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LA SEGURIDAD SOCIAL EN MEXICO

UN ENFOQUE HISTORICO
(Primera parte)

Por el Lic. José Díaz Limón


Profesor en la Escuela Libre de Derecho de Puebla, A.C.

Aspiración de todos los pueblos del mundo, en todas las


épocas, ha sido integrar una sociedad en la que todos sus
miembros, alcancen la felicidad. Una sociedad en la que todos
vean satisfechas sus necesidades, no existe.
Pero es provechoso tratar de mejorar permanentemente,
la situación en que se vive y cada vez sean menos los que
padecen.
Ante la necesidad de afrontar esa desigualdad, surge el
Estado Social de Derecho, y en su seno se da origen a la
Seguridad Social.
La génesis del Estado Social de Derecho en México
implica un análisis riguroso de nuestro Sistema Jurídico, que
oportunamente abordaremos en posterior entrega.
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Alcanzar la Seguridad Social es, y ha sido, el móvil de la


acción humana en todos los tiempos.
En la evolución de los pueblos siempre ha estado
presente el interés por establecer medios que les proporcio-
nen seguridad para el futuro, garanticen su bienestar presente
y reivindiquen su anhelo de justicia.
Si partimos de la simple premisa de que la Seguridad
Social es "Un instrumento de estado que ofrece en la medida
de sus posibilidades económicas, resolver la problemática
emergente de la población en materia de salud, trabajo,
educación, vivienda y bienestar social en general", difícilmen-
te vamos a encontrar aspectos relacionados con este tema,
anteriores al movimiento social de 1910, pero si arropamos
el concepto con las anotaciones de algunos historiadores,
podemos encontrar referencias pretéritas que resultan
interesantes.

Epoca prehispánica
Cuando a principios del siglo XVI, llegaron a México los
hombres de España y, a paso de conquistadores, treparon a la
meseta de Anáhuac, quedaron asombrados al encontrar una
federación de pueblos indígenas, poseedores de una alta
civilización.
En los aztecas, cabeza de esos pueblos, venía a conver-
ger las herencias de culturas de muchas otras razas aboríge-
nes, extinguidas unas, sojuzgadas otras, cuya época de
esplendor había tenido lugar muchos siglos antes.
Los cronistas de aquella época son unánimes para
expresar su asombro ante una civilización autóctona en suma
evolucionada, que había crecido paralelamente a la europea.
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Y que si en muchos aspectos mostraba un retraso lamentable,


en otros podía resistir orgullosamente la comparación.
Uno de esos aspectos superiores de la cultura indígena
era el desarrollo que habían alcanzado las ciencias naturales.
La botánica aplicada a la medicina, era en aquel siglo,
superior en muchos aspectos a la botánica europea.
Y es que al indio le preocupaba, más que el conocimien-
to biológico en sí, la aplicación farmacológica de las plantas,
la feracidad del suelo, por una parte, y el clima semitropical
por otro, hacían interminables las especies botánicas. Por eso
surgió el herbolario, que sucedía al brujo y que anunciaba al
médico.
En eso fueron maestros los indios del período precorte-
siano. Siglos de hurgar por las montañas, les permitieron
formar una botánica médica asombrosa. Una larga lista de
plantas, que hoy todo el mundo conoce y aún consume,
aunque sin saber casi nunca que fueron regalo de América, en
particular México.
Rosa María Meyer1 expresa que existen datos sobre
instituciones similares a las de Seguridad Social, desde la
época de Moctezuma II, en el pueblo azteca, en las que se
protegía principalmente a guerreros que recibían atención
médica, en establecimientos parecidos a los hospitales, en los
que también se atendía a los enfermos del pueblo. Existiendo
un servicio especial, muy parecido al Seguro de Invalidez.
Manifiesta que en la Confederación de Anáhuac,
existieron este tipo de establecimientos en Tenochtitlán,
Texcoco, Cholula, entre otras poblaciones. Y que en Culhua-
can sostenían un centro en el que se atendía a todos los

