidad
ha conocido y sigue sosteniendo formas comunitarias de existencia social. A pesar de la
larga historia humana, los más primitivos estadios de existencia social sobreviven en
determinados lugares del planeta Tierra. La ×  
  incluye la particularidad y la

 
  nos muestra lo que es la generalidad si aplicamos la dialéctica en el
conocimiento del fenómeno. La comunidad primitiva es un estadio de la evolución humana
en el cual ya hay posibilidades de irse liberando de la necesidad puramente material. 
En la comunidad primitiva se dan los primeros elementos para desarrollar el  
aunque ese pensar sea puramente natural, instintivo. En la comunidad primitiva se dan los
primeros pasos en la perspectiva del humano, que construirá las civilizaciones
posteriores.
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En un comienzo el humano apenas si se desprendía de los árboles y se alimentaba de
frutos y raíces de los mismos. En miles o millones de años, se "asienta" en territorios
determinados y genera su propio "hábitat" humano. Se inicia el largo proceso de
conformación tribal y, por ello, mismo la materialidad de su existencia no puede ser sino
comunitaria. La relación con la naturaleza es de tal índole que forma una unidad
indisoluble sin mucha mediación de elementos artificiales o producidos por él mismo. Se
puede decir que el humano no es que tenga una relación determinada con la naturaleza
sino que es naturaleza misma que posee determinadas particularidades. 
Hay tanta necesidad material para sobrevivir, que no se puede por menos de compartir la
propiedad de los elementos que sirven para ello; tiene que hacerse en forma comunitaria,
porque la agrupación humana es aún incipiente y débil ante las fuerzas de la naturaleza.
Es esencialmente necesario compartir tanto los elementales instrumentos, mediante los
cuales se enfrentaba a la naturaleza como los mismos elementos y los que ésta le
brindaba al grupo humano primitivo. 
Dos aspectos que determinan el régimen comunitario son: el primero interno, es decir, la
debilidad del grupo humano ante las fuerzas de la naturaleza que obliga, necesariamente,
a agruparse y el segundo, externo, que consiste en que hay una infinitud de elementos
naturales que imposibilitan la propiedad individual o particular. En efecto, en las
condiciones de la sobrevivencia natural, toda la naturaleza se encuentra a disposición de
los humanos existentes. Estos dos aspectos de la existencia imposibilitan la propiedad
individual.
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Las primeras agrupaciones humanas, conocidas por los historiadores como la ÿ y la

 , sobreviven sobre condiciones materiales puramente naturales. Es la naturaleza, en
su rudeza, la que impone las condiciones de sobrevivencia de esos grupos primigenios de
la humanidad. Las investigaciones modernas, llevadas a cabo en tribus que subsisten en
el planeta, nos muestran en forma muy clara las condiciones materiales de su existencia.
Es la naturaleza, en su manifestación real, la que impone las formas de vida, la
alimentación, el vestido, la vivienda, la organización familiar, etc. 
Sobre esta realidad, el grupo humano evoluciona y se relaciona con otros grupos
humanos con los cuales, en su devenir existencial, establece contacto. La producción, en
estas condiciones, se basa en productos que son estrictamente necesarios para
sobrevivir; es decir, alimentos, vestido, vivienda e instrumentos que faciliten una
sobrevivencia de carácter puramente natural. La comunidad primitiva es más natural que
artificial: su materialidad biológica y social está más inmersa en la naturaleza que en lo
social. Depende más de la naturaleza que del conjunto social, aunque siempre la
naturaleza sea el entorno dentro del cual se vive social e individualmente. 
En la comunidad primitiva hay menos productos humanos que en las sociedades que le
siguen. Sin embargo, de lo anterior, lo que la sociedad produce es parte de la naturaleza
como lo es la misma sociedad y el individuo. Lo que podemos afirmar es que en la
comunidad primitiva el humano depende más de las fuerzas y leyes de la naturaleza, de
su entorno, que en las siguientes formaciones sociales en las cuales ese entorno es más
artificial; es decir, producido por el mismo humano, pero siempre siendo parte de la
naturaleza.
