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Trabajo leído en Campeche, Campeche, México, en el marco del X Festival Internacional del
Centro Histórico, diciembre de 2006.
La Revista Golpe de Dados, con sede en Bogotá, existe desde 1972, fue creada y
dirigida por el poeta Mario Rivero hasta el año 2009, fecha de su muerte y
constituye una institución en el país. Su comité de dirección comprende poetas de
diversas orientaciones, algunos fallecidos, otros activos: Aurelio Arturo, Fernando
Charry Lara, Pedro Gómez Valderrama, José Emilio Pacheco, Hernando Valencia
Goelkel, Álvaro Mutis, Jorge Gaitán Durán, Jorge Guillén, Giovanni Quessep, Eduardo
Escobar, Nicolás Suescún, entre muchos otros. En esta revista muchos poetas
extranjeros han sido divulgados en Colombia por primera vez, así como poetas
colombianos, reflexiones y discusiones sobre distintas poéticas de distintas épocas.
***
Más que un panorama de la poesía colombiana actual, quiero hablar de lo trazado
por cuatro poetas, cuya escritura se ha entroncado profundamente con la historia y
las contingencias contemporáneas, no importa que tres de ellos hoy estén muertos.
Luis Vidales, Aurelio Arturo, Héctor Rojas Herazo y Giovanni Quessep son poetas de
gran calidad estética y con su trabajo han señalado rumbos y posibilidades a los
escritores que hoy se encuentran en plena producción.
Poeta, ensayista y político quindiano (Hacienda Río Azul, Calarcá, 1900 Bogotá,
junio de 1990). En vida, siempre se afirmó que Luis Vidales había nacido en 1904;
que tenían que pensar como los europeos antes del modernismo. En medio de esa
quietud de fotografía surgió Luis Vidales con su más importante libro Suenan
timbres. Pasarían 50 años antes de que Suenan timbres volviera a editarse. Fue
literatura ensayística. Muchas veces fue detenido por sus actividades políticas. Viajó
Nacional en 1945. Residió en Chile entre 1953 y 1960. Otros de sus libros de poesía
son: Poemas del abominable hombre del barrio Las Nieves (1985),
Su poesía significó una ruptura con respecto a las acartonadas formas que había
todas las normas del ritmo y de la adjetivación heredadas del siglo anterior.
pellizco que alerta al lector obligándolo a preguntarse por lo que considera realidad:
Como es lógico
Y en su aburrimiento
y se encoge
la pobrecita.1
un lugar privilegiado en lo que tiene que ver con la poesía que se escribe inclusive
hasta el día de hoy en Colombia, donde por diferentes vías, pero siempre con la
afortunadamente no.
Las pisadas
La mujer ha pasado
pero sus pasos
se quedaron sonando para siempre dentro de mí.
¿En qué seres ya muertos
repercutiría el ruido de sus pasos
cuando era niña?2
Hay otros movimientos que son de la pura imaginación, como cuando Vidales se
encuentra a un hombre que: “(…) tendió hacia mí sus brazos, que había desnudado
hasta los codos, y con las manos abiertas comenzó a sustraer de mi cuerpo unos
hilos semiinvisibles. (…) Yo caí sin sentido (…). Cuando me levanté, no podía
Hay otros movimientos que son de pura irreverencia: Las cruces que hay en el
mundo/ son trampas puestas por los hombres/ para cazar a Jesucristo.// Es verdad
que el diablo le tiene miedo a la cruz/ pero Jesucristo le tiene mucho más miedo/ y
huye donde ve una.// Esto le ocurre/ desde aquella vez/ que le pusieron esa
2
En Suenan timbres. Op. Cit.
3
El enigma. En Suenan timbres. Op. Cit.
4
Cristología. En Suenan timbres. Op. Cit.
Del mismo modo que las sombras, los árboles, los gatos y las nubes, en Luis Vidales
hay un gran movimiento del tiempo: “El calendario es el único árbol del mundo que
sufre de otoño recurrente”. Tanto movimiento hay, que parece una respuesta a la
quietud que lo rodeaba en su juventud; cada frase, cada imagen nos da una
descubre un cuadro en el que pueda ver la sucesión de las estaciones, los días de
de esta escritura:
disidencias. O Pido la palabra para declarar que sería extraordinario descubrir una
crítica sin críticos o En este país, debemos llorar a los vivos más que a los propios
muertos.5
5
Visiones del carajete. En Suenan timbres. Op. Cit.
No perteneció a ninguna corriente literaria, a pesar de haber unido su nombre al
movimiento de Piedra y Cielo, movimiento literario que en Colombia buscó una
renovación creativa acudiendo al modernismo de los hispanos. Sus influencias
habría que buscarlas más bien en la poesía anglosajona, afirma Fernando Arbeláez,
poeta colombiano, en su ensayo “Aurelio Arturo: Morada al sur”.6 Su poesía se
conserva hasta el día de hoy como una fuente excepcional, que sigue surtiendo
efectos en las generaciones posteriores.