1
Meyer, Rosa María. Instituciones de Seguridad Social, Editado por INAH, 1975.
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ancianos e impedidos que habían servido a la referida triple


alianza, ya fue en asuntos políticos o militares.
Estos establecimientos eran sostenidos con los sobrantes
de las cosechas destinadas al culto de los dioses.
En este análisis podemos mencionar la práctica acostum-
brada por algunos gobernantes mexicas, de repartir al pueblo
en tiempos de hambre provocada por epidemias, inundacio-
nes o sequías, los abastecimientos y semillas que tenían en los
almacenes (Petracalli) destinados a la guarda del fruto de las
cosechas de las tierras del palacio y en donde se almacenaban
los productos del pago de los pueblos tributarios.
Al respecto, Raúl Ruiz Gómez2 , sostiene la tesis de que
la “Seguridad Social es un instrumento del Estado”, sustentán-
dola, entre otras bases, en el hecho que desde la época
prehispánica, los recursos para la práctica de esta asistencia,
eran extraídos del erario público y que servía principalmente
para entregarles el beneficio de la asistencia médica, a
quienes habían servido al Estado.

Epoca colonial
El día que Cuauhtémoc, vencido, se rindió a los conquis-
tadores, marcó el fin de una época no sólo en el aspecto de la
vida nacional sino también en lo que toca al desarrollo de su
cultura. Porque un pueblo puede ser vencido y, sin embargo,
conservar y aun fomentar su civilización. México no, la suya
se detuvo y en algunos aspectos pareció borrarse definitiva-
mente. La raza blanca se injertó en la indígena y mezcló con

2
Ruiz Gómez, Raúl. El ISSSTE y la seguridad social en México, Publicaciones del
ISSSTE.
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ella su sangre; pero al imponer su cultura, detuvo por ese solo


hecho, el desarrollo de la cultura aborigen.
Para imponer sus creencias y arrancar de raíz la herejía
de los naturales, el conquistador destruyó sus templos,
derribó sus ídolos y llegó hasta quemar sus códigos con lo
cual mutiló su historia. Se perdió así gran parte de lo que la
raza indígena había acumulado pacientemente por siglos.
Fue natural, en las filas de los conquistadores no venían
los hombres de letras de Salamanca, ni los sabios de Vallado-
lid. Con Cortés venían hombres de guerra, aventureros,
intrépidos; los humanistas vinieron después, y con ellos los
misioneros y los apóstoles.
La intervención española en México, significó el traslado
de sistemas políticos, culturales y sociales que sustituyen los
esquemas de convivencia indígena.
Como consecuencia, este cambio se reflejó también en
el ámbito de protección y asistencia a las clases desposeídas,
en donde podemos encontrar algunas similitudes y a veces
claros antecedentes del tema de análisis, como son principal-
mente:
a) Instituciones Hospitalarias. b) Cofradías. c) Monte-
píos.
A) El siglo XVI fue siglo de los hospitales en la Nueva
España. Al día siguiente de la conquista, el propio Cortés
fundó en 1521 el Hospital Tlaxpana, que funcionó muy pocos
años.
Vinieron después, una larga lista, numerosos hospitales
regados en todo el país y en la capital.
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Josefina Muriel3 , nos dice que en esta época se erigie-


ron en el virreinato 129 hospitales, dentro de los cuales se
encuentra la construcción en la Ciudad de Puebla, del famoso
Hospital de san Pedro, cuyo edificio actualmente se destina al
Museo del Virreinato.
En ese mismo tiempo, viene la acción admirable del
apóstol de los indios Tarascos, el Obispo Vasco de Quiroga,
que gobernaba Michoacán al estilo de la doctrina de Tomás
Moro, ostentando un poder o fuerza inusitada entre la
población, ordenó que existiera un hospital en cada pueblo,
exclusivamente para indígenas, y así se hizo, pues esa región
contó con 72 unidades.
En 1529, Fray Pedro de Gante, funda en la Ciudad de
México, el Hospital Real de los Naturales, destinado exclusi-
vamente a los indios y fue durante la colonia, junto con el de
Jesús, el Centro de Estudios Médicos y Quirúrgicos dedicado
a la Enseñanza.
En 1567, el venerable Bernardino Alvarez funda el
Hospital de san Hipólito, para los convalecientes y “Los que
pierden el juicio”. El doctor Pedro López, funda en 1571 el
Hospital de la Epifanía, llamado después Hospital Morelos,
estableciendo, allí mismo la casa de cuna para niños expósi-
tos.
La lista sería interminable a medida que avanzaba la
conquista o que se afianzaba sobre el territorio virreinal.
Anota Rosa María Meyer, que de las principales Institu-
ciones de la Colonia, fueron las Fundaciones o Instituciones
Hospitalarias, cuya función principal era la caridad. Pero cabe
hacer notar, que estas Instituciones de beneficencia en la

