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Fabio Angeoletto; Sara Barrasa García y Marta Moreno.

(2005) La antítesis ciudad / n


aturaleza en el planeamiento urbano de Brasil. In Mora Aliseda, J; Condesso, F;
Castro Serrano, J. Nuevas Tendencias en la Ordenación del Territorio. Cáceres: Edito
ra de la Universidad de Extremadura, pp. 215-224.

LA ANTÍTESIS CIUDAD / NATURALEZA EN EL PLANEAMIENTO


URBANO DE BRASIL
En los últimos años hemos asistido a la aparición de un conjunto de discusiones
conocido como Problemática Ambiental. Las discusiones y cuestiones surgidas en est
a problemática no están circunscritas a las universidades e instituciones de investi
gación, sino que también a otros sectores de la sociedad, como las organizaciones no
gubernamentales.
En el discurso de esas organizaciones, se percibe un gran énfasis en asuntos ecológi
cos globales, como el agujero en la capa de ozono o la deforestación de los bosque
s tropicales. No obstante, hay una predominancia, en las acciones de esas organi
zaciones, de sentido común, que clasifica las ciudades como la negación de la natura
leza. El análisis de las paginas web brasileñas de Greenpeace y WWF, es bastante esc
larecedora. En ninguno de los sitios se encuentra ninguna mención a los ecosistema
s urbanos. Las ciudades solamente aparecen involucradas en discursos evasivos ac
erca del desarrollo sostenible (ANGEOLETTO, 2000).
En el sitio de Greenpeace (1999), había incluso una campaña en pro del cierre de la
Carretera del Colono (Estrada do Colono), un sendero de 17 kilómetros, no asfaltad
o, en el interior del Parque Nacional del Iguazú (sur de Brasil, cerca de la front
era con Argentina), que unía las ciudades de Capanema y Serranópolis do Iguaçu. Por pr
esiones de movimientos ambientalistas, la carretera había sido cerrada en 1986. El
12 de enero de 1998, las poblaciones de Capanema y Serranópolis la abrieron nueva
mente.
Greenpeace enumera varios motivos para el cierre de la carretera, como la posibi
lidad de muerte de animales; caza y extracción de flora, presencia de pesticidas t
ransportados por camiones y polución generada por el tráfico de vehículos. Suena extraño
, todavía, por tratarse de una organización ambientalista, que no haga mención al hech
o de que los vehículos, al transitar por la carretera, dejaban de circular por otr
as carreteras colindantes al Parque, ahorrando así 150 kilómetros en sus desplazamie
ntos, y por lo tanto, evitando la emisión de centenares de toneladas anuales de co
ntaminantes que afectarían al Parque.
No se discuten, ni siquiera se mencionan, los beneficios de la Carretera para la
población de las ciudades próximas a ella. Tampoco se mencionan, en la página web de
Greenpeace que pedía el cierre, las iniciativas de los ayuntamientos vecinos al Pa
rque para preservarlo, como por ejemplo la fundación de dos entidades, la “Asociación
de los Municipios por la Apertura de la Carretera del Colono” y el “Movimiento Amigo
s del Parque”. La primera entidad fiscalizaba las áreas entre las ciudades-miembros
y el Parque.
La segunda estableció normas y reglas para la utilización de la carretera. Estaba pr
ohibida la circulación de camiones con pesticidas, así como realizar paradas en el t
rayecto. Una tasa de 2 euros se cobraba por vehículo. El dinero recaudado era util
izado para proyectos que daban el destino adecuado a de envases de pesticidas, p
ara proyectos de educación ambiental y para proyectos de vigilancia y combate de l
a extracción ilegal de palmito.
Greenpeace, y la amplia red de organizaciones ambientalistas brasileñas que se
adhirieron a la campaña, tuvieron éxito. El gobierno federal cerró la carretera en 200
1. No obstante, fue una victoria amarga: los proyectos ambientales desarrollados
por los
ayuntamientos no tuvieron continuidad. El PIB de los municipios, por la caída de t
ráfico, ha disminuido; han disminuido también inversiones en salud y educación y los c
iudadanos de la región ahora tienen una fuerte aversión a cualquier institución o pers
ona que se presente como “ecologista”.