Ligada con fuerza a un entorno natural, la poesía de Aurelio Arturo es además de
una contemplación de la tierra, un testimonio de la presencia del hombre en ella, de
su esencia como parte de las luchas vegetales y minerales. No obstante, no se
puede interpretar como una lectura naturalista, la presencia del hombre aquí se
trata igualmente de una cultura, en este caso, la campesina. Fernando Arbeláez
resalta este hecho pues en la literatura colombiana en general, la naturaleza es
selvática: representa la lucha más feroz, casi siempre se utiliza como símbolo o
telón de fondo de la violencia que se ha enseñoreado en el país desde hace casi
cinco décadas, mientras que en Aurelio Arturo se realiza una convivencia, que no
por no ser feroz, es necesariamente tranquila.
Quiero mostrar tres ámbitos de la poesía de Aurelio Arturo, tres instancias que hallo
en su lectura. Podemos asistir al canto de la naturaleza en su más puro lenguaje: el
estadio puramente natural, vegetal, atmosférico.
Hay otro ámbito, ya cultural, que aparece sin cortar la cadencia de las primeras
imágenes: mas no es un hombre contemplativo el que encontramos aquí, es el
6
Aurelio Arturo: Morada al sur, Fernando Arbeláez, en Aurelio Arturo:
Morada al sur y otros poemas. Edición de Santiago Mutis Durán. Procultura.
Bogotá. 1986.
7
Tierras de nadie, en Aurelio Arturo: Morada al sur y otros poemas. Op.cit.
8
Morada al sur, en Aurelio Arturo: Morada al sur y otros poemas. Op.Cit.
hombre en el trabajo. Es tanto símbolo de la presencia de una cultura, como la de
un ser que se reconoce en los elementos naturales:
Parecería que Arturo habla de la tierra, precisamente para hablar de la lucha del
hombre.
Luego vemos aparecer la relación del hombre con ese entorno, relación de
comunión y de fraternidad, donde Aurelio Arturo ni elige ni obliga a elegir,
naturaleza y hombre simplemente son, existen en un encuentro esencial.
Qué actitud más armónica se puede esperar que el hecho estético y existencial de
irse a dormir con el sol como compañero de faenas. Irse con lo uno, la noche, sin
abandonar lo otro, el sol. En los versos de Aurelio Arturo vive el hombre en su más
noble inclinación. Sin embargo, esto no niega que pueda suceder lo más terrible,
que en esas “dulces tierras de nadie”, lo terrible se haga presente y nos interrogue:
No cae la yerba
no
como las gotas de fuego
que llovieron sobre las ciudades de la planicie:
se arrastra
se desliza
y se quiebran las columnatas
porque ha llegado el reino oscuro y áspero
y el hombre está lejos
o yace bajo la yerba.11
9
Rapsodia de Saulo. En Aurelio Arturo: Morada al sur y otros poemas. Op.
Cit.
10
Sol. En Aurelio Arturo: Morada al sur y otros poemas. Op. Cit.
11
Yerba. En Aurelio Arturo: Morada al sur. Op. Cit.
suficiente y exacta: atributos que solamente pueden alcanzar muy pocos. Iniciamos
este recorrido por la palabra que habla de la naturaleza más pura, pero he aquí que
llegamos a una instancia que parece una inversión total: en la siguiente frase,
parecería que la naturaleza surge del hombre, de la presencia humana, de unas
mujeres, en este caso, depende el desenvolvimiento de la noche:
El último estadio de su poesía que quisiera mostrar es, por si hiciera falta, su gran
compromiso con la palabra. El autor hace una declaración de su vocación por la
palabra, vocación de la cual dan testimonio sus poemas, y también su ética ante la
vida: entre los poetas con quienes compartió lecturas y tiempos, es común la
opinión sobre su presencia reservada y sin embargo llena de conocimientos sólidos
y profundos, su distancia de los ademanes de protagonismo y su certeza en el
empleo del lenguaje. Leamos entonces el poema Palabra, para cerrar este
pequeño comentario sobre el poeta Aurelio Arturo.
12
Palabra. En Aurelio Arturo: Morada al sur. Op. Cit.
"La poesía de Quessep -afirmó el también poeta colombiano Fernando Charry Lara-
se expresa, tensa, serenamente, en imágenes de tiempo perdido u olvidado, entre
sombras que son más del símbolo o la leyenda, con materia de instantes de los que
se ha apoderado para siempre la fijeza. Desconfía de la retórica versolibrista pero
no se encarcela en estrecheces. Tiene la libertad del que sueña y sobre todo, la de
aquel que despierta de los sueños".
Quizá la fábula sea la respuesta para el desconsuelo, para el dolor, pues el poeta no
lo niega. Existe y es el más fuerte. Pero el desconsuelo sin divertimento es pura
aridez, y la sola realidad una pócima, como afirma en el poema Muerte de Merlín:
13
En Libro del encantado. Antología. Fondo de Cultura Económica. México.
2000
Que brindan la constelación y la rosa.