3
Muriel, Josefina. Hospitales de la Nueva España, 1956.
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Nueva España, eran a la vez que vehículo de caridad, un


instrumento de influencia para el dominio y control de los
indígenas.
Josefina Muriel, nos dice que desde los inicios del
período colonial, existió un régimen hospitalario bien definido
y organizado, que cumplió su cometido con la mentalidad de
la época y con la función a la que estaban destinados.
Las funciones de este régimen hospitalario eran muy
amplias, pues en el mismo establecimiento se manejaban
orfelinatos, hospedería, sanatorio o asilo al mismo tiempo. La
política de asistencia pública acogía a todos los necesitados;
pobres, enfermos, peregrinos, lisiados, etcétera.
Continúa diciendo la misma autora, que en la Nueva
España, el régimen hospitalario fue un resultante del matri-
monio político de Estado-Iglesia, que funcionó como dispositi-
vo en la tarea evangélica y como instrumento del proceso
económico del Estado, aunque los objetivos primordiales
hayan sido cubiertos con propósitos exclusivamente caritati-
vos.
Explican otros autores, que el régimen hospitalario de la
Nueva España, cumplía una múltiple función: 1.- Facilitaba el
control y cuidado de la fuerza de trabajo; 2.- Servía para la
conversión de los naturales a la nueva fe; 3.- Cumplía con sus
objetivos de dominar ideología; y 4.- Cumplía con el propósi-
to caritativo, que en realidad era la justificación moral que los
originaba.
La situación económica en víspera de la independencia,
repercutió en las órdenes hospitalarias y originó un declive en
la política social.
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La relajación del régimen hospitalario se tradujo en


malos servicios para los enfermos y por consiguiente un
decrecimiento importante en el sistema de apoyos asistencia-
les.
Este declive fue impulsado también por una serie de
disposiciones legales, que fueron deteriorando los medios de
sustentación de los hospitales existentes y provocó la desapa-
rición de la mayoría. Estas disposiciones se inician con la real
Cédula de 1804, en la que se enajenaron los bienes raíces de
las obras pías y prosiguen con las leyes de 1812, entre otras,
la propia Constitución de Cádiz, tendientes a separar a los
hospitales de la Iglesia.
Rosa María Meyer, señala que las razones por las que
desde fines del siglo XVIII, se toman estas medidas en contra
de las Instituciones Benéficas, en contraste con el interés que
se había puesto en su fundación, deben ser buscadas en la
política Borbónica, que tendía a separar las funciones del
Estado de las de la Iglesia y a limitar el poder de esta última.
Aunado todo esto a que el objetivo de la conversión
religiosa está satisfecho y el problema del deceso de la
población por causa de las epidemias, ya no era tan grave
como antes, debido a la inoculación.
Lo cierto es que en 1820, las Cortes Españolas, decreta-
ron la supresión de las órdenes hospitalarias y entonces los
establecimientos manejados por ellos, que eran la mayoría,
pasaron a depender de los ayuntamientos.
B) Otra Institución característica de esta época, que nos
aporta valiosos antecedentes, son las llamadas Cofradías, que
sirvieron en dos tipos: 1.- Las religiosas y 2.- Las gremiales.
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1.- Las Cofradías religiosas benéficas o de ayuda mutua,