El régimen de propiedad común es impuesto por los medios materiales de que puede
disponer el grupo humano y no por su capacidad de adaptación, muy débil aún. La
necesidad impone las condiciones de vida de estos grupos humanos primitivos. En este
estadio de desarrollo social, el grupo humano es completamente dependiente de la
naturaleza; es naturaleza viviente particular humana, en similar forma a como lo es la
naturaleza viviente puramente animal, con la diferencia de la gesticulación para la
comunicación que en el humano es de mayor desarrollo cerebral.
Otro factor estructural que determina la propiedad comunal es la cantidad de elementos a
utilizar por parte del grupo humano. La naturaleza es de tal magnitud, para el grupo, que
nadie tiene interés en apropiarse individualmente parte alguna de ella, ya que no le sería
de utilidad alguna; no la podría manejar siquiera. Aunque los instrumentos de caza y
pesca son utilizados individualmente, la acción de cazar y pescar se hace en grupo y, por
lo mismo, la repartición de lo conseguido es comunitaria. Son tan primitivos los
instrumentos utilizados para la caza y la pesca que no pueden ser objeto de propiedad
individual sino de uso individual, pero de propiedad comunitaria. No se puede concebir, en
este estadio, la propiedad privada sobre objeto alguno.
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El régimen de la comunidad primitiva genera unas costumbres y una cultura concreta. La
elementalidad vital y la materialidad natural generan en el grupo costumbres también muy
naturales. En efecto, la agrupación, una vez posee el tiempo suficiente, el tiempo sobrante
de la necesidad de buscar alimento y vivienda, se reúne alrededor de actividades
relacionadas con su materialidad real. El acto de comer el producto de la caza y la pesca
los reúne y hace que el grupo comience a generar especies de ceremoniales alrededor de
esa actividad. Luego, habrá respuestas a los fenómenos naturales que ejercen sobre el
grupo y también en forma individual, temor y amenazas a la integridad biológica. 
Ante la amenaza o ante el hecho natural que lesiona la integridad vital individual o del
grupo, se hace necesario asumir defensas y entre ellas se va produciendo el culto a los
fenómenos naturales que, para ese momento, son inexplicables. Alguien representará al
grupo; en todo organismo hay órganos de dirección y de ejecución; en el grupo humano
primigenio es el anciano, el que posee la mayor experiencia, quien asume la dirección en
dos sentidos: en el de autoridad ante el grupo y en el sentido de ser un intermediario entre
el grupo y la realidad exterior al mismo; esa exterioridad puede ser el fenómeno natural
que infunde temor por el desconocimiento de su naturaleza o puede ser otro grupo
humano que disputa la territorialidad. La autoridad política tiene aquí su origen en forma
simultánea con la autoridad religiosa del futuro. Poder político y poder ideológico surgen
ya de los comienzos de la era humana en el planeta. 
En la medida en que la comunidad se va desarrollando, sus manifestaciones culturales
también lo van haciendo. Vendrán las guerras por las mejores tierras para el pastoreo y
los elementos guerreros se irán perfeccionando al mismo tiempo que el culto se convierte
en otro medio de carácter ideológico para sostener las formas sociales establecidas. En
este período, que es muy largo en el tiempo y también muy diverso en el espacio; es
decir, en la geografía del planeta, los diversos grupos humanos son predominantemente
esclavos o dependientes de la naturaleza y, por ello, a ella le rinden culto en la
perspectiva de sobrevivir. 
La adoración de los astros y de los fenómenos naturales es la expresión de mayor
importancia social y cultural en este momento histórico. De ellos depende la sobrevivencia
y el futuro posterior a la vida de cada uno y de todos los integrantes de la comunidad.
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Como ya se ha podido observar y como lo ha venido demostrando la investigación de
antropólogos e historiadores, el humano es esencialmente un ser social. No se puede
concebir al margen de la sociabilidad. En primer lugar, es la manada, a similitud de las
grandes manadas de simios que siguen existiendo. Con el desarrollo y evolución de sus
condiciones materiales y culturales, el humano va conformando lo que se ha denominado
la "gens" y la "tribu", en donde ya comienzan a darse los inicios de una organización
social dentro de la cual asoma los gérmenes de lo que ha de ser la autoridad, en donde
hay formas de expresión económica, cultural, militar. 
