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En aquella casa ajardinada aprendió Borges a leer inglés con su abuela Fanny Haslam
y, como se refleja en tantos versos, los recuerdos de aquella dorada infancia lo
acompañarían durante toda su vida. Apenas con seis años confesó a sus padres su
vocación de escritor, e inspirándose en un pasaje del Quijote redactó su primera fábula
cuando corría el año 1907: la tituló La visera fatal. A los diez años comenzó ya a
publicar, pero esta vez no una composición propia, sino una brillante traducción al
castellano de El príncipe feliz de Oscar Wilde.
En el mismo año en que estalló la Primera Guerra Mundial, la familia Borges recorrió
los inminentes escenarios bélicos europeos, guiados esta vez no por un admirable
coronel, sino por un ex profesor de psicología e inglés, ciego y pobre, que se había
visto obligado a renunciar a su trabajo y que arrastró a los suyos a París, a Milán y a
Venecia hasta radicarse definitivamente en la neutral Ginebra cuando estalló el
conflicto.
Hacia 1918 lee asimismo a autores en lengua española como José Hernández,
Leopoldo Lugones y Evaristo Carriego y al año siguiente la familia pasa a residir en
España, primero en Barcelona y luego en Mallorca, donde al parecer compuso unos
versos, nunca publicados, en los que se exaltaba la revolución soviética y que tituló
Salmos rojos.
Octavio Paz
En 1955 fundó el grupo poético Poesía en Voz Alta, y posteriormente inició una
colaboración en la Revista Mexicana de Literatura y en El Corno Emplumado. En las
publicaciones de esta época defendió las posiciones experimentales del arte
contemporáneo.
Poeta, narrador, ensayista, traductor, editor y gran impulsor de las letras mexicanas,
Paz se mantuvo siempre en el centro de la discusión artística, política y social del país.
Su poesía se adentró en los terrenos del erotismo, la experimentación formal y la
reflexión sobre el destino del hombre.
La obra, en la que trabajó más de veinte años, recrea a través de la saga familiar de
los Buendía la peripecia histórica de Macondo, pueblo imaginario que es el trasunto de
su propio pueblo natal y al tiempo, de su país y su continente. De perfecta estructura
circular, el relato alza un mundo propio, recreación mítica del mundo real de
Latinoamérica que ha venido en llamarse «realismo mágico», por el encuentro
constante de elementos realistas con apariciones y circunstancias fantasiosas. Esta
fórmula narrativa entronca con la tradición literaria latinoamericana, iniciada con las
crónicas de los conquistadores, plagadas también de leyendas y elementos
sobrenaturales originados por el profundo choque entre el mundo conocido y la cultura
de los españoles que emigraban y la exuberante y extraña presencia del continente
latinoamericano.
MIGUEL DE CERVANTES
Sexto de los siete hijos del matrimonio de Rodrigo de Cervantes Saavedra y Leonor de
Cortinas, Miguel de Cervantes Saavedra nació en Alcalá (dinámica sede de la
segunda universidad española, fundada en 1508 por el cardenal Francisco Jiménez de
Cisneros) entre el 29 de septiembre (día de San Miguel) y el 9 de octubre de 1547,
fecha en que fue bautizado en la parroquia de Santa María la Mayor. La familia de su
padre conocía la prosperidad, pero su abuelo Juan, graduado en leyes por Salamanca
y juez de la Santa Inquisición, abandonó el hogar y comenzó una errática y disipada
vida, dejando a su mujer y al resto de sus hijos en la indigencia, por lo que el padre de
Cervantes se vio obligado a ejercer su oficio de cirujano barbero, lo cual convirtió la
infancia del niño en una incansable peregrinación por las más populosas ciudades
castellanas. Por parte materna, Cervantes tenía un abuelo magistrado que llegó a ser
efímero propietario de tierras en Castilla. Estos pocos datos acerca de las profesiones
de los ascendientes de Cervantes fueron la base de la teoría de Américo Castro sobre
el origen converso (judíos obligados a convertirse en cristianos tras 1495) de ambos
progenitores del escritor.
En 1921 publicó su primera obra en verso, Libro de poemas, con la cual, a pesar de acusar
las influencias románticas y modernistas, consiguió llamar la atención. Sin embargo, el
reconocimiento y el éxito literario de Federico García Lorca llegó con la publicación, en 1927,
de Canciones y, sobre todo, con las aplaudidas y continuadas representaciones en Madrid de
Mariana Pineda, drama patriótico.