eran aquellas en las cuales, los cofrades debían contribuir con
cierta cantidad de dinero al momento de ingreso y además
pagar una cuota mensual. La Cofradía se comprometía por su
parte, a visitar a sus miembros, cuando estaban enfermos,
ayudándolos con los gastos de las medicinas y a pagar los
gastos de entierro y mortaja.
2.- En las Cofradías gremiales se reunían los miembros
de un determinado gremio con la finalidad de: a) Prestar
ayuda mutua y el sufragio de los cofrades muertos; b) Rendir
culto al Santo Patrón del Gremio; c) Establecer Instituciones
de beneficencia para atender a los cofrades menesterosos,
enfermos y lisiados.
C) Por Cédula Real del 2 de junio de 1774 y con el fin
de aliviar en algo las necesidades de los menesterosos, se
fundó el Monte de Piedad en México, muy parecido al que
existía en la Villa y Corte de Madrid. Carlos III, fundó el
primer Montepío de España en el año de 1761.
Los Montepíos realizaron una labor similar a la que
muchos años después, se conoció con el nombre de Pensiones
Civiles.
Este sistema de montepíos, traspasa sus propias fronte-
ras históricas y continúa operando en el México independien-
te, ya que el 3 de septiembre de 1832, se expidió la Ley sobre
montepíos, en la que se ampliaron los servicios para los
empleados federales.

La Independencia
En 1821 el Hospital real de indios, que era el hospital
fundado expresamente por el Rey de España, fue suprimido
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a causa de la diferencia racial que manifestaba. Las luchas


entre conservadores y liberales, los conflictos internacionales
y en general, las circunstancias ideológicas, hicieron que las
Instituciones benéficas durante la Colonia, fueran olvidadas.
Y no fue sino hasta el año de 1841, cuando se inicia un
repunte con la creación del Consejo de Salubridad. Por esas
fechas el tema de actualidad en Europa, era la cuestión de
Salubridad y México no podría quedar fuera de esas ideas
renovadoras.
Los objetivos de ese Consejo eran, entre otros: fomentar
los estudios de higiene, vigilar los establecimientos públicos,
dictar a las autoridades medidas de higiene pública y formar
el Código Sanitario de la República Mexicana.
Las circunstancias políticas del momento no fueron
propicias para el pleno desarrollo de este Consejo, que jamás
pudo elaborar el Código Sanitario, pero con ese intento surge
de nuevo el interés por fomentar las políticas de Asistencia
Social.
En octubre de 1843, se expidió un decreto que permitió
la entrada al país, de las famosas Hermanas de la Caridad,
enfermeras de profesión que trataron de renovar los servicios
hospitalarios.
En 1861, el Presidente Benito Juárez decretó la creación
de la Dirección General de Beneficencia, para centralizar los
servicios hospitalarios y para organizar, coordinar y sostener
los medios de beneficencia pública, a fin de convertirlo en un
servicio público dependiente del Estado.
Durante la intervención francesa se crearon nuevas
Instituciones de beneficencia entre las que podemos mencio-
nar un instituto gratuito para sordomudos y una maternidad.
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En 1874 Lerdo de Tejada, decreta la expulsión de las


Hermanas de la Caridad de todos los hospitales del país.
En 1877, en el Porfiriato se crea la Dirección de Benefi-
cencia Pública. Ubicándose para 1881 dentro de la Secretaría
de Gobernación.
En esta época, se fomentó la creación de fundaciones
públicas de carácter privado, como la Fundación Concepción
Béistegui, que empezó a crear nuevos hospitales.
Tal fue el éxito de estas fundaciones y el crecimiento de
sus Centros Hospitalarios, que para 1885, el Gobierno tuvo
que controlarlas a través de Gobernación y en 1889 apareció
una Ley que daba personalidad jurídica a las Asociaciones
Filantrópicas y en 1904 se dictó la Ley de Beneficencia
Privada para el Distrito Federal y Territorios Federales.
Podemos observar que antes de la Revolución, el aspecto
asistencia médica se había privatizado y que las condiciones
económicas del mexicano no le permitían acceder a estos
sitios un tanto elitistas.
Por estas fechas se instauraron los primeros hospitales
privados fundados por las colonias extranjeras Franco-
-Suiza-Belga, Española e Inglesa. Mientras que en el interior
del país los cambios se realizaron por Instituciones Industria-
les, Ferroviarias y Mineras y sólo algunos establecimientos
dependían del Gobierno Federal a través de la Beneficencia
Pública.
Como antecedentes verdaderos de la Legislación
Moderna sobre aseguramiento de los trabajadores y de sus
familiares, se encuentran en principios de este siglo, en dos
disposiciones de nivel Estatal: La Ley de Accidentes de
Trabajo del Estado de México, expedida el 30 de abril de
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1904, y la Ley sobre Accidentes de Trabajo del Estado de


