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UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA

FACULTAD DE EDUCACION
LITERATURA COLOMBIANA

Por: Armando Ospina

Comentario a la obra “Las tres tazas” de José María Vergara y Vergara.

LOS RETRATADOS1

“Gente necia,
Local y chata y roma.”2

Son sólo dos notas en este tejido las que quiero detallar y que son las
siguientes:

1.
Es evidente que en el texto “Las tres tazas” la mirada se enfoca sobre
los tres grupos de personas (personajes) que a su tiempo, recrean el hábito de
la toma de bebidas en compañía como pretexto para la socialización. Estos
enfoques son muy importantes porque hacen ver una proliferación de signos
que permiten la lectura de actitudes, comportamientos, posiciones políticas e
ideológicas, jerarquías sociales y sobre todo, una mentalidad nostálgica -¿y
conservadora? En la segunda taza se hace alusión al color de la boleta
siendo del mismo azul que lo conservador- por la pérdida del pasado
colonial. Pero también podemos observar, de manera más acentuada en la
primera taza, un discurso con síntomas de una especie de manierismo señorial
de la época. Vergara y Vergara nos pone en los ojos su estilo expresivo y
artificioso de aquella tendencia.

De este modo, cada una de esas escenas entonces, a mi percepción, se


acerca más al retrato fotográfico a blanco y negro que a un “cuadro” de Pintura.
En las tres reuniones sociales a las que como lectores asistimos se puede
percibir, si bien no de manera absoluta, como una dinámica estática. Suena
paradójico, es cierto, pero el transcurrir de las acciones es tan sin movimiento
que causan el efecto de esa sensación: las imágenes de baile que se describen
en el texto son como cuando en un reproductor de video la película se nos
empieza a quedar pegada, lo que hace que adquiera esa etiqueta de retrato.
Pero también porque, por la forma en que el narrador habla por ejemplo sobre
las cucharas de plata -sin brillo-, la vajilla –sin repiqueteos-, la vestimenta
Bonapartina –como ver un retrato de Proust-, etc., esa técnica se ajusta más
que la de la pintura.

1
Si bien está de más decir que este título está cargado de connotación, no sobra explicitar de
qué: por una parte hago referencia directa a los tres cuadros de costumbres donde aparece el
retrato de, según la época, un grupo social en particular, y por la otra, a la forma estilística
literaria del autor José María Vergara y Vergara, quien según mi percepción su discurso adopta
un tono bastante retórico.
2
León de Greiff, Una Antología para todos, Ed. Universidad de Antioquia, 1995.
Y si esto es así, es porque la técnica fotográfica al requerir de un aparato
mediador como la cámara o el daguerrotipo, lo más que puede lograr utilizando
la luz es la construcción de una imagen plana y enmarcada, diferente a las
técnicas de la pintura, que en relación al aprovechamiento de la luz, confían
más en el ojo humano como mediador para la creación de imágenes más
volumétricas, más terceradimensionadas y más periféricas. En esa medida, las
imágenes de las tres tazas tienen más de lo limitado del cuadro de la cámara
fotográfica que de la amplitud de la visión ocular del pintor. Y esto pauta una
gran diferencia: la de que, aunque es demasiado osado pero no descabellado,
los “cuadros de costumbres” son como sacados con Cámara debido a su
“estrechez de miras”.3 Es obvio que este no es el sentido de esa sentencia,
pero vale también como lo vale la renuencia de “Areizipa a salirse de lo
conocido acostumbrado” al dejar vislumbrar su nostalgia por lo de antes. Eso le
hace estrecho de miras.

2.
¿Es lo Prescriptivo inherente al discurso del Costumbrista? Si así es,
entonces debemos decir que el texto de “Las tres tazas” cumple de manera fiel
a este principio y rol.

Un primer indicio de este asunto se lo puede identificar en el transcurso


de las primeras líneas, las cuales cito:

“Al señor Ricardo Silva


Mi querido Ricardo: te dedico estas tres tazas…, tómate la que quieras;
lo dejo a tu elección; pero no creo que seas ecléctico hasta el punto de tomarte
todas tres. Debes escoger una y vaciar las otras dos.
 Posdata (en latín). Hombre! No derrames las otras: ofrécele la una a tu
esposa y la otra a Manuel Pombo.”

De momento digamos que el uso de la función imperativa de los verbos que


aparecen en negrilla apunta a la manifestación de modos de hablar con un
carácter prescriptivo en ciertos grupos de personas. Ese “debes escoger” es la
entrada a ese nivel de exploración de las relaciones amo-esclavo, señor-“indio”,
lo antiguo-lo actual, adentro-afuera, aristocracia-plebeyo, entre otras, que se
logran inferir en el texto, y que alguien en otro momento quizás señale y
desarrolle; a su vez, los imperativos tómate y ofrécele, refuerzan esos modos
de dar órdenes sin darlas propios de ciertos letrados o burgueses. Un ejemplo
concreto de esto lo encontramos en la voz narradora cuando dice: “...Para
hacer el chocolate no se habían olvidado tampoco las prescripciones de los
sabios” (pág. 51 de la fotocopia), que da fe de esas actitudes tanto de
comportamiento como lingüísticas de una época obnubilada por la luz
enceguecedora de los modelos impuestos a voluntad y sin ella.
Apareciendo con esto en la Literatura un gesto de mandato inapelable a
todo “buen decir”.

Son entonces estas dos líneas de fuga las que me han mostrado la fisura para
el sondeo del texto “Las tres tazas” de Don José María Vergara y Vergara.

3
Alusión a una de las críticas hechas al Costumbrismo.

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