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Los sofistas eran educadores a sueldo, no eran pensadores sistemáticos, tenían un saber

enciclopédico y un método deductivo. Su escepticismo y relativismo

Sócrates, maestro de Platón, aunque pertenecía al mismo ambiente cultural y filosófico de


los sofistas, combatió sus posturas y opiniones. Compartía con ellos el interés por el hombre
y por las cuestiones políticas y morales, pero consideraba que el bien del individuo es el
bien de la sociedad, y creía necesario recuperar el diálogo: la palabra no es para manipular,
es necesaria para definir los conceptos morales. Para Sócrates, que no era relativista, la
verdad tenía un valor universal. Esta necesidad de valores universales es la que se refleja en
el texto cuando Platón se refiere distingue entre lo “opinable” y lo “cognoscible”.

visión personal del tema, valorando su actualidad.


El tema central del texto es la importancia del conocimiento intelectual, racional, en
contraposición al conocimiento que proporcionan los sentidos.
Una posición filosófica totalmente opuesta a la platónica, quizás la más radical, es la de
Hume, máximo representante del denominado empirismo inglés. Para Hume, el
conocimiento es percepción, la que define como “todo aquello que puede estar presente en
la mente humana, ya sea a través de nuestros sentidos, o que estemos movidos por la
pasión, o que ejercitemos nuestros pensamientos y reflexión”. Hume pretende señalar los
límites dentro de los que se tiene que mover la razón si no se quiere caer en errores, Hume
afirma justo lo contrario que Platón: no es posible la verdad absoluta, pretenderlo es caer en
la superstición y la imposibilidad científica

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