Sea este el punto para tocar otro tema que atraviesa la poética de Quessep y es el
tiempo. Ese tiempo que únicamente lleva a la muerte, como el aljibe de la infancia,
se sabe inexorable, y no por querer cambiarlo, el poeta lo habita. Al contrario, es en
el tiempo donde encontramos los seres de la fantasía, el amor, el polvo, la luz, la
rosa. El poeta lo asume y además alerta a quien se demora en el encuentro:
Todo esto que se necesita para morir, no es más que la muerte que hace parte de
la vida, a la que el poeta nombra con tanta exigencia. Pero creo que además niega
que sepamos. Por eso lo necesitamos todo, es que no sabemos, y sólo si buscamos
el color y la música de la leyenda, estaremos en la vía de acceder a “la floresta
magnífica”. ¿Pero en realidad se refiere al saber esto que se presenta como música,
como polvo y como azul?
16
En Libro del encantado. Op. Cit.
Héctor Rojas Herazo nació en Tolú, Sucre, departamento al norte de Colombia, en la
costa atlántica, y murió en Bogotá, en 2002. Poeta, novelista, periodista y pintor, es
uno de los artistas colombianos de mayor relevancia. Entre sus libros se cuentan:
Rostros de la soledad (1952), Tránsito de Caín (1953), Desde la luz
preguntan por nosotros (1956), Agresión de las formas contra el ángel
(1961), Las úlceras de Adán (1995) y Candiles en la niebla (2006). Escribió las
novelas Respirando el verano (1962), En noviembre llega el arzobispo
(Premio Esso de literatura, 1967) y Celia se pudre (1986). Como periodista
colaboró en diferentes diarios y como pintor expuso en más de sesenta ocasiones
su obra, en el país, y en el exterior. En la poesía de Héctor Rojas Herazo se dan cita
todas las preocupaciones del hombre contemporáneo, la existencia y las preguntas
a Dios, las dudas sobre Dios y la gran caída que significa aceptar toda vida en la
tierra. “Antes de él, son abundantes los poemas galantes a las partes más
pudorosas del cuerpo de la amada. Héctor Rojas Herazo será el primero en construir
su poesía sobre la cruda y acezante materialidad del cuerpo. En esta poesía hay un
olor vivo, a saliva, a sudor, a orina; hay uñas y dientes, hay hueso y entrañas (…)”
(Darío Jaramillo). “Por primera vez en la poesía colombiana se concibe al hombre
como una unidad biológica y social: a cada momento estamos ante quien nos
recuerda que no estamos hechos solamente de las dulces maneras del alma y del
sueño: también de orines y semen y glándulas (…)” (García Usta). 17 El ámbito en el
que vive ese cuerpo tan cuerpo, tan vivo y sufriente, contiene la magia de los
objetos vivos, y por eso no es extraña a la poesía de Héctor Rojas Herazo este
interrogarse a propósito de los muebles:
17
Héctor Rojas Herazo. Jaramillo Agudelo, Darío. En García Usta, J. Visitas
al
patio de Celia. Medellín: Lealón. 1994.
18
Los salmos de Satanás. En Las esquinas de viento. Antología. Medellín.
2001.
El mundo caribe de donde procede Rojas Herazo es el mismo de donde procede su
poesía, el hombre y la mujer que se miran y que él mira, las florestas, el aire, los
animales y la luz. Alguna vez interrogado sobre los orígenes de su escritura, Rojas
Herazo definió que escribía “desde un patio”, el patio de su infancia, el de las casas
de la costa atlántica, donde adentro y afuera se conjugan y se confunden en su
función de conectar el hombre al cosmos.
Este fragmento nos da una imagen muy precisa del adentro y del afuera que se
mezclan en la poesía de los patios, en la poesía de Rojas Herazo.
La bárbara inocencia,
los ojos indecisos y las manos,
el horror de vagar sin un delito.
Y él se golpeaba el pecho, se decía,
yo suspiro otra cosa, yo quisiera,
mientras Dios, en el viento, respiraba.
Lo inventó una mañana
(en esto consistió el privilegio)
y olfateó su terror, sus crímenes, su sueño.
Entonces conoció la alegría de no ser inocente.
Y se apiadó de Dios
y lo hospedó en sus úlceras sin cielo.20
Sea el final de este trabajo, el momento para hablar de una reflexión que me llega
después del recorrido: quizá la imagen de la casa, en especial, de la Casa entre los
robles que enmarca esta pequeña presentación, sea el símbolo de la búsqueda de
un orden que no encontramos en la casa real que habitamos. Colombia sufre de
desorden, de guerra, de falta de imaginación y de falta de palabra, y los poetas, con
sus cuatro pilares de ironía, palabra, imaginación y nobleza nos han dado una en
qué habitar. “En poema habita el hombre”, ha dicho Martin Heiddegger, en
referencia al lenguaje que es necesario conocer, adquirir y dominar para alcanzar la
humanidad; no basta con ocupar un espacio, casi ni siquiera basta con nombrar el
territorio, si sobre él no se alza la casa del lenguaje, y no cualquier lenguaje, el
lenguaje poético que implica trascender.
20
En Las úlceras de Adán. Héctor Rojas Herazo. Editorial Norma, Colección
Poesía, Santafé de Bogotá. 1995.