Nuevo León, expedida el 9 de abril de 1906.
En estos dos ordenamientos legales se reconocía, por
primera vez en el país, la obligación para los empresarios de
atender a sus empleados en caso de enfermedad, accidente o
muerte, derivados del cumplimiento de sus labores.
Para 1915 se formuló un proyecto de Ley de accidentes
que establecía las pensiones e indemnizaciones a cargo del
patrón, en el caso de incapacidad o muerte del trabajador por
causa de un riesgo profesional.

El Estado Institucional
Al concluir la primera Guerra Mundial, con diferentes
matices y en distintos tiempos, en su gran mayoría los países
adoptaron la solución alemana de fines del siglo XIX, en la
época de Bismarck, de establecer sistemas de Seguridad
Social en un intento por aliviar los problemas de desvalimien-
to.
Sobre todo porque, en el pacto de la sociedad de las
naciones se insertaron principios de solidaridad social,
establecidos en la Constitución de la Organización Internacio-
nal del Trabajo (OIT) creada por el tratado de Versalles. Lo
que originó que la exportación del Sistema Alemán de
Seguros Obligatorios a otros ordenamientos, fuera casi
inmediata. En pocos años se expande por todo el mundo.
Pero no todas las legislaciones fueron iguales. En los
países industrializados se adoptaron sistemas diferentes del
Alemán; en el Reino Unido con el Plan Beveridge, en el que
al lado de los Seguros Sociales se abre un Servicio Nacional
de Salud, las ayudas familiares y en un conjunto de seguros
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voluntarios, el Sistema Soviético, como fue natural, pronun-


ciadamente estatista y con la intervención de Sindicatos. En
el Estadounidense con el seguro de desempleo y las subven-
ciones federales concedidas a los Estados, etcétera.
En México, la creciente industrialización del país y el
aumento correlativo del sector obrero, hace evidente la
necesidad de fundar Instituciones que se encarguen de
mantener a los trabajadores en buenas condiciones.
En el campo de la Seguridad Social nuestra legislación
constituye una respuesta de cambio que se dio derivada,
desde luego, del esquema liberal de corte individualista de la
Constitución de 1857, al esquema de tipo social ratificado e
impuesto por la Constitución de 1917.
Entre los artículos que ratificaron la postura social del
Estado Mexicano, encontramos el 123 y su fracción XIX y su
posterior reforma de 1929, en la que se previó la necesidad
de crear el Seguro Social, siguiendo las tradicionales cobertu-
ras de enfermedades y maternidad, riesgos de trabajo,
invalidez, vejez, cesantía en edad avanzada y muerte, si bien
no fue hasta, diciembre de 1942 cuando se materializó la
previsión, como lo explicaremos más adelante.
El fundamento constitucional de la Seguridad Social lo
podemos encontrar en el artículo 123, apartado A fracciones
XII, XIV y XXIX y en el apartado B fracciones XI, XIII, XIII Bis
y XIV, así como en el artículo 4°, párrafos tercero y cuarto. De
estas disposiciones han emanado diversos ordenamientos
ordinarios o secundarios, con lo cual queda constituido el
actual sistema jurídico de la Seguridad Social en México.
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La integración del sistema vigente de la Seguridad Social


se efectúa en términos de tres sectores importantes4: a) El de
la Seguridad Social de los trabajadores en general; b) El de
los servidores públicos; y c) El de la población no sujeta a una
relación de trabajo.
a) En relación con la Seguridad Social de los trabajado-
res en general podemos decir que está constituida por el
sector más importante en la materia de estudio. El sustento
de este sector se da por cuotas obrero-patronales, y sus
servicios son prestados por el IMSS.

Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS)


La base constitucional del seguro social en México se
encuentra en el artículo 123 de la Constitución General de la
República, promulgada el 5 de febrero de 1917. Ahí se
declara “De Utilidad Social el establecimiento de cajas de
seguros populares como los de invalidez, de vida, de cesación
involuntaria en el trabajo, de accidentes y de otros con fines
similares”.
A finales de 1925 se presentó una iniciativa de Ley sobre
accidentes de trabajo y enfermedades profesionales. En ella
se proponía la creación de un Instituto Nacional de Seguros
Sociales, de administración tripartita pero cuya integración
económica habría de corresponder exclusivamente al sector
patronal. También se definía con precisión la responsabilidad
de los empresarios en los accidentes de trabajo y se determi-
naba el monto y la forma de pago de las indemnizaciones
correspondientes. La iniciativa de Seguro Obrero suscitó la

4
Soberanes Fernández, José Luis. Regímenes de seguridad social en el derecho
mexicano, Los Noventa, F.C.E.
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inconformidad de los patrones que no estaban de acuerdo en


ser los únicos contribuyentes a su sostenimiento y considera-
ron que también otros sectores deberían aportar.
En 1929 el Congreso de la Unión modificó la fracción
(Vigésimo Novena) XXIX del artículo 123 Constitucional para
establecer que “Se considera de utilidad pública la expedición
de la Ley del Seguro Social y ella comprenderá seguros de
invalidez, de vida, de cesación involuntaria del trabajo, de
enfermedades y accidentes y otros con fines análogos”. Con
todo abrían de pasar todavía casi 15 años para que la Ley se
hiciera realidad.
En 1935 el Presidente Lázaro Cárdenas envió a los
legisladores un proyecto de Ley del Seguro Social, en el cual
se encomendaba la prestación del servicio a un Instituto de
Seguros Sociales, con aportaciones y administraciones
tripartitas, que incorporarían a todos los asalariados, tanto
industriales como agrícolas. Sin embargo, se consideró que el
proyecto requería aún estudios ulteriores.
Por encargo del mismo Presidente Cárdenas, se elaboró
un nuevo proyecto que resumía la experiencia de los anterio-
res, su principal autor fue el titular de la Secretaría de
Gobernación, Lic. Ignacio García Téllez, abogado de 40 años
de edad, quien para esa fecha ya había sido Diputado Federal,
Gobernador Interino de Guanajuato, Rector de la Universidad
Autónoma de México, y durante el régimen Cardenista,
Secretario Particular del Jefe del Ejecutivo y como dijimos,
Secretario de Gobernación. Colaboraron varios especialistas
en Derecho, Medicina y Economía, basados en la legislación,
expedida en otros países.
El proyecto de García Téllez se refería a la creación de
un Instituto de Seguros Sociales, de aportación tripartita, que
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incluía al Estado, a los trabajadores asegurados y a sus


patrones y que cubrían o prevendrían los siguientes riesgos
sociales: enfermedades profesionales y accidentes de trabajo,
enfermedades no profesionales, maternidad, vejez e invalidez
y desocupación involuntaria.
Aprobado el proyecto, fue enviado a la Cámara de
Diputados en diciembre de 1938. Pero tampoco esta vez pudo
llegar más adelante, pues a los legisladores les pareció
conveniente que se elaborara un documento más completo,
fundamentado en estudios actuariales.
Por otra parte, la situación del momento, de fuerte crisis
provocada por la expropiación petrolera, exigía promover
antes que nada la unidad nacional.
A partir de 1939 la situación de guerra motivó muchas
inquietudes por encontrar soluciones a los problemas de
desigualdad económica y social. Uno de los puntos de acuerdo
de los firmantes de la Carta del Atlántico fue que, una vez
terminado el conflicto bélico, había que iniciar la búsqueda de
Instituciones tanto nacionales como internacionales, que
procuraran a parte de la paz y la tranquilidad mundial “la
seguridad de que todos los hombres de todos los países
pudieran vivir libres de temores como de necesidades”.
Hacia 1942, concluían todas las circunstancias favora-
bles para que finalmente pudiera implantarse en México, el
Seguro Social. El interés del Presidente Avila Camacho, ilustre
teziuteco, por las cuestiones laborales ya se había manifestado
desde el mismo día en que asumió la presidencia, cuando
anunció la creación de la Secretaria del Trabajo y Previsión
Social y la encomendó al Lic. Ignacio García Téllez. Atendien-
do a la tónica del momento la función inicial de la naciente
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dependencia fue limar asperezas y procurar la conciliación


