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Período de Entreguerras
Para la mejor caracterización de este período, se prefirió analizar, las políticas exteriores de
tres potencias europeas: Francia, Gran Bretaña y Alemania.
Francia: Tres Modelos de Política Exterior.
El primero, conocido como “política de desesperación”, oscila entre la aplicación bilateral
de las cláusulas de Versalles y una política de acercamiento con Inglaterra. Desconforme con el
incumplimiento de las reparaciones ocupa la zona del Ruhr, como pago de sus correspondientes
indemnizaciones. La “desesperación” francesa se refleja en la voluntad de concretar una alianza
militar con Inglaterra, ante una eventual amenaza alemana. Inglaterra contesta negativamente e
incluso considera a Alemania como contrapeso de una supuesta hegemonía francesa.
El segundo modelo, se caracteriza por una política de acercamiento que se refleja en los
pactos de Locarno en 1925, de Briand-Stressman en 1927 y de Briand-Kellogs en 1928. En este
1
Kissinger, H; “La diplomacia”, 1996 , pág 244.
último, Francia propone abandonar la guerra como resolución de conflictos, para posteriormente
agregar cláusulas contradictorias incluyendo excepciones lo que lleva a la “nulidad” del acuerdo.
A partir de 1932 Francia, adopta una política exterior de extrema cautela, que se expresa en
la concreción de débiles alianzas. Revelando así, una notoria desmoralización psicológica y
política, que prevé un futuro desenlace bélico. Finalmente, “Inglaterra y Francia optaron por
permitir el rearme alemán porque, literalmente, no sabían q otra cosa hacer.”2
Las políticas adoptadas por Francia en el período, se caracterizan por el temor al rearme
alemán y su imposibilidad de concretar una alianza militar con Inglaterra. Francia no supo
persuadir a Inglaterra de sus convicciones acerca del verdadero peligro y significado que
representaba el rearme alemán, como tampoco la evasión de los compromisos económicos a los
que estaban obligados según el acuerdo de Versalles. Es a su vez crítico su trato extremadamente
cauteloso hacia Inglaterra, desvalorando así su condición de par y potenciando su debilidad.
Francia no se atrevía a rearmarse militarmente porque prevalecía el temor a ser acusado de
belicista por el resto de Europa, a pesar de tener razón respecto a las futuras intenciones de
Alemania.
Inglaterra y la Política de Apaciguamiento.
Inglaterra se caracteriza en este período por el empleo de políticas de apaciguamiento
respecto a Alemania. Oscila entre la aplicación del equilibrio de poder, hacia Francia, y el intento
por defender el principio de seguridad colectiva.
“El apaciguamiento se convirtió en política oficial, y la rectificación de las injusticias de
Versalles se volvió la idea general.”3
Inglaterra considera que las cláusulas contenidas en el Tratado de Versalles respecto a las
obligaciones alemanas eran injustas y excesivas, adoptando así, una actitud conciliatoria ante
Alemania y sus pretensiones. Esto se ve reflejado en las excesivas concesiones a las demandas
alemanas: la ocupación de la Renania, la anexión de territorios de Austria y principalmente en el
desmembramiento de Checoslovaquia llevado a cabo en el Pacto de Munich. Asimismo,
proclamando los principios democráticos de las naciones respecto a la libre determinación de los
pueblos, consideraba que Alemania tenía el derecho de volver a consolidarse como un país
soberano en sus principios políticos, económicos y militares.
Indudablemente, Inglaterra contribuye a través de su comportamiento al
desencadenamiento de la segunda Guerra Mundial. Las equivocadas percepciones y las sospechas
infundadas hacia Francia, representan su desconcierto general. Teniendo en cuenta la tradición
histórica conjunta de ambos países, la actitud inglesa es reprochable, desde que pone en un mismo
2
Kissinger, H; “La diplomacia”, 1996, p 291.
3
Ibidem, p 305.
nivel de consideración la alianza estratégica con Francia o con Alemania, sin percibir cuál es la
verdadera amenaza.
Finalmente, debe considerarse como ingenuo el análisis por parte de Inglaterra respecto al
comportamiento de Hitler, en lo que se refiere a sus excesivas demandas, desmedidas pretensiones
y verdaderas intenciones. “El occidente debió haber dedicado menos tiempo a adivinar los
motivos de Hitler y más tiempo a equilibrar la fuerza creciente de Alemania.”4
Alemania y la Política de Realización
En una primera etapa, Alemania adopta una política de rechazo o resistencia, plasmada en
un repudio al orden de Versalles, al considerar que al ser un tratado impuesto no estaba
moralmente obligada a cumplirlo.
Al asumir Stressman, propone una política de realización, que planteaba una revisión de las
cláusulas de Versalles. Bajo una actitud de cooperación entre sus pares, sus objetivos eran:
reintegrar y reivindicar a Alemania en el sistema como la potencia que era antes de la guerra,
lograr la paridad militar con Francia e Inglaterra, disminuir el pago de reparaciones, replantear las
fronteras del este y conseguir la anexión de Austria.
A su vez, intenta captar la fragilidad de la relación entre Francia e Inglaterra aprovechando
políticamente el distanciamiento entre ambos.
Estados Unidos a través de los planes Dawes (1924) y Young (1929), establece programas
para el pago de las reparaciones otorgando capitales. Los mismos son utilizados por Alemania para
reconstruir el potencial económico alemán, pero gran parte de ellos eran en verdad desviados para
el desarrollo de su industria militar.
El Orden de Versalles comienza a declinar con el Pacto de Locarno, se establece el inicio
de un marco de concesiones que se dispararían hasta la escalada del conflicto.
A partir de 1933, con el ascenso de Hitler al poder, Alemania adopta una política exterior
revisionista agresiva y definitiva. El anuncio del rearme, el Pacto de Munich, el retiro de la
Comisión Interaliada de Desarme y la sucesiva retirada de la Sociedad de Naciones eran claros
indicadores del inminente conflicto.
Respecto a las críticas sobre el accionar alemán, puede considerarse como prematura su
reivindicación a los derechos que un país derrotado merece. Si bien las demandas económicas de
los países victoriosos eran excesivas, la inmediatez en los reclamos para el no pago de los mismos,
también lo era. Su progresivo y vedado rearme, a expensas del incumplimiento de los
compromisos adquiridos y el vertiginoso ascenso de una figura de carácter particular como Hitler,
no hicieron más que contribuir al colapso que la historia evidencia.
4
Kissinger, H; “La diplomacia”, 1996, p 291.