En Brasil, poco se ha discutido sobre la ecología de las ciudades, como si sus pro
blemas no estuvieran relacionados con la preservación del medio ambiente. Sus
problemas son entendidos como problemas urbanos, no relacionados a los problemas
ambientales. Es todavía usual la idea de la naturaleza como algo exclusivamente al
ejado de las ciudades (SERPA, 1995, p. 114; SERPA, 1998, p. 49, 50).
Los ciudadanos brasileños comparten esta idea: entienden que la naturaleza está
ubicada fuera de los límites de la ciudad. Así, en el imaginario de la sociedad bras
ileña los problemas ambientales están circunscritos a una orden global y distante (l
a capa de ozono, las lluvias ácidas, etc.)
CAMPBELL (1992, p. 191) y FRANCO (1997, p. 212) no esconden la ironía de esa
retorcida situación: mientras que los problemas inmediatos, circunscritos al ambie
nte más próximo (la vivienda, el barrio), como la falta de arborización, son frecuente
mente
ignorados por grupos ambientalistas y órganos públicos, las atenciones se vuelven ha
cia cuestiones de ámbito global.
La negación de la ciudad como una parte de la naturaleza constituye lo que DIEGUES
(1996, p. 13) clasifica como el mito moderno de la naturaleza intocada, una ten
tativa de reedición del paraíso cristiano. Para Diegues, los conceptos de natural/ s
alvaje son fundamentalmente una percepción urbana influenciada por el cristianismo
. De ahí surge la dicotomía urbano/ natural, siendo lo “natural” las áreas que deben ser p
reservadas como templos intocables.
El ideario a que se refiere Diegues se hace presente incluso en la política ambien
tal
brasileña de los años 80. Analizando documentos del Instituto Brasileño del Medio
Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (IBAMA), un órgano gubernamental,
el autor ha descubierto que el IBAMA, en sus estudios para la creación de parques
nacionales, había propuesto la retirada de poblaciones tradicionales (como indigen
as, por ejemplo) de las áreas destinadas a convertirse en reservas ecológicas, sin q
ue se tuvieran en consideración sus milenarios conocimientos sobre los ecosistemas
que se pretendían proteger, ni su presencia durante siglos en esas áreas.
La antítesis ciudad/ naturaleza está también presente en la arquitectura y el urbanism
o brasileños. En palabras de la bióloga y urbanista Maria Angela Pereira Faggin LEIT
E (1994, p.140):
“Las prácticas del urbanismo en Brasil no hacen uso del conjunto de características
naturales y sociales de un sitio – de la naturaleza de ese sitio – para evaluar, sel
eccionar, emitir juicios o implantar concepciones de organización urbana. Al revés,
eternizan, en una actitud temeraria, la reproducción de modelos parciales, general
izadores y dogmáticos que, a pesar de reducir la naturaleza a lo urbano, no tienen
la capacidad de integrar lo natural y lo construido.”
2.- CONSECUENCIAS DE LA ANTÍTESIS CIUDAD/ NATURALEZA EN EL
PLANEAMIENTO URBANO.
La idea de ciudad como un artefacto opuesto a la naturaleza ha ocasionado errore
s
en el planeamiento urbano. La UNESCO (DIAS, 1994, p. 96) aboga el planeamiento c
on base ecosistémica como un requisito esencial para la supervivencia y el bienest
ar de las poblaciones humanas en el presente y el futuro. Desafortunadamente, el
planeamiento urbano ha sido hecho sobretodo basado en criterios económicos, despr
eciando criterios ecológicos (ZAREMBA, 1986, p. 80, DIAS, 1994). Para LOMBARDO (19
97, p. 46) es urgente la necesidad de establecer nuevas metodologías y técnicas que
incluyan conocimientos ecológicos en el planeamiento urbano.
Al no considerar criterios ambientales, el planeamiento urbano ha agravado algun
os
problemas, y causados otros: agua y aire contaminados, despilfarro de recursos;
creciente demanda de energía. La ciudad de Boston nos enseña un buen ejemplo de cómo l
a no consideración de criterios ambientales en el planeamiento suele tener incluso
consecuencias económicas directas. En aquella ciudad, los inversores esperaban un
lucro considerable por la inauguración de un centro comercial y un edificio de of
icinas. No obstante, el auge financiero no ha ocurrido, pues fuertes vientos cau
sados por el edificio acumulaban arena en las partes abiertas del centro comerci
al, molestando a los clientes. La mayor parte de las tiendas del centro han sido
cerradas (SPIRN, 1995, p. 44, 45).
Otro buen ejemplo de un planeamiento que ha fallado al no considerar procesos
naturales está materializado en el embalse de Assuan. El embalse ha sido construid
o sin que se tuviera en cuenta la ecología del molusco transmisor de la enfermedad
esquistosomosis
Antes del embalse, los moluscos eran llevados por las aguas del Nilo. Después de s
u
construcción, ha aumentado el número de canales donde los transmisores podían
reproducirse. Como consecuencia, la esquistosomosís se ha diseminado velozmente po
r Egipto (SPIRN, 1995, p. 261).
Para la arquitecta Anne W. Spirn, no es usual que arquitectos y urbanistas proye
cten
para el ahorro de energía y para la disminución de daños a la salud. Esos profesionale
s desconocen como sus proyectos van a afectar al ambiente urbano, y, en otra esc
ala, la biosfera (SPIRN, 1995, p. 76, 79, 255; NERY, 1992, p.1).
Es verdad que el número de profesionales capacitados para el planeamiento urbano
basado en la ecología de las ciudades está aumentando. Pero en muchas ocasiones esos
profesionales no logran aplicar sus ideas, porque enfrentan a decisiones contra
rias, basadas sobretodo en intereses políticos y económicos de grupos e institucione
s poderosas.
Otro hecho preocupante es el carácter casi siempre correctivo, y no antecipativo,
de
las políticas urbanas brasileñas. Esto contribuye a agravar los problemas ambientale
s de las ciudades de Brasil, principalmente las grandes. Además, hay un vacío de com
unicación entre la comunidad científica y los responsables del planeamiento, la gest
ión y la toma de decisiones. Como consecuencia, solamente una pequeña parte de la in
vestigación ambiental se aplica al planeamiento y a la gestión de las ciudades de Br
asil.
Felizmente, en el campo de las políticas urbanas brasileñas, hay un consenso crecien
te sobre que el planteamiento integrado de los problemas urbanos, enfocados desd
e la óptica ambiental generará una nueva lista de cuestiones y metodologías que van a
ser contempladas en el planeamiento y gestión de las ciudades.
3.- PLANEAMIENTO PARTICIPATIVO EN PERIFERIAS BRASILEÑAS.
Para la construcción de la sostenibilidad urbana en Brasil, no bastan profesionale
s
preparados. La cuestión de la propiedad del suelo urbano es un desafío aún no confront
ado en las grandes ciudades brasileñas, y que tiene claras implicaciones ambiental
es. La urbanista brasileña Ermínia Maricatto (1996, p. 16) observa que en ciudades d
e Brasil, la ocupación ilegal del suelo se permite de modo informal, o incentivada
por los poderes públicos, aunque, no obstante, no permiten el acceso formal a la
tierra de la ciudad. Incluso, a menudo se permite la ocupación por miserables, de ár
eas de protección ambiental (KOWARICK, 1979, p. 89).
De hecho, las autoridades municipales de Brasil tienen un discurso ambiguo. Mien
tras los terrenos no tengan valor de mercado, o posean valores muy bajos, la ocu
pación por miserables de áreas que suelen tener valor ambiental será habitual. Por otr
o lado, cuando surge un barrio pobre en un sitio con valor en el mercado inmobil
iario, las
autoridades interfieren a través de la legislación, incluso a través la legislación ambi
ental (MARICATTO, 1996, p. 26).
Un ejemplo claro de las actuaciones ambiguas de las autoridades brasileñas respect
o
al medio ambiente urbano está materializado en la periferia de la cuidad de Salvad
or,
Bahia, Brasil. En aquella ciudad, una área periférica conocida como “Suburbio Ferrovia
rio de Salvador”. Esta área abriga un parque, el Parque Metropolitano de Pirajá, con u
na cuenca hidrográfica y 1500 hectáreas de Bosque Ombrófilo Denso. Poco a poco, el par
que está desapareciendo por el aumento de los barrios pobres que lo rodean. No hay
conflictos con las autoridades, y tampoco hay esfuerzos para se evitar la degra
dación ambiental: es un área paupérrima, que no interesa al mercado inmobiliario.
Lo opuesto ocurre en el Parque Metropolitano de Pituaçu, ubicado próximo a barrios
de clase media de la ciudad, y a playas de gran interés turístico. Allí, una chabola f
ue
rápidamente retirada por el Ayuntamiento, que alegó tratarse de un área pública y de
protección ambiental (ANGEOLETTO, 2000; ANGEOLETTO, 2004).
Las periferias de Salvador poseen una magnitud impresionante – el 73% de sus
ciudadanos viven en ellas. Los barrios periféricos tienen en común diversas precarie
dades, como la insuficiencia de espacios libres arbolados. Además, las inversiones
para esos barrios son escasas. Hay, por lo tanto, que investigar soluciones de
bajo coste, y de sencilla y amplia aplicabilidad.
En un proyecto financiado por la Unión Europea, hemos promovido en el barrio
periférico de Pirajá, en Salvador, un ejercicio de planeamiento participativo que ha
dado como resultado la construcción de una pequeña plaza arbolada, reemplazando un
sitio que antaño fue un depósito de basura, con una “lengua negra”. Hemos elegido el bar
rio de Pirajá por estar contiguo al Parque Metropolitano de Pirajá. Creemos que la m
ejor estrategia para contribuir a la conservación del bosque del Parque es actuar
en la mejora de las condiciones de los barrios miserables que lo rodean. Defende
mos, por lo tanto, un punto de vista opuesto de aquel expuesto por Greenpeace en
el affaire de la Carretera del Colono: no negamos un entorno humano del Parque,
sino que buscamos investigar y actuar en él con objetivos ambientales claros.
Para elegir el sitio donde se desarrolló el ejercicio, hemos utilizado el método de
sintaxis espacial. Con la ayuda de un software, (el space syntax), mapeamos todo
s los
espacios libres (espacios donde no hay impedimentos a la circulación de personas)
y
determinamos aquellos de carácter global (que concentran un número mayor de personas
) y de carácter local (espacios frecuentados sobretodo por los vecinos).
Elegimos entonces un sitio de carácter local para el ejercicio. La elección tiene un
motivo estratégico. En general, las pocas inversiones de los ayuntamientos suelen
ocurrir en espacios globales, por la visibilidad que las obras en esos espacios
proporcionan, y que se traducen en votos. Por otro lado, los espacios locales d
e barrios periféricos son “la periferia de la periferia”: sencillamente no hay inversi
ones públicas en estos sitios. Además, al seleccionar un espacio local, esperábamos qu
e, una vez que los vecinos se hubieran involucrado en el planeamiento, y se conv
irtieran en gestores de la nueva plaza, conservándola y evitando actos vandálicos (l
o que, de hecho, ha ocurrido).
4.- DEFINIENDO UNA METODOLOGÍA DE PLANEAMIENTO PARTICIPATIVO.
Una medida fundamental que debe ser tomada por el planeador que busca una partic
ipación comunitaria real en la elaboración de un proyecto, es la identificación de las
redes que determinan las relaciones sociales del grupo. Es imprescindible que s
e preste especial atención a las estructuras sociales, como redes de parentesco, g
rupos de trabajadores, cooperativas y asociaciones, que son usadas para disemina
r informaciones, y además para convocar a los ciudadanos a la participación en la me
jora de sus barrios.
De acuerdo con el sociólogo Tomás Villasante, de inmediato es posible percibir tres
tipos de redes sociales: redes de poder, redes de grupos organizados (organizaci
ones no gubernamentales, asociaciones de ciudadanos etc.), que en conjunto suman
cerca de 5% de la población; y las redes informales, donde está la gran mayoría de la
población (VILLASANTE, 1998).
El planeador, cuando se rodea de los miembros de las redes informales percibe qu
e
rápidamente surgen portavoces, líderes que representan al grupo. Identificar y conta
ctar a esos comunicadores es fundamental para el desarrollo de un proceso partic
ipativo de planeamiento (VILLASANTE, 1998).
Al haber anunciado nuestra intención de establecer un convenio con los vecinos par
a
el planeamiento y ejecución de una plaza arbolada, se ha destacado una vecina, Gor
ette, que desde el primer contacto abrazó con entusiasmo la idea. Gorette ha actua
do como puente entre los investigadores y los vecinos colindantes al área elegida
para el ejercicio de planeamiento participativo.
Fueron 6 reuniones, con una participación media de 13 personas, sobre todo mujeres
. En la primera reunión, se presentó un proyecto inicial de plaza, en realidad la pr
opuesta de los investigadores para el área. En la segunda reunión han sido registrad
as las opiniones de los vecinos con respecto al proyecto previo, con sus ideas y
deseos para el espacio que estaba naciendo. Dos reivindicaciones han prevalecid
o en ese encuentro: 1) que el espacio tuviera juegos infantiles, y 2) que un arr
oyo contaminado fuera canalizado. Las peticiones, formuladas, sobretodo por madr
es, revelaba la ansiedad por un espacio de calidad para el ocio de sus hijos, ha
sta entonces inexistente.
Fotocopias de la planta baja se distribuyeron a los participantes de la tercera
reunión.
Se propuso que ellos mismos dibujasen en las Fotocopias la plaza que les gustaría
tener. Hubo una cierta resistencia, una vez de los participantes porque alegaron
“no saber dibujar”. Fue necesario explicar que lo que importaba era el registro de
las ideas, y no la belleza de los dibujos. En general, los dibujos contenían parce
las deportivas cementadas, árboles y equipos de juego infantil.
El planeamiento participativo requiere insumos en forma de educación. Es natural q
ue la comunidad cometa errores. En estos casos, es tarea de los técnicos mostrar a
rgumentos y puntos de vista alternativos, de manera didáctica, proporcionan así inst
rumentos a los vecinos, para que ellos mismos decidan sobre el futuro de sus esp
acios libres. Y así se procedió. Los investigadores explicaron las ventajas de no ce
mentar el área (para evitar islas de calor) y de arbolar el lugar (para un mayor c
onfort ambiental).
Por otro lado se pidió a los vecinos que buscasen identificar posibles “propietarios”
del espacio donde iba a ser hecha la plaza. La palabra propietarios está entre com
illas porque todas las viviendas del barrio ocupan suelo informalmente: no tiene
n títulos legales de propiedad. Nuevamente lo aludimos para hacer ver la gravedad
de la falta de regularización de la propiedad del suelo en las grandes ciudades br
asileñas. En las
periferias, la competencia por el espacio es feroz. Y la falta de regularización aña
de una dificultad más en el planeamiento de espacios libres. Posteriormente, dos “pr
opietarios” fueran identificados. Uno de ellos permitió sin problemas la ejecución de
la plaza en su terreno, pero el segundo no lo hizo, lo que disminuyó el área disponi
ble.
En la cuarta reunión los participantes fueron informados de que habría recursos gara
ntizados de la Unión Europea – US$ 850,00 – para la ejecución del proyecto participativo
, hecho que provocó grandes alegrías y expectativas entre los vecinos. La quinta reu
nión fue la que registró un mayor número de participantes, 26 personas. Por primera ve
z la presencia masculina fue grande (10 hombres). El reto de la reunión era el est
ablecimiento de un cronograma de acciones. Entre los participantes había operarios
que elaboraron una lista de materiales. Las Tareas fueran distribuidas entre lo
s vecinos.
En la sexta reunión los materiales (hormigón, etc) fueron entregados. Algo curioso p
asó: uno de los participantes preguntó si nosotros teníamos la intención de ser candidat
os a algún cargo político. Por nuestra cara de sorpresa ante la pregunta, el se expl
icó: - “Nada es gratis. Por lo tanto, alguna ventaja ustedes deberán sacar de estas re
uniones (o sea, votos). Le respondimos que no teníamos la pretensión de presentarnos
a ninguna candidatura, ni representábamos a ningún partido político, y que sólo éramos in
vestigadores estudiando maneras de mejorar los barrios de Salvador. Este diálogo e
s esclarecedor de una práctica que desafortunadamente es bastante común en épocas elec
torales en Brasil: el cambio de votos por favores y servicios. En el barrio de P
irajá, por ejemplo, es usual que se cambien votos por hormigón.
Utilizando la mano de obra voluntaria de los vecinos, fue posible, a un coste ba
stante bajo (US$ 850,00) cambiar un sitio insalubre por en un área de esparcimient
o agradable. Sitio, además, proyectado según los deseos y necesidades de sus usuario
s, lo que garantiza su permanencia.

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