obrero-patronal.
En diciembre del mismo año se envió a las Cámaras la
iniciativa de ley, proponiendo como suprema justificación,
que se cumpliría así uno de los más caros ideales de la
Revolución Mexicana. Se trataba de “Proteger a los trabajado-
res y asegurar su existencia, su salario, su capacidad producti-
va y la tranquilidad de la familia; contribuir al cumplimiento
de un deber legal, de compromisos exteriores y de promesas
gubernamentales”. El Congreso aprobó la iniciativa y el 19 de
enero de 1943 se publicó en el Diario Oficial, la Ley del
Seguro Social.
Ahí se determina, desde los artículos iniciales, que la
finalidad de la Seguridad Social es garantizar el derecho
humano a la salud, la asistencia médica, la protección de los
medios de subsistencia y los servicios sociales necesarios para
el bienestar individual y colectivo.
Como instrumento básico de la Seguridad Social se
establece el seguro social y para administrarlo y organizarlo,
se decreta la creación de un organismo público descentraliza-
do, con personalidad y patrimonio propios, denominado
Instituto Mexicano del Seguro Social.
b) Por lo que respecta a la Seguridad Social de los
Servidores Públicos, llamada también Seguridad Social de los
Trabajadores al Servicio del Estado, que presenta diferencias
sustantivas según las particularidades del servidor público
sujeto a protección social y se encuentra normada por
diversas disposiciones, entre las que destacan: la Ley del
Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores
del Estado, la Ley del Seguro Social, la Ley de Seguridad
Social de las Fuerzas Armadas Mexicanas, las diversas Leyes
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de Servicios Sociales de las Entidades Federativas, así como


los diversos reglamentos y demás disposiciones producto de
las leyes antes citadas, las Constituciones Estatales y las leyes
reglamentarias en la materia.

Instituto de Seguridad y Servicios Sociales


de los Trabajadores del Estado (ISSSTE)
Tiene su antecedente inmediato en la antigua dirección
de Pensiones, cuyo decreto de creación data del 12 de agosto
de 1925 expedido por el entonces Presidente Plutarco Elías
Calles.
Su origen en el estatuto jurídico de los trabajadores al
Servicio de los Poderes de la Unión, publicado el 5 de
diciembre de 1938 en el Diario Oficial de la Federación. Y
goza de sustento jurídico con la publicación de la Ley Federal
del ISSSTE expedida el 28 de diciembre de 1959, por el
Presidente Adolfo López Mateos entrando en vigor el 1 de
enero de 1960.
Creado como un organismo descentralizado de la
Administración Pública Federal, con personalidad jurídica y
patrimonio propio, que de conformidad con el artículo 103 de
su Ley, los órganos de Gobierno son los siguientes:
1. Junta Directiva; 2. Dirección General; 3. Comisión
Ejecutiva del Fondo de la Vivienda.
La Junta Directiva es el máximo órgano de Gobierno y
está integrada, según lo señala el artículo 104 de la misma
Ley por: tres representantes del Gobierno nombrados por la
Secretaría de Hacienda y Crédito Público; otros tres designa-
dos por la Federación de Sindicatos de Trabajadores al
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Servicio del Estado, y uno más que designa directamente el


Presidente de la República con el cargo expreso de Director
General del Instituto y que funge como Presidente de la
propia Junta Directiva.

Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de


los Trabajadores al Servicio de los Poderes
del Estado de Puebla (ISSSTEP)
En el año de 1943, siendo Gobernador del Estado de
Puebla, el Sr. Gonzalo Bautista Castillo, se creó la Ley del
Ahorro Obligatorio para los funcionarios y empleados públi-
cos del Estado y de los municipios de esta Entidad Federativa,
misma que diera origen a la Institución denominada “Ahorro
de Funcionarios y Empleados Públicos”, que su cumplimiento
estaría a cargo de una Junta de Vigilancia, integrada por el
Presidente de la Junta Directiva de la Beneficencia Pública,
quien fungiría como presidente, por el Director del Monte de
Piedad “Vidal Ruiz” como secretario y, por el Director General
de Rentas, como vocal.
En aquel entonces, las cuotas de ahorro se integraban
por el equivalente a un día de salario cada mes, permitiendo
éstas brindar las siguientes prestaciones:
a) Crédito a corto plazo. b) Crédito hipotecario.
En 1962, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la
Educación, sección 42 funda el Sanatorio del Magisterio,
antes Hospital “Cruz y Cellis”, ubicado en la 11 poniente
1302, siendo Director Médico el Dr. Carlos del Castillo
Fernández y como Presidente del Patronato el Profr. Enrique
Zamora Palafox, Secretario General de la Sección 42 del
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SNTE y como administrador, el Sr. Nicolás Terán Montes de


Oca, teniendo una capacidad dicho Hospital de 24 camas.
En 1976 se inaugura el Hospital "22 de Septiembre",
ubicado en la calle 17 oriente 1408, siendo Secretario General
de la ahora nueva sección 51 del SNTE el Profr. Jesús Sarabia
y Ordoñez, continuando como Director de dicho Hospital el
Dr. Carlos del Castillo Fernández.
Por iniciativa del Dr. Alfredo Toxqui Fernández de Lara,
Gobernador del Estado, se realizan los estudios para integrar
un Organismo de Seguridad Social.
El 11 de febrero de 1981, se emite la Ley que crea “El
Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores
al Servicio de los Poderes del Estado de Puebla”, siendo
Gobernador Constitucional del Estado, el Lic. Guillermo
Jiménez Morales.
Dicha Ley decreta al Instituto de Seguridad y Servicios
Sociales de los Trabajadores al Servicio de los Poderes del
Estado de Puebla, como un organismo público descentraliza-
do, con personalidad jurídica y patrimonio propio. La acción
de esta Ley comprende a todos los trabajadores al servicio de
los poderes del Estado.
c) En referencia a la Seguridad Social de la población no
sujeta a una relación de trabajo, se encuentra en algunos
aspectos protegida actualmente por la Ley General de Salud;
por la Ley Federal de Vivienda, por la Ley del Seguro Social
en lo tocante a los servicios sociales y solidaridad social, así
como lo relacionado con el régimen voluntario del Seguro
Social y con la incorporación voluntaria al régimen obligato-
rio.
REVISTA DE LA E. L. DE D. DE PUEBLA No. 2 59

También son aplicables entre otras, leyes relativas a


Instituciones de seguros o de contratos de seguros. Se incluye
en este apartado la población protegida por programas de
asistencia y prevención social.
En la historia futura de México, no faltará señalar como
parte de los acontecimientos más importantes del siglo XX, la
transformación de las relaciones sociales, provocada por la
generalización paulatina de la Seguridad Social. Mientras que
anteriormente sólo se podía contar con el apoyo y la solidari-
dad del grupo familiar y en algunos casos del pueblo o del
gremio, a partir del siglo XX, el país construyó, piedra por
piedra, año tras año, un edificio institucional público de
seguridad. Firmemente basado en el derecho positivo, que
beneficia grandes masas de la población trabajadora, que
ahora cuenta con amplios mecanismos de seguridad y
bienestar social. En la segunda mitad de este siglo, las
Instituciones de Seguridad Social, han cumplido con el
mandato legal de construir la infraestructura necesaria para
atender a los trabajadores mexicanos.
Las condiciones que el proceso de modernización y el
pluralismo económico imponen, nos conducen a la exigencia
de una revisión profunda de nuestros esquemas actuales y
mejorarlos.
Dentro del campo de la Seguridad Social, el desafío que
enfrentamos nos conduce finalmente, a asimilar los cambios
y a presentarnos como un país preparado y dispuesto a vivir
plenamente el nuevo siglo.

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