Es claro que la comunidad primitiva existe y se desarrolla dentro del tiempo-espacio. En el
tiempo es un período humano muy largo el que ha recorrido la comunidad y en el espacio
el planeta Tierra sostiene aún, en diversos lugares, la existencia de la comunidad
primitiva, dentro de condiciones modernas. De acuerdo con descubrimientos recientes, el
humano habitó diferentes lugares del planeta y no se puede afirmar que haya surgido y se
hubiese desarrollado a partir de un único punto territorial. 
No es este el lugar para describir el proceso histórico de la comunidad primitiva ni las
diversas razas y pueblos en donde ella tiene origen. Para el objetivo de nuestro estudio,
nos basta con saber que ella ha venido evolucionando hasta alcanzar las formas
organizativas que conocemos en las sociedades consideradas como más avanzadas y
que aún existen comunidades humanas con las características de las primeramente
estudiadas y puestas como ejemplo del origen de las sociedades modernas. Estamos,
entonces, analizando el proceso de evolución de las comunidades primitivas, de donde
han provenido las actuales sociedades modernas predominantes en el planeta.
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Como todo fenómeno, la comunidad primitiva lleva en sí el germen, los elementos, que
producirán su desaparición. La comunidad posee en su seno personajes que detentan la
autoridad; esa autoridad es política para orientar e intermediar la organización de los
grupos humanos, es autoridad militar mediante la cual asume su defensa ante los ataques
de otras comunidades o inicia la agresión a las que considera poseen las mejores tierras y
pastos para sus rebaños en el objetivo de apropiárselos; en otro sentido, hay autoridad
religiosa a efecto de manejar el culto y el rito. 
Estos personajes, como consecuencia del poder que detentan, poseen materialmente
determinados elementos como construcciones, instrumentos de guerra, elementos del
culto que manejan en su calidad de líderes o jefes de la agrupación social; es con esos
elementos materiales que ejercen sus funciones en forma espontánea o natural dentro del
conjunto social. Con el poder viene el dominio y la apropiación de lo que ha sido de la
comunidad. Es decir, se generan los presupuestos para el establecimiento de la
propiedad individual o privada en manos de quienes detentan ese poder, que es político e
ideológico, ya sea los más ancianos por su autoridad política, los guerreros por su poder
militar o los sacerdotes del culto por su poder ideológico sobre el conjunto social. 
El proceso evolutivo de la sociedad primitiva lleva al establecimiento de la propiedad
privada, a la esclavización de los prisioneros de las guerras de conquista y, con todo ello,
la liquidación de la comunidad primitiva y la aparición de los grandes imperios. En
América, existieron los imperios azteca, maya, inca y chibcha; al lado de ellos hubo
algunas agrupaciones de importancia, pero de naturaleza inferior a los citados. En Asia y
África, existieron los imperios sumerios, babilónicos, egipcios, sirios, etc. 
Luego, hubo grandes movimientos tribales que tuvieron como fin la conquista de
territorios; se destruyeron imperios muy bien constituidos, pero que habían entrado en
franca decadencia y se volvieron a constituir otros sobre nuevas condiciones materiales y
culturales. Con la liquidación de las comunidades primitivas y la instauración de los
grandes imperios, se entra en un período histórico basado en estructuras económicas en
las cuales la propiedad privada se institucionaliza, incluso sobre los mismos seres
humanos a los cuales no se consideraba como tales, sino como objetos y sujetos de
trabajo. Es la esclavitud como forma predominante en la existencia histórico-social de la
humanidad.( )
A partir de la disolución de la comunidad primitiva, en donde los medios de producción
eran de propiedad común, han pasado a ser de propiedad privada. En la próxima lectura
veremoscómo se ha desarrollado la humanidad dentro de esa estructura de propiedad
privada sobre los medios